Capítulo 《4》

Siempre recuerden: Lo único más importante en el mundo es la familia. Se protegen unos a otros y se apoyan sin importar que pase.

🖤🥦❤

El final del rodaje se hizo en una antigua construcción. más bien, una reconstrucción de algún palacio que de seguro se menciona en la historia del país. Era un lugar que emanaba una energía diferente a la de otros sitios, te atraía totalmente sin importar tus gustos. Hasta la antipática y sosa de Mía, se sintió encantada con dicho monumento. Claro, ella se sentía como la princesa del lugar.

Durante la filmación, nos quedamos en el único hotel en la zona. El último día de rodaje nos reunimos para una cena con todos los participantes de la película, directores, guionistas y el resto de los miembros del staff.

Mientras la cena hacía digestión y las bebidas dejaban de hacer su efecto dañino en mí, me abrigué, agarré mi cámara fotográfica profesional y me encontré dando un paseo a solas, en la noche, sin interactuar con los visitantes a mi alrededor, nada más mirando las bellezas artesanales en los puestos ambulantes. Los vendedores hacían lo imposible por que llevaras algunos de sus productos y yo sucumbí a uno de ellos, una especie de adivina se decía ser, me hizo comprarle unos brazaletes de pareja. Pensé que estaba fuera de la realidad cuando dijo ''aférrate a él''. ¿A quién exactamente? Ni idea, le seguí la corriente, pero en mi cabeza intentaba reunir las piezas.

No hizo falta mucho pensamiento de por medio para rendirme en descifrar sus palabras. Tan solo tomé rumbo hacia un lugar frente al mar donde había personas reunidas esperando los fuegos artificiales y vi a las personas que más temo, mi familia.

Estaban mis padres en pie junto a mi hermano, este sostenía la mano de una chica esbelta, bella. Todos sonreían mientras hablaban felizmente. Me quedé estático sin saber qué hacer, sin poder huir ni enfrentarme a ellos, sin fuerza. No era dramático, simplemente una sensación desagradable que asimilé como terror invadió mi cuerpo. Verlos ahí, fue como volver a vivir cada segundo del día en que me obligaron a caminar solo en las calles obscuras. Pero esta vez, no estaba el lobo que me salvó, solo yo.

O eso pensé.

En un momento inesperado, mi madre clavó sus ojos sobre mí. Los abrió con susto, dejando a la sorpresa y a la alegría tiradas a un lado. En cuanto el resto giró a ver cuál era el objeto de su agravio, escuché de su boca mi nombre, a la misma vez que una persona apoyó su mano en mi hombro, haciéndome dar un brinco.

- ¿Qué sucede Prem? ¿Por qué estás llorando? - Dijo cuando lo vi a los ojos asustado.

-Boun, sácame de aquí por favor. No puedo seguir aquí. -Lo vi mirar hacia ellos, con un brillo intenso que preguntaba por sangre. Y supliqué -Por favor...

Tomó mi mano y me llevó entre la multitud hasta la habitación designada para mí y para Zac. Abrió la puerta y se adentró. Yo quedé de pie en la entrada sin mediar palabras. Él comenzó a guardar mis cosas en la maleta y volvió a tomar mi mano hasta arrastrarme a su auto. Envié un mensaje a Zac para decir que me regresaría antes en lo que Boun volvía por sus cosas. Para entonces, mis ojos estaban hinchados y mi nariz roja de tanto llorar.

Era desgarrador pensar en esos recuerdos, pesadillas que quemaban mi alma y evaporaban mis sentimientos contrarios a la tristeza. Esa depresión que se desplomó sobre mí se esfumó en el tiempo en que Boun entró al auto, tomó una vez más mi mano y besó cada uno de mis nudillos, mostró su hermosa sonrisa de un hoyuelo y continuó apretándome todo el camino sin pronunciar frase alguna hasta que llegamos a mi departamento.

El destino hace que inexplicablemente, este hombre siempre llegue a mí en el momento justo. Para mi suerte, pude hacer que Boun considerara la habitación de invitados. La soledad no era una opción hoy, y ¡¿quién mejor que el chico que me gusta para consolarme?!

Sentados en el sofá, me sostuvo entre sus brazos y acarició mi cabello repitiendo ''todo estará bien''. Un olor a anís y frescor quedó impregnado en mi cerebro, pero no presté tanta atención, solo me gustaba. Me arrulló como a un niño pequeño, sintió mi sufrimiento y yo sentí su deseo de aliviar mi ser. Solo este hombre indiferente provocó en mí un estremecimiento corporal cuando con sus manos y su voz me calmaron. Ninguna persona antes había inhibido mi dolor con su tacto, era como si estuviera llenando un pozo vacío dentro de mí. La seguridad que me dio fue suficiente para que, en contra de mi voluntad, mi cuerpo se adormeciera agotado.

Tenía talento en anestesiarme, si fuese un alfa entendería que estuviese usando sus feromonas. Tendría que preguntarle más tarde si los vampiros tienen ese tipo de habilidades.

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La mañana llegó y desperté en mi cama. Con más miedo que el que sentí la noche anterior corrí hacia la sala buscando mi objetivo, el dueño y causante de mi sensación de paz. Estaba en la cocina, con una ropa casual, pero para mi pecaminoso subconsciente, demasiado ceñida a su cuerpo. Tragué con dificultad. Recostado a la isla en absoluto silencio, lo observé moverse de un lado a otro con una tranquilidad exasperante. Me hacía parecer un adolescente bipolar en intento de llamar su atención. Salí de mis pensamientos cuando sin verme habló.

-Si no dejas de mirarme así, succionaré cada gota en ti de mi líquido favorito. -Reí luego del sobresalto. -No me gusta que me vean como atracción especial en un parque de diversiones, me hace sentir un fenómeno.

-No lo eres. -Confesé. -Eres lindo y me gusta que te veas como amo de casa desesperado por alimentarme. Uno enojón, pero aún así me gusta.

-Dios, no pensé que te confesarías nada más despertar, pero adoro que seas apasionado conmigo. Sí que eres atrevido. -No me molestaría acostumbrarme a ese tono pícaro en sus palabras. Pero entonces mi cerebro hizo clic en ese momento. No era mentira lo que dije, sin embargo, no debí saborearlo con mis palabras tampoco.

-No, no quise decir eso, chupacabras. Me refiero a... - Colocó el desayuno sobre la isla y se sentó en una banqueta.

-Entonces ¿no soy lindo? Auch, pensé que serías más sensible. -Dijo mostrándose falsamente dolido. Me señaló un asiento y me senté.

-No, digo sí eres lindo. ¿Cómo es que acabé siendo engañado por ti? - Mis mejillas se hincharon de vergüenza así que desvié la mirada a mi plato rezando porque Boun no lo notara. Pero su risa me dijo que fue en vano. -Solo dije que eres lindo, pero te empeñas en usar mis palabras en mi contra para luego confundirme.

Hubo una pausa en el ambiente mientras comíamos. Sabía que estaba ansioso por preguntar y yo estaba necesitado de responder. Desahogar mis penas.

-Prem. - Su tono serio me decía que quería saber sobre lo sucedido. Y sin que preguntase, le conté. Le hablé sobre ellos, sobre la persona que me salvó, sobre mis amigos y nueva familia, todo menos sobre mi vida amorosa, la cual es un desastre monumental. Sus puños se cerraron en cuestión de segundos y su mandíbula se tensó. Lo sabía, estaba enfurecido como si le hubiese sucedido a él. Acarició mis mejillas empapadas en lágrimas, pero se mantuvo con la misma frase ''lo siento, llegué tarde'' hasta el cansancio. Se reprochaba el no haberme conocido antes y yo lo agradecí.

En todo el día no se despegó de mí, lo cual era raro en un vampiro, pero satisfactorio. Estuvimos juntos en cada milisegundo, vimos películas, cocinamos y me mostró algunas cosas que estaba editando del escritor ϸorkelsson, mi favorito.

Este fue un día de revelaciones para mí, pero no sabría en qué magnitud hasta la noche.

Lo vi dormir por primera vez sobre el sofá. Tan pacífico y delicado, no hacía ruido, no se parece al perro que ladra escandalizado por todo cuando está despierto, siempre regañándome. Lástima que esa paz no dura para siempre. Algo de pronto me causó intriga, una esponjosa cola que vi salir de abajo de las sábanas con las que lo arropé. Corrí a mi habitación en busca de mi móvil y llamé a Ash.

Al primer tono lo cogió. -Pre...

-Ash- susurré interrumpiéndolo- ¿Por qué Boun tiene cola? No existen los híbridos entre cambiaformas y vampiros ¿o sí?

Suspiró - ¿De veras no lo sabías o te haces el tonto? Tus hermanos se dieron cuenta en su casa y tú, que dormiste en su habitación no lo sabes. Genial

Su sarcasmo en sus frases tiró fuera el mío, automáticamente. -Me acabo de cenar esa noticia, gracias. Nunca me corrigió cuando lo llamé chupasangre.

-Eso es porque eres infantil con él. - Se detuvo un instante y respiró. -Bien, indicios de que no es un vampiro. Boun tiene sombra y se ve en los espejos, nunca habló sobre la sangre y no necesitó tu permiso para entrar a tu casa, porque están en allí ¿cierto? También estoy seguro de que reconociste su olor alguna vez. Ah, y no olvides esa necesidad suya de proveerte comida y seguridad a ti.

Mi silencio me delató. Había sido estúpido al no darme cuenta. -Apostaste por el pacto de sangre con un vampiro y te dio su corazón de cambiaformas.

-No entiendo nada tu filosofía, pero gracias por aclarar mi estupidez respecto al lobo que está echado en mis muebles.

-Prem, una cosa más. Boun no es lobo, tiene casi nueve colas y es un zorro. - Colgó antes de que mis preguntas surgieran. El estado de shock en que me encontré pasó en cuanto recordé que había un peludo hombre-zorro pálido en mi sala. Volví al lugar y me arrodillé en el suelo mirando como movía su tupida cola sin descanso. Mi instinto fue acariciarla y abrazarme a ella, era muy suave, cosa que lo hizo reaccionar precipitadamente.

- ¿Qué... qué haces? - Vi su rostro tornarse rojo en microsegundos mientras se sentaba, también estaba agitado y nervioso como si... ¿Le excitaba eso?

Y ¿por qué ocultaba sus otras colas?

-Lo siento, no te quería despertar así, es que nunca había tocado una cola tan suave y linda y, me entretuve con su movimiento irregular. Parecías feliz. - Alcé la mirada hacia su cabeza dejando que me deslumbraran el par de orejas blancas que hacían juego con su cola. Tomé asiento a su lado mientras seguía mirando las orejas. Llevé mi mano hacia una de ellas y antes de tocarla pregunté. - ¿Puedo?

Él asintió suavemente con timidez. Nunca pensé que esto le provocara mostrar esa faceta que mantiene escondida, desnudó su verdadero ser ante mí. Con cuidado me senté junto a él y rodé mis dedos sobre las peludas orejas y su rubor tomó un intenso camino. Ambos nos sorprendimos cuando ronroneos salieron de lo profundo de su garganta. Le gusta. Comenzó a golpear el sofá con la cola mientras se restregaba en mi cuerpo. Su nariz fría se hundió en mi cuello y su lengua se frotó en el mismo espacio. También dejé pasar sus manos en mis caderas. Perdí la cuenta del tiempo que pasé admirando mi nuevo descubrimiento.

Rato después entré a la cocina donde ya estaba preparada la cena que hizo. Aunque no presté mucha atención a la comida, mi atención estaba en el pedazo de algodón moviéndose.

- ¿Qué parte te gustó más? ¿La parte en la que me devoraste visualmente o la parte en que tocaste si permiso algunas zonas erógenas de mi cuerpo? - Tragué con trabajo y me atraganté con la saliva en el proceso. -Siguen siendo como las partes íntimas y tú, invadiste mi privacidad, mi espacio personal sólo para acabar callado con la misma baba en la comisura de tus labios.

- ¿Tienes nueve colas? ¡Quiero verlas! - Dije cambiando el tema para darle paso a mi conocida curiosidad.

-No vengo de un anime, estoy vivo y fuera de la pantalla. - Aburrido y mentiroso. Pensé para mis adentros. Suspiró. -Para tener nueve colas necesitas tener más de mil años y yo voy por la mitad. Ahora, ¿te importaría hacer preguntas normales? Por si lo olvidas, sigues siendo humano. Eso hasta que me saques de mi eje y me dé por convertirte. Pero lo eres aún.

- ¿En serio puedes hacerlo? - Mostré mi emoción.

- ¿Qué cosa? ¿Convertirte? - Asentí.

-Puedo. Y si fueras omega podría hacerte tus propias crías. - Me sonrojé -Pero eso todavía no es una pregunta normal.

-Mmm. ¿Qué edad tienes? - Rodó los ojos, supongo que está gastada esa pregunta.

-Veintiocho.

- ¡Deja de hacerme ver como que soy un niño tonto e ignorante!

-Oh, lo eres. - Relamió sus labios. Al parecer se conmovió por mí enorme puchero con mejillas rosas e infladas del enojo.

Suspiró y continuó. -Tengo quinientos treinta y un años de cambiaformas si es lo que preguntas. Y deja de poner esa cara, entre puchero y estrellitas centellando en tus ojos no podré concentrarme en mi comida. - Sonrió. En verdad no le molestaba, al contrario, amaba mis mejillas abultadas. Pero yo quería que me amara a mí.

Espera, eso es nuevo.

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