Un accidente.

Capítulo 2.

Un accidente.

Despreocupado, Jensen paseaba solo por los pasillos de la escuela, pues Fabián había ido a buscar a Karen, la chica que conoció en el último partido del año pasado; a Jensen no le sorprendería que pronto su amigo anunciara que tenía la intención de ser el novio de aquella muchacha bajita.

Miró el lejano edificio de artes, debía travesar la cancha de soccer bajo el sol de medio día. ¿Cuántas veces no lo había hecho ya? Metió las manos en los bolsillos y echó a andar. Era viernes y el profesor del último módulo matutino no se había presentado y solo tenía dos clases más por la tarde, en cambio Mateo estaba por finalizar la última de su día. Pensando en lo que haría al día siguiente, caminó por la borde de la cancha de pasto; probablemente, después de pasear a Caramelo, iría a la escuela, con seguridad otros miembros del club de baloncesto lo harían, ninguno quería perder su puesto como titular y estarían practicando; pronto llegó al edificio de artes y empujó las puertas dobles para ingresar, era tan diferente al lugar donde él tomaba sus clases, este era más colorido, incluso no era extraño que hubiera una suave melodía, a pesar de que el salón de música se hallara al final.

Sus planes mentales sobre el día siguiente se vieron interrumpidos cuando vio a Mateo bajar con rapidez las escaleras y pareció correr hacia el área de sanitarios, donde, para ingresar, empujó la puerta violentamente con el hombro; de tras de él también bajó por las escaleras a toda prisa Álvin, el chico de primero que, según la maestra Flores y el mismo Mateo, era muy hábil haciendo murales con tiza.

—¡Lo siento, lo siento mucho!— escuchó decir a Álvin apresurado y angustiado cuando entró al sanitario siguiendo a Mateo.

Jensen, intrigado, fue tras ellos.

—Solo fue un accidente— escuchó a Mateo decir al encontrarle de espaldas, encorvado sobre el lavabo cuando abrió la llave.

—Estoy muy apenado, déjame ayudarte— exclamó Álvin intentando dar un paso hacia él.

—No, e-estoy bien.

No, no estaba bien y Jensen lo pudo notar en el titubeo de su voz, así que rodeó a Álvin y se acercó a Mateo, asomándose sobre su hombro y mirando el hilo de sangre que resbalaba de entre los dedos del artista, siendo evidente sobre el color blanco del lavabo, a pesar de que se mezclaba con el agua y se perdía en el desagüe.

Jensen no lo pensó más y metió las manos también bajo en chorro de agua para sujetar las suyas, Mateo entonces notó su presencia, pues le miró con los ojos bien abiertos conteniendo el aliento un par de segundos.

—Perdóname, Mateo— repitió Álvin dando un paso hacia ellos.

—Descuida.

—Pero yo...-

—Ya dijo que no hay problema— intervino Jensen mirándole serio.

—No te preocupes, esta bien— Mateo miró a Álvin a través del espejo, —estaré bien.

Álvin observó sus propios pies, entendiendo que era una manera sutil de decirle que se fuera, sabía quién era Jensen, no habían sido presentados formalmente, pero sabía su nombre y lo había visto con Mateo antes, no era tonto.

—Estaré en el salón de dibujo— dijo por fin y salió de allí.

Una vez solos, Mateo exhaló tratando de relajarse.

—Tranquilo— exclamó el basquetbolista sabiendo que, después del accidente de su madre, a su novio no le agradaba la sangre.

Mateo asintió, pero cerró los ojos con fuerza cuando Jensen le separó las manos con suavidad para inspeccionar los daños: el dedo índice de Mateo tenía un corte en el costado, la incisión era limpia, pero abarcaba dos tercios del largo de su dedo y dejaba salir bastante sangre.

—No es grave— anunció el más alto para tranquilizarle, —pero hay que llevarte a la enfermería.

Eso no serenó a Mateo, sino lo contrario, pues se puso rígido, los hospitales y el olor a antisépticos tampoco eran de su agrado.

—Oye, prometo que será rápido, la limpiaremos y le pondremos una bandita de súper héroe— bromeó antes de besarle con rapidez la sien.

Mateo solo sonrió nervioso, dejándose guiar hasta la enfermería, la cual estaba en el edificio justo al lado, cercano a las áreas deportivas.

.

Fabián se despidió de Karen, pensando en si sería una buena idea invitarle a salir este fin de semana... o tal vez el próximo; ella era muy bonita, sin duda harían una linda pareja, él no era exactamente el más popular, pero con una chica como Karen a su lado seguramente destacaría. Aunque había un "no se qué" que le impedía pedirle una cita, aún no se imaginaba de qué podría hablar con ella por más de una hora, por eso solo la visitaba en su salón entre clases, hasta que tuviera un plan o una lista de tópicos para hablar de ellos le invitaría a pasar una tarde juntos; era cierto que frente a sus amigos se jactaba de "buscar pollitas", pero últimamente la química que veía entre Jensen y Mateo le daba una ligera envidia, ¿él también sería capaz de llevarse así de bien con alguien? Y Jensen no contaba para eso, él era su mejor amigo y Fabián estaba seguro de que los chicos no le iban.

Pateó una diminuta piedra y pensó en ir con Irma, si su memoria no le fallaba, ella había dicho que tendría un par de horas libres antes de continuar sus clases vespertinas, y aún sino fuera así, ir a molestarle podría ser divertido. Sin pensarlo más, giró para tomar otro rumbo, directo al edificio de humanidades y psicología, para ello tenía que pasar frente al de artes y seguramente Jensen estaría allí con Mateo, pensó en ir primero tras ellos y luego por Irma; pero con la misma rapidez con la que la idea llegó, se fue; pues estaba consciente de que a veces podría ser inoportuno, así que decidió darles su espacio.

.

Irma comenzó a reír del chiste de Marco, el tipo que recién ingresó al curso debido a su cambio de residencia.

—No le encuentro la gracia— exclamó Olga arrugando la nariz.

—¿Qué no es obvio?— preguntó Irma.

—No, es tonto— dijo Olga.

—Lo que sucede es que no tienes sentido del humor— se defendió Marco.

Olga rodó los ojos, en verdad le había parecido algo infantil la anécdota del chico, —sí, como sea.

Irma dio un leve codazo a su compañera de clase, —relájate, pocas veces los chistes tienen sentido.

Olga negó con la cabeza, tal vez pensando que eran un caso perdido y se marchó, adentrándose al aula, pues estaban en el pasillo.

—No le hagas caso— Irma ondeó la mano para restarle importancia al comportamiento de la otra, —siempre quiere aparentar madurez, no permitas que su comportamiento te ofenda.

—Descuida, no lo hace.

—Qué bueno, que no te amargue la vida.

Marco ahogó una risa, —se necesitaría más que la opinión de una princesita para que suceda.

Porque Olga eso era, una chica que se las daba de fina y popular, a veces mirado a los demás sobre el hombro; tal vez no era su intención, pero así era ella. Marco era el chico nuevo y bien parecido, con un discreto piercing en la oreja que lucía muy bien en él, por lo que obviamente despertó la curiosidad de Olga; pero la atención le duró poco, pues aparentemente era demasiado inmaduro para ella.

—¿Princesita?— rio Irma, —ése es un buen sobrenombre.

Marco acercó al rostro de Irma y fingió contarle un secreto, —sí, pero no le vayas a decir, ¿eh?

—¿Decirle a qué a quién?— Fabián se acercó, pues había escuchado lo último al dar vuelta por la esquina, —¿están conspirando contra alguien? Yo también quiero participar— dijo divertido.

—No, tonto— exclamó Irma aun recuperándose de la risa, —solo hablamos de la interesante personalidad de Olga.

—Ah, ella— Fabián la conocía, no era mucho de su agrado, pero la toleraba y prefirió ahorrarse cualquier comentario; entonces miró mejor al chico que estaba con su amiga, no era tan alto como Jensen o él, pero definitivamente sobresalía.

—Te he visto antes, perteneces al equipo de baloncesto, ¿verdad? Soy Marco— el chico le extendió la mano sonriente, aparentemente Fabián tampoco pasaba desapercibido.

—Fabián— contestó y le devolvió el saludo, estrechando su mano, —pero ya no pertenezco al equipo, es decir, cada temporada se hacen pruebas, tengo que volver a tomarlas para conservar mi puesto.

—¿Aceptan nuevos?— los ojos de Marco se iluminaron, —¿podría hacer yo la prueba?

—Por supuesto— le sonrió, —el lunes por la tarde inician los entrenamientos generales, son abiertos para todo aquél que así lo desee, y el viernes son las pruebas, a partir de ello se decide quién se queda.

—Perfecto, allí estaré— asintió Marco, agradecido por la información, luego miró a Irma, —¿tú estarás allí?

La chica negó, —no son equipos mixtos, además los deportes no me van.

—Eso dice, pero se sabe todas las reglas, al derecho y al revés— Fabián cruzó los brazos sobre su pecho, —te puedo asegurar que nos regaña más que el mismo entrenador cuando hacemos una mala jugada.

Marco rio, —eso es intenso.

A veces Irma odiaba lo fácil que era para Fabián congeniar con los demás, incluso con un perfecto desconocido, pues era la primera vez que Marco y él interactuaban... bueno, en realidad no lo odiaba, la espontaneidad de su personalidad le parecía atractiva.

—Debes admitir que gracias a mi han ganado varios partidos— se jactó ella, no iba a dejar que Fabian se saliera con la suya.

—Eso no te lo voy a discutir— concordó Fabián, justo cuando el teléfono de Irma sonó.

Ella sacó el artefacto del bolsillo posterior de sus jeans y miró la pantalla: Jensen.

—Sí, él está conmigo— dijo, ni siquiera hubo un saludo, y es que no había necesidad de ello, se habían visto horas antes; miró a Fabián y agregó muy confiada; —seguramente lo olvidó en casa o qué se yo, sabes lo despistado que es.

El chico supo a qué se refería, rebuscó en sus bolsillos y halló su móvil, lo tenía en modo silencioso y la pantalla marcaba tres llamadas perdidas de su amigo; se encogió de hombros y sonrió nervioso mirando a Marco.

—Yo le digo... Pero, ¿está todo bien? ¿no estás exagerando?— continuó la chica con la llamada.

Fabián la miró curioso, cuando abrió la boca para preguntar, ella elevó la palma de su mano evitar que hablara.

Irma rio, —eres un dramático, estoy segura que puede ir a su casa por su propio pie... Está bien, yo le digo— cortó la llamada.

—¿Qué sucedió?— preguntó Fabián.

—Jensen se ausentará las últimas clases del día de hoy, dice que tomes todas las notas por él.

—¿Por qué?— se reprendió mentalmente por no haber cogido la llamada él mismo.

—Mateo tuvo un accidente, Jensen le acompañará a casa— Irma miró a Marco y agregó a manera de explicación, pues el chico había permanecido allí, tampoco es como si fuera un secreto, —nuestro amigo Jensen es un exagerado, Mateo sólo se ha cortado el dedo, mientras afilaba uno de sus lápices un compañero le empujó por accidente; puedo apostar a que Mateo no está de acuerdo por ser escoltado hasta su casa.

—¿Y por eso va a faltar a clase?— Fabián rodó los ojos, —ni siquiera cuando yo me torcí el tobillo hizo tanto circo.

—Porque fui yo la que cuido de ti, tonto— Irma le miró ceñuda.

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ESPACIO PARA CHARLAR: ¡Hola! Lamento la tardanza,pero, les repito, mis tiempos para la escritura con pocos, además de que ellibro "¡Sam, me gustas!" también está siendo actualizado. Muchas gracias por supaciencia.   

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