③② + Q&A I

« Harry »
Llegué a casa y fui directo hacia la cocina, donde mamá estaba haciendo la cena. Al verme, con la sonrisa de oreja a oreja que llevaba, ella también sonrió, dejando de remover lo que fuera que estuviera removiendo.

— ¿Has hablado con Candy?

— Sí – canturreé.

— ¿Y qué? ¿Qué dice? ¿Vais a volver? – dijo, apagando el fuego – Espera, vamos a sentarnos y me cuentas.

Mamá apartó la olla de la vitrocerámica y se acercó a la nevera, sacando de ella una botella de vino blanco, se sirvió una copa y sacó un botellín de cerveza para mí.

— No, no... ya he tomado un par de cervezas con Niall. Tomaré agua.

— Está bien – asintió con media sonrisa.

Guardó de nuevo la cerveza y se acercó a la mesa, sentándose en el lugar que siempre lo hacía. Yo me senté a su lado y vi como me prestaba atención para que empezara a hablar, dando un corto trago a su copa de vino.

— Primero la he visto en la cafetería, pero no ha querido hablar. Además, me he hecho daño al caerme – dije, señalando las vendas de mis manos –, pero luego he ido a tomar algo con Niall por Camden y me he chocado con ella cuando ya volvía a casa. Entonces me ha dado una oportunidad para explicarle qué había pasado realmente. Después de hablar me ha dicho que no quería volver todavía, pero que poco a poco podemos arreglarlo.

— Eso es una gran noticia – respondió mamá, contenta –. Ahora vamos a cenar.

— ¡Genial! ¿Qué hay?

— Verdura estofada.

— ¡Qué asco! – hice una mueca – Con lo mala que está. ¿No podrías haber hecho pizza?

— No puedes comer cosas así todos los días – negó mamá –. Tienes que comer sano.

— Pero la pizza lleva verduras... como tomate.

— Vamos a comer verdura y punto – sentenció mamá, poniéndose de pie y yendo a la olla de antes y empezando a servir dos platos llenos con cosas verdes.

— Puaj, que asco.

— O comes esto, o no cenas. Tú mismo.

— Pues no ceno – negué con ma cabeza –. Buenas noches.

— ¡Harry, siéntate y cómete todas las verduras!

— Has dicho que o verdura o no cenaba. Prefiero no cenar – reí, dándole un beso en la frente –. Voy a llamar a Candy.

Mamá me reprochó un par de veces más mientras yo subía a mi habitación, pero la ignoré y terminé cerrando la puerta. Me quité los zapatos y los tejanos para estar más cómodo y me senté sobre la cama a la vez que marcaba a Candy, que no tardó demasiado en atender.

— ¿Esto es lo que entiendes por no atosigarme, Harry?

— Perdón, es que mamá ha hecho verdura para cenar y no quería así que he dicho... pues voy a llamar a Candy.

— Nunca entenderé la manera en la que relacionas conceptos... – dijo a media voz – Y deberías comer verdura.

— Bah, la verdura de mamá está muy mala – bufé, estirándome hasta dejar la cabeza apoyada en la almohada –. ¿Tú qué has cenado?

— Aún no he cenado, pero solo voy a tomar unos cereales, no tengo mucho hambre.

— ¿No tienes hambre o no sabes cocinarte nada? – reí levemente.

— No tengo hambre. He sobrevivido este tiempo sin destrozar ninguna cocina, así que no te burles tanto de mí, Harry – se quejó.

— Vale, vale... – reí.

— Oye, ahora que lo recuerdo... ¿Cómo que estás trabajando en la cafetería de Portobello?

— Porque sabía que si trabajaba ahí... – me detuve antes de confesarle mi plan. Había creído que lo que nos juntaba era el destino, no yo siendo un acosador innato, y era mejor que así siguiera – conseguiría dinero... Ya sabes, mandé varios currículums y me llamaron de ahí así que acepté.

— Bueno... Trata bien a Luke, ¿sí? No me gusta que le trates tan mal. Él, en realidad, es muy buen chico.

— No quiero. Es un idiota. Solo quería ponerme celoso teniendo citas contigo.

— No hemos tenido citas, solo hemos salido como amigos... pero le dejé claro que no eran citas.

— Oh, ¿en serio? Él no me decía lo mismo.

— Bueno, pues yo sí te lo digo. Así que haz el favor. De todos modos, tu jefe no debe estar muy contento con que estés siempre peleando con Luke.

— Mi jefe no me echará la bronca por nada de lo que haga... – murmuré.

— ¿Cómo que no?

— Como que no. Si es gay y se ha enamorado de mí.

— ¿Qué dices, Harry? ¿Ya estás con tus tonterías?

— ¡Que no son tonterías, muñeca! Dice que mis manos son preciosas, y que se me da bien la leche. ¿Tú lo ves normal? Se me insinúa claramente.

— No creo que se te insinúe, tienes el ego muy alto, seguro que solo te lo parece a ti.

— Cualquier día de estos me violará en la sala de personal y te arrepentirás de no haberme creído antes – dije ofendido, haciendo que ella riera –. ¡Que estoy hablando en serio, Candy!

— Bueno, rey del drama, voy a colgar ya que quiero ir a dormir.

— Está bien. Me encanta hablar contigo de nuevo. Hablamos mañana, ¿no?

— Sí, ya hablamos mañana... Buenas noches.

— Buenas noches, muñeca. Descansa.

Cuando colgué la llamada, me quité también la camiseta, quedándome solo en ropa interior y me metí bajo el edredón, marcando a Niall para hablar un rato con él antes de dormir.

— ¿Qué pasa, tío? – dijo nada más descolgar.

— Hey, Pablito.

— Ya estabas tardando en llamarme.

— Es que estaba hablando con Candy – dije contento, sin poder evitar sonreír.

— Vaya, vaya... Estás hecho todo un Don Juan – dijo en tono burlón –. ¿Todo bien con la pelirroja?

— Sí, bastante bien – asentí –. Es tan bonita. Quiero comprarle un regalo o algo, pero no se me ocurre nada.

— Con lo agria que es, podrías regalarle un peluche o algo, a ver si se ablanda.

— A mí me gusta como es ella... – dije, encogiéndome de hombros – aunque me has dado una idea, creo que ya sé qué voy a regalarle – sonreí para mí mismo.

— No sé qué le regalarás, pero aunque sea una mierda, te saldrá bien. Siempre te sale bien.

— Porque soy guapo, y a los guapos nos sonríe la vida, no como a los feos como tú.

— Imbécil, yo soy guapo.

— Claro que no, rubia teñida.

— Me tienes envidia – gruñó.

— Niall, cuelga ya... – escuché decir a una chica de fondo.

— Pero cállate – murmuró mi amigo.

— ¿Estás con una chica? – dije sorprendido.

— Pues sí.

— ¿Y cómo que me has cogido el teléfono en vez de estar cogiéndotela a ella?

— No es de tu incumbencia, rizado.

— ¿Quién es? – murmuré con media sonrisa.

— N-no la conoces – balbuceó. Reí porque Niall no sabía mentirme.

— ¿¡Es la rubia!? – chillé, cotilleando.

— No, no, no... no es ella.

— Sí lo es... – reí – podrás mentir a otros, pero no a mí, pica flor. Bueno, pica flor ya no, que te veo centrando la cabeza con la rubia niña de papá.

— ¡Ni hablar! – bufó, antes de cortar la llamada.

Reí, dejando mi móvil a cargarse en la mesita de al lado de mi cama. Luego me puse con el ordenador, a hacer el gilipollas, jugando. Para cuando me quise dar cuenta, eran las tres y media de la mañana. Bostecé, apagando el portátil, y me puse de pie. Salí al pasillo, viendo que mamá ya estaba dormida, así que bajé a la cocina y me preparé un sandwich de nutella de cuatro pisos. Sonreí, sentándome en la mesa, y empecé a comer. Al volver a subir, vi como mi móvil vibraba. Miré la pantalla y vi el nombre de Candy, así que atendí rápido la llamada.

— Hey, muñeca.

— Harry... – murmuró, con la respiración agitada.

— ¿Estás bien, Candy?

— Sí solo... he tenido un ataque de ansiedad, y necesitaba hablar con alguien y eres el primero en el que he pensado... Lo siento. ¿Te he despertado?

— No, no... estaba cenando, y aunque me hubieras despertado, no pasaría nada.

— Gracias, Harry... – dijo, ya más tranquila – ¿Qué hacías cenando a estas horas?

— Como no me gustaba la verdura de mamá, no me ha dejado cenar, así que me he ido a hacer un sandwich de nutella.

— Que gordo eres... – murmuró en tono de broma – me vuelvo a dormir. Y tú deberías hacer lo mismo.

— Bueno, lo intentaré, buenas noches, preciosa... – murmuré antes de que ella colgara.

Volví a dejar el móvil en la mesita, y me metí en la cama, tapándome hasta el cuello. Cuando estaba a punto de cerrar los ojos, mi móvil empezó a sonar. Era Candy de nuevo. Atendí la llamada y, antes de que yo pudiera hablar, ella lo hizo.

— Te quiero, Harry – dijo hablando muy rápido, antes de cortar la llamada.

Me quedé quieto, con el móvil bloqueado en la mano, durante un rato, sin saber cómo reaccionar a lo que Candy había hecho, hasta que mi cerebro empezó a funcionar de nuevo y marqué su número, pero debía haber apagado su móvil porque no me dio señal.

Me quedé con el ceño fruncido durante un rato más, entonces me puse de pie y me puse un abrigo sobre la ropa interior. Guardé mi móvil en un bolsillo y me puse un pantalón de pijama y unos zapatos, saliendo a la calle. Tomé el bus nocturno que me dejaba lo más cerca de casa de Candy y caminé por quince minutos, que se me hicieron eternos.

Por el camino, en lo único que podía pensar, era en lo emocionado que estaba porque Candy me había dicho que me quería y, a la vez, lo enfadado que estaba por la manera en qué lo había hecho.

Al llegar al portal de Candy, empecé a picar repetidamente al timbre, una y otra vez, con fuerza, hasta que la pelirroja me abrió, con cara de dormida, en pijama y el pelo completamente desordenado. Estaba preciosa. Sin decir nada, ni darle tiempo a decir nada, agarré sus mejillas con fuerza y me acerqué a ella, empezando un acelerado beso.

Candy apoyó sus manos en mi torso, sobre la gruesa tela del abrigo, poniéndose de puntillas para alcanzarme más fácilmente, siguiendo mi beso sin pensarlo ni un segundo. Sonreí, abriendo sus labios lentamente con mi propia lengua, hasta que conseguí colarla en su boca, para buscar su inocente lengua, que se dejó acariciar por la mía.

— Yo también te quiero, muñeca – murmuré, sin alejarme de ella.

— Harry... – negó, separándose un poco de mí – Poco a poco.

—¿Qué? – pregunté, algo confuso, separándome un poco de ella.

— No vamos a volver, Harry... no todavía.

— Está bien... poco a poco – sonreí, acariciando su mejilla –. Solo que quería decirte que también te quería... y como has apagado tu móvil...

— Estás loco, Harry. ¿Cómo se te ocurre recorrerte medio Londres para esta tontería?

— Porque te quiero.

— Pero no son horas, Harry... – murmuró a la vez que acariciaba mi mejilla – es realmente tarde.

— Ya... me volveré ya a casa a dormir... – dije, señalando en dirección a la parada de autobús – creo que si corro un poco puedo coger el siguiente bus y no esperar una hora.

— Harry... – dijo, agarrando mi muñeca – ¿quieres quedarte aquí? No te va a dar tiempo, y si mañana tienes que trabajar, tienes que estar descansado...

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Hey, muñecas.

Bue, como dije, he estado fuera de casa hasta hoy, además se me acabaron los megas del móvil y no tenía wifi, solo cuando robaba los megas de mis hermanas, además he estado haciendo un montón de cosas y, aDEMÁS no habéis comentado nADA en el capítulo anterior, así que decidí que esperaría hasta volver para subir este capítulo. Anyway, como ya he hecho en otros fanfics, si veo que hay varias preguntas, haré un preguntas y respuestas a los personajes. Dejadlas en los comentarios, podéis preguntar a:

Candy

Harry

Niall (aka Pablito)

Luke

Eric (aka jefe gay)

Autora (aka yo)

Anyway, ¿qué os ha parecido el capítulo? Handy son tan adorables que me quiero morir. Por fin se han besado de nuevo <3<3<3 ¿dormirán juntos? ¿pasará algo más? 1313 ñe, que sersis. bue, ya dejo de enrollarme, si queréis capítulo dedicado, pedidlo en un comentario porfa

→ capítulo dedicado a simpleariana

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