⑦
« Candice »
Terminé de servirme la segunda taza de café en la cocina, tratando de recuperar mi inspiración, que se había marchado por la puerta a la vez que Harry lo había hecho. Regresé al salón y di un grito al ver a un chico observándome a través de la ventana. El chico abrió los ojos, sorprendido, y desapareció por un momento, hasta que empezó a picar a la puerta. Dejé mi taza de café sobre la mesa y fui enfadada hacia la puerta. Una se iba a perderse en el bosque para estar tranquila y termiaba encontrándose con Harry Acosador Styles y un tío que la espiaba por las ventanas. Abrí la puerta y fruncí el ceño.
— Vaya... Eres real.
— Sí, claro que soy real – dije sin acabar de comprender cómo había llegado a la surrealista situación en la que un desconocido se sorprendía al ver que yo realmente existía –. ¿Y tú eres?
— Oh claro... Soy Niall, un amigo de Harry. Tú eres Candy, ¿no?
— Sí, soy yo – rodé los ojos – Mira, si te manda Harry dile que ni de broma voy a ir a la fiesta esta noche.
— No me ha mandado él – dijo, entrando como si de su casa se tratara.
— ¡No te he invitado a entrar!
— ¿En serio Harry ha dormido aquí contigo esta noche?
— Hombre, le habéis echado de su propia casa. No suele darme pena, pero os habéis pasado.
— ¿Habéis tenido sexo?
— Primero: ¡no, que asco! Segundo: ¿por qué tendría que hablar contigo de esto?
— Ah, no sé... Como llevas su camiseta.
— ¿Qué? Oh, no... Esta camiseta me la dio hace un par de días... – rodé los ojos – Larga y asquerosa historia.
— ¿Estáis saliendo juntos?
— No, ni de broma.
— ¿Y por qué él cree que sí?
— ¡Yo qué sé! Está mal de la cabeza. Le he rechazado de todas las formas posibles pero sigue sin entender que no me interesa.
— No quiero que le rompas el corazón.
— No tengo intención, pero ya que estás aquí, dile que como siga acosándome lo que le romperé será la cara.
— Joder, qué bruta – murmuró –. No entiendo cómo puedes gustarle a Harry.
— Yo tampoco lo entiendo – sonreí cínicamente –. Ahora largo de mi casa.
Niall no insistió más –todo lo contrario a lo que Harry habría hecho– y salió de mi casa, dejándome sola al fin. Recuperé mi taza de café y me volví a sentar frente a mi ordenador, esperando que mi inspiración volviera, pero sabía que había una única manera de conseguirlo: teniendo a Harry ahí.
“Ven a mi casa. – C.”
“¿Cómo se piden las cosas? – H xx”
“¡Solo ven! – C.”
En unos pocos minutos, escuché como picaban a la puerta de la entrada. Suspiré aliviada y fui a abrir. Harry sonrió ampliamente y se acercó a abrazarme, pero no le dejé.
— Hey, si no me abrazas me voy.
— Harry...
— Quiero un abrazo – se encogió de hombros –, si no quieres dármelo iré a buscarlo a otro sitio... – señaló hacia fuera y yo suspiré, dejando que me abrazara.
— ¿Ya?
— Sí, me encanta abrazarte. Eres tan pequeñita – se burló, despeinando mi cabello para luego entrar tranquilamente.
— Déjame – bufé, volviendo a peinarme. Cerré la puerta y fui tras él.
— ¿Necesitas algo? ¿Te hago la comida? ¿Necesitas un masaje? ¿Besos? ¿Sexo? Puedo hacerlo.
— No – rodé los ojos –. Solo... ¿puedes quedarte aquí un rato?
— Claro. Me encanta estar contigo.
— Bien.
Harry se acomodó en el sofá y encendió la televisión, empezando a hacer zapping. Yo le arrebaté el mando y apagué el aparato. Él me miró, arqueando una ceja.
— Nada de televisión.
— Suenas como mi madre – rió –. ¿Por qué?
— Porque me desconcentra.
— ¿Así que lo del sexo sigue en pie?
— ¡Claro que no, Harry! ¡Por dios, tienes un verdadero problema! – bufé, yendo a por mi portátil.
— Mi problema es que me gustas demasiado.
— No, tu problema es que piensas con el pene.
Harry solo rió a la vez que yo me sentaba a su lado. Él agarró mis piernas y me obligó a ponerme de frente a él, pasándolas por encima de las suyas.
— ¿Me has hecho venir solo para verte con el ordenador? No me malinterpretes, me encanta mirarte, pero...
— Harry, solo... Háblame, ¿sí? Cuéntame lo que tu quieras.
— Vale – sonrió animado –. ¿Puedo hacerte un masaje?
— Uhm... sí, lo que quieras – me encogí de hombros.
Volví mi mirada hacia la pantalla del ordenador y las ideas parecían fluir con mucha más facilidad. Harry empezó a hacerme un masaje en uno de mis pies. Sentí entonces un leve cosquilleo subiendo desde ese pie hasta una zona indebida.
— Oh dios mío... – dije casi como un gemido, Harry solo dio una pequeña carcajada – Harry... – murmuré.
— Hay muchos puntos importantes en los pies... – susurró Harry, apretando uno de ellos, haciendo que diera un gemido – si sabes dónde apretar... – lo hizo de nuevo, haciendo que me empezara a dar calor – un masaje puede ser afrodisíaco.
— Harry... necesito concentrarme... de verdad... – susurré.
— Está bien, pero dime qué estás haciendo.
— No es de tu incumbencia.
— Bueno, pues sigo con el masaje... – se encogió de hombros y apretó nuevamente, por lo que gemí de nuevo.
— ¡Harry! – le reproché.
— ¿Eres escritora?
— No te importa.
— ¡Sí o no, Candy, solo contesta!
— Sí.
— ¿Por qué quieres que esté aquí mientras escribes?
— Porque sí.
— Candy...
— Porque solo estoy inspirada cuando estás aquí – gruñí entre dientes.
— ¿Por eso tenías mi carta sobre la mesa ayer? ¿Te ayuda a escribir?
— Algo así...
— Es muy bonito.
— No creas que es para tanto. Podría haberme inspirado con cualquier otra cosa.
— Pero te inspiras conmigo. Para mí sí es para tanto.
— Bueno, como sea, ¿ahora me dejarás escribir sin apretar puntos indebidos de mi pie?
— Claro – aceptó con una sonrisa.
Harry siguió su masaje en mis pies, pero apretando en lugares aparentemente decentes, ya que no se me escapó ningún gemido más. Estuvimos un rato en silencio hasta que él, como no, tuvo que empezar a hablar.
— ¿Qué fue lo primero que pensaste cuando me viste? Aquel día que fuiste a mi casa.
— Que tenías los ojos muy bonitos... – hice una pausa y levanté mi mirada del ordenador – ¿En serio he dicho eso en voz alta?
— Poco a poco te vas delatando tú solita. Yo pensé que eras la chica más guapa que he visto nunca.
— No sé qué tipo de chicas conoces, pero estoy casi segura de que eso es mentira. Ya solo tu hermana es millones de veces más guapa que yo.
— ¿Gemma? – carcajeó – Sí claro. Gemma es fea. Entre la cara de tonta, las pecas y el pelo quemado de tanto tinte...
— ¿Qué dices, Harry? – arqueé una ceja – Tu hermana es muy guapa... – dije antes de seguir tecleando.
— ¿Que acaso eres lesbiana? Claro, por eso me rechazas.
— No soy lesbiana, Harry – suspiré.
— ¿Y te gusto?
— No, Harry. No me gustas.
— No me lo creo – rió, pasando el masaje a mi otro pie.
— Pues muy bien.
— ¿Eres pelirroja natural?
— Sí.
— Pues me encanta tu pelo.
— Pues muchas gracias... – murmuré, concentrada.
— ¿Te hago preguntas de respuestas rápidas y las contestas con sinceridad?
— Ajá...
— ¿Helado favorito?
— Cookies and cream.
— ¿Café o té?
— Café.
— ¿Libro que te has leído mil veces?
— ¿Uno solo?
— Canción favorita.
— Robbers, de The 1975.
— ¿Usas lencería?
— No.
— ¿Pijama o ropa interior?
— Pijama.
— Esas dos costumbres tendrán que cambiar cuando nos mudemos juntos. ¿Has tenido novio alguna vez? – mi mirada se hundió más y mis mejillas se sonrojaron.
— Sí...
— ¿Segura?
— No quiero hablar de eso, Harry.
— Bueno... ¿Eres virgen?
— ¡Harry! – le reproché, todavía más sonrojada.
— ¿Qué? No es una pregunta tan mala.
— No es algo que necesites saber.
— Claro que sí. ¿Y si cuando lo hagamos es tu primera vez? Si no voy con cuidado podría hacerte daño, y no quiero eso. Quiero que lo disfrutes tanto como yo.
— Harry, eso no va a pasar.
— ¿No vas a disfrutarlo?
— No vamos a hacerlo.
— ¿Por qué no? A mí me encantaría ser tu sumiso.
— ¡No quiero un sumiso, Harry!
— No sé, como eres tan salvaje y mandona... Pensaba que te gustaría la idea.
— Pues pensaste mal. Está claro que el cerebro solo lo tienes de adorno.
— Lo tendré solo de adorno, pero a ti te encanta lo que soy capaz de escribir.
— Mira, no sé de dónde sacaste lo que escribiste en aquellas cartas, pero está más que claro que de tu mente no. Sabes buscar bien en google – le dije, mirándole con el ceño fruncido –, pero conmigo ese rollo no funciona.
— ¿Qué rollo?
— El del chico guapo tonto que luego resulta que es un romántico empedernido. Eres un cliché, Harry.
— ¿Qué tienen de malo los clichés?
— Están muy vistos.
— Un buen escritor sabe que puede darle la vuelta a un cliché y hacer que éste se vea como algo totalmente diferente.
— ¿Tú qué sabras de escritores? Lo único que te gusta es el sexo y salir de fiesta a emborracharte.
— Y tú.
— Harry, basta.
— Vale, vale – rió, subiendo las piernas sobre la mesa –. ¿Qué te vas a poner para la fiesta de esta noche? Tenemos que ir a conjunto.
— No voy a ir, ya te lo he dicho.
— Sí vas a venir. Tengo que presentarte a mis amigos.
— Ya he tenido bastante con conocer al rubio ese.
— ¿Niall?
— Sí, ese.
— ¿Has conocido a Niall?
— Le he pillado mirándome desde fuera – dije, señalando la ventana por donde había visto a su amigo –. Casi me mata del susto.
— ¿Y qué hacía él aquí? ¿Te estás viendo con Pablito a mis espaldas?
— No, por dios. Venía a ver “si era real”. Deja de decirles que somos novios.
— No le he dicho eso con esas palabras – se encogió de hombros.
— Bueno, no lo digas ni con esas palabras ni con otras.
— ¿Por qué no? Si va a terminar siendo verdad.
— Ni de broma.
— Siempre lucho porque mis sueños se hagan realidad, y ya he soñado contigo varias veces... – susurró con una sonrisa coqueta.
A pesar de ser un completo imbécil, sabía qué tonterías decir para hacer que una chica se sonrojara. Incluída yo. Harry sonrió al ver mis mejillas y yo solo volví mi mirada al ordenador para seguir tecleando mi historia.
— ¿Me dejarás leer el libro que estás escribiendo?
— Cuando lo publique te lo compras y lo lees.
— Que dulce eres – dijo en tono de burla –. ¿Al menos me lo dedicarás a mí, no? Si no fuera por mí no lo estarías escribiendo.
— No lo sé Harry, ya veré qué hago.
— ¿Puedo dar una vuelta por tu casa?
— Sí, claro. Pero no toques nada... – susurré concentrada.
Harry se paseó por el salón, no tuvo mucho que cotillear, ya que no había más que algunas fotos antiguas con mi familia. Nada más. Luego escuché como se dirigía a la cocina y salió de ella, comiéndose un plátano. Rodé los ojos y volví a mi ordenador, queriendo al menos terminar el capítulo que estaba escribiendo. Entonces escuché como los pasos de Harry se alejaban cada vez más por el pasillo hasta no escucharlos. Debió meterse en alguna de las habitaciones. No le di mucha importancia hasta que vi que tardaba demasiado en volver. No me gustaba la idea de que estuviera en mi habitación él solo. ¿Y si le daba por... no sé... robarme unas bragas? Harry era muy raro. Dejé el portátil sobre la mesa y fui hacia mi habitación, donde él estaba.
___________________________
Hola preciosas ♡
En el capítulo anterior comentáisteis súper poco:((( *heart broken* ¿es que no os gusta la historia? Yo estoy súper emocionada con ella y me daría muchísima pena si no os gustara porque es mi favorita, de las que escribo. Así que porfi comentadme y decidme qué os parece este fanfic y si os gusta o no y todo eso:(((
¿Qué os ha parecido el capítulo de hoy? Candy es tan mala con mi bebito ay ashfskjdfjk. ¿Creéis que Harry terminará ablandando a Candy algún día o seguirá siendo un hueso duro de roer por siempre? JAJAJA Ay, va a tenerlo difícil ahdsfksdf.
Bueno chicas, espero que hayáis tenido unas navidades preciosas y que tengáis una entrada de año perfecta ♡
→ capítulo dedicado a araa1D
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top