⑥
« Harry »
Las pestañas de Candy estaban curvadas, sombreando la zona bajo sus ojos. Miré sus mejillas, adornadas con pequeñas pecas a conjunto con su cabello pelirrojo, que caía desordenado, cubriendo algunas partes de su cara. Aparté aquellos mechones para poder observar bien su cara. Era tan guapa. Sonreí, pasando levemente mi brazo por su cintura, para medio abrazarla, sin hacer demasiada fuerza para no despertarla y que no se enfadara.
— Harry suéltame – susurró con voz de dormida, con los ojos aún cerrados.
— ¿Estás despierta?
— Más o menos... – gruñó – Ahora deja de abrazarme.
Asentí levemente con la cabeza, sacando mi brazo de alrededor de su cuerpo. Candy se dio la vuelta y se acurrucó bajo las mantas y sábanas. Yo sonreí, contento de estar con ella ahí, aunque no quisiera ni que la abrazara. Estar con ella era suficiente.
— ¿Candy? – pregunté suavemente – ¿Princesita mía? – no hubo respuesta. Al parecer se había vuelto a dormir.
Me levanté de la cama, con mucho cuidado para no despertarla, y fui hacia la habitación de al lado, que resultó ser el cuarto de baño. Una vez ahí le robé algo de colutorio a Candy, que era lo mejor que tenía ante mi falta de cepillo de dientes, y usé el baño, asegurándome de bajar la tapa si no quería que Candy me cortara el pene. Luego me lavé las manos y fui hacia la cocina. Abrí los armarios en busca de algo que poder preparar para desayunar. Pero lo único que encontré fue café, tanto normal como descafeinado, y algunas botellas de leche. Busqué en la nevera, pero en ésta solo había algunas frutas, huevos, lechuga y algunas verduras y hortalizas más. Estaba muy vacía. No podía usar nada de eso para preparar algo rico.
Fui a la habitación de nuevo y vi a Candy durmiendo tranquilamente. Aún tenía tiempo. Cogí mi chaqueta, me la puse, igual hice con mis zapatos, y luego salí de la cabaña de Candy para ir corriendo a la mía. Cogí varias cosas de la cocina y regresé a la casa de la chica pelirroja, que seguía acostada.
Volví a la cocina y empecé a preparar unos pancakes que acompañaría con frutos del bosque –que Candy tenía en la nevera– y unas tazas de café. Mientras el café terminaba de hacerse, busqué en los armarios una bandeja que poder usar para colocar el desayuno. Cuando lo encontré, dejé ahí el plato con los pancakes y las dos tazas. Serví un café con leche para mí y uno solo grande para Candy, llevando igual una pequeña jarrita con leche por si ella quería echarle. Cogí el bote de nata que había traído de mi casa, lo agité, y lo eché en forma de espiral sobre los pancakes. Perfecto.
Cargué la bandeja y, con cuidado, la llevé hasta la habitación. Me senté sobre la cama, al lado de la pequeña pelirroja, y la llamé con voz suave.
— Candy...
— ¿Qué quieres? Pesado... – gruñó de mal humor.
— Te he traído el desayuno... – le dije cariñosamente.
— ¿En serio...? – Candy abrió los ojos lentamente y dirigió su mirada directa a la bandeja con comida – Oh... vaya... No te he pedido que me hicieras el desayuno.
— Con un “gracias” es suficiente.
— Sí, está bien... Gracias, Harry – dijo, incorporándose hasta quedar sentada.
— Ayer me pareció ver que tomabas el café solo – dije, señalando su taza –, pero he traído leche por si acaso.
— Solo le echo una gota de leche... – explicó, cogiendo la pequeña jarrita y vertiendo un poco de leche en su café.
— ¿No le pones azúcar?
— No.
— ¿No es muy amargo?
— No para mí, me gusta así – se encogió de hombros, dando un sorbo al café.
— ¿Puedo probarlo?
— No, no quiero beber de la misma taza que tú.
— Oh vamos, ya nos besamos ayer.
— Me besaste.
— Nos besamos, fuiste tú la que saltaste encima mío mientras yo enumeraba todo aquello que me gusta de ti.
— Bueno, como sea... – murmuró molesta, apartando la mirada.
Cogí la taza que Candy me estaba tendiendo y di un pequeño trago. El caliente y amargo café descendió por mi garganta. Hice una mueca y le devolví la taza de inmediato.
— Ahora entiedo por qué siempre estás de tan mal humor – dije, dando un tago a mi café con leche y azúcar –, eso es imbebible.
— Ya te he dicho que a mí me gusta así.
— Pues no entiendo cómo puede gustarte.
— No todos tenemos los mismos gustos. Según tú, le gustas a la mayoría de chicas, en cambio a mí no me gustas.
— ¿Y por qué me besaste si no te gusto?
— ¡Y yo qué sé! – se quejó frunciendo el ceño – Anda, come y calla.
— ¿Te puedo comer a ti?
Candy rodó los ojos y me acercó un gran trozo de pancake con nata a la boca, haciendo que la tuviera que abrir mucho para que toda esa nata no acabara por mi cara. Ella siguió bebiendo de su café y comiendo parte de los pancakes mientras yo hacía lo mismo pero con mi mirada sobre ella.
— Eres un guarro – dijo cuando acabamos de desayunar.
— ¿Por qué? Aún no me ha dado tiempo a hacer nada.
— No sabes comer, estás lleno de nata por todas partes.
— ¿Ah sí? – dije poniendo mis ojos vizcos para ver si había nata en mi nariz.
— Eres idiota – dijo, tendiéndome una servilleta para que me limpiara.
— No veo dónde estoy manchado, ¿por qué no me limpias tú?
— Está bien, pero luego te vas – dijo, rodando los ojos.
Candy apartó la bandeja y se acercó a mí para limpiar la nata que había repartida por mi cara con la servilleta. Cuando terminó, sonreí levemente y agarré sus mejillas para empezar a besarla. Ella puso sus manos en mis hombros para apartarme pero no le dejé hacerlo, agarrando su cintura. La obligué a sentarse encima mío mientras seguía con el beso, a pesar de que ella se quejaba, terminó dejándose llevar y siguiendo mi beso.
— Me gustas tanto que me estás haciendo perder la cabeza – murmuré acariciando su espalda.
— Harry déjame en paz.
— Deja de besarme y te dejo en paz – susurré a la vez que mordía su labio inferior, suavemente. Ella, sin embargo, se separó y salió de encima mío.
— Deberías irte.
— No quiero irme. Me gusta estar conmigo.
— ¿¡Por qué!? ¡Solo me falta escupirte en la cara para terminar de tratarte como el culo! ¿No puedes dejarme sola?
— Escúpeme si quieres. Voy a luchar hasta conseguir gustarte.
— Eres muy pesado, Harry – susurró cansada, yo sonreí.
— Y tú eres preciosa.
Me acerqué a ella, pero se hizo hacia atrás al pensar que iba a besarla de nuevo, pero lo único que hice fue abrazarla. Ella se quedó quieta mientras yo acomodaba mi cabeza sobre su hombro y la acurrucaba entre mis brazos. Ella, poco a poco, cedió y me abrazó de vuelta.
— No sé por qué te empeñas en estar sola.
— Me gusta estar sola.
— No lo creo. Eso es lo que te quieres hacer creer a ti misma, pero a nadie le gusta estar solo. Siempre necesitamos a alguien con nosotros, aunque sea solo por un rato.
— Yo no – dijo empujándome –, estoy muy bien sola. Así que, por favor, márchate.
— Vendré a verte más tarde... – dije, sonriendo un poco – ¿Te pondrás el pijama que te regalé?
— Ya sabes la respuesta.
— Rezaré porque sea un “Claro, Harry, me lo pondré y te esperaré en la cama dispuesta a todo”.
— Prueba con un “Sigue soñando, no sé por qué pierdes el tiempo conmigo”.
— Porque no es perder el tiempo... – susurré a su oído, antes de besar su mejilla – Gracias por no haberme hecho dormir en el bosque.
— La próxima vez ten un par de huevos y echa a tu amigo de tu cama.
— Lo de echarle huevos te lo dejo a ti, que parece que se te da bien – dije divertido, poniéndome mi chaqueta.
— Vaya cobarde – murmuró, rodando los ojos.
— Estás tan preciosa con mi camiseta... – susurré mientras me ponía los zapatos.
— Te la devolveré mañana mismo – afirmó.
— Ya te dije que puedes quedártela. De todos modos, te sienta mejor que a mí.
Ella se quedó callada, de pie al otro lado de la cama, con las mejillas sonrojadas. Sonreí y me acerqué a ella para volver a besar su mejilla antes de despedirme con un “nos vemos luego” y regresar a mi cabaña. Al entrar, lo primero que vi fue a Niall en boxers paseándose por la cocina.
— Buenos días Niall... – saludé, yendo a la nevera – buenos días a ti también, Pablito – me burlé – parece que alguien se ha levantado contento.
— Harry, en serio... Lo de Pablito fue hace años, ¿por qué no superas ya esa etapa?
— La etapa de Pablito jamás acabará – dije burlón, sacando una cerveza.
— ¿Ya te pones con cerveza? Si es la hora de desayunar.
— Yo ya he desayunado... – expliqué, dando un trago del botellín – con Candy.
— ¿Con Candy? Ya está, el haber dormido fuera te ha helado el cerebro y te ha matado las pocas neuronas que te quedaban, ¿verdad? Cuanto lo siento, Harry. Es culpa mía.
— No, gracias a ti anoche dormí con ella.
— ¿Cómo vas a dormir con una chica imaginaria?
— ¡Que no es imaginaria! – me quejé, yendo al salón. Él me siguió.
— Pero a ver, Harry, ¿cómo quieres que me lo crea si eran las dos de la mañana cuando saliste, y estamos en medio de la nada?
— La cabaña de Candy está solo unos metros más abajo.
— Sí claro, lo que digas – murmuró, rodando los ojos –. Me voy a desayunar.
— Que aproveche.
Niall se fue hacia la cocina de nuevo mientras que yo me senté en el sofá. Encendí el televisor, dejando el canal que estaba puesto, donde pasaban un documental sobre la reproducción de los bicho palo, al cual no presté atención porque cogí mi móvil y tecleé un mensaje para Candy
“Ven a una fiesta esta noche conmigo, princesa. – H xx”
“No voy a ir contigo ni a la vuelta de la esquina, Harry. – C.”
“Te estoy imaginando enfadada y es la cosa más adorable del mundo. Por favor, ven conmigo. Quiero presentarte a mis amigos – H xxxx”
“No soy tu novia, así que no tienes que presentarme a tus amigos. Y deja de añadir x. – C. ”
“Por favooooooor – H xxxxxxxx”
“No, y punto. Ahora déjame, estoy trabajando. – C. ”
“Eres la gruñona más guapa del mundo – H xx”
Después de eso, no hubo más respuestas. Decidí dejarla tranquila por un rato para luego convencerla para que viniera a la fiesta esa noche. No podría decirme que no eternamente. O eso esperaba.
Mientras estaba haciendo zapping, porque la vida sexual de los bicho palo no me importaba lo más mínimo, vi a Niall vestido, dirigiéndose a la puerta.
— Hey, ¿a dónde vas? ¿Dónde están todos?
— La mayoría siguen durmiendo, los otros estan medio muertos con resaca.
— No me has respondido a dónde vas.
— A comprar alcohol para esta noche, no queda mucho.
— Oh, está bien, te acompaño – dije, poniéndome de pie.
— No, no. Tienes que quedarte.
— ¿Por qué?
— Por si pasa algo. ¿Crees que si la casa se incendia, esos zombies serán capaces de llamar a los bomberos? Están muy pasados, Harry.
— Sí, tienes razón. Es mejor que me quede.
— Nos vemos luego, de todos modos, no tardaré mucho.
— ¡Hasta ahora! – le despedí, con una sonrisa.
_____________
Hola preciosas <3
Una cosa: wattpad ahora pone "actualizado hace x horas" o "x minutos" cuando EDITAS la obra. Es decir, yo anoche estuve escribiendo el capítulo catorce y salía como "actualizado hace unos segundos", pero no había publicado. Que aparezca actualizado no quiere decir que haya publicado, que ya lo habéis preguntado varias veces.
¿Qué os parece Harry? ¿No es un amor? Ay, a mí me encanta. Y Candy es una tonta ahsdfasdjkfkf. Y Pablito, ¿qué creéis que va a hacer? Ay, pobre Harry que no le creen que Candy existe ahsdfjds fJAJJAJA
→ capítulo dedicado a ZiallxFlowers
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top