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« Harry »
Miré hacia Candy, que estaba mirándose a ella misma en el espejo mientras se arreglaba la ropa, intentando verse perfecta. Aunque obviamente ya lo hacía. Llevaba una falda totalmente negra, y una camisa blanca, con un pronunciado cuello que sobresalía por debajo de un suéter gris claro. Sus piernas estaban cubiertas con unas gruesas medias, también negras, y se había puesto unas botas militares del mismo color. Me encantaba el estilo que llevaba, se veía siempre tan adorable. Ese estilo era tan suyo.

Era el día en que iban a publicar su libro, y Candy estaba atacada de los nervios. Apenas había dormido nada aquella noche, por lo que se había maquillado algo el rostro, intentando tapar las ojeras que le habían salido, incluso si yo le había insistido que a pesar de las ojeras se veía preciosa. Ella solo quería estar perfecta. Incluso se había alisado sus traviesos rizos, haciéndola ver más seria y madura. Entonces se giró hacia mí, en busca de opinión.

- ¿Y bien?

- No soy objetivo, siempre te veo perfecta, muñeca - reí, encogiéndome de hombros -. Pero deja de estar tan nerviosa. Estás preciosa, y todo va a salir súper bien.

- No sé si estoy más nerviosa porque hoy se publique el libro, o porque mañana nos tengamos que ir a mi pueblo por la boda de mi hermana.

- Ambas cosas van a salir bien, ¿vale pequeñita? Cálmate - susurré, acercándome a ella y dándole un piquito -. ¿Nos vamos ya?

- Sí, mejor, que todavía llegaré tarde.

Reí levemente y agarré su mano, sintiendo lo temblorosa que ésta estaba, caminamos hacia donde yo había aparcado mi coche la noche anterior. Ya prácticamente estaba viviendo en casa de Candy, ya que la mayor parte de días los pasaba allí. Sin embargo no era nada oficial todavía.

Abrí la puerta del copiloto, para que Candy se subiera, y luego fui hacia el asiento del piloto, y empecé a conducir hacia Portobello. Después de un buen rato buscando aparcamiento, conseguí estacionar el coche y ambos bajamos. Entonces fui tras ella, en dirección a la editorial. Todavía era muy temprano por la mañana, así que las calles estaban prácticamente vacías.

Al llegar a una bonita casa victoriana. Los ladrillos estaban pintados de blanco, y los marcos de la puerta y de las ventanas de color azul. Candy subió los tres escalones que separaban la casa de la calle. Y yo fui tras ella, siguiéndola en silencio. Una vez dentro de la casa, fue hasta el segundo piso, donde una chica la atendió y la mandó directamente hacia una de las salas de allí dentro, así que yo fui en la misma dirección.

- ¡Candice! - exclamó un chico al verla, acercándose a saludarla con dos besos - Ya está todo listo.

- Estoy de los nervios.

- Vamos, ya es tu segundo libro. ¡Deberías estar más calmada! - dijo, al notar como mi chica estaba temblando - Vaya, ¿tu personaje ha salido del libro? - dijo, al verme. Yo sonreí ampliamente.

- Soy Harry - me presenté.

- Grant, encantado - me saludó, agitando mi mano enérgicamente -. Bien, Candy, todavía tenemos que firmar algunas cosas antes de que abran las librerías...

- Claro - asintió, tomando asiento -. Amor, ¿podrías ir a la cafetería a buscarme un café, por favor? - me pidió desde la mesa.

- Claro que sí, muñeca - sonreí.

Candy también me sonrió, tímidamente, sobretodo cuando le guiñé el ojo; y me despedí con la mano de Grant para luego salir de la casa e ir hacia la cafetería a la que iba Candy. Lo que suponía tener que ver a Luke, que no me hacía mucha gracia después de las disputas que habíamos tenido. Pero sabía que el café que a Candy le gustaba era de esa cafetería, así que tendría que ver al rubio. Nada más entrar, sus ojos se dirigieron a mí, y luego se pusieron en blanco.

- Buenos días a ti también - le saludé, sonriendo.

- No te hagas el simpático conmigo, no te sale.

- Bueno, como sea. Ponme un café para Candy, para llevar. Y un latte para mí.

- Claro...

Luke se dio la vuelta y se fue hacia la gran máquina de café, empezando a preparar los dos cafés que le había pedido. De pronto, la puerta de personal se abrió y una chica bastante guapa entró en la barra, atándose el delantal que usaban como uniforme. Sus grandes ojos verdes me inspeccionaron y me sonrió levemente antes de dirigirse hacia Luke.

- Buenos días, Luke. ¿Necesitas ayuda?

- Buenos días, Sam - pude ver como la cara del rubio de pronto se iluminaba, al ver a la chica que tenía al lado. Entonces sonreí, dándome cuenta al momento de que se gustaban mutuamente y que, por tanto, Candy ya no debía gustarle -. No, por el momento no hace falta nada. Solo tengo dos cafés para este chico. Puedes ir cobrándolos si quieres.

- Claro - la chica se acercó a mí y tanteó con la caja registradora, algo perdida, ya que debía llevar, como mucho, un mes trabajando allí -. Serán cuatro libras, por favor - me dijo, sonriente. Yo asentí y busqué las monedas en mi cartera, tendiéndoselas.

- Aquí están... - me dijo Luke, pasándome los dos vasos sin el cartón que servía para no quemarse las manos, entonces fruncí el ceño - ¿Qué? No he escupido dentro.

- No quiero quemarme la mano, ¿puedes darme los cartones?

- Claro... - los cogió de la caja donde se guardaban y luego me los tendió.

- Muchas gracias - sonreí -. ¡Adiós, tortolitos! - exclamé, antes de salir de la cafetería.

Caminé de vuelta a la editorial de Candy y fui hacia la sala donde la había dejado. La vi todavía sentada en el mismo sitio, firmando algunos papeles mientras el tal Grant le explicaba algunas cosas. Me acerqué silenciosamente y le di su café. Ella me agradeció con una sonrisa y siguió prestando atención a su jefe. Así que me senté a su lado, escuchando lo que le explicaba; algo sobre sus comisiones, sobre las ventas y bla bla bla. No entendí más de la mitad. Pero por suerte, terminaron con todo, y Grant acordó en llamarla al día siguiente, para darle las estadísticas de lo que el libro había vendido y lo que se preveía que se vendiera más adelante. Candy le agradeció y se despidió de él dándole dos besos, yo me acerqué a darle la mano y luego Candy y yo salimos.

Cuando cerré la puerta de la editorial, Candy dio un gran suspiro de alivio y me abrazó con fuerza. Yo sonreí, sin decir nada, y la atraje a mí, abrazándola también. Sentí como hundía su rostro en mi cuello y hacía más fuerza para que no me separara de ella.

- Hey amor, ¿estás bien? - reí levemente, Candy no solía darme muestras de afecto en público.

- Sí, gracias por haber estado ahí conmigo. Sé que te tienes que haber aburrido un montón, lo siento.

- No lo sientas, muñeca. Siempre voy a estar a tu lado - sonreí, acariciando su pelo -. Eres tan pequeñita, dios, es que te abrazaría siempre.

- ¡Harry! - rió ella, apartándose - Venga, vamos... Tenemos que ir a tu casa.

- Ay, mamá está tan triste porque nos vamos.

- Solo serán tres días.

- Eso son muchos para ella - se encogió de hombros -. No está acostumbrada a no tenerme en casa.

- Pobre Anne, le estoy robando a su bebé - bromeó, acariciando mi mejilla mientras caminábamos hacia el coche.

- Eres mala persona - negué con la cabeza, siguiendo con la broma -. Eso no se hace, Candy. Ella es una buena persona.

- ¡Jo, pero yo también te quiero para mí! - rió, deteniéndose frente a mi coche, esperando a que lo abriera.

- Soy todo para ti, muñeca - sonreí, a la vez que le daba al botón de la llave del coche, haciendo que las puertas quedaran desbloqueadas.

Candy me mandó un beso antes de subir en el asiento del copiloto; por lo que cuando yo entré en el otro asiento, me acerqué a darle un corto beso en los labios, para luego arrancar el coche e ir en dirección hacia casa. Cuando llegamos, nada más abrir la puerta, un delicioso olor a estofado había invadido todo el recibidor, por lo que mi estómago sonó, ansioso de probar el guiso de mamá.

- Dios mío, que bien huele - exclamó Candy -. Ya sé de dónde has sacado tu talento para la cocina.

- Hmm, vamos a ver si ya está lista la comida - dije yo, agarrando su mano y yendo hacia la cocina -. ¡Hola mamá! - chillé al verla poniendo la mesa.

- ¡No chilles, Harry! - me riñó - Hola Candy, ¿cómo estás?

- Hey, pero mami - hice un puchero, triste porque a mí no me saludara.

- Muy bien, Anne... algo nerviosa por lo del libro, y la boda de mi hermana... pero bien - sonrió Candy, soltando mi mano -. ¿Y tú? - le preguntó, ayudándola a colocar los vasos.

- Estupendamente - dijo mamá, acercándose a mí y pasando su mano por mi cabello para peinarme, ya que no le gustaba cómo llevaba el pelo -. Deberías ir a cortártelo - me advirtió -. ¿Tenéis hambre? He hecho estofado de verduras - dijo, señalando la olla de la que salía algo de humo por el agua hirviendo.

- ¡Me muero de hambre, y eso huele tan bien! - exclamé, tomando asiento en la mesa.

- Sí, huele delicioso - acordó Candy, sentándose a mi lado.

Mamá nos sonrió y sirvió plato para los tres, sentándose después. Durante la comida, como siempre, mamá y yo éramos los que llevábamos el hilo de la conversación, mientras que Candy se mantenía más tímida. Mamá le hizo varias preguntas sobre dónde había crecido -el pueblo al que iríamos para celebrar la boda de Max-, y Candy parecía recordarlo no muy alegre o cómoda, así que mamá terminó callándose y cambiando de tema.

Al recoger la mesa e ir hacia el salón, pudimos ver como sobre la mesa central había ya una copa del libro de Candy. Sonreí levemente, sobretodo al ver como Candy se sonrojaba al ver el libro ahí, bajando la mirada hacia el suelo.

- ¿Ya has comprado el libro de Candy? - pregunté, aunque la respuesta era obvia.

- Sí, he salido temprano esta mañana... había varias personas en la librería comprándolo - explicó -. Ya he empezado a leerlo, tienes una forma de escribir preciosa - dijo, hacia mi chica -, es muy dulce y tierno.

- Gracias, Anne - susurró ella, algo avergonzada.

Mamá le sonrió, pero yo agarré la mano de Candy y la llevé escaleras arriba hacia mi habitación, cerrando la puerta después. Acaricié levemente su brazo, acercándome a darle un piquito, y luego fui hacia mi ordenador, abriéndolo para poner algo de música.

- ¿Vas a hacer la maleta? - adivinó, sentándose en la silla frente a mi escritorio.

- Sip - canturreé, bajando la maleta de la parte superior de mi armario -. ¿Sabes? A pesar del miedo que intentas meterme, tengo ganas de conocer a tus padres - dije, empezando a guardar ropa en el equipaje.

- De verdad que no tienes, Harry. No te hagas grandes expectativas, mis padres no son como tu madre - negó con la cabeza -. Dios mío, en serio, Anne es la mejor suegra que podría haber tenido en toda mi vida.

- Ya lo sé, mi mami es un amor - sonreí ampliamente -. ¿Pero por qué hablas tan mal de tus padres, muñeca? - suspiré, haciendo un puchero - Prácticamente todo el mundo quiere a sus padres.

- Yo les quiero, pero... sé ver que no son buenos. Bueno, tampoco es eso... Mi padre es simplemente... apático. Solo hace caso a todo lo que dice mi madre, sin rechistarle ni una palabra para no tener discusiones, le da igual todo... - rodó los ojos - Y mi madre es una tirana conservadora. Cuando le dije que quería venirme a Londres, casi me tira por un puente... Literal, bueno, fue sin querer, me dio un golpe en el hombro pero casi me caí por el puente... - hizo una mueca - Pero ella simplemente no entiende que tenga aspiraciones más grandes que quedarme en el diminuto pueblo en qué nací para trabajar con ella en casa, o como costurera, o como mucho, como dentista en la clínica de mi padre... No le gusta el arte, no aprecia las cosas que yo sí que valoro... - suspiró - Es difícil tratar con ella. Tú, al ser un chico de ciudad, no sé si le caerás muy bien... espero que sí. Pero no puedo prometer nada.

- ¡Todas las madres me adoran! - reí - Seguro que le caeré bien, ya verás. No será tan difícil tratar con ella como piensas, amor... - sonreí, guardando la camisa que mamá me había planchado y doblado - Vamos a ir tan guapos en la boda - sonreí, imaginándonos - robaremos la atención a tu hermana. Conociéndola, se enfadará por ello ¿verdad?

- ¿Eres tonto? - rió Candy - ¡No vamos a robarle la atención a mi hermana! Y sí, lo odiaría. Creo que ya has visto que le encanta ser el centro de atención... todo lo contrario que yo.

- Si es que eres tan bebita... - reí, acercándome a ella - Ven, vamos a besuquearnos un poco antes de ir a tu casa... ¿sí? - sugerí, en voz baja, sobre sus labios.

- No, Harry... - rió levemente, apartándome - Tenemos que irnos, mañana madrugamos mucho y quiero acostarme temprano.

- Está bien, está bien... - acepté, alzando las manos - Estoy seguro de que este fin de semana va a ser perfecto - sonreí -. Más que perfecto.

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Holiiiiii

Pff, tengo mucho sueño y no creo que aguante mucho hoy en el ordenador así que voy a ir rapidito ;-; he visto que asusté a mucha gente al preguntar si creíais que la novela terminaría bien o mal omg soy tan cruel AJAJAJJAAJ

¿Qué os parece Candy? Ay idk creo que es mi personaje femenino que más me gusta ;-; ¿qué pensáis que pasará este fin de semana que se van de boda? ¿Será perfecto, como Harry dice; o un desastre? ¿Cómo creéis que irán las ventas del libro de Candy? Ya queda poco para el final ;-;

» capítulo dedicado a xblueladyx

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