④④

« Harry »
Salí del cuarto de baño después de darme una ducha bien fría, ya que lo necesitaba. Entonces me vestí con algo abrigado porque me había quedado helado, aunque la calefacción estuviera puesta. Entonces salí al salón. Vi que Belle estaba con su móvil, sentada sobre las piernas de Niall, que se dedicaba a meterle mano, tocándole las tetas; aunque ella ni le prestaba atención. Liam estaba sentado en la mesa de la cocina, junto a Louis. El primero miraba de vez en cuando hacia los rubios, con mirada incómoda, mientras que Louis tenía el ceño permanentemente fruncido. Reí levemente al ver lo celoso que estaba Lou. Entonces vi a Zayn sentado en una silla, de cara a la puerta de cristal que daba al porche trasero. Arqueé una ceja sin entender por qué estaba ahí, como si estuviera castigado. Y me percaté de que Candy no estaba ahí. 

— Hey, ¿dónde está Candy? – pregunté, a Louis y Liam.

— Pregúntale a tu amigo Zayn – rió Lou.

Le miré algo extrañado y caminé hacia Zayn. Al alcanzarle, pude ver que Candy estaba sentada fuera. Mi chica estaba en el banco balancín, de espaldas a donde estábamos Zayn y yo. El cielo estaba anaranjado, al estar ya escondiéndose el sol; por lo que su cabello todavía se veía más brillante, confundiéndose con el ocaso. Entonces noté que Zayn estaba dibujando. En concreto, estaba dibujando a mi chica.

— ¿Qué haces dibujando a mi novia? – dije con algo de celos.

— Me encanta el color de su pelo... – susurró, concentrado en su trabajo. La verdad era que lo que llevaba, se veía increíble. Casi parecía una fotografía, pero con alma – Ve con ella. Os puedo dibujar a los dos... – sus mirada se levantó a mí por un segundo, al sugerírmelo, antes de volver a ponerse sobre el papel.

Yo abrí la puerta y salí al porche en silencio. Candy se estaba balanceando levemente, con una taza de café humeante en las manos. Sonreí y me senté a su lado. Ella me miró y sonrió levemente, apoyando su cabeza en mi hombro después. Yo pasé mi brazo por encima de sus hombros y la acerqué más a mí.

— Me gustaría que pudiéramos detener el tiempo ahora – susurró –. Detenerlo en este momento, y poder disfrutarlo. 

— Yo disfruto cada segundo que estoy a tu lado... – respondí, cuando dejó de apoyar su cabeza en mí para besar mi mejilla – Cada milésima de segundo.

— No tienes ni idea de lo mucho que significas para mí, Harry... – susurró, volviendo su mirada hacia el bosque, donde las hojas de los árboles perennes se mezclaban con las nubes anaranjadas y rosadas – Salí con un chico una vez... – empezó a explicar. Por fin sabía algo de ella en ese tema, siempre me habían comido las dudas, pero nunca me había atrevido a preguntarle – le conocí cuando era una niña, poco a poco fui cogiendo confianza con él... Terminamos saliendo cuando estaba el en instituto. Estuvimos juntos tres años, él cada vez se ponía más nervioso porque quería que lo hiciéramos, pero yo no me sentía lista... y él sin embargo, solo me presionaba todo el tiempo – contó sin mirarme, aunque yo inspeccionaba detenidamente su pálido rostro. Se veía tan triste, pero me gustaba que me estuviera contando aquello, aunque yo lo único que quería era saber quién era ese imbécil, e ir a golpearle –. Al final lo hicimos... prácticamente me obligó... yo tenía mucho miedo, no paraba de llorar. Realmente no quería, pero lo hicimos. Y al día siguiente me dejó, me dijo que se había dado cuenta de que no era el tipo de relación que quería... y se fue con otra. Estaba con otra en frente de mis narices. Tenía que verle con otra cada maldito día... entonces fue cuando me mudé a Londres... – lentamente giró su rostro hacia mí. Pude ver como sus preciosos ojos azules estaban llenos de lágrimas que amenazaban con derramarse por sus mejillas en cualquier momento – Y no tienes ni idea lo que significa para mí que estés dispuesto a esperar hasta que esté lista, Harry. Sé que puede parecer una tontería, pero es realmente importante para mí. No quiero otra mala experiencia. No quiero que me rompan el corazón otra vez. No quiero volver a sufrir como lo hice aquel día... – susurró, su voz estaba a punto de quebrarse. Así que enlacé mi mano con la suya y le acaricié levemente.

— Nunca haría algo así, Candy. Antes me quitaría la vida que permitirme hacerte llorar una sola vez más... – murmuré, acariciando su mejilla con la otra mano – Esperaré lo que haga falta, días, semanas, meses o años... no me importa. Lo único que quiero es tenerte a mi lado, ¿está bien? – sonreí, queriendo que ella hiciera lo mismo – Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, y no voy a dejar que nadie te hiera de nuevo, muñeca. Voy a cuidarte siempre.

— Sé que tú no harás lo mismo, Harry... – sonrió levemente, todavía con sus ojos cristalizados – Y te quiero como no puedes ni imaginar... 

Candy se acercó hacia mí y empezó a besarme. Yo sonreí encantado, porque eran pocas las veces que ella era la que me besaba a mí. Sus labios enmudecieron al contacto con los míos, y sentí como toda la pena y el dolor que había sentido al contarme lo que pasó con su ex novio, de desvanecía. Sentí como se entregaba completamente a aquel beso, dejando que fueran mis labios la que sanaran su pasado, haciéndole ver un futuro brillante. Agarré sus mejillas con ambas manos y la acerqué más a mí, para poder seguir besándola. No era un beso rápido, ni intenso; era realmente suave, y lento. Nuestros labios parecían únicamente rozarse, y solo con eso mi corazón ya estaba a punto de salirse de mi pecho. Candy se separó de mí unos solos centímetros, y su frente se apoyó en la mía, mientras mis pulgares acariciaban sus mejillas.

— Voy a quererte siempre – susurré.

— Eso espero, porque yo también voy a hacerlo – dijo ella, frunciendo sus labios en una sonrisa.

Se abalanzó a mis brazos y se acurrucó entre estos, haciendo que la abrazara. Yo lo hice encantado, atrayéndola a mi cuerpo. Su cabeza se apoyó en mi hombro y su rostro quedó pegado al arco de mi cuello, haciendo que su respiración cálida me aclimatara, contrastando con el frío aire que corría, una vez desaparecido el sol casi por completo. 

— Muñeca, deberíamos ir dentro... hace frío y no quiero que te enfermes.

— Vale... – aceptó, separándose de mí – Vamos.

Se puso de pie, y yo hice lo mismo, dándole un beso en la frente. Entonces enlazó su mano con la mía y caminamos juntos al interior de la casa, donde el calor de la calefacción y del fuego que ardía en la chimenea nos acogió. Zayn ya no estaba en la silla, sino que se había unido a Liam y Louis. Niall y Belle debían haberse peleado, ya que la chica estaba en el sillón, sentada ella sola, con su mirada todavía en el móvil, pero él estaba mirándola con cara de pocos amigos. 

— Hey... ¿de qué habláis? – dije, sentándome junto a Louis, dejando que mi chica se sentara sobre mis piernas.

— Del dibujo que os ha hecho Zayn – me respondió Liam, girando el cuaderno de dibujo de Zayn hacia nosotros.

En el dibujo estaba el cielo con los mismos tonos que había tenido un rato atrás, ese rosa y ese naranja tan cálidos. Los árboles hacían que casi pudiera sentir el aire que movía sus hojas. Y en el balancín, estábamos Candy y yo. Ella estaba mirando hacia el cielo, y sus rizos pelirrojos estaban tan bien dibujados que al pasar el dedo por encima del dibujo, casi pude sentir su textura. Yo, en cambio, estaba mirando hacia ella. Mi pelo también parecía ser movido por el mismo aire que mecía las copas de los árboles, y el único ojo que se veía, parecía realmente estar observando detalladamente a mi chica. A pesar del tiempo que hacía que conocía a Zayn, sus dibujos seguían dejándome sin aliento. Realmente tenía talento. Sus dibujos no solo tenían una técnica perfecta, sino que trasmitían el alma, el movimiento, el sentimiento... 

— Wow, es increíble, Zayn – murmuré.

— Os lo podéis quedar... – dijo él, encogiéndose de hombros.

— ¿De verdad? – sonreí, él asintió con la cabeza – Gracias. Muñequita, ¿lo quieres para tu casa? – sugerí.

— No... quédatelo tú, ¿no? – hizo un puchero.

— Sé que quieres quedártelo... 

— ¿En serio no te importa? 

— Claro que no, muñeca. Quedará muy bien en tu habitación. De todos modos, terminaré yéndome a vivir contigo – reí levemente, dándole un pequeño beso sobre la nariz.

— Muchas gracias – sonrió ella, besando mi mejilla –. Y gracias a ti también, Zayn. El dibujo es... perfecto. Tienes muchísimo talento.

— Gracias... – sonrió mi amigo – Me alegro de que os guste. 

Candy se levantó, con el dibujo en las manos, para irse a guardarlo. Yo la observé hasta que se metió en la habitación, con media sonrisa en los labios, como un bobo enamorado. Louis golpeó mi hombro, riéndose de mí.

— Te veo enamorado – dijo Liam.

— Mucho. Muchísimo... – afirmé.

— Hacéis muy buena pareja – añadió Zayn –. Creo que cualquiera querría tener una relación como la vuestra.

— No, yo no. Son unos pesados y ni siquiera tienen sexo – se burló Louis –. Da pena. Harry va más salido que el pico de una mesa.

— Eres un estúpido, Tomlinson. No necesito sexo para sentirme bien. Esta relación es la más bonita que he tenido nunca, y no cambiaría absolutamente nada. Y cuando Candy quiera hacerlo, por mí perfecto, y si no... puedo esperar. No es lo más importante en una relación de verdad.

— Que cursi te estás volviendo, Styles – negó con la cabeza –. Tú antes molabas.

— Bueno, me da igual. Yo quiero a Candy, y ella es todo lo que me importa.

— Muy bien, muy bien... Estoy seguro de que tu novia tiene hambre. ¿Por qué no preparas algo de cenar? – sonrió Lou.

— Eres un aprovechado, Tomlinson – bufé –. Si tienes hambre, te haces unos cereales.

— Pero yo quiero patatas fritas – pidió haciendo un puchero.

— ¡Pues hazte patatas fritas!

— ¡Pero es que yo me quemo! – chilló enfadado – ¡Si no haces patatas fritas, aguantaré la respiración hasta que me muera!

— No seas idiota, Louis... – puse los ojos en blanco.

Él, sin embargo, frunció el ceño e infló sus pulmones antes de mantener la respiración. Yo me mantuve en mi posición, mientras veía como su rostro se iba volviendo rojo. Empecé a preocuparme cuando su cara estaba casi del mismo tono que el pelo de Candy.

— ¡Vale, vale! – chillé – ¡Haré patatas fritas, pero respira! – dije algo preocupado.

— ¡Bien, te quiero! – gritó él, abrazándome.

— De verdad que eres lo peor que hay... – negué con la cabeza.

Me puse de pie y empecé, primero, a pelar algunas patatas. Candy vino de nuevo a la cocina, y me miró algo extrañada. Yo me encogí de hombros. Se acercó a mí, abrazándome desde atrás. Yo sonreí al sentir sus manos en mi abdomen.

— Hey, muñequita. ¿Quieres ayudarme?

— ¿Puedo hacer otra cosa? Si toco un cuchillo, probablemente acabe con dos dedos menos.

— Entonces mejor que no, me gustan tus manitas. 

— ¿Qué estás cocinando?

— Louis me ha dicho que quiere patatas fritas.

— ¿Y por qué no las hace él?

— Porque es casi tan malo en la cocina como tú, muñequita. Si no quieres que todos salgamos ardiendo, será mejor que cocine yo.

— ¡Se aprovecha de ti, Harry! – dijo ella, frunciendo el ceño.

— ¡Cállate, pelirroja! – se quejó Louis – ¡Que tengo hambre!

— ¡Pues cocina tú, no esclavices a mi novio!

— ¡Qué pesada que eres! ¡Que cocine Harry, que se le da bien, y punto!

— Dejad de chillar los dos – intervine –. No me importa cocinar, muñeca. Pero sigue abrazándome.

— Está bien... – aceptó, frunciendo la nariz.

Candy volvió a abrazarme desde atrás, mientras yo empezaba a cortar las patatas, en forma alargada. Luego las puse en una sartén con bastante aceite y las dejé calentándose. Candy seguía abrazándome, así que me di la vuelta para quedar de frente a ella y darle un pequeño beso en la frente. Ella sonrió y apoyó su cabeza en mi torso. 

— Oye, pelirroja... – la llamó Louis.

— ¿Qué quieres ahora? – bufó ella.

— ¿Cuánto mides? Eres una enana.

— Habló – me burlé yo.

— Cállate, estamos hablando de ella.

— ¿Qué más te da cuánto mida?

— Pues porque eres una enana, y me da curiosidad.

— Mido uno sesenta... – murmuró mi chica.

— Eso no te lo crees ni tú – carcajeó mi amigo –. ¿Puedes decir la verdad?

— Uno cincuenta y siete... – bufó ella.

— ¡Enana!

— ¡Déjame en paz! – se quejó ella, frunciendo el ceño.

— A mí me parece que es adorable que sea tan pequeñita... – dije, sonriendo – Me encanta abrazarla y darle besos en el pelo y que ella se apoye en mi pecho... Me encanta que sea así de bajita, es la altura perfecta. Toda ella es perfecta.

— Puaj, voy a terminar vomitando arcoíris. Y vigila las patatas, que se te van a quemar.

___________
HolALLALALALA muñequitas :p

¿Cómo estáis? Ya es muy tarde, pero es que llevaba un montón de rato intentando terminar este capítulo para subirlo hoy, así que pls 

¿Qué os ha parecido el capítulo de hoy? ¿No es súper goals que Zayn te dibuje con tu novio y que el novio sea Harry? Me deprimo #ok ahdjfkdsgj ¿Que pensáis de la ex relación de candy? pobrecita, y todas insultándola porque no quería tener sexo con el styles ah. ¿Qué os parece Louis? Es como un niño pequeño ahdkfjakdg

» capítulo dedicado a AndreaDH

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top

Tags: #harrystyles