④②
« Harry »
Candy y yo estábamos estirados en la cama. Ya era de noche, y habíamos conseguido cenar algo con la poca comida que quedaba en la cabaña, acordando que al día siguiente iríamos a comprar algo al pueblo de cerca. Candy estaba acostada boca abajo, y yo de lado, con la cabeza apoyada en mi brazo, mirando hacia ella. Con la mano que tenía libre, jugaba con sus rizos, enredando alguno de sus anaranjados mechones en mis dedos y soltándolos después, mientras daba besos muy cortos en su brazo. Ella estaba leyendo un libro, mientras me dejaba hacer. Pasados los minutos, me cansé de solo besar su brazo, así que me moví poco a poco, hasta sentarme sobre su trasero, y me incliné hacia adelante. La escuché reír levemente cuando aparté todo su pelo hacia un lado, y dejando el costado derecho de su cuello libre. Acerqué mis labios a su piel la rocé levemente, haciéndole sentir mi cálida respiración. Moví mi mano hacia la suya, queriendo cerrar su libro, pero ella no me dejó, haciendo fuerza hacia el lado contrario.
— Harry... basta, estoy leyendo – pidió, moviéndose levemente para que me apartara.
— Y yo estoy caliente... – reí levemente, a su oído – déjame besarte.
— Ni lo sueñes... – se negó.
— Eres tan bonita, muñeca... – susurré, empezando a besar su cuello – Te quiero tanto, tantísimo...
Candy soltó una risa nerviosa y negó con la cabeza. Entonces conseguí cerrar su libro, y apartarlo para dejarlo encima de la mesita. Hice que agachara la cabeza hasta apoyarla sobre la almohada y dejé los besos para empezar con mordiscos muy suaves, haciéndola jadear. Atrapé un poco de su piel y succioné para dejarle una pequeña marca en su virgen piel.
— ¡Harry! – se quejó – ¿Estás tonto?
— Si no te callas te haré otro, muñequita... – reí, pasando la lengua sobre la zona que había marcado anteriormente – Dios mío, tengo tantas ganas de hacerte de todo, Candy... – jadeé, pegando mi erección a su culo – ¿Puedes darte la vuelta, amor?
— No... Harry, ya basta...
— No voy a hacer nada, te lo prometo... – rogué – pero quiero besarte.
— Pero es que como sigas así, querré que hagas algo... – se quejó, intentando apartarme.
— ¿Eso es malo? – reí levemente, hundiendo mi rostro en su cuello – Muñeca, vamos a besarnos y que pase lo que tenga que pasar...
— No quiero que pase nada, Harry... Y menos aquí, con todos tus amigos ahí fuera.
— Está bien, entonces cuando las cosas suban mucho de tono, pararé. Ya lo he hecho antes, puedo controlarme.
Ella asintió levemente con la cabeza y se dio la vuelta, para quedar boca arriba; y yo sobre su cintura. Entonces, agarré sus mejillas y me acerqué a atacar sus labios, prácticamente desesperado. Necesitaba besarla. Ella jadeó cuando sintió la fuerza con la que besaba sus labios. Sonreí sobre su boca, y atrapé su labio inferior, para morderlo y empezar a tirar de él muy poco a poco. Entonces, puse mi pelvis contra la suya, para que sintiera cada parte de mi cuerpo, en especial la zona que ella misma había despertado. Agarré sus piernas y las puse alrededor de mi cintura, haciendo que las enredara alrededor de ésta. Entonces, tomando iniciativa por primera vez, subió sus manos hasta mi torso, el cual estaba desnudo, y con sus finos dedos empezó a reseguir mi torso. Entonces, yo llevé una mano a su pierna, y acaricié muy lentamente, hacia arriba, hasta llegar a su ropa interior.
— ¿Puedo...? – pedí permiso, al sentir que no se apartaba.
— No... Harry, para ya – susurró, agarrando mi muñeca y apartándola.
— Esta bien... – asentí, saliendo de encima de ella – mejor vamos a dormir.
— Sí... buenas noches – murmuró, abrazándome.
— Descansa, muñequita. Te quiero.
— Te quiero, Harry.
Candy cerró los ojos y se acurrucó sobre mi pecho. Yo suspiré largamente, sintiendo como mi entrepierna no tenía la intención de dejarme dormir, así que esperé hasta que Candy se durmió, y la aparté muy poco a poco, para no despertarla, y así poder ir al baño a calmar mi... excitación.
Por la mañana, cuando me desperté, Candy no estaba en la cama. Solté un quejido y me incorporé levemente, buscándola con la mirada en la habitación, confirmando que no estaba ahí. Así que me puse de pie y salí del cuarto mientras bostezaba. Al ir hacia el salón, la vi sentada en el sillón con una taza de café, y leyendo. Sonreí y le mandé un beso sonoro, para que notara mi presencia. Ella alzó la vista y me sonrió.
— Buenos días – dijo, mandándome un beso ella también.
— ¿Por qué no te has quedado en la cama conmigo?
— Quería un café.
— Oh sí, olvidaba que para ti es más importante el café, que respirar.
— ¡Cállate! – rió, negando con la cabeza – ¿No tienes frío? Ve a vestirte. No te pasees en ropa interior. A tus amigos no les hará gracia.
— Nah, el único que podría quejarse es Niall, por si su novia me ve y me prefiere a mí... – reí – Uhm... quiero hacerte el amor sobre ese sillón...
— Pues no vas a hacer nada, Styles – me interrumpió Niall, dándome una colleja.
— ¡Pablito, que no me pegues! – me quejé, sobando mi nuca.
— Ve a ponerte unos pantalones, pedazo de guarro.
— No quiero, me siento más libre de este modo.
— Cállate y ve a ponerte unos pantalones, o le contaré a Candy la historia de las navidades del 2009.
— ¡Ni se te ocurra! – chillé, ya corriendo hacia la habitación.
Me apresuré en ponerme unos pantalones de deporte, y corrí de nuevo hacia el salón. Di un suspiro de alivio, viendo que Niall estaba en la cocina, bebiendo la poca leche que quedaba; y Candy seguía sentada en el sillón, leyendo con calma. Me senté en el sofá a su lado y la miré, esperando que me prestara atención, pero no lo hizo hasta que Niall se sentó junto a mí y encendió la tele.
— Estaba leyendo... – se quejó.
— Pues te vas a leer a la habitación, aburrida.
— No hables así a mi novia.
— ¿Que pasó en esas navidades? – preguntó, con media sonrisa.
— ¡Nada! – chillé – ¡Nada, olvídalo! No has oído nada. ¿Está claro?
— ¿Qué pasa? – rió – ¿Tan malo es?
— No, no es malo porque no es nada. Solo olvida que has oído esas palabras, Candice.
— ¡Venga, quiero saberlo! – insistió, haciendo que Niall carcajeara.
— Candice Lynn Lovelace, olvida el tema – dije serio.
— ¿Lovelace? ¿En serio? – dijo Niall, arqueando una ceja – ¿Tu nombre es todo lo contrario a ti, no?
— Y tú cara todo lo contrario a ti – dijo ella.
— ¿Por qué dices eso? – preguntamos los dos a la vez, yo algo enfadado; Niall curioso.
— Porque tiene cara de ser un... yo que sé, un ángel. Pero es un estúpido.
— Ja, ¿has oído eso? Tengo cara de ángel, Styles. Eso a ti no te lo dice, ¿eh? – se burló Niall.
— ¿Perdona? ¿Candice? – pregunté, todavía más enfadado.
— ¿Qué? Tiene cara de bueno...
— ¿Pero no es guapo, verdad?
— Tú eres el más guapo del mundo – dijo ella, riendo –. Y eres muy mono cuando te pones celoso – susurró, poniéndose de rodillas sobre el sillón para alcanzar a darme un beso muy corto sobre los labios, haciéndome sonreír.
— Así me gusta.
— Ah, por dios. Es que dais hasta asco, de verdad – gruñó Niall, poniéndose de pie –. Me voy a la ducha con Belle.
— ¿Con tu novia? Que bonito – me burlé.
— ¿Novia? – carcajeó Niall – No, Styles. Sabes que yo no soy tan idiota con vosotros. Yo no me dejo atar de esa manera. Yo no voy a tener novia, en la vida – sentenció antes de meterse en su habitación.
— Son novios – asentí, cruzándome de brazos –. Él no lo sabe, pero lo son.
— Belle es un encanto... se ve que Niall le gusta mucho. No sé por qué él la trata tan mal. Por dios, si hasta yo querría salir con ella.
— ¿Eres lesbiana?
— Era una forma de hablar, Harry – rió –. Me refiero a que Belle es súper guapa, y dulce... y no entiendo cómo él puede tratarla así, y ni prestarle atención. Él es realmente estúpido, no entiendo como le aguanta. Ni como tú le aguantas.
— Porque... no sé, es mi amigo desde que íbamos en pañales – reí –. Ni pienso muy bien por qué seguimos siendo amigos. Aunque bueno, supongo que en realidad, en el fondo... muy en el fondo, es un amor. Como tú, que me tratabas tan mal al principio, cuando yo solo quería darte mi amor.
— Harry, lo que parecía era que lo único que querías era... bueno... sexo.
— Pues no es así, muñequita – hice un puchero, triste por que pensara eso.
— No, no... ahora ya lo sé – sonrió, poniéndose de pie para venir hacia mí y sentarse sobre mis piernas –. Y ahora te quiero mucho.
— Yo te quiero más – susurré a su oído, sonriendo, y abrazando su cintura.
Candy rió levemente, negando con la cabeza. Entonces se apoyó sobre mi torso y se acurrucó con la pequeña manta que llevaba. Yo miré hacia el fuego de la chimenea, donde la leña ardía poco a poco. El naranja de fuego era brillante, pero no podía compararse con el naranja del pelo de Candy. Me agaché levemente para oler sus rizos, ya que tenían un olor delicioso. Pero... no estábamos en una posición demasiado cómoda.
— Candy, amor... se me está durmiendo la pierna... – murmuré, intentando moverla.
— Ay, ¡perdón! – rió levemente, moviéndose para sentarse a mi lado – Lo siento, Harry... – susurró, masajeando mi pierna.
— ¡No! – chillé, apartando su mano – No me toques tan... cerca.
— Ah... lo siento... – repitió.
— Esto se está haciendo duro... – susurré, dando un suspiro después – Intenta no provocarme tanto, muñequita. Que terminaré sin poder controlarme.
— Sí, lo haré. Lo siento, Harry... – sonreí, al verla tan sonrojada, y me acerqué a darle un beso en la mejilla.
— No te disculpes, amor.
— Venga, levantad el culo, dejad de besuqueos, e id a vestíos... que tenemos que ir a comprar, que no hay comida – interrumpió Louis.
— ¿Tenemos que ir? ¿No podéis ir vosotros solos?
— No, no podemos. Venga, a vestirse... Aunque bueno... si tú quieres quedarte en pijama, Candy, yo encantado.
— Vete a la mierda – gruñó ella antes de ponerse de pie e ir hacia la habitación.
Reí al ver el puchero que hizo Louis y me puse de pie, yendo yo también al cuarto. Al entrar, supuse que Candy estaba en el baño, ya que la puerta estaba cerrada y ella no estaba en la habitación, así que aproveché el momento para quitarme los pantalones del pijama y ponerme unos tejanos negros. Justo cuando me los abrochaba, Candy salió ya vestida. Llevaba un vestido de manga larga, rosa oscuro, sencillo, justo como ella. Perfecto.
— Harry, ¿estás seguro de que puedes respirar?
— ¿Por qué?
— No entiendo cómo puedes caminar con pantalones tan ajustados como esos... ¿nunca se te han roto ningunos?
— Miles de veces – reí, buscando una camiseta –. Pero bueno, como estoy bueno, puedo permitirme llevar este tipo de pantalones.
— ¿Estás bueno? Yo veo que por aquí te salen unos rollitos, eh... – bromeó, agarrando algo de... excedente, que salía por los lados de mi cintura.
— ¿Qué dices? – me quejé, quitando sus manos – No estoy gordo.
— Sí lo estás – se burló, sacándome la lengua.
— ¡Candy! ¡Retira eso ahora mismo! – dije serio, cruzándome de brazos.
— Vale, vale... perdón, lo retiro, no te enfades... – dijo ella, intentando abrazarme, pero la empujé a un lado.
— No, déjame... Voy a vestirme, que ya no me siento cómodo así porque mi novia me llama gordo.
— ¡Harry, que era broma! – se quejó, abrazándome desde atrás cuando me giré a coger una camiseta.
Fruncí el ceño, ignorando sus intentos para que la perdonara, pero no la aparté. Entonces empezó a darme besos por toda la espalda, sin soltarme todavía. Sus manos se pusieron sobre mi abdomen, dando varias caricias. Yo no pude evitar sonreír levemente al sentirle tan atrevida.
— Creo que eres el chico más sexy del universo... – susurró cuando estaba dando besos en mi hombro, supuse que manteniéndose de puntillas.
— ¿De verdad piensas eso? – dije, haciendo un puchero y poniendo mis manos sobre las suyas.
— De verdad.
— ¿Y me quieres?
— De aquí a la luna.
— ¿Y de vuelta?
— De aquí a la luna, y de vuelta – susurró sonriendo, todavía sobre mi hombro.
Sonreí yo también, dándome la vuelta. Candy me miró a los ojos y se acercó a mí, poniendo sus manos en mi torso, y alzándose de puntillas para darme un beso muy corto sobre los labios. Pero yo no iba a tener suficiente con eso. Así que cuando intentó separarse, yo volví a unir nuestros labios, aquella vez en un beso más largo. Mis manos las llevé a su pequeño culo. Aunque me sobraban manos para agarrarlo, me encantaba hacerlo. Ella golpeó levemente mi torso, en forma de queja, pero no dejé de hacerlo; sino que por lo contrario, atraje más su pequeño cuerpo al mío.
— ¿Esto es lo que entendéis por vestíos? – interrumpió Louis de pronto, por lo que solté a Candy y dejé de besarla – Falta ropa para poder considerar que habéis cumplido vuestra misión. Venga, que nos tenemos que ir.
— ¿Puedo matarlo, por favor? – susurró Candy para que solo yo la oyera.
— No dudo que el mono naranja te quedaría bien, pero no me gustaría ir a visitarte a la carcel, muñeca – reí, dando un beso a su frente y girándome para coger la camiseta que había querido ponerme antes.
Louis se quedó supervisando desde el marco de la puerta para que no volviéramos a entretenernos. Mientras yo me ponía la camiseta de manga larga que había escogido, Candy se puso unas medias, haciendo que ni Louis ni yo pudiéramos quitar la mirada de ella.
— Tomlinson, quita esa sucia mirada de mi novia.
— ¡Que no se ponga así delante de mí! ¡Tengo ojos, no puedo evitar mirar!
— Muñeca, no seas tan sexy.
— Solo me estaba poniendo unas medias... – arqueó una ceja, sentándose sobre la cama – ¿qué tiene eso de sexy?
— Todo, Candy... todo – le respondió mi amigo.
Ella solo puso los ojos en blanco y se puso unas botas, mientras que yo me puse una sudadera azul. Luego me acerqué a Candy y, cuando se puso de pie, tomé su mano.
— Menos mal, tardáis demasiado.
— Necesitas conseguirte una vida... y una novia – le dije, negando con la cabeza –. ¿Alguien más vendrá?
— ¡Nosotros! – sonrió Belle, a la vez que salía de la habitación – ¿Podemos?
— Claro, hay sitio en el coche.
Eché un vistazo hacia la rubia y mi amigo. Él volvía a tener un aspecto que daba asco. Tenía varios arañazos, que ya le habían llegado hasta a los brazos, y sus mejillas estaban muy coloradas, no por la vergüenza, sino seguramente del esfuerzo hecho. Su camisa tenía los botones mal abrochados, y se le había olvidado subirse la cremallera del tejano. Sin embargo, Belle llevaba el pelo con unos tirabuzones tan perfectos en las puntas, que parecía recién llegada de la peluquería. Y vestía con un outfit que no me extrañaría ver en alguna revista de moda. Su rostro estaba también perfecto, con la cantidad justa de maquillaje.
— ¡Deja de mirar así a mi novia! – chilló Niall de repente, tapándose la boca al darse cuenta de lo que acababa de decir.
___________
hola muñecaaaaaaaas asdhjfkdlglk
¿Cómo estáis? Yo súper feliz, ya he llegado a los 40K seguidores (ah diciéndolo en todos lados soy súper pesada lol) btw, GRACIAS GRACIAS GRACIAS a todas las que me leéis y seguís, de verdad, me dais la vida con esto, en serio, jamás imaginé que llegaría a tener tantos seguidores <3
y bueeeeno, ¿qué os ha parecido el capítulo de hoy? Candy y Harry ya están rozando los límites, ah. Ahaskfddfk, ¿quién quiere conseguirle una novia a Louis? Le hace falta, srsly. Pobre Handy, no tienen intimidad. ¿y lo quE HA DICHO NIALL? OMGOMG BELLE ES SU NOVIA <3 Bebés, okokok, no puedo vivir así.
AAAAAH, ALGO MÁS QUE QUERÍA DECIR. Esto ya lo expliqué antes, pero parece que no quedó muy claro. Portobello forma parte de una saga. Será un libro con cada uno de los chicos. Es decir, la segunda parte se llamará Camden Town y será la historia de Niall y Belle. La tercera es Hyde Park y es la de Zayn con su chica, y así con los cinco... :p YYYYY, OS EMOCIONASTEIS DEMASIADO CUANDO DIJE QUE HANDY TENDRÍAN CHUSKI EN EL CAP 80, PERO EN REALIDAD NO VA A TENER TANTOS CAPÍTULOS SOS.
» capítulo dedicado a pilihostypamatom
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top