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« Candice »
Cuando llegué a la editorial, en seguida me atendieron, dejándome pasar a la sala de producción. Estuve trabajando con dos chicos, preparando la imagen del libro, eligiendo la tipografía y el papel que se usaría, además de la portada. Salí, bastante satisfecha con el resultado, y me fui directa hacia a cafetería. Al entrar, vi a Luke en la barra, algo aburrido, ya que no había nadie.

— Buenos días – saludé, haciendo que su vista se dirigiera a mí y sonriera ampliamente.

— Candy... Buenos días, ¿cómo estás?

— Muy bien – me acerqué al mostrador, y él empezó a preparar mi café sin necesidad de pedirlo –. Ya hemos empezado el proceso gráfico del libro, estoy súper contenta. ¿Tú cómo estás?

— Genial... ¿te gustaría salir a algún sitio cuando termine?

— Uhm... no creo que pueda hoy, Luke... – murmuré, algo tímidamente. Sabía lo que Luke sentía, pero yo no tenía los mismos sentimientos hacia él. Además, había acordado hablar con Harry para vernos.

— ¿Estás ocupada? – asentí, mientras él terminaba el café – Bueno, está bien. Cuando tú puedas...

— Ya vamos hablando, ¿sí? – sonreí, aceptando el vaso de cartón que me pasaba – Te diré algo.

— Vale, te estaré esperando.

— Claro – sonreí –. Adiós, hablamos luego.

Dejé el dinero del café sobre el mostrador y le dediqué una sonrisa antes de darme media vuelta y salir del local. Mientras caminaba hacia la parada del autobús, busqué mi móvil y vi algunos mensajes de Harry, pidiéndome que le llamara cuando terminara de la reunión en la editorial, así que marqué su número esperando que llamara. Pero después de cuatro toques, me saltó el contestador, así que colgué. Fui a intentarlo por segunda vez cuando llegó el bus que tenía que coger, así que lo dejé para más tarde y subí en el vehículo, yéndome a la planta superior para sentarme detrás de todo. Me puse los auriculares, dejando que la música me evadiera de las pocas personas que había a mi alrededor, hasta que llegué a mi parada, y me bajé del rojo autobús. Entonces me quité los audífonos para volver a marcar a Harry, que esa vez atendió al segundo toque.

— ¡Hola! – exclamé.

— Hola – saludó, una voz de mujer, por lo que fruncí el ceño –. ¿Candy, eres tú? Soy Anne.

— Oh... Sí, Anne, soy yo. ¿Le ha pasado algo a Harry? – pregunté preocupada.

— No, no, cielo. No le ha pasado nada. Solo ha salido con Niall y se ha dejado el móvil en casa. No creo que vuelva hasta esta noche, porque iban a salir de fiesta, pero cuando llegue yo le digo que le has llamado.

— Está bien, muchas gracias Anne.

— Nada, cielo. Oye, siento ser cotilla... pero necesito saberlo. ¿Habéis vuelto Harry y tú?

— Bueno... creo que estamos en ello – reí levemente –. Pero prefiero ir más lento esta vez.

— Lo entiendo, Harry puede ser un poco tonto... o bastante. Pero sé que te quiere muchísimo, y no tienes ni idea del bien que le haces. En serio, eres la mejor chica que él podría haber encontrado.

— Tampoco es para tanto, Anne... – murmuré sonrojada, entrando a casa – Pero gracias. Yo también quiero mucho a Harry – afirmé sin mentir.

— Me alegra mucho oír eso, de verdad... Pero bueno, ya te dejo tranquila, que seguro que tienes muchas cosas que hacer. Y avisaré a Harry para que te llame en cuanto llegue.

— Muchas gracias, Anne. Adiós – me despedí de ella, sonriendo levemente.

— Adiós, cielo.

Anne colgó la llamada, así que dejé el móvil en la mesa del salón y fui hacia mi habitación para cambiarme, poniéndome algo más cómodo. Encendí la calefacción y me fui hacia el salón de nuevo, con el portátil en las manos. Me senté en el sofá y empecé a pasar algunas de las frases que tenía manuscritas en mi libreta, al ordenador. Cuando una hora después, fui interrumpida por el timbre. Algo extrañada, me levanté y fui a la puerta. Como no esperaba a nadie, eché un ojo por la mirilla, pero no parecía haber nadie al otro lado de la puerta, así que abrí poco a poco, todavía más extrañada. En el suelo, vi una caja de cartón con algunos agujeritos en la tapa. Arqueé la ceja y me agaché, abriendo dicha tapa. Dentro de la caja había un pequeño conejo, que no debía medir más de un palmo; tenía todo el pelaje negro, al igual que sus ojos; sus orejas eran pequeñas y caídas hacia abajo. Miré enternecida al animal, cargándolo en brazos.

— ¿Te gusta? – preguntó una inconfundible voz. Yo miré hacia arriba, viendo a Harry frente a mí. Sonreí y me puse de pie junto al animal.

— ¿Estás de broma? Es precioso... – dije, haciendo un puchero y acariciando la pequeña cabecita del animal – Me encanta, Harry.

— Me alegro de que te guste – sonrió él, abrazando mi cintura y dándome un beso en la frente –. Pensé que era algo más diferente a la mascota típica, un perro o un gato. Diferente, y especial... como tú.

— Creo que debo tomarme eso como un cumplido – bromeé, apoyando mi cabeza en su torso y manteniendo mi mirada en el animalito.

— Te he traído lo que necesitas para esto... – dijo, señalando una jaula con varias cosas dentro, que había dejado en el pie de la escalera.

— Gracias, de verdad... – sonreí, abrazándole más fuerte.

Harry fue a coger la jaula y entró junto a mí a casa. Fuimos al salón y dejó ahí la jaula. Sacó lo que había dentro de ésta y puso serrín en ella. Dejé al pequeñito animal en la jaula y le puse algo del pienso que había traído Harry. Luego, mientras él se acomodaba, sacándose el abrigo y dejándolo en el perchero, fui a por algo de agua para ponérselo al conejo.

— Es muy bonito – dije, mirando al animal mientras éste bebía.

— No tanto como su dueña... – rió Harry, abrazándome desde atrás. 

— Cállate, tonto – murmuré, riendo levemente.

— Hmm... te he echado tanto de menos, muñeca – susurró, dando varios besos en mi mejilla.

— Solo han sido unas horas, Harry... – sonreí, dejando que siguiera con los cortos besos.

— Demasiadas... Una sola hora sin ti es demasiado...

— Te he llamado antes, pero...

— Me he dejado el móvil en casa.

— Lo sé, tu madre me lo ha dicho – dije, mientras él me llevaba hacia el sofá –. Hemos estado hablando.

— ¿Ah sí? – sonrió, con sus labios pegados a mi cuello – ¿De qué habéis hablado?

— Me ha dicho que eres tonto...

— Eso es amor de madre – rió, sentándose en el sofá, y dejándome sentada sobre sus piernas, todavía de espaldas a mí.

— Pero que me quieres mucho.

— Eso es verdad. ¿Qué le has dicho tú?

— Que yo también te quiero mucho.

— Así me gusta... – sonrió, abrazándome más fuerte.

Harry me hizo darme la vuelta, dejándome a horcajadas sobre él, y sonrió antes de agarrar mis mejillas. Lentamente me llevó hacia él y empezó a besarme. Sus labios se pusieron sobre los míos con delicadeza, con cuidado, tratándome con cariño. Juntos empezamos un ritmo lento y suave, casi parecía que estuviéramos componiendo una sorda sinfonía, en la que los únicos instrumentos eran nuestros labios. Parecía que todo a nuestro alrededor había enmudecido, para escuchar nuestra preciosa y armónica composición. Sus manos se metieron bajo mi camiseta, para empezar a acariciar mi espalda, sin segundas intenciones más que aquellas suaves e inocentes caricias. 

— Harry... ya vale... – murmuré, riendo levemente – Quiero jugar con el conejito...

— Pero...

— ¡Tú eres el que me lo ha regalado! – exclamé, alejándome – Atente a las consecuencias.

Me puse de pie y fui hacia la jaula, cargando en brazos de nuevo al pequeño animalito negro. Sonreí acariciándole antes de volver hacia el sofá, donde Harry se había estirado. Yo dejé el conejo sobre su torso y me acosté a su lado, con la cabeza también en su pecho. Harry pasó su brazo por encima de mis hombros, acariciándome levemente el brazo. Yo me puse a jugar con el conejito, acariciándole suavemente mientras él iba arriba y abajo por el abdomen de Harry.

— Somos una familia feliz – bromeó Harry, acariciando también al animal.

— ¿Él es el hijo?

— No, el abuelo – dijo con ironía, antes de reír –. ¿Cómo vas a llamarle?

— ¿Es macho o hembra?

— Macho, así te protege si quieren atacarte.

— Uy, seguro que puede atacar ferozmente – bromeé, riendo levemente.

— Pero bueno, ¿cómo vas a llamarle? Llámale Harry.

— ¿Cómo voy a llamarle Harry? – reí – Tiene que ser un nombre más bonito.

— Ah, ¿así que mi nombre no es bonito?

— Claro que es bonito, pero no para un conejo. Ya te he dicho que me encanta tu nombre.

— Ya, ya... – sonrió – Entonces, ¿cómo vas a llamarle?

— Uhm... me gustaría que fuera algo relacionado con nosotros.

— ¿Handy?

— Ay no, eso es muy famosillos cutres de Hollywood.

— ¿Te refieres a Kimye? A mí me gustan, son muy monos.

— Cállate, que asco – reí.

— Pues piensa tú un mejor nombre.

— Uhm... Fritz.

— ¿Fritz...? ¿Fritz Lang?

— Sí... el director de la película de nuestra primera cita.

— Es muy.... alemán. Pero me gusta.

— Fritz... – murmuré, rozando la naricita en constante movimiento del conejo, con la mía.

— Madre mía, cualquier día de estos me vas a hacer morir de ternura.

— ¿Pero qué dices? – reí.

— Voy a preparar algo de comer, ¿te parece?

— Claro – asentí, apartándome junto al animalito.

— Quédate aquí entablando relación con tu nuevo compañero de piso.

— Está bien – sonreí, a la par que él se levantaba. Entonces Harry se agachó para darme un corto beso antes de irse a la cocina.

Cogí el portátil por un segundo para guardar el archivo que había estado editando antes de que Harry apareciera. Luego lo cerré, abriendo sin querer el archivo del libro que estaba por publicarse. Eché un vistazo al capítulo en el que estaba por defecto. El capítulo "De pesadilla a sueño".

"Anoche me desperté mientras soñaba. Eran las 4 a.m. Mi corazón latía más rápido de lo que nunca lo había hecho antes. Estaba asustada, probablemente por alguna pesadilla. Entonces sentí sus brazos alrededor de mi cintura. Sus dedos estaban sujetándome contra su cuerpo. Su respiración estaba sobre mi cuello, haciéndome sentir lo calmado que él estaba. Puse mis manos sobre las suyas, y enredé mis dedos con los suyos. Mi corazón empezó a latir a su ritmo. Todos mis miedos, desaparecieron, dejándonos a los dos solos. Sonreí nerviosamente. Sabía que estaba sintiendo algo, pero no quería que él lo supiera. No quería que él pudiera saber que me hacía sentir segura. Solo quería que él me quisiera de la misma manera en la que yo le quería a él. Entonces pensé... 'Espera... ¿acabo de pensar que le quiero?'."

Sonreí levemente, cerrando el archivo al terminar de leer aquella parte. Realmente, Harry me había gustado desde el primer momento, pero no había querido aceptarlo. Y la manera en que tenerle cerca me calmaba, me hacía confirmar aquello. Harry apareció al poco rato con una bandeja, con dos platos y un par de vasos, llevando una botella de agua bajo el brazo. Se sentó a mi lado y dejó la bandeja y el agua sobre la mesa. Yo me levanté a dejar el conejito en su jaula y regresé junto a Harry. Miré los platos de comida, era pasta con alguna salsa que no podría ni reconocer.

— Wok de verduras, con pasta.

— Hm... ¡huele súper bien! – dije, hundiendo el tenedor en él, y llevándolo a mi boca – ¡Mierda, cómo quema! – exclamé, volviendo a dejar la pasta en el plato.

— ¡Es que tienes que dejar que se enfríe un poco!

— Es que esto tiene tan buena pinta, Harry... – hice un puchero.

— Bueno, mientras se enfría... tengo algo que proponerte – dijo, agarrando mis manos.

— Dime...

— Voy a ir un fin de semana, con mis amigos, a una casa rural... llevamos mucho tiempo planeándolo. Serán tres días solo, y lo pasaremos súper bien. Me encantaría que vinieras con nosotros.

— ¿Con tus amigos? – hice una mueca, sin gustarme esa idea para nada.

— Solo serán cuatro amigos, muñeca. No seremos muchos. Por favor, realmente me gustaría que vinieras conmigo.

— Pero es que...

— Candy, vas a tener que irte acostumbrando a ellos.

— Pero poco a poco... no yéndome a pasar un fin de semana en una casa con ellos.

— Por favor – rogó con una cara de perrito abandonado bajo la lluvia.

— Harry... – me quejé, sabiendo que no podría resistirme a sus pucheros.

— Por favor...

— ¡Está bien! ¡Iremos! ¿Cuándo es?

— No, si aún falta un mes, pero quería asegurarme de que vendrías – sonrió, agarrando su plato de pasta y metiéndose un poco en la boca.

— Bueno... tienes que decirme el día, para que no haga acuerdos con los de la editorial.

— Claro – sonrió –. No te preocupes.


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Holiiiiiiii muñequis.
Bueni, no me ha gustado demasiado el capítulo de hoy :l pero bueno, idk ¿Qué os ha parecido a vosotras? ¿Qué os ha parecido el regalo de Harry? Ay, echo de menos a mi conejito:( ¿Cómo creéis que pasarán el fin de semana en la casa rural Harry, Candy y los chicos? CHAN CHAN CHAN CHAN.

Hace poco empecé a publicar un fanfic de Michael Clifford llamado Stalker, si queréis... os podéis pasar a echarle un vistazo y comentarme qué os parece. ¿No? :p ahsdjfk

Anyway, ya no me queda mucho para llegar a los 40K seguidores, y me gustaría hacer algo especial, ¿qué os gustaría a vosotras que hiciera? :3

» capítulo dedicado a itsjulie1d

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