③④
« Harry »
Cuando Candy y yo terminamos de desayunar, fui hacia la habitación, para coger mi móvil y mirar si tenía alguna llamada o mensaje. Al buscarlo en el bolsillo de mi abrigo, vi como estaba vibrando, pero antes de poder atender la llamada, ésta cesó. Miré la pantalla y vi unas 100 llamadas de mamá, así como mil mensajes de ella también. Hice una mueca y la llamé rápidamente, sabiendo que me caería una buena bronca por haber desaparecido así de casa.
— ¡Harry! – me chilló mamá nada más descolgar.
— Hola, mami – dije dulce, para que no se enfadara tanto.
— Ni hola, ni holo. ¿¡Se puede saber dónde estás!? – siguió gritando.
— Es que anoche Candy me llamó y bueno... estoy en su casa. He pasado la noche aquí. Con las prisas se me olvidó avisarte.
— ¡Pues no se te puede olvidar algo así, pedazo de tonto! – como chillaba tanto, aparté un poco el teléfono de mi oreja para que ella siguiera echándome la bronca sin que yo la oyera – ¡Es que eres idiota, Harry! ¿¡Sabes el susto que me he dado cuando he visto que todas tus cosas estaban aquí, pero tú no!? ¡Es que no te has llevado las llaves, ni la cartera, ni nada!
— Pero me acordé de llevarme el móvil – me defendí.
— Más te vale aprovechar este rato con Candy porque en cuanto vuelvas estarás castigadísimo.
— ¡Mamá, tengo veintidós años, no puedes castigarme!
— ¡Puedo hacer lo que me de la gana mientras vivas bajo mi techo! – sentenció antes de colgarme.
— Vaya mierda... – susurré, guardando el móvil de nuevo.
— ¿Pasa algo? – preguntó Candy, entrando a la habitación.
— Mi madre se ha cabreado porque no la avisé al venir aquí y se ha asustado al no verme en casa... – me encogí de hombros y me acerqué a ella.
— ¡Es que eres tonto, Harry! – exclamó, golpeando mi hombro a la vez que yo rodeaba su cintura con mis brazos.
— ¡Oye, pero no me pegues! – me quejé, riendo levemente – Es que solo quería venir a verte... no me importaba nada más que no fueras tú... – susurré, rozando mi nariz en su mejilla.
— Sigue sin ser razonable. Es normal que tu madre se asustara y enfadara.
— Sí, dice que en cuanto llegue a casa me castigará – rodé los ojos –, ni que fuera un niño pequeño, ¿sabes?
— Irse de casa así, sin avisar ni nada, muy de adulto no es – negó ella –. Tengo que ir a la editorial, acaban de llamarme, y tengo que salir ya... Así que te toca ir a casa y aguantar tu castigo.
— ¿No puedo quedarme aquí? – hice un puchero – No quiero quedarme todo el día encerrado en casa sin salir, Candy.
— No, haber pensado antes en ello.
— Pero...
— No.
— Candy... – me quejé, frunciendo el ceño y haciendo un puchero.
— Ni Candy ni nada – sonrió, acariciando mi mejilla –, te tienes que ir.
— Vale, pero solo si me das un beso... sino me quedaré aquí esperando a que me lo des.
La vi reír levemente y se puso de puntillas para dar un corto beso sobre mi mejilla. Yo sonreí y negué con la cabeza, agarrando sus mejillas para atraerla hacia mis labios. Ella sucumbió rápidamente, dejándose llevar en la dirección y empezando a besarme en cuanto sus labios y los míos hicieron contacto. Sus brazos empezaron a subir lentamente por mi torso, hasta rodear mi cuello con ellos. Yo, a la vez, bajé los míos hasta su cintura y la acerqué más a mi cuerpo. Si me hubiera besado solo por unos segundos más, la habría hecho saltar sobre mi cintura y luego la habría llevado a la cama... pero se separó para tomar aire y luego dejar un corto beso sobre mis labios antes de separarse definitivamente.
— Ya tienes tu beso.
— ¿No puedo acompañarte hasta la editorial? Luego iré a mi casa, te lo prometo.
— Harry, no llevas ropa – me recordó, señalando mi indumentaria.
— Vaya mierda, es verdad... pues tendré que llamar a Pablito para que me lleve en coche. ¿Te importa esperar hasta que venga?
— No, pero llámale ya.
Asentí y volví a coger el móvil para marcar el número de Niall. Esperé tres toques antes de que me saltara el contestador. Fruncí el ceño, colgando para luego volver a marcar. Y así hasta que a la quinta, me atendió la llamada.
— ¿¡No ves que si no te cojo el móvil es que no puedo hablar, Harry!? – bramó acelerado.
— Pensaba que no lo habrías oído... – de fondo podía oír a una chica gimiendo... bastante fuerte – ¿Estás follando?
— Sí, déjame ya en paz, pesado... – gruñó antes de jadear – Joder...
— Pero necesito que vengas a buscarme a casa de Candy, no puedo volver a casa... por favor, Niall – supliqué en aquel tono tan inocente que sabía que a mi mejor amigo le daba tanta pena que no podía rechazar.
— Déjame... acabar... – sentenció antes de colgar.
— ¿Va a venir a buscarte? – preguntó Candy, abrazándome desde atrás.
— Si vas a seguir abrazándome así, no vendrá a buscarme ni tú irás a ningún sitio – bromeé, poniendo mis manos sobre las suyas –. Sí, vendrá dentro de un rato... Está con una chica. ¿Te importa esperar un poquito?
— No, pero déjame que llame – murmuró, dándome un beso en el brazo, ya que no alcanzaba a mi mejilla.
Dejé que Candy fuera hacia el salón, hablando con los de su editorial, avisándoles de que iría algo más tarde, mientras yo le seguía. Se sentó en el sofá a la vez que colgaba y yo me senté a su lado. Sonreí, acariciando su mejilla y mordiéndome el labio inferior. Candy me estaba volviendo loco.
— Eres tan bonita...
— Cállate, Harry... – murmuró, con los labios tensados en una sonrisa, pero bajando la mirada al suelo.
— No me callo, no me cansaré nunca de decirte lo preciosa que eres... – mi mano descendió lentamente de su mejilla a su cintura y la obligué a acercarse más a mí, ya que ambos estábamos sentados de lado para estar frente al otro – Porque realmente eres preciosa.
Candy alzó la mirada y sonrió levemente dejando que yo matara la distancia entre nosotros para empezar un calmado beso. Sabía que si aceleraba demasiado el beso, se aceleraría todo, y me sería difícil detenerme. Y todavía más difícil al no llevar pantalones. Definitivamente, haber salido sin ropa de casa, no había sido una muy buena idea. Candy puso su pequeña mano en mi torso y, cuando nos separamos unos milímetros para tomar aire, pude ver cómo lamía sus labios, haciendo que yo quisiera hacer lo mismo, así que cuando retomamos el beso, mi lengua empezó a reseguir sus labios. Ella gimió levemente, subiendo su pierna hasta pasarla por encima de las mías. Yo agarré esa pierna y me giré hasta quedar sentado en el sofá, dejándola a horcajadas sobre mí. La noté sonreír sin dejar de besarme, por lo que hice lo mismo, sonreír. Sus manos se pusieron en mis mejillas, dejando sus pulgares sobre mis hoyuelos, mientras su lengua y la mía se rozaban con delicadeza, como si lo que estuviéramos haciendo, estuviera prohibido y lo hiciéramos a escondidas.
— Candy... – murmuré, sintiendo como mi voz ya empezaba a ponerse ronca – Candy para... – rogué al sentir como algo en mí se despertaba, de nuevo – Muñeca... ah... me va a dar algo – gruñí cuando me mordió el labio.
Soltó mi labio, muy poco a poco, mirándome a los ojos. Mi erección rozaba su muslo, y estaba seguro de que podía sentirla. Confirmación que llegó cuando vi sus mejillas sonrojadas. Me lamí los labios, sin dejar de mirarle a los ojos. Entonces se separó un poco, sin salir de encima de mis piernas todavía. Yo sonreí y acaricié su mejilla, tratando de buscar la manera de calmarme.
— Te estás volviendo toda una descarada, ¿eh? – bromeé.
— Me gusta mucho besarte...
— ¿Por qué lo dices como si pidieras disculpas? Me encanta que me beses, y más de esa manera... – sonreí, dejando mis brazos alrededor de su cintura.
— ¿De verdad sientes algo por mí, Harry?
— Algo no. Algo es un término muy confuso. Y yo sé muy bien lo que siento por ti, muñeca – confesé sin timidez, haciendo que ella sonriera ampliamente.
— ¿En serio?
— Claro que hablo en serio. Nunca bromearía con algo como esto... sé lo que sientes, y sé lo que siento. No quiero que ninguno de los dos terminemos heridos, y no creo que haya razones para que eso pase... – sonreí, dando un beso en su mejilla – Puedo esperar por ti, hasta que te sientas lista, todo lo que haga falta. Yo solo quiero hacerte feliz. Si solo estuviera contigo por alguna clase de interés, no esperaría tanto... No te voy a mentir, me gusta el sexo, muñeca. Soy un hombre, y no estoy hecho de piedra, pero por ti esperaría mil años si hiciera falta.
— Harry... – murmuró algo sonrojada, bajando la mirada.
Estuve a punto de contestarle cuando mi móvil empezó a sonar. Miré la pantalla y vi que era Pablito, así que atendí rápidamente, a la vez que Candy salía de encima de mis piernas. Yo le sonreí, pidiendo que me esperara un momento, y me puse de pie.
— Hey, ¿ya estás aquí?
— Sí, venga, date prisa. Que después de dejarte, tengo que ir a otro sitio.
— ¿A dónde?
— ¿A ti que te importa? Solo date prisa.
— Vale, ya voy.
Después de colgar, fui a la habitación para ponerme mi abrigo sobre la ropa interior y la camiseta que Candy me había dejado aquella noche –y que le devolvería, aunque fuera mía–. Luego fui al salón, donde ella ya me esperaba con su abrigo y un pequeño bolso. Le sonreí y esperé que se acercara a mí para darme un beso corto y salir juntos de su casa, tomados de la mano.
— ¿Me llamas cuando salgas de la editorial?
— Claro – sonrió.
— ¿Vamos a comer juntos?
— Solo si prometes que esta vez te pondrás pantalones.
— Te lo prometo – reí –. Hasta luego, preciosa.
— Hasta ahora – me agaché para besar su frente, y luego sus labios.
Candy se fue hacia la parada del autobús que había frente a su casa y yo fui hacia el coche de Niall, que estaba parado a unos metros de la entrada al edificio donde vivía Candy. Fui directo hacia el asiento del copiloto, pero me llevé una gran –y grata– sorpresa al ver que éste estaba ocupado por alguien. Una chica. La chica. Sonreí levemente y me fui a los asientos traseros.
— Buenos días – canturreé mientras cerraba la puerta.
— Harry, ¿por qué no llevas pantalones? – fue lo primero que me preguntó Niall, arqueando una ceja. Por suerte el abrigo era largo y no se me veía demasiado.
— Una larga historia – reí –. Hola... ¿Belle? – intenté recordar el nombre de la rubia.
— Buenos días, Harry – dijo ella, sonriendo ampliamente.
— Hasta tu casa tenemos un rato, así que ya puedes ir contándome.
— Bueno, ya te conté que ayer vi a Candy y por fin accedió a hablar conmigo y eso...
— Sí, sí... sáltate las partes que ya sé.
— Bueno, pues estuve hablando con ella por teléfono antes de hablar contigo. Pero luego volvió a llamarme a las tres, porque estaba nerviosa y bueno... quería hablar con alguien y me llamó a mí.
— Si a mí me despierta alguna tía a las tres de la mañana porque está nerviosa, la mando a la mierda.
— Ten en cuenta la indirecta, Belle – bromeé, haciendo que la rubia riera levemente.
— Bueno, continua.
— Después de colgar, volvió a llamarme para decirme que me quería, ¿¡no es genial!?
— Estoy que tiro cohetes y todo – dijo sin un atisbo de emoción –. Sigo sin ver el punto a que vayas sin pantalones.
— Pues que me colgó antes de dejarme contestarle nada, y cuando intentaba llamarle, no me daba tono, así que me puse un abrigo tal y como iba y vine hasta aquí para decirle que yo también le quiero.
— ¿Esto es en serio? – preguntaron los dos a la vez.
— ¡Que romántico! – exclamó la chica, haciendo que yo sonriera.
— ¿Sí, te parece romántico? – pregunté contento.
— ¡Súper romántico! ¡Me encantaría que alguien hiciera algo así por mí! ¡Recorrer medio Londres de madrugada solo para decir que me quiere! ¡Dios mío, me moriría al instante!
— Es de calzonazos – dijo Niall, cortando el rollo –. Eres un jodido calzonazos, Harry. O sea... eres idiota. ¿No podrías haberle escrito un mensaje y que ya lo leyera cuando encendiera el mensaje?
— Cállate, Niall – le reprochó la chica –. Lo que hiciste fue súper bonito, Harry. Seguro que ella lo aprecia un montón – Belle se giró hacia mí y me sonrió dulcemente –. Las chicas apreciamos un montón detalles como esos.
— Pues cásate con él – escupió Niall, girando bruscamente a la izquierda.
— ¡Conduce con más cuidado! – chilló la chica.
— Ah, ¿tampoco te gusta como conduzco? – bufó mi amigo.
— Cálmate, Pablito... – me reí, al ver que se estaba poniendo celoso.
— ¿Pablito? – preguntó la rubia.
— ¡Noo! – reí – ¿¡Niall aún no te ha contado la historia de Pablito!? – carcajeé.
— ¡No, y tú tampoco lo harás a no ser que quieras que te corte los huevos, Styles! – me chilló mi amigo.
— ¡Cuéntamelo, Harry! – rió la chica, poniendo su mano en mi rodilla – ¡Por favor!
— No te va a contar nada – sentenció Niall, agarrando la muñeca de Belle y haciendo que dejara de tocarme –. Ya hemos llegado a su casa, tiene que irse.
— Te la contaré en otra ocasión, Belle – sonreí, guiñándole un ojo –. Gracias por traerme, tío – di una palmada en el hombro a mi amigo –. ¡Nos vemos luego!
__________
¡Hola, muñecas!
No sé cómo he escrito este capítulo tan rápido, lo empecé anoche, y ahora me he puesto a saco y lo he terminado, que llevo todo el día haciendo test de conducir y ya estaba agobiada D: anyway, ahsdkadkfdg, tengo feels por culpa de Handy.
¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿No pensáis que Harry y Candy son súper goals? ¿Y qué pensáis de Niall poniéndose celosito? AY QUE EL PICAFLOR SE ENAMORA, okno oksi (sara te odio) ahsjdfkasdgk anyway, ¿cuándo creéis que Harry y Candy, por fin van a... chuski chuski? jej.
→ capítulo dedicado a zarry_almighty <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top