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« Candice »
Miré hacia abajo, colocando bien mi falda. Luego puse un mechón detrás de mi oreja y alargué mi mano para, nerviosamente, picar al timbre de casa de Harry. Tal como le había prometido, el día después de Navidad, fui a su casa.
— Hola, muñeca – me saludó Harry con una sonrisa, con cara de dormido –. ¿Cómo estás?
— Bien, ¿y tú? – pregunté, acercándome a besar su mejilla.
— Eres mi novia, quiero los besos en la boca.
— No.
— ¿Por qué no?
— Porque no quiero – sonreí, peinando como podía su enredado cabello –. ¿Acabas de despertarte?
— No ha sonado la alarma y a mamá le da mucha pena despertarme cuando duermo... – se encogió de hombros – ¿A que es un amor?
— Eres un dormilón – reí, mientras él envolvía mi cintura con sus brazos –. Hey, ¿qué haces?
— Ya te he dicho que quiero un beso en los labios – susurró, acercándose.
— No ahora, Harry... – murmuré, negando con la cabeza – ¿Y si nos viera tu madre? Dios, me moriría de vergüenza.
— ¿Por qué? – arqueó una ceja – Pero si solo es un beso.
— Que no, Harry, por favor...
— Vale, vale... entra.
Harry soltó mi cintura y se apartó a un lado para dejarme entrar en su casa. Me llevó hacia el salón, donde Gata estaba acicalándose sobre el sofá. Él me llevó hacia el lado del animal y la cargó, dejándola en el suelo, para poder sentarse él.
— Pobrecita, con lo tranquila que estaba – hice un puchero, sentándome al lado de Harry.
— Este es mi sitio del sofá, y lo sabe. Puede ponerse en cualquier otro sitio, pero no aquí.
— Que malo eres.
— Que no soy malo, no digas eso... – murmuró, haciendo un puchero y pasando su brazo por encima de mis hombros.
— Hola chicos – saludó la madre de Harry, entrando al salón. Yo de inmediato me sonrojé, ya que Harry seguía medio abrazándome –. Hola Candy, ¿cómo estás? – preguntó amigablemente.
— B-bien – tartamudeé con nervios.
— ¿Has visto que tímida es? Ay, es que no puede ser más mona... – rió Harry, acercándome más a él.
— Basta – murmuré, golpeándole levemente.
— Chica, me estás robando a mi niño – me dijo la mujer, con un deje de humor –. ¡Nunca le había visto así!
— Porque nunca ninguna chica me había gustado tanto como me gusta Candy.
— Harry... – murmuré, sintiendo que si me sonrojaba un poco más, probablemente me convertiría en un tomate.
— Aow, que monos – sonrió Anne.
— Mamá, Candy y yo vamos a la cocina, ¿vale?
— ¿Vais a hacer vosotros la comida? ¿Me darás un día libre por fin? – bromeó su madre.
— Nope – canturreó Harry, poniéndose de pie –, vamos a hacer galletas.
— ¿Qué? – pregunté, arqueando una ceja – ¿Quieres que queme la casa, Harry? Sabes lo pésima que soy en la cocina.
— Yo estaré contigo para que no la líes, muñeca.
Noté mis mejillas ardiendo de nuevo al oír que me llamaba “muñeca” delante de su madre, pero ella pareció no darle más importancia al tema. Harry me guió hacia la cocina y me dijo que esperara mientras él sacaba todos los ingredientes. Entonces empezó a buscarlos en la nevera y en los armarios, dejándolos todos sobre la gran encimera.
— ¿Quieres un delantal o no te importa mancharte esa preciosa falda?
— ¿Mancharme? ¿Tan arriesgado es hacer galletas? – arqueé una ceja. La verdad era que nunca había hecho galletas.
— Estaba bromeando, muñeca. Venga, ven aquí.
Me acerqué a él, que había puesto un bol grande frente a nosotros, sobre la encimera para hacer ahí la mezcla para las galletas. Me dejó que yo me pusiera delante, colocándose él detrás de mí, agarrando mi cintura con una mano, y mirando por encima de mi hombro para controlar lo que hacía, para que no causara ningún desastre.
— Vale, ¿lista?
— Eso creo... sí.
— Venga, necesitamos trescientos gramos de harina – dijo, señalando una bolsa de harina y una báscula –. ¿Sabes pesarlo?
— ¿Me estás tratando de tonta?
— De tonta no, de torpe.
— Eres malo conmigo, Harry.
— Claro que no, soy un cielo. Un amorcito. Venga, pesa la harina.
Asentí, cogiendo el paquete de harina y lo eché lentamente sobre la báscula, viendo como la barrita roja iba avanzando hasta que llegó al número 300 entonces lo dejé de nuevo sobre la encimera. Harry cogió un huevo y lo rompió en el borde del bol para echarlo sobre la harina, así que yo hice lo mismo con el otro que había junto el que él había cogido y repetir el mismo proceso. Él me hizo agarrar las barillas para meterlas en medio de la mezcla y pegó su brazo al mío para hacerme batir la mezcla de harina y huevo.
— Hay que hacerlo con algo más de fuerza, muñeca... – susurró a mi oído, acelerando el ritmo con el que batía.
— ¿No es muy espeso, Harry?
— Ahora añadiremos leche, pero hay que mezclar esto primero... así tendremos una masa más fina.
— Está bien, tú eres el experto, no yo.
— Exacto, sólo déjame hacer... déjate llevar... – susurró pegado a mí, rozando sus labios en mi oído.
— Está bien... – tartamudeé algo nerviosamente.
Harry, con la mano con la que no sujetaba mi muñeca, agarró un cartón de leche y empezó a echarla poco a poco sobre la mezcla, haciendo que ésta tomara una consistencia algo más líquida. Luego le añadió azúcar glass también, para volverla a hacer algo espesa de nuevo, pero no tanto como antes.
— Solo falta añadirle las pepitas de chocolate – explicó en el mismo tono, aún pegado a mi oído.
— ¿Puedes dejar de hacer eso? Me estás poniendo nerviosa... – tartamudeé torpemente.
— ¿Hacer qué? – sonrió, sin alejarse.
— Eso... basta... – murmuré, tratando de apartarme.
Harry soltó una pequeña carcajada ronca, bajando sus manos hasta mi cintura, rodeándola con ellas y acercándome todavía más a su cuerpo. Solté las barillas, dejando de batir la mezcla, al sentir como los dedos de Harry acariciaban mi cintura por encima de la tela de mi falda.
— Estás yendo muy lejos, Styles... – musité, tratando de detenerle.
— No estoy haciendo nada malo, Lovelace.
— No vuelvas a decir mi apellido si no quieres quedarte sin descendencia.
— ¿Me cortarías el pene? ¿Y qué sería de nuestros preciosos hijos pelirrojos de ojos verdes?
— ¿Qué dices, Harry? – pregunté, arqueando una ceja.
— Nuestros cuatro hijos: Sarah, Jill, Henry y el pequeño Timmy.
— Estás como una jodida cabra, Harry.
Él rió nuevamente, y me obligó a girarme, para quedar de cara a él, y me miró a los ojos, mientras se mordía el labio, acercándose a mí cada vez más. Mis mejillas se sonrojaron, probablemente de manera notoria, ya que Harry negó levemente con la cabeza, sin dejar de sonreír. Se lamió los labios y siguió acercándose, con intención de besarme, pero en aquel momento estaba demasiado nerviosa para besarle, así que agarré algo de harina, espolvoreándola en su cara.
— ¿¡Qué haces, loca!? – carcajeó Harry
— ¡No quería que me besaras! – reí yo, haciendo que me soltara.
— ¿¡Y hacía falta lanzarme harina a la cara!? ¿¡No podías, simplemente, decirlo!? – se quejó, quitando la harina que estaba alrededor de sus ojos – Esto va a salirte caro, muñeca.
— No, no, no... por favor, Harry. No.
— Ven aquí...
Agarró mi cintura, pegándome a él, a la vez que empezaba a darme besos por todos lados, llenándome de harina por lo tanto. Yo reí, queriéndome apartar, pero agarró mi cintura aún más fuerte y empezó a repartir besos por toda mi cara.
— ¡Basta, Harry! – carcajeé, cogiendo más harina para alejarle de mí.
— ¡Ni se te ocurra, Lovelace!
— ¿Te atreves a repetir mi apellido? Te la estás buscando, Harry – amenacé, con la harina en mi mano.
— Dámelo todo, nena – bromeó, abriendo sus brazos, yo reí, manchando su mejilla con el polvo blanco.
Harry agarró también algo de harina y me manchó el pelo. Yo fruncí el ceño y, al intentar devolvérsela, agarró mis muñecas con fuerza y, con su pelvis, me empujó hacia la encimera, para acorrarlarme contra ella. Me sonrojé al ver como bajaba sus manos –junto a las mías– hasta dejarla casi en mi trasero. Su pelvis estaba duramente apretada contra mí, haciéndome sentir toda su anatomía. Toda.
— Harry... – susurré.
— Eres preciosa...
— Hay que poner las galletas en el horno... – susurré, siendo interrumpida con sus besos, duros y húmedos, en mi cuello – Aunque creo que tú estás más caliente que el horno... – musité nerviosamente.
— Sin duda... – afirmó, apartando todo para subirme y dejarme sentada encima de la encimera – Es que me calientas tanto...
— Basta...
— ¿Me dejas meter mi galleta en tu horno?
— ¡Harry, por dios! Eso no es sexy, es estúpido.
— ¿No es sexy?
— No, para nada.
— Joder, Candy...
— Me da asquito.
Harry suspiró y asintió levemente con la cabeza, soltándome para dejarme separarme de él. Entonces cogí la bandeja con las galletas y abrí el horno para meterla, teniéndome que agacharme para ello, momento que Harry aprovechó para agarrar mi cintura y pegar su erección a mi trasero.
— ¡Harry! – chillé, separándome y quemándome en la mano – ¡Mierda!
— ¡Candy! ¿Estás bien?
— ¡Es que eres idiota, estúpido! – bufé, corriendo a la pica para abrir el grifo de agua fría, poniendo mi mano bajo ésta.
— Lo siento...
Le dediqué una mala mirada mientras seguía con la mano bajo el agua fría. Él hizo un puchero y se acercó a mí, abrazando mi cintura y acercándome a él. Yo intenté apartarme, pero no me lo permitió.
— Lo siento mucho, muñeca... Es que eres tan preciosa que me cuesta la vida controlarme. Yo solo quiero quitarte la ropa y hacerte el amor sobre la mesa...
— Harry, para.
— Lo siento.
— Vale, te perdono. Pero deja de decir cosas así.
Asintió levemente y me abrazó, haciendo que mi cabeza quedara recostada en su hombro. Él llevaba algo de colonia por su cuello y de aquella manera podía olerlo fácilmente. Y era un aroma que, realmente, me alteraba. Bueno, no a mí, a mis hormonas. Haciendo que yo solo me pusiera más nerviosa. No era suficiente tener a un chico como Harry abrazándome como para encima quedarme atontolinada con aquel aroma.
— ¿De verdad me perdonas?
— Que sí, Harry.
— ¿Pasarás el fin de año conmigo? – preguntó de repente – Podemos ir al Waterloo Bridge a ver los fuegos artificiales y luego ir de fiesta.
— Eh, n-no sé, Harry... ¿No tenías algún plan antes?
— Sí, he quedado con mis amigos. ¿Es eso un problema para ti? No hemos quedado demasiados. Unos siete u ocho...
— No creo que sea buena idea, Harry... Ya estuviste menos tiempo con tu familia en Navidad por estar conmigo. No quiero quitarte tiempo también de estar con tus amigos.
— Eres mi novia ahora... – sonrió, apagando ya el grifo del agua – ¿Sigue doliendo? – preguntó mientras inspeccionaba mi mano.
— ¿Y? Soy tu novia, eso no quiere decir que tengas que pasar más tiempo conmigo que con tus amigos.
— ¿Duele o no?
— No. Pero hazme caso, Harry.
— De verdad quiero que vengas con nosotros, Candy...
— ¿Estará el rubio ese?
— ¿Pablito? Claro, es como mi hermano.
— Me cae mal, Harry... – me quejé.
— Dale tiempo, será más simpático.
— La que no soy simpática soy yo, Harry. No me gusta la gente... – susurré, abrazándole – Se me hace muy difícil acostumbrarme a nosotros como para acostumbrarme a nosotros y ellos, entiéndelo... Necesito más tiempo, por favor.
— Está bien, como quieras... – asintió, besando mi frente – no quiero presionarte. Perdón. Si ves que voy muy rápido, dímelo muñeca. Yo solo quiero que esto salga bien.
— Lo saldrá si sigues siendo un cursi – bromeé, dándole un beso en la mejilla –. Ahora deberíamos quitarnos los restos de harina y limpiar la cocina o tu madre probablemente te mate y a mí me odie de por vida.
— Me parece bien, pero déjame besarte un poco primero...
Reí levemente, negando con la cabeza, cuando Harry agarró mis mejillas y casi me arrastró hacia sus labios. Di un gemido suave cuando empezó el beso que seguí casi de inmediato. Sonreí, abrazando su cintura y besándole suavemente, sintiendo como mi pecho se ensanchaba, como si al besarme me diera aire que necesitaba respirar.
Vale, demasiado cursi.
Harry atrapó mi labio inferior entre sus dientes, dando un leve gruñido. Abrí los ojos, porque había roto el beso para alargar aquel mordisco, y entonces me miró intensamente, haciendo que sus ojos verdes se vieran más oscuros.
— Ejem... – oímos una tos falsa algo alejada, junto a unos golpecitos en la puerta, aunque estuviera abierta – ¿Interrumpo algo? – dijo Anne, entrando a la cocina cuando ya nos hubimos separado.
— Sí, mamá. Interrumpes. ¡Vete! Estábamos besuqueándonos tan tranquilos...
— ¡Harry! – me quejé, con las mejillas sonrojadas, golpeando su hombro.
— No en mi cocina, Harry. ¿Se puede saber qué habéis hecho aquí? – murmuró divertida, mirando la harina que estaba repartida por todos lados, incluídos nosotros mismos.
— Ahora lo íbamos a limpiar.
— No os veía demasiado dispuestos a limpiar... – bromeó, haciendo que me sonrojara todavía más – Venga, os ayudaré. Pero tenéis que limpiar, ¿eh?
Ambos asentimos con la cabeza y, mientras Anne se puso a recoger y guardar todas las cosas que habíamos usado, Harry se puso a barrer el suelo y yo a limpiar toda la encimera. Poco después de terminar, el horno sonó con nuestras galletas listas y, nada más abrir la puerta del pequeño electrodoméstico, toda la cocina se inundó de un olor delicioso.
— ¿Estás estudiando, Candy? – preguntó Anne, mientras Harry sacaba las galletas del horno.
— No, ya terminé de estudiar – le conté tímidamente –, estoy trabajando.
— ¿Y qué estudiaste?
— Filología inglesa.
— Suena interesante.
— Lo es, mucho – sonreí levemente.
— ¿Y de qué trabajas? Si son muchas preguntas dímelo, ¿eh? No quiero molestarte.
— No, no, está bien – afirmé –. Soy escritora.
— ¿En serio? – preguntó algo sorprendida – ¿Has publicado algún libro?
— Dos. Estoy escribiendo el tercero.
— ¡Y tan joven! Harry, me gusta más esta chica que todas las que has traído antes juntas.
— Lo sé. A mí también – sonrió Harry, poniendo las galletas en un bol –. De hecho, creo que es la chica perfecta.
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hOLA MUÑECAS.
Bueno bueno bueno, ¿cómo estáis? Yo estoy feliz por una parte porque he estado de vacaciones (sigo de vacaciones, de hecho) y estoy con Kate y mis hermanas y mi familia y estoy en el paraíso, en serio, es que no puedo estar mejor. Como para que no quiera ni siquiera volverme a Londres:(((
Pero bue, ¿qué os ha parecido el capítulo? ¿No os pasa que Handy son la cosa más preciosa del mundo? Y Harry todo calienturiento me meo JAJAJAJAJAJA ¿Y qué pensáis en fin de año? ¿Dejará a Candy tranquila o o o o ? AAAAAAAAAAAH la intriga eh? Nah en realidad este fanfic no tiene mucha intriga.
¿Os está gustando cómo va el fanfic? Muchas me han comentado que les gusta, pero que quieren que chinguen ya... ¡aún queda mucho para que tengan sexo! Por favor, sería totalmente incoherente que Candy aceptara a tener sexo con Harry ahora sería como que todo el aura del personaje se va a la mierda, ¿sabéis? Así que esperad pacientemente, que cuando pase, será bonito todo.
→ capítulo dedicado a HarrysSweetGirl
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