Capítulo 5
Frente a sus ojos se formaban jirones de colores, se fusionaban destellos y enloquecían en frenéticos movimientos remolinos y espirales. En bastantes ocasiones, durante la carrera, había observado los portales dimensionales de cerca, pero no con el detenimiento, y mucho menos la fascinación, de ahora. Se hallaba como hipnotizado ante su contemplación, impresionado ante la idea de penetrarlo. Esta vez se había preparado bien, sin ceder resquicios a la malhadada improvisación que tan funestos resultados le había procurado.
Era el momento de ejecutar el salto. La iluminación del portal, al que había permitido resplandecer de nuevo después de un mes de ocultamiento tras una barrera mágica de bloqueo, le atraía, le absorbía, le arrastraba inexorablemente hacia el entusiasmo desmedido y la excitación nerviosa que acompaña a todo momento cumbre de la vida.
No deseaba concederse más tiempo; sin más dilación, saltó al interior del portal dimensional en la hora más oscura de la noche.
Y, al otro lado, se topó con una habitación más iluminada de lo esperado. De hecho, hubo de cerrar los ojos durante unos segundos para adaptarse a las nuevas condiciones. Lo primero que oyó tampoco encajaba en sus esquema de lo planeado: dos voces que discutían vivamente por alguna razón, y las voces pertenecían a Darnea y a Sinestáfora, la madre. Captó algunas palabras sueltas: "escándalo", "vecinos", "quitar el móvil". A pesar de que el portal abierto en el cuarto de Darnea se situaba dentro del armario, el impulso le hizo golpear las puertas del mueble, abriéndose de par en par. Aterrizó en medio de la estancia, captando toda la atención de madre e hija, mas con matices diferenciales en sus rostros. Si bien la expresión inicial de ambas reflejó extrema sorpresa y sobresalto, la de Darnea pronto se metamorfoseó en profunda alegría por ver a su amado, si bien denotando tintes de preocupación por el inoportuno momento, mientras que la de Sinestáfora se trocó en iracunda rabia y deseos de estrangular.
Se trató sin duda de un desafortunado suceso; el momento elegido no había sido el mejor, pese a escudarse en la avanzada hora de la madrugada. Las probabilidades de que ambas se encontraran en el cuarto discutiendo eran mínimas; Darnea debía hallarse plácidamente dormida, él iba a despertarla con un romántico beso y a raptarla en sus brazos. Y en un lapso de segundos, juntos e inseparables se disponían a comenzar una nueva y flamante vida con Italia como punto de partida.
Las circunstancias se mostraban adversas, no cabía duda; por ello no había tiempo que perder. "¡Desgraciado!", profirió Sinestáfora. "¡Marcoleno!", exclamó su amada. Mostrando una intrepidez inusitada, Marcoleno se plantó estelarmente junto a Darnea para asirla de la muñeca y literalmente arrastrarla hacia el armario de nuevo. Mas la madre demostró entonces por qué es la mala de la historia; con una agilidad propia de una amazona salvaje, aprehendió cruentamente la otra muñeca de la chica clavándole las uñas. No obstante, el empuje que ya portaba la trayectoria de Marcoleno le permitió entrar en el portal mágico junto a una parte de Darnea, puesto que la otra se hallaba anclada por la violenta sujeción de su madre. "¿Adónde te crees que vas? ¡No te me vas a escapar otra vez! ¡Maldita seas, sinvergüenza! ¡Malditos seáis los dos!". Marcoleno no pudo escuchar más improperios, dado que ya pisaba Italia con ambos pies. Además, dirigió todos sus esfuerzos hacia el rescate de Darnea, que, con una expresión de terror, se debatía entre dos penínsulas del Mediterráneo. "¡Me ha cogido! ¡Mi madre me ha cogido!". "¡Intenta deshacerte de ella, escúrrete!", respondió Marcoleno, no menos aterrado que ella, y con el corazón atenazado por el enorme e inesperado obstáculo hallado en el rapto. "¡No me suelta!". "¡Pues dale una patada!". "¡Oye, que es mi madre!". Marcoleno sabía que los portales dimensionales tienen sus reglas; una de ellas consistía en que el viajero no podía mostrarse indeciso durante mucho tiempo precisamente en el momento de cruzar, ello podía conducir a una absorción al mundo interno del portal. Y pocas personas en el ámbito de la magia se habían atrevido a explorar dicho mundo, puesto que la leyenda cuenta que la absorción es de carácter irreversible: el atrevido o desafortunado en cuestión no podía regresar para relatar su experiencia. Y esto se debía a una razón muy sencilla: los portales abiertos para dicho canal se cerraban permanentemente, al volcar este canal toda la energía sobre sí mismo generando una poderosa implosión. El portal dimensional que Marcoleno observaba ahora mismo con fruición destellaba fulgores diferentes a los habituales y parecía haber agrandado su tamaño, como amenazando encogerse súbidamente. Por todo ello, hizo acopio de fuerza, reuniéndola a base de rabia y miedo al fracaso, y sobretodo por auténtico pavor a la temida absorción. En un alarde de fuerza jamás sospechado por él mismo, tiró de Darnea como si le fuera la vida en ello, de tal manera que consiguió arrastrar los cuerpos de las dos mujeres hacia sí. Sinestáfora salió despedida por el callejón en dirección a la acera y la calzada, en un despliegue exitoso de precarios y vacilantes esfuerzos por mantener el equilibrio mientras desaceleraba sus piernas, las cuales pese a todo parecían resistir el envite y sostener su orondo cuerpo sobre la tierra. Darnea, por su parte, también se precipitó en la misma dirección mas su testa topó con la de su amado, de tal manera que ambos exclamaron de dolor por el golpe. Darnea se tambaleó hacia atrás, hacia las brumas mágicas del canal, a lo que Marcoleno reaccionó con inusitada presteza al advertir que el portal se mostraba más extraño que nunca, exhibiendo unos tonos más escarlata de lo habitual. Se abalanzó hacia su amada, agarrándola otra vez de la muñeca, justo en el momento en que los cabellos de Darnea penetraban de nuevo el portal.
Y ése fue el detalle que lo cambió todo. El futuro entero, el destino permutados.
El portal dimensional adoptó un color rojo intenso, jalonado por espigas nítidas de purpúrea magia, expresando de este modo que se había traspado algún límite, que los valores basales se habían trastocado. Los jirones mágicos comenzaron a rotar violentamente, y un estruendo semejante a una bomba atronó en sus tímpanos. El portal dejó de crecer y pasó a reducir su tamaño velozmente mientras ejercía una fuerza de absorción inapelable de la aterrada joven y de su amado, que no podía permitirse el lujo de desasirse de ella. Ambos estaban siendo succionados por el canal mágico.
Sinestáfora terminó por perder el equilibrio y caer de bruces contra el pavimento, pero desde el suelo pudo observar atónita la escena dantesca que se le ofrecía. Su hija era atraída inexorablemente hacia el portal y lo mismo su malhadado raptor. Podía distinguir todavía sus desesperadas voces en medio del murmullo intenso de la implosión. "¡Me está arrastrando!", "¡Resístete, que no te lleve!", "¡No me sueltes, por favor! ¡Mamá, ayúdanos!". Ante los ojos incrédulos de la madre, ambos se precipitaron hacia el interior de las encarnadas brumas y el portal se cerró rudamente como una feroz mandíbula, para desvanecerse acto seguido. A la noche le fue devuelta así su usual serenidad.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top