Me introduzco en la multitud. Soy uno más entre la ajetreada muchedumbre que vive apresurada. 

Algunos ni siquiera notan mi presencia y se limitan a un simple "disculpa" al toparse contra mí sin siquiera alzar la mirada o percibir que hay algo inusual en mi estructura ósea. O tal vez lo notan y prefieren ignorar este hecho.

No puedo molestarme. Hace poco yo era igual a ellos. Un hombre ocupado con poco tiempo para notar incluso que los sucesos más extraños se están llevando en su presencia. Vivía tan ensimismado en mi trabajo que ni siquiera me percaté de que esos sucesos extraños me estaban empezando a  pasar a mi.

Un cambio había sobrevenido en mi interior. No era un cambio en sí, sino  mi verdadera naturaleza revelándose ante mí. Pero en aquel momento no lo sabía.

Para cuando lo noté ya era tarde. Y me costaba entender lo que me sucedía. Pues mientras que por fuera aún me veía como yo, pero por dentro ya no.

Entonces, en mi momento de mayor desesperación, él apareció en mi puerta. Aquel ser extraño sin rostro que vestía de negro me develó la verdad. Yo no era uno de ellos, aunque por fuera luciese igual.

Al principio me fue difícil de entender, no obstante he aprendido a aceptarlo o más bien a lidiar con ello.

Los humanos aún no lo saben, pero yo soy la llave de su salvación como también puedo llegar a ser la de su completa destrucción.