Portal (One Shot)
Hola! Sé que tengo algunos retos pendientes en otra de mis publicaciones, sin embargo quería publicar esta historia como parte de estas fechas (Halloween/Día de Muertos), y por razones personales.
Espero que dentro de todo puedan disfrutarla.
Pd. Ni los personajes ni las imágenes me pertenecen.
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No era fanático de los lugares viejos, simplemente era lo que mejor se acomodaba a su bolsillo y a la ubicación que necesitaba para poder ir a su trabajo. El departamento era de madera y se escuchaba crujir en algunas partes, sin embargo de forma general era lindo, por lo que pagando la renta adelantada y el depósito como correspondía, tomó posesión de el.
Se mudó un día viernes, y dado que había terminado agotado de subir y bajar escaleras cargando cajas, fue hasta el día siguiente que se puso a desempolvar el lugar y acomodar las cosas en su espacio correspondiente planeando terminar antes del lunes, lo cual no fue posible dado una pequeña gotera en el fregadero y el hecho de que los lugares para comprar comida quedaban algo retirado.
Al ser la primera semana de su ingreso, el trabajo le envuelve, llega tarde, apenas cena, y no le queda tiempo para hacer nada más que ver las desordenas cajas por toda el lugar, todas ellas a medio abrir para sacar lo necesario al momento.
Ya para la segunda, ya más habituado no solo a las rutas, sino a mayoría de sus actividades, concluye que ese fin de semana podrá terminar de acomodar todo para disfrutar de un hermoso hogar.
El sábado, lleva las cajas de un lugar a otro, y en una de esas ocasiones, la esquina de esta se atora con la pesada cortina en el pasillo, haciéndole tropezar ruidosamente y trayéndose consigo la polvorienta tela.
- ¡¿Estás bien?! – escucha una grave voz masculina y al momento busca con la mirada al intruso. Se sorprende al ver un hueco que da hacía una habitación con alguien dentro, donde había jurado el dueño que había una polvorienta y oxidada puerta.
- ¿Quién eres? ¿Qué haces en mi departamento? – pregunta sin responder al otro poniéndose de pie y sobando su brazo donde había caído con todo su peso.
Es rubio y más alto que él, mira de reojo el lugar donde está, entonces Tom se percata de que hay un vidrío entre ellos.
-¿Qué es esto...? – acerca la mano y toca la fría superficie.
- Un espejo.
- Los espejos reflejan la imagen propia, no a un extraño – responde con ligera molestia.
- Me sorprende que puedas verme... - responde el rubio y pone la palma de su mano sobre la propia haciendo que sienta un escalofrío e inmediatamente la retire.
- Ni que fueras un fantasma – dice mientras se inclina a acomodar las cosas nuevamente dentro de caja, no recibe respuesta, por lo que mira sobre su hombro.
- Es un espejo – repite el más alto.
- No lo es... - gruñe – de todas formas no te quiero mirando hacía mi espacio, no sé qué sea esto pero mañana mismo hablaré con el dueño.
- De acuerdo – Es lo único que dice el rubio y lo observa con esa intensa mirada celeste, incomodándolo sin saber porque.
Luego de llevar un par de cajas y sentir su presencia, simplemente tapa el vidrió que los separa, evitando los ojos del hombre al otro lado.
El domingo temprano, antes de continuar con la limpieza, mientras come cereal, habla con el dueño del lugar, quien se deshace en disculpas y le jura que es un espejo como cualquier otro, que aun cuando algunos le han dicho que escuchan voces es solo un espejo normal que no ha podido quitar, haciendo que el estómago de Tom desaparezca y no pueda terminar de desayunar.
Luego de colgar, con cautela vuelve hacía la pesada cortina y de golpe la jala para ver detrás de ella. El rubio se encuentra leyendo en un sillón y al escuchar ruido voltea a ver hacía donde está él.
- Volviste – expresa claramente sorprendido.
- ¿Eres un fantasma? – pregunta en esta ocasión, completamente a la expectativa.
- Hmmm no, no lo soy. ¿Tú lo eres?
- Yo no estoy encerrado detrás de un vidrío.
- Espejo.
- Bueno es lo mismo... - posa su mano nuevamente sobre la fría superficie.
- ¿No tienes miedo? – Pregunta el rubio al verlo curioso más no asustado.
- Dijiste que no eres un fantasma – responde mientras intenta ver el interior del otro lado, parece una habitación pequeña, pero luce cálida desde acá.
- ¿Solamente te dan miedo los fantasmas? – pregunta divertido.
Lo mira de reojo, su expresión es sería un segundo.
- Y las deudas, pero eso no tiene que ver contigo. – responde entonces.
- Qué interesante sujeto – dice luego de reír un poco.
- Me llamo Tom – se presenta el de cabello negro.
- Soy Chris – responde a su vez el rubio con una amplia sonrisa en los labios.
Hablaron de muchas cosas ese día, aunque entre ellas Tom no quiso mencionar ese miedo irracional que tenía a estar solo, razón por la cual no le causaba el menor conflicto hablar con aquel desconocido al cual tenía acceso de manera extraña.
No obstante, pronto Chris dejo de ser un desconocido, por el contrario, aquel hombre se volvió el centro de su mundo. Hablaban de todo y de nada, Chris había intentado estudiar artes plásticas pero la cuestión económica no le había favorecido y había tenido que abandonar la carrera, sin embargo con el poco conocimiento que había logrado adquirir y el hecho de que había sido siempre autodidacta, actualmente pagaban el espacio donde vivía y sus demás necesidades. Nunca pudieron saber dónde vivía el uno o el otro, siempre que alguno de los 2 pronunciaba el lugar donde estaba su hogar, el sonido se distorsionaba, así que dejaron ese tema por la paz.
Pero Tom habló de todo lo demás, de todo eso que no se atrevía a contar a la gente de su trabajo o sus conocidos, de sus libros favoritos, de las canciones que le llenaban el alma y se sintió inmensamente feliz cuando Chris le compartió las propias, dedicándole incluso algunas, no se dio cuenta que poco a poco su solitario corazón se iba enredando en las amorosas palabras del rubio, el como prefería estar frente aquel "espejo" que afuera, tratando de conocer a la gente de su ciudad.
Había mudado el cómodo sillón individual ahí para pasar su tiempo libre platicando con él otro, incluso en ocasiones dormía la siesta en ese lugar para de alguna forma sentirlo aún en su descanso cerca de él, el mundo de repente parecía perfecto y a la vez no, porque cuando las sonrisas y el fuerte latir de su corazón no era suficiente, extendía su mano y lo único que podía tocar era la fría superficie, entonces el calor en su pecho disminuía considerablemente. Pero no importaba, lo que tenía con el rubio era único, especial e inigualable, y se conocía, sabía que no lo podría tener con nadie más, porque sabía que estaba muy lastimado, y porque sabía que no habría nadie más en todo el mundo que fuera igual a "su" Chris, aquel hombre tan cálido como el sol de primavera.
Sin embargo el mayor no pensaba lo mismo, aun cuando disfrutaba de la sonrisa del pelinegro, le carcomía la consciencia verlo ahí encerrado. Le daba igual su condición personal, él había conocido el mundo y había salido muy desilusionado de el, por ello vivía encerrado en su pequeño cuarto, recibiendo clientes pero sin el más mínimo deseo de saber más de las personas, y aun cuando toda su vida había sido una persona egoísta, por primera vez sentía que amaba tanto a alguien como para desear su felicidad a costa de la propia.
- ¿Qué es eso? – preguntó a Tom cuando vio que este encontraba una nota en su agenda del trabajo y sin mirarla mucho tiempo, simplemente la dejaba de lado.
- Debe ser un mensaje de Jeff – respondió sin darle importancia.
- ¿Quién es Jeff? – cortó el rubio cuando vio que el otro iba cambiar el tema, para ese momento lo conocía lo suficiente para saber que eso haría.
- Jeffrey, te había hablado de él, es un compañero de la oficina.
- Ah sí, creo que sí, ¿y por qué te deja notas?
- Hmm... no lo sé, no la vi – se veía algo incómodo.
- Dijiste que no tenías amigos en la oficina.
- No los tengo, que me deje notas o quiera hablar conmigo no significa que sea mi amigo – respondió algo irritado.
- ¿Quiere hablar contigo? Eso no me lo habías dicho.
-Porque no tiene importancia, porque no me interesa – respondió ya irritado.
- ¿Qué es lo que dice la nota? – pregunta de nuevo el rubio, tal vez para torturarse, tal vez para saber si su relación con "su amigo" peligra.
Tom gira lo ojos y sin ganas de verla, solo apoya esta sobre el vidrío.
- Te está invitando a salir el fin de semana – comenta el rubio, mirando al otro para ver su reacción.
- Si hubiera querido saber que decía la habría leído yo mismo – rompe la nota sin mirarlo aún.
- Deberías de salir con él – agregó Chris, y al terminar de pronunciar las palabras se arrepiente terriblemente.
- ¿Qué? – Entonces Tom si le mira, incrédulo.
- Que deberías salir con él, Tom, te la pasas todos los días aquí encerrado – continuó diciendo el rubio, pero era como si alguien más hubiera poseído sus labios, porque a cada palabra que decía se sentía más horrorizado, si el pelinegro salía con el otro, corría el peligro de que le dejara a solas, que no quisiera verle más.
- Vaya, no sabía que necesitaba de tu permiso para ello. – dijo con sarcasmo, y Chris lo conocía, sabía que ese sarcasmo solo salía cuando el dolor estaba cerca.
- Me has platicado varias veces que te gustaría tener amigos, llevarte bien con la gente de tu trabajo, es por eso que te lo digo, sé que no necesitas mi permiso. – explicó lo más tranquilo que pudo, aunque no podía negar que se sentía también algo irritado cuando Tom se ponía a la defensiva y se cerraba tras el sarcasmo.
- Creo que me pensaré muy bien en decirte las cosas si vas a terminar usándolas en mi contra – dijo el menor y sin decir más se puso en pie para irse de ahí.
Ese día no volvieron a hablar. Ni al día siguiente. Chris no entendía como había tomado el otro sus palabras pero obviamente no había sido de la mejor manera, y tal vez estaba mejor así, porque eso mismo que le señalaba al pelinegro era algo que había pensado una de esas tantas noches, que debía olvidar el pasado, le encantaba estar con Tom, pero no podían vivir su vida a través de un espejo.
Tom por su parte se sintió rechazado por el rubio, como si le hubiera aventado lejos de él, tal vez ya estaba harto y no encontraba la forma de decir que dejara de estar enfrente del maldito espejo, porque siempre que él se ponía en aquel espacio, el rubio no tardaba en llegar. Tenía toda la intención de hablar con él para aclarar las cosas, sin embargo ese día que llegó del trabajo, se dio cuenta que Chris estaba con una clienta, pero no hacía como siempre que tomaba las especificaciones del trabajo y la despedía, ¡estaba platicando con ella de él! ¡De su vida!, de esa que el rubio solo le contaba a Tom, y sonreía, le sonreía como cuando hablaban de esas cosas que ambos amaban...
Durante las 2 horas que la mujer estuvo ahí, el pelinegro se mantuvo sentado en el piso con la espalda recargada en la pared al lado del espejo, no quería que Chris lo viera así, abrazando una almohada y repitiéndose que no pasaba nada, que ella solo era una clienta.
Sintió que su pecho se oprimía cuando el rubio le llamo a través del espejo, era la hora de la cena y Tom no se había aparecido a saludar, lo cual preocupó al mayor, sin embargo incapaz de hacer nada más que esperar, cuando ya era muy tarde, dejo una nota pegada en el espejo para que la viera en cuanto pudiera, diciendo que lo había extrañado esos días.
Cuando Tom despertó el día siguiente, supo que no podía seguir así, la tarde del día anterior había sido una completa locura, no podía respirar, no había parado de llorar, se había sentido deshecho por alguien que ni siquiera sabía si era real, y decidido, en cuanto vio a Jeff aquella mañana, aceptó su invitación a salir.
El destino tenía otros planes y cuando había pasado a la casa solo para traer una chamarra, la lluvia les había atrapado en el lugar.
- Bueno, tal vez sea mejor así, me he dado cuenta que no te gusta convivir con mucha gente, ¿verdad?
Escuchó Chris en una voz que no era la Tom y al asomarse, lo vio junto a un hombre más alto y más grande que él, con el cabello entrecano y con una discreta barba. Sus miradas se cruzaron un par de segundos.
- Vaya, es un espejo muy grande – comentó este sin ver más que su reflejo, a diferencia del rubio que podía verle con demasiada claridad.
- Jeff... vamos a la cocina – pidió Tom evitando los ojos celestes.
- Sí, vamos – respondió sonriendo, feliz de estar en aquel lugar.
No quiso ir a la sala, aun cuando estaba seguro que el rubio podía escuchar algo de la conversación estando en la cocina, la ubicación de la sala en referencia al espejo hubiera permitido que el rubio les viera de haber estado ahí. Si le pareció extraño a su compañero o no, no lo mencionó y charlaron de manera tranquila un par de horas. Chris sabía que Tom era muy fácil de leer si uno se tomaba la paciencia para hacerlo, y se molestó al escuchar a "Jeff" decirle a "su" amigo que lo había visto muy decaído aquel día, dejando ver con ello que lo observaba constantemente. Incomodo como solía ponerse el menor cuando le señalaban cosas que él creía estar escondiendo perfectamente, comentó que se sentía muy cansado y le pidió retirarse.
No estaba listo, realmente estaba más concentrado en no pensar que Chris les miraba a espaldas de ellos, por lo que cuando Jeff simplemente le besó, se quedó hecho una piedra un par de segundos antes de poner sus manos sobre sus hombros para separarlo, mirándolo horrorizado, tembloroso.
No lo dejó disculparse al ver su reacción, le dijo que luego hablarían, y apenas cerró la puesta tras de él, se giró para ver la espalda de Chris irse de la habitación.
- ¿A dónde vas? ¡Tenemos que hablar!
- ¿Hablar de qué? Es tu vida, puedes hacer lo que quieras – dijo como si no le importara, lo que hizo estallar a Tom.
- ¡Todo esto es tu culpa! ¡Todo esto es tu maldita culpa!
El rubio se giró, lucia sorprendido e indignado.
- ¿Qué has dicho?
- ¡Te dije que no quería conocer a nadie! ¡Te dije que no quería saber nada de él!
- Pues para no haber querido saber nada de él, estuviste muy cómodo platicando 2 horas, ¡e incluso lo trajiste a tu departamento!
- ¡Tú me lanzaste a sus brazos! ¡Tú me corriste de tu lado! ¡¿Por qué me estás reclamando ahora?!– gritó indignado, lanzándose contra el espejo y golpeando la superficie con el puño cerrado.
- ¡Yo te dije que hicieras amigos! ¡Porque no puedes vivir encerrado! ¡No te dije que lo trajeras a nuestro hogar o que te besaras con el idiota! – exclamo el rubio fuera de sí, sin darse cuenta de sus palabras.
- ¡Yo no lo besé, grandísimo estúpido!, ¡él me besó sin pedirme permiso! ¡¿Acaso no te diste cuenta que yo estaba temblando cuando lo separé?! ¡En cambio tú dejaste que esa mujer estuviera contigo! Te reíste con ella, ¡le diste esa sonrisa que dijiste era solo mía! – fue su turno de reclamar, y era tanta su rabia que volvió a golpear con fuerza.
- ¡Ella es solo una clienta!
- ¡Mientes! ¡Mientes, maldito cabrón! ¡Con tus clientas recoges el pedido y las corres de tu cuarto!
- ¡Tom! ¡No podemos vivir así! ¡A través de un espejo!
- ¡Entonces solo dime que no quieres saber más de mí!
- ¡¿Qué no quiero saber más de ti?! ¡Vivo al pendiente de este maldito espejo a cada hora de mi vida! – Explotó el rubio y ahora fue el quien golpeo la superficie – ¡Tengo que esperar todos los días a que vuelvas! ¡A que no tengas trabajo! ¡A que estés desocupado! A ti por lo menos te persigue el estúpido de Jeff, te buscan tus vecinos, ¡pero yo no tengo a nadie más que a ti!
- ¡¿Entonces porque me corres?! ¡¿Porque no me dejas estar contigo?!
- ¡Porque esto no es vida! ¡Porque...! ¡Porque...! – y no pudo decirlo, simplemente no podía decirlo, admitir sus sentimientos al pelinegro sería una forma de atarlo, y de verdad lo amaba, por eso no podía retenerlo. Golpeó el vidrió frustrado, sin embargo guardo silencio.
Tom vio el cambio en su rostro, no obstante solo escuchó silencio y sintiéndose solo con sus emociones y sentimientos, los transformó en algo menos doloroso.
- ¡Te odio! – le gritó, sus ojos tenían un brillo extraño, ese de lágrimas contenidas que tan bien conocía el rubio – ¡Te odio!
- No, no lo haces, solo te sientes herido... - dijo el mayor con tranquilidad mientras el menor sentía que se deshacía presa de su emoción.
El pecho le dolió a Tom de una forma que no sabría explicar nunca, porque ese hombre le conocía, le conocía más de lo que él mismo había llegado nunca a conocerse, y aun así le mantenía lejos de él, lo rechazaba.
- ¡Te odio! ¡Te odio, Chris! ¡Te odio con todo mí ser! – gritaba lleno de ese amor convertido en rabia, mientras golpeaba ese barrera que les separaba.
- ¡No lo haces, deja de engañarte! – le gritó de vuelta el rubio, sin saber realmente a quien de los 2 le gritaba aquello, golpeando también la superficie, entonces como si aquello no fuera más que un simple manto, ambos cuerpos se conectaron.
- ¡Te odio! – esta vez su puño golpeó el amplio pecho del rubio, quien para controlarle le atrapó entre sus brazos.
- No lo haces – aseguró con seguridad deteniendo su mandíbula con firmeza para que le mirara a los ojos.
- Te odio – dijo en medio de un estremeciendo, aquella piel era demasiado cálida, tanto que sentía como si bajo su toque se derritiera, como un copo de nieve bajo el sol de verano.
- Deja de mentir... - pidió esta vez Chris en un susurró, y Tom al sentir su respiración tan cerca, simplemente le besó.
Fue como si una corriente eléctrica les sacudiera a ambos, para Tom fue como si hubiera tenido la cabeza bajo el agua mucho tiempo, y para Chris fue como si hubiera despertado de un largo sueño. El menor se aferró con fuerza a su camisa, le devoraba los labios con una necesidad abrumadora, y Chris se aferró su cuello con tanta firmeza para no dejarle ir, que no supo si aquel gemido fue de dolor o de placer, pues ahora que podía se encontraba deslizando su mano por aquella espalda como tantas veces había fantaseado tocar.
Sin embargo así como comenzó, se había ido, cuando ambos quisieron recuperar el aliento, cada quien se encontraba en su respectivo espacio, y aquel vidrió nuevamente les separaba.
Había sido real, lo sabían mientras se miraban a los ojos en silencio, la camisa de Chris estaba arrugada donde él se había sujetado, y la piel del cuello de Tom tenía aquella grande mano marcada de manera sutil, los labios palpitaban aún de forma leve ante la fuerza del beso, y el sabor de la otra saliva seguía presente en su boca.
Para Chris aquello había sido suficiente, sentir por una vez en su vida la suavidad de su piel, el calor de su cuerpo, era más de lo que había podido soñado tener del otro, sin embargo para Tom aquello se volvió una obsesión.
Aun cuando los primeros días logro convencerlo de irse a trabajar, para la segunda semana no hubo palabra alguna que lo persuadiera de salir del departamento, y es que aquel encuentro solo le había abierto los ojos a una realidad que no había querido ver por largos años.
Él estaba muerto, llevaba años muerto en vida, desde la separación con Zachary jamás se había vuelto a sentir vivo, jamás había recuperado su confianza en ninguna persona ni había anhelado despertar al otro día para poder convivir con un ser vivo, ¡ni siquiera deseaba despertar en realidad!, la presencia de Chris le había traído nuevamente a la vida, aún a pesar de la distancia física, aún a pesar de lo extraño de todo eso, Chris le había devuelto a la vida y quería compartir esa vida con él.
Los días siguieron corriendo, sentado frente al espejo, Tom buscaba la forma de conectarse nuevamente con el rubio; no atendió a la puerta cuando los vecinos vinieron a buscarle, no giró siquiera la cabeza, cuando Jeff vino un par de veces, golpeando con fuerza y preguntando si todo estaba bien.
Y Chris le permitió toda esa locura, porque lo amaba, porque sabía que tarde a temprano Tom se cansaría, se daría cuenta que aquella coincidencia que les había permitido conocerse y estar juntos algunos minutos, no era más que una broma cruel del destino, una que le recordaba a él que sin importar lo que quisiera, jamás podría tenerlo en la vida, porque no era para él, porque era muy caro para su posición económica, o porque sin importar que el otro también le amara, se encontraba fuera de su alcance, como su propia felicidad.
- ¿Cómo vas? – preguntó al volver y luego de haber entregado un trabajo, Tom llevaba días algo desanimado aun cuando no dejaba de revisar en internet información sobre el tema.
El menor no respondió, cerró su portátil y la dejo sobre el piso, miró al rubio quien se acomodaba y tomaba algo.
- ¿Café? – preguntó el pelinegro solo por hacer platica.
- No, es una bebida de mi región, es hecha a base de pasta licuada, leche y azúcar.
- Suena delicioso.
- Apuesto que te gustaría – respondió con seguridad ante lo bien que lo conocía, lo cual puso una sonrisa amarga en los labios del menor.
Tom se puso en pie y se plantó frente al espejo colocando su mano sobre la fría superficie. Chris dejo su vaso de lado y le miro en silencio. El pelinegro comenzó a empujar poco a poco, sin embargo entre más presión ejercía, más desesperado lucía al grado de apoyar ambas manos y todo su cuerpo contra aquello que los separaba, al notarlo, Chris se puso también en pie y con una sonrisa triste, apoyo sus manos exactamente donde estaban las pálidas.
El escalofrió fue inmediato y aquello hizo que Tom comenzara a llorar.
- Te amo... - confesó con la voz ahogada, mientras rasguñaba la maldita superficie frente a si, sentía que el dolor era demasiado – Te amo...
Chris no respondió, acarició el cristal donde estaban posadas sus manos, entonces al ver las lágrima caer de los hermosos ojos verdes, también sintió que el dolor que sentía en su pecho era demasiado, y nuevamente el portal se abrió para ellos.
El rubio recibió aquellas manos dentro de la suyas, y aunque los dos se dieron cuenta al momento, solo contuvieron la respiración, permaneciendo así un par de minutos, antes de soltarse lentamente.
- Quiero bailar... Algo lento... – murmuró el menor para no arruinar el momento.
- Bailemos. ¿Al son de qué?
- No lo sé... Me da igual... – respondió para agregar después – Podrías susurrar alguna canción...
- Voy tararear algo entonces – interrumpió el mayor y ambos sonrieron ante una de las tantas coincidencias que a diario tenían. - Dame tu mano, por favor – pidió amablemente.
- Te daré mi vida entera si me lo pides... – respondió posando su mano sobre la palma que le ofrecía el otro.
El mayor solo sonrió, entonces puso su mano libre sobre la cintura de Tom y comenzó a guiarlo, balanceándose suavemente, mientras susurraba. El pelinegro se balanceó en silencio un par de minutos, disfrutando de la melodía en labios del rubio.
- Desearía vivir así siempre.... – murmuró Tom.
- Como en la historia de las zapatillas rojas... - comentó con suavidad, invitándolo a dar una vuelta sobre sí mismo, para luego retomar la postura principal.
- No la conozco... - Confiesa al volver a su posición.
Chris se sorprende al escucharlo.
- Habla sobre unas zapatillas malditas... - lo toma de la cintura con firmeza acercándolo a su cuerpo con suavidad para girar - La leyenda dice que quien porte las zapatillas rojas, bailara hasta la eternidad... Morirá bailando... - sonrió un poco, era algo tal vez triste desde el punto en que se viera, aunque él no lo veía de ese modo - Creo que... morir haciendo lo que amas... - lo mira a los ojos y le besa la punta de la nariz - Es un gran regalo.
Tom escucha con atención y asiente con la cabeza. En silencio se aferra a él y esconde su rostro en su hombro.
- Te odio... porque eres sólo parte de mis fantasías... Te odio... porque no eres parte de mi realidad... – Un sollozo repentino escapó de su garganta, sin embargo se forzó a seguir hablando - Pero... me conformaré con saber que existes... con saber qué algo tan hermoso puede suceder... aunque no sea para mí...
El rubio suspiró, acariciándole el cabello.
- Si no fuese parte de tu realidad, no podrías odiarme – sonrió para sí mismo- Tengo la suficiente fuerza como para crear un remolino de tus emociones...
El menor sonrió también ante sinceridad y ante esa confianza que tanto ama del otro.
- Te odio... Por sacudir mi mundo, por existir... por ser perfecto...
- Siento que tus palabras solo me acarician el rostro... tus mentiras... puedo verlas, eres como un cristal – acarició su mejilla - Como tus lágrimas... transparentes.
De nuevo la certeza de que le conoce, de que nadie más nunca podrá conocerle en toda su maldita existencia con él lo hace, ese vació que jamás se ha llenado por completo más que en presencia de Chris, y el rubio puede verlo en sus ojos porque sin decir más, se ha acercado a besarlo en los labios. Esta vez el hechizo no se rompe pronto, y se besan una, dos, muchas veces, Tom siente que el aire le falta, que sus emociones son demasiado intensas para soportarlo, que no puede vivir con el terror a perder aquel hombre...
- Necesito irme antes de que se me rompa el corazón... – murmura sobre sus labios, aún sin abrir los ojos - Mañana volveré, y habré olvidado este desliz de honestidad, este momento irreal...
- Me encanto bailar contigo... – responde Chris resignado, acariciando su mejilla, llevándose consigo las lágrimas que aún brotan de las hermosas esmeraldas.
- Fingiré que estoy bien con no tenerte, y volveré a mi rutina.
- Estaré aquí para cuando quieras venir a verme – prometió con una hermosa sonrisa.
- Por favor... Tú no olvides mis sentimientos, son tuyos...
- No los olvidare – Prometió de nuevo.
- De verdad necesito irme... – casi imploró ante el dolor que aprisionaba su pecho de forma desesperante.
- Entonces ve – Chris le soltó de entre sus brazos y el aire alrededor de ellos se hizo extraño.
- Te amo... - confesó, entonces nuevamente se vio empujado fuera, del otro lado del cristal - Lo siento – murmuró con angustia mientras se alejaba del espejo.
- Descansa – Le despidió el rubio, y no pudo evitar sonreír amargamente.
- Tienes mi corazón en tus manos... – Dijo a modo de disculpa, entonces salió huyendo a su habitación.
El mayor se quedó mirando aquel lugar solo y en silencio, sin poder pronunciar aquel par de palabras que Tom tanto anhelaba, porque sabía que si lo hacía, él mismo se desarmaría por completo.
Cuando se sintió demasiado cansado para poder seguir ahí mirando el vacío, se fue a su habitación esperando que al día siguiente todo hubiera retomado su ritmo habitual.
Despertó tarde y al no escuchar movimiento en casa de Tom, pensó con una sonrisa que había cumplido su promesa y se había reincorporado a su rutina habitual. No le dio importancia a su ausencia un par de días, sobre todo porque animado con la idea de que el menor hubiera recuperado su vida, él mismo había vuelto a salir para promocionar su arte, esperando ampliar un poca su clientela.
Mantuvo la esperanza a lo largo otro par días de silencio, y por lo mismo no esperó ver lo que encontró al regresar a su habitación aquella tarde.
Policías entraban y salían del departamento del pelinegro, sin embargo cuando escuchó la palabra forense, el alma se le fue del cuerpo.
- ¡Tom! ¡Tom! ¡¿Dónde estás?! – exigió saber, golpeando el espejo.
El policía del otro lado, creyó escuchar una voz más solo vio su reflejo, entonces sintiendo un escalofrío se movió de ahí para permitir pasar la camilla con el cuerpo cubierto.
- ¡Tom! ¡Tom! ¡¿Qué has hecho?! – gritó aun cuando nadie podía escucharle.
- No hay huellas de nada, señor, solo tenemos la carta de despedida – comentó frente al espejo uno de los encargado de recolectar pistas.
- Entonces llévala a analizar, y comienza a investigar quien es "Chris" y donde vive para ir a interrogarlo.
El rubio solo pudo gritar frustrado mientras veía impotente como se llevaban aquella carta que Tom le había dejado, sin tener la oportunidad de saber alguna vez cuales eran las últimas palabras que le había dedicado.
"Amado Chris:
Lamento mucho no poder cumplir la promesa que te hice, simplemente no puedo vivir sin ti, no puedo regresar a una vida que no es vida, no puedo fingir que soy feliz donde estoy y con quien estoy, solamente tú me haces feliz y solamente contigo me siento completo y comprendido.
Después de pensarlo mucho he llegado a la conclusión de que aunque tú no lo sepas debes de ser un fantasma y por eso es imposible que estemos juntos de forma física, es por ello que he decidido dejar este mundo que no tiene nada más para mí, pero no te preocupes me quitaré la vida solo para ir a tu buscarte, espérame, iré por ti para que por fin podamos vivir juntos en aquella cabaña en medio del bosque con la que tanto soñamos, donde solo estaremos tú y yo, y donde podremos bailar eternamente.
Solo tuyo.
Tom"
******************************
Pues ahí esta, feliz día de los santos inocentes.
Como dije al inicio, espero que dentro de todo hayan logrado disfrutar un poco la historia, tiene una parte muy importante de mi corazón.
Espero sigan leyendo los retos, aún cuando ya se acabo el mes, deseo terminar de hacer las palabras pendiente.
¡Muchas gracias por leer!
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