CAPÍTULO 7: "Cita doble"
Y dos semanas después Danielle, estaba tan tensa que todos temían hablarle. Nicholas, estaba disfrutando de lo lindo el hacerla trabajar en ambos puestos de trabajo, ya que ni siquiera se había tomado el tiempo de solicitar una secretaria a Recursos humanos. El teléfono de la "secretaria fantasma" sonaba todo el día, y a eso hay que sumarle que debía bajar a recibir correspondencia, abastecer la sala de descanso, asegurarse que aseen correctamente la oficina del jefe y un listado bastante largo de tareas.
Estaba estresada, dormía poco y ya todos lo notaban, eso incluía a Tamara, jefa de recursos humanos, la encargada del personal. Ella intentó visitar a Danielle, para hablar unos minutos, pero era imposible, corría de un lado al otro todo el día.
Para cuando llegó la reunión mensual de Nicholas y Tamara, esta no dudó en mencionar la cantidad de trabajo que le estaba lanzando a la pobre chica. Pero según explicó él, la estaba poniendo a prueba, no se fiaba que llevara tanto tiempo sin hacerlo enfadar, sin torpezas, sin errores. Era perfecta y no lo quería aceptar.
-Si sigues presionándola tanto va a colapsar y esta vez te quedas sin asistente y secretaria -le advierte con calma-. Tendremos que incluir un bono por el doble trabajo que ha estado realizando y sin decir nada, eso sin contar con el evento al que la llevaste la semana pasada.
-¿Detecto cierto tono de reproche en tu tono de voz? –soltó sin siquiera sentir cargo de conciencia.
-No, claro que no..., pero tengo que cuidar de Danielle, es mi responsabilidad, además es una chica trabajadora y no quiero que acabe renunciando.
-¿Crees que piense renunciar?
De pronto su seguridad se vio interrumpida por la idea. Odiaba tener que trabajar con personal nuevo.
-Si no te buscas otra secretaria o re incorporas a la señorita Thomas, sí. Puede que incluso te acuse de explotación –exagera a propósito.
Nicholas, pensó por unos segundos en qué hacer para evitar aquello, observó a Tamara, estaba seria y hablaba muy en serio. Ambos siempre se han llevado bien, tuvieron un par de clases juntos en la universidad, por lo que se tienen cierta confianza.
-Añade su nombre al menú ejecutivo y auméntale el salario.
-Muy bien -toma nota en su ipad-. Y trátala con cortesía, es una chica inteligente.
-Lo sé –coincide pensativo, con la mirada fija en su teclado.
-Fue buena idea buscar a un prospecto sin experiencia –comenta Tamara.
-Sin dudas...
-Considera darle el viernes libre, se lo merece.
-Tendré en cuenta tu petición –responde en piloto automático.
-Muy bien ¿programo entrevistas?
-¿Para qué?
Seguía dándole vueltas a lo que le había dicho sobre Danielle.
-Vamos Nicholas, concentración -pide en tono suave-. ¿El puesto de secretaria?
-La próxima semana.
-Muy bien, ahora pasemos a ese informe que enviaste después de tu inspección...
Tres golpes en la puerta detuvieron la reunión. Tamara observó a Nicholas, tal vez esperaba a alguien más, pero este ignoró su mirada y se concentró en la puerta antes de alzar la voz con calma.
-Adelante Danielle.
Con un semblante demasiado serio para tratarse de ella Danielle, empujó la puerta del despacho y entró. Estaba incómoda, odiaba interrumpir reuniones, pero aun así le dedicó media sonrisa a Tamara, antes de dirigirse a su jefe.
-Señor Allen, tengo un mensaje personal para usted... -anunció nerviosa.
-Podrías haber usado la línea privada –arqueó una ceja con ironía. Su expresión lo decía todo... ¿para eso me interrumpes?
-Es importante, creí prudente darle el mensaje en persona...
Solo eso bastó para que la actitud calmada que Nicholas, estaba mostrando se alertara. Se acomodó en la silla y miró a Tamara.
-Necesito unos minutos en privado con mi asistente.
-Sí, claro, no hay problema. Iré a buscar los informes de esta semana y regreso para terminar la reunión.
-Muy bien.
En silencio tanto Danielle, como Nicholas, observaron a Tamara, dejar la oficina. Y una vez a solas la mirada de Nicholas, se centró en el rostro serio de Danielle, que seguía mirando la puerta cerrada.
-Señorita Ross ¿qué es lo tan importante como para detener mi reunión?
Tragando saliva dio media vuelta para enfrentarse con la oscura mirada de su jefe. Estaba incómoda por tener que hablar de este asunto con él...
-He hablado con la señorita Kris Allen, no quiso que le transfiriera la llamada, tenía algo de prisa...
-Mi hermana tiene prohibido llamarme a la línea del trabajo –espeta molesto.
-Explicó que como usted no contestaba y...--
-Estaba en medio de una reunión –interrumpió de malhumor.
-Lo sé señor, tomé el mensaje y si no me interrumpe otra vez quisiera dárselo –soltó intentando contenerse.
-Adelante, termina el circo –gruñó fulminándola con la mirada.
-Es respeto... -lo riñe antes que vuelva a interrumpirla-. Su abuelo está en el hospital, es grave, su hermana y familia creen que es momento de prepararse para lo peor y despedirse ahora que sigue algo lúcido... -suelta el aire más tranquila ahora que había dado el mensaje
-¿QUÉ?
-Si necesita que haga algo por usted solo nómbrelo y lo haré lo mejor posible señor... -ofreció nerviosa. Su jefe por primera vez se había ido a blanco.
Nicholas, tenía la mirada clavada en un punto más allá de Danielle, sus ojos asustados, procesando lo que ella acababa de decirle. Intentando calmar su repentina respiración acelerada y tratando de no demostrar nada frente a Danielle, se tomó varios minutos de silencio antes de decidir qué hacer.
-Vacía mi agenda y reprograma con Tamara -se pone de pie-. No voy a regresar.
-Enseguida señor.
De inmediato se marchó a su escritorio para comunicarse con Tamara. Comenzaba a vaciar la agenda cuando Nicholas, salió a toda prisa cerrando de un portazo la puerta de su despacho.
-Vete a casa y no comentes este asunto con nadie –soltó en tono severo.
-Claro que no, señor.
-Hasta mañana...
En shock por el solo hecho que se despidiera, Danielle, lo observó alejarse, estaba preocupado, su perfecto y suave bronceado de niño rico no existía, iba pálido como el papel...
Preocupada acabó con su trabajo y se fue a casa, eran apenas las 3 de la tarde y en todo cuanto podía pensar era en lo preocupado que lucía su jefe. Él nunca dejaba que nadie viera lo que sentía, era un hielo andante, las apariencias le importaban demasiado, así que la enfermedad de su abuelo debía importarle mucho...
Pensativa llegó hasta su pequeño apartamento y tal y como hacía todos los días, comenzó su rutina. Tiró su bolso sobre el único sofá en la sala, pateó sus tacones lejos, dejó la chaqueta colgada en el respaldo de la silla en la pequeña mesa solo para dos y caminó directo a su habitación, tirando de su blusa para sacarla de su falda y entonces se recostó en su cama, enterró la cara en su adorada almohada e intentó dejar de pensar en su jefe, el hombre era insoportable, no quería sentirse preocupada por él, no lo merecía, solo la explotaba, la hacía estar tensa y malhumorada todo el tiempo..., y aun así su corazón de abuelita pensaba en que tal vez necesitara algo...
Comenzaba a dormirse sobre la cama perfectamente hecha, sin duda su tía Jazmin, había pasado por allí. Siempre estaba pendiente de ella.
Media hora después su celular comenzó a sonar y lo primero que vino a su mente fue que podría tratarse de su jefe... ¡maldición! Su siesta había acabado demasiado pronto. Con miedo y con los ojos cerrados buscó su celular sobre la cama y contestó la llamada.
-Habla Danielle –dijo en tono neutro.
-Hola encanto, es Cameron
Y en un segundo estuvo sentada y con los ojos muy abiertos.
-Doctor Russell –sonrió, llevaba dos semanas mensajeándose con el pediatra.
-¿Doctor Russell? Vamos, un intento más –pidió risueño.
-Cam... -suspiró sintiendo mariposas en el estómago-. ¿Cómo estás?
-Como siempre de maravilla ¿tienes tiempo para hablar? Me cansé de escribirte, quiero escuchar esa seductora voz que tanto me gusta –ronronea coqueto.
-Tengo tiempo –ríe bajito, como colegiala enamorada
-Genial ¿El vejete de tu jefe dejó de explotarte?
-Tengo la tarde libre... -ignoró eso de "el vejete de tu jefe", si supiera...
-¡Genial! Voy a verte por fin, me conseguí unos días libres y necesito tener una cita contigo URGENTE
-Es un extraño modo de pedirlo..., pero también me gustaría verte, Cam.
-Esto es lo que haremos, me envías un texto con tu dirección y te recojo todo lo rápido que pueda llegar, podemos cenar temprano y luego dar un paseo o ir al cine o a jugar bolos o por un par de tragos o a mi casa...
-Podemos reunirnos en alguna parte, quiero tomar una ducha antes –sugiere nerviosa por esa última sugerencia.
-No, no, no te recojo en tu apartamento, no quiero que vayas sola por la calle.
-Qué lindo, pero no suelo llevar chaperón para salir a la calle –ríe divertida, su voz era peculiarmente expresiva.
-Insisto.
-De acuerdo, dame una hora para estar lista.
-Te doy lo que quieras encanto.
-Voy a fingir que no has dicho nada, nos vemos.
Cortó antes que el doctor pudiera replicar y enseguida le envió su dirección. Luego corrió por una ducha exprés.
Envuelta en su bata esponjosa y roja, con una toalla en la cabeza como turbante absorbiendo el agua de su cabello se vio tirando prenda tras prenda sobre la cama. No conocía a Cameron, no sabía dónde la llevaría o que gustos tenía ¿simple o refinado?
-¡MALDICIÓN!
-¡Hija mía! Pero que susto me has dado
Saltó su tía Jazmin, cuando escuchó el grito desde la entrada.
-¡Hola tía Jaz!
Gritó desde la habitación observando su closet.
De inmediato los tacones de su tía hicieron sonar el piso avisándole que se acercaba.
-¿Qué haces en casa tan pronto?
-Yo...--
-¿No te habrán despedido? –se llevó la mano al pecho preocupada interrumpiéndola.
-No tía, aún tengo trabajo -le asegura-. Tengo la tarde libre..., y tengo una cita y no sé qué ponerme –hace un puchero antes de dejarse caer sobre la cama.
-¿Con el pediatra sexy? –sonrió esperando que dijera que sí.
-Sí tía, con él...
-¡¿Y cuál es el problema?! –chilla Jazmin, acercándose a su sobrina.
-Es que..., no sé qué ponerme...
-Amor, eres preciosa, lo que lleves deberá encantarle a ese chico
-Gracias -le sonríe con cariño-. Pero mi problema es que no lo conozco, no sé dónde va a llevarme, no sé lo que le gusta, tal vez sea un lugar simple, o puede que sea todo sofisticado y desencaje completamente...
-Un vestido –sentenció echando un vistazo a las prendas sobre la cama
-¿Un vestido?
-Sí, no es tan formal pero tampoco es como si te hubieses puesto cualquier cosa, además así no le enseñas ese trasero lindo que tienes en la primera cita –le guiña con complicidad.
-Tía Jaz... -la regañó intentando no reír
-Ya cepilla tu cabello antes que se alborote todo, voy a ordenar esos risos rebeldes y te verás maravillosa.
-Gracias
-Ya deja de darme las gracias que solo hago mi trabajo -le hace una seña para que se levante de la cama-. Necesitamos regresarte a las pistas, necesitas un novio, es el camino a encontrar un esposo.
-Anticuada –ríe aliviada.
30 minutos más tarde Danielle, lucía un simple vestido azul marino de manga tres cuartos, escote redondo, ajustado hasta la cintura y holgado hasta medio muslo.
-Me encanta como te has maquillado, tus ojos se ven más oscuros cuando usas sombra negra.
-¿No es demasiado? –duda nerviosa.
-Es una cita, estas preciosa ¿qué zapatos vas a usar?
-Esos zapatos hasta el tobillo que me regaló Amanda –anuncia buscándolos en el desorden del closet.
-¿Los negros con cordones?
-Sí, creo que los dejé por aquí... -dice revolviendo zapatos y zapatillas
-Ay Dani, eres un caso, los vi en la cocina tirados
-Ops, voy por ellos... -se detiene al escuchar su celular sonar.
Enseguida lo busca debajo de toda la ropa que está tendida sobre su cama y el terror en su rostro la congela.
-¿Qué pasa? ¿Está llamando el doctorcito? –pregunta Jazmin.
-Es mí..., mi mamá... -susurra preocupada, nada bueno sale de una llamada de su madre.
-Cariño mío, dame ese celular, ve a ponerte los zapatos, yo hablo con esa bruja.
-Es tu hermana –sonríe nerviosa
-Ni que lo digas –extiende la mano esperando a que le entregue el celular.
-De acuerdo
De buena gana le entregó el celular a su tía y fue a la cocina por sus zapatos, se los calzó y antes de regresar a la habitación por su chaqueta echó un vistazo por la ventana.
¡Mala idea!
Apoyado contra la puerta del conductor se encontraba Cameron, llevaba un traje azul marino y camisa celeste, sin corbata y con un par de botones desabrochados..., se veía PERFECTO.
-¡Tía Jaz! –gritó pegada a la ventana.
Enseguida se escuchó el sonido de los zapatos de su tía acercándose a toda prisa por semejante grito.
-¡Niña! ¿Qué pasa? Casi me da algo –chilla acercándose a la ventana.
-Míralo, creo que necesito cambiarme AHORA.
Jazmin, se acercó a la ventana y entonces vio al bombón que se apoyaba contra ese BMW blanco.
-¡Dulce Dios! ¡Pero que pedazo de filete te has encontrado!
-Demonios, ya no me siento segura de este vestido, es muy... ¡barato!
-Calma, está el que te regaló Mika, para tu cumpleaños el año pasado, ese es maravilloso
-Rayos, no quería llevar escote en la primera cita..., espero no lo malentienda
-Tengo una sobrina ardiente, deja de ocultar tus pechos ¡eres una chica!
Riendo corrió a cambiarse, tiró por los aires el vestido que llevaba y sacó de su estuche el hermoso vestido negro, se cambió el sujetador por uno negro y se metió en el vestido sin mangas. Ajustó a su cintura el fino cinturón y buscó su pequeña chaqueta de cuero negra, tomó su diminuto bolso en donde metió su celular, unos billetes, su identificación y las llaves.
-Ahora sí querrá encadenarte a la cama
-¡Jazmin Ross! –gritó ruborizada al escuchar aquel comentario.
-Mi vida –rió muerta de la risa con su vergüenza.
-Basta ¡estoy muerta de nervios! Hace dos malditos años que no tengo una cita -suelta el aire ruidosamente-. ¿Qué pasa si decide que no le gusto? Porque a mí me gusta mucho y...
-¡Ay mi amor! Eres lo ÚNICO que tus padres hicieron bien. Preciosa
Con una sonrisa maternal tomó el rostro de Danielle, con ambas manos y la besó en la frente.
-Lo dices porque somos familia –hace un puchero
-Dani..., lo digo porque es la verdad -protesta llevándose ambas manos a la cintura-. A ver ¿Cuándo te he mentido yo a ti?
-Es que..., hace tiempo que no salgo con nadie –murmura apenada.
-Eso es porque tú bloqueas a los hombres, ellos llaman y tú no contestas o lo arruinas con pesimismo...
-Es solo..., inseguridad y trabajo..., lo sabes
-Sí y ya va siendo tiempo que mandes esa inseguridad a la punta del cerro más alto. Ese guapetón está interesado en ti ¡Y quizás cuantos dejaste ir por boba! Ve abajo y se la encantadora señorita que sé que eres –le ordena con cariño.
-Tía... -suspira agradecida-. ¿Mañana te acompaño a hacer las compras?
-¡Por supuesto! Quiero todos los detalles, y los sucios por adelantado
-Jazmin, compórtate –suelta con humor.
-Mira esa cara de pervertida –se burla Jazmin, con cariño
-Es solo la primera cita
-Sí, pero por lo que me contó la rubia esa del hijo mimado, ese doctorcito te come vestida
-Frida, se llama Frida, tía Jaz
-Esa flacucha es una pesada, se cree de la realeza –gruñe
-Ya basta, me voy, se ha cumplido la hora que le pedí –suspira armándose de valor.
-Suerte mi niña, aunque no la necesitaras, ya verás cómo le encanta como eres
-Nos vemos mañana después del trabajo
-Sin falta
Se despide de su tía, y sale de una vez del apartamento, camina por el pasillo hacia el ascensor y de milagro está funcionando porque siempre termina bajando los 7 pisos por la escalera de incendios.
Uff, el momento de la verdad. Con manos temblorosas empujó la pesada puerta de recepción y salió para enfrentar al atractivo y perfecto pediatra, bajó los dos escalones de la entrada e inmediatamente Cameron, giró el rostro para darle un lento repaso de pies a cabeza. Le gustaba lo que veía. Le gustaba mucho...
Intentando ignorar esa devastadora sonrisa en el rostro de su cita, Danielle, se reunió con Cameron, a mitad de camino hacia su auto. Feliz de verla el pediatra extendió ambos brazos y la recibió con un fuerte abrazo, absorbió su aroma y su calidez antes de separarse y besarla en ambas mejillas con coquetería.
-¡Wow Dani! Estas guapísima –se aleja para volver a darle un repaso
-Gracias Doctor Russell –sonríe nerviosa
-Eres un encanto y hueles exquisita –arrastra las palabras sugerentemente.
-Gracias..., creo
-Iremos a cenar y después decidiremos como terminar nuestra cita –ronronea seductor.
-Me parece un buen plan –sonríe nerviosa
-Qué suerte tengo... -comenta para sí mismo.
Sin romper el contacto físico Cameron, posó su mano en la espalda baja de Danielle, y la guio hasta el auto, le abrió la puerta muy caballerosamente y la ayudó a subir, no le quitó la mirada de encima en ningún momento, aguardó a que se acomodara para rodear el auto y subir frente al volante.
Ansiosa y nerviosa por conocer más acerca de este atractivo doctor, Danielle, lo observó conducir esperando que le hablara y rellenara el silencio, pero no fue así. Cameron, conduce con descuido, adora su auto y no duda al momento de tocarle la bocina a quien se acerque demasiado. De vez en cuando chequea a Danielle, y le lanza una sonrisa. No intenta entablar una conversación, deja que la música de alguna estación de radio llene el ambiente. Pero eso solo consigue poner más nerviosa a su cita, que no sabe qué hacer o qué decir, y le duele el cuello de tanto mirar por su ventana.
Finalmente llegaron a un muy sofisticado pero no tan lujoso restaurante. Era el de moda. Moderno y enfocado en el público joven.
Continuando con su dominio de la situación, Cameron, no quitó la mano de la espalda baja de Danielle, en ningún momento, dejando claro que iban juntos. Aunque eso no significó nada para la anfitriona, una chica muy atractiva, rubia, alta y súper delgada, le agitó las pestañas postizas con descaro y le dio una lenta repasada al atractivo hombre que le sonreía.
Divertida por la actitud de la desconocida y por lo muy acostumbrado que debía estar Cameron, ya que ni siquiera lo notaba o directamente la estaba ignorando. Danielle, intentó no reír, le recordaba a su amiga Frida, de quien no sabía mucho desde que el señor Allen, la despidió. Solo se enviaban un par de textos al día.
-Muy bienvenidos ¿mesa para dos? –preguntó la rubia
-Por supuesto, sí.
Asintió Cameron, sin quitar la mirada de Danielle, ella estaba callada y con una media sonrisa en el rostro. Observó cómo miraba a la anfitriona y sus intentos de coquetearle.
Siguiendo con su parloteo de bienvenida, desconocida los guio hasta una mesa disponible y continuó con la rutina de recibimiento de clientes.
-Espero que el lugar les sea de su agrado, de no ser así no duden en llamarme y yo misma les conseguiré otro lugar.
-¿Te parece un buen lugar, corazón? –preguntó Cameron a Danielle.
-Está perfecto –sonríe recordando sus modales
-Eso es todo, gracias.
Suelta Cameron, despachando a la anfitriona y centrándose en ayudar a Danielle, a tomar asiento.
-Gracias –murmura Danielle, algo nerviosa con el atractivo de este hombre.
-Demonios, no puedo dejar de observarte, estás absoluta y completamente hermosa –suspira dejándose caer en su silla frente a su cita.
-No es para tanto...
-Claro que sí, y yo que creí que los trajecitos del trabajo te favorecían terriblemente...
-No eres nada discreto
-Me dejaste alucinado la primera vez que te vi acompañando a Frida y su pequeño –confiesa con confianza.
-¿Siempre eres así de sincero? –pregunta conteniendo una sonrisa, a una chica siempre le gusta que la halaguen...
-Lo siento, no quiero incomodarte con mis estúpidos comentarios fuera de lugar, es que estaba ansioso por tener esta cita contigo –suspira sin perderse reacción de ella.
-Yo también..., estas últimas semanas han sido una locura en mi trabajo y no me queda mucho tiempo libre
-¿Eso ha cambiado? ¿Tu jefe siempre es un tarado? –pregunta muy interesado en ella.
-No sabría cómo responder a eso, es un nuevo trabajo, llevo cuatro meses y medio y aún estoy conociendo las distintas personalidades de mi jefe
-¿Qué haces por él?
-Soy su asistente personal, es nieto del fundador y le gusta trabajar mucho así que me toca hacer horas extras y todo eso –se encoge de hombros
-Ya quisiera tener una asistente personal tan atractiva como tú Dani –le sonríe provocándola
-Vamos, el atractivo físico no ayuda a hacer bien tu trabajo –protesta de buen humor.
-Pero sí a la vista
Ruborizada por lo atrevido que estaba siendo y por todas las veces que la mirada de Cameron, se había ido directo al escote de su vestido Danielle, comenzó a cuestionarse sobre qué tipo de cita era, porque si pensaba que la noche acabaría en una cama, entonces el pediatra estaba muy equivocado...
-Dani ¿va todo bien?
Pregunta Cameron, tomando su mano sobre la mesa.
-¿Cómo? -niega ligeramente para volver de sus pensamientos-. Sí, lo siento, todo bien –sonríe apenada.
-¿Estás lista para ordenar? –pregunta señalando al camarero que aguarda listo para anotar el pedido.
-Claro, no tengo mucha hambre... ¿qué vas a pedir tú?
-Una ensalada y un filete ¿te parece una buena opción? –le guiña.
-Claro, pero prefiero pollo en vez de carne.
-Perfecto.
Nerviosa dejó que Cameron, completara el pedido, ahora no podía dejar de pensar en lo que ocurriría al acabar la cita. ¿Cómo debía despedirse? No quería besarlo en la primera cita, era algo anticuada, le gustaba conocer antes de avanzar al siguiente nivel.
-Sé que te lo he dicho bastantes veces ya, pero estas muy linda Dani
-Gracias, aunque me hubiera gustado saber más sobre esta cita, no tenía idea de qué ponerme, casi vengo con unos jeans –comenta en serio.
-Estoy seguro que con jeans o sin ellos te habrías visto igual de atractiva
-De acuerdo, contigo no se puede -suspira fingiendo disgusto-. ¿Podemos hablar de algo que no esté relacionado con mi aspecto físico?
-Que directa, eso me gusta –le sonríe relajado
-De acuerdo, hablemos de ti, quiero saber porque eres pediatra, porque hasta ahora la impresión que tengo de los niños es que hay que tener mucho más que paciencia para tratar con ellos.
Soltando una sensual carcajada, Cameron, pensó muy bien en su respuesta y pese a que sus citas solían alagarlo y adorarlo por querer a los niños, nunca le preguntaban aquello. Sabía que era el hombre perfecto para muchas.
-Bueno cuando estaba en la escuela mi mejor amiga se quedó embarazada y para ahorrar trabajó de niñera y la tonta no tenía ni una pisca de "instinto maternal" o simpatía con los niños, así que en más de una ocasión tuve que ir a ayudarla a que los niños dejaran de llorar, y se me daba fácil, luego nació su bebé y bueno, me gustó la sensación, como después esos pequeños monstruitos me veían y se alegraban que los saludara, es reconfortante, sobre todo ayudarlos a sentirse bien -suspira alegre-. No es una gran historia inspiradora, pero supongo que solo me gustan los niños –termina encogiéndose de hombros.
-Eso es tierno, no querer profundizar en tus sentimientos por los niños o que tal vez esa mejor amiga era tu amor platónico –arquea una ceja con una pregunta no dicha.
-Eres buena.
-Siguiente tema ¿Por qué un hombre que adora los niños y es tan atractivo no tiene novia o esposa o prometida?
-Supongo que simplemente no ha aparecido la indicada
-De acuerdo, no hablemos de ex novias –sonríe divertida.
-Mi turno ¿por qué no tienes novio?
-Porque soy una perezosa...
Y antes que pudiera decir algo más, su orden llegó a la mesa, les sirvieron a cada uno y sin esperar le dieron la primera probada a sus platos.
-Esta ensalada está deliciosa –comenta Danielle, mientras bebe un sorbo de su copa de agua.
-Te lo dije encanto –le guiña.
-Bueno no me mires tan fijamente mientras como, te aseguro que no tiene nada de sensual
-No estaría tan seguro de eso...
-¿Cameron Russell, eres tú?
Y de pronto su cena se vio interrumpida por Jaqueline y su esposo. La mejor amiga de la que Cameron, le habló escasamente. Una pelirroja preciosa y muy alegre.
-Discúlpame, voy a saludarla unos minutos
-Tranquilo.
Se aseguró de disculparse antes de levantarse de su silla y saludar a su amiga, a quien no veía hace más de 5 años, cuando apenas estaba en primer año de medicina.
Hablaron un instante, le presentó a su esposo Glen y le hizo un rápido resumen de su matrimonio y de lo felices que son.
-Lo siento, no paro de hablar, eso no se me quita con nada Cami –ríe fijando su mirada en Danielle.
-No me llames Cami, sabes que lo detesto –protesta alegre.
-Ya preséntame a tu novia, no seas maleducado –le guiña
-¿Maleducado yo? Si tú fuiste la que interrumpió mi cita –soltó Cameron
-Es cierto, eres una experta en interrumpir, mi vida –interviene Glen.
-Bien, lo admito -levanta las manos a modo de derrota-. Tus modales
-Jaquie, Glen, esta preciosa chica es Danielle –sonríe hacia Dani, mientras posa sus fuertes manos sobre los hombros desnudos de ella y se inclina para susurrarle al oído-. ¿Por favor puedes ser mi novia esta noche?
-¿Y el apellido Einstein?
-Ross, soy Danielle Ross, mucho gusto Jaqueline
Extiende su mano mientras se levanta de la silla para saludar a los recién llegados.
-Que voz tan sensual tiene tu chica, Cami.., perdón Cameron –comenta sin apartar los ojos de Danielle.
-Lo sé...
Llevado por tal vez la envidia de ver a su amiga tan pegada a su esposo, Cameron, rodeó la cintura de Danielle, desde atrás y la atrajo a su firme pecho, provocando que se tensara por la proximidad.
-Tenemos tanto de qué hablar ¿les molesta si nos unimos a ustedes en la cena?
-Mi vida, deja que tengan su cita, ya podremos agendar una cena para eso –sugiere Glen, al notar la incomodidad de Danielle.
-Nooo, por favor -lloriquea-. Dani ¿te molesta compartir la cena y a Cameron, por un ratito?
-Yo..., creo que no –sonríe posando sus manos sobre las de Cameron, aun en su cintura.
-Grandioso, iré a hablar con la fulana que asigna mesas, le coquetea a todo el mundo.
-Jaquie, no seas pesada –le advierte Glen.
-No soy pesada, esa...--
-Basta, será mejor que vaya contigo –la corta antes que continúe con sus comentarios.
Y antes que Cameron, pudiera decir algo más, los recién llegados se alejaron entre las mesas.
-Vaya..., son intensos –comenta Danielle, alejándose del agarre de Cameron.
-Esto es un desastre, estoy incomodo con ellos, hace años que no veo a Jaquie, y ahora está casada y más metiche que nunca...
-¿Quieres que me vaya? Si es muy íntimo puedo fingir que tengo una emergencia –sugiere al verlo tan nervioso
-No, por favor sálvame ¿vas a ser mi novia?
-Bien, pero tienes que dejarle claro que es nuevo, soy pésima mintiendo. La peor.
-La mejor
Y sin importarle que se tratara de la primera cita Cameron, acunó el rostro de Danielle, entre sus manos y depositó un suave y casto beso de labios cerrados en su boca, como una caricia inocente.
-¡Que ternura!
Y la pareja ruidosa estaba de regreso. Jaquie, se encargó de llevar el mando de la cena, partiendo por pedir comida de verdad, hizo que se llevaran las ensaladas de Cameron y Danielle, y ordenó por todos. La velada se basó en ella contando historias de infancia, fue todo sobre ella y Cameron.
-Bueno Jaquie, fue muy bueno verte, ya tengo tu número, así que la próxima vez nos ponemos de acuerdo –comenzó a despedirse Cameron.
-¿Tan pronto se van? –gimoteo con un puchero.
-Jaquie, deja que terminen su cita –le advirtió Glen
-¿Irán por una copa? Vamos, hace 5 años que no nos veíamos Cami... -insiste Jaquie.
-Solo iremos por una copa rápida, mañana es día de trabajo..., pero si gustan pueden acompañarnos –sonríe Danielle, incapaz de negarse a los encantos o pucheros de Jaquie.
-Listo, les envío la dirección del bar –anuncia Cameron mientras le hace señas al camarero para que traiga la cuenta.
-Cami, nosotros invitamos la cena, vamos ve por unos minutos de privacidad con Dani –le guiña Jaquie.
Y como si los siguieran, Cameron, tomó la mano de Danielle, y salieron rápidamente del restaurante, fueron hasta el auto y una vez en el interior él, dejó salir un tremendo suspiro.
-Eres un ángel –suspira con la cabeza apoyada en el respaldo.
-Es muy comunicativa...
-Dani, no me dejes solo, yo..., estoy algo incómodo con ellos
-Me he dado cuenta de eso, así que tendrás que decirme el motivo.
Girándose sobre su asiento Cameron, la observó, ella estaba tranquila y tenía esa energía positiva que le infundía confianza y ganas de decirle lo que quisiera. Y lo hizo.
-Me declaré la última vez que nos vimos y ella solo me dio las gracias por ser tan sincero y honesto.
-Vaya ¿una palmadita en el hombro y ya?
-Exacto, por favor perdóname si esta es la peor cita del mundo pero creo que solo voy a soportar una copa, tal vez dos
-Vamos por una y yo te ayudo a escapar –sugiere con una sonrisa. Le encantaba su honestidad.
Un beso en la mejilla como agradecimiento y se fueron al bar. Solo cuando estuvieron sentados en una mesa y con sus bebidas en camino, Cameron, le envió el mensaje con la dirección a Jaquie.
-Este mojito está muy fuerte –dijo Danielle, luego de darle el primer sorbo a su trago.
-Pidamos que lo cambien –ofreció Cameron, levantando la mano para llamar al camarero.
-Tranquilo, iré a cambiarlo yo misma, necesito parar al baño un momento
-¿Quieres que te acompañe?
-Cam, tienes que relajarte, Jaquie, te conoce de toda la vida, lo va a notar.
-Eres tan inteligente..., gracias por tu ayuda.
-Un placer, ahora cambia la cara, están en la entrada.
-Maldición
Sonriente Danielle, se levanta con su trago y camina hasta la barra, entonces en medio de un grupo de personas lo ve. Su jefe estaba apoyado descuidadamente contra la barra mientras alguien le decía algo y él, escuchaba atentamente.
Cruzaron miradas, ella, observó a los hombres de traje que lo rodeaban, él, la observó de pies a cabeza, alzó una ceja ante lo bien que lucía, luego miró en la dirección en que venía y frunció el ceño al ver a Cameron.
Danielle, decidió continuar su camino, no iba a acercarse a saludarlo, era su jefe no su amigo, además si quisiera decirle algo Nicholas, ya lo habría hecho. Se dirigió al otro extremo de la barra, pidió que le cambiaran el trago y en lo que estaba listo se fue al baño a refrescarse, estaba algo nerviosa por las preguntas que podría hacer Jaquie, con respecto a ella y Cameron, era pésima mintiendo, no le salía bien..., y para ponerla aún más nerviosa, sabía que tendría a la inquisitiva mirada de su jefe encima.
Para las 10 de la noche,Cameron, la estaba dejando en la puerta principal de su edificio y no paraba deagradecerle por su ayuda y de prometerle que no volverían a interrumpirlos enla próxima cita. Y si, estaba afirmando que habría otra.
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