Todavía (Único)
No pienses que voy a dejarte ir.
Porque no lo haré.
No pienses que este es nuestro fin.
Porque no lo es.
El amor puede traspasar las barreras de la muerte.
Y nuestro aprecio mutuo, es clara prueba de aquello.
Eres esa luz que necesitaba percibir.
Eres ese cielo que se apoderó de mí.
Eres mi todo, Park Jimin.
La ciudad de Seúl se encontraba repleta; el color rojo era sobresaliente, y predominante en toda la urbe. Los comerciantes abundaban en cada zona, los chocolates y las rosas rojas serían lo más solicitado. Era el día en el que las parejas profesaban amor de forma deliberada. Se daba una batalla disimulada, en la que buscaban dar lo mejor de sí, dedicándose obsequios materiales o afectivos. Todos caminaban de la mano de su acompañante, siendo signo de afecto y estima.
El hermoso cielo azul creaba pequeños tumultos, elaborando con facilidad un espléndido celaje, logrando así, hacer juego con la preparación; los susurros del viento eran poco notorios, trayendo consigo tranquilidad a los transeúntes,y el sol brindaba luz auténtica e interminable. Un momento perfecto para todo aquel que apreciara esa fecha.
Porque, sí, era San Valentin. Aquella época que todos veneraban indiscutiblemente.
—Hyung, mira. Estos chocolates son muy deliciosos. —Aseguraba un hermoso chico de cabellos rubios, señalando aquella caja dorada con un moño rojo bastante elaborado.
—¿Los quieres, Jiminnie? —Preguntó el mayor, sonriéndole a su hermoso novio. Le encantaba ver al rubio emocionado. Se aseguraría de mantener feliz al menor por siempre. Y para eso, ya tenía en mente un plan. El mencionado asintió, y eso fue suficiente para pedir al vendedor que le envuelva la pequeña caja para así llevársela.
—Yoongi hyung, te quiero mucho. —Jimin soltó con una voz cantarina, sorprendiendo al mayor. Claramente no estaba preparado para eso. Cuando el rubio notó al mayor con las mejillas completamente rosadas, se abalanzó contra él y lo envolvió en un cálido abrazo.
Ambos estaban en su mundo, se sentían suertudos y contentos al tener a quien amaban a su lado. No les importaba cuando la gente que los rodeaba decía que no se veían bien juntos, que no eran el uno para el otro, o que eso del "amor" pronto se les acabaría. Ellos eran felices, y no estaban dispuestos a hacer caso a los comentarios de sus amigos
Como olvidar el momento en el que se conocieron, Yoongi había derramado leche de plátano en la vestimenta del menor y no pudo contener su risa, desde ese día se habían jurado odio a muerte. Ambos se encargaban de hacerle la vida imposible al otro. Pero con el tiempo, ese odio se convirtió en todo lo contrario. Se empezaron a ver a escondidas, y en un largo tiempo ambos supieron que estaban enamorados, y que compartían afecto mutuo.
Si, Yoongi nunca olvidaría aquel día en el que regresó a casa y esta se encontraba repleta de papel higiénico, siendo una advertencia del menor. Y Jimin nunca olvidaría que Yoongi arruinó todo su vestuario con pintura acrílica. Aquellos momentos les hacía recordar el hermoso camino que tuvieron que pasar para ser la pareja que son ahora.
Todo eso era parte de ellos, y se asegurarían de conservarlo hasta que la muerte les haya puesto fin.
En poco tiempo, ambos llegaron a casa; habían estado conviviendo por ya unos años, y no se arrepentían de eso.
Prepararon un hermoso y delicioso almuerzo, pusieron algunas velas aromáticas, y compraron el vino más dulce que había en la tienda de la esquina.
Para San Valentin, esta era su rutina, no les gustaba salir a restaurantes ya que siempre paraban aglomerados; y comer en casa era mucho más tranquilo. Todos sus amigos decían que eran muy anticuados, y que parecían unos añosos, pero era parte de ellos, y les agradaba como hacían sus preparativos. Para tener veinticuatro y veintiséis años, ellos eran muy maduros y sensatos.
Al acabar la cena ambos se miraron fijamente; ambos se decían lo que sentían con la mirada. Eso era suficiente para transmitir su afecto. Aquella sensación de dragones revoloteando en su estómago, jamás se había ido de sí. Seguían conservando el apego, y cariño a través de los años. Algo que no todos lograban.
El mayor de ambos se levantó de su asiento primero, y con algo de esfuerzo, prendió aquella radio que perduraba con ellos. Y dentro de poco, empezó a sonar una canción que ambos ya conocían de memoria. El ritmo era algo lento; pero en poco tiempo hacía que ambos bailasen al compás de la letra. Eran felices a su manera, y les encantaba esa felicidad. Cuando danzaban esa tonadilla, sus corazones latían con más fuerza de lo normal. En poco tiempo, el rostro de Jimin estaba pegado al pecho de Yoongi, y este simplemente envolvía en sus brazos al menor.
Todo era perfecto; las luces, el lugar, la calidez, y sobre todo: la persona que los acompañaba. Un amor como ninguno, algo especial que ellos guardaban y que nunca dejarían ir.
Porque si sus labios negaran amor, sus ojos pedirán a gritos pasión y adoración del contrario. Porque si uno de ellos se aleja, la vida del otro no tendrá sentido. Pues si algún día llegase a faltar amor, ellos mismos se encargarían de hacer nacer uno nuevo. Ellos no se iban a dejar ir, no lo harían porque estaban conectados y quizá también destinados.
Y aunque una estaca los acribille en el corazón, ellos rogarían a la madre Luna unirlos en la próxima vida y en todas las siguientes. Ese amor era peculiar, y un tanto extraño. Pero era la definición indiscutible de amor interminable.
Yoongi soltó a Jimin, lo miró a los ojos con dulzura; y en un acto rápido sacó una cajita roja de terciopelo de su bolsillo. Se arrodilló y sin trabajo arduo, abrió la cajita que reflejaba un bonito anillo de diamantes. No tendrías que tener una mente brillante para comprender lo que el mayor quería hacer.
—¿Park Jimin, quieres casarte conmigo? —Inquirió con el corazón en la mano. Había estado esperando ansiosamente ese momento, y ahora lo estaba cumpliendo. Pacientemente aguardó la llegada de San Valentin para completar su plan de pedida de mano.
El mencionado abrió sus ojos con estupefacción, estaba sorprendido. Pero no de la forma emocionada que el mayor esperaba. Sino aquella sorpresa que mostraba melancolía y entristecimiento.
—Yoongi... —, su voz era algo gutural. Era casi un susurro —. Levántate, por favor.
El mayor acató la orden y se levantó, se encontraba un poco asustado y cariacontecido. ¿Será que el anillo no era suficientemente bonito? Tal vez no compró el indicado.
—¿Qué pasa?
—Yoongi, ya hablamos de esto —. La seriedad era evidente. Así que el mencionado rápidamente apagó la música de fondo que los acompañaba.
—Ahora sí, ¿qué ocurre? —Trataba de contener calma.
—Dijimos que no haríamos esto. Decidimos no casarnos, y lo sabes —Jimin levantaba la voz de apoco. —¡No podemos casarnos! ¡No lo haremos!
Esta era otra de las peleas que tenían, y siempre era de lo mismo; el matrimonio. Después de una buena cena; Yoongi sacaría el tema, y ambos terminarían peleando. Solo que esta vez el mayor compró el anillo, quería que esto se hiciera posible. Pero no estaba funcionando.
Como una rutina, Jimin gritaría, y Yoongi se mantendría callado hasta que el rubio se calmara. No obstante ya no se sentía así para el mayor. Siempre escuchaba lo mismo y algo crecía en su interior.
No querían que sucediera lo mismo. Ya no.
Jimin desgañitaba y lloraba al mismo tiempo, no le gustaba discutir de lo mismo, no quería conservar ese dolor.
Con un suspiro el mayor de ambos se acercó al menor y lo abrazó, ahora ambos lloraban. Sus corazones oprimidos podían liberarse en presencia del otro.
—¿Por qué, Yoongi? ¿Por qué haces esto? — Preguntaba sin siquiera poder mantener contacto visual con el mayor. Jimin seguía pegado al pecho del mencionado, le transmitía seguridad y tranquilidad, aún sabiendo que el llanto estaba presente.
No podían mirar los ojos del contrario, porque sabían que si lo hacían, se derrumbarían y con rapidez olvidarían todo.
—Porque te amo, porque eres mi todo. Eres la única persona que quiero y necesito. Eres mi razón de ser, y no estoy dispuesto a dejarte ir. —Sus labios temblaban, pero estaba diciendo lo que quería, y era más que suficiente.
—Sabes que no puedo, sabes que no puedo hacerte feliz —, soltaba con esfuerzo; reprimiendo sus lágrimas. Jimin tenía cáncer, iba a sus quimioterapias, pero eso no le aseguraba que podía vivir una vida normal. —Sabes que...
—Tú ya me haces feliz, Jimin. —Viendo la condición del menor todos hubieran preferido haberse ido. Hubieran preferido haberse alejado y dejar todo atrás. Pero Yoongi no. Él estaba profundamente enamorado, y no se atrevería a abandonar a su primer y único amor.
Sería un riesgo muy grande vivir de esa manera; pero, la satisfacción tendría que ser suficiente para continuar. Aquellas sonrisas que compartían, aquellas miradas que profesaban amor sincero, aquellos besos que alimentaban el afecto. Todo fue magnífico e inmejorable. Nada era más fuerte que ellos, nada era más fuerte que su amor.
Definir el amor nunca sería fácil, pues cada quien crea su propio concepto de este. Expresar amor de forma que se refleje completamente es casi imposible. Vivir una vida donde la felicidad no traiga dolor es arduo y complicado.
¿Qué es el amor? No lo sé, nadie lo sabe. Solo ocurre, solo llega cuando menos te lo esperas. Es aquel sentimiento que te hará conocer la alegría permanente, o el dolor incesable. Este sentimiento es desemejante y poco comprensible para todos. Ya que puede asignarse una ilimitada explicación.
¿Será que el amor traerá felicidad, gozo y bonanza? ¿O es que me traerá destrucción; desdicha y agonía? Quiero aprender y conocer mas del amor. Quiero saber si es que estaré bien en el camino. ¿Tendré finalmente la satisfacción deseada? La alegría de tan solo vivir es suficiente para amarte; para amarme.
Ya no puedo mirarte a los ojos y hablar con falsedad, porque estoy completamente a tus pies, amor divino. Ya no puedo besar tus labios y fingir que no son de mi gusto, porque mi corazón rompería en llanto por deshonra a mis palabras de amor perpetuo. Ya no puedo tocar tu piel y decir que no me hace sentir nada, porque el erizar de mi dermis y epidermis serían prueba de mis mentiras contradictorias a lo que en verdad siento. Decir que no te amo cuando lo hago es ignominia propia para mí.
Ya no puedo engañarte acerca de mis sentimientos, porque esas mentiras ni yo me las creo. Porque te amo, y porque sé que este es el destino siendo mi fiel compañero.
Las palabras no bastarían para manifestarte mi aprecio eterno y perdurable. Y mis años de ventura que tuve a tu lado serían diminutos comparados a los años que quiero vivir contigo. ¿Que si nuestro amor va a acabar? No lo hará, porque tú y yo estamos conectados incuestionablemente. ¿Y sabes que? Amo tan solo la idea de haberte conocido, ya que ahora eres clave fundamental de mi camino.
Si me caigo esta bien, porque te tengo a mi lado, y porque sé que serás quien me levantará. Si estoy en la cima es más que perfecto, porque te tengo a ti; y porque podré compartir mi alegría contigo.
Porque sea bueno o malo, todo es perfecto si estas conmigo.
Porque te amo, haría cualquier cosa si es tu compañía la que estará a mi lado.
[...]
Con unos meses de retraso la boda deseada había llegado, el veinticuatro de Noviembre, la fecha que ambos gustosamente habían elegido. Todos sus amigos y familiares estaban sorprendidos cuando recibieron la invitación de tan sorprendente y admirable compromiso.
Aquellos que pensaban que eso nunca sucedería lo estaban viendo acontecer. Un compromiso sobresaliente y para algunos; un tanto apurado.
—Estamos aquí, junto al altar, para que Dios garantice con su gracia esta voluntad de contraer Matrimonio. Bendice copiosamente este amor conyugal que tus hijos han profesado. Y dales fuerza para que se guarden mutua y perpetua fidelidad —, un afable y bondadoso sacerdote destacaba mientras todos escuchaban atentos. El lugar que habían elegido los novios era una pradera llena de pastizales y matorrales que traía tranquilidad y placidez. Haciendo así que la comodidad predomine —Ya que quieren contraer santo matrimonio, unan sus manos y muestren su consentimiento ante Dios. —Ambos hicieron caso a aquellas palabras sagradas, y sostuvieron las manos del contrario con timidez, tal como la primera vez que lo hicieron.
—Yo, Min Yoongi, te quiero a ti, Park Jimin, como esposo, para entregarme a ti, y prometerte serte fiel en la prosperidad y en la adversidad. En la salud y la enfermedad y así amarte y respetarte todos los días de mi vida. —Decía sinceramente el mayor. Su corazón palpitando como nunca antes. Todos sus sueños se estaban cumpliendo.
Amar; para ellos había sido la sensación más pura y sincera, había sido la muestra más espléndida y lozana del sentimiento duradero. Ya que si alguien los separa, la muerte sería la mejor opción para ambos.
—Yo, Park Jimin, te quiero a ti, Min Yoongi, como esposo, y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.
Porque si amar fuera estar en el cielo, te amaría hasta llegar al mismísimo paraíso.
—El Señor confirme con su bondad este consentimiento suyo que han manifestado ante la Iglesia y les otorgue su copiosa bendición. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Porque si amar fuera estar en el infierno, te amaría hasta que nos destierren y nunca más se sepa de nosotros.
Un beso apasionado selló aquel acto noble y veraz, trayendo consigo la adoración mutua que ya se veía venir.
—Te amo —, susurró el mayor para que solo su ahora esposo sea capaz de oírlo. Solo esas palabras provocaban vida en su interior. Como si hubieran vuelto a nacer.
—Y yo te amo a ti, Yoongi. —La atracción era recíproca, no había duda de aquello.
Los invitados sin poder evitarlo gritaban de felicidad; y otros lloraban por lo mismo. Y cómo no alegrarse, si la beatitud encabezaba la atracción entre tan espléndida pareja.
Ese día sin duda sería recordado, tal gracia no se encontraría en ningún otro lugar, ni en ninguna otra boda. Porque estos novios están eternamente enamorados, porque estos novios han alcanzado el sentimiento máximo del cariño mutuo.
Y no, no encontrarás este tipo de amor en otros.
El amor, la felicidad, la dicha y la vehemencia jamás faltaría en Jimin y Yoongi, ya que esta vida es muy corta para ellos dos. Y como no serlo, si hasta las palabras y acciones quedan cortas comparadas a la atracción que tal pareja tiene.
Pasaban los días, luego las semanas, y por último, los meses. Y ni aún así podíamos afirmar que tal sentimiento como el amor se había ido. Ya no había razón para engañarse con lo mismo, ellos eran felices, y lo serían por siempre. Estaban destinados a esto; a amarse.
¿Que si estoy ciego de amor? Lo estoy, y no te imaginas cuánto es que adoro sentirme así. La nostalgia que amenazaba con permanecer se ha ido. Ya no guardo palabras de falso vigor, y mucho menos de aliento propio. Sí, aquella persona que está conmigo hace que quiera superarme, que quiera vivir con gratitud. Y agradeceré eso infinitamente.
¿Que si el dolor va a gobernar en mi cuando esto acabe? Nada queda de mí después de este amor, puesto que no hay un después en ti y en mí.
Amarte es mi promesa sincera, y sé que es la tuya también.
No imagino el día en el que mi corazón te deje de amar, puesto que sé que ese día mi corazón habrá dejado de palpitar.
Estoy dispuesto a amarte ya que sé que habrá valido la pena.
Un día es agotante para una muerte amenazante, y aunque pidamos clemencia, los dioses solo te brindaran penitencia. Ya no hay vida, pero hay un corazón que profesa amor sincero.
Un trece de Febrero, Jimin recayó. ¡Oh, pobre corazón que atemorizado se encuentra!
Si la vida quiere quitarte de mi camino, el destino se encargará de unirnos. Porque somos nosotros, porque nos amamos.
Yoongi se encontraba preocupado por su pareja, ya lo había internado en un hospital, pero el desasosiego invadía su ser. Sus familiares vinieron, también alarmados por la noticia. Pero solo el esposo tenía permiso de entrar a la habitación en la que se encontraba el menor.
Tan triste...
Tan funesto...
Si es que pudiera ¡Oh, créeme, te daría mi alma entera! Sin embargo, esta deplorable y fatal vida no me lo permite.
Con temor, Yoongi se acercó a la camilla en la que se encontraba empotrado Jimin. Ver al chico que amaba ahí le hacía sentir culpable e impotente.
Sin poder aguantar más, el mayor soltó unas lágrimas, y trataba de esconder su rostro entre la palma de sus manos. Hace unas horas había hablado con el doctor encargado de Jimin, le había confirmado aquello que tanto se negaba a creer. La vida del menor estaba llegando a su final, ya no tenía más tiempo de vida.
¡Oh, cariño, si el llanto fuera perpetuo, cómo cargaría con la consciencia de haberte perdido!
Amor divino, amor del cielo, tanto te quise, pero ahora no puedo protegerte. La tragedia es mía, al no poder tenerte junto a mi por más tiempo.
Tales lágrimas mostraban el dolor inacabable que tenía Yoongi. Sin querer, despertó al menor, a aquel chico de bonitos ojos, aquel chico que le robó el corazón.
El rostro de Jimin era pálido, sus labios estaban secos y sus ojos reflejaban el malestar generado, el cáncer lo había vencido. No había remedio.
Era muy tarde ya, pronto el reloj marcaría las 12:00 a.m. Así que todos se fueron, solo estaban Jimin y Yoongi, aquellas almas que solían jurarse amor perpetuo.
—Yoongi... —Era un susurro inaudible, pero suficiente para que el mencionado le prestara atención.
—Jimin, mi amor. Despertaste —Decía tratando de secarse torpemente los rastros de lágrimas que quedaban en sus ojos. Aunque evidentemente era algo imposible.
—Yoongi-ah, sabes que te quiero ¿No es así? —Sonreía genuinamente, su respiración era lenta, pero era suficiente para hablar plácidamente. Yoongi no pudo evitar llorar nuevamente. ¿Por qué sonaba tan triste?
Que cruel es la vida, no me deja permanecer contigo por más tiempo.
¿El amor sería doloroso para siempre? Mi corazón se niega a esto.
—Claro que lo sé, cariño. Y yo te quiero a ti. —Aquellas palabras eran efusivas y espontáneas. Yoongi se sentó cerca del menor, y con ligereza entrelazo sus dedos con los del contrario.
Tan cálido...
—Tienes que ser fuerte ¿Esta bien? No debes hacerte daño. —Los sollozos eran evidentes en su habla, el llanto se venía venir. Pero aún así el intento de sonreír seguía allí.
—Jimin...
No voy a dejarte ir, no lo haré...
—Nunca pierdas tu sonrisa, si las cosas se vuelven difíciles, sabes que estaré siempre para ti. — Aquellos ojos vidriosos eran suficiente para saber lo que se venía.
Ambos lloraban, ambos temían. Pero eran valientes, y sabrían sobrellevar eso.
—Estoy contigo, nunca me iré ¿Si? —continuó, esta vez tocando el rostro de Yoongi. El mayor solo sostuvo la cálida palma en su mejilla, no quería que se fuera, no quería que terminara.
—Jimin, te amo...
—Yo también, Yoongi. También te amo.
La desolación podría destruir una vida, pero no los sentimientos que tiene esta.
El electrocardiograma empezó a tener un sonido fuera de lo normal, haciendo que la desesperación invadiera a Yoongi.
—¡¿Jimin?! ¡¿Jimin?! Responde por favor. Jimin, por favor.
He llorado, he caminado, he reído y te he amado. Me llevé la lotería al tenerte a mi lado.
Llorar no era suficiente, no lo sería jamás. Justo el reloj marcó la 1:31 a.m. San Valentin había llegado, tal fecha ya estaba presente.
¿Vivir sería una condena?
—¡¡¡Un doctor!!!!! ¡¡¡Un doctor, por favor!!! —Yoongi salió rápidamente del lugar buscando ayuda. Pero ya no podría engañarse.
Los encargados vinieron, hicieron lo que pudieron, y Yoongi solo lloraba, aquel pitido no desaparecía. Jimin había fallecido.
¿Qué traición es esta, si la vida me prometió que te tendría conmigo?
¿Es que me guarda odio y rencor? ¿Por qué?
Yoongi solo lloraba con más fuerza, se acercó al menor, aquel cuerpo que poco a poco perdía color y se volvía frío. Apegó su rostro al pecho del contrario y solo soltaba sollozos.
¿Que debería hacer si ya no puedo ver tus hermosos ojos? ¿Qué debería hacer si ya no puedo oír tu cantarina voz? ¿Que debería hacer si la pena es amenazante? ¿Qué debería hacer cuando mi único motivo de vida eres tú?
Tan espléndido nuestro amor, tan catastrófico nuestro camino. Si tan solo pudiera curar el mal de nuestro destino.
—Te amo y mucho más, mi vida —Lloraba, pero trataba de hablarle al menor. —Te amo mucho.
Si quererte fuera un pecado, estaría desterrado para toda la eternidad; si amarte fuera complicado, gastaría todas mis vidas para intentar hacerlo. Quisiera ser ciego, porque el deseo de mirarte trae el deseo de quererte, si te quiero, y no estas conmigo. ¿Cómo puedo seguir viviendo?
¿Que tengo que abandonar nuestro amor? No, no voy a hacerle caso al olvido, que tanta envidia me ha tenido. Porque prometí amor eterno para ti y para mí, porque juré amor con toda el alma, y no pienso incumplir mis promesas y juramentos. Sí, te extrañaré incluso en mis sueños, pero es así como recordaré que te amo, y que no pienso dejarte ir.
Dolerá extrañarte, pero será mi penitencia por no cuidarte. No me perderé, porque tú guiaras mi camino y ahora viviré para realizar nuestros sueños incumplidos.
Todavía hay un cielo donde tu estrella será mi favorita, dónde todavía puedo decirte lo que siento. Dónde puedo decirte que te aprecio.
Y eso, ni el destino, ni la eternidad lo va a poder cambiar. Porque eres mi amor eterno, porque te amo.
Hola, soy yo de nuevo.
Hace no mucho, el psicólogo que me atendía falleció, ha sido parte importante de mi mejora personal y ahora que no esta se ha vuelto complicado para mí. Quiero dedicarle este escrito a él, pues me ha brindado mucho apoyo emocional.
No estaba segura de escribir esto. Bueno, quería que la historia fuera predecible, cuando hay amor mutuo todo lo que la pareja haga será predecible. Así que me basé en eso.
Soy nueva escribiendo, llevo menos de un año en Wattpad, y aun estoy aprendiendo, y si hay un error, por favor, corrijanme. Tengo que mejorar en eso, pero haré lo mejor.
Esta historia es mi forma de practicar la narración. Aún no se cual es el tipo de narración manejo así que estoy intentándolo de distintas maneras.
Si los guiones son cortos, perdón. Puse los guiones largos, pero Wattpad siempre lo cambia a los cortos :( Me ha pasado muchas veces.
Por favor tenganme en cuenta. Es todo :D
-TYT-
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top