{12}


La chica de la regadera y su acosadr


Yo levanto la vista y respiro profundamente encontrándome con aquel chico de piel blanca mientras me observa atento, atento a cualquier movimiento de mi parte por más mínimo que fuese, se le ve confundido, y curioso. No sé qué ha dicho, o de qué hablábamos antes de que me mal viajara hasta un planeta dentro de mi cabeza que alberga mi imaginación. No me puedo concentrar, no puedo evitar no escuchar, sólo me mantengo pensando. Pienso, pienso, y siguió pensando.

—¿Y entonces?—me habla y yo le miro divagando— Está mañana dijiste que necesitabas decirnos algo importante. ¿Qué es?

Aquel silbido seguía intacto en mi cabeza como una melodía repetitiva, que no hacía más que causarme escalofríos, me ponía la piel de gallina. La oía como a un eco, como a una melodía mal compuesta, como un disco que se había rayado en la misma parte, una y otra y otra vez, impidiéndome siquiera cerrar los ojos gran parte de la noche, pero...¿Realmente lo había escuchado? ¿Y si había sido alguna clase de ilusión?. A este punto ya me era complicado diferenciar entre mi realidad y la fantasía.

—Bueno...—murmure buscando cualquier otra cosa, por ahora no podía contar absolutamente nada, no sin siquiera tener alguna clase de prueba o testigo de ello—Estuve pensando.

—¿Y no te dolió?—dijo Ithan burlesco. Y yo me reí bajando la mirada.

—Calla—le regañó Santi tapando su boca—¿En que pensaste, Jungkook?

Me aclare la garganta, y no pude evitar cruzarme de brazos. Eso alertó la curiosidad de los gemelos al frente mío, quienes me brindaron toda su atención.

—Si Dionora desapareció, quizá alguien más lo haga—dije luego de llegar a esa cruda conclusión—No podemos descartar nada, cuando no tenemos nada. Es arriesgado no pensar en más...opciones.

—¿Cómo dedujiste eso?—preguntó Ithan tornándose ahora serio. Abandonando absolutamente toda esa diversión de hace un rato—Dices, ¿Qué más chicas desaparecerán?.

—Bueno, ¿No les parece extraño que...ya eligieran a la siguiente encargada? Ni siquiera había pasado mucho. La reemplazaron como si fuese cualquier cosa.

—¿Y si estamos sacando conclusiones locas?—cuestionó él rubio arrugando la nariz.

—¿Crees que me estoy volviendo loco?—solté.

—No. creo que podrías tener razón. Y eso me da miedo.

—Es verdad—susurro Santiago dejando caer su espalda sobre el respaldo.

Pensó un momento.

—Eso significa que...—artículo dejando que el temor se apoderara de el, y se levantó abruptamente.

—Exacto—afirme lo que ya sabíamos los tres—Hay que vigilar a Renata, ella podría ser la siguiente.


Santiago acostumbraba a pasar el rato en las escaleras que conducían a la biblioteca. Ahí, sumido en una completa y total soledad. Nadie, ni siquiera su hermano, sabía el porque, tampoco se lo había cuestionado antes, decía que, a veces era necesario darle espacio a una persona para tener una sola conversación con sus pensamientos, y por supuesto yo no lo contradije aunque la curiosidad me invadía de vez en cuando.
Pero el castaño se quedaba así, acostado sobre los escalones mientras miraba el techo, dejando que el tiempo se le viniese encima. Nunca había sido tan entrometido como esa tarde, porque no me gustaba serlo, sin embargo, ahí me encontraba.

Lo había seguido luego de que Ithan se marchara de nuestra reunión en el desayuno al ser invitado a jugar "Lupo delle ore" con los niños más pequeños del lugar, y Santi pusiese cualquier excusa para hacerlo también, irse. ¿Qué si eso me hacía sentir mal? Claro que me hacía sentir mal, pero debido a la situación en la que me encontraba, no podía darme el lujo de perder tiempo, necesitaba estar siempre alerta, vivía con el miedo de que cualquiera pudiese desaparecer en sólo cuestión de segundos, pero más miedo me daba, el saber que yo podía hacer algo, pero que no estaba logrando nada. Aunque no sabía exactamente qué ganaba con vigilar a uno de mis amigos.

No lo sabía. Hasta que la vi.

Entonces supe porque Santi pasaba el rato en aquellas viejas y abandonadas escaleras.

Ese era el único punto en el que podías observar quien salía o entraba a la biblioteca.
Una sonrisa ladina no pudo evitar formarse en mi rostro cuando lo observé mirar a aquella peli negro salir de ella. Ahora tenía sentido todo ese odio que Santiago Heredia le guardaba a Renata Carreto. Y no se me hacía algo descabellado, cuando el amor se reprime, el odio ocupa su lugar.

La chica ni siquiera se había dado cuenta de nuestra presencia, simplemente pegó sus libros al pecho y salió de ahí, directo hacia algún lugar del gran internado. Yo lo dudé, sin embargo y luego de pensarlo unos cuantos segundos, tuve el valor de salir de mi escondite y me acerqué.

—Así que...—divague levantando la voz, haciendo que aquel chico se sobresaltara—Renata.

—¡Oye!—se quejó tomando su agitado pecho—¡¿Cuánto tiempo llevas ahí?!

—Lo suficiente—dije.

—¿Lo suficiente para que?

—Lo suficiente como para saber, qué Renata te gusta—respondí encorvando una ceja casquivano. Lo había atrapado.

—E-ella no, no me gusta—balbuceó sonrojándose al instante.

—¡Ay por favor! ¿Qué tiene de malo que te guste una chica, Santi? Es muy bonita.

—Bueno, cuando ambos se encuentran encerrados en el mismo lugar, se me ocurren un par de contras. Como por ejemplo: Ambos somos personas problemáticas que la sociedad ha rechazado y estar juntos sólo traería más caos y desastre y más problemas—comenzó contando con los dedos—Nos mantendremos encerrados aquí por una eternidad, y si llegamos a salir, sería prácticamente imposible, ella tiene dinero y yo...soy yo.

—¿Por qué nunca te has atrevido a decirle?

—Lo he intentado, ¿De acuerdo?—espeto con la clara frustración reflejada en su rostro—Pero cuando me acerco, lo único que puede salir de mi boca son insultos. Así que...no te atrevas a decirlo, o te mataré Gotti.

—De acuerdo—respondí burlesco—Aún así, deberías tratar de hacerlo. Decirle.

—Por ahora, creo que esperaré. Es más importante averiguar que está pasando, para evitar el: "Qué pasará". En este momento sólo estoy preocupado.

—¿Por lo que hablamos esta mañana?

—En parte. Yo no sé cómo reaccionaría si un día Renata desapareciera, «¿Me comportaría como tú?» «¿Haría lo que fuera para encontrarla?» «¿Lo dejaría pasar como si nada?» son cuestiones que no pude evitar hacerme estos días—explicó torciendo la boca—Y la otra parte. ¿La has visto? Estoy preocupado por ella, desde que Dionora no está, se ve más pálida que de costumbre, bajo de peso sin duda alguna, las ojeras bajo sus ojos son cada vez más notorias, y sólo...se la pasa en la biblioteca seguramente logrando que él remordimiento de no haber hecho nada la termine de consumir por completo.

—Wow. No creí siquiera escucharte hablar de esa manera, jamás.

—Lo sé. Ni siquiera yo sé que es lo qué pasa conmigo.

—Si, pero entonces...

Repentinamente algo se me vino a la cabeza haciéndome tensar.

—¿Qué hora es Santi?—cuestione apresurado.

—Las 6:00 en punto, ¿Por qué?—me cuestiono poniéndose nervioso. Y no lo culpaba, yo comenzaba a sentirme igual.

—Esa tarde, la tarde cuando encontramos el broche de Nora.

—Ajam. ¿Qué hay con esa tarde?

—Cuando Renata salió de la oficina de Masini, el toque de queda estaba cerca, ¿No?—pregunte y él me confirmó asintiendo—Eso significa, que posiblemente esta noche ella lo vaya a ver para brindar sus reportes. Ghido aún no está recuperado. Ira sola.

—Mmm si...

—Tengo un mal presentimiento, Tiago.

—Así que...¿Quieres vigilarla? ¿Para cuidar de ella?

—Velo de esta manera, a mi me interesa su conversación, a ti te interesa más su seguridad. Nos beneficiaría por ambas partes, ¿No crees? Aunque, podría no ser nada, sólo yo siendo eufórico.

—No, a este punto, cualquier cosa nos sirve.

—Bien, vayamos con ella entonces.

—No creo que sea prudente hacerlo a esta hora—mencionó el castaño jugando nervioso con sus dedos.

—¿Por qué no?

—Porque a estas horas, las niñas se encuentran en las duchas.

Ambos decidimos salir hasta el patio trasero, ese que estaba cerca del edificio donde las mujeres se encontraban. Nos manteníamos ocultos a la espera de que Renata terminase de ducharse y saliera con dirección a la oficina, así la seguiríamos, escucharíamos su conversación y luego, nos marcharíamos para seguir sacando conclusiones como alguna clase de detectives privados, sólo que, sin ganar absolutamente nada, ni un centavo.

El tiempo siguió pasando. Sin embargo, cuando menos lo esperábamos, cuando menos creíamos que sucedería algo interesante, nuestra atención fue despertada, justo al momento en que pudimos observar a ese hombre caminar hasta la pared de ladrillos.

—¿Qué está haciendo?—murmuró Santiago, sin despegar la mirada del rector.

—No tengo idea—susurre en respuesta.

Ignacio Masini, comenzó a tantear ladrillo por ladrillo hasta dar con uno, uno que en específico se encontraba flojo. Y con mucho sigilo, lo saco. Con lentitud, acercó la mirada para observar a través de él, pero no sabía que observaba exactamente.
Segundos después, pareció retomar la cordura, volvió a colocar aquel ladrillo en su lugar, y en cuanto corroboramos que ya se había alejado lo suficiente, salimos de nuestro escondite para acerarnos hasta donde él había estado.

—Ese hombre no me da buena espina—dijo Santi.

Yo no respondí, pero sin duda alguna le di la razón. Pase la palma de mi mano hasta dar con el mismo ladrillo, y con cuidado lo saque. Respirando profundamente, con el nerviosismo y ansiedad recorriendo cada átomo de mi cuerpo, fui acercando mis ojos hasta aquel agujero.

—No puede ser—articule con la impotencia apoderándose de mi, sin poder creer lo que mis ojos habían visto, y me alejé abruptamente de aquella pared.

—¿Qué? ¿Qué viste?—soltó Santiago acercándose hasta el agujero—E-e esa es... —murmuró apretando los puños a los costados por la ira.

—Si, Santi, es ella—complete tomándolo del hombro, colocando el ladrillo en su lugar.

Esa pared, era la parte trasera de los baños.
A través de ese agujero, podías observar las duchas de las mujeres. Y en una de las regaderas, se encontraba Renata, quien no tenía idea de que había sido observada por alguien.

Ella no tenía idea. Pero nosotros, tal vez si. De que todas en ese lugar, posiblemente corrían grave peligro.




•🐺•

Y a hasta aquí el capítulo.
Estamos ya muy cerca de descubrir la respuesta a cada uno de los enigmas. 👀

¿Qué les está pareciendo la historia?
¿Qué creen que ocurrirá después?
¿Podría encontrar a Nora o salvar a Renata?

Descúbrelo en los siguientes capítulos.

Jajajajaja bueno ya. Espero disfruten de esto tanto como yo disfruto al crearlo.

Hasta aquí mi reporte Joaquín.

L@s quiere Esojairam20 🤍

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top