{08}
❝ En la rat☹nera❞
Mis ojos trataban de acostumbrarse a la luz que pegaba directo a ellos con cada paso que dábamos, las lámparas abundaban en ese largo pasadizo que desconocía por completo y del que no conocía existencia. Dos guardias, quienes escoltaban a Santiago e Ithan Heredia le pisaban los talones al rector Ignacio Masini, quien me los pisaba a mi al sujetar con fuerza mi brazo. ¿Tenía miedo? No. ¿Alguna clase pánico? No. ¿Me sentía angustiado y culpable en realidad?. No tenía idea de qué pasaría conmigo, o con ellos, ¿A donde nos llevaban? ¿Que harían con nosotros? Me angustiaba tremendamente ese golpe de realidad, después de vivir un plan de fantasía las últimas dos semanas.
Y cuando aterrice, luego de viajar hasta otro continente de mi mente envuelto en pensamientos y juicios para entender la situación en la que me hallaba embalado, ya nos encontrábamos frente a una puerta de madera vieja en solitario.
—Ábrela—ordenó el señor Ignacio a un guardia, quien sacó las llaves de su cinturón para acatar tal orden.
El sonido agudo provocado por lo rechinante y vetusto que era el acceso, entró a mis oídos logrando que un escalofrío viajara por cada parte de mi piel cómo electricidad en las líneas de alta tensión. Y cuando la puerta fue abierta en su totalidad, no se hicieron esperar mucho para prácticamente lanzarnos dentro de ese cuarto apenas alumbrado por una vela al centro.
—Se van a quedar ahí, hasta que reflexionen insondable mente sobre sus actos—dijo tomando la manija de la puerta.
—¡Espere!—exclamé apresurándome para impedir que esta fuese cerrada—Ellos no hicieron nada, fue mi culpa, todo este plan de huir fue mío, castígueme sólo a mi.
—Eso no le va a servir esta vez señor Gotti—apuntó quitando mis dedos de la madera con la aversión en su rostro—Se lo advertí. Debió mantenerse alejado de ella—finalizó cerrando por completo con un azotón. Dejándome totalmente confundido ante lo último mencionado.
El frió y lobreguez nos bominaron como a un hilo, el silencio reino por todo el lugar haciendo eco en mi cabeza. Sin saber con exactitud cuál sería mi próximo movimiento, me gire lentamente para dar la cara.
—Yo...—murmure divagando con la mirada—De verdad lo siento, no era mi intención que él plan fracasara así...sólo.
—¿Lo sientes?—murmuro negando escéptico—Dime que es lo que sientes exactamente. ¿No habernos dicho que la rubia esa venía? ¿Qué nos estuviste utilizando todos estos días? Dinos Jeon Jungkook, Gotti, como sea que te llames, ¿Qué sientes?
—Escucha Tiago, sé que debes estar muy enojado y tienes todo el derecho de odiarme actualmente.
—¿Enojado? ¡Estoy furioso!
—Si, lo sé. Pero no creo que eso resuelva algo ahora. Necesitamos pensar en...
—¡Eres un maldito hijo de puta!—gritó Santiago balanceándose hasta mi, y cuando pude percatarme ya lo tenia encima mío. El castaño sujetó el cuello de mi camisa y me estampó contra el suelo—¡Un hijo de puta egoísta!
—¡No! No, yo...
—¡Ese estúpido plan de mierda no fracaso! ¡Tú hiciste que fracasara por tu maldito egoísmo!—gritó antes de lanzar el primer puñetazo.
—¡Santi, no!—escuche gritar a Ithan a lo lejos.
—¡Nos usaste!—continuo Tiago con su respiración entrecortada—¡Nos usaste para tu conveniencia y beneficio! ¡Nos consideraste lo suficientemente pendejos como para ser tus achichincles!
—¡Santiago, ya detente!—continuaba el hermano tratando de separarlo de mi.
—¡¿Mis que?!—cuestione desconcertado tratando de recuperar la poca razón que me quedaba debido al golpe recibido.
—Jungkook, defiéndete—me gritó Ithan seguramente por el estado en el que pudo observarme.
Pero lo cierto es que yo no quería lastimarlo al seguir su pelear.
—¡Por Dios Santiago! ¡Yo jamás quise usarlos!—clame enriqueciendo mi voz con todo el aire acumulado en mis pulmones. Al instante el chico encima mío se detuvo.
—Santi, basta—murmuró el rubio tomando su hombro—Somos amigos ¿Recuerdas?, peleando no vamos a solucionar nada.
—¡Nos quitaste nuestra única oportunidad de salir!—articulo ahogando las palabras, soltándose en llanto, dejándome ahí tumbado en el suelo sintiéndome como una basura, como un chicle masticado, tirado y finalmente pisado—¿Tienes idea del tiempo que tenemos sin ver a nuestros padres? Ni siquiera sabemos si la abuela o el abuelo siguen con vida. Si dejaron de esperarnos, si dejaron de pelear por nosotros, si dejaron de...querernos. Quizá ya nos olvidaron.
Su gemelo no tardó mucho en acercarse para envolverlo en sus brazos y ayudarlo a calmar.
—Cuando llegamos a Italia teníamos ocho, y cuando fuimos traídos a este lugar, teníamos tan solo doce, Gotti—me explicó Ithan levantando la mirada, encontrándose con la mía—Eso fue hace cinco años.
—Santi...—susurre incorporándome del piso, con el uniforme lleno de tierra y con la manga de mi saco limpie la sangre saliendo de mi labio inferior.
—Cuando el juez brinda tu sentencia, dice que saldrás dependiendo si tu comportamiento es aprobatorio, digno de la convivencia con la sociedad—dijo Santigo separándose—Pero desde que llegamos acatábamos la reglas como nadie, tratábamos de pasar desapercibidos, nos manteníamos alejados de los problemas, pero...¿Sabes que? No es cierto, son mentiras baratas para mantener tu ridícula esperanza a flor de piel y poder sobrevivir un día más, no sales de aquí, no hay manera.
—Hey, Santiago, Ithan—los llame en un susurro acercándome a ambos en cuclillas—Se que lo arruine, debí decirles. Pero, no debemos perder esa ridícula esperanza de la que hablas amigo. Ya encontramos una manera de salir, lo haremos de nuevo, encontraremos otra. Trataremos y trataremos hasta que ambos vuelvan a estar con sus padres. Les prometo, prometo que los sacare de aquí.
El sentimiento que oprimía mi corazón, se desvaneció cuando sus labios esbozaron una sonrisa de boca cerrada.
—Lamentó haberte golpeado tan fuerte—mencionó señalándome la cara.
—Descuida, me lo merecía sin lugar a duda.
—Así me gusta—interrumpió Ithan abrazándonos a ambos por los hombros—No volvamos a pelear por algo como esto—dijo y yo solo asentí ladino.
—¿Por qué crees que no llegó?—cuestionó Tiago limpiando bruscamente sus lágrimas con las sucias palmas de sus manos. Y al instante supe a quien se refería.
—No lo sé—dije dejando caer mi trasero sobre el piso lleno de tierra.
—Tal vez solo estaba jugando desde el principio y nunca tuvo la decencia de aparecer en realidad—habló restándole toda la importancia.
—No, no lo entiendes.
—Jungkook, ya despierta—me exclamo tratando de darme un golpe de realidad.
—Santi, es que tú no la vista—insistí en creer que lo que decía Tiago era mentira—Ella estaba desesperada, quería salir, podía sentir su miedo desprenderse. Tú no la conoces.
—¿Y tú si?—interrumpió achicando los ojos, observándome con esa mirada que ocupaba cuando creía que tenía toda la razón—Jungkook, hablaste con ella por primera vez tan solo hace unas semanas. ¿Porque el afán de ayudarla?
—Bien, tú ganas, no la conozco, no sé de ella más que lo mínimo.
Pero la reconozco Santiago, y es una profundidad diferente.
—Si tanta profundidad hay en tu reconocimiento, genio, ¿Entonces porque no supiste leer que al final iba a abandonarte?
Me pregunto, sin embargo yo decidí guardar silencio. Ni siquiera yo tenía la idea clara, "¿Por que? ¿Por qué? ¿Por qué?" La pregunta más gilipollas que conocía, ¿Por qué esto? ¿Por qué el otro? ¿Por qué tenía que existir un "porque" de todas las cosas o situaciones? ¿Por qué no sólo podían tomarse simplemente como eran y ya? ¿Por qué seguía preguntándome si estaba en contra de ello?
¿Por qué hay algo en lugar de nada? ¿Por qué si no hubiera nada, aún nos seguiríamos quejando? ¿Por qué?
—¿Por qué Jeon?¿Por qué la necesidad de ayudarla?—continuó recibiendo él callar por mi parte— ¡¿Por qué?!—insistió.
—¡Porque ella me salva de mi mismo!—grite en respuesta saliendo de quicio.
Santiago al instante guardo silencio.
—No tienes idea de lo enfadoso que es despertar, cada día, siendo yo—continué levantándome—La presión que ejercen sobre ti, el tener que ser perfecto todo el tiempo, superar expectativas inalcanzables para alguien común, querer hacer que tus padres se sientan orgullosos, porque a diferencia tuya, yo tengo que convertirme en mi padre. Mantener una bomba en tú interior oculta, sabiendo que sólo quiere explotar, y lo hará.
—Gotti...
—Ella, ella me hace sentir menos enojado—finalice con el ánimo derrotado.
El chico de cabello rubio se acercó hasta mi, colocó su mano sobre mi espalda y brindó unas cuantas palmadas para brindarme consuelo.
—¿Entonces?—habló el castaño nuevamente.
—Algo pasó. No sé qué, pero algo pasó.
—¿No les parece raro?—se escuchó la voz de Ithan interrumpiendo—El rector ni siquiera se apareció en todo el día, ¿Cómo es que supo o tan siquiera sospecho de nuestro plan repentinamente?.
Cuestionó dejándome pensando.
—No tengo ni puta idea—soltó Santiago acompañado de un suspiro pesado—Pero este lugar es aterrador y lo será más cuando la cera de esa vela culmine y terminemos envueltos en la determinante oscuridad.
—Enserio, tengo miedo—murmuro el rubio dejándose caer, abrazando las piernas a su pecho.
—Y supongo que tendrás más, pasaremos la noche aquí—dije por último.
Deseando que al día siguiente, todo fuera mejor.
Vaya deseo ingenuo.
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