¿Una Confesión?

13 de octubre de 2017. Madrid-España

Yuri Katsuki, un joven patinador de 24 años, termino su presentación con una puntación, casi perfecta, de 118.38, dejándolo en primer lugar de la competencia del programa corto. Hizo una pequeña reverencia, dando fin a su presencia en la pista. Victor Nikiforov, su entrenador, lo esperaba en la salida, con una sonrisa plasmada en su rostro, que se borró inmediatamente cuando el azabache paso por su lado sin siquiera dirigirle la palabra, en total seriedad.

El peli-plateado lo siguió en silencio hasta el atrio para una pequeña sesión de fotos que hace la prensa cuando un patinador termina su presentación. Aun así, frente a las cámaras, Yuri no intentó ocultar su seriedad. Esto desconcertó a la prensa, pero dejaron eso de lado pensando que el joven patinador pudo hacer una mejor presentación. Creían que ese era el motivo de su molestia.

La desesperación se apoderó del patinador y coreógrafo ruso; corría por los pasillos del tren en dirección hacia el vagón donde estaba el maquinista del transporte. Chocaba con pasajeros y algunos mobiliarios, pero no le importó en lo mínimo. Su objetivo era avisar y alertar la desaparición de una persona.

— ¡Yuri ha desaparecido!

La cara del maquinista era de sorpresa y confusión. El jefe del tren intento calmar al platinado, sin éxito alguno. Se alejó de su persona y tomo un tablero con una lista de los pasajeros a bordo. Amablemente le pidió el boleto del desaparecido, para verificar si era pasajero de ese tren. .

— Muy bien, señor. Detendremos el tren en la estación más próxima. Por el momento mantenga la calma. Mandare a inspeccionar cada vagón para ver si se encuentra aquí.

El corazón del ruso estaba en su garganta, logrando que sintiera una fuerte opresión en el pecho. Faltaban solo tres días para la final en donde el japonés tendría que hacer acto de presencia. Pero la preocupación mayor del ruso no era esa, sino, la seguridad del azabache.

"¿Qué fue lo que pasó?"

— ¡Yuri!

— ¿Qué paso, Victor?

Ambos se encontraban caminando por las iluminadas calles de Viena en Austria. Tomaron un pequeño desvió antes de llegar a Rusia, donde sería la final. No importaba mucho eso, pues faltaba un mes para que llegara el día de la competencia.
Durante sus pequeñas vacaciones habían visitado el Prater y la Albertina, quedando maravillados por la decoración de ambos lugares. Era algo tarde y ellos buscaban un alojamiento en donde pasar la noche, pero antes, debían cenar algo. A lo lejos, vieron un pequeño establecimiento que ofrecía un menú bastante variado. Para ninguno se le hizo problema, así que decidieron entrar.
El Steman, un Beil muy conocido en el distrito 6 de Viena, una taberna que aún conserva las viejas costumbres vienesas. Era un ambiente bastante acogedor para dos extraños. Buscaron una mesa libre y pidieron, de la carta, dos Fritattensuppe y dos GrieBnockerlsuppe para matar su hambre, un vino Gemishter Satz para acompañar; y para finalizar, un par de Palatschiken y Kaiserschmarren. Esa noche cenarían como reyes.

— Deberíamos ir al Stadpark mañana.

— Encontramos su equipaje.

El tren había abordado la estación. Varios oficiales recorrían cada parte del transporte, buscando algún indicio del desaparecido. Habían pasado solo veinticinco minutos desde que se alertó la desaparición, y en ese tiempo solo lograron encontrar su maleta, que, para colmo, se hallaba abierta. Los oficiales revisaron el equipaje, nada parecía fuera de lo común. A estas alturas el ruso estaba más que paranoico.

¿Cómo pudo desaparecer sin que nadie lo viera?

A todos los pasajeros que les preguntaron por el paradero del japonés, absolutamente todos, negaron haberlo visto. A excepción de una niña de unos doce años que fue la única que lo vio. El ruso, con un trato algo brusco, le pregunto en donde y cuando, y la niña, bastante asustada, le dijo que lo había visto a las catorce horas... Una hora después de que el tren partiera. También dijo que lo vio algo triste, pero no se quiso acercar por miedo.

— Señor, ¿usted sabía que tenía en su equipaje?

— N-no.

Ante esa respuesta, las autoridades no sabían que hacer para proseguir. La única pista era el relato de la niña. Después de eso, nada.

Un oficial de alto rango, que revisaba las pertenencias del desaparecido, vio una carta, sin destinatario y sin sello. Eso era bastante sospechoso en una situación así. Abrió la carta, encontrándose con un pequeño pensamiento, que se cortaba a la mitad, dando un inicio a otra letra algo más descuidada. La letra no era importante, sino, lo que decía.

"Sí que fui feliz... Porque construimos muchas memorias... Ame lo que hicimos y lo que fuimos. Viajar y comer en todo tipos de restaurantes, a donde sea, pero juntos.

Si supiera que esta vez fuera la última vez que te vea salir por esa puerta...

3.082638889 ; 6.165277778"

Lo último lo confundió profundamente. No supo cómo interpretarlo, aunque pudo deducir que faltaba algo más. Fue a donde se encontraba el sobresaltado ruso y le mostró la carta, preguntándole si significaba algo para él.
Las lágrimas se empezaron a acumular en sus azules ojos. Varios sentimientos se habían aglomerado en el fondo de su alma, dejándolo sofocado, pero, el miedo y la tristeza de aquellas palabras plasmadas en ese simple papel, lo destrozaban brutalmente y, al mismo tiempo, le causaban una enorme alegría.

¿Cuán confundida y asustada puede estar una persona? ¿Y qué es lo que la lleva a actuar?

Era la cuarta vez que en la noche que releía el mensaje que le había llegado desde el celular del azabache. El día de la final ya había pasado, y aun no había señales de vida del japonés.
Noche y día se fueron, y las ojeras del ruso eran clara evidencia de ello. ¿Quién podría tener el celular de Yuri? Vea por donde lo vea, alguien sabía su paradero y estaba jugando con su mente. Tomo nuevamente la última carta que había encontrado y la releyó.

"Hay cosas que a veces uno quisiera que sucedieran, pero por más que uno trata, sueña y anhela... No acontecen.
Victor, te agradezco que hayas estado en mi vida. Dejaste un poco de tu ser en mi alma, al igual que yo espero haber dejado un poco de mí en la tuya. 
Cada persona que pasa por nuestra vida es única, pero, la más especial en mi vida fuiste tú.

Esto, para mí, es prueba evidentemente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

11.34555555 ; 22.6911111"

Los rojos ojos del ruso estaban cansados ya de llorar, pero fue inevitablemente que una vez más esos zafiros soltaran una silenciosa tempestad. Limpio rápidamente las furtivas lágrimas con la manga de su suéter, y trato de concentrarse en lo que estaba haciendo.

Desbloqueó su celular y fue a la bandeja de entrada de sus mensajes. Abrió el último correo. La persona que estaba detrás de ese mensaje solo le daba un gran dolor de cabeza, pero, necesitaba su ayuda a toda costa. Por lo que dice el mensaje parece ser alguien que se preocupa por su persona de una manera algo tétrica.

¿Ya te cansaste?
Te lo dije, cualquier intento será un desperdicio... ¿Piensas seguir en este juego masoquista?
Te está destruyendo y parece que lo disfrutas.

Que tonto. Creí que serias más inteligente, pero resultaste ser la misma basura que los demás.

Yo te di la oportunidad de que continúes tranquilamente con lo que te queda.

Infeliz.

Esperemos el resultado de esto.
Me encantará ver cómo te retuerces de dolor y desesperación.

Hasta aquí llego mi ayuda.
Espero que encuentres lo que buscas.

— Victor, ¿encontraste lo que buscabas?

— Claro que si Yuri.

El ruso y el japonés se encontraban caminando pasivamente en las viejas vías del tren, donde los árboles se ajustaron al tamaño de la maquinaria, lo cual dio un hermoso pasadizo al cual se llamó, muchos años después, el Túnel del amor; localizado en Kleven, Ucrania.
Era época de invierno, más eso no le quitaba la belleza y magia al lugar, tal y como cuentan por los pueblos cercanos.

Si dos personas son sinceras con su amor y cruzan el túnel mientras se toman de las manos, sus deseos se harán realidad.

Estaban a medio trayecto cuando escucharon el silbato del tren acercarse. Ambos, algo asustados por ser arrollados, se pegaron a la gran pared hecha de vegetación —la cual, por la época, ya no se encontraba repleta de flores y hojas—, pero esta no soporto el peso de ambos y como consecuencia, la pareja cayó al otro lado, cada uno abrazado al otro. El joven japonés, apenado, se incorporó para no aplastar a su pareja, más de lo que ya lo había hecho en la caída.

— L-lo siento Victor.

El ruso lo miro sin entender muy bien por qué se disculpaba, solo le dedico una cálida sonrisa mientras una de sus manos se dirigía a una de sus mejillas, que, ahora, estaban cubiertas por un rojo carmín. Dulcemente repartió caricias con sus pulgares, mirando al japonés directamente a sus ojos. El azabache quedó atrapado en la profunda mirada celeste del albino.

— Yuri —susurro con una dulce voz, un susurro que bailo por los labios del japonés, manifestando un inmenso amor... El inmenso amor que el ruso sentía por él—. Ya pedí mi deseo.

— ¿E-eh? ¿Deseo? N-no sabía que había que pedir un deseo en este lugar. ¿Qué deseo pediste?

Deseo ver tu rostro cada día... Deseo que eso sea lo primero en ver cada día de toda mi vida.

Good afternoon ladies and gentlemen, this is your captain speaking. The takeoff time has concluded, now you can walk the halls freely. Anything you need, the hostesses will be there to give you the best care. Thank you for choosing to fly with American Airlines.

Los azul claro del albino, habían perdido casi todo su brillo desde hace unos meses, en los cuales no perdía la esperanza de encontrar a su amado japonés. Hizo su cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, tratando de imaginar que el azabache se encontraba junto a él, apoyado en su hombro mientras dormía una corta siesta.

Triste que su realidad no sea así.

Trago un poco de ese típico licor ruso, quemando en el trayecto su garganta. Suspiro, apunto de romper en llanto nuevamente, pero, el sonido de una notificación logró cambiar su acción. Con pesadez, saco su celular y lo desbloqueo. Era él. Sus ojos se abrieron con sorpresa cuando vio la imagen que le había enviado. Ahí estaba él, sentado en su asiento. Le habían sacado una foto, no desde muy lejos, y no se había percatado. Dirigió la mirada hacia donde él suponía que habían sacado la foto.

Vacío. El asiento estaba vacío. Busco desesperadamente algún indicio de la persona, pero no encontró nada.
De nuevo aquel sonido.
Reviso nuevamente su celular. Tenía un mensaje.

Me arrepentí de lo que te dije, aun te daré mi ayuda.

Ahora, seguirás cada uno de mis pasos.Levántate de tu asiento. Camina hasta la parte de segunda clase y habla con la azafata, pídele que te de un vaso de vodka. Regresa a tu asiento y veras una carta... Pero recuerda: ambos te observamos

Un sudor frío recorrió la frente del patinador. Miró nuevamente a todos lados, buscando a alguien con un celular en las manos, pero, nuevamente, no vio a nadie.
Con algo de temor, se levantó y siguió cada uno de los pasos, pero, cuando volvía, vio a una persona de cabellos negros y que media aproximadamente 1.70 depositando un sobre blanco encima de su asiento. Sin pensarlo dos veces, corrió hasta esa persona y la obligo a darse la vuelta.

— ¡YURI!

— ¿D-disculpe?

No era el rostro que anhelaba ver. Lentamente soltó el brazo de aquel extraño, y bajo la mirada.

— Discúlpeme, creí que era otra persona.

El desconocido le dio una mirada de lastima y se fue, dejándolo solo.
El albino tomo la carta entre sus manos y la miro detenidamente, como si en ella esperara la respuesta a todo su dolor y sufrimiento. Paso una de sus manos por su rostro, tratando, inútilmente, de limpiar sus lágrimas.

Abrió lentamente el sobre, asustado de lo que vería en su interior.

Era una simple hoja. Una hoja que lo confundió más de lo que ya pudiera estar con la situación. En medio de la hoja estaba escrito,adjunto a una fotografia:

De uno se saca dos respuestas.

Miro impaciente la carta. Sin saber qué hacer, la colocó junto a las otras que había encontrado.

¿Qué quería decir con todo esto?

Otra notificación. Otro mensaje. La misma persona.

Esa es mi gran ayuda.

Después de las fotos que me enviaste de las otras cartas, pude deducir la respuesta, pero quiero que tú la resuelvas. Esta será mi última ayuda, después de esto... Estas solo.

Ve a Karatsu, específicamente al Castillo de Hasetsu. En la puerta de entrada veras un libro titulado: "Vita nuova" de Dante Alighieri.

Entre sus páginas esta su última carta.

Buena suerte.

* * *

Su respiración estabaentre cortada por haber corrido desde el Aeropuerto hasta el lugar que se le indicó.Tomó aire repetidas veces para calmar su agitado corazón.
Vio hacia el frente, topándose con la maravillosa vista del castillo. Tomo una gran bocanada de aire y, con paso veloz, fue hacia la entrada.Ahí estaba, tal y como le había dicho en el mensaje. El libro de Dante estaba esperándolo.Por fin tendría las respuestas que con tanta desesperación buscó. Abrió dicho libro y vio entre sus páginas, hasta que finalmente encontró lo que anhelaba.Tomo entre sus manos aquella carta, soltando en el proceso aquel libro. La abrió con toda la delicadeza del mundo, como si en algún momento fuera a romperse como una hoja de cristal.

"Te agradezco profundamente por hacerme sentir valorado y querido

Me siento profundamente apreciado por ti.Quiero que sepas que te adoro y valoro demasiado, y que espero alguna vez la vida nos dé la oportunidad de volvernos a ver.

Obsérvame en el cielo, próxima a la estrella del demonio"

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¿Por qué les cuento esto ahora?

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