Cristalizar Nuestra Modernidad Líquida

El propósito del presente trabajo es ante todo crítico, y el valor de toda crítica radica, desde mi humilde opinión, en su carácter práctico y transformador; hasta el momento hemos presentado un panorama desolador de atomización de sociedades cada vez más deprimidas, pero señalar el horror de la vida o la injusticia en cualquiera de sus formas, hágase referencia a cualquier fuente injustificada de sufrimiento humano, es sólo el primer paso, que ha de llevar a la práctica, se necesitan propuestas concretas, vías efectivas de resistencia, debe alimentarse un impulso creativo de actividad, de transformación que nos una y nos permita saber que sí es posible, mediante el cambio en las condiciones materiales a distintos niveles, hacer que nuestras vidas sean más soportables. El lector ha podido darse cuenta, sin necesidad de un análisis hermenéutico o de especialización alguna, de que han sido citados diversos autores de los más divergentes puntos de vista, autores que entraron en contradicción directa en muchos casos a través de la historia del pensamiento; lo cierto es que el análisis aquí planteado no es schopenhaueriano ni marxista, freudiano, heideggeriano o darwinista, sino todos y ninguno, pero sí en parte cada uno: es pesimista y materialista. El presente trabajo es un primer intento de hacer uso del sistema filosófico que desarrollo en el análisis de problemáticas sociales concretas y efectivas, con el fin práctico de construir propuestas viables que mantengan abierto el panorama en posibilidades susceptibles de realización, un pesimismo materialista que es, ante todo, ecléctico, crítico y pretende ser abarcativo; se han visto citados a Schopenhauer, Freud, Marx y Darwin, los cuatro pilares fundamentales que sustentan ésta nueva corriente que parte del ser humano como animal deseante que está en conflicto no sólo con todo lo demás sino también consigo en una ambivalencia fundamental que se manifiesta en sus relaciones y formaciones sociales como conflictos irremediables ante contradicciones que han de ser superadas, un pesimismo materialista y dialéctico cuyo único objetivo es, una vez que se reconozca el sufrimiento del mundo y su primacía en el conjunto de la vida, buscar y señalar sus fuentes en las condiciones materiales y llamar a su transformación con el único fin de que la mayor parte posible de seres sintientes sufra menos. 

En el desarrollo de la investigación que ha conllevado éste breve texto me topé por coincidencia, en la infoesfera, con un artículo que no sólo me pareció sorpresivo, sino que también me generó cierta satisfacción; las ganancias de la plataforma Only Fans habían superado las de PornHub (“Las ganancias de Only Fans superan a las de Pornhub” 2022), esto en el año 2021 y al menos en 2022 hasta el día 2 de septiembre. Only Fans, una plataforma que, de acuerdo con el artículo, y como todos sabemos, es una “plataforma web que proporciona videos y fotos privadas de creadores particulares por una tarifa de suscripción mensual.” (“Las ganancias de Only Fans superan a las de Pornhub” 2022), que en el tiempo señalado generó 500 millones de dólares en ganancia para su dueño. Lo que me ofrece una ligera esperanza no es, por supuesto, el aumento de la riqueza y el poder de Leo Radvinsky, sino el que en el año 2021 los usuarios de internet se hayan gastado, de acuerdo con el artículo citado, 48 mil millones de dólares en contenido de Only Fans, ganancia en su mayoría reportada por quienes crearon dicho contenido, no todo el cual es de índole sexual pero sí en su mayoría. 

Hemos visto las consecuencias del porno como mecanismo de seducción que atomiza a la sociedad, aislando a los individuos narcisistas para incentivar la pasividad y la frustración, de modo que aumente el consumo como único medio de sentir algo; el porno, por lo tanto, aleja a las personas dentro de la inmersión en la infoesfera de pura seducción, ya vimos que la no-persona es consumo tanático, el porno desexualiza el sexo al informatizarlo y anular la otredad, suprimiendo el carácter creativo y activo que distingue al animal humano de otros animales; no debemos equivocarnos, el porno en Only Fans sigue siendo porno, y lo que se consume siguen siendo no-personas, sólo se trata de seducción en un modo más especializado, más personal y que da la ilusión de exclusividad al ser dirigido de manera más focalizada, pero es aquí donde radica la razón de que esto sea un destello de luz en la oscuridad: si el porno de Only Fans ha superado en ingresos a una plataforma tan importante y grande de contenido pornográfico como Pornhub, es por algo, y vamos a aventurarnos a proporcionar una explicación. 

Comenzamos el primer apartado rememorando un anuncio famoso en Xvideos que hace años logró convertirse en un meme, el anuncio de CAMSTER en el que una no-persona voluptuosa pareciera juzgarnos por estar solos viendo pornografía y nos invita a ver pornografía en vivo hecha por no-personas que puedan de verdad interactuar con nosotros, aunque esto sea mediatizado por la plataforma, ella podrá leer nuestros mensajes y hacernos caso o negociar obligándonos a darle más dinero para que haga exactamente lo que queremos; esto dista mucho de ser interacción y contacto humano real, pero el gérmen existe ahí, hay una necesidad de reconocimiento, aunque sólo sea vista como ansia de placer, y el sujeto se ve obligado a pactar acuerdos con una otredad que se le resiste, hay aquí una no-persona rebelde, que al menos se encuentra a medio camino entre la cosificación y la informatización, sin sucumbir plenamente a ésta última, y aquí radica, posiblemente, la razón de que éste tipo de plataformas, y otras como Only Fans, estén triunfando: aunque sea mínimo, en la situación descrita hay esfuerzo, hay una mayor invitación a la actividad y la creatividad, hay que pensar y hacer, y por lo tanto el resultado resulta más satisfactorio tras el esfuerzo invertido, conforme a lo que antes vimos; lo que se tiene en Only Fans es la ilusión de una verdadera y auténtica relación con la no-persona a la que se paga por contenido no sólo exclusivo, sino en ocasiones personalizado, y lo que esto rebela es el ansia de acercamiento al otro, la necesidad social en el núcleo de lo que nos hace humanos que lucha y persiste por más que se intente suprimir, deja de manifiesto el deseo siempre presente de ser deseados, de ser queridos, de exponernos pasivamente a la otredad que nos supera, nos desborda e intimida, pero que nos consuela, nos abraza y hace sentir significativos a través de las acciones. 

Ya lo decía Lipovetsky: “No es cierto que los individuos busquen un desapego emocional y se protejan contra la irrupción del sentimiento; a ese infiernos lleno de mónadas insensibles e independientes, hay que oponer los clubs de encuentros, los pequeños anuncios, la red, todos esos millares de esperanzas de encuentros, de relaciones, de amor, y que precisamente cada vez cuesta más realizar.” (Lipovetsky, 2020, p. 77), y tanto tenía como tiene razón; lo que se revela tras el fondo de todas nuestras numerosas apps de citas, de nuestras publicaciones pretenciosas en Facebook (aunque “ya nadie usa facebook, eso es para señoras”), de nuestras fotos con filtros en instagram y de nuestros tweets de calentura o fastidio, lo que nos hace enseñarle a alguien cercano un meme en nuestra pantalla sin poder contener la risa, o al menos sin poder dejar de sonreír, lo que ha vuelto un dicho popular el “vamos a ver netflix”, nos hace comer escuchando en Spotify algún podcast o nos mantiene unos minutos o hasta horas viendo un directo en vivo en YouTube de nuestra figura de aspiración influencer favorita, o una transmisión en Twitch, y sobretodo, lo que lleva a Narciso de la comodidad de Xvideos al entorno competitivo de CAMSTER y más aún lo que lleva a personas reales de carne y hueso a invertir parte del dinero mensual que en muchas ocasiones no les sobran en contenido exclusivo o personalizado en un Only Fans, es precisamente la necesidad del otro, de acercarse, de buscar el reconocimiento en su mirada, tener relaciones de verdad, intensas y emocionantes, profundamente emocionales, con otros de carne y hueso, la necesidad de lo otro que siempre queda sin ser satisfecha en la seducción de la infoesfera, que siempre se queda frustrada en el mero consumo de no-cosas, aunque éste signifique un grado real y efectivo de interacción. 

Žižek relaciona la pulsión de la que antes hablamos con el modo de producción capitalista en el que nos encontramos arrojados, afirma que “la pulsión es lo que propulsa la completa maquinaria capitalista” (Žižek, 2006, p. 103), la clave para entender ésta idea está en la distinción de Jacques-Alain Miller entre la ausencia y el hueco que cita Žižek: mientras que una ausencia es algo que falta en un espacio predeterminado, un vacío que bien puede resultar de algo que se retiró de su lugar al ser movido o que puede ser llenado por una cosa-útil, el hueco no puede llenarse, es estructural en la constitución, en éste caso, de la psique o el aparato anímico, es simplemente una ruptura (Žižek, 2006); lo problemático es la naturaleza misma de la pulsión y su diferencia con el deseo, ya que mientras “el deseo se basa en su ausencia constitutiva”, y puede ser llenado con el consumo, “la pulsión circula alrededor de un hueco” (Žižek, 2006, p. 102); mientras que cada deseo que se nos manifiesta puede ser rápidamente satisfecho y así aniquilado o anulado, la pulsión no para jamás de girar hasta la muerte, es lo que siempre está presente y la razón de que los deseos sigan emergiendo en un eterno caudal que infinitamente fluye por más deseos que sean satisfechos, por más basura que se compre y consuma, por más servicios de streaming que se paguen o por más videos porno se devoren con la mirada mientras uno se masturba; desde mi entendimiento, el deseo, cada deseo particular, sería la manifestación consciente de las pulsiones inconscientes, mismas que siempre engendrarán para su satisfacción nuevos deseos, pulsiones que son los mecanismos esenciales de la voluntad de vivir en nosotros; la razón por la que la pulsión constituye el núcleo central del capitalismo es éste carácter de eterna repetición sin concreción ni final que tiene la pulsión girando en torno al hueco constitutivo de nuestro ser más esencial; el movimiento circular de la pulsión que nos mantiene eternamente insatisfechos pero en una continua lucha por lograr la satisfacción es lo que expresa el hecho de que “el deseo más elemental es el de reproducirse como deseo (y no encontrar satisfacción)” (Žižek, 2006, pp. 102-103), es el deseo de deseo, voluntad y nada más que voluntad, la propuesta de ser en sí o noúmeno de Schopenhauer, voluntad de vivir, un impulso ciego e irracional hacia la existencia, la fuente de nuestros sufrimientos, deseo interminable que en el fondo es sólo deseo, voluntad pura, un querer que sólo quiere y se expresa en nosotros que sólo somos sus formas o recipientes, voluntad hecha objeto (Schopenhauer, 2005), es la naturaleza esencial del ser humano en tanto resultado y mecanismo de un proceso de evolución por selección natural acumulativa que sólo repite de manera mecánica el ciclo de supervivencia, reproducción y muerte. El capitalismo es sólamente selva artificial en la que competimos y nos devoramos para vivir y ya, porque sí; Bauman reconoce que “La sociedad de consumo justifica su existencia con la promesa de satisfacer los deseos humanos como ninguna otra sociedad pasada”, sin embargo, “esa promesa de satisfacción sólo puede resultar seductora en la medida en que el deseo permanece insatisfecho o, lo que aún es más importante, en la medida en que se sospecha que ese deseo no ha quedado plena y verdaderamente satisfecho.” (Bauman, 2006, p. 109), esto es lo que refleja el núcleo pulsional del modo de producción capitalista en la sociedad de los consumidores, tenemos una economía que se basa en las mentiras, la seducción vende cosas y no-cosas que nunca satisfacen de forma plena y real la necesidad o el deseo que se pretendía satisfacer, que siempre incitan de nuevo al consumo en un ciclo repetitivo y absurdo de frustración y contaminación a través del consumo desmedido de lo desechable y banal; el secreto del modo de vida capitalista es que la insatisfacción perpetua es su condición necesaria, sólo mediante la frustración y la esperanza infundada se puede sostener el consumo necesario para el precioso crecimiento del PIB, o bien, la insatisfacción es parte natural, esencial y constitutiva de todos nosotros y lo que hace el capitalismo es vendernos una cosa para ocupar una ausencia o vacío cuando lo que pretende vender es finalmente rellenar o tapar un hueco, el capitalismo vende felicidad, satisfacción y realización cuando lo que en verdad entrega es consumo, desecho, más deseo y frustración; nos encontramos en la economía del sufrimiento: “la no satisfacción de los deseos y la firme y eterna creencia en que cada acto destinado a satisfacerlos deja mucho que desear y es mejorable son el eje del motor de la economía orientada al consumidor, La sociedad de consumo consigue hacer permanente esa insatisfacción.” (Bauman, 2006, p. 109), mediante esa insatisfacción, lo que en realidad vende al consumidor con las cosas supuestas a satisfacer sus deseos son más y más deseos, la necesidad de más consumo, y por tanto el incremento de la frustración y el sentimiento de vacío en una vida sin sustancia; la solución capitalista en la sociedad de consumidores al incendio de la miseria humana es gasolina, buscar la mayor satisfacción posible no es lucrativo, ni siquiera rentable, es decir, posible, bajo las lógicas del actual modo de producción, ¿Qué empresa te venderá algo que resuelva todos tus problemas para que ya no tengas que comprar nada? Se quedarían rápido sin empleo, es por eso que en el capitalismo, la férrea competencia en el mercado, la supuesta mano invisible que iba a salvarnos, no resulta en la producción de mercancías de mayor calidad y durabilidad a los costos más bajos posibles, sino que prima la obsolescencia programada (Latouche, 2018) que produce mercancías con un tiempo de vida útil deliberadamente acortado para aumentar las ganancias incentivando el consumo, de éste modo, a las masas de consumidores individuales, pasivos y frustrados, narcisistas y ávidos de identidad: “el capitalismo los interpela por supuesto como consumidores, como sujetos de deseos, generando en ellos siempre nuevos deseos perversos y excesivos” (Žižek, 2006, p. 102). Ningún marketero nos advierte que lo que nos está vendiendo para satisfacer nuestros deseos es deseo, se quedaría sin trabajo, la seducción nos hace adictos pasivos para el consumo que beneficia a un sector privilegiado de la población del que no formamos parte, esto es lo que ocurre con la totalidad de la producción en el incesante movimiento circular de repetición perpetua del capital, y por lo tanto lo que ocurre en la infoesfera de modo más radical, en la seducción pura, es lo que nos hace ver porno, y es lo que hace crecer plataformas como Only Fans que prometen la ilusión de un mayor acercamiento, de una intimidad más auténtica, la más verdadera, por ahora, a la que podríamos aspirar sin tener que lidiar con la aterradora otredad, con las personas de carne y hueso a las que deseamos, a las que tiende nuestra naturaleza en base a las pulsiones de vida en la necesidad de acercamiento para la formación de vínculos emocionales estables, duraderos y reales, en verdad significativos. Lo que aún así hace esperanzadora la noticia sobre la victoria de Only Fans sobre pornhub es que pone de manifiesto la creciente necesidad de acercamiento hacia el otro, de des-alejamiento (Heidegger, 2021); para Heidegger, desalejamiento significa una estructura (existenciario: cualidad propiamente humana o característica del ser humano) del Dasein que consiste en su actividad de “hacer desaparecer la lejanía de algo, es decir, acercamiento. El ser-ahí (Dasein, humano) es esencialmente des-alejador” (Heidegger, 2021, p. 120). Respondiendo al llamado de Byung-Chul Han a volver a pensar el análisis del dasein heideggeriano desde nuestro mundo doble, informatizado tras el advenimiento de la infoesfera, de nueva cuenta nos sumergimos de la manera más clara posible en las oscuras aguas del pensamiento heideggeriano sobre el Dasein que es en el mundo de cosas para ver cómo es en un mundo en el que también hay no-cosas que conforman nuestra fragmentada experiencia cotidiana; el concepto heideggeriano de desalejamiento efectivamente habla de espacio, de espacialidad o de la naturaleza espacial del ser humano (Dasein), sin embargo, pretende hacerlo desde un sentido ontológico (del ser) y no óntico (del ente, las cosas -y ahora también informaciones- que son); por ello el desalejamiento no tiene que ver con la distancia en un sentido físico, no se trata de acortar la distancia que me separa de una cosa-útil como la copia de El mundo como voluntad y representación que se encuentra en mi librero al caminar hacia éste y tomarla de su estante; el punto de partida es el entendimiento de que la experiencia humana del mundo es fundamentalmente anímica, en ese sentido lo que nos separa de lo demás es nuestra preocupación sobre una cosa u otra, la importancia que le damos en función de lo que sentimos hacia eso de lo que nos des-alejamos; el cuidado que ya mencionamos, el curarnos de lo otro al cuidarlo, acercarnos porque nos importa, es al final una cuestión de significatividad. Si un amigo nos invita a una fiesta el sábado en la noche y al momento de llegar, entre un océano de personas moviendo raquíticamente sus cuerpos atontados bajo el efecto de quién sabe qué sustancias al ritmo de Bad Bunny babe, observamos a nuestro amigo en alguna esquina perdida del lugar, a pesar de que otras personas estén ónticamente más cerca de nosotros en ese momento, es decir, a pesar de que físicamente la distancia que nos separa de esos extraños desconocidos sea menor, existencial (ontológicamente) estamos más cerca de nuestro amigo, aunque ni siquiera nos haya visto aún y esté moviendo igual de extrañamente su cuerpo al ritmo de la misma canción repetitiva y bajo los efectos de quién sabe qué sustancias, y esto es así porque afectivamente nuestro amigo es más cercano a nosotros, en ese sentido está más cerca, nos preocupa, nos importa, y al curarnos de él lo cuidamos, entonces lo que inmediatamente hacemos es desalejarnos de él, arduamente caminamos entre la muchedumbre enardecida para estar próximos físicamente a él y lo saludamos, tras lo cual, probablemente consumiremos quién sabe qué sustancias y bajo sus efectos moveremos de forma extraña el cuerpo al ritmo de otra canción que no es de Bad Bunny babe pero suena igual. De éste modo explicaría Heidegger por qué estoy existencialmente más cerca de una persona que es amiga mía desde hace años a la que llevo mucho tiempo sin ver y con la que llevo meses sin hablar que de la inmensa mayoría de extraños, a mis ojos anónimos, que veo pasar cerca de mí en mi facultad, o incluso por qué estoy existencialmente más cerca de mi amiga que del extraño que interactúa conmigo intentando seducirme para venderme stickers presuntamente a prueba de agua o gomitas con chamoy: nos desalejamos en el conocimiento del otro, en la formación de vínculos afectivos y fuertes con el otro, en las actividades y proyectos conjuntos de la vida en común, en la intimidad y en la confianza, en la amistad, el amor y la entrega, en el dar y recibir, nos desalejamos en el cuidado y la preocupación. A partir de éste punto, el análisis del desalejamiento ya no es propiamente heideggeriano (aunque un heideggeriano de hueso colorado probablemente diría que desde mucho antes, o que nunca realmente di con el significado de lo que Heidegger pretendía explicar, pero eso es lo de menos) y vamos a centrarnos en éste concepto presuponiendo que las personas y las cosas, lo otro, se encuentran ya de antemano o previamente alejados, la distancia o lejanía es aquí la condición necesaria para desalejarse al cortarla, entenderemos únicamente el desalejamiento como acercamiento, la exposición al otro de carne y hueso que tanto hemos estado mentando. El alejamiento, como proceso antagónico y contrario, lo entenderemos como el reforzamiento o afianzamiento de esa distancia previamente dada por la diferencia, es decir, la naturaleza del otro en tanto otro, de una subjetividad alterna que nos atrae y nos repele, que se nos resiste y con la que interactuamos como en una suerte de guerra (simbólica, es decir, metafórica, o literal) de trincheras, en la que ambas partes deben terminar cediendo en el desarrollo de acuerdos que sustentan la conformación de una relación significativa en la que ambos podrán realizarse en el reconocimiento a través de la actividad creativa; la infoesfera se convierte en un mecanismo consumista de alejamiento desde el momento en el que se observan familias, grupos de amigos o parejas coexistiendo en un espacio en el que cada individuo se encuentra inmerso o absorto en el smartphone, y ninguno se dirige la palabra o la mirada; como bien señala Bauman al hablar de cómo las nuevas tecnologías contribuyen al deterioro y precarización de las relaciones y los vínculos humanos: "La distancia no es obstáculo para conectarse, pero conectarse no es obstáculo para mantenerse a distancia." (Bauman, 2010, p. 88), y esto es precisamente lo que se debe señalar, aquí vemos, de nuevo, cómo la proximidad física (óntica) no tiene nada que ver con la distancia que se yergue entre las personas, el alejamiento se da aquí en la inmersión de cada sujeto narcisista en la infoesfera que succiona cual vampiro su atención, anulando la realidad tangible que hay fuera de los límites de la pantalla brillante, cada uno está ignorando la existencia del otro, vuelto únicamente a la suya, que en mayor o menor medida también ignora al centrar su atención en la contemplación pasiva de los estímulos virtuales que su pantalla le arroja en forma de no-cosas que manipula con los dedos, se encuentran todos alejados. Como vimos, el porno es un mecanismo brutal de alejamiento que contribuye a la individuación y el aislamiento, contribuye a la decadencia y la marginación de las relaciones y los vínculos humanos de la que Bauman habla en la obra citada, Amor Líquido. Ahora bien, el auge de Only Fans, por tomar su ejemplo particular, manifiesta la necesidad de desalejamiento que se había mantenido latente, que siempre estuvo ahí, sepultada por la seducción hiper-individualista del capitalismo de consumo. 

Un tipo cualquiera que consume contenido exclusivo de Only Fans, contenido de paga que no resulta barato, sobre todo mientras más conocido se vuelve el perfil, ¿Qué necesidad tiene de pagar para ver a la misma no-persona, representaciones o imágenes del mismo cuerpo? Tiene a su disposición, a un mísero click de distancia, una cantidad ilimitada de no-personas, prácticamente infinitas representaciones de infinitos cuerpos en todas las situaciones de índole sexual imaginable, y gratis: infinito placer potencial, novedades sin límite, puede ir de una a otra sin parar, pero decide pagar para ver a una, sólo una, y en ocasiones pagar más para ver lo que quiere ver con esa una. La única explicación que vemos aquí es que la persona a la que nos referimos, las millones de personas que invirtieron la impactante suma de 48 mil millones de dólares en Only Fans en 2021 (“Las ganancias de Only Fans superan a las de Pornhub” 2022) busca desalejarse de la o las fuentes de no-personas (imágenes eróticas, contenido de índole sexual en cualquier manifestación) a las que paga por consumir, se aferra a la ilusión de exclusividad que conforma una tímida relación de intimidad, en ellos el deseo de reconocimiento se desborda, la necesidad de proximidad humana, de desalejamiento, hierve y burbujea hasta salir a la superficie, sería difícil de otro modo explicar la considerable cantidad de personas que pidieron a la modelo mexicana Karely Ruiz la oportunidad de darle un regalo o depositarle dinero por su cumpleaños hasta el punto en el que ella amablemente “tuvo” que proporcionarles una dirección y el número de una cuenta bancaria para que les fuera posible hacerlo (“Us” 2019), personas que sin conocerla de ninguna manera más allá de haberla consumido en la forma de no-personas a través de sus plataformas querían regalarle algo como quien obsequia un detalle a su pareja por su cumpleaños.

Existen también otro tipo de fenómenos, como el “sex chat”, la búsqueda desesperada, entre anónimos y conocidos en la infoesfera, de “nudes”, ¿Por qué buscamos ver a una persona en particular, conocida o desconocida, desnuda en nuestra pantalla? Tenemos a nuestra disposición “nudes” infinitos en todas las formas imaginables, gratis, sin ningún esfuerzo mínimo, sin previa conversación; pero el porno no son “nudes”, es porno, y los nudes resultan, para muchas personas al menos, infinitamente preferibles a cualquier cantidad de no-personas en el porno, porque nos desalejamos en los nudes, hay un acercamiento curioso al otro, hay una curiosidad, existe una fantasía, nos imaginamos la otredad desnuda y sentimos el ansia de corroborar nuestra fantasía en la realidad, queremos sexo real con los objetos de nuestras fantasías, y la infoesfera nos da la oportunidad de obtener una retroalimentación sensorial de nuestros deseos en el “sex chat”, en el que no sólo hay intercambio de nudes, también hay mensajes escritos y “voice notes”  para crear una suerte de relato conjunto, se escribe una relación sexual online, y por supuesto, a pesar de los riesgos implicados que lamentablemente vemos manifestarse hasta el punto en el que el gobierno de México tuvo que crear la ley Olimpia (“La “Ley Olimpia” y el combate a la violencia digital”, n.d.) para penalizar la difusión de los nudes, del “contenido íntimo” de otros, sin su consentimiento, el intercambio de nudes en el sex chat no conlleva los riesgos, la confianza y el nivel de entrega y exposición a la otredad que conlleva el sexo como salto de fe, pero tampoco la realización que puede darse en el sexo artístico y creativo, la satisfacción de la necesidad de reconocimiento en la forma más radical de desalejamiento que probablemente puede haber, en el sentido que ya analizamos de exposición desnuda a la otredad desnuda, pues, con hemos argumentado hasta el momento, y como bien señala Bauman: "De todos los impulsos, inclinaciones y tendencias naturales del ser humano, el deseo sexual fue y sigue siendo el más irrefutable, obvia y unívocamente social. Se dirige hacia otro ser humano, exige la presencia de otro ser humano, y hace denodados esfuerzos para transformar esa presencia en unión. Añora la unidad y hace de todo ser humano alguien incompleto y deficiente a menos que se una a otro." (Bauman, 2010, p. 59), el deseo sexual es Eros, es pulsión de vida, tiende a la unidad, es la base de toda colaboración, de la socialidad, del amor y la amistad, el impulso creativo del arte, y la tendencia a perfeccionarse, a crecer y mejorar, es por eso que en el sexo que se lleva a cabo tal y como lo concebimos como arte existe una plena realización en el máximo desalejamiento, en el acercamiento absoluto a la otredad que es la constitución de la unidad, a diferencia de como ocurre en ocasiones de sexo casual, en la prostitución, o en las diversas actividades onanistas off y on-line, sin que esto signifique negar que el nivel de realización, esto es, la satisfacción y la significatividad del sex chat sea mucho mayor que la del consumo pronográfico clásico, digamos "industrial"; pues existe algo significativo en el carácter "artesanal" de los nudes, casi como la diferencia entre las prendas de ropa que se producen en masa y el suéter que teje especialmente para uno la abuela; en los nudes que se intercambian en el sex chat hay una verdadera exposición, se ve reflejada en el riesgo, y dicha exposición conlleva intimidad, por ello existe verdadera significatividad, porque en los nudes hay una autenticidad, un carácter de verdad que no existe en el porno masivo, anónimo y teatral de Pornhub o Xvideos, un carácter de verdad que se corresponde precisamente con el concepto griego de verdad que rescata y se apropia Heidegger: ἀλήθεια (Heidegger, 2021). Aletheia es des-ocultamiento, es revelar y por lo tanto liberar, dejar en libertad lo previamente suprimido, lo oculto, des-ocultar lo que antes había sido ocultado, iluminar lo oscurecido; así como el previo alejamiento es condición del desalejamiento, el ocultamiento es condición del desocultamiento que se lleva a cabo en la verdad; el porno de masas no conlleva ninguna verdad, no hay desocultamiento porque nada nunca estuvo oculto, es pura transparencia sin misterio, sin secretos, seducción pura sin resistencia ni necesidad alguna de inversión de tiempo y esfuerzo, así como tampoco existe desalejamiento alguno, pues la no-persona es hiperreal, es pura información que carece de referente material accesible al consumidor (casi ninguno de los que vieron representaciones virtuales de Mia Khalifa en una pantalla, con sus genitales a la mano, llegó a conocer a la Mía Khalifa de carne y hueso, con su subjetividad, su humanidad y todo lo que conlleva); el otro aspecto importante del sex chat es la reciprocidad, no sólo se recibe, también para esto hay que dar, y así se da la verdadera exposición, existe un salto de fe, menor pero real, y en ésta mutua correspondencia se da el desalejamiento, como también se da en distinto grados y de diferentes maneras en el consumo de contenido exclusivo de un Only Fans, así como otros tipos de búsqueda pornográfica de placer sexual onanista online.

Lo que buscamos aquí argumentar es que la experiencia del placer sexual será mayor en la medida en la que sea mayor el desalejamiento hacia el otro, esto es acercamiento o exposición al otro, sin que deje de jugar un papel fundamental la subjetividad particular de la que se hable; se argumenta, por ejemplo, que es más significativo y placentero consumir no-personas en Only Fans que en pornhub, pero es más placentero, quizá, intercambiar nudes con un extraño anónimo online, aunque es mejor que esto el sex chat con una persona conocida, y después respectivamente el sexo casual y el sexo artístico, que requiere de amor, libertad, compromiso, reciprocidad y confianza, a pesar de que ya en el sexo casual se manifiesta el salto de fe; el desalejamiento hacia el otro va aumentando en los casos señalados, y con ello el placer, la satisfacción y el sentimiento de realización del sujeto. Sólo de éste modo se explican fenómenos como el sex chat o el auge de Only Fans (y CAMSTER, entre otras), que conllevan esfuerzo, ya sean largas conversaciones en el chat o inversión de dinero, a fin de cuentas fuerza de trabajo cristalizada, a pesar del infinito catálogo de no-cosas en el porno, gratuitas y listas para seducirnos sin demandar esfuerzo alguno de nuestra parte, a uno o dos clicks de distancia. 

A grandes rasgos, lo que hemos estado haciendo hasta ahora es colocar la problemática específica de la pornografía en la problemática mucho más general de la infiesfera que la contiene y la supera, a su vez, ésta problemática general la hemos puesto en nuestro contexto contemporáneo, ya no un problema sino el problema mismo; vimos que la infoesfera es el segundo mundo, el de no-cosas, que se superpone al mundo de las cosas, ambos constituyendo nuestra experiencia cotidiana, que es de lo que hemos estado hablando. Los aspectos negativos del mundo de no-cosas que aquí hemos analizado se corresponden con la radicalización o exacerbación de tendencias destructivas en el ser humano, pero éstas tendencias forman parte de nosotros desde que existimos en tanto especie, y su explotación por parte del modo de producción capitalista en la degradación de la naturaleza social, creativa y transformadora, traducida en la decadencia del tejido social mismo, que se gangrena con la precarización de los lazos y vínculos interpersonales y en el alejamiento que se corresponde con el hecho de que resulta cada vez más difícil la formación de relaciones significativas para cada individuo, es un proceso que se lleva gestando desde mucho antes de la división de nuestra mundanidad en dos ámbitos superpuestos con la irrupción de la infoesfera que nace en el desarrollo de las nuevas tecnologías digitales; una de las perspectivas desde las cuales es posible analizar éste proceso de individuación en las sociedades de consumidores narcisistas por medio de la seducción es la de Zygmunt Bauman, a través del concepto de modernidad líquida (Bauman, 2002). Para fines del presente análisis, y sin ánimos de profundizar mucho en un pasado extraño, difuso y tan satanizado por como idealizado por los contemporáneos, progresistas o nostálgicos, debemos asumir que en tiempo pasado, siempre situándonos en el mundo occidental que nos corresponde como hispanohablantes, hubo una modernidad sólida, las sociedades tenían forma estable, las personas que las conformaban estaban unidas bajo discursos dominantes, había proyectos comunes y la noción de un progreso lineal hacia un futuro glorioso, uno que hemos nacido nosotros imposibilitados de dilucidar en el horizonte incierto de catástrofe ecológica global (o cualquier otro escenario apocalíptico fatalista); la modernidad sólida de antaño era caracterizada por Lyotard (Lyotard, 1996) como aquél período en el que reinaban las metanarrativas, grandes relatos de emancipación humana que le daban sentido a una vida sin dioses (hablamos de modernidad, superada ya la Edad Media), como el marxismo que liberaría la clase trabajadora, el propio cristianismo que promete aún la segunda venida de Cristo, o el liberalismo que nos llenaba los oídos con fantasías de un mundo de abundancia que nos sería entregado en bandeja de plata por el avance de la ciencia y la tecnología; Lyotard dice que la modernidad murió en Auschwitz, durante la segunda guerra mundial: el verdadero resultado del desarrollo tecnocientífico no había sido la comodidad sino 60 millones de muertos y la detonación de dos bombas atómicas, la verdadera demostración del supuesto amor de un Dios bondadoso no había sido la salvación, sino la crueldad y el asesinato sistemático de millones de inocentes, y la verdadera revolución de la clase trabajadora no había sido un comunismo sin clases, sino el régimen del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, el advenimiento del nazismo. Así Lyotard anuncia el advenimiento de la posmodernidad, tras la caída de los grandes relatos que se demostraron mentiras (Lyotard, 1996), sin embargo, de forma humilde (y muy arrogante) considero que, si bien la posmodernidad pudo haberse instaurado en buena parte del mundo tras la segunda guerra mundial, de forma progresiva, no llegó a la otra mitad del mundo hasta la desintegración de la Unión Soviética en 1991 y la consecuente caída del bloque socialista, a partir de entonces sí se puede hablar de un mundo posmoderno, después de que Fukuyama anuncia jubilosamente el fin de la historia (Fukuyama, 1998), la izquierda global pierde su referente y se difumina, y ya no parece haber nada que hacer. Lo anteriormente dicho en pocas líneas ha sido y seguirá siendo tema de tesis, se derramarán ríos interminables de tinta al respecto, pero no es el tema que nos corresponde, y esto sólo ha sido una suerte de contextualización. Ya bien situados en la posmodernidad, entenderemos nuestra realidad en términos de la modernidad líquida de Bauman, líquida en contraste con la solidez de la modernidad que hemos matado, pues el autor al que nos referimos argumenta que las características de los líquidos pueden ofrecernos una acertada analogía sobre los tiempos que corren: “Fluidez, una metáfora regente de la etapa actual de la era moderna. (...) Los líquidos (...) no conservan fácilmente su forma (...), no se fijan al espacio ni se atan al tiempo (...) y  están constantemente dispuestos (y proclives) a cambiarla; (...) para ellos lo que cuenta es el flujo del tiempo más que el espacio que puedan ocupar: ese espacio que, después de todo, sólo llenan por un momento. (...)Las descripciones de un fluido son como instantáneas, (...) se desplazan con facilidad” (Bauman, 2002, p. 9). Si la modernidad sólida era estable, tenía una forma fija y un proyecto común que pretendía regir las sociedades hacia un objetivo determinado y un final, objetivo último que le daba propósito al esfuerzo incansable de cada individuo, si tenía un sentido, tanto en cuanto dirección señalada como en forma de narrativa, ésta se ha derretido, la modernidad líquida no tiene sentido, carece de forma y de estabilidad, es sólo flujo, es cambio constante sin dirección, carente de manera fundamental de un propósito preestablecido, no hay final, sólo repetición constante del movimiento sin rumbo; no existe un gran estandarte en la modernidad líquida que provea identidad a los individuos, las identidades deben ser igual de cambiantes que las tendencias, las modas y los focos de interés, todo es interesante y nada es en verdad interesante, todo parece tan preocupante que nos satura y nos desborda, no nos terminamos preocupando de nada, y lo único que queda es consumo, el núcleo del voraz capitalismo pulsional que ya describimos, ahora sólo estamos inmerso en la economía de las mentiras que se alimenta de la frustración que recrudece en sus dinámicas, y esto parece ser todo lo que hay; hoy no podemos hablar de metanarrativas, no hay grandes relatos de salvación, sólo hay una pluralidad amorfa de relatos que no tiene mayor sentido que la multiplicidad, la individuación nos ha radicalizado tan profundamente que formamos parte de una masa indiferenciada de individuos que son todos iguales en su pretensión vacía de originalidad y autenticidad, no queda ya nada que no haya sido consumido, devorado por las innumerables habladurías que nos atraviesan, sólo hay distracciones y ocupación en la exigencia de un rendimiento raya lo inhumano, las aspiraciones han dejado de ser colectivas para pasar a ser consumistas en el Narciso; en el fondo común de todos los discursos contrapuestos y repelentes está el mismo consumismo, la única y verdadera ideología dominante que rige nuestras vidas líquidas, así como en el fondo de todas las distintas manifestaciones de propaganda capitalista que conforman la estructura omniabarcante de la seducción está el mismo mensaje: “¡consume!”. Como señala Bauman: "El consumismo no es acumular bienes (...) sino usarlos y hacer lugar para nuevos bienes. La vida del consumidor invita a la liviandad y a la velocidad, (...) novedad y variedad (...). La medida del éxito en la vida del homo consumens no es el volumen de compras, sino el balance final." (Bauman, 2010, p. 72), y éste es el sentido característico de la estructura psicológica que reproducen las actuales condiciones de producción, la fabricación de sujetos narcisistas, aislados e impotentes, el consumo líquido es el núcleo esencial del capitalismo en la actual etapa líquida, todo lo que se consume es deseo, y los deseos sólo deben aumentar para que el consumo siga aumentando hasta que todos terminemos muertos sobre una enorme montaña de basura, constituida por banalidades que nos prometían el paraíso; si el capitalismo de la modernidad sólida produjo al homo economicus (Kosík, 1984), el individuo racional (obviamente bajo el ideal liberal-capitalista de racionalidad) que tomaba todas sus decisiones en base al buen criterio de su interés (beneficio) personal, las actuales condiciones (materiales) de producción en la etapa líquida de la modernidad producen al homo consumens; hemos pasado ya de las sociedades de productores (racionales, económicos) a las sociedades de consumidores libertinos, actuando siempre bajo el imperativo a-moral del hedonismo absoluto, el homo consumens (sujeto narciso individualizado) tiene como único deber su satisfacción constante e instantánea, aún bajo el ideal economicista liberal de la racionalidad, buscando su placer a través de la inversión del menor esfuerzo (energía, fuerza de trabajo) posible, de ahí el paulatino reemplazo del sexo la actividad onanista del consumo tanático de pornografía, y así el homo consumens se cree libre en tanto es libre de consumir, y todo es posible si se tiene el dinero suficiente; el momento actual de desarrollo del capitalismo es tan maravillosamente efectivo que las personas inconformes (que al final son la aplastante mayoría de las personas) se culpan a sí mismas y se destruyen conforme a los imperativos actuales de éxito consumista (de celebridad-influencer y empresario brillante) y en lugar de cuostionar el estado de cosas o señalar las contradicciones y problemáticas inherentes a la estructura del sistema, creen que algo está mal con ellos, si no están satisfechos es porque no se esfuerzan lo suficiente o no consumen lo que deben para llenarse: necesitan terapia. Éste panorama de pasividad absoluta de los individuos narcisistas aislados genera la putrefacción de la sociedad, un tejido que se corroe desde dentro en la degradación de los lazos que lo conforman, y ya empieza a apestar; el proceso de individuación radical de los sujetos narcisistas destruye su capacidad innata de socializar auténticamente en el desarrollo de vínculos significativos (estables y duraderos) en beneficio de las lógicas capitalistas de consumo tanático, de éste modo la pulsión de muerte se ve desintrincada y el Eros es superado por Thanatos, quien en su primacía se impone provocando la generalización del cuadro psicopatológico depresivo, como señala Bauman: "Eros, (...) desterrado (...), ha sido condenado (...) a merodear (...) en una búsqueda interminable, y por lo tanto vana, de refugio y cobijo. Ahora Eros puede ser hallado en cualquier parte, pero en ninguna se quedará por mucho tiempo." (Bauman, 2010, p. 61); en nuestra modernidad líquida sólo puede esperarse el afianzamiento de relaciones líquidas, sin estabilidad, duración y, por tanto, carentes de significatividad; relaciones condicionadas bajo situaciones demasiado específicas que no perduran, relaciones “soft” entre personas que “sólo están de paso”, interacciones momentáneas del tipo “fuiste parte de mi camino”, relaciones que escapan al trabajo duro y angustioso que requiere un encuentro significativo; pero Eros no murió, y en tanto siga existiendo humanidad, Eros seguirá luchando, y es lo que hemos visto en las ganancias exorbitantes de Only Fans, y vemos a cada rato en diferentes sitios de la infoesfera en el ansia voraz de nudes, en las invitaciones persistentes al sex chat, y en las esperanzas cada vez más frustradas y problemáticas en su realización de encuentros reales y auténticos con personas de carne y hueso que siguen estando en los chats online de Tinder y tantos otros Tinder pero más baratos; la única propuesta apresurada y cortoplacista que puedo dejar sobre la mesa, por el momento, es aferrarnos activamente a nuestra naturaleza particularmente humana de seres creativos y sociales en defensa de Eros, librar una guerra activa contra Thanatos que constantemente afianza su dominio tanto entre individuos como entre sociedades, comenzar a cristalizar nuestra modernidad líquida.

Se trata de entender y aceptar que, como "Las soluciones en oferta (...) crean los problemas que supuestamente deben resolver; (...) crean, reproducen e intensifican la necesidad y la demanda que dicen satisfacer." (Bauman, 2010, p. 149) en el contexto del capitalismo tanático en la etapa líquida, como ocurre con Only Fans o CAMSTER que prometen una experiencia de intimidad con el otro sin los verdaderos obstáculos que acarrea la formación de relaciones significativas, es decir, sin dejar de ser consumo pornográfico de no-cosas inertes, que no puede más que ser ilusoria, manteniendo y afianzando la frustración del sentimiento de vacío que oculta un hueco esencialmente constitutivo de nuestra naturaleza vulnerable, y como en éste sentido "La cura es en sí misma patógena y profundiza la dolencia, de modo que se necesitan dosis cada vez más fuertes del remedio para mantener el dolor en un nivel tolerable." (Bauman, 2010, p. 149), con lo cual lo único garantizado en el consumo desmedido de una visa consumista es la insatisfacción que incentiva la aspiración a un consumo cada vez mayor en un ciclo de repetición sin sentido, líquido y siempre cambiante en el que la única esencia que prevalece es el sufrimiento como motor y combustible de una maquinaria capitalista deshumanizante que se nutre de la miseria para perseverar, lo único que queda, nuestra única esperanza real y concreta, es la oposición rebelde a éste modo de vida que se nos impone, la creación de vías efectivas de resistencia frente al avance aplastante de Thanatos, recordando lo rápido que en un inicio avanzó el ejército Nazi por el continente euroepo antes de que, habiéndose agotado su sistema, fuera aplastado por los aliados y los soviéticos en demasiados frentes de batalla simultáneos como para reaccionar de manera que fuera posible prevalecer en su lucha.

No será de la noche a la mañana, no es factible solidificar la liquidez de nuestra modernidad en un proyecto común al género humano hacia el mejoramiento general de las condiciones de vida y la reducción del sufrimiento, no podemos hacer a todos conscientes de las injusticias que vivimos en común de la nada y levantarnos en contra de los poderes que a todos nos oprimen y construir una utopía, pero lenta y progresivamente es posible cristalizar nuestra modernidad líquida al cristalizarnos, al solidificar nuestra experiencia cotidiana y buscar la constitución de relaciones que conlleven vínculos significativos, luchar por ello y persistir valientemente en batalla por más que todo parezca perdido, buscar nuestra realización en comunión con los otros de carne y hueso, definirnos en base a nuestros actos de creación y no en base al consumismo vacío, pensar el mundo (ambos mundos) y nuestras vidas para experimentarlas y vivirlas actuando de la forma más consciente posible; evitar ser vividos por las fuerzas individualizadoras del capitalismo en su seducción, resistirnos a ser absorbidos por ella y no sucumbir al narcisismo que se nos busca implantar, reconocer las verdaderas fuentes del malestar y encararlas, dejando que el abismo nos regrese la mirada, porque no será sencillo; las tímidas manifestaciones de la necesidad de desalejamiento en los individuos narcisistas ahí están, a partir de las contradicciones de las propias dinámicas líquidas del capital debemos resistirnos y buscar fortalecer al Eros que lucha por salir a tomar aire en la superficie, dando patadas bajo las maquinarias que lo quieren matar.

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