Nota de autora:

Durante la Nochebuena de 1914, la Gran Guerra se detuvo.

La Tregua de Navidad es un acontecimiento cuya veracidad está evidenciada por los textos en los diarios de los soldados, los informes de sus comandantes, las cartas y las pocas fotografías de soldados ingleses portando cascos alemanes o jugando con ellos al fútbol en tierra de nadie. Sucedió en la noche del 24 de diciembre de 1914, apenas unos meses tras el inicio de la Primera Guerra Mundial, pero no se repitió nunca con la misma magnitud.

La Gran Guerra llevaba apenas unos cinco meses cuando llegaron las fiestas decembrinas. Las cosas se habían puesto peores de lo que estaba planeado, y las esperanzas que se les habían dado a los soldados de pasar la Nochebuena en casa se esfumaron. Para compensarlo, a algunos regimientos se les enviaron regalos, comida, chocolate o bebidas con los cuales los soldados pudiesen pasar una Navidad decente, hundidos en el lodo de las trincheras a merced del frío y la incertidumbre. A los alemanes incluso se les enviaron pequeños árboles de Navidad, con la intención de conservar sus espíritus de lucha.

Sin embargo, al llegar la Nochebuena el mundo se puso de cabeza; increíblemente, en varios lugares cesó el fuego durante toda la noche, permitiendo que los soldados que participaban en la guerra, sin importar las nacionalidades, compartieran una noche de paz animada por la fecha que casi todos celebraban de maneras similares. El 25 de diciembre de 1914, en algunos sitios del frente se hizo la promesa de no disparar a nadie, e incluso sucedió que los soldados salieron de sus parapetos para conversar, jugar fútbol y sepultar a los muertos que descansaban, congelados, en tierra de nadie. La Navidad estuvo a punto de acabar con la guerra.

La Tregua de Navidad es un evento extraordinario. Una nota de autor, por más larga que sea, no me basta para hablar de ella. Por eso, dejo en los comentarios de este párrafo un enlace para saber más.

Escribí este relato en tres días, después de descubrir lo sucedido en Nochebuena al inicio de la Primera Guerra Mundial. Aunado al deseo que tenía de hacer un cuento de Navidad, la tregua de 1914 me conmovió más de lo que soy capaz de explicar; tenía que escribir algo sobre ella.

Es bastante posible que, por la falta de tiempo (pues quería publicar esto antes del 25 de diciembre), haya perdido la rigurosidad histórica al momento de escribir. Me faltaron investigaciones que me habrían tomado todo el mes, pero que también ayudarían a este relato a ser algo mejor que lo que muestro ahora. Espero que, para el año siguiente, pueda limpiar los errores que posee esta obra y mostrarla nuevamente, en su mejor versión. Mientras tanto, espero que hayan disfrutado, al menos un poco, del regalo improvisado que dejo para ustedes.

¡Felices fiestas!

Prince Lendav

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