Capítulo 32
Si nos enfocamos en los problemas estos nunca desaparecerán.
Los humanos a través de los años de los hemos desarrollado mecanismos de defensa, que nos ayudan a sobrevivir, pero nos limitan.
Si deseamos algo, ¿Qué tan bueno es perseguir ese deseo? ¿Hasta que punto debemos de dar y recibir para obtener lo que tanto anhelamos?
Mirando las luces de la ciudad por la noche, los pensamientos invaden mi cabeza. Vamos camino a la cabaña, pasamos por víveres, unas botellas de vino tinto dolce que me encanta y que son muy necesarias, y por un poco de botanas.
En mi mente escurre la felicidad de Julián y de Brayan abrazándose al reconciliarse. Dejaron atrás sus diferencias y sus armaduras, rompimos una ventana y sus defensas, pero cualquiera con un poco de sentido común hubiera dejado las cosas como estaban, porque después de los incidentes que habían pasado juntos se asume que no se hacían bien como pareja, pero ellos querían estar juntos, entonces ¿la lógica de las emociones tiene razón? ¿hasta que punto dar algo por otra persona?
—Estas muy pensativa, ¿todo bien? —Nadir bajo la ventana para que el cálido aire de la noche golpeara mi piel.
Asentí, no sabiendo si compartir o no lo que estaba pensando. Al final, opte por decirle: —Soy feliz de que Julián y Brayan se hayan reconciliado, pero ¿es lo mejor? Digo, ya no se esconderán ante los demás, ni le tomarán relevancia a su familia ni mantendrán una falsa imagen de personalidad, pero no será fácil... lo mejor... ¿lo mejor no seria darlo por terminado? No será fácil y ya no quiero que sufran.
Silencio. Finalice con calma, Nadir al volante escucho atento palabra por palabra. Me entraron los nervios y encendí la radio. Solo han pasado segundos, pero su silencio significaba que estaba pensando en lo que dije, y en estos momentos eran uno de esos en los que me siento ridícula por externar lo que siento.
Me concentré en la música, reconocí la canción, una muy linda de Daft Punk... And we will never be alone again, because it doesn't happen every day. Esa canción la usan mucho en eventos emotivos, un aro de luz, la gente que te hace bien puede causar ese efecto.
—Huir del dolor es un instinto de supervivencia, pero luchar por lo que amas es humano —dijo y se hizo silencio de nuevo.
—Eso no resuelve mi duda —abrace mis piernas, enojada y me concentre en la carretera, la ciudad ya estaba quedando atrás.
—No puedes decidir que es mejor para ellos, solamente tus amigos saben que se aman por sobre todas las cosas, sobre el dolor, y si siguen juntos aun con todo en contra, significa que ese amor lo vale. No es un error.
Deje de mirar la carretera para concentrarme en él. Recargué mi cabeza en mis piernas y me concentré en su cabello, ya le había crecido y después de lo que acaba de decir ya no me parece tan estúpido.
—¿Qué tengo monos en la cara? —frunció los labios sin despegar la vista de la carretera.
Me reí alto y lo molesté hasta que llegamos a la casa de los locos. Al llegar bajamos las compras y las acomodamos en la cocina.
—Esto es raro —dijo de repente Nadir mientras me quitaba la lata de frijoles que intentaba colocar en lo alto del estante y que no alcanzaba a llegar, para ponerlo él.
—¿Qué? Mi estatura es promedio, un metro con sesenta y seis centímetros me parece bien.
—No majareta, qué estemos acomodando las cosas que compramos en el super, después de reconciliar a una loca pareja, tener relaciones en su sofá y tener un momento reflexivo en el coche feo de Brayan.
Me sonroje al recordar lo que hicimos en ese sofá. No pude evitar apretar las piernas ante el repentino cosquilleo en mi entrepierna. Mierda, hace calor.
—Definitivamente el reporte del proyecto le será muy interesante a la escuela. No creo que sepan que existe un vibrador en forma de berenjena —le aventé el paquete de salchichas para que lo acomodara en el refrigerador que estaba a su lado.
—¿Realmente todo es parte del proyecto?
Nadir me dio un zape en broma, pero me congele. No estará sugiriendo... no, no, no. Debemos dejar claras las cosas.
—Claro, hemos hecho lo que queremos realmente, pero esto tiene un fin. En cuanto termine el tiempo del proyecto, nos dedicaremos cada quien a su loca vida. No puedo solucionar la situación de tu familia, es muy compleja... —fruncí el entrecejo recordando a su padre machista y violento y a su madre sumisa—demasiado para ser honesta, en la que no creo que podamos intervenir en tan poco tiempo, pero haré todo lo posible porque sanes esas heridas. No podemos cambiar el pasado, pero si podemos evitar que su sombra arruine nuestro futuro.
En ningún momento de mi contestación tuve el valor para mirarlo a los ojos, pero era capaz de sentir su mirada clara sobre mí. Me ponía nerviosa la forma en que me observaba atento, como si supiera pudiera entrar en mi interior y desmenuzar cada una de mis entrañas. Como si cada movimiento de mi le diera una respuesta.
—Siempre que estés asustada estaré aquí para acompañarte a enfrentar tus miedos, incluso a tu miedo a mí —me pego suavemente en la cien y se dirigió a la estufa con un paquete de salsa en bote y fideos. Encendió la llama de la estufa.
El fuego rojo flameaba al ritmo alocado de mis latidos. Mierda. Mierda, mierda, mierda, mierda. El palpitar de mi pecho recorría cada centímetro de piel, hormigueando, logrando que el calor aumentará y mi vista se tornará borrosa ante el cumulo de emoción constante. No puedo negarlo, ya no puedo engañarme.
Me acerque, la distancia entre los dos parecía no existir, aún cuando tuve que rodear la mesa para alcanzar la manija de la estufa y apagar el fuego. Lo tomé del cuello y lo obligue a mirarme, joder es tan alto, pero aún con las pulgadas que separaban nuestros rostros, nuestras respiraciones se mezclaban, se evaporaban y se adsorbían en la piel del otro.
Nadir soltó lo que traía en las manos, me sujeto por las caderas y me levanto para sentarme, brinque al sentir algo caliente atravesando mi glúteo hasta arder.
—¡Auch!
Nadir me bajo de inmediato, me volteó para verme las pompas, sentí como su pecho subía y bajaba al ritmo de su tenue risa. Ese idiota me quemo el trasero, en las parrillas de la estufa estaba pegado el pedazo de pantalon quemado. Me acarició el trasero sobre la micro quemada y preguntó: —¿Te duele?
Sus dedos tibios entraban por el hoyo del pantalón tocándome sobre la piel irritada. No alcance a sufrir mucho daño y aunque lo tuviera, lo único que inundaba mi mente eran sus dedos tocándome, su calor corporal inundándome, su voz envolviendo mi cabeza y haciéndome perder el control. Lo deseo, lo quiero tanto que duele, las piernas me temblaban de deseo. Sonreí de lado, estoy perdiendo la cabeza por ese hombre, maldición.
Me enderece para tomarlo de la solapa de su chamarra, colgándome para lograr agacharlo a mi altura y lo besé. Nuestras lenguas se encontraron ansiosas de inmediato, lo sabíamos, se reconocían, se anhelaban. Cada célula de nuestra piel tenia tatuada cada caricia del otro. Esta vez me sujeto por las piernas, me levanto y cargo hasta recargarme en la pared sin que sus labios me abandonaran ni una sola vez.
—Mierda... —suspiré cuando sus labios absorbieron la piel de mi cuello, marcando su camino con su saliva, marcando mi piel. Marcando cada centímetro de lo que él ya sabía que era suyo.
¡No andaba muerta, andaba de parranda!
¿Cómo están pequeñas soñadoras? Espero que bien y que no me hayan abandonado.
Aquí después de un tiempo de inactividad se siente bien regresar al ruego, espero no haber perdido el toque.
No olviden dejar su estrellita, su comentario y recomendar la historia, por favor.
¡Besos!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top