Capítulo 2.
Tengo dos opciones;
1-Esperar a que se le desatore el dildo y seguir escondida.
2-Salir, ser descubierta y salvarle el culo.
Ninguna de las dos sonaba estrictamente correcta, pero la que daría más tranquilidad a mi alma y consciencia sería ayudarlo. Pero tengo que hacerlo sin ser reconocida.
Tomé un boxer limpio y con las uñas le hice dos agujeros, luego me lo coloque en el rostro, como una máscara. Esto se siente asqueroso.
Inhale fuerte y salí de mi escondite. El sonido del clóset al abrir atrajó su atención, giró a verme y sus ojos se abrieron con asombro.
-¡¿Qué?! !¿Quién eres?!
Comenzó a balbucear.
-¡Haz lanzado la batiseñal! Y por lo visto tu necesitas mucha ayuda amigo - engrose la voz y señale su trasero atascado.
Nadir se sonrojo y cubrió su entrepierna. Inconscientemente le seguí con la mirada... ¿Qué acabo de ver?
Desvié la mirada y me acerque sin ver.
-¡Aléjate, acosadora!
-¡Solo quiero ayudarte! - comencé a lloriquear -Creeme que esto no me gusta más que a ti... Y si toco algo que no debo te pido perdón de antemano.
-¡Umhh! -exclamó. Sus manos se aferraron a las sábanas cuando tante su trasero.
Vaya, las tiene duritas y suaves. Son pompis de bebé.
-Deja de manosearme - masculló. Estaba visiblemente enojado y avergonzado.
-Perdón... No puedo ver dónde toco.
Y no quiero ver. La verdad no es que me desagrade la imagen, pero me siento como una acosadora extrema.
-Ve...
Murmuró algo inteligible.
-¿Qué dijiste?
Gruñó. Vaya enojon tenemos aquí.
-Qué puedes ver para ayudarme.
Me miró a ver. Nuestros ojos se encontraron. Me cautivo sus ojos café claro, eran tan brillantes como dos ámbar preciosas.
-Qué bellos ojos tienes...
-¡¿Qué?! - se alteró.
Su grito resonó en mi cabeza.
-¿Te tienes que alterar por todo? - me queje.
Sé que la situación esta muy alejada de parecer normal, pero este chico es demasiado tsundere. Solo le dí un cumplido, y que diga que le dije ese y no que tiene lindos gluteos.
-Solo date prisa y saca eso de ahí.
-¡A sus órdenes jefe! - un poco más confiada observé la escena. El dildo anal aparentemente se había ido chueco y atascado. Nada grave, pero se veía incómodo.
Estoy nerviosa, no sé qué me espera ante esto. ¿Debería jalarlo? ¿Empujarlo y sacar? Supongo que esto tenía el mismo sistema que un chupón.
-¿Tienes lubricante?
Asintió y me extendió un botecito azulado. Lo abrí y un aroma a frambuesa entró en mis fosas nasales. Qué rico olía.
-¿Esto tiene sabor? - mi curiosidad hablo por mí.
-¿Qué mierda... ? Si no vas a ayudar voy a llamar a la policía.
Trague duro.
-No te conviene. Ambos saldremos en las noticias, tú con un dildo atorado y yo con un boxer en el rostro.
Y no me gustaba la idea. La cárcel no era un lugar precisamente amigable y yo tenía tendencia a meterme en problemas.
-Entonces apúrate.
Qué mandón. Estoy empezando a creer que todos le huían por su mal carácter. Estaba ayudándole, al menos debería decir por favor.
Suspiré y rocíe lubricante alrededor de la entrada. Con la vergüenza a flor de piel, abrí un poco las orillas y apagué la vibración, luego eché más lubricante.
Él gimoteó levemente. No sé si de dolor o por otra cosa.
¡Oh, Dios mío! ¿Por qué termine así?
-Voy a moverlo en círculos.
Nadir asintió.
-Ok. Relájate... - comencé a moverlo. De un lado a otro y en semicírculos, note cómo iba saliendo.
Tras unos minutos, luego de un sonoro ¡Plop!, el dildo salió.
Nadir bajo las caderas y la situación se distendió por un momento. Me deje caer al suelo, no me había percatado que estaba tan nerviosa que todo me temblaba.
Lo observé por última vez, se veía tan aliviado. Sus largos y oscuros cabellos se pegaron en su rostro por el sudor. Tenía los ojos cerrados y un buen cuerpo. ¿Por qué alguien que conseguiría novia fácilmente se divertía con estos objetos?
Miré mi mano donde sostenía el dildo, de inmediato lo solté y agité mi mano.
Esto me da náuseas. Tengo que irme de aquí y darme un baño, no, dos o tres, los que sean necesarios para quitarme el olor al lubricante y poner unas películas de comedia para sacarme la imagen del gran agujero de Nadir.
Sí, creo que es momento de emprender la huída.
Me levanté y caminé sigilosamente a la puerta. Mi error es haberle dado la espalda a mi compañero.
Al ver que me iba, él se levantó, aguantando el dolor de su cuerpo, me tomó del brazo y me obligó a voltear a verlo.
-¿Qué hacías en mi habitación? - me jaloneo sin delicadeza.
-Salvandote el trasero... Literalmente.
Su rostro mantenía un fuerte rubor y podría jurar que sus palpitaciones eran tan rápidas como las mías, además éramos incapaces de mirar a los ojos del otro. Esto era un desastre.
Tengo tantas ganas de desaparecer.
-Sigues desnudo - miré hacia abajo, en su entrepierna. Nadir me soltó, escandalizado e intentó cubrirse. Era mi momento de huir.
Pero al dar el primer paso a la libertad, él fue lo suficientemente veloz para atraparme, pero el suelo estaba sucio de residuos del lubricante y resbalamos.
Sentí mi espalda chocar y rebotar duramente contra el suelo y el cuerpo de Nadir caer sobre el mío. Cerré los ojos adolorida y mordí mis labios para no gritar. El suelo de mármol era tan duro y doloroso. Y ahora olía a frambuesas.
Nadir no dejó caer todo su peso sobre mí, se sostuvo en sus brazos. Pero me tenía acorralada.
-P. Perdón...no quería, digo, dime quién eres y qué haces aquí... - su rostro paso bajo varias transformaciones, desde la culpa hasta el enojo. Sus ojos se achicaron y abrieron un par de veces. Parecía no estar seguro sobre qué sentir y qué expresar.
-No tengo por qué decírtelo, déjame ir - técnicamente si tenía que explicar qué hacía en una casa ajena, pero quería creer que lo dejaría pasar por haberlo ayudado.
Quise empujarlo, pero no sabía dónde poner las manos sin tener que tocar sus músculos bien trabajados.
Al final, coloque mis palmas en su pecho, para mantener la distancia y tratar de alejarlo de mí. Me estremecí al sentir su musculatura. Cosa preciosa, cosa bien hecha...
-Ahora si qué llamaré a la policía si no me dices quién eres y qué buscabas en mi casa - amenazó.
Lo miré mal, qué hombre tan embustero.
-¿Así es cómo me pagas el haberte desatorado el culo?
Su ceja izquierda brincó de manera dramática.
-Estás loca - estiró su mano para quitarme el boxer del rostro, yo ladeé la cabeza, una y otra vez. Y así comenzamos a forcejear.
Me removí bajo de él para intentar huir pero fue en vano, Nadir era fácilmente unos veinte centímetros más alto que yo. Mientras me removía sentí como algo golpeaba mi pierna y mis caderas varias veces, al bajar la mirada pude ver su pene tambaleándose entre los dos.
Eso me impactó, esa cosa ha estado frotándose contra mí todo este tiempo, por Dios...
-Analina Cortés, ¿Qué diablos?
Cuando llamó mi nombre alcé el rostro con preocupación, había aprovechado mi distracción para quitarme su boxer de la cabeza y ahora estamos frente a frente. Ámbar contra chocolate.
-Nadir, puedo explicarlo.
Una sombra atravesó su rostro.
¿Este sería el fin de la chica salva traseros?
¡Hola! Muchas gracias por vuestro apoyo. Me da mucha alegría que está historia les haya gustado.
Me divertí mucho escribiendo este capítulo y ya estoy en proceso del siguiente.
¿Qué creen que le hará Nadir a Lina?
¿La dejará como tapa de coladera?
¿Qué pasará?
Lo sabremos en el próximo capítulo. Las invito a leer mi otra historia la que encontrarán en mi perfil.
Muchísimas gracias ♥️
Besos y abrazos. Cuídense.
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