Capítulo 19
-¡No, dale con la punta! - esa vez mi yo pequeña le gritó a todo pulmón a un mini Julián para que pateara más al chico echo bolita en el arenero, el mismo que me quitó mi sandwich momentos antes.
Recuerdo muy bien ese día porque fue la primera vez que lo conocí. Tenía 8 años, en la escuela donde mis padres me metieron todos me molestaban ya que no tenía buena fama. Me llamaban: la "destruye bolas" , no es por presumir, pero desde entonces daba buenas patadas en los bajos.
Pero sin importar que tan mala fé tuviera, no faltaba el grupito tonto que me trataba de abusar.
Llegaba a una nueva escuela con mi par de colitas altas, mi mejor sonrisa de niña buena y mis calcetines a la rodilla. Un ángel de pelo castaño reluciente y voz melodiosa que no podía evitar castigar a los malos.
Esa tarde me acaban de cambiar de escuela porque patee en los testículos a mi maestro de inglés, pero fue por una buena razón: el negligente no me dejaba ir al baño si no pedía permiso en inglés y dios sabe que lo intente pero lo único que conseguía era invocar demonios y casi mearme encima. Así que tuve que actuar desesperadamente y quitar al enemigo del camino y que mejor manera que patearlo donde más le duele.
Bueno a mí me pareció una excelente idea, pero a los directivos no ya que me echaron de allí.
Por eso llegué aquí, en la "mejor" escuela del barrio, permítanme recalcar el sarcasmo. La escuela era igual de cara que todas, la única diferencia es que había militares como maestros y granaderos en la entrada. Cuando comíamos el lonche nos lo revisaban antes para comprobar que no hubiera armas. Bien, no, eso ya lo estoy inventando pero era algo así. Aquí solo llegábamos los chicos problemáticos.
Todo marchaba bien, por primera vez nadie me miró feo cuando me presenté en clase porque nadie me prestó atención. En el recreo me senté sola en una banca cerca del arenero. Todo iba tranquilo. Creí que realmente está vez iba a durar más de una semana en una escuela, cuando gritos y forcejeos se escucharon acercarse a mi.
Cerré los ojos. Dios soy yo de nuevo...
Me mantuve tranquila comiendo mi sandwich cuando unos niños de grado superior pasaron a mi lado y me lo arrebataron de las manos.
-Gracias fenómeno - dijo socarrona mente y se sentó frente a mi, en la mesa, saboreando mi sandwich hecho con amor.
Cerré mi puño, temblando de furia. Mi pequeña yo respiraba en un vano intento de no golpearlo, pero su rostro pecoso y cabellos rubios me decían golpealo, golpealo... No me quedo de otra más que hacerle caso. El niño con cara de culo me pedía a gritos que le rompiera la nariz, no me quedo de otra más que complacerlo.
Cogí velocidad e impacte mi manita delicada en su cara, vaya fue mi sorpresa que otro puño lo golpeó al mismo tiempo y el mocoso cayó de espaldas en la mesa con la cara rota.
El chico que lo golpeó me sonrió y se echó a correr. Me quedé en modo tieso. En mi mente infantil ya aparecía un chico de ojos desiguales rodeado de coranzocitos rosas.
¿Será este mi ser amado?
Me quedé fascinada por sus ojos; uno azul y el otro verde, que combinaban a la perfección con su sonrisa sin algunos dientes y su cabello negro estilo emo.
-¡Atrapenlo! - un par de niños corrieron tras el chico guapo.
Me limpie la baba que caía de mi boca abierta. Suspiré al ver cómo lo cogieron y metieron al arenero para que comiera arena. Incluso con arena en la boca se veía guapo pero creo que no lo está disfrutando.
Eran tres chicos mayores contra un chico guapo, no me pareció equivalente así que me coloque en la orilla del arenero y sin pensarlo me lancé de panza sobre todos. Mis rivales cayeron en la arena y les hice calzón chino a dos. Al que quedaba mi nuevo amigo se encargaba de darle su merecido.
Terminamos llenos de arena, con golpes y tres chicos inconscientes en el arenero. Me sacudí las palmas. Bien, tres abusadores menos.
-Buena pelea, ¿No? - le entendí el puño al chico lindo, pero me ignoró y se marchó deprisa. Corrí tras de él, eso fue mala idea porque ambos fuimos atrapados por los maestros.
-Julian, ¿De nuevo tú? ¿Es necesario llamar a la ambulancia? - el maestro de educación física señaló a los niños inconscientes. Él niño negó y se encogió de hombros.
Julian... Es el nombre de mi futuro esposo. Eso pensé.
Desde ese entonces lo tenía apartado para mí. Me pegue a él como un chicle y manteníamos una relación de comensalismo. Cómo el tiburón y la remola, él se encargaba de golpear a los agresores y yo lo cuidaba de las chicas molestas que querían conquistarlo.
No hablaba mucho, pero no importaba porque yo lo hacía por ambos. Le presente a Tina y los tres éramos inseparables hasta que llegó Alondra y se unió al clan.
Nunca dejamos de ser chicos problema, al contrario, estos crecían a la par que nosotros. Sin embargo, logramos ser capaces de escoger la escuela media de nuestra preferencia y allí fue cuando todo cambio.
Entramos a la mejor preparatoria de la ciudad, con la edad las peleas físicas eran menos pero fuimos excluidos. Pocos hablaban con nosotros, sólo un chico se acercó a nosotros con timidez. Recuerdo bien el día ya que todo cambio para mí. Me robaron al amor de mi vida.
En clase de matemáticas nos sentábamos hasta atrás siempre. Los cuatro copiabamos todos y Tina, quién era la mejor en matemáticas, nos pasaba más respuestas. Éramos los primeros en concluir los ejercicios así que teníamos tiempo en medio de la clase.
En ese entonces Julián tenía el cabello largo hasta el hombro, lacio y precioso. Me encantaba su pelo sobre todo porque se lo dejó crecer porque yo se lo pedí. Sentada tras de él, no paraba de jugar con un mechón entre mis dedos. Lo enrollaba y soltaba una y otra vez.
-Lina, vas a terminar rompiendo su cabello de tanto jalar de él - cómo es costumbre mi mejor amiga me regaño.
-Déjala, Tina. La gente enamorada hace tonterías - Alondra señaló apáticamente, cómo todo lo que hace, sin ganas. Sus uñas pintadas de negro golpeadon la banca con aburrimiento.
-¡Exacto! - sonreí abrazando fuertemente al moreno. Julian nunca me rechazaba, siempre mantenía una postura brusca y de chico malo. Su ceño siempre fruncido y postura a la defensiva. Hablaba conmigo cuando estábamos a solas en su cuarto jugando videojuegos o en el bar tomando, en otros momentos era más reservado. Pensé que yo era especial porque era la única a la que permitía abrazarlo y tocarlo en general. Inclusive entrenamos juntos.
Éramos inseparables. Exacto; éramos. Eso cambio cuando apareció él.
A primera hora el tutor del grupo dijo que tenía que presentarnos a un chico nuevo. Era mitad de ciclo así que era inusual un nuevo ingreso, pero nadie le tomo importancia. El único lugar vacío era tras de mí, así que estaría cerca de nosotros. Bien, el grupo puede crecer. Estaba feliz por eso, pero no conté con la astucia del maestro.
-Lina, recorre un asiento atrás. Julián estará a cargo del nuevo. Preséntate - le dio un suave empujón en el hombro animando al chico a participar.
Me recorrí de mala gana y ví por primera vez con atención al responsable de poner distancia entre mi amor y yo. Su cabello castaño estaba perfectamente peinado con estilo coreano, sin un pelo suelto, lacio y sedoso. Su piel era lisa y tersa y su vestimenta casual y bien presentable. ¿Es acaso un modelo?
-Un placer, espero nos llevemos bien, mi nombre es Brayan Durán, vengo de California ha instalarme definitivamente acá... Por favor cuiden de mí - con educación y elegancia se presentó. Todos quedaron maravillados ante la pulcra imagen del nuevo.
-Bien, siéntate detrás de Julián. Aunque todos tienen que apoyarte, él será tu mentor.
Torcí la boca molesta. Julian no se podía negar ya que el tutor siempre lo salvaba de la expulsión, por eso le obedecía.
Brayan se acercó con timidez hacia nosotros, en especial a mi Julián. Él de pie y mi amigo sentado, se miraron a los ojos fijamente. Pasaron unos segundos que parecían eternidad. El nuevo rompió la quietud y estiró la mano cogiendo levemente él piercing de su labio superior, lo movió con cuidado y curiosidad.
-Es precioso, ¿No te duele? - preguntó Brayan con suavidad y tiro un poco más fuerte, Julián brincó por el dolor que le provocó el tirón y el nuevo sonrió traviesamente.
Me paralice cuando Julián golpeó suavemente su mano y desvío la mirada al cuaderno, trató de parecer desinteresado y ocultar su rostro con su cabello, pero no pude evitar notar sus orejas rojas y su cara avergonzada.
Mi corazón se detuvo. Es la primera vez que lo veo así...
Brayan nos saludo a las demás, y se sentó delante de mí y tras Brayan. Ese sería su lugar desde ese momento y siempre.
Por un tiempo pensé que me había quitado mi lugar, al lado de mi amor, pero con el tiempo comprendí que no fue así. Yo estuvo usurpando un lugar que no era mío.
Brayan se integró al grupo casi al instante. Mucho tiempo no lo acepte porque se sentaba al lado de Julián, salía a pasear con mi amor para "conocer" la ciudad y hacían la tarea juntos. Inclusive, dejó de entrenar conmigo para ejercitarse con él.
-¿Tienes más tatuajes? - Brayan delineó el tatuaje de serpiente que Julián se había hecho en la secundaria, sin permiso de sus padres y en el dorso de la mano para que todos vieran.
Se activo el modo tieso. Casi me desmayo cuando Julián le susurró en tono avergonzado -. Tú ya lo sabes.
Mi mandíbula casi cae al suelo. Brayan sonrió satisfecho. Ambos estaban lejos de mí, yo trataba de hablar con las chicas pero no lograba apartar la mirada de ambos y lo peor es que sé leer los labios.
Julián solo tenía dos tatuajes; uno en el dorso de su mano derecha y otro en el glúteo derecho se había tatuado un capullo de mariposa. Diría que es hermoso, o más bien eso le dije, pero en realidad parecía una caca embarrada y Brayan lo conoce.
-Lina, ¿Me escuchas? Quiero declararme al chico rubio del grupo de ciencias, ¿Qué dices? - Tina me observó expectante con los ojos brillosos llenos de ilusión.
Yo seguía en shock.
-Yo le dije que no tenía nada que perder. Si le decía y la rechazaba podía dar vuelta a la página y si la aceptaba tendría novio nuevo. No hay nada que perder, ya que no se puede perder algo que no es tuyo, solo queda ganar o continuar - Alondra pico un poco de la fruta y movió su tenedor arriba abajo mientras explicaba y masticaba a la vez.
Sus palabras se metieron en mi mente. No hay nada que perder, ¿Verdad?
-¿Lina? - Martina masajeó mi mano preocupada. La miré con una nueva resolución y me levanté, jalandola para que me siguiera -. ¿A dónde vamos?
Sonreí con obviedad -. A declarar nos, por supuesto. La lleve al salón de ciencias donde se encontraba solo el rubio de ojos azules que le encantaba a mi amiga. La aventé adentro y cerré.
No me quedé a ver el resultado, cuando comprobé que ambos hablaban bien, corrí hacia Julián con el corazón golpeando velozmente mi pecho. Al llegar, lo tomé del brazo y me lo llevé bajo la mirada sorprendida de Brayan.
Lo lleve tras gradas, donde nadie pasa y lo acorrale contra última grada. Respiré profundamente y toque el piercing de mi amigo bajo su atenta mirada. Hice lo mismo que Brayan con él cuando se conocieron, cómo repuesta me miraban como si estuviera loca. No se sonrojo, no se puso nervioso conmigo.
-Lina, ¿Qué pasa? ¿Tienes hambre?
Ja, ja, reí sin ganas.
-No, no tengo hambre. No soy un pollito que te busca cuando tiene hambre - me quejé. Aunque ciertamente él siempre me compraba algo cuando estaba rara para que comiera.
-Pensé que si lo eras. Ahora parece que no conozco a mi mejor amiga.
Puñalada. Mejor amiga. Si, eso es todo lo que soy. ¿Puedo esperar algo más?
—No me conoces, ni siquiera sabes que es lo que siento — murmuré sin ánimos y recargue mi cabeza en su hombro completamente derrotada.
—¿Te sientes mal? ¿Tomaste tus pastillas o voy por ellas? — tocó mi pulso ya tranquilo. Suspiré y mire el cielo.
—Las tomé — susurré. Él se relajo.
—Ya veo, ¿Por qué me trajiste aquí?
Tomé su mano, entrelazando nuestros dedos y jugué con su tatuaje.
Lo conozco mejor que nadie. Lo que le duele fingir ser duro para protegerse y jamás volver a ser agredido cuando por dentro es más blando que una fresa.
Su comida favorita es lo duele y odia lo picoso. Pelea mucho con su familia por su mala conducta y eso lo entristece. Odia su heterocromía porque es la causa de el acoso pero para mí sus ojos son preciosos.
Se hizo sus tatuajes por rebeldía, pero no le gustaban y sus piercing's si que me encantaban. Le gustaba el dolor que sufría por cada uno nuevo. Eran cosas tan extrañas pero que me gustaban tanto de el.
Sin embargo, no es conmigo con quién se sonroja, con quién susurra avergonzado ni quién le provoca escalofríos cada vez que lo toca. No es conmigo su destino. No es conmigo su felicidad y no soy tonta para no darme cuenta.
No es necesario declararme explícitamente para ser rechazada. Me di cuenta que no podía ser correspondida desde hace tiempo atrás pero seguí aferrándome a la minúscula posibilidad.
Si no es para ti ahora, no lo será nunca.
—Tonto — gimotee cuando comencé a llorar y le di una patada en los bajos antes de salir corriendo.
No quería que me viera llorar. No. Tampoco quiero chillar pero es necesario. Lo necesito, pero en solitario, con calma.
Si, lo requiero porque hasta las nubes se desbordan en llanto hasta quedar vacías. Es lo que necesitaba yo vaciarme. Llorar todo el amor no correspondido y seguir adelante.
Esos ojos bicolor que me encantan jamás serán míos, solo de él. De Brayan. Y no es quien lo conoce más tiempo gana, no, es quien lo complemente y esa no soy yo.
Así que llorare hasta quedar el calma. Pateare un par de bajos y la vida sigue. Con su amor o no la vida continúa.
¡hola! Hola! ¿Cómo están las lindas soñadoras? Espero que bien. Aquí reportándome con un poco más del pasado. El siguiente capítulo regresamos al presente. Espero les haya gustado.
Sin más las invito a comentar, votar en el CAP y seguirme en wattpad e instagram.
Muchas gracias por el apoyo. Besos y abrazos 💋
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