4. Vacío, triste y completamente solo


Me pasé las manos por mi cabello y me sobresalté cuando la puerta sonó.

—¿Win? —Bright estaba dando de toquecitos a la puerta y yo no sabía qué hacer, no tenía como mirarlo a la cara.

—¿Win? —Volvió a llamar— ¿Estás bien? —preguntó, y mi corazón se sobresaltó.

—Por favor Dios mío, que se vaya, por favor, por favor. No puedo enfrentarlo ahora. Has que se marche Dios mío, te prometo que me portaré bien, pero que se vaya— —No hacía más que repetir en mi cabeza, haciendo puños contra mis piernas.

Por un momento, todo quedó en silencio, solo podía escuchar los latidos de mi corazón.

—Lo siento, está bien. Sinceramente lo lamento, siento mucho haberte empujado a besarme. Mira, Win, sé que lo arruiné, sé que debes estar enojado y te prometo que no diré nada más, no insistiré. Me iré y te dejaré en paz. Tú... solo olvida lo ocurrido, por favor, no te atormentes pensando en algo que te desagradó tanto.

¿Olvidarlo? ¿Acaso se le zafó un tornillo? Como podría olvidarlo, no había manera de que eso sucediera.

Me mantuve en silencio, con mil ideas rondando en mi cabeza, y después de unos pocos segundos, escuché a Bright soltar un suspiro, estaba seguro de que su frente estaba apoyada contra la puerta, me sentí tentado a levantarme, pero me detuve, cuando escuché sus pasos alejándose del lugar.

Me sentí terriblemente mal por haberlo ignorado, pero realmente no sabía qué más hacer. Necesitaba tiempo para superar lo que había pasado. No podía entender por qué me había sentido de la manera que lo hice. En mi mente se tejían miles de ideas, posibles explicaciones... pero nada, no podía soportarlo, era inconcebible.

A duras penas, con la cabeza hecha un lío, me obligué a caminar hacia la cama y, allí, me acurruqué, tratando de olvidar lo que había ocurrido y pensando solamente en despejar mi mente.

Desperté en medio de mi oscura habitación, había dormido quizá por horas. Mi celular había estado sonando, lo tomé, aun adormilado, froté mis ojos y deslicé la pantalla, para desbloquearlo. Al iluminarse, pude ver que era casi media noche ¿Cómo pude dormir tanto? ¿Qué sucedió?...

Coloqué la almohada sobre mi cara y la sostuve allí, para amortiguar un grito. Lo había besado, lo besé. Besé a Bright y me gustó. Y ahora ¿Cómo diablos iba a actuar como si nada, como si todo siguiera siendo normal entre nosotros, cuando claramente no lo era?

Mi teléfono sonó una vez más y en la pantalla apareció una notificación con el nombre de Bright. Había estado enviándome mensajes desde muy temprano.

—¿Estás despierto?—

—No sé qué hacer—

—Lo siento mucho—

—Fue una idea estúpida—

—Por favor perdóname—

—Háblame, por favor, háblame—

Tampoco sabía qué hacer. Quizá, solo necesitaba dejarlo pasar y actuar como si no significara nada, porque además eso era, no era nada, no significaba nada. Solo ayudé a mi mejor amigo a practicar como besar a otro chico. Y yo, no podía arriesgarme a perder a Bright, las cosas tendrían que estar bien.

Quizá sería incómodo al principio, pero cuando vaya a su cita y las mariposas revoloteen en la boca de su estómago porque su chico lo besó, y se hagan novios, yo no volveré a sentir tantas dudas. Lo veré siendo feliz y yo seré feliz por él.

Sí, todo tendría que ser así, porque no estoy dispuesto a perder a mi mejor amigo, por algo tan fútil como un beso.

Mi estómago rugió, exigiéndome alimentarlo, y recordé que no había probado bocado desde el mediodía, cuando todo pasó. Decidí levantarme por fin y escabullirme a la cocina, sin hacer ningún ruido, para no despertar a Bright. Era poco probable que eso sucediera, porque Bright era como un búho —dormía muy tarde, o a veces ni dormía, se la pasaba leyendo— pero yo, tenía que comer algo inmediatamente. Y no podía evitarlo por siempre ¿no?. De cualquier manera íbamos a encontrarnos, así que con eso en mente, salí de la habitación.

Caminé por el pasillo, ignorando la luz que se filtraba por la puerta de la habitación de Bright, tomé una respiración profunda y me deslicé en puntitas, hasta la nevera.

Encontré mi plato del almuerzo —aun intacto, cubierto con papel film— en la nevera, sonreí, porque Bright se tomó el tiempo de guardarlo, seguro de que me levantaría hambriento, realmente me conoce muy bien.

—¿Win?

El sonido de su voz, tan suave como un susurro, me hizo abrir los ojos como plato, estaba detrás de mí y casi me ocasiona un infarto, mi cuerpo se estremeció por la impresión. Me negué a voltear, en cambio tomé el plato y lo llevé al microondas. Aun negándome a darle la cara.

—Win... Por favor ¿me mirarías?

Bajé mi cabeza, mi barbilla casi tocando mi pecho, y dejé escapar un profundo suspiro. Todavía no podía darme la vuelta y mirarlo.

—Bien. —Me dijo levantando la voz. Sonaba molesto—. Dije que lo sentía ¿de acuerdo? ¿Por qué sigues así? ¡Dios! Cuando estés listo para ser mi amigo nuevamente, llámame. Hasta entonces... bueno... solo házmelo saber.

El pánico se apoderó de mí cuando escuché el sonido del cierre de su mochila cerrarse. Oí sus pasos alejarse y rápidamente me di la vuelta para ver a donde se dirigía. Bright se detuvo justo en la puerta principal y sentí que me faltaba el aire.

—Espera... ¿qué estás haciendo? —Él acomodó su mochila sobre su hombro y me dedicó una sonrisa apesumbrada.

—Me voy. —dijo agachando la mirada.

—¿Pero por qué? —Traté de no ahogarme con mis palabras. ¿Cómo es posible que estuviera diciéndome eso? No quería que se fuera... yo solo necesitaba un poco de tiempo.

—¿Me preguntas por qué? Pues es obvio Win. Si me quedo aquí, seguirás evitándome y creo que necesitas espacio. Así que volveré a casa con mis padres.

Bright terminó de abrir la puerta. Miró de medio lado hacia la habitación oscura y yo miré su amplia espalda, rogando en silencio que por favor no se fuera. Él no arruinó nada, fui yo quien lo hizo. No podía permitir que se fuera, pero las piernas no me respondían y las palabras no querían abandonar mi boca. Se estaba yendo y yo estaba petrificado. Mi mente gritaba Quédate, pero mis labios no lograban despegarse y mi boca se negaba a pronunciar las palabras.

—B-Bright —logré decir por fin, casi sollozando, con mi voz entrecortada, pero tan imperceptible, que simplemente salió y cerró la puerta tras él. Después de pronunciar un muy triste: —Adiós, Win—.

Me quedé mirando la puerta, durante varios minutos, sin saber que hacer a continuación. Él se había ido y por primera vez en mi vida, me sentí vacío, triste y completamente solo.

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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