18. Una gran sorpresa
El sonido de balbuceos llega a mis oídos, se perfectamente de quien se trata. Estiro la mano y tomo el celular, para poder ver la hora.
Tres de la mañana y la pequeña Zoé, ha despertado. Estoy agotado, pero sé que él también lo está, quizá más que yo, por eso soy yo quien siempre se levanta en las madrugadas, bueno casi siempre. Es mi turno de estar con la bebé, pero claro esta vez, él tiene otros planes.
Bostezo intentando levantarme, pero su mano me detiene.
—Yo iré. —Dice saliendo de entre las sábanas y dejándome un beso en la frente —Duerme. Yo me encargo esta noche. Tendrás una mañana complicada— Asiento y vuelvo a cerrar los ojos, porque realmente si estoy agotado.
Él, apaga el monitor inalámbrico y sale de la habitación. Tan solo unos segundos después, escucho que abre la puerta de la habitación de Zoé —que está junto a la nuestra— y me desconecto del mundo nuevamente.
Me quedo dormido.
—¿Por qué estás despierta a estas horas? —Pregunto a mi hermosa bebita, mientras me acerco a su cuna. Ella esta sentadita, balbuceando, y estirando las manitas, mientras observa los animalitos del móvil musical que su Papá colgó en la cuna. —Ya pronto se pondrá de pie y podrá alcanzarlos— Me inclino y la tomo en mis brazos— ¿Acaso tienes hambre o es que necesitas un cambio de pañal? —Pregunto y le doy un beso en la frente.
Como respuesta obtengo otro balbuceo y una sonrisa.
Zoé nunca llora cuando se despierta en las madrugadas, solo espera a que uno de los dos venga por ella, la levante y haga compañía, mientras vuelve a quedarse dormida. Ni siquiera cuando era más pequeña y necesitaba que la amamantara, ella lloraba.
—Entonces... veamos... ¿qué desea la princesa de papi? —La bebé se recarga en mi hombro y vuelve a balbucear. A sus ocho meses de edad, me doy cuenta de que es una nena muy lista— Ah, ya sé, deseas que te lea un cuento. —Digo, y ella sonríe alegremente.
Me acerco al librero y tomo su libro de cuentos para dormir, luego apago las luces de la habitación y dejo encendida solo la lámpara esquinera, que está junto a la silla mecedora. Me siento y acomodo a mi hija contra mi pecho.
—Leeré para ti, pero promete que volverás a dormir. Papi debe descansar, mañana tendremos visita. —hablo con mi pequeña hija como si estuviéramos sosteniendo una conversación.
Desde que empezó a dormir en su propia habitación, acordamos que aparte de los mimos, siempre trataríamos de hacer lo mejor posible para criarla de manera adecuada y creciera conociendo las cosas con nombre propio. Le transmitiremos a través de charlas, todo lo que debe saber y conocer. Yo me encargo de los cuentos, pero su Papá, prefiere hablarle sobre animales, deportes, libros y música... ¿raro? Nosotros creemos que no. Y al parecer a nuestra pequeña le gusta la manera como lo estamos haciendo, porque disfruta la compañía de ambos y ama nuestras voces, por igual. A veces, parece que realmente nos entiende, porque sonríe y balbucea a manera de respuesta cuando le hacemos una pregunta. Justo como hace ahora, entre mis brazos.
La abrazo y con el pie doy un pequeño impulso para que la silla empiece a balancearse. Ni siquiera me da tiempo de abrir el libro, empiezo a tararear una canción de cuna, porque veo que sus ojitos empiezan a cerrarse, el sueño la estaba venciendo, como a mí.
No me di cuenta en que momento me quedé dormido, pero el llanto de mi hija me despierta. No la tengo entre mis brazos y eso realmente me asusta. La busco en su cuna y tampoco está. Salgo de la habitación, siguiendo el llanto que proviene de la planta baja. Corro, bajando los escalones de dos en dos y ahí está, en brazos de su Papá.
—Ya, Zoé, no pasa nada, es solo tu tío. —Dice, refiriéndose a mi hermano, que al parecer acaba de llegar, mientras sigue meciendo a la bebé en sus brazos.
—Lo siento. No queríamos hacerla llorar, es solo que en este momento, no le agrada a los niños. —Se disculpa mi cuñado, mientras abraza a mi hermano.
—Oh. ¿Por qué? —Pregunto curioso.
—No lo sé. —Responde mi hermano, entrando en la sala y sentándose en el sofá, mientras agarra un peluche y lo abraza fuertemente.
Mi mirada de confusión, llama su atención, así que se para nuevamente y se acerca a mí. Pero mi hija, estira sus bracitos y me pide cargarla.
—¿Quieres ir con papi?
La bebé ha dejado de llorar y prácticamente se lanza de los brazos de su Papá, para que yo pueda cargarla.
—No recuerdo haberme quedado dormido, desperté cuando la oí llorar, y por un momento pensé que se me había caído.
—Lo siento. Es que recibí un mensaje de los chicos, indicando que no fuera al aeropuerto, porque habían llegado antes y estaban por llegar a casa, y como no estabas en la cama, fui al dormitorio de Zoé, ella estaba despertando justo cuando entre, así que la tomé entre mis brazos y bajé para abrir la puerta, justo antes de que el timbre sonara. Pretendía que continuaras durmiendo, no imaginé la reacción de la bebé.
—Si es raro, que llore así.
—Es mi culpa, lo lamento —dice mi hermano— Me ha pasado con varios niños, No le había tomado importancia, hasta que alguien me dijo que era normal.
—¿Qué? ¿Cómo? ¿Normal? —Pregunto
—Si normal en mi estado.
—¿De qué hablas? ¿Qué estado?
Mi hermano se acerca a mí y toma una de mis manos, llevándola hasta su vientre.
—Voy a ser padre. Estoy esperando un bebé.
La sorpresa me deja mudo.
—No uno, dos —dice su novio y siento que las rodillas se me doblan.
Me quedo congelado en mi lugar, aun tocando el vientre de mi hermano. ¿Acaso está bromeando? Por casi dos años no hemos visto a nuestros padres, ni siquiera sospechan que tuve una hija y ahora viene él a decirme que tendrá no uno sino dos bebés.
Mi papi enloquecerá cuando lo sepa y Papá, Oh Dios, no quiero ni pensar que va a pasar. Pero lo que si sé, es que definitivamente, tenemos que preparar todo y viajar a Suay. No podemos seguir ocultándoles esta enorme verdad a nuestros padres, no lo merecen. Y aunque puede que nunca nos perdonen. Es momento de enfrentar las consecuencias de nuestros actos.
—¿Sabes lo que esto significa?
—Lo sé.
—Y estas preparado para hacerles frente.
—Lo estoy. ¿Y tú?
—No. Pero esto es algo que tenemos que hacer juntos. Ya no podemos esperar más.
—¿Entonces... cuando nos vamos? —Bright y Pluem hacen la pregunta, al mismo tiempo.
Los cuatro nos miramos, la bebé nos mira a todos, y por largo rato, todo queda en absoluto silencio.
𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top