«Tú y yo»
27/09/10
Matt mira la manija del coche, aún no está muy seguro de si abrir, puede que haya quedado él con Adrián en la puerta de su casa aunque no está lo suficiente capacitado como para salir.
Ve al contrario salir por la puerta de la casa, con una pequeña libreta de apuntes. Por lo menos está seguro de que tiene los deberes apuntados... Dios que nervios, no sabe si salir o mandar a su padre. Durante el día ha tenido demasiado tiempo para pensar y la influencia de las chicas tampoco es que haya ayudado, menudo grupo de histéricas enamoradas de la idea del amor. Pero su cabeza solo piensa en una cosa, debe de ser directo y no andarse con rodeos. Por fin tiene las suficientes agallas, ha recogido todo su valor.
—Sal o el chico volverá para adentro —habla Daniel no muy lejos de la realidad.
Matt le mira y asiente con precaución, no está muy seguro, aun así sale por la puerta con lentitud.
—Hey —saluda nada más se acerca.
—Te traje los apuntes —responde Adrián enseñándole la libreta, abre la primera hoja mostrándole algunas anotaciones allí y aquí.
—Gracias te debo una —sonríe agarrando el objeto, por un segundo sus manos se tocan. Los nervios comienzan a recorrer su estómago, aunque con rapidez agarra la libreta con fuerza y sale disparado hacia el coche sin despedirse.
Adrián se queda mirando desde la distancia sin comprender nada. Espera que Matt abra la libreta cuando llegue a casa, no quiere que mire dentro antes de tiempo, sería todo un bochorno.
Matt ya en el coche decide abrir la libreta por curiosidad, primero ve los apuntes, gira la hoja, unas cuantas líneas seguidas le llaman la atención así que comienza a leerlas.
"Por donde empezar, creo que por el principio, llegaste de un día para otro y pusiste todo mi mundo patas arriba, aunque de por sí solo él ya se estaba viniendo abajo. Creía que el amor era un juego y los sentimientos una ilusión, pero tú con tu inocencia tan insolente conseguiste cautivar mi frío corazón. Menos mal que hemos dado clases de poesía, aunque no sé si a esto se le puede considerar como tal. Soy un bobo y un necio por haberme enamorado de alguien como tú, mi némesis, pero si supieras lo que creas en mí, todo sería mucho más fácil".
Y después de eso solo garabatos y letras ilegibles. Matt mira la carretera, no puede creer que eso vaya dirigido hacia él... Menuda apertura de corazón, se expresa mejor escribiendo que hablando. Apenas están a treinta metros, si le dice a su padre que pare seguro que puede volver corriendo antes de que termine de entrar en la casa.
—Papa, frena. Por favor, frena —dice el joven atemorizado, no sabe lo que hace, solo actúa.
Baja del coche cuando su padre frena, el adulto lo hace sin rechistar. Del coche echa a correr con todas sus fuerzas, no piensa. Le arden enseguida las piernas de la fuerza que ha hecho en un segundo para coger todo el impulso posible.
Su padre quien queda en el coche ve la libreta en el suelo, así que decide cogerla. No tarda en ver la nota, sonríe feliz, por lo menos en el amor a su hijo le va mejor que a él.
—¡Adrián, espera! —grita cuando es capaz de visualizar al joven entre abriendo la puerta de su casa—. Espera... —repite en voz baja cuando lo ve girarse.
Cuando llega hasta él, Adrián le mira extrañado hasta que ve las mejillas sonrojadas del contrario. ¡Oh no! Ha leído la nota antes de tiempo, porque no le puede salir nada bien. Matt respira agitado y con dificultad.
—¿Va en serio, lo que has escrito? Me refiero a que no es una broma, ni nada por el estilo. ¿Verdad? —pregunta cuando es capaz de articular palabra alguna, desea con todas sus fuerzas que no sea ninguna broma, porque si no lo mata el mismo.
—No sé cómo lo dudas después de todo —responde Adrián agachando la cabeza. El sol comienza a esconderse tras la maraña de nubes que se acerca por el norte.
—No, dudo, pero temo. Temo equivocarme y que mi mundo se tambalee —dice Matt cuando Adrián por fin levanta la vista.
—Comprendo que dudar sea humano, pero ya es suficiente no, ya estoy harto de hacerlo, siempre... —Adrián es silenciado por un beso, dulce y único, parece que está vez no va a salir con una marca en la cara... eso se agradece.
Cuando ambos se separan por falta de aire, el pelirrojo suelta un pequeño suspiró, ¿así que eso es lo que se siente cuando se besa a alguien al que quieres? Menuda flipada. Adrián lo abraza y ambos jóvenes se quedan así.
—Sabes, tienes razón en algo —habla Matt apegado al cuello del contrario, aunque Adrián no comprende sus palabras—. Eso que has escrito no es un poema, simplemente son frases con un poco de rima. Lo sabrías si estuvieras atento a las explicaciones del profesor —ríe finalmente. El otro no tarda en pillarlo y le acompaña. Un coche frena enfrente de ellos, pero lo ignoran—. Adrián no me babees —refunfuña apartándose un poco.
—No te estoy babeando, es que está comenzando a llover. Yo no tengo la culpa de eso —sonríe—. Será mejor que te marches. Tu padre te está esperando y no quiero que saque la escopeta y me apunte con ella —explica Adrián entre carcajada y carcajada.
—No creo, él es buenazo —responde intentando volver a la normalidad.
—Venga sube, o acabarás empapado y no quiero que pase eso —Adrián lo empuja levemente.
—¿Y esa preocupación tan de golpe?—replica volviendo a acercarse.
—Por qué te quiero y debo protegerte. Soy el mayor —tira de Matt un instante, abrazándolo.
—Me quieres, que extraño. —Vuelven a reírse, aunque cuando la lluvia se coge el menor entra finalmente en el coche.
Dentro de este ve como el mayor entra en su casa, apoya la frente en el cristal y suspira.
—¿Entonces cuando me presentas a tu novio? —pregunta su padre pinchándole, sabe cómo empezar una conversación para sacar información.
—No empieces por ahí —responde riendo mientras le sigue el juego.
Durante el trayecto ambos se dedican a hablar, mientras Daniel no para de cantar por diversión: Matt tiene novio, Matt tiene novio... Pero así es como deben de ser las cosas, ¿no? Un amor único e infinito donde la última barrera es la sinceridad.
Aquí está narradora se despide ¡tranquilos!, no ha terminado esta historia solo acaba de comenzar, pero ya les toca a estos jóvenes empezar a narrar por sí mismos. La imaginación es el límite del amor. Nunca lo olvidéis.
Dos corazones un único destino.
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