«El patio»

12/09/10

—¡Buenas noches, mamá! —grita Matt desde su habitación.

—Buenas noches, bebé —contesta la mujer. Ambos dos caen en menos de media hora en los brazos de Morfeo.

A la mañana siguiente, Matt se despierta gracias a su despertador y se arregla para ir a clase.

—Buenos días, mamá —baja hasta el comedor sentándose con su madre para desayunar.

—Ten cariño —responde entregándole una tostada.

—Mamá, creo que hoy también iré a ver entrenar a las chicas —comenta mientras ve las noticias.

—Vale, pero esta vez acuérdate de coger las llaves, y un paraguas por si acaso... —ríe soltando una carcajada final.

—Que graciosa —Matt frunce el ceño, no le gusta que su madre sea sarcástica con cosas tan serias.

Ambos dos terminan de desayunar y Claudia lleva a Matt hasta el instituto.

—Chau bebé —se despide ella cuando él baja del coche.

—Adiós, viejita —responde él a modo de contraataque, mientras que se despide con la mano alzando y bajando los dedos, como en las películas. Cierra la puerta y se marcha a clase.

Le cuesta un poco encontrar el aula, pero al final lo consigue e incluso llega antes que el profesor, se sienta en su sitio y observa como van llegando los últimos alumnos rezagados.

—Hola, Matt —entona Iris sentándose delante suya.

—Hola, hoy también iré a veros entrenar —corresponde e informa sacando su estuche, libro y libreta.

—Que bien —Andrea Gómez habla a su espalda haciéndole saltar.

—¡Que manía habéis cogido las Andreas de aparecer por detrás! —exclama Matt asustado.

—Perdón, pero no es mi culpa que te asustes con facilidad —recrimina ella sentándose en su sitio.

—Bueno chicos, hoy daremos las raíces cuadradas —explica la profesora de Matemáticas entrando por la puerta cargada de libros hasta arriba.

—Que bien —ironiza Andrea rodando los ojos—. Odio las mates —finaliza escondiendo su rostro entre sus brazos.

—¿Qué hace? —pregunta Matt a Iris disimuladamente, evitando que la profesora le vea hablando con una compañera.

—Va a echarse una siesta —responde Iris mirando la pizarra. Matt se sorprende, pues a él tampoco es que se le den muy bien las Matemáticas, pero no por ello no les presta atención. Al contrario, les pone entusiasmo y dedicación porque sabe que por mucho que no le gusten son importantes para el día a día.


La clase termina e Iris comienza a despertar a Andrea Gómez haciéndole cosquillas. Está, poco a poco levanta la cabeza, sin embargo todos comienzan a reír, ya que se le ha quedado la marca de la libreta por todo el rostro. Andrea enfurecida se levanta y golpea la mesa.

—¡El que se vuelva a reír sale volando por la ventana! —grita señalando las ventanas abiertas mientras que su rostro refleja una mueca de ira y frustración.

—Señorita Gómez no debería comportarse así —le reprende el tutor y profesor de Inglés entrando por la puerta.

—Perdone señor —excusa Andrea avergonzada volviendo a sentarse, más tranquila.

—Tranquila, no tienes que pedir perdón por ser tú misma —comenta Iris sonriéndole, acaricia su mano para tranquilizarla.

Matt sonríe incómodo, aunque enseguida vuelve su atención al profesor.

Todos recogen sus cosas, Matt desorientado, los sigue hasta el aula de Tecnología. Allí les recibe una mujer muy alta.

—Hola, soy Lola y seré vuestra profesora de Tecnología, tardaré un poco en aprenderme vuestros nombres, pero por lo que veo a algunos ya os conozco —informa la profesora desde el centro del salón—. Quiero que hoy cada uno dibuje en su cuaderno un robot que pinte, los engranajes y la carcasa externa —finaliza haciendo un rápido ejemplo en la pizarra.

Todos comienzan a dibujar aunque con el transcurso del tiempo la gente va alzando la voz.

—O bajáis el volumen de vuestra voz o me veré obligada a castigaros —amenaza la profesora golpeando la pizarra.

Matt alza la mirada un instante de su libreta, Andrea a su costado casi ha terminado con su dibujo.

—Andrea, ¿por qué no te esfuerzas más en mates? —pregunta a la joven sin dejar su propio dibujo.

—Porque ya paso, soy incapaz de aprobar la materia —responde dejando el lápiz y mostrando un boceto un tanto simple.

—Yo conozco a alguien que te puede ayudar —comenta Iris también terminando su boceto.

—¿Quién? —inquiere Andrea cerrando su libreta y guardándola.

—Se llama Mandy y nunca ha suspendido, me dio clases de Inglés cuando tuve problemas —responde asomándose para ver el boceto de Matt.

—¿Y dónde la puedo encontrarla? —Andrea cede, imita el gesto de Iris queriendo saber por qué el chico tarda tanto.

—Siempre está en la biblioteca a la hora del patio —observa el dibujo de Matt—. Que bien dibujas —agarra la libreta.

—Que va —dice él avergonzado, nunca nadie le ha dicho que dibuja bien.

—Bueno, ¿vas a ir Andrea? —insiste Iris esperando un "Sí".

—No sé, me da mucha pereza —tira la espalda hacia atrás sobre la silla.

—Pues yo creo que sí iré, me vendrá bien una ayuda con las mates —comenta Matt sonriendo y mirando su reloj, solo faltan diez minutos para que la sirena toque y vayan todos al patio—¿Te vienes conmigo Andrea?

—Bueno... vale —cede a regañadientes mientras recoge sus cosas.

La sirena suena, Matt y Andrea se marchan juntos a la biblioteca, entran y encuentran a varias personas sentadas por todos lados.

—¿Dónde estará? —pregunta Matt.

—Fácil —responde la chica colocando sus manos alrededor de su boca a modo de megáfono—. ¿Quién es Mandy? —grita provocando que todo el mundo se gire.

—Yo —dice una joven alzando el brazo, los dos se acercan sentándose junto a ella.

—¿Eres japonesa? —pregunta Andrea observando sus rasgos euroasiáticos.

—No, soy china —responde ella. A distancia se nota que es una duda a la cual ya está acostumbrada a responder—. ¿Qué os trae por aquí? —pregunta dejando el libro que estaba leyendo.

—Iris nos ha dicho que tú nos puedes ayudar con las Matemáticas —responde Matt sacando el material de su mochila.

—Claro, ¿qué estáis dando? —Agarra el libro de Matt abriéndolo.

Los dos adolescentes toman asiento, un minuto después Matt mira a Andrea y ve como esta se encuentra medio dormida. Mandy dirige también su mirada hacia la joven y se queda mirándola como si lo que estuviera viendo fuera anormal.

—¿Cómo es posible que se haya dormido ya? —La euroasiática mira a Matt.

—No sé, la conozco desde hace dos días, pero hoy ha sido entrar la profesora de Matemáticas y ha caído redonda —explica el joven restándole importancia.

—Bien, ¿qué es lo que te da problemas? —Mandy vuelve su atención al temario.

—Son el punto dos y el cinco —responde Matt señalándole el índice del libro.

El patio pasa rápido, y Mandy y Matt se comienzan a conocer. Él agradece su ayuda pues las Matemáticas no son su fuerte. La sirena suena y la biblioteca comienza a vaciarse.

—Bueno Matt, me marcho, nos vemos mañana —se despide Mandy saliendo por la puerta.

Matt acaba de recoger sus cosas y sale dirigiéndose al aula. A mitad de subir las escaleras se acuerda de que le toca Gimnasia, así que rápidamente se redirige al gimnasio. Cuando llega, entra al vestuario, este ya se encuentra vacío.

Los vestuarios de las chicas y los de los chicos se encuentran uno enfrente al otro. Matt deja la cartera y al salir se encuentra a Iris saliendo del de chicas.

—¿Dónde está Andrea? —Iris mira su pantalón, está acabando de atar el nudo de su contra.

El joven abre los ojos como platos, se ha olvidado de Andrea, seguramente continúe dormida en la biblioteca.

—Ahora vuelvo —responde echando a correr chocando con la puerta de cristal.

Sale del gimnasio encaminado hacia las escaleras, sube y llega a la puerta de la biblioteca sin embargo esta se encuentra cerrada. Forcejea, pero al final se da por vencido. ¿Cómo la va a abrir?, se pregunta mientras intenta ver por la pequeña ventana que adorna la puerta. Busca a Andrea aunque se le hace imposible, ya que está sentada muy al fondo, puede ver un trozo de su mochila, por lo menos sabe que sigue adentro. Baja las escaleras en busca de la Conserjería y allí encuentra a la conserje.

—Hola. ¿Me podría dejar las llaves de la biblioteca? —pregunta Matt amablemente apoyando los codos encima de la banca, traga su nerviosismo.

—Jovencito tengo prohibido dejar las llaves al alumnado —informa la señora sin dejar de clasificar el papeleo.

—Pero es una urgencia —replica intentando convencerla.

—Las normas son las normas —dice aún sin levantar la vista de los papeles.

El joven irritado y angustiado decide probar otra táctica.

—Verá usted señorita, durante la hora del patio me he dejado debajo de la mesa el libro de Castellano y me toca a la siguiente hora. ¿No podría usted hacer una excepción por esta vez? —pregunta Matt alzando el dedo índice a modo de uno, como pidiendo una única excepción.

—Bueno vale, pero que no se repita y rápidamente me las devuelve —responde la señora levantándose, agarra las llaves del portallaves y se las entrega a Matt.

Matt feliz, sube las escaleras corriendo y abre la puerta, llega hasta Andrea y la zarandea.

—Despierta que te has quedado dormida —Matt la mece de un lado a otro.

—¿Qué? —pregunta la joven levantando la cabeza—. ¿Ya ha acabado la clase de Matemáticas? —pregunta levantándose y perdiendo el equilibrio.

Matt agarra su mochila, al igual que a ella misma y salen juntos de la biblioteca. Andrea apoya su cabeza en el hombro de Matt y continúa durmiendo.

—¡Venga ya! —exclama el joven sin creerse que su amiga continúe durmiendo incluso en esa situación.

Matt deja a Andrea apoyada en una pared con cuidado y vuelve a la Conserjería para dejar las llaves.

—Muchísimas gracias —comenta Matt entregándole las llaves. Conforme las deja vuelve hasta Andrea y la guía al gimnasio—. Venga despierta —insiste mientras la lleva al vestuario y la sienta en la bancada.

—¿Qué pasa? —pregunta abriendo los ojos sin comprender del todo dónde está.

—Te quedaste dormida en la biblioteca, Mandy y yo nos fuimos y tú continuaste durmiendo. Cuando bajé al gimnasio Iris me preguntó por ti y entonces me acordé así que subí a buscarte —explica rápidamente observando el vestuario de las chicas, a diferencia del de los chicos este huele bien y no tiene manchas en las paredes.

—Que buen amigo que eres que te olvidas de mí —dice ella aplaudiendo irónicamente.

—No tenemos tiempo para tu sarcasmo, la clase ya ha empezado y hace tiempo.

Y con esa última frase los dos jóvenes se incorporan a la clase.


Tras jugar al bádminton, todos vuelven a sus respectivos vestuarios.

—Oye, ten —Adrián abre su mochila y le entrega a Matt su ropa. Este en respuesta la toma y abre su mochila, pues también ha traído la ropa del contrario.

—La lavaste —comenta Adrián mientras huele la ropa.

—Claro, es lo mínimo que puedo hacer —responde Matt regalándole una sonrisa.

Matt agarra la ropa de cambio y entra en uno de los baños, se saca la camisa sudada para después colocarse una limpia. Sale de los vestuarios masculinos y se va con las chicas.

—Así que se te ha olvidado despertar a Andrea —inquiere Iris riéndose a carcajada limpia.

—No es gracioso, se ha olvidado de mí —llora falsamente la joven poniendo cara de enfado y cruzándose de brazos.

—Ya te he dicho que lo siento —responde arrepentido—. Volví a por ti —finaliza en su defensa moviendo un poco la cabeza a modo de negación.

Andrea suspira conteniendo las ganas de gritarle al joven, la verdad es que tampoco tiene ganas de pelear.

—No pienso volver a hablar hasta dentro de dos días —Andrea finge sellar sus labios.

—¿Qué puedo hacer para que me perdones? —pregunta a Andrea, ella solo niega con la cabeza y se marcha.

—La comida le encanta —susurra Iris en el oído de Matt.

Los alumnos se marchan a la clase, todo transcurre bien hasta que en la última hora unos minutos antes de que termine, Adrián hace una pregunta.

—Profesora Carol, me encuentro mal. ¿Puedo ir al baño? —Alza la mano antes de hablar.

—Claro, si sigue encontrándose mal después de ir al baño tiene permiso para llamar a su casa —responde la profesora señalando la puerta para después girar hacia la pizarra.

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