«El chico sin nombre»
14/09/10
Matt es despertado en la madrugada por el pequeño animal hambriento, rápidamente y con desgana alimenta al pájaro. Recalienta la botella, la devuelve a la caja y vuelve a dormir.
Despierta y todo marcha bien hasta que Adrián por poco lo pilla sin camiseta, odia la marca de su espalda, le recuerda continuamente que es imperfecto.
Durante el patio se dedica a estudiar junto a Mandy la cual sabe ya su condición sexual, la joven cuando se enteró se puso eufórica, ya que siempre sintió un deseo oculto de tener un amigo gay en el cual confiar, y según ella debido a todos los mangas leídos.
El patio pasa a la velocidad de la luz o al menos eso le parece al chico, ya que el joven está continuamente escribiendo o leyendo, Mandy de vez en cuando lo observa formando una sonrisa en su rostro.
Matt se encuentra volviendo al instituto para entrenar con las chicas para después volver una vez más a casa para estudiar junto a Mandy, en un par de semanas tendrá su primer examen, 'el tema vuela que da gusto' o al menos esas fueron las palabras de la profesora el día anterior.
Gira por la misma esquina en la que anteriormente un joven se había estampado con él. Pero esta vez no ve a nadie en la calle, solitario continúa su camino al instituto.
En el fondo de su mente quería encontrarse con el joven de nuevo simplemente para preguntarle su nombre. Extrañamente se le hace familiar su rostro.
Matt entra por la puerta de hierro, pero alguien agarra su brazo, sonríe al girarse pensando que es Adrián, pero su sorpresa es grande al ver al joven del otro día. ¿Acaso es telépata? Que cuando piensan en él aparece
—Hola de nuevo. ¿Vas a este instituto? —pregunta sonriendo con una pizca de arrogancia.
—Sí, ¿y tu nombre es? —pregunta Matt vacilante, ante la sonrisa.
—Soy Abel, un placer volver a encontrarte —finaliza soltándole.
—¿Eres nuevo? —pregunta Matt mirando al joven, no le suena de nada haberlo visto por el instituto.
—No, vengo a este instituto desde primero de la Eso, ¿y tú? —pregunta Abel entrecerrando los ojos.
—Soy nuevo este año. No te he visto por aquí —responde Matt, caminan dirigiéndose al campo de entrenamiento.
—Ahh. ¿Y cuál es tu clase? —pregunta Abel poniéndose al lado de Matt en un estúpido arranque de velocidad.
— 4°E —Matt ve a las chicas.
—Pensé que estarías en bachillerato como yo —comenta Abel sorprendido al saber que Matt es un par de años menor que él.
—¡Bachillerato, que viejo! ¿No? —duda alzando la voz y riéndose del joven.
—Oye no te pases, solo tengo dieciocho años, no soy tan viejo —dice Abel a modo de reparación para su ego dañado.
—Muy bien, lo que tú digas, pero yo me tengo que ir al entrenamiento —corta aún entre risas alejándose del pobre Abel, quien se ha quedado con la palabra en la boca.
—Vale, hasta luego. Ya nos veremos por ahí —grita Abel cuando lo ve llegar al centro del campo, las jóvenes que están participando se quedan observándolo. Abel se ruboriza por la atención no desea y camina marcha atrás hasta desaparecer de la vista de las jóvenes.
Matt se encuentra sonriendo, ya que el rubor del otro chico le hace gracia, si no quería atención, no debería haber gritado. Ríe cuando lo ve retroceder como si fuera Michael Jackson marcha atrás.
—¿Quién es ese pavo? —pregunta Andrea Gómez mientras ríe a carcajadas. Matt ignora la pregunta y observa que falta Sheila.
—¿Y Sheila? —busca a la joven en silla de ruedas.
—Está en el hospital, ha ido para que le quiten la escayola —responde Cristina botando la pelota para tirar a canasta.
—¿Quién es ese macho pelo en el pecho? —pregunta ahora Andrea Molina intentando captar la atención de Matt. Este se gira y la observa fijamente con una mirada que explica vacilé.
—Es Abel, un chico que conocí sin querer —explica virando los ojos para desplazar su mirada de Andrea M. a Miriam—. ¿Me pasas una pelota? —pregunta ahora él. Miriam al costado del carrito de las pelotas asiente.
—¿Sin querer evitar "no" conocerlo? —insinúa Iris alzando las cejas y moviéndolas hacia un lado.
—Me choqué contra él viniendo hacia aquí el otro día —explica el joven en su defensa y a la vez respondiendo a la pregunta.
—Es mono —comenta Claudia quien hasta el momento se había mantenido fuera de la conversación.
—¿Te gusta? —Cristina mira a Claudia quien en respuesta se queda viéndola y negando con la cabeza efusivamente.
—Yo creo que el chico es gay —Andrea G. capta las miradas de todos.
Matt la ve fijamente sin creer sus palabras, lo acaba de conocer y apostaría su casa a que el joven no es gay, se ve lo masculino que es a leguas, pero también hay homosexuales muy masculinos al igual que algunos un poco afeminados o incluso algunos que no lo "aparentan".
—¿Qué te hace pensar eso? —pregunta Miriam intrigada, su pasado la guía a preguntar esas cosas, ella no se dio cuenta hasta que era demasiado tarde para ayudar a su hermano.
—La forma de actuar y de mirar a Matt, solo lo he visto un momento, pero miraba a Matt con demasiada intensidad, además se ha ruborizado cuando todas lo hemos mirado y de normal un chico se alegra si recibe tanta atención femenina, la nuestra le ha incomodado —analiza Andrea Gómez levantando la mano y señalando su cabeza para demostrar que ha pensado antes de hablar.
—En eso tienes razón —habla Cristina apoyando a la joven. Claudia frunce el ceño, parece que no le agrada la idea de que Abel sea gay.
—¿Tú qué piensas Matt? —Miriam lo saca de sus pensamientos.
—No creo que sea gay, pero quién sabe —responde alzando los hombros y dejándolos caer de nuevo a su lugar.
—Eso ya lo averiguaremos... —Andrea Molina.
—¿Qué vas a hacer? No te metas en vidas ajenas —Iris señala a la joven negando con la cabeza.
—¡Oh creedme cuando a Andrea Molina se le mete algo en la cabeza es mala idea intentar pararla! —piensa en voz alta Miriam mientras la observa desde lejos, la conoce lo suficiente como para saber eso.
—Haré que Claudia coquetee con Abel —libera la joven su plan juntando los dedos de sus manos para aparentar ser un villano con un plan maléfico.
—¿Con qué permiso me vas a utilizar para tu plan? —inquiere Claudia cruzada de brazos, se niega a seguir el rollo a Andrea.
Las Andreas se miran indicando así que las dos están pensando lo mismo. ¡Andrea al cuadrado en acción! Mala mezcla.
—Con el tuyo —habla Andrea G. intentando hacer caer a Claudia en la trampa—. Aunque claro si no quieres, no, es obvio que el joven nunca se fijaría en ti —finaliza girándose para mirar a la otra Andrea con una sonrisa escalofriante, casi la tienen donde quieren, pobre Claudia. Tiraron la caña y ahora el pez tiene que decidir si quiere morder el cebo.
—¡Eh! ¿Y por qué no? —Claudia pone sus manos a modo de jarra. Mordió el anzuelo que da gusto verlo, que chica más ciega.
—Eres demasiado ruda, y poco femenina. Seguro que a él le gustan las Barbies, no hay más que ver su nombre, Abel, se parece a Ken. —La mayor mentira que ha dicho en su vida Andrea Molina, bueno quizá la mayor no, pero andan de las primeras. Tirando de la caña y recogiendo el sedal. Menudo pez más gordo han pescado.
Claudia medita durante un instante las palabras de Andrea M., las observa a las dos y se arranca el anzuelo de golpe, pero sus pescadoras aún no se han dado cuenta. Las ayudará, pero también quiere conseguir algo a cambio, ella conseguirá al chico y le da igual si tiene que ponerse un vestido. No recuerda la última vez que se puso uno, tal vez tres años o cinco.
—Os ayudaré, pero yo soy muy femenina —escupe digna evitando así que las jóvenes se enteren de que va a 'matar' con el chico y no como las Andreas piensan, lo hace solo para demostrar que puede tener a cualquier chico.
Las Andreas se miran y se sonríen, creen que han pescado un pez sin embargo solo han pescado una mentira.
El entrenamiento termina y Matt vuelve a casa rápidamente para preparar la llegada de Mandy, arregla su cuarto y saca los libros de la mochila. Alimenta al pajarito hasta que está saciado y lo devuelve a la caja no sin antes estirar las alas del ave para hacerlas más fuertes y resistentes.
El timbre de la puerta suena y Matt abre recibiendo así a Mandy.
—Hola. ¿Listo para estudiar? —pregunta la joven entrando mientras muestra su mochila. Una larga tarde les espera.
—Siempre estoy listo —responde él dejando paso. Los dos suben a la habitación y la joven observa al animal encerrado.
—¿Por qué no lo sacas para que esté con nosotros? —Mandy señala la caja con los ojos.
—No sé, me da miedo que pueda hacerse daño saltando... —Matt mira al ave con recelo. La joven ignora las palabras y saca al animal para examinarlo.
—Es muy pequeño, dudo mucho que sobreviva —comenta la joven con toda sinceridad.
Matt la observa, ¿acaso no sabe decir algo que le alivie? Criar a un pájaro es un poco agobiante.
—Pues ha estado comiendo y siempre lo mantengo caliente —explica el joven contradiciéndola, no se rendirá por mucho que le cueste criarlo.
—Aun así, estos animales son muy delicados —advierte ella mientras lo deja en la mesa.
—Él es fuerte, juntos lo conseguiremos —Matt sonríe.
El pequeño pájaro camina hasta que se mete en el estuche de Mandy, allí se sienta y entrecierra los ojos, Matt lo mira y sonríe en su mente.
—Que mono... —susurra ella mientras lo observa, tras un momento el animal se levanta dejando una hermosa mancha en el fondo de este—. ¡Qué cerdo, se ha cagado! —grita ella. Matt se echa a reír, Mandy en respuesta lo empuja de la silla haciéndolo caer. El joven se levanta y se relaja junto a su amiga.
—¿Sabías que iba a hacer eso? —pregunta ella tras terminar de reír. Matt asiente—. Eres cruel, no deberías de haberle dejado —refunfuña finalmente mientras ve al animal alejarse, camina hacia el brazo de Matt.
—Lo siento, me he dado cuenta cuando ha entrecerrado los ojos, ya era demasiado tarde —se disculpa. Seguramente el animal hubiera cagado en su mano y eso es algo que no le agrada.
El pajarito se posa en su mano, con delicadeza acaricia su cabeza, comienza a abrir y cerrar el pico pidiendo alimento. Matt se levanta y le prepara la papilla, se la da y lo deja en la mesa medio dormido.
Los jóvenes estudian durante hora y media, pero son interrumpidos por el móvil de Matt.
—Sí mamá, estoy estudiando. Vale, ahora voy a comprar —responde a la voz al otro lado del teléfono. Mandy capta las palabras y comienza a recoger—. Tengo que ir a comprar —explica Matt cuando cuelga el teléfono, se gira y observa a la joven ya lista para marcharse—. ¿Por qué has recogido? —frunce el ceño.
—Tienes que ir a comprar, dudo mucho que tu madre te deje dejar en casa a un extraño, mientras vas de compras —responde ella levantándose.
—No eres una extraña —comenta él mirando la hora, las siete y media.
—Para tu madre sí, además ya es tarde y de aquí a mi casa hay una hora en autobús —explica dándose cuenta de que el joven le ha echado una mirada al reloj.
Ambos salen de la casa y se despiden, Matt se encamina hacia la tienda de comestibles. Al entrar agarra una cesta y comienza a coger los alimentos que están escritos en la lista que su madre ha dejado en la cocina. Va al pasillo de la pasta y ahí intenta coger un paquete de macarrones aunque está demasiado al fondo y su brazo no llega. Alguien se posiciona a su lado y agarra los macarrones por él.
Él también lo hubiera cogido si no fuera por culpa de su corto brazo. La persona mete los macarrones en la cesta que lleva y se marcha, Matt lo observa alejarse, pensó que lo quería ayudar.
—¿Perdona me podrías coger un paquete de macarrones? —pregunta mientras la persona se aleja.
—¿Por qué debería hacerlo? —el joven se ríe mientras gira.
—Que gracioso Abel, dame otro paquete de macarrones —dice Matt enfadado al ver el rostro del joven. Abel desprende egocentrismo.
Coge el paquete que tiene en su cesta y se lo da a Matt.
—¿Lo has cogido solo para fastidiarme? —inquiere Matt con cierto tono de acusación.
—Sí —cede Abel alejándose, no tiene vergüenza.
—¡Espérame! —grita Matt marchando detrás de él.
Los dos jóvenes hacen cola juntos en la caja. Mientras esperan hablan de cosas triviales.
—Bueno me voy —habla Matt al salir junto a Abel por la puerta.
—Adiós. —Abel observa como se aleja el joven por una calle, mira el cielo y observa que anochece.
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