«Andrea»
27/09/10
—Más rápido —grita Adrián a su propio equipo—. Si os pasáis la pelota a ese ritmo en un partido, seguro que os la roba —reprocha continuamente. Acaso no saben hacer nada bien. La verdad es que el sábado tienen un partido y quiere que estén lo mejor preparados posible.
—Tío te estás pasando, a mí ya me parece que hemos entrenado suficiente ¿no? —replica Salvador intentando relajarlo, le parece que exagera.
—¡Oír tías al hospital, han atropellado a Andrea! —exclama Sheila apareciendo de repente por arriba de las gradas. Grita a las chicas que están en el campo continuo.
Las jóvenes comienzan a correr en su dirección. ¿Qué coño está pasando? Adrián por un momento deja lo que está haciendo para poder prestar mayor atención.
—Correr, hay que llegar al hospital. Deprisa, Andrea Gómez está mal, muy mal. El coche le ha dado de perfil, tiene la cadera horrible —acaba diciendo Sheila mientras que a la vez pelea por coger aire. Dar crédito a esas palabras es difícil, no suele haber muchos atropellos en un pueblo.
—Por eso no ha venido hoy a entrenar, ya decía yo que se me hacía muy extraño —responde Cristina soltando la pelota que llevaba en las manos—. Vamos.
—Mi niña, que será de ella —habla la otra Andrea intentando relajar su respiración, no quiere desbordarse a lagrimón puro.
Las chicas se marchan y Adrián se pone a seguirlas, los chicos le llaman aunque este los ignora, sabe seguro que donde estén las chicas estará Matt y apuesta a que se sentirá abatido, necesitará a alguien con quien hablar.
En la entrada del hospital todo se vuelve oscuro, el cielo comienza a encapotarse y las nubes grises amenazan con diluviar. Entra en un pasillo largo y ve a las jóvenes sentadas delante de una puerta.
—¿Qué haces aquí? —pregunta Cristina, la más atenta de todas. Es la única que se ha dado cuenta de que él está ahí.
—Os he seguido, no he podido evitar escuchar vuestra conversación, teniendo en cuenta que Sheila prácticamente la ha pregonado —responde Adrián acercándose al grupito. Le extraña que no los echen del hospital, por lo general solo puede entrar un acompañante y suele ser un progenitor.
—Ya, pero aun así eso no te da derecho a venir, nadie te ha dado vela en este entierro —replica Iris sacando su lado protector, puede que no sea la más fuerte, pero si la responsable del grupo y junto con Cris, son las que se encargan de que todo siga bien.
—He pensado que tal vez Matt necesite alguien con quien hablar —explica el joven mientras se rasca la nuca.
Las chicas le miran y abren los ojos, no dando crédito, a Adrián de verdad le importa Matt. De normal los "guays" pasan de los "lame libros" como Matt, sin embargo en una clase de instituto tan pequeña parece que pueden ocurrir milagros.
Adrián indeciso se sienta junto a ellas, manteniendo un poco la distancia.
—Aún no ha llegado, pero poco le falta —dice Miriam refiriéndose al tiempo de espera. Matt le acaba de enviar un wasap en el que le explicaba que estaba aparcando en la puerta.
Poco dura su espera, apenas dos minutos aparece él por el pasillo con su padre detrás quien parece haber corrido un maratón, seguro que le ha hecho subir por las escaleras.
—¿Chicas, cómo está? —es lo primero que pregunta Matt cuando acaba de acercarse a ellas ignorando la presencia del futbolista.
—Aún está en el postoperatorio, no podemos entrar hasta que despierte del todo —responde Andrea Molina completamente angustiada. Dios sabe que se siente partida por la mitad, le falta la otra, tan lejos y tan cerca a la vez.
—No te preocupes saldrá de esta, ya lo verás —consuela Adrián levantándose de su asiento. Matt le mira—. Pensé que tal vez me necesitarás, nos necesitarás —explica corrigiéndose al final.
Miriam le mira mal, no le gusta la corrección, como si le quitará importancia al hecho de que el este hay por Matt.
—Oh, gracias. Es todo un detalle por tu parte —Matt busca a su padre indicando que puede acercarse—. Chicas él es Daniel, mi padre —presenta incómodo.
—Hola —saluda Daniel secamente mientras mira de arriba abajo a Adrián, quien se siente escaneado.
Los jóvenes se sientan, las chicas hablan con Matt mientras Adrián observa desde su asiento. El ambiente es incómodo así que Daniel decide volver al coche, dejando a los adolescentes solos.
Tras unos minutos un médico entra en la habitación sin decir nada pasando por delante de ellos, seguro que los padres de Andrea ya están dentro, apoyándola.
—No recibirá vistas hasta mañana —excusa el médico al salir.
Las chicas protestan, el médico las ignora completamente, que sangre más fría debe de tener para ignorar a tanta gente que lleva esperando varias horas. Que injusto.
—Mañana estaremos aquí a primera hora, no lo dude —replica Claudia intentando parecer ruda, la verdad es que le fastidia un montón haber estado esperando para nada.
—No es justo —Andrea golpea el asiento.
—Ya, pero no podemos hacer nada en contra —habla Cristina rebajando los ánimos de anarquía. Sus compañeras son capaces de montar una rebelión en el mismo pasillo hospitalario.
—Mañana aquí a las ocho, sin ninguna excepción, nos necesita a todas —explica Miriam con entusiasmo, ahora mismo Matt tiene que ser el único que está pensando en que mañana hay clase, es que seguro, seguro.
—No es por malmeter, pero mañana hay cole —dice él mientras recibe una mirada furiosa de Sheila.
—Serás metemierda, como dices eso. Nadie quiere ir mañana al cole y menos ahora que tenemos excusa —grita la joven con toda su furia. Obvio, como ella nunca está en clase ya le da igual todo.
—Vale hablaré con mi madre a ver que puedo hacer —murmura Matt mientras alza las manos a modo de disculpa.
Entre ellas se despiden y Adrián espera a Matt un poco alejado del resto, no es muy cercano a las jóvenes.
—Gracias por venir, no ha servido de mucho porque no hemos hecho nada más que esperar, pero gracias —agradece sonriendo.
—Ya. Lo siento, lo de Andrea, sé que es amiga tuya y esas cosas de mejores amigos —responde Adrián no sabiendo muy bien qué decir.
—Gracias, intentaré venir mañana, aunque no sé si me dejarán.
Salen por la puerta del hospital observando el coche de su padre.
—Si quieres yo te puedo pasar los apuntes de mañana —insinúa Adrián mirando en su misma dirección.
—Si, eso estaría bien —él no es el único que nota la situación algo incómoda.
—Vale, entonces te los paso —responde finalmente Adrián contento de saber que Matt irá en su busca aunque sólo sea para pedirle los apuntes.
Los jóvenes se despiden, y Adrián ve como el menor se aleja lentamente, hasta entrar en el coche. No sabe muy bien qué hacer, ni siquiera que decir, esto es nuevo para él. ¿Espera a que Matt dé el primer paso o lo da él? Que dice... él no es capaz, nunca podrá dar el primer paso.
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