Nunca imaginé que eras todo lo que en algún momento necesité.

Aún en los días grises, tu voz estaba ahí, siempre alentándome a seguir adelante. Sin importar las barreras, sin importar nada. Tú eras mi esperanza aún si todo mi mundo se venía abajo.

Como nadie antes lo había logrado, con simples palabras tuyas podía seguir. Eran como medicina estando yo cansada de mi alrededor, y afligida desconfiando de mí misma y mis habilidades.

Creí que el rap ya no era lo mío, que no debía seguir yendo a esa academia en la cual los demás simplemente rebajaban mis esfuerzos, creí que yo no podía continuar intentando encajar en aquel lugar donde claramente no pertenecía, me sentí como un pez fuera del agua.

Y fue en ese entonces, cuando escribiste una hermosa canción para mí, y me dijiste que estaba equivocada. Que yo no era un pez fuera del agua... simplemente era una hermosa mariposa intentando alcanzar el cielo, sobrepasando los límites y siendo diferente a todo lo que ellos esperaban.

Tus dulces palabras lograban reconfortarme, así, tal como era escuchar un piano... la melodía de tu voz resonaba siempre en mis oídos cuando anhelaba tirar la toalla y dejar todo atrás. Como perfectas notas, me entregaban paz y volvía a soñar.

Pero...

¿Acaso estaba mal acostumbrarme a tu dulce voz, sabiendo que el destino no había escrito sobre nosotros y nuestro para siempre?

Porque sí, me acostumbraba cada vez más al abrigo que me entregaban tus palabras, esperando únicamente de tu luz para que una sonrisa fuera dibujada en mis labios.