El principe arrogante y la princesa con mal carácter
Quiero aclarar algo importante, aquí y a lo largo de la historia Milo tiene recuerdos de Aioros, pero están vistos desde la perspectiva de ella y ella no tiene conocimiento de la relación de Aioros y Saga. Por lo cual a su mirada él era muy diferente.
Dicho esto, disfruten el capítulo.
Apenas pisaron suelo sarguense, Shura admiró cada lugar. Le parecía pintoresco. A medida que se acercaban a la capital, notaba que la calidad de vida de la gente aumentaba.
Eso era un error típico de los reinos, descuidar a los territorios alejados, no podían cuidarlos, Sargas es un reino demasiado grande para cuidar minuciosamente cada rincón, sin embargo, con ayuda y mínima asistencia mensuales, contratos simples de trabajo y comercio, los terrateniente de los lugares alejados podían solventarse junto con sus cosechas.
Hablaría con el rey al respecto.
En la gran capital las cosas era muy directas.
La ciudad era muy limpia y ordenada. La gente parecía feliz de vivir allí. Le recordó a la vieja Algiedi cuando su madre aún vivía y su padre gobernaba completamente. Deseaba que su hogar recobrara ese color que perdió junto con la partida de su madre.
No le sorprendió que las calles estuvieran decoradas con banderas rojas y negras con un escorpión dorado (emblema del reino) sabía que el rey Kardia estaba muy orgulloso de su legado.
Sargas definitivamente era interesante y un reino grandioso.
Le encantaría que su visita fuera por otros asuntos y no por un compromiso forzado.
Decidió hacer el último tramo hasta el castillo real a caballo, no deseaba llegar al lugar escondido en el carruaje junto a su padre. Él era un hombre formidable y valiente y entraría como tal dentro de las murallas del castillo.
Junto a Ángelo, por supuesto.
Apenas visualizo la gran construcción hecha de piedra quedó maravillado.
El castillo de Sargas era realmente hermoso e imponente.
Unos metros antes de ingresar fueron recibidos por una pequeña comitiva de guardias y un hombre de mirada tranquila, cabello largo y rubio atado con una cola baja, decía ser un consejero del rey. Su nombre era Shaka.
A paso tranquilo, hicieron los últimos metros. Shura notó como los aldeanos lo observaban, miradas extrañas y algunas de asombro pintaban los rostros de la multitud.
Ángelo solo miraba a las mujeres.
- Interesantes las mujeres de Sargas - comento su amigo mientras saludaba y le guiñaba un ojo a una muchacha al pasar. Shura rodó los ojos - ¿Qué tal será la cerveza aquí? Definitivamente buscaré un bar está noche.
- Compórtate - reprendió el príncipe - estamos aquí con fines políticos no de vacaciones.
- Envidioso, tu estás aquí para conocer a la princesa - lo miró de reojo - yo no tengo ninguna obligación más que cuidar tu refinado trasero - alzó los hombros - puedo divertirme un poco.
- Eres insoportable. Todavía no se por que traje.
- Admítelo, no puedes vivir sin mí. Te aburrirías aquí solo.
Shura, con falsa molestia, empujó desde su caballo el hombro de su amigo.
Ángelo le devolvió el golpe.
- Su alteza - interrumpió Shaka a los jóvenes - hemos llegado. Me adelantaré para avisarle a su majestad.
Con una pequeña reverencia, el consejero se retiró galopando.
Unos minutos después llegaron a la puerta principal de la muralla del castillo. La entrada ya estaba abierta con guardias armados esperándolos.
Apenas entraron, la puerta fue cerrada.
El carruaje que llevaba a su padre paró frente a él e inmediatamente sus sirvientes y guardias lo ayudaron a bajar. Era un buen día para Cid, Shura se había asegurado que su padre descansara y tuviera un viaje cómodo para que hoy pudiera moverse por si solo y su orgullo estuviera intacto.
Cid, ayudado por un bastón, descendió del carruaje lentamente. Tenía buena cara, estaba feliz de estar aquí y con esperanzas de un buen trato.
Shura y Ángelo pasaron al frente aún montados en sus caballeros y se ubicaron junto al carruaje.
Shura observó todo una vez que bajó de su caballo.
Sus ojos viajaron directamente a unos ojos que lo observaban con el ceño fruncido.
La princesa de Sargas lo miraba como si no fuera bienvenido.
Él tampoco deseaba estar aquí.
Se acercó junto a su padre para saludar a la familia real que estaban dándole a la bienvenida.
- Bienvenidos a Sargas, su majestad - Kardia fue el primero en hablar, estrechando la mano con Cid - Su alteza, es un placer conocerlo.
- Su majestad, estamos agradecidos de ser bienvenidos a su reino. Un placer conocer al fin estas hermosas tierras - contestó Cid con genuina alegría.
- Su majestad - saludo Shura con una educada reverencia aún mirando de reojo a la princesa.
- Les presento a mi esposa y reina de Sargas, Camille - ambos hombres asistieron en forma de saludo - mi hijo menor Escarlate - Cid sonrió y le revolvió el cabello rojo cariñosamente - y ella es mi hija mayor y heredera Milo.
Cid se acercó a la muchacha, para ello venían. Milo hizo una perfecta reverencia diga de una princesa de su talla. Con una tímida sonrisa y una belleza sin igual.
Cuando fue el turno de Shura, la expresión de la princesa paso a ser una de disgusto y su seño fruncido se hizo más profundo.
Sus ojos se encontraron y Shura podía sentir como dagas se le clavaban en la cara.
La reverencia reflejaba lo que su cara mostraba.
Shura se aguanto las ganas de rodar los ojos y solo le dió un pequeño saludo de cabeza.
Maldita niña mimada.
La reina se aguanto las ganas de pellizcar el brazo de Milo.
En el mismo instante que Kardia dio el permiso de entrar, Milo huyó de allí a su ala del castillo.
La reina notó la fuga y la siguió.
- Su majestad - llamo Shura - le presento a mi mano derecha y mejor amigo, Sir Ángelo - el peli azul se acercó - él y mi gente están a cargo de la seguridad de mi padre y la mía
Milo corrió hacia su habitación, desesperada por huir de allí y sacarse ese pomposo vestido.
Casi no podía respirar.
Ni bien entro a su lugar privado comenzó a deshacer su peinado.
Su madre entro unos segundos después.
- ¡Milo! - la llamó - ¿Qué se supone que haces? Estas haciendo quedar mal a tu padre al retirarte asi - reprendió.
- El estúpido saludo terminó - espeto - ahora papá y el rey decidirán sobre mi futuro y yo no tengo voz en ello. No veo la razón para estar allí como un adorno entre los hombres sin opinar, al igual que tú.
Camill camino furiosa hacia su hija y le plantó una abofetada a mano abierta directa en su mejilla derecha.
- No me faltes el respeto, Milo. Tolero muchas cosas de tí pero este comportamiento tuyo no lo permitire - la miró furiosa - te quedarás aquí, cámbiate para la cena. Mándare a una sirvienta para que te peine nuevamente.
- No tengo hambre.
- No me importa, no seguiré tus caprichos está vez, Milo - la señaló con el dedo - tu padre está ocupado para tus desplantes ahora. Comportate, te cambiarás, bajaras y cambiarás esa cara frente al príncipe.
Sin esperar otra contestación por parte de su hija, la reina se retiró dando un poco educado portazo.
Milo chilló infantil, suspiró y luego se desinfló para caer de espaldas a la cama derrotada. Está vez no se salvaría de esta situación a puros berrinches, su madre se pondría muy severa y como castigo sería capaz de casarla con Shura.
Necesitaba salir de esto limpiamente e intentar alejarse lo más posible de la presencia del principe.
Quizás evitarlo haría que no le prestará atención.
Recostada en su cama y mirando distraídamente el techo, se puso a pensar.
Le escribiría una carta a Aioria contándole la situación y pidiéndole que hable con su padre para que haga una petición formal de mano.
Estaba segura de que su padre no se negaría.
Permaneció recluida en su habitación leyendo y haciendo cualquier cosa que no fuera cruzarse con Shura por el castillo.
Su paz no duro por mucho tiempo.
Unas horas más tarde, su madre nuevamente con un sequito de sirvientas entraron a la habitación para prepararla para la cena.
Milo rodo los ojos, sin embargo se colocó en el medio de la habitación sin oponerse.
- ¿Va a ser así todos los días? - cuestionó fastidiosa.
- Por supuesto - contestó severa mirándola con la misma expresión. Suspiró al ver la cara de desdicha de su hija y sus fracciones se suavizaron - al menos sólo en las comidas compartidas - estaba dispuesta a negociar si eso hacia que su niña cambie de actitud - comportate frente a la familia real y te dejare tranquila.
Milo asintió, sonaba justo.
Soporto una vez más que la vistieran como una muñeca delicada con un incómodo peinado.
Luego de la preparación salió de su habitación, allí se encontró con Isaac que la estaba esperando para escoltarla hasta el salón. A Milo lo pareció extraño no ver a Shaina allí también, usualmente su amiga la acompañaba todo el camino hablando de cosas triviales.
Su madre había hecho un gran trabajo alejando a la extranjera de Milo durante esos días.
- Princesa - nombró a modo de saludo.
Milo solo asintió con la cabeza, no era apropiado la confianza hacia los guardias, al menos delante de su madre.
- Hija, te esperaré en el salón - anuncio con voz severa - comportate.
Apenas la reina le dió la espalda para retirarse, Milo rodo los ojos.
Isaac rió internamente.
- Vamos Isaac - ordenó la joven.
- A su orden, su alteza.
La princesa de Sargas caminaba por el largo pasillo escoltada de cerca por su guardia personal.
Apenas se detuvo en la puerta del gran salón le susurró nerviosa a Isaac:
- No me dejes, quédate en el salón.
- Nunca la dejaré, su alteza.
Respirando ondo y levantando el mentón, Milo indico que abrieran la puerta del salón, con su postura segura ingreso ignorando intencionalmente las miradas del principe y sonriéndole al Rey de Algiedi.
Su madre la sento frente a Shura.
Ignorando la mayoría de la charla que mantenían su padre con Cid y su hijo, intentaba no levantar la vista hacia el hombre frente a ella.
Hablaban de política y el principe explicaba apasionado como podía mejorar la vida de la gente en las periferias.
Kardia estaba curiosamente interesado en todo lo que Shura explicaba.
De repente, su padre mencionó su nombre en algún momento de la conversación que claramente no seguía el hilo.
- ... Milo es muy buena con el arco, yo mismo le enseñé ... -
Detuvo su delicado masticar cuando se dió cuenta que las miradas se posaban en ella. Levantó una ceja hacia su padre.
- Fantástico - exclamó Cid encantado con esa información- Un padre que le enseña el arte de la guerra a su princesa es interesante de verdad.
Shura la observaba de forma burlona, como creyendo que la niña jugaba con muñecas.
- Oh pero la princesa también toma sus clases de baile y etiqueta - acotó Camille desesperada por demostrar que su niña no era una salvaje - es delicada y educada como una bella flor.
Milo resistió el impulso de rodar los ojos.
- Ya veo - hablo Shura solo para que Milo lo escuchara - una florecita delicada, trata de no dañarte las manos con el arco, princesa - sonrió de lado.
Milo frunció el seño. Trataba de controlarse como le había prometido a su madre.
- Ten cuidado, quizás te caiga una flecha del cielo en tu cabeza - susurró aún más bajo - estás manos delicadas a veces no apuntan bien.
Pero Milo seguía siendo Milo.
- No te preocupes, soy ágil para esquivar muñecas cuando una niña las lansa.
Si la pierna de Shura no hubiese estado tan lejos, Milo seguramente se la hubiera pateado por debajo de la mesa.
- Su majestad - llamo Kardia - déjeme alargarlo con un festín y baile en su honor. Vendrán Lores de todo el reino.
- Me encantaría, no estoy en condiciones de bailar pero mi hijo es un ecxelente bailarín y seguramente estaría encantado de mostrar el típico baile de nuestras tierras.
Fue el turno de Shura de rodar los ojos.
Si tuviera que bailar con esta niña, se arrancaría las uñas primero.
Esa misma tarde, Milo se encontraba en su jardín personal leyendo.
Era uno de los pocos momentos que disfrutaba de la soledad. Siempre estaba acompañada de su nana, alguna sirvienta o la misma Shaina.
Isaac siempre estaba vigilando aunque ella no lo viera.
Leia poseía, le encantaba la poesía y las historias románticas.
Adopto el gusto a la poesía gracias a Aioros y las tardes que pasaron en compañía sentados junto mientras él le leía.
Le contaba historias sobre amores imposibles y ella no podía sentirse más identificada.
Aioros era bueno y atento con ella, sin embargo a Milo no podía devolverle el cariño que el joven principe le profesaba.
- ¿Qué estás leyendo? - la voz varonil de Shura interrumpió su momento de paz.
Milo levantó su mirada del libro y la posó con disgusto sobre el rostro del príncipe.
- ¿Tú qué haces aquí? - replicó de mal humor - este lugar es privado.
Shura rodó los ojos.
- La reina pensó que un paseo a caballo sería ideal para conocernos - ágilmente Shura le arrebató el libro de la manos para ojearlo - poseía, no me sorprende que leas cursilerías.
- No quiero ir contigo a ningún paseo, no deseo conocerte.
- Mira niña, yo tampoco deseo pasar el tiempo con una princesa malcriada - le devolvió el libro - al menos yo lo intento.
- Pues no lo intentes.
Shura suspiró.
- No sería malo conocer a mi futura esposa - dijo sarcástico.
Milo se levantó del banco dónde estaba sentada.
- Lo siento, pero ente momento no me siento bien para cabalgar - hizo una desordenada reverencia - disculpe su alteza, deseo retirarme.
Milo comenzó a alejarse de Shura dejando olvidado el libro en el banco. De la nada salió de su escondite Isaac siguiéndola e ignorando totalmente a principe.
Shura vio el libro olvidado y lo levanto para llevárselo.
Milo esa noche no asistió a la cena.
A la mañana siguiente, Milo y Shaina caminaban hacia su lugar habitual de entrenamiento. Por más que Milo contaba con su lugar privado para entrenar, lejos de las miradas masculinas, sin embargo, obtaban por el lugar común del ejército por comodidad.
Ningún miembro del ejército ni guardia real se atrevida mirar a la princesa de forma ofensiva y menos estando Isaac observando.
Ambas mujeres se acercaban entre risas y bromas sin mirar a su alrededor. Cuando llegaron a lugar vieron varios hombres amontonados viendo algo, una pelea.
Shura y Angelo estaban entrenado, pero no era un entrenamiento normal, era brutal y violento. Estaban en cuero y se notaba más cicatrices en ambos torsos de viejas batallas.
Shaina observaba fascinada a ambos especímenes, sus músculos tensarse y el sudor recorriendo sus pechos.
Hacia calor y no era por el sol.
- Idiota - espero Milo furiosa de verlo allí adueñándose de su espacio y luciendo arrogante como siempre - vámonos, no quiero verlo.
- Espera - se apresuró Shaina - veamos un rato, quizás pueda aprender nuevos movimientos - dijo fingiendo que no le interesaba ver a esos dos en cuero.
- Como quieras - hizo un gesto con la mano - iré a buscar mi arco.
Milo se alejo ignorando completamente a Shura y el espectáculo que estaba montando.
La princess se alejo de allí dirigiendose al área de dónde practicaba arquerismo. Estaba disgustada por tenerlo allí, está era su área y el idiota se paseaba como dueño del lugar.
Maldito arrogante.
Tomo un arco y un gesto con varias flechas. Se colocó con calma frente al muñeco de paja a unos metros frente a ella.
Busco una flecha, la coloco en el arco y suspiró.
Justo cuando estaba por lanzar otra flecha paso rozándola y se clavo en el muñeco.
Asombrada miró hacia atrás y estaba Shura con un arco dejando ver qué claramente la había lanzado él y demostrando una vez más lo irritante y arrogante que era.
Shura le sonrió burlón y ella lo miró furiosa. Se dió vuelta ignorando que él se estaba acercando a ella.
- Muy buen tiro ¿Verdad? - se alago a si mismo parándose a unos metros detrás de ella - Cuidado princesa, no se vaya a lastimar sus delicadas manos.
Milo destenso el arco y se dió vuelta para mirarlo.
- ¿No te cansas de ser un idiota? - escupió - ¿Qué quieres? Déjame tranquila y no te quiero cerca.
- A mi tampoco me agrada tu irritante cara, pero a diferencia de ti yo si se fingir y tengo que aparentar que intento acercarme a ti - le sonrió amplio y burlón.
- Pues no lo intentes, no me agradas y no te quiero cerca.
- Estamos en la misma, preferiría caerme de un caballo que pasar el día junto a ti - se cruzó de brazos - tengo mejores cosas que hacer, cosas de política que habrár con tu padre en vez de perder el tiempo con una niñita mimada como tú.
Mientras la discusión de Milo y Shura se llevaba a cabo, Shaina estaba distraída seleccionado dos espadas de entrenamiento ubicadas en la armería.
- Vi vino me mirabas - le susurró Ángelo al oído asustándola.
Shaina se tenso acorralada entre el tonificado cuerpo de Ángelo y el sostenedor de espadas. Lentamente se dio vuelta para chocarse el rostro del hombre.
- Era una vista interesante - le sonrió pícaramente.
- Yo también vi algo interesante - Ángelo extendió una mano hacía el cuello de Shaina y la acaricio.
Ella suspiró excitada, lo miró a los ojos y de sin que el pueda notar el movimiento agarró su bulto con una mano. Se le acercó al oído y susurró:
- Te espero está noche en el burdel " La dama del agua" - presionó a un más el agarre en el bulto de Ángelo y le guiño un ojo - no me hagas esperar.
Shaina se retiró dejando estupefacto y encantado al peli azul.
Al salir, Shaina se encontró con un alboroto y con horror se dio cuenta que Milo le estaba apuntado con su arco a Shura mientras discutían e Isaac intentando calmarla.
Sabía que a su princesa no le agradaba el Príncipe y tenía intenciones de producir ese mismo efecto en él, pero apuntarle con un arma y mirarlo como cabra furiosa era llevarlo a otro nível.
- ¡Princesa! - gritó mientras corría desesperada hacia los jóvenes - ¡Baje el arco! - se colocó en el medio de ambos - Con todo respeto, su alteza ¿Haz perdido la cabeza?.
La diferencias de estos le daban urticaria. Shaina suspiró aliviada cuando Milo arrojo lejos, de forma bastante salvaje y enojada, el arco junto con la flecha.
Milo se alejo del lugar caminando rápido.
Shaina miró de forma reprobatoria a Shura y también se alejo siguiendo a su princesa.
Shura, distraído mirando a la pelirroja alejarse, sintió que alguien le daba un poco delicado enojón.
- ¡Estás loco! - reprendió Ángelo - ¡Harás que nos maten! Mira a tu alrededor - hizo un gesto con ambos brazos - estamos rodeados de soldados Sarguenses.
- Tranquilo - contestó despreocupado - ¿Qué nos pueden hacer?
- Pues no sé - lo miró incrédulo - talvez cortarnos la cabeza, ahorcarnos en la plaza, tu dime - se cruzó de brazos mirando serio a Shura - estamos en su reino, no somos más que extranjeros desconocidos y tú vienes y ofendes a su princesa.
- ¿Y como sabes que fui yo el culpable? - exclamó indignado.
- Perdóneme, su alteza - lo miró aún más serio - lo conozco para saber que usted comenzó. Lo dejó un minuto y ya está causando una nueva guerra - Ángelo miró a su alrededor y a la mini audiencia que estaban teniendo - vamos a bañarnos.
Shura asintió y ambos hombres comenzaron a caminar alejándose de los soldados.
- ¿Qué fue exactamente lo que le dijiste para que te apunte con su arco? - Shura sonrió.
- Le dije lo delicada y frágil que era - su gesto se amplió - y que cuando nos casemos, se convertirá en una hermosa esposa de trofeo.
- ¿Le dijiste eso? - Ángelo exclamó horrorizado.
- No, cómo crees eso.
Para suerte de Milo, el incidente en el campo de entrenamiento no llegó a oídos de Kardia y sobre todo de Camille.
Gracias a qué Shura ponía su paciencia a prueba, y que no estaba segura ni en su jardín privado, decidido auto confinarse en su habitación asegurándose así mantenerse alejada de Príncipe de Algiedi.
Luego de terminar de escribir una carta para Aioria y asegurarse que el mensajero personal la tuviera en sus manos, Milo se relajo en su cama y disputa a leer un rato.
No supo cuando se quedó dormida, pero unos suaves pero firmes golpes en su puerta.
Limpiándose la baba y un poco confundida, se levantó y camino torpe haga la puerta.
Su madre no era porque ella siempre entraba sin anunciarse y Shaina no ingresaba jamás por esa puerta, si no por una oculta que daba a los pasadizos secretos del castillo.
Quien estaba detrás de la puerta no era otro que su guardia personal, Isaac.
Milo lo miró extrañado.
- ¿Qué sucede Isaac?
El hombre de abrió su único ojo en forma de advertencia. Milo, adormilada y ligeramente desorientada, no comprendió el gesto.
- He venido a buscarla, su madre majestad la reina la está buscando en la sala de baile junto a la familia real de Algiedi.
- Oh no - se horrorizo - dile que no me encontraste o mejor, dile que me mato un oso en el bosque.
Isaac frunció el ceño.
- Su alteza - una voz gruesa y firme la reprendió - sus padres la están esperando - anuncio su nana.
Milo exhaló irritada.
- Señora Catalina, por favor - rogó muy infantil - no quiero ir donde ese bárbaro.
- Milo - volvió a llamarla sería pero al ver el tierno puchero en el rostro de la joven suavizó su voz, tomo las manos de Milo - mi niña, yo sé que no te agrada - la miró - yo me entero de todo - le sonrió - debes compórtate, si no bajas ahora la que vendrá a buscarte será su madre y nadie quiere eso - apretó sus manos - ve, finge una sonrisa y haz como que nada paso delante de los reyes y luego lo sigues odiando en la noche.
Milo suspiro, la anciana tenía razón. Se estaba comprando como una niña y aquí había algo diplomático en juego.
- Está bien.
En el salón de baile, Shura conversaba con Kardia y su padre mientras la reina daba órdenes a sus sirvientes.
Todos estaban allí reunidos gracias a la insistencia de Cid y su idea de mostrarles a los soberanos de Sargas el bailé típico de su hogar.
Que Shura le mostrara mejor dicho ya que Cid se movía en bastón y claramente no podía bailar.
El príncipe, como no podía decirle que no a su padre, accedió a regañadientes fingiendo una sonrisa.
La puerta del salón se abrió llamando la atención de todos.
Milo entro al lugar luciendo un vestido sencillo recto, sin volados ni capas incómodas, con escote cuadrado color verte pastel. Su cabello estaba medio recorrido dejando una cascada de bucles rojizos.
Estaba hermosa y delicada.
Shura dejo de hablar y concentro sin atención en ella. Por más que pensaba que ella era una mimada y caprichosa, no podía negar que era hermosa.
Cid estaba tan maravillado como su hijo.
Camille maravillada con su hija, anuncio que era hora de danzar.
Empujado por su padre, Shura caminó hacia Milo.
- Me permite - Shura ofreció su brazo con vos calmada y correcta sin ningún tinte de burlar en ella.
Con una mirada desconfiada y una sonrisa amable bien fingida, Milo acepto la invitación, ciertamente no tenía muchas opciones. Mientras caminaba hacia el centro del salón, bajo las miradas encantadas y sonrisas amplias de los dos los reyes, Milo se cuestionaba si Shura tenía la facilidad de olvidarse fácilmente los sucesos o sufría amnesia por como la trataba.
- ¿Ya estás más tranquila? - pregunto en tono de burla porque Shura seguía dinero Shura.
- Aún tengo ganas de matarte - fingieron que estaban bailando con una sonrisa.
Cid se quedó sentado en un cómodo y acogedor sillón mientras la pareja soberana de Sargas copiaba y seguía las instrucciones que le daba el príncipe.
Y fiel a su naturaleza, Shura aprovecho el momento para molestar a Milo. Mientras le mostraba una posición, con una enorme sonrisa ante todo, colocó su mano muy cerca de la parte baja de la espalda de la princesa, Kardia y Camille estaba distraídos sin embargo Cid no y frunció el seño.
- Saca la mano de ahí o te la cortaré mientras duermes - las palabras de Milo salieron apretadas en un sonrisa forzada.
- Eres tan torpe que te escucharía desde el pasillo - susurró.
- ¿Siempre eres así de engreído?
- No soy engreído - Shura le dio una vuelta a Milo y la volvió a acercar a él - soy perfecto, no puedo evitarlo.
- Eres un idiota egocéntrico que solo piensa en si mismos - Milo si piso adrede y Shura contuvo su expresión de dolor - eres un bárbaro.
El baile fue interrumpido por la abrupta entrada de un mensajero un poco agitado. El jovencito camino ligeramente hacia Kardia y le susurró algo al oído provocando que el rey abriera los ojos sorprendido para cambiar esa expresión a una sería.
Kardia asintió varias veces y soltó las manos de Camille.
- Debo disculparme y retirarme, necesito atender unos asientos urgentes.
Shura volteo hacia Kardia.
- Su majestad ¿Qué sucede? ¿Puedo ser útil en algo? - cualquier cosa para irse de esta tortura
- Oh no te preocupes, no es nada que mis hombres no puedan manejar.
Shura asintió no muy conforme.
Kardia y Camille se retiraron del lugar dejando a Cid y los jóvenes solos.
Los músicos comenzaron a tocar nuevamente, automáticamente Shura comenzó a guiar a Milo retomando la danza.
- Tu padre es un fiero guerrero ¿Verdad?
- Si, lo es - contestó frunciendo el seño mirando la expresión un poco ida y pensativa de Shura.
- Lastima que le tocaste como hija - sonrió de lado - pero no todo está perdido, tienen a tu hermanito.
- Tu parte contigo no tuvo opción - ahora fue el turno de Milo para sonreír de lado - eres hijo único y es lo que le tocó, eres un guerrero pero un bruto insensible y poco educado.
- Oh no te preocupes, princesita - Shura la acercó más a su cuerpo y rozo su mano con su trasero - cuando nos casemos tendremos muchos niños y le enseñarás a leer poesía y ser delicados.
- Sigue soñando, no me tocaras ni un pelo - Milo volvió a pisar el pie de Shura - prefiero caminar descalza en lava que casarme contigo.
- ¿Eres virgen verdad?
Los ojos de Milo lo miraron con furia, una que le removió algo en su interior.
Una ira perfectamente reflejada en sus ojos, podía sentir, como en la mente de la princesa, le estaba clavando una espada directo al corazón.
Algo inexplicable sr removió dentro de Shura.
Milo, ofendida por la pregunta, golpeo el rostro de Shura con una fuerte cachetada dejando totalmente sorprendido y boquiabierto a Shura. Disculpándose con Cid, la joven salió apresurada del salón, seguida de cerca por Isaac.
Cid espero a que Milo y su guardia personal se retiraran y una vez que ambos se encontraron solos, se levantó lentamente ayudado de su bastón y camino hacia un estupefacto Shura y lo golpeó en la cabeza con su bastón.
- ¿Qué haces? - pregunto Shura sobándose la cabeza donde su padre lo golpeó.
- La ofendiste - lo miró serio preparando el bastón para pegarle nuevamente - deja de tus estupideces hijo, se lo que estás haciendo y lo te lo permitiré - lo golpeó nuevamente - empieza a tomarte esto enserio, Shura. El bienestar del reino está en juego y necesitamos está alianza. Comienza a compórtate como el príncipe que eres y trátala bien - Cid comenzó a retirarse no sin antes decirle - tu madre no te crío de esta manera.
Las palabras calaron dentro de Shura hasta apuñalarlo en el corazón.
Esa noche ni él ni Milo se presentaron a cenar.
El agarre en su cabello era firme y demandante, las penetraciones eran tan profundas que sentía que el miembro la estaba partiendo en dos y sus rodillas estaban cansadas de estar en esa posición, no podía importarle menos porque ese hombre se la estaba montando como si fuera un semental salvaje.
Había estado con algunos soldados del ejército de Sargas y nadie se la había follado con tanta intensidad. Gracias a los dioses por traerle a este hombre.
Una cachetada a su blanco trasero resonó en la habitación.
- Ah - Ángelo gimió - ¿Te gusta? - le pegó otra nalgada aún más fuerte intensificando sus penetraciones.
- Si, si si - repetía gimiendo Shaina encantada con la actitud salvaje del hombre - más fuerte, más fuerte.
Ángelo se inclino hacia su cuerpo pegando su pecho a la espalda de Shaina. Con la mano libre comenzó a masajear los pechos de la mujer y jugar con sus pezones mientras le daba mordidas y chupones en su cuello.
- Eres exquisita - le jadeaba al oído.
Shaina coloco ambas manos en la pared y abrió un poco más sus piernas para repartir el peso dejando más expuesto su trasero.
Ángelo al ver esto no pudo contenerse y salió del interior de Shaina para arrodillarse y observar lo ofrecido.
Sonriendo, saco su lengua y comenzó a lamer los labios rosados y húmedos de Shaina, jugando con su clítoris lamiendo y humedeciendo con su saliva sacando gemidos aún más fuertes de la boca de Shaina.
- Sabes bien - jadeo.
Agarró sus nalgas con ambas manos y abrió aún más a la joven dejando su ano expuesto. Volvió a lamer sus pliegues y dar pequeñas estocadas con su traviesa lengua haciéndole temblar las piernas. Ángelo gimió cerca de sus labios, los beso y succiono hasta arrancarle unos gritos a Shaina. Cuando estaba lo suficiente húmeda por su propio jugo, Ángelo comenzó a lamerla desde el clítoris hasta el ano moviendo su lengua en un vaivén constante mojándola todo.
Estimulándola con la lengua y un dedo, Shaina no creía durar mucho más, sus gemidos se hacían cada vez más fuertes y no le importaba que todo el maldito pueblo la escuchara.
- Ah ah, ya casi - le hizo saber entre jadeos cortados.
Ángelo alejó su rostro de su vagina, sostuvo su pene y la penetró de una profunda estocada haciéndola gritar, excitado por de más con los gritos, comenzó a follarla brutalmente y unos segundos después sintió como las piernas se ponían rígidas y el interior apretó su pene con fuerza claramente en una señal de orgasmo.
Luego de unos cuantos empujones lentos en su interior acompañado los espasmos post-orgasmo, Ángelo saco su pene chorreando de flujo, le indico a Shaina que se diera vuelta y se sentara en la cama a la altura de su pene aún endurecido.
- Chupa - le indico con la voz ronca. Shaina sin ninguna oposición se llevó el pene a la boca y comenzó a chuparlo ágilmente - eso, chupa chupa, saborea tu también lo rica que eres.
Ángelo colocó una mano en la cabeza de Shaina enredando sus dedos en el cabello, gimiendo tirando su cabeza hacia atrás por el placer que le daba esa boca húmeda y caliente. Sin poder contenerse, comenzó dando pequeñas estocadas a la boca de Shaina hasta follarla completamente.
Sintiéndose cerca, saco su pene de la boca, agarró la base de esté y golpeó la mejilla de Shaina.
- Te gusta ¿Verdad?
Shaina asintió sacando la lengua provocativamente logrando encender aún más el libido de Ángelo.
Tomó su cabello nuevamente y penetró la boca dando tres tirones más y sacándola nuevamente. Empujó a la mujer sobre la cama para acostarse sobre ella y penetrarla sin previo aviso. Gimió fuerte al sentir el pene abriéndola nuevamente.
Ángelo volvió a agarrar su cabello tironeando con fuerza mientras la penetraba profunda y violentamente.
Shaina abrió y levantó sus piernas para dale más acceso y profundidad logrando así que él se enterrará aún más en ella.
Dios está mujer lo estaba succionando y mojando nuevamente, y sin poder resistir más, con una fuerte estocada se enterró aún más en ella, corriéndose en su interior con un grito ahogado en su cuello.
Ángelo se desplomó junto a ella dando amplias bocanadas para recuperar el alimento.
- Eso fue fantástico - jadeo él.
Ella dio media vuelta para quedar frente a él y darle pequeños besos.
- Y a mi me encantaría repetir.
Ángelo le sonrió ladino y luego la besó profundamente.
Habían pasado tres días desde la discusión del salón de baile.
Milo se mantuvo alejada de Shura sin dar lugar a ningún tipo de charla ni discusión entre ellos.
Shura, luego de la explícita reprimenda de su padre, intento disculparse con la joven, sin embargo, Milo lo ignoraba y en las cenas compartidas ni siquiera se dignaba a mirarlo.
Mejor para él, pensaba, tenía más tiempo para hablar con Kardia sobre política. Dadas a los constantes de su padre de conocer y conquistar a la princesa, decidido invitarla a cabalgar al bosque y allí comer y tomar algo tranquilos para al menos poder hablar sin pelear.
Eso esperaba.
Ángelo estaba en los establos junto con Shaina preparando los caballos. La princesa había, contra todo pronóstico, acepto la salida. Sospechaba que Shaina había insistido lo suficiente para doblegar la voluntad de Milo.
Aprovechando que Isaac estaba ocupado, ese hombre era aterrador y siempre estaba siendo la sombra de Milo, busco a la princesa en su jardín personal.
Se sorprendió al verla despojada de sus vestidos delicados habituales y enfundada en unos pantalones color crema, una camisa blanca, chaleco marrón y botas del mismo color.
Aún llevaba el cabello rojo suelto y tenía que admitir que ese color era llamativo.
La sirvienta que la acompañaba al verlo se apresuró a levantarse y hacer una leve reverencia.
Milo al notar el movimiento de su sirvienta levantó la vista de su libro, lo miró sería e imitó el movimiento de la reverencia, pero está vez, Shura devolvió el gesto.
- ¿Está lista, su alteza? - pregunto ofreciendo su brazo.
La princesa de Sargas ignoró el gesto y camino hacia el establo dejando a Shura atrás.
Los cuatro cabalgaron hasta un lago que no estaba muy profundo dentro del bosque, allí Shaina y Milo solían nadar y descansar las tardes calurosas.
La mayor preparo la manta y ordenó la comida y bebida sobre la tela para que los príncipes disfrutarán tranquilos mientras ella y Ángelo se alejaba.
Ambos se fueron a nadar desnudos pero alejados de sus altezas.
Milo se sentó delicadamente y espero a que Shura le sirviera una copa de vino, cogió unos tomates cherry con pan y queso de cabra.
- Es raro verte así vestida - comento el pelinegro sin malicia.
Milo miró su ropa y contesto - Es lo que visto habitualmente - comió un bocado - me siento más cómoda ¿Te molesta? - comento dudosa.
- En lo absoluto, solo me pareció extraño - Milo lo miró de reojo - tengo tu libro de poesía - hizo una pausa - lo dejaste olvidado aquella vez.
- No te vendría mal leerlo - sonrió de lado - un poco de cultura romántica no te dañará - comió otro bocado.
Shura aceptó el golpe sin refutar.
Pasaron unos minutos en un incómodo silencio con el sonido del bosque y las risas lejanas de Ángelo y Shaina.
Shura volvió a hablar.
- Tienes una hermosa yegua - señaló hacia el caballo a unos metros atado y pastando tranquilo.
Milo miró hacia su yegua.
- Fue un regalo - contestó simplemente siguiendo con su tarea de comer.
Shura no puedo con su naturaleza y sonrió de lado.
- Igual de delicada que su dueña.
La princesa frunció el seño y contesto con burla.
- Es la más veloz de todas, te aseguro que podría dejarme abandonado aquí sin problemas.
Shura aceptó el desafío y se levantó de un saltó ofreciendo su mano a la princesa.
- Demuéstramelo - Milo lo miró sin entender - muéstrame que puedes ganarme y si lo haces - sonrió - dejare de molestarte.
Encantada con la propuesta para callarle de una vez la boca a este hombre, acepto la mano y se levantó de un salto.
- A unos kilómetros de aquí hay una cascada - lo miró desafiante - el primero que llega allí gana.
Jugaron carreras hacia sus cabellos y montándolos de un solo movimiento de pierna.
La pareja que jugaba en el agua era ajena a este suceso.
Milo había tomado la delantera, tenía razón, su yegua era rápida, ágil y contaba con la ventaja que conocía en bosque a la perfección.
Milo instaba a su caballo para que galope más rápido, levantando la cola y golpeando sus ancas.
Shura todo lo que podía ver era un poco de tierra levantada por la yegua y la mata de pelo rojo ondeándose al viento ,libre y salvaje.
Tenía ganas de agarrarla del cabello y tirarla del caballo, pero eso sería poco ético y caballeroso de su parte.
Milo detuvo su andar, Shura quedó expectante mientras se acercaba preguntándose que había hecho detener a la joven, cuando Milo vio que el hombre estuvo lo suficiente cerca de ella, se inclino a susurrarle algo a la yegua y chisto con los labios mientas le daba una chateada a una de las nalgas del animal. La yegua comenzó a tirar violentamente tierra hacia Shura con sus patas traseras logrando ensuciarlo completamente.
Shura tuvo que detener abruptamente la marcha y casi se cae del caballo en el proceso, una terrible lluvia de tierra, hojas y pequeñas ramitas fueron a parar directo a su rostro, tuvo que taparse como ambos brazos para protegerse.
Riéndose a carcajadas divertida por la maldad hecha, Milo volvió a chistarle a su yegua para que retomara el galope.
Shura había quedado momentáneamente fiera de la carrera.
Saltando árboles caídos y un pequeño declive, la princesa siguió su carrera. El objetivo era llegar a la cascada como habían pactado.
Distraída por su inminente victoria, se topo con una soga que atravesaba el camino de lado a lado atada a dos árboles. La golpeó fuertemente en el pecho derribándola bruscamente del caballo.
Un poco aturdida por la caía, levantó ligeramente su cabeza, junto con unas cuantas hojas secas pegadas a su cabello, y deslumbró cinco sueltas masculinas acercándose a ella.
- Oh ¿Pero que tenemos aquí? - hablo uno de los hombres - creo que cazamos una bella dama - se regodeo.
- ¡Agárrenla! - exclamó otro.
Apenas dos se acercaron a ella para levantarla del suelo, la princesa comenzó a gritar desesperada por ayuda.
- ¡Auxilio! - se removió violentamente - ¡Shura!
Tan solo esperaba que su voz aguda viajara hasta el príncipe de Algiedi, que seguramente no estaba lejos.
Tapándole la boca, un hombre la levantó en sus brazos y la colocó como un saco de harina sobre sus hombros.
Los cinco hombres la llevaron al interior de una cueva a unos pocos metros de allí.
La arrojaron sin ningún cuidado al suelo de piedra en el interior de dicha cueva.
Uno de los hombres se quedó fuera haciendo guardia y los cuatro restantes se quedaron en el interior.
Shura, luego de escupir algo de tierra, miró desconcertado a su alrededor claramente pedido y sólo. Miró el suelo e intento seguir el rastro de la princesa. Cabalgó por unos metros más hasta que escucho unos gritos femeninos.
Unos gritos pidiendo ayuda.
Unos gritos que decían su nombre con una desesperación pintada en la voz.
Activando su modo guerrero y cazador, Shura golpeó en las ancas a su caballo para que galopara lo más rápido que pudiera siguiendo el sonido de los gritos.
No tenía idea cuántos metros había recorrido desesperado por el bosque hasta que se topo con la yegua de la princesa, el animal estaba inquieto y solo.
Al principio pensó que la joven se había caído y podía estar cerca lastimada. Dio una inspección ocular aguda al terreno y se dio cuenta que el lugar contaba con más pisadas.
Siguió su marcha hasta que volvió a escuchar los gritos de Milo.
Estaba cerca.
Bajó de su caballo y desenvaino su espada, se mantuvo alerta mientras caminaba hacia la cueva frente a él.
Un hombre con aspecto desaliñado estaba parado fuera bebiendo del pico de una botella. Estaba armado pero distraído.
Los gritos se sintieron nuevamente.
Furioso, comenzó a correr con espada en mano e impacto fuertemente al hombre derribándola al suelo. Sin titubear, Shura atravesó su cuerpo con la espada.
Al ingresar a la cueva, los gritos de Milo eran más fuertes.
El lugar estaba iluminado por antorchas que apenas podía distinguir el interior.
A lo lejos la pudo ver acostada con un hombre encima de ella. Estaban forcejeando. Mientas otro hombre estaba parado bebiendo y mirando.
Intento ir hacia ella para ayudarla pero fue detenido por otros dos hombres que intentaron golpeando.
Pobre ilusos al intentar pelear contra él, un soldado experimentado y bien entrenado.
Con la fuerza y presión que lo caracterizaba, Shura comenzó a luchar con espada.
Le pegó una patada al hombres frente a él para estabilizarlo y así poder cortar su estómago de un movimiento preciso. Luego giro hacia su derecha y golpeó con el ante brazo el rostro del otro para luego atravesar su pecho con la espada.
El hombre parado junto a Milo fue alertado de la situación. Tomó su estamos apoyada a un costado y se dirigió hacia Shura.
Milo seguía forcejeando, el hombre había logrado romperle la camisa. La tenia agarrada de las manos, gritando y pataleando. Hizo gárgaras y le escupió la cara y mordió su mano, instintivamente, el hombre la soltó para limpiarse y ella aprovecha el descuido para golpear su ingle con una rodilla y alejarlo lo suficiente para alcanzar una daga guardada en su bota.
El hombre se volvió a abalanzar sobre ella, le golpeó el rostro rompiendo su labio y haciéndola sangrar. Ella lo escupió nuevamente pero está vez con sangre agregada, el hombre se distrajo y fue perfecta oportunidad para que Milo le clavara la daga en el cuello. El hombre comenzó a toser sangre ensuciando el rostro y cuello de Milo.
El hombre abrió los ojos sorprendido y callo a un costado ahogándose con su propia sangre.
Un poco aturdida pero por demás enojada, se levantó del suelo y tomó la espada del hombre que aún agonizaba en el suelo.
Shura luchaba contra el hombre que quedaba, el hombre le propinaba espadazos al azar bastante desordenados y eso le estaba dificultando.
El hombre le pateó la pierna haciéndolo trastabillar y le lanzó un golpe que fue detenido por la espada del príncipe, cuando quiso repetir el golpe, una espada lo atravesó desde atrás hasta salir por el pecho matando al mercenario en ese instante.
Shura abrió los ojos sorprendido al ver al hombre brutalmente atravesado. Con la espada aún enterrada en su cuerpo, el mercenario se desplomó sin vida sobre el suelo.
La imagen de Milo se dejó ver y Shura se quedó petrificado.
La imagen de la joven sucia y medio desnuda estaba frente a él, sin embargo, él jamás puedo notar su pecho al aire debido a su camisa rota, Shura solo miraba los ojos de Milo, ojos que no mostraban otro sentimiento más que irá y furia incendiante. Lo miraban fijo y aunque toda esa ira no iba dirigida a él, jamás se había sentido tan desarmado ante una mirada de este tipo.
Ese sentimiento lo golpeo completamente y ver la imagen de la princesa, que alguna vez llamo niña delicada y mimada, llena de sangre y enojada.
Parecía un demonio ensangrentado a medio iluminar por las antorchas. Era espeluznantemente bello.
Eso hizo que Shura cayera perdidamente hundido en ella.
- ¿Estás bien? - se acercó lentamente a la muchacha que aún estaba en notable shock - ¿Te hicieron algo?.
Milo de repente lo abrazo y casi sollozando le suplico que la llevará al castillo.
Sin pensarlo, la levantó en sus brazos delicadamente y se sorprendió que, por primera vez, Milo se mostrará tan frágil frente a él.
La apretó contra su cuerpo y la cargo hacia afuera.
La princesa suspiró cansada en su pecho y Shura no puedo evitar sentirse un poco tonto y romántico en este extraño momento.
Algo dentro del príncipe había cambiado definitivamente.
Hola mis bellos lectores.
Aquí les dejo un capítulo más de está historia.
Cómo verán no soy muy buena escribiendo escenas de pelea pero creo que no salió tan mal.
Espero que les guste ☺️
Gracias por leer.
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