7º Inoportuna

Ya son las ocho y cuarto, debería irme y decirle a Matías que se encargue de poner el libro esta tarde, pero a la salida un par de chicos me pidieron que lo pusiera ahora porque la mayoría no tiene clases en la tarde y hay que leer esas páginas para el lunes.

Tal vez hubiera sido más sencillo pedirle a uno de ellos que se encargara, pero no me animé a hacerlo. Prefiero pensar un plan complicado y buscar la manera de sacar el libro por mi cuenta antes que pedirle un favor a un desconocido.

La biblioteca es el edificio más grande del campus y está justo al centro, no fue difícil encontrarla. Es increíble, no creo que ningún colegio tenga una biblioteca como esta, ni el mío, que es de los más caros de la ciudad.

Me doy cuenta que para entrar hay que pasar un tarjeta y recién se habilita la puerta giratoria, como el subterráneo en las películas. No tengo esa tarjeta así que espero a que no haya nadie cerca e intento saltar por encima.

No estoy segura de cómo hacer esto, ya estoy por ponerme de estómago por encima del aparato cuando un chico aparece detrás de mí, pasa su tarjeta y con la mano me hace un gesto caballeroso para que pase.

Le doy las gracias con una voz tan ahogada que no sé si me ha escuchado, pero no voy a quedarme a averiguarlo. Sé que estoy más roja que un tomate, encima me tranco al pasar. Empujo mi cadera con fuerza y siento que el chico de atrás me ayuda moviendo las barras, haciendo que yo salga casi expulsada. No pienso voltear atrás, solo caminar de frente hacia el escritorio principal.

En la sala solo hay computadoras, ni un libro y no sé dónde están los ficheros. Me acerco a la bibliotecaria, supongo que es ella, porque está detrás del escritorio principal.

—Disculpe ¿Dónde están las fichas bibliográficas?

La mujer me mira por encima de sus gafas.

—No hay fichas aquí. ¿Eres nueva? —Yo asiento ante su pregunta—.Debes buscar en la base de datos. —Me señala una de las computadoras—. La página de la biblioteca está abierta. Pones tu documento de identidad, tu contraseña y se abre el buscador, ahí pones el libro que buscas y lo ordenas. Después vienes a recogerlo aquí.

Eso parece complicado y que me va a tomar mucho tiempo. Miro mi reloj, ya casi son las ocho y veinticinco. Es imposible, no hay forma de que hoy llegue temprano.

En vista de que no puedo detener el tiempo, decido tomármelo con más calma. Me siento frente a una de las computadoras y llamo a casa, para pedirle a Matías su documento y su contraseña.

Me contesta malhumorado, lo he despertado.

—Necesito tu documento y tu contraseña —le digo autoritariamente, para que se apresure.

— ¿Para qué?

—Para sacar un libro de la biblioteca, solo apúrate te explico luego.

Adormilado me da su número y me dicta su contraseña: Swordfish

— ¿En serio esa es tu contraseña? —le pregunto, estoy casi segura que no va en serio ¿cómo puede alguien tener una contraseña tan obvia?

—Sí, es esa, no me rebano el cerebro con cosas relativas a la universidad. Adiós. —Me cuelga.

Como me han indicado busco el libro y lo ordeno. Cierro la sesión de Matías y espero el libro.

Dos chicas y un chico están esperando a mi lado también, los he visto en el aula, están en mi clase, o la clase de Matías en realidad. Las chicas son bastante bonitas, una tiene el cabello corto, pelirrojo y con las puntas peinadas hacia afuera y la otra muy largo y lacio, es bastante delgada y tiene un busto envidiable; ambas llevan gafas de sol. No sé por qué la mayoría de chicas que conozco usan siempre gafas de sol, aunque no haya sol; a mí me parecen incómodas, prefiero lagrimear y entrecerrar los ojos antes de tener esa cosa en mi cara. El chico es bastante bajo, debe ganarme por un par de centímetros, lleva ropa holgada, lentes de montura cuadrada y no luce tan "fashion" como sus amigas.

—Matías Boerth —llama la mujer en cuanto el libro llega por un pequeño elevador junto con el nombre.

Levanto mi mano y me preparo a recibir el libro. De repente todos me miran, la bibliotecaria y los chicos, pero ellos me miran de una forma diferente.

—No tienes cara de Matías —me dice la mujer.

—Es que no es para mí.

—No puedes pedir libros que no son para ti.

—Por favor, es que me olvidé mi contraseña y los saqué con la cuenta de mi novio. —No soy buena mintiendo, pero la adrenalina me hizo pensar en una excusa rápida.

— ¿Eres novia de Matías? —la chica de cabello corto parece sobre saltada y empiezo a pensar que estoy por meterme en problemas.

—Tal vez es otro con el mismo nombre —la chica más bonita de cabello largo se ve pálida y algo nerviosa.

— ¿Cómo va a ser otro con el mismo nombre? —la regaña—. ¿De verdad eres su novia? —me interroga. Paso la mirada de ella a la bibliotecaria, ya empecé con una mentira, debo continuar con ella.

—Sí.

Los tres chicos se sorprenden, en especial las chicas.

— ¡Ese imbécil! —grita la de cabello largo y empiezo a sospechar que ella tiene algo con Matías—. Con razón no viene, porque nos tiene a las dos en la misma clase.

—Obvio —le responde la de cabello corto y me mira—. ¿Sabes que tu noviecito está saliendo también con mi amiga?

No sé qué decir. Metí la pata, las dos, HASTA EL FONDO.

—Bueno, no...—mi corazón se agita y estoy empezando a sudar. ¿El campus es tan grande y justo me tenía que encontrar con la chica de Matías?

—Al menos a ella sí le pidió que sea su novia. Yo soy la otra ¿hace cuánto que son novios?— me pregunta la otra chica.

Pienso qué le puedo decir ¿dos meses? No, hace dos meses Matías estaba en Europa

—Dos semanas.

— ¡¿Dos semanas?! ¡La semana pasada se acostó conmigo! Vamos a matarlo las dos.

Me agarra de la mano y no sé a dónde me quiere llevar. No puedo ir a matar a Matías junto con ella por una infidelidad que no existe.

— ¡No! No importa, tenemos una relación abierta —acabo de decirlo y sé que lo he empeorado. Eso me pasa por mentir, termino inventando más cosas y empeorando la situación. Debí limitarme a callar, agarrar el libro y correr ¿cuándo voy a aprender a solo correr?

La chica me suelta, como si de repente le diera asco y me da una cachetada.

— ¡Perra!

No me lo creo ¿esa chica de verdad me abofeteó? ¿Y me llamó perra? Ella se acostó con un chico que ni es su novio y que acaba de conocer, ¡ella es la perra! Quisiera gritárselo, pero no me atrevo, además la bibliotecaria salió de su escritito y nos está echando.

—Ale, ella no tiene la culpa, la culpa es de Matías, por no hablarte de su "relación abierta". —La otra chica intenta tranquilizarla, porque parece que no le bastó con la bofetada, también quiere arrancarme el cabello.

—Tranquila Ale, yo ya voy a ir a darle su merecido. —Recién interviene el chico y las otras dos lo miran sarcásticamente. Entiendo el por qué, Matías podría matarlo con las manos atadas a la espalda—. Voy a llevar refuerzos —se defiende.

Creo que este es el momento en que debo correr. Parece que están por organizar un linchamiento a Matías y cada vez que abro la boca lo empeoro más.

No sé si se dieron cuenta de que escapé. Corro hacia una puerta en el primer piso de uno de los edificios donde dice "Baños" y me encierro en una caseta.

Comienzo a cambiarme el uniforme. Hasta ahora no me puedo creer que esa chica me abofeteara. No me dolió, pero aún tengo la sensación de su mano sobre mi mejilla izquierda. Una escena tan de telenovela no la había vivido ni en el colegio y me viene a pasar en la universidad ¿qué clase de chicas se consigue Matías? Puro cabezas huecas, como él.

Es la primera vez que llego tarde al colegio. Hasta el profesor de lenguaje se sorprende cuando me ve entrar al aula, entregándole la boleta de tardanza. Me pregunta si me pasó algo y le respondo que me quedé dormida.

Arturo, Miguel, Laura e Isabel me siguen con la mirada hasta que me siento en la última fila, detrás de ellos. No puedo concentrarme en la clase. Primero porque estoy sentada muy atrás y segundo porque no puedo dejar de pensar en la universidad. ¿Al final alguien se habrá encargado del libro? Espero que sí, no quiero perjudicarlos.

Estoy dispuesta a pasar de nuevo sola el recreo. Dejo mis libros en el casillero cuando una rosa aparece frente a mi cara. Volteo a mi derecha y es Arturo quien la sostiene.

— ¿Ya se te pasó el enfado? —me pregunta, con una sonrisa muy dulce.

—Supongo.

— ¿Y vas a volver a hablarnos?

Supongo que se refiera a mis otros amigos.

—Ustedes son los que no me hablan.

—Es que estabas tan enojada y empezaste a ignorarme que creímos que necesitabas un tiempo fuera.

No sé de dónde sacan esas suposiciones, pero me alegra que al menos hayan intentado darme mi espacio.

—Yo creí que tú habías terminado conmigo y como ellos son más amigos tuyos estaban de tu parte.

—Yo no terminé contigo, pensé que tú habías terminado conmigo.

— ¿Y al final en qué quedamos?

—No sé, yo no quiero terminar ¿y tú?

Lo pienso un momento. La verdad es que sí me siento un poco sola y me agradaría que todo volviera a ser como antes.

—No. —Apenas escucha mi respuesta me abraza y junta sus labios con los míos. Es agradable volver a besarlo después de tantos días. Cuando me suelta me entrega la rosa y caminamos hacia el patio.

—Y... ¿va a haber reconciliación a lo grande? Tú sabes —me insinúa mirándome de forma cómplice.

—Hoy no, estoy con mi periodo. —Sí, como si no me estuviera yendo tan mal, encima estoy con eso.

—Oh ¿entonces cuándo podríamos?

— ¿El lunes?

—El lunes tengo práctica de la banda.

— ¿El martes?

—El martes está bien.

Se me hace difícil creer que estoy planeando estas cosas. Nos callamos al llegar donde el resto y mis amigos me reciben como si nada hubiera pasado. Sin duda el regresar con Arturo mejoró un poco mi día.

No se olviden de regalarme un voto en cada capítulo. Solo es hacer un click en la estrella de arriba, no les cuesta nada ;) y si de paso me dejan un comentario lo leeré con mucho interés y estaré muy agradecida.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top