34
Bryce
-¡Feliz cumpleaños Bryce! - Jordan me dio un muy fuerte abrazo.
-¡Felicidades! - Xavier colocó una pequeña tarta con velas en la mesa, en frente mía.
-Gracias chicos, no hacía falta - les sonreí.
-Claro que sí, siento que tengas que haberte esperado hasta la cena, pero fuimos a comprarla esta tarde - admitió el peliverde.
-No importa, es perfecta - dije, para luego soplar las dos velas en forma de número, que juntas formaban un 19.
Miré a la pareja con un intento de sonrisa, y me levanté de mi silla. Miré el suelo. No estaba especialmente feliz ese día, bueno, ni ese ni los demás. Estaba triste y con pocas ganas de hacer cosas, y para mi, mi cumpleaños no era una fecha especial, era un día como cualquier otro. Yo sabía que mis amigos solo intentaban animarme, pero no había nada que pudiera lograrlo en esos instantes.
Tenía un intenso dolor de cabeza y lo único que quería era meterme en la cama y descansar de una vez. Era algo tarde, y seguía teniendo problemas para conciliar el sueño. Esos días había sufrido un par más de ataques de pánico y ansiedad, y estuve preocupando mucho a la pareja. Ellos sabían que no estaba por la labor de celebraciones, pero aún así hicieron el esfuerzo por mi.
-¿Estás bien? - Jordan preguntó.
-...
-Qué pregunta más estúpida, lo siento - se disculpó al instante - ¿Necesitas algo? Lo que sea, dilo.
-No, solo quiero descansar - miré el suelo.
-¿No vas a tomar postre? - me dijo Xavier.
-No... No me apetece.
-Bien...
Puse la silla en su sitio y apilé los platos de la mesa para lavarlos. Quería ir a la cama, pero no iba a irme sin ayudarles a recoger la mesa. Basicamente porque era de mala educación, y, a fin de cuentas, estábamos en mi casa. Fuimos a la cocina con todo y lo dejamos allí para lavar. Pensé que quizás sería un buen momento para limpiar los platos y demás, pero me daba una pereza enorme. Tomé la esponja y abrí el grifo para ponerme a ello, cuando antes lo hiciera antes lo tendría terminado. Jordan se me acercó, y con la mirada me dio a entender que iba a ayudarme. Comencé a enjabonar los platos mientras el peliverde los pasaba por debajo del agua, quitándoles la espuma y dejándolos brillantes.
Como éramos dos terminamos en seguida. Nos lavamos las manos y nos dirigimos hacia el salón. La luz de la terraza estaba encendida, así que Xavier debía de estar fuera tomando el aire.
-Ahora vuelvo - Jordan caminó hacia la puerta que daba con el balcón - Vete a dormir si quieres.
-Vale - respondí.
El peliverde intercambió algunas palabras con su pareja, y yo bostecé con sueño. Ya no podía más. Comencé a andar hacia mi cuarto, cuando se escucharon tres toques en la puerta. Miré a Jordan, quien movió la cabeza y frenó su conversación con Xavier al oír el ruido. Me dirigí hacia allí para abrir la puerta. Me extrañaba que alguien llamara a esas horas de la noche, pero era hacer un feo no recibir a quién fuera que estuviera allí.
Abrí, y al ver la persona que se encontraba al otro lado de la gran tabla de madera, me quedé con cara de póker.
Parpadeé varias veces para terminar de asimilar qué estaba pasando allí. Se me humedecieron los ojos, y un par de lágrimas brotaron de ellos. El individuo sonrió, y esperó callado a que yo hablara.
Le miré directamente, sin cambiar de expresión, y mi respiración comenzó a agitarse. Noté cierta hinchazón en mi garganta, y el corazón me empezó a latir muy rápido.
-¿Claude?... - dije a media voz, seguía asombrado.
-Hola copito - me sonrió amablemente - Sorpresa.
Me tapé la boca con la mano derecha y comencé a llorar silenciosamente, sin apartar la mirada de los ojos ámbar de Claude. Había vuelto, había regresado de Estados Unidos, sin avisar, tal y como se fue. Di un paso atrás, y comencé a verlo todo borroso.
-Escucha Bryce - me dijo, todavía sin entrar - Lo siento mucho, de verdad. Espero que no estés enfadado conmigo, no he podido hablar contigo pero tengo motivos. Siento haberte hacho sentir tan mal, sé que ha sido duro para ti. Te mereces mucho más pero, yo... -
-Calla y abrázame - le interrumpí.
Corrí hacia él y le abracé con una fuerza descomunal, que no sé de dónde saqué. Él frenó las palabras, y correspondió mi gesto. Soltó algún pequeño sollozo, así que intuí que tenía las lágrimas al borde de los ojos. No quería soltarle, le había extrañado mucho, y ahora tenerle tan cerca de nuevo era como un sueño hecho realidad. Me recompuse como pude, y me separé de él, mirándole sus orbes ámbar y sonriendo al mismo tiempo.
-¿Cómo te ha ido Claude? - Jordan habló con una voz muy alegre.
-Bien bien - sonrió él - Ha sido maravilloso, aunque la despedida algo triste, ya os lo contaré todo mañana.
Me aparté un poco para que pudiera pasar dentro, y cerró la puerta a su espalda. Después de eso me miró. Se giró y comenzó a buscar algo dentro de su maleta. Se le veía algo ilusionado, y bueno, como para no estarlo, llevábamos demasiado tiempo sin vernos. Sacó un sobre blanco de ella y se me acercó. Me lo ofreció y lo tomé de sus manos, algo sorprendido. Le miré, y este asintió, indicándome que lo abriera.
-Sé que esto no va a poder compensar por lo que has pasado, pero bueno - suspiró para bajar la tensión - Feliz cumpleaños Bryce.
Esas tres últimas palabras las pronunció al mismo tiempo que yo abría la boca y los ojos sorprendido. No me podía creer lo que mis ojos estaban viendo, ¿era real? No lo tenía contado, pero la cantidad de dinero que contenía el sobre era algo impresionante para mi en esos instantes.
-Pero Claude, esto... - no sabía qué decir.
-Es para que puedas estudiar en la universidad, como tú tanto quieres - sonrió.
-Yo.. Yo... - intenté aclarar mis ideas - No puedo aceptarlo - Claude cambió su expresión.
-¿Por qué? - preguntó.
-No después de todo lo que pasó el día que te fuiste - miré el sobre con pena - Te traté mal Claude, me porté muy mal contigo ese día, no me merezco esto.
-No es verdad - le miré sorprendido - Fue todo mi culpa, tendría que haberte avisado de todo. Ya lo hablamos hace unos días, e hicimos las paces, ¿recuerdas? Además, es de mala educación rechazar un regalo - me guiñó el ojo con su sonrisa pícara tan característica de él.
Miré a Xavier y Jordan. Ambos sonreían con felicidad, y se les veía contentos por el regreso del pelirojo.
-Eres increíble Claude - solté algunas lágrimas - Parece un sueño.
-Un sueño hecho realidad - con el dedo pulgar secó mis ojos - Y ahora vas a tener que ponerte a estudiar como loco para poder pasar el examen de inscripción de la universidad. No te preocupes por nada, yo me encargaré del resto, tengo un nuevo trabajo, y con mejor sueldo.
-Pero, ¿cómo has-
-Eso no imoporta Bryce - cortó mis palabras - Tú lo sabes, desde que nos echaron de la Academia Alius no he podido evitar sentirme culpable por todo. Pensé que tenía que compensártelo como fuera, y esto era lo mejor que podía hacer. Bryce, por ti movería tierra y agua, eres más que consciente de ello. Amigo mio, esta es mi promesa... Por ti lo que sea, siempre.
Dejé caer el sobre con el dinero al suelo y me lancé encima del pelirojo con fuerza. Le abracé, y él me rodeó entre sus brazos. Le había echado demasiado de de menos, y ahora parecía algo irreal tenerle conmigo, pero era más cierto que el sol sale cada mañana. Había estado trabajando duro solo para poder volver con semejante regalo, para que yo pudiera cumplir mi sueño. Después de esas palabras que se notaba que me había dedicado con el corazón, no pude sentirme más afortunado y agradecido con el mundo. Tenerle conmigo era el mejor regalo de todos, sin duda. A pesar de esa coraza y personalidad ruda, Claude era una persona que sabía como tocar la fibra, y realmente ese gesto me había hecho despertar de la pesadilla en la que estuve viviendo esos días.
Estaba allí, con su pelo rojo intenso revoloteado, sus ojos amarillo fuerte y su sonrisa pícara y burlona. No era perfecto, pero no era necesario, era maravilloso tal y como era. Ese fue, sin duda, el mejor día de mi vida.
Como mi buen amigo Ike dijo, la vida son altibajos. No siempre las cosas salen bien, pero uno debe levantarse al caer, y no tropezar con la misma piedra. Hay momentos malos, momentos en los que a uno le gustaría desaparecer para nunca más volver, pero se debe de ser fuerte para que días mejores lleguen, así que no hay que ofuscarse con lo negativo. Hay que sacar fuerzas de donde no las haya y dar un paso adelante, el resultado merece la pena después de todo.
Todo pareció ser un sueño algo confuso. Sentirme tan solo me hizo quebrarme en mil y un pedazos, pero nunca estuve solo, había gente conmigo quién me cuidó y animó todo ese tiempo. Era eso, no te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes, pero al mal tiempo buena cara, porque siempre podrías estar peor.
Aprendí que la vida funcionaba de esa manera, duro pero necesario, y que para crecer debías caer primero. Acababa de abrir los ojos al mundo, y sentí como estaba completo. Una frase quedó en mi mente grabada, la cual me recordaba como funcionaban las cosas. El dolor es un amigo que siempre te hace más fuerte, y, realmente, merece la pena.
Porque, después de la noche, siempre sale el sol...
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