25

Bryce

-Oye Xavier - me dirigí al pelirojo, que estaba trabajando en su ordenador. Hasta a esas horas de la noche tenía cosas que hacer.

-Dime - me miró.

-Tengo una pregunta - me froté suavemente la nuca - ¿Vosotros dos no estudiabais?

-Sí y no - me respondió - Tanto Jordan como yo asistimos a selectividad, y después de eso nos pedimos un año sabático. Este septiembre entraremos en la universidad.

-Ya veo - le dije - ¿Y por qué os lo habéis pedido?

-Para trabajar y conseguir dinero - sonrió - Así no nos vemos apurados mientras estudiamos.

-Vaya, qué astuto - le miré a los ojos - Vale, gracias, no te molesto más.

Me dispuse a salir de la habitación, cuando Jordan me llamó con entusiasmo.

-¡Corre Bryce! ¡Ven! ¡Tienes que ver esto! - gritó el peliverde.

Tanto Xavier como yo fuimos a ver qué le pasaba. Le encontramos en el salón, delante de la televisión. La señaló, y nos acercamos para ver. Un partido de fútbol. Miré los equipos en el lado del marcador. «¡El Star Unicorn!». Miré la pantalla, y justo vi como Claude recibía un pase de uno de sus compañeros. Corría con el balón en los pies energeticamente. Se le veía contento. No pude evitar esbozar media sonrisa al verle.

Cuando nos quisimos dar cuenta, se había quedado completamente desmarcado delante de la portería. En un salto realizó su supertécnica, la Llamarada Atómica, que estalló dentro de la portería.

-¡Gol! - Jordan dio un ligero salto de alegría.

Los jugadores del equipo celebraron la ventaja en el marcador, mientras que regresaban todos a sus posiciones. Claude mostraba sus blancos dientes con su sonrisa y contagiaba su alegría al resto. Sin duda alguna, había nacido para jugar al fútbol. Era una brillante estrella de ese deporte, y verle correr tras el esférico era genial. Por lo menos lo gozaba, que era lo importante.

Nos quedamos un rato más viendo el partido, hasta que se nos hizo muy tarde y decidimos ir a la cama. Me entraron ganas de jugar a mi también, sentía esa emoción correr por mis venas. La emoción de patear el balón y hacer un chut. Claro que esa, porque toda mi vida había jugado de delantero y no había experimentado nada de las demás posiciones, pero no me importaba.

No tenía nada de sueño, pero Jordan me insistió en intentar descansar un poco. Así que lo intenté, y conseguí dormirme, pero no de forma muy profunda.

Abrí los ojos y bostecé. Mi reloj marcaba las 4:17 a.m. Me di cuenta de que no conseguiría volver a dormir tan facilmente, así que en vez de intentarlo me levanté y me fui al salón. Recogí mi móvil para escuchar algo de música, y salí a la pequeña terraza con balcón con la que contaba mi apartamento. Me senté en una silla y contemplé el cielo nocturno, mientras escuchaba los acordes de la música sonar a través de mis auriculares. Si no hubiera tanta contaminación lumínica, se verían más de la mitad de astros de los que se veían en esos instantes. Qué lástima. De todas formas, la vista nocturna de la ciudad desde ese punto era bonita y agradable. Incluso relajante. Corría algo de aire fresco, y yo llevaba mi pijama de tirantes puesto, se sentía muy agradable. Mis pies descalzos apoyados en el frío suelo, mi piel chocando con la temperatura nocturna y la brisa jugando con mi pelo níveo.

Al contemplar la pantalla de mi teléfono para cambiar de canción, me di cuenta de algo. Tenía una notificación de una llamada de esa mañana. Qué extraño que no me hubiera dado cuenta. La revisé, y mis ojos se abrieron de par en par, al ver que era de Claude. Pensé que se habría equivocado, pero vi que me llamó por más de 10 segundos, así que no podía ser. «¿Ha intentado hablar conmigo? ¿No estaba enfadado?». Sí, debo admitir que me emocioné un poco con eso. En Estados Unidos eran las tres y pico de la tarde, así que si le llamaba yo, quizás me contestaba. Decidí cerrar la puerta que conectaba la terraza con el salón para no molestar a Xavier y Jordan. Tecleé su número de teléfono y contemplé el botón verde que iniciaría un intento de comunicación con el pelirojo. Era consciente de la posibilidad de rechazo de la llamada por su parte, pero había que intentarlo. Toqué el botón antes de que pudiera arrepentirme y me acerqué el dispositivo al oído. Escuché como el teléfono comunicaba, hasta que la llamada comenzó. No tenía palabras, me quedé callado, ¿de verdad la había contestado?

-Hola copito... - la voz amable de Claude me resonó por la mente.

-Claude... - tenía las lágrimas al borde de los ojos.

-Eh, no llores - se rió - Qué luego te quejas cuando te llamo llorica.

-Idiota - me reí yo también - Creo que tengo motivos de sobras.

-Si... - se le escuchó algo más tenso - Oye, creo que te debo una disculpa muy grande. Debería haberte avisado nada más recibir la primera carta de Mark para que lo pudiéramos hablar con calma.

-...

-Lo siento mucho Bryce - se le rompió ligeramente la voz - Sé que fui un completo idiota, de verdad que lo siento. Hace días que me siento muy solo y te echo mucho de menos.

-Yo también te extraño - comencé a llorar - Perdóname tú también Claude. Estabas intentando mejorar las cosas y yo lo único que hice fue gritarte. Desde el primer día sin ti que me he sentido solo, no tengo ganas de hacer nada y solo soy una carga para Xavier y Jordan.

-Fui yo quién les llamé - abrí los ojos - Tu amigo Ike me lo contó todo y luego hablé yo con ellos dos. No eres una carga para ellos, me han contado que están muy a gusto aquí contigo.

Sonreí mientras lágrimas me resbalaban por mis mejillas y me mojaban las piernas. Tuve que tomar aire porqué comencé a notar hinchazón en la garganta.

-Oye, ¿qué te parece si nos reconciliamos? - rompió el pequeño silencio que se había formado - Creo que así ambos estaremos más tranquilos. Acepta mis disculpas porfavor.

-Claro que sí, acepta tú también las mías.

-Obviamente - se rió, y se le notaba que también lloraba - Pronto volveré a estar en casa, ¿vale? Así que relájate y trata de pasarlo bien con los tortolitos.

-Vale - asentí - Lo mismo te digo, seguramente ya habrás hecho amigos.

-Sí, son maravillosos - soltó algo de aire - Pero tengo entrenamiento en un rato, así que debería colgar. De todas formas ya sé que no te gustan las llamadas largas.

-No te preocupes por eso - me froté el ojo izquierdo - Me alegró un montón de haber hablado contigo por fin, pensaba que estarías enfadado conmigo.

-Ya también lo pensaba, por eso no te había dicho nada. Pero ahora ya está, todo arreglado.

-Venga tulipán, pásalo bien - sonreí.

-Adiós copito - colgó después de soltar su risita característica.

Dejé mi teléfono en la mesa y comencé a llorar con más fuerza. Pero de pura felicidad. Sonreía mientras ese líquido salado brotaba de mis ojos y me mojaba la cara. La puerta del balcón se abrió con rapidez, pasando por ella un pelirojo y un peliverde con cara de preocupación. Debían de haberme oído sollozar. Me levanté y Jordan me recibió entre sus brazos, sujetandome con fuerza. Le miré con mi sonrisa, dejándole atónito, pero contagiandole de esa sensación al instante. Xavier me dió un vaso de agua mientras seguía asustado por la situación. Pensé que les debía una explicación, pobres, se asustaron de verdad. Vaya nochecita.

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