12

Bryce

-¿Estás de coña? - estaba en shock, simplemente no tenía palabras.

-No, para nada - Claude estaba super feliz - Voy a ir a Estados Unidos, en unos 30 minutos sale mi vuelo. Me reuniré con Mark cuando llegué allí.

-¡¿Cómo?! - eso sí que no me lo esperaba - ¿¡Hoy!? ¡¿Por qué no me has dicho nada?!

-Bueno, esque estaba esperando a ver si me aceptaban y tal, y lo más barato era para hoy - miró el reloj de su muñeca - Que porcierto, ya va siendo hora de que me vaya.

Se dirigió a mi y me dio un muy fuerte abrazo. Yo seguía paralizado, no supe corresponderle. Cuando terminó, se dirigió a la entrada y se puso su chaqueta, para luego tomar su maleta.

-Pero, pero...

-Tranquilo, vamos a llamarnos, y te voy a enviar fotos y-

-¡Basta! - no me contuve, y solté toda mi fúria en ese grito.

Claude me miró sorprendido, su sonrisa se borró al instante. Acababa de despertar de mi shock, y estaba muy enfurecido.

-Bryce, ¿qué te pasa? - me miró triste.

-¡¿Esque acaso no te das cuenta de la situación?! - solté - ¡¿Me vas a dejar solo justo ahora?! ¡Estamos en la mierda Claude, en la mierda!

-A ver, no lo entiendes - trató de calmarme.

-¡No! ¡Eres tú quién no lo entiende!

-...

-¡Claude, dijimos que seguiríamos adelante los dos juntos! - le grité al pelirojo - ¿¡Y ahora me dices que te vas?! ¡Yo solo no puedo mantenerme, ya sabes que no cobro nada!

-Escucha Bryce - me interrumpió - Voy a volver, ¿vale? Esto es una gran oportunidad para ambos, vamos a tener una mejor vida si me voy.

-Voy a terminar viviendo bajo un puente, y si a ti no te va bien, acabarás igual que yo.

-Me va a ir bien, ya verás - abrió la puerta del apartamento - Te prometo que cuando vuelva seremos más felices.

-Claude, no porfavor - empecé a llorar - No quiero quedarme solo de nuevo.

-No lo estarás, prometido - sacó un pie fuera - Ya verás como las cosas van a mej-

-¡Si sales por esa puerta no vuelvas! - le grité mientras derramaba lágrimas.

-¿Cómo? - me miró muy triste - ¡Escucha, estoy haciendo esto por ti más que nadie!

-¡¿Por mi?! - ya empezaba con las excusas tontas.

-¡Sí! - él también estaba enfurecido - Me he sentido culpable todo este tiempo, estos tres años. He estado haciendo todo lo que he podido para que no te sintieras mal, todo para mantenerte distraído y contento. ¡Voy a arriesgarme medio año de ahorros para poder conseguir algo más de dinero! ¡¿Y vas a ponerte así?!

-¡¿Ahora soy yo el culpable?! - que me metieran sí que me daba rábia.

-¡No estoy diciendo eso! - me hizo una mala mirada - Pero pensaba que eras más comprensible. Si fueras mi amigo te alegrarías por mi, y me apoyarías. Pero ya veo que no eres así.

Ambos mantuvimos un contacto visual muy intenso. Sus ojos ámbar me miraban con rábia y decepción. Se le resbaló una lágrima por la mejilla. Cuando se cansó, Claude dio media vuelta y cerró la puerta a sus espaldas.

Se creó un silencio absoluto después de que frenara el eco del portazo. «Ahí van, 13 años de amistad a la mierda. Que te vaya muy bien la vida, tulipán». Yo también di media vuelta y me fui al salón. Me senté en el sofá. Desde la ventana pude ver como Claude iba desapareciendo calle abajo, mientras un liquido salado resbalaba por mi cara.

No podía frenar mis lágrimas. ¿Por qué tenía que pasarnos esto? «Kruguer, eres un desgraciado». Acto seguido me di cuenta de lo qué había pasado por mi mente. «No, tú no tienes la culpa de nada, perdona». El dolor de cabeza que tenía acumulado de los días anteriores hizo acto de presencia. Era intenso, y el hecho de estar tan enfadado no ayudaba. En ese momento, se me cruzaron los cables.

-Soy un idiota - me dije a mi mismo - Claude solo estaba mirando por mi.

Comencé a llorar más fuerte nada más sentir la culpa recorrerme el cuerpo.

-Ere imbécil Bryce - me levanté - No puedo dejarle marchar así.

Fui a la entrada, recogí mi llaves y me largué. No tomé ni mi jersey, ni mis gafas de sol ni nada. Me daba igual. Solo tenía una idea en la cabeza, y era despedirme de Claude como era debido. Quería pedirle diaculpas y desearle suerte.

-¡Cuidado chico!

-¡Mira por dónde vas!

-¿Qué haces? ¡Ten más cuidado!

-¡Oye, mira por dónde caminas!

Correr por las calles tranasitadas de Seúl no era fácil. La gente aquí era muy respetuosa, y que pasara alguien y te empujara no gustaba. Me hacía el sordo y no escuchaba a esa gente. Yo corría sin pausa. No sé de dónde sacaba la fuerza, pero nada me detenía. «¿Cómo hemos llegado a esto?» pensé, notando un gusto salado en mis labios. Aún derramaba lágrimas.

Toda clase de momentos bonitos empezaron a cruzarse por mi cabeza. El día que nos conocimos. Cuando jugábamos al fútbol en el patio de Don Sol. Ese verano que fuimos a la playa. Los cumpleaños. Esas noches que contábamos historias de miedo bajo las sábanas. Cuando aprendimos nuestras primeras supertécnicas. Nuestro primer día de instituto. Los largos paseos por el bosque. Cuando íbamos a pescar...

Eran un montón de recuerdos, y en todos y cada uno de ellos, Claude estaba dentro. Habíamos pasado por demasiadas cosas, no podía dejarle marchar así de fácil, y menos por tal estupidez.

Divisé un gran edificio delante mia. Entré corriendo dentro del aeropuerto. Miré los carteles, y me mareé solo de ver tantas líneas. Busqué la de Washington DC. 5 minutos faltaban. Salí corriendo hacia la dirección indicada. Y le vi. De muy lejos, se veía un pelo rojo intenso, revoloteado, caminando pasillo abajo. Corrí hacia él, pero los guardas de seguridad me detuvieron antes de pasar los detectores de metales. Me agarraron de los brazos y no me soltaban. Miré hacia delante, y vi como Claude seguía con su marcha.

-¡Claude! - grité a todo pulmón - ¡Claude! ¡Espera, Claude!

-Ya basta señor - empezaron a llevarme en dirección contraria.

-No, esperen, tengo que despedirme de él - me ignoraron por completo - ¡Claude!

Era inútil. Él ya había desaparecido por el largo pasillo, y a mi me estaban llevando a la entrada del aeropuerto. Se abrió la puerta automática, y me dejaron fuera.

-Comportese porfavor - me dijo uno de ellos, mientras volvían a entrar en el edificio.

-No... - se me humedecieron los ojos de nuevo - No, no puede ser...

La gente me empezó a mirar mal. No era común ver a alguien que ya era mayor llorar en medio de la calle. Me daba igual. Era un idiota, con todo el sentido de la palabra. ¿Y yo me había considerado su amigo? Él siempre había estado para mi, siempre intentó que yo estuviera contento y feliz. Y a la que intenta mejorar las cosas, así se lo pago. Me merecía estar solo por el resto de mi vida. Pero yo era un estúpido egoísta, y no quería aceptarlo.

Tomé mi móvil y lo llamé. Me coloqué el teléfono en la oreja y lo escuché sonar. Pareció una eternidad. Unos 10 segundos más tarde, el sonido cesó. Miré la pantalla del dispositivo. Llamada rechazada.
Una lágrima cayó encima de la pantalla. Se había ido.

«Por estúpido» pensé. Esas palabras solo me hicieron ver más de cerca la realidad. No podía parar de llorar, era imposible. Por suerte sabía mantenerme en silencio.
«Ya no tienes nada que hacer aquí». Decidí regresar a casa.

Caminaba con paso lento, y con la cabeza bajada. El mundo se me acababa de caer a los pies, y yo aún no lo había asimilado. «Ojalá me muera de hambre y se me coman los gatos callejeros». Ya había perdido las ganas de hacer todo. No me quedaba nada. Siempre pensé que por muchas disputas que tuviéramos, no íbamos a separarnos nunca. Qué ingenuo.

Todo había pasado muy rápido, demasiado rápido. Sentía náuseas y un dolor intenso en la frente. Mi estómago parecía una montaña rusa.

Nada más entrar en casa, cerré la puerta de un portazo que resonó por todo el edificio. Escuché como un vecino se quejaba del ruido. Me daba igual, como si venía a echarme la bronca.

Entré en la habitación de Claude. Estaba muy vacía. El armario estaba medio lleno, se había llevado las sábanas y en la mesita de noche faltaban muchas cosas. Entre ellas una foto que tenía de nosotros dos. Se la había llevado. Quizás la quemara nada más llegar al continente americano. O quizás la guardaría. Imposible, después de haberle tratado como lo había echo, dudo que quisiera saber nada de mi.

Mientras miraba la ropa que había dejado, oí como mi teléfono emitía un sonido. Me había llegado un mensaje. «Claude» pensé al instante.
Fui corriendo allí y revisé los mensajes. Me llevé una decepción al ver que no era él.

Era Jordan:

-¡Hey! Tengo algo que contarte.

Apagué el teléfono y lo lancé al sofá. No quería saber nada de nadie. Me dejé caer en suelo, acerqué las piernas a mi torso y escondí la cabeza dentro de ese pequeño hueco. Quería que todo fuera un sueño, una pesadilla de la que iba a despertar en cualquier momento. Que me iba a levantar y iba a ver a Claude haciendo el tonto por la casa.

Ojalá así hubiera sido, ojalá...



Últimamente estoy publicando un montón. Eso tiene motivo. El primero esque estoy de vacaciones y no tengo mucho que hacer XD. Y el segundo esque me gusta hacer capítulos cortos, porque así publico más seguido.
Gracias a todos por ir leyendo esto, me haceis feliz <3

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