Ya habrá tiempo.

—Es más fácil limpiar arcilla que sangre Deidara.—Me quejé haciendo un puchero.

—Te diría una grosería, pero ni fuerzas tengo para eso.—Chasqueo la lengua.

Toda la casa olía a sangre. A sangre de Deidara. Aparte del olor metálico que está desprende, la de él olía también a... Arcilla.

Rodé los ojos. Todo lo relacionado con él olía a arcilla, creo que es un detalle que deberíamos empezar a obviar.

Escurrí el trapo con el que estaba limpiando el suelo de sangre en un cubo de agua que tenía a mi costado.

Recordé su presencia en mi cama, por muy terrible que eso sonara.

—Vete ya a tu casa, ¿ah? Tendrás que descansar.—Hablé moviendo las manos al aire con el trapo en una de ellas.

—Estoy descansando.—Afirmó.

Por unos segundos, me quedé quieta en medio de la habitación. Tenía razón, yacía en mi cama, reposando.

—¿No tienes casa?—Pregunté al fin.

—Tks, ___. Soy un ninja repudiado.—Se quejó. Ladeé la cabeza.

—Normal que siempre estés de mal humor. No tienes tu propia cama.—Me encogí de hombros.

La respiración de Deidara cambió. Ya no era acompasada. Cogía aire en dos veces y lo soltaba en uno.

—Tu cama es cómoda.—Esta vez la voz de Deidara era muy neutra. No era burlona como suele ser.

Dejé el trapo en la mesa, con tranquilidad y pausadamente. Y caminé hasta la cama hasta quedarme frente al rubio, al cual hacía unos instantes había podido observar y ahora, en mi mente, tenía frescas sus facciones y podía llegar a visualizarlo mejor.

—Puedes dormir aquí de vez en cuando.—Sonreí.—En esos días en los que necesites tener un sitio al que regresar.

No me di cuenta, pero Deidara, estaba sosteniendo mi mano derecha, acariciándola con el pulgar.

Me vino la imagen de Naruto a la mente. Solía hacer ese gesto, y después mirarme, y en sus ojos podía ver muchas cosas. A veces las respuestas de muchas cosas.

Pero ahora era algo que no podía hacer.

—¿Dormimos?—Preguntó Deidara, sacándome de mis pensamientos.

—Uhg. Me mancharas de sangre si me tumbo ahí contigo.—Dije poniendo cara de asco.

Él rió. Pero era una risa serena, no como cuando se metía conmigo.

—Eres tú la que me ha agujereado el estómago.—Tiró de mi mano, haciendo que cayese a la cama junto a él.

Y la verdad es que no fue algo molesto su acto. Aún que Deidara en si mismo podía ser molesto muchas veces.

—De todos modos, creo que ya dejaste de sangrar.—Sonreí, está vez ampliamente.

La respiración de Deidara volvió a cambiar. Cogía mucho más aire.

—Akane ___.—Susurró. Una de sus manos apartó el pelo que había caído sobre mi cara al tumbarme.

El aliento de Deidara era cálido. Chocaba contra mi piel, fría. Me estremecí.

—Hay muchas cosas de las que debemos hablar, ¿no?—Pregunté soltando un suspiro y un intento de sonrisa.

—Ya habrá tiempo. Toda la noche de hecho. Todas las noches que queramos.—Respondió, con una emoción que no logré descifrar. Como cuando hablé con él en el lago.—Como te dije, hay cosas que yo aún no tengo claras sobre Akatsuki. Y después de que hayas intentado matarme, creo que es suficiente información para ti hoy.

Yo asentí.

—Entonces... Explícame, ¿por qué explosiones?—Reí.

(...)

Dejé la última sábana caer dentro del contenedor. Llevaba días intentando sacar las manchas de sangre. Pero ni si quiera el olor desaparecía.

Solté un gruñido.

—¡___-chan siempre tienes una menstruación abundante!—La voz de Naruto retumbó por toda la calle justo cuando solté la sábana.

Negué con la cabeza.

—¿Qué quieres Naruto?—Pregunté riendo.

—¡Estás contenta!—Oí como sus brazos chocaron con el viento. Los había alzado.

—¿Y?—Puse mis brazos en jarra.

—¡Neji se alegrará de saberlo!—Sabía que Naruto habría sonreído ampliamente, sin darse cuenta de lo que sus palabras podrían haber producido.

—Pensaba que solo hablaba con Lee.—Intenté responder con tranquilidad. Esperando que Naruto no se diera cuenta de cómo mi pie golpeaba el suelo con nerviosismo.—¿Cómo está?

El Uzumaki rió.

—Está loco por ti, ¡Como siempre!

¿QUÉ TAL CHICAS? ESPERO QUE OS GUSTE. GRACIAS POR VOTAR Y COMENTAR.

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