¡No puedo permitirlo!
Si tuviera que resumir el día seria como: ___ quejándose continuamente por que quería salir a la calle. Luego Naruto vino a hacer una visita. Por último; Naruto y ___ quejándose por que querían irse a la calle.
¿Qué acaso no entienden que ella en su estado no puede salir? Podría pasarle cualquier cosa, ¡imaginaos que me despisto un momento! En un momento ella puede tropezarse con una piedra, caer encima de un chico, que el chico se de cuenta de que ella es demasiado guapa y raptarla.
¡No puedo permitirlo!
Luego el Uzumaki se fue, pasada media tarde, cuando el sol estaba en sus últimas horas de luz.
Al irse, algo que pasaba tanto con su ausencia como con la de ___ es que dejaban silencio. O al menos esa sensación.
Ambos estábamos sentados, cada uno a un lado de la mesa. Solo se escuchaban nuestras respiraciones y, de vez en cuando, a ___ moverse, ya que no podía estar quieta.
Parecía pensativa, tal vez ausente. Decidí no molestarla mientras sus ojos revoloteaban por la habitación, sin ver nada.
Por un largo rato, solo me dediqué a observarla. A admirarla.
Me di cuenta de que apenas pestañea, y que su respiración es bastante lenta a pesar de lo alterada que suele estar. También observe que de vez en cuando arruga la nariz de una forma muy graciosa, y yo no podía evitar sonreír.
Y tampoco pude evitar reírme al ver que llevaba el pantalón al revés y una camiseta de pijama con un pato dibujado en medio. Supongo que debe ser difícil vestirse estando ciega.
─Me incómoda que lleves casi una hora mirándome.─Yo abrí los ojos con sorpresa y tosí con incomodez mientras miraba a otro lado.
─¿Cómo sabes que te estoy mirando?─Pregunté entre dientes.
Ella ladeó la cabeza y sus ojos negros se posaron en los mios para después sonreír ampliamente.
─Siempre lo has hecho.─Afirmó.
─¿Qué?─Yo me levanté del suelo y sacudí el polvo de mi ropa, mientras la observaba a ella desde arriba.
─Siempre me has observado. Por eso siempre que alguien me iba a atacar, o yo me tropezaba, tu aparecias.─Narraba ella con tranquilidad y con una sonrisa en sus labios.─Siempre he sentido tu mirada sobre mi.
─¿Es malo?─Pregunté inocentemente.
Ella se quedo con lo ojos al frente, pensando. Yo observaba sobre el cristal de la ventana.
─No.─Respondió finalmente.─Me gusta esa sensación.─Se quedó unos instantes en silencio.─ Mucha gente te ha dicho que le gustan tus ojos, ¿no?
Yo asentí levemente y luego me di cuenta de que ella no me veía. Después de unos segundo sintiéndome estúpido aclaré mi voz.
─La verdad es que si.─Ella rió.
─Son bonitos.─Dijo levantándose. Se balanceó sobre sus talones y luego, poniendo sus manos hacia delante, caminó hasta mi.─Pero a mi me gusta más tu mirada.─Justo en ese instante sus manos chocaron contra mi pecho y supe que ella podría sentir los bruscos latidos de mi corazón al notar su tacto.
Yo di un paso hacia atrás. Seque el sudor de mis manos en mi pantalón y tragué saliva.
─Deberíamos ir ya a entrenar.─Cambié de tema.─Anochecerá en un par de horas.
Ella formó una linea recta en con sus labios y asintió. Vaciló unos instantes sin saber muy bien que hace, decir o a donde ir, hasta que entreabrió la boca y habló.
─Quisiera ir antes al hospital, para ver a Kakashi-sensei. Si no es mucha molestia.─Yo fruncí el ceño ante aquellas formalidades, pero decidí dejarlo pasar.
─Está bien.─Me limité a contestar.─Espera un momento, iré a por las cosas.─Dije antes de cruzar la puerta que llevaba a su pequeña habitación.
Abrí su armario y busqué alguna bolsa con shurikens, kunais o algo así, pero nada. Bufé y comencé a abrir cajones, hasta que me topé con el de la ropa interior. Lo cerré de golpe, pero me quedé observándolo unos instantes, ¿era demasiado pervertido ojear aquello? La respuesta era si.
El calor subió a mis mejillas. Había podido ver un sujetador rojo de refilón antes de cerrar el cajón. ¿De verdad ella usaba un sujetador tan grande? Sin poder evitarlo vino la imagen a mi mente y casi empecé a sudar.
Sacudí la cabeza y respiré hondo intentando controlar el gran sofoco que tenia ahora. De repente noté una mano en mi mejilla y me sobresalté.
─¿Te encuentras bien? Estas muy caliente.─Preguntó ___ con sus grandes ojos perdidos en alguna parte del lugar. Los míos, sin embargo, ahora no podían dejar de mirar sus pechos, imaginándolos con el sujetador rojo.
─S-si.─Aseguré.─¿Donde tienes las cosas ninjas?─Dije apartando la mirada de ahí.
Ella cerró sus ojos y suspiró. Luego, lentamente se fue acercando sin apoyar las manos en ningún sitio a su cama, y rebuscó bajó ella, sacando una mochila.
Yo elevé mis cejas, ya más tranquilizado y sin tanto calor.
─Estoy agudizando mucho mis sentidos.─Decía mientras palpaba las cosas de su mochila, para identificarlas y las guardaba en el pequeño bolsito que tenia en el muslo derecho.─¡Ya estoy lista!
Yo solté una pequeña carcajada mientras la miraba como se levantaba de la cama con un salto.
─Creo que seria conveniente que te cambiases.─Solté con humor.
Ella ladeó la cabeza.
─¿Tan mal voy?─Cogió los extremos de su camiseta estirandola hacia abajo, y alargando asi la cabeza del pato.
─Sé que amas los patos, y ese es muy bonito─Puntualicé─, peró no creo que al resto de la aldea le importe.
Hizo un puchero y dejó caer los brazos a los lados. Mientras yo saqué del armario que tenia a mi costado una camiseta negra, simple y larga. La lancé en el aire y ella la cogió, sorprendiéndome.
─No esta mal, ¿ah?─Sonrió de lado de una manera triunfante y yo negué con la cabeza.
─Tienes el pantalón al revés, por ciento.─Informé antes de salir de la habitación y cerrar la puerta tras de mi.
(...)
La visita a Kakashi había sido rápida. Le llevamos unas flores que le habíamos comprado a Ino, la cual sonrió ampliamente al ver a ___ con una pequeña sonrisa en la cara cuando entramos.
Kakashi solo nos había informado de su situación y de que seria sustituido por un tiempo.
Durante ese pequeño espacio de tiempo, Kakashi analizaba a ___, como siempre con su gran apariencia de misterio. Seguro tenia su propia teoría.
Después de una pequeña conversación tribal, decidimos irnos. Y ahí nos encontrábamos, saliendo del hospital.
─¿Donde entrenaremos?─Preguntó la castaña cuando empezamos a caminar.
─En el prado, había pensado.─Respondí con confusión.
Ella se quedó en silencio mientras algunas palabras bailaban en su boca, intentando escapar.
─Quiero entrenar en las casas Hyuga.
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¡Buenas a todos y a todas! Un capitulo suavecito nunca esta demás.
Gracias por leer.
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