Narra Villamil

A una semana de que comenzaran las clases estaba aburrido en mi casa, sin saber que hacer así que decidí ir a visitar s Simón, uno de mis mejores amigos. Antes de salir de casa tome la guitarra color roja que mi padre me había regalado en mi cumpleaños. La coloqué en su estuche y puse marcha hacía la casa de Simón esperando matar el tiempo mientras tocabamos algunas melodías.
Siempre e tenido una gran pasión por la música, me encanta tocar instrumentos y es por ello que donde quiera que iba llevaba mi preciada guitarra roja.

Al doblar la esquina pude ver que había un camión de... ¿Mudanzas? si de mudanzas, estaba estacionado frente a una casa que era muy linda y que no hace tanto estaba en venta.

Pase frente aquella casa y pude ver como los cargadores bajaban muebles, cajas y mas cajas. Seguí mi camino sin tomar importancia.

Lleguando a casa de Simón, toqué la puerta, para luego ver Martin, el hermano menor de mi mejor amigo.

- Martin: ¡Ey Juan Pablo que gusto verlo por aquí!- sonrió mostrando sus característicos hoyuelos .-

- Hola Marto ¿Cómo va? ¿Se encuentra Simón?

-Martin: Claro, suba está en su cuarto, ya ve que nunca sale de ahí.

- Lo sé - comenté riendo mientras entraba y subia las escaleras para llegar a su cuarto.

-  ¿Qué pasa Moncho?

- Simón: Papo, que tal.

Mostré el estuche de la guitarra y enseguida Simón entendió mi referencia.

-Simón: Hágale pues.- tomó su guitarra.

Pasaron dos horas desde que llegue a casa de Simón y terminando de tocar un rato, nos pusimos a platicar, poco  después, la mamá de Simón y Martin me invito a cenar y accedí.

- Muchas gracias por la cena señora, estuvo deliciosa.

- No es nada Villa.

- Bueno debo irme ya a casa, se hará mas tarde y no quiero preocupar a mis padres que tengan una buena noche.- me despedí de la mamá de mi amigo, de Martin y de la Pequeña Alicia.

Simón me acompaño hasta la salida y ahí nos despedimos.

Mientras caminaba hacia mi casa, volví a pasar frente a la casa en donde vi el camión de mudanza »no es porque yo quisiera pasar siempre por ahí pero ese era el camino que me hacia llegar a casa« un carro recién se estacionaba frente a la propiedad y de el bajó una niña más o menos de mi edad. Seguí mi camino y entré a mi casa.

-  Cariño ya llegaste ven a cenar.

Mi madre me recibió saliendo de la cocina.

- Gracias mamá pero Juana me dio de cenar.

- Juana siempre tan linda.- sonrió.- bien, entonces sube a descansar.

Asentí acercándome a ella para darle un beso en la mejilla.
Subí a mi habitación y dejando la guitarra detrás de la puerta me dispuse a ponerme la pijama e irme a dormir.

Al paso de dos días, una tarde escuché a mi madre decirle a mi padre que teníamos unos nuevos vecinos doblando la esquina de la calle.

-Mauricio: ¿Quién dices que se mudó, Clemencia?

-Clemencia: Una familia, tienen una hija de la edad de mi Juan Pablo, es muy linda por cierto.

-Mauricio: Querida y ¿cómo sabes tu eso?

- Clemencia: Esta mañana salí de casa para hacer super y pase frente a la casa que estaba hace un tiempo en venta y estaban los nuevos dueños fuera de ella observando su nueva casa y la señora me observo y me dijo que si vivía a la vuelta puesto que me habían visto salir y luego se presentaron diciendo que al parecer seríamos vecinos.

Ignore por completo el hecho de que tendríamos nuevos vecinos no era un tema de mi interés.
Pedí permiso a mis padres para ir a caminar un rato por el parque que se encontraba cerca, ellos aceptaron, así que salí y me puse a caminar y de un momento a otro mis ojos observaron a una niña tomando fotografías a las flores de los jardines que se hallaban en aquel parque.

Aquella niña tenía el cabello a la altura de sus hombros color café al igual que sus ojos, pero lo que más había llamado mi atención era la sonrisa que adornaba su pálido rostro, aquella que esbozaba al ver en su cámara que la foto había salido bien.

No pasaron muchos minutos para que llegaron dos adultos a su lado, supuse que eran sus padres. Luego los tres se marcharon perdiéndose entre la gente.