CAPITULO XXVI
Lo hemos hecho oficial desde hace un mes y medio, Daren y yo estamos saliendo. Debía estar feliz, por primera vez tenía novio, jamás había salido con alguien en toda mi vida, tenía su atención todo el tiempo, es el mejor niño que alguna chica pudiera tener. Bueno, no es como si antes de él pudiera compararlo con alguien más.
Era mi primera experiencia.
Todas las mañanas me marcaba al celular y me esperaba en la estación, tomábamos el autobús de regreso a la escuela, íbamos a la biblioteca juntos y tomaba mi mano siempre que podía. En la escuela hubo un rumor sobre lo que había pasado con Kenny, pero comenzaron a olvidarlo luego de unas semanas, sobretodo porque yo caminaba de la mano de Daren.
Lo que había pasado con Kenny y lo que se rumoreaba compartía algo de verdad, no completamente, y no podía negárselo a nadie que lo preguntara.
Y Daren nunca preguntó nada.
Me quería conocer cada vez más, intenté enseñarle a jugar videojuegos. Un fracaso total. Comió con papá en nuestra casa para que se conocieran, sin embargo mi padre estaba muy reacio a eso, aunque parecía esforzarse para que no le gustara su forma de ser, era imposible creer que algo de Daren estaba mal, pues es un buen chico.
Entonces papá se resignó y nos dejaba salir, poniendo horarios de llegada, como nunca antes.
Kenny me escribió algunas veces para hablar como si nada hubiera pasado, no podía actuar de la misma forma, y cuando me lo cruzaba por la escuela lo ignoraba. No quería verlo o caería de nuevo, estaba segura, aunque me dolía ver el estado en que se encontraba. Ahora comprendía todo. No era el Kenny pequeño e inocente, era más bien un imbecil que podía tratar mal a quien pasase a su lado, un chico con mirada perdida y ojos dilatados, pero... seguía queriéndolo.
—Jane, pásame el maldito martillo.—exige Mikel sacudiendo una de sus manos desocupadas para llamar mi atención.
Mi hermano llevaba a penas una camisa sin mangas y unos bóxers negros.
Papá me había pedido que le trajera algunas cosas para el departamento y lo había encontrado arreglando la alacena de su cocina. Estaba haciendo de su asistente y lo estaba haciendo muy mal.
Corro por el martillo y se lo doy de inmediato, me disculpo por entretenerme con el celular cuando llego a él, y niega resignado.
Daren enviaba a cada instante mensajes. Quedamos en vernos en una cafetería cerca del centro, tendríamos la quinta cita del mes y me había vuelto adicta a contestarle en menos de un segundo.
—Deberías dejar el maldito celular aún lado.
—Deberías llamar a alguien que sea experto.—sugiero al ver cómo había intentado arreglar la puerta de una de las alacenas mientras guardaba mi celular en uno de mis bolsillos—Eres doctor no carpintero, y si lo fueras morirías de hambre.
Lo veo arremedándome–muy inmaduro– y yo ruedo mis ojos divertida. Se baja del mesón en que se había subido para alcanzar la alacena y me mira muy confiado.
—¿Acaso yo te he hecho algo malo?—infiere herido— Confía en mi, no pagaré treinta dólares para que arreglen una maldita puerta.
—Es muy tacaño de tu parte. —ladeo esperando que se cayera la alacena.
—Soy multifacético.—dice confiado, luego palmea la puerta— ¿Ves? No se cae, significa que lo hice bien.
Niego en suspiro y me encamino a la sala.
Lo escucho seguirme.
—¿Haz hablado con mamá?—pregunta sin tapujos.
—¿Por qué debería hacerlo según tú?—ataco—No iré, lo he dejado claro. No me interesa su vida de millonaria, ni me importa Kenny. Estoy fuera de esa mierda.
Mi hermano frunce el ceño confundido y se sienta en el suelo para abrir las cosas que había traído conmigo. Varios rollos de papel higiénico salen a relucir de la bolsa, algunos desinfectantes de limpieza, jabón, pasta...
—¿Por qué nombras a Kenny? Estoy hablando de mamá—sostiene y luego lo piensa—Bueno, podría ser tu acompañante. Seria un mal rollo si tuvieran sus peleitas ahora, aunque lo haz sustituido por Daren.
—No lo he sustituido.—espeto mirando al suelo.
—Sí, lo haz hecho.—asegura sacando una manzana de las bolsas y mordiéndola a continuación— Sus peleitas suelen ser absurdas, pero al final siempre...
—No fue una peleita.—aseguro imitando su voz en la última palabra.
No estaba segura si contárselo o no, a papá aún no le decía nada y mi hermano era otro asunto, podía decírselo.
—Siempre lo son.—asegura— Recuerdo cuando—
—Él es hijo del esposo de mamá.—digo al fin.
No dice nada.
Frunce el ceño.
¿Creía que ha escuchado mal?
Está procesándolo incrédulo.
—¿Estás segura?—pregunta al fin con tono dudoso—¿Kenny? Que a duras penas tiene para tomar un autobús. —sacuda la cabeza en negación— No puede ser el hijo de ese hombre.
Esa era otra estúpida cosa que había ignorado.
—Tiene un auto, uno muy caro.—recuerdo y me siento idiota.
—Imposible.—Asegura insistente—No podría habernos mentido todos estos años.
Su mandíbula se tensa.
—Lo hizo.—le aseguro cabreada.
—¿Ha intentado explicarse?
—La última vez lo hizo, pero ahora ya no contesto sus mensajes.—admito— Lo he bloqueado de mis redes.
—Debo hablar con él.—se levanta a buscar el celular.
Podía comprender la incredulidad de Mikel, para él Kenny era como su hermano, no podía dolerle menos.
Bueno...
Yo me había enamorado de mi hermanastro.
—¿Qué le preguntarás? —giro los ojos e intento imitar una tonta voz:— Hey Kenny, soy yo Mikel, ¿Cómo ha sido mamá todo este tiempo? ¿Fue buena madre para ti?—pero al ver su cara de dolor sólo susurro:— No lo llames. Por favor.
—Dios.—murmura luego de unos segundos— Él ha visto cómo nos dejó mamá y cómo nos construimos por apices todos los malditos días, Jane. No puede ser verdad.
—Lo es.
—Pero qué mierda.—dice y golpea el suelo con su pie izquierdo.
Un ruido le sigue.
La puerta de la alacena se había caído.
—Carajo.—corre.
Mi celular suena y contesto al instante al ver el nombre de la llamada entrante.
—Estoy fuera,—me informa— Saluda a tu hermano de mi parte.
—Me voy.—grito para hacerle saber a mi hermano.
Escucho que dice algo pero me limito a tomar mi bolso y salir, luego le preguntaría.
Cinco minutos después, ya estoy frente a Daren, él lleva una camisa de botones gris abierta y una camisa negra dentro, sus pantalones eran negros también, su cabello estaba húmedo y aseguraba que recién salía de ducharse. Su perfume era delicioso, lo sé porque me acerco a plantarle un beso tímidamente en los labios.
—Deberías quedarte con tu hermano.— me dice inseguro—No quiero robarte.
Sonrío.
—Se las arregla solito sin mí.—aseguro— ¿Donde iremos esta vez?
—A mi casa.—lo escucho.
Y detengo el paso.
He tenido curiosidad sobre su casa, sobre su familia, nunca habla de ella. Era la primera vez que quería mostrarme algo suyo muy personal. No le digo que ir me pone nerviosa, sigo su andar, porque vivía cerca, lo supe la primera vez que nos tropezamos cuando me vió abrir un condon en el auto de Mikel y había salido a caminar.
Era un departamento pequeño.
No era una casa.
—¿Vives sólo aquí? —pregunto.
Llevaba cinco minutos en su sala y parecía que apenas había desempacado, un departamento recién habitado, a duras penas tenía un televisor y un sofá. No había ventanas ni nada de eso. Pero en una mesa pequeña cerca de la ventana tenía fotografías familiares, algunas muy interesantes otras ondeaban en lo banal.
En la primera fotografía estaba él con su antiguo uniforme, tenía el cabello más largo y el color verde le asentaba muy bien, a su lado una chica muy parecida a él de cabello rubio y sonrisa inocente, parecía conocerla de alguna parte...
¿La conocía tal vez?
El uniforme que portaba era el mismo que mi antigua escuela. Pero nunca la había visto, no que recuerde.
La segunda fotografía Daren la sostenía en su espalda y ella con sus manos formaba cachos con sus dos índices, parecían muy felices. La tercera fotografía la chica lo rodeaba con sus manos y lo abrazaba muy cariñosamente.
Estaba empezando a sentir algo de acidez en mi estomago.
¿Qué era ese sentimiento?
¿Celos?
—Es mi hermana. —dice.
Me giro al instante y lo encuentro sentándose en el único sofá de la sala.
Regreso a revisar las fotografías.
En la cuarta fotografía estaba él, su hermana y sus padres. Un hombre alto y muy serio, a su lado una mujer con la misma sonrisa que su hija. Daren sólo miraba a la cámara.
—Es muy bonita. —digo.
—Lo era. —dice en un tono melancólico.
De pronto me siento una torpe por inmiscuirme en algo tan intimo para él.
—Lo siento, no era—
—No te preocupes—me detiene con una sonrisa cálida— No me molesta hablar de ella.
Dejo la última fotografía sin revisar y me acerco a él lentamente, con miedo de que cualquier cosa que hiciera o diga lo lastimara en algún momento. Daren toma mi mano y me acerca. Estoy parada frente a él y sus manos me rodean la cintura.
—Debiste conocerla, hubieran sido buenas amigas. —me dice suavemente, luego cuando me suelta aprovecho para sentarme a su lado— Estudiaron en la misma escuela.
—No lo sabía. —le aseguro aunque el dato me había extrañado.
—Lo sé.
Frunzo el ceño.
—¿Lo sabes? —pregunto confundida.
Asiente y su mano se acerca para acariciar mi cabello.
—Debo confesarte algo, Jane.—advierte. Sus ojos me ponían nerviosa, no como algo natural, más bien con miedo a lo que se avecinaba, una sensación extraña.
Levanto una ceja e intento no alejarme de su tacto.
—Me acerqué a ti por ella.—dice— Alguien que conoces le hizo mucho daño y yo quería castigarlo de la misma forma.
Estaba muy confundida en este punto.
—No entiendo nada.
—Jane, primero debes saber que me he enamorado de ti. —se acerca y yo doy un salto atrás asustada, se da cuenta de eso y regresa a su sitio— Mi hermana era igual a ti, ingenua. Creía en todos a su alrededor, confiaba mucho en las personas aunque no se permitía admitirlo.
—¿De qué diablos hablas Daren?
—¿No te pareció extraño que yo quisiera algo contigo desde el inicio?—pregunta siendo lógico.
Yo estaba completamente perdida.
—¿Extraño?—inquiero alzando la ceja. De pronto el departamento me daba claustrofobia, y aunque tenía miedo de preguntar...—¿Quién?
—Tú mejor amigo.—contesta con un dolor en sus ojos— A quien amas tanto, incluso ahora.
—¿Kenny?—no podía sonar menos perdida.
Y no podía negar lo último.
—Kenny la utilizaba y ella no le importaba porque creía que en algún momento iba a cambiar—sonríe amargamente— Por ella. Y eso nunca pasó, Jane. Ella hizo algo estúpido y ahora no está para contarlo.
—Kenny es inca—
—¡Deja de justificarlo! —grita asustándome, luego agrega con el tono normal— Él es un manipulador y tú eres fácil de manipular, lo ha hecho mucho tiempo después de todo ¿no?
Pestañeo.
—¿Qué sabes?—Comenzaba a asustarme verdaderamente.
—Que te ha mentido todo este tiempo, me lo dijo Lorena. —confiesa— Y no sólo a ti, cuando te iba a buscar a tu anterior casa, veía a mi hermana también. La utilizaba y a ti también.
—¿Dices que tu hermana se murió por su culpa?
—Se suicidó por su culpa y yo encendí tu maldita escuela creyendo que eso arreglaría algo del daño, porque creía que él estaría en esa escuela. —agrega sonriendo irónicamente mientras miraba el suelo para luego regresar su mirada a mí— Aquel día habían hecho una ceremonia en su honor.
Sus ojos eran como fuego ardiente de llama azul.
—No creo que muchos sabía eso.
—¡Porque lo han ocultado todo!—grita con los ojos llorosos—Así que tuve que hacer algo...
—Daren, me estás asustando. —admito en voz alta—No eres capaz de... ¿El incidente de mi escuela lo provocaste tú?
Asiente.
—Pero no planeaba que terminara tan mal.—susurra levantándose y caminando de un lado a otro muy despacio.
—Daren ¿Podemos irnos? —mi voz sonaba suave, no quería molestarlo.
—¿Por qué? Estoy confesándote algo que debí hacer antes, Jane. —se detiene serio. Me mira con la intención de transmitirme tranquilidad pero en este punto era algo imposible—Hey, amor... yo, jamás te haría daño. No ahora. Probablemente antes sí, pero ahora me he enamorado de ti. Ese es mi problema, Jane. Te quiero.
Dice lo último como si haya sido una piedra en su zapato.
—Quiero irme Daren. —murmuro.
—Jane, no te acerques a Kenny.—toma mi mano— No es una advertencia, es un consejo. Terminarás como mi hermana.
—Este no eres tú. —le digo admirando sus ojos llenos de rabia y coraje. Aprieto su mano—Deja que me vaya y hablemos mañana.
—¿No querías conocerme? —pregunta acariciando una de mis mejillas— Ahora que conoces mi lado oscuro ¿me dejarás?
—Creía que te conocía.—susurro mirando sus ojos que desconocía cada vez más.
—Lo haces, cariño. Ahora más que nadie.
Suspiro e intento esconder el miedo que recorría mi piel.
—Si no te hubieras enamorado...—aprieto los ojos al cerrarlos pesadamente e inhalo antes de preguntar con exigencia— ¿Cuál era tu plan realmente?
— Hacer sufrir a Kenny como él lo ha hecho.
—¿Crees que eso es lo que quisiera tu hermana?
—Ella no sabía lo que quería, por eso terminó así.
—Daren, encendiste mi escuela, Por Dios. —susurro sin podérmelo creer— Menos mal no... habían personas ahí dentro ese día. —le hago saber intentando no sonar asustada.
—Esas no eran personas, eran quienes la lastimaron.
—¿Por qué dices eso?
—Porque cada uno de ellos también se lo merecían—contesta con su seno fruncido.
Niego incrédula.
—Estas mal.
—Tú no, Jane. —sacude la cabeza— Mis padres pueden decirme eso, pero tú no. Conoces perfectamente quien es Kenny.
—Kenny es incapaz de—
—NO LO DEFIENDAS— grita— No te ciegues, Jane. Arruinó a mi hermanita con drogas y sexo.
Eso no podía ser verdad.
—De acuerdo. —lo sigo— Él es malo, pero tú no.
Asiente.
—Sí soy malo. —contradice— Quería lastimarte a ti como lo hizo él con mi hermanita, pero fui tan torpe en besarte y acercarme tanto a ti que mis planes fueron saboteados por mí mismo. Por mis sentimientos.
—Daren.—tomo su mano— Porque no eres como Kenny.
—En el incendio murieron dos personas.—comenta— No era mi plan, es que nada sale como planeo.
—Daren ¿Qué quieres decirme en realidad?
—Digo que lo de hoy no lo he planeado. —admite— Quise sincerarme contigo porque eres la única que me entendería, porque conoces de él.
—Está bien. —lo calmo.
—No lo está. —dice— Debía lastimarte, pero no he podido, justo ahora tampoco puedo.
Mi pulso se acelera.
—Por favor, déjame ir y hablamos mañana. —le susurro.
—Lo haré, amor. —susurra apretando mi mano suavemente, como siempre lo hacía— No estoy loco, no digo todo esto para asustarte, estoy simplemente dejando que entres a mi mente, nunca he conocido a alguien como tú y ahora entiendo porqué nunca te quiso soltar.
¿Se refería a Kenny?
—Jane.—susurra— Quiero dejar todo el odio que le tengo por ti, quiero dejar la venganza por ti, pero si me dices ahora que no quieres nada lo voy a entender, mis sentimientos no van a cambiar, el odio que le tengo a él tampoco. Tú eres mi ancla ahora. Tú decides todo.
—Vayamos a cenar a fuera. —quería huir, pero ¿Cómo?
Tomo su mano y acaricio su palma, para luego enredar sus dedos con los míos.
—Bien. Amor. —se acerca y besa mi frente tan sutilmente que me confortaba completamente, me daba tranquilidad en un momento como este.
¿Por qué? Después de todo lo que me había dicho debía tenerle mucho miedo.
Salimos de su departamento sin hacer más preguntas, sin tener más respuestas. Daren actuaba como siempre mientras pedíamos comida en el restaurante, hablamos de sus libros favoritos y yo de la última película que vi en casa de mi hermano.
Aunque actuábamos con casi toda la normalidad de las veces, yo tenía muchas dudas, y no quería reconocer que había idealizado a alguien a tal punto de encontrarme aquí, obviando datos importantes como que mi novio era un ¿asesino? Quien se había acercado a mí para vengarse de ¿mi hermanastro? Debía estar volviéndome loca o comenzado a amarlo, cualquiera de esas dos opciones parecían ser la misma.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top