CAPITULO XXV

KENNY
El humo del cigarrillo no me daba placer, el sabor de la cerveza no lo disfrutaba como solía, todas esas cosas triviales, banales que hacia por puro gusto irracional ya no me hacían feliz. Nunca lo hicieron.

Estoy sentado frente al televisor de la casa de Heath, el cual estaba apagado, todo estaba en silencio.

Heath es mi mejor amigo desde que nací, es un poco más alto que yo, algunos dicen que nos parecemos, pero ha cortado su cabello y ya no lo dicen muy seguido. Nuestros padres se conocían desde siempre, pues mi madre y su padre eran muy buenos amigos, por lo que él y yo nos hicimos amigos la temporada en que viví con mamá, desde entonces jamás nos hemos separado.

A excepción de este año, sus problemas eran más grandes que los míos.

Heath estaba fumándose un porro desde hace media hora, intento no molestarme, porque no habría una razón exacta para hacerlo, simplemente es que hacer esto siempre me había recordado que Jane me odiaría. Antes me decía que estaba lejos para saberlo, y luego cuando estuvo cerca lo dejé todo, sin embargo actualmente no me importaba nada.

Ella había dicho adiós, y esa palabra la sentí eterna, como si de verdad jamás nos cruzaríamos en esta o en alguna otra vida, y era imposible, debía y necesitaba sentirla como tal, porque la tengo en mi escuela, en mi casa, en la boca de mis padres y en mi mente.

Suspiro al recordar la última mirada que me regaló. Era la primera vez que se veía muy segura de cualquier cosa.

—Mierda, hermano.—se queja Heath al ver mi estado— Te dije que saldría todo mal, pero eres muy terco—deja el porro sobre un plato que llevaba algunas papas fritas y se sienta a mi lado pasando su mano por mis hombros— No te solía importar estas cosas.

Porque no estaba ella.

Hazme uno.—lo cayo, él sonríe pero niega y se acerca un poco a la mesa para preparar un porro de marihuana.

—Deberías ser el mismo de antes.—suelta como si se lo dijese a él mismo— Ese era el man que me gustaba, tenía estilo y todos temían—da la vuelta entre sus manos al objeto que preparaba para darle forma— Este año te sentía reprimido. Simplemente te convertiste en alguien más.

—Ya no más, Heath.—infiero.

El me mira incrédulo.

—Sólo quiero que te vengas conmigo a las fiestas y en el proceso cojamos a una que otra compañerita, ¿me explico?

—Lo dices como si haya cogido con casi todas. —respondo a la defensiva—. Como si fuese esa nuestra rutina —levanto una de mis cejas— O como si antes hicieras todas las cosas qué haces ahora.

Retoce incomodo pero lo disimula cuando se carcajea mientras palmea mi espalda y continúa con su discurso.

—Estabas ocupado con ella, la seguías a todas partes.—Heath ladea la cabeza y entrecierra los ojos—. Eras de asustar.

—Lo hacía por su bien.—digo.

Sé que había hecho mal, pero tenía miedo de ese chico, sentía que era muy perfecto para ser real. Andrea me había dicho algo para herirme hace un mes que no me dejaba tranquilo; No puedo aceptar que exista alguien que la merezca más que yo. Porque él era mejor que yo.

Era mejor para ella que Kenny Blanc.

—¿Seguirás buscándola?—interrumpe mis pensamientos nuevamente, Heath le da una calada a su porro y una nube de humo golpea mi cara.

—Lo dejamos claro ayer, lo viste.—recuerdo con amargura y me tiro en el sofá resignado— Ella se veía feliz con el muñeco de goma en el concierto.

Aprieto los dientes y lo insulto en mi interior.

—Y por cierto, deberías presentarme a la rubia bonita que iba con ella.—su mirada lujuriosa la conocía. Era de temer.

—Las dos amigas de ella están fuera de tu radar.—le advierto.

—Es que la rubia fue...—insiste alargando la e— Simplemente hecha para mí.

—No es de tu tipo, Heath—lo dejo claro—. A ella la conozco por su padre, es dueño de un conglomerado como el mío y su hija es su tesoro, además de que ellos son muy religiosos a comparación de ti que a lo único que le rezas es a tu entrepierna para que nunca te quede mal con algún polvo. —bromeo, pero parece no gustarle— No eres el estilo de la niña ricitos de oro.

Se burla.

Estaba muy seguro de lo contrario.

—Soy el estilo de todas.—insiste—. Ya verás.

Ruedo los ojos como respuesta, no iba a meterme en sus rollos, sé muy bien que al igual que yo, llevar la contraria le encantaba.

También sabía que él antes no era así, era muy centrado en su día a día, era mi ancla y a veces un muy buen consejero, tenía el don de la palabra y una voz de convencimiento, pero desde que aquella chica que amaba se suicidó, no volvió a ser el mismo, ya casi nueve meses para eso.

Heath tenía una forma casi invisible de demostrar su dolor.

Me extiende el porro de marihuana ya encendido y el olor me da repudio, sin embargo lo tomo y me llevo una calada larga hacia mis pulmones, este me invade por completo, no era mi primera vez pero se sentía como si lo fuese.

No temía que ella oliera en mi ropa los residuos de mis malas decisiones.

Y me siento fatal.

Estoy hablando con Heath de su padre y el mío, ambos nos ponemos a jugar una absurda comparación de cuál de los dos tenía al más idiota, todo nos daba risa y todo daba vuelta. Mi amigo a mi lado se había quitado la camisa y los pantalones en algún momento de la conversación, cuando le coge fuerte suele despojarse de su ropa, menos mal había quedado un poco decente.

Me tiro al suelo y como mi porro ya se había acabado luego de una hora, bebo una cerveza de la nevera que no sé en qué momento había llegado a mis manos, estoy riéndome de Heath y de cómo su cara se convertía en un fideo, todo estirado y flexible, era alguna alucinación por la marihuana, pero estaba encantado con el momento, entonces cuando giro la cara la veo a ella.

Jane está parada frente a mí y camina muy molesta a mi lado, llevaba el cabello alborotado. Era algo que me ponía muchísimo, ella muerde justo en medio de su labio superior y arruga su frente muy molesta, pero no dice nada. Giro hacia Heath para ver si él también la estaba viendo como yo, pero estaba ocupado meando una planta en la esquina.

—Estás hecho un desastre. —susurra.

—Y debes estar contenta.

—¿Por qué lo estaría?—pregunta molesta.

Quiero contestarle, pero un nudo en la garganta me detiene y siento como me asfixio por no poder soltárselo, que la extraño, aunque sólo hayan pasado horas, que la quiero ahora.

Me acerco hacia ella y puedo sentir su dulce olor, aunque ella da dos pasos hacia atrás para guardase distancia.

—Eres un jodido idiota ¿lo sabías? —maldice a lo bajo y pasa su mano por su cabello, haciendo que éste se alborotase más.

No la contradigo.

—¿Qué haces aquí?—pregunto.

—¿Cómo que qué hago aquí?—frunce el ceño y se para en una posición desafiante— Estoy en tu imaginación Kenny, sólo así puedo estar cerca de ti, sólo así no me lastimarías.

Pestañeo pasmado y perdido.

Ella jamás me diría algo así.

Desaparece.

Se esfuma frente mis ojos.

Giro desesperadamente para buscarla, para ver dónde había ido a parar, pero no fue real. Así que me me tiro al piso asustado y apunto del colapso. Golpeo fuertemente el suelo con mis puños y me derrumbo finalmente.

La había perdido.

¿Fui un idiota? ¿Si le hubiera dicho desde el principio todo, ella aún estaría conmigo? ¿Puedo permitirme amarla aún con todo lo que soy? No. NO. NO.

No puedes tener ese placer, eres un imbécil y ya lo haz arruinado todo.

Me duele el pecho, me duele la existencia, lloro com desesperación y es la primera vez desde hace mucho que lo hago, después de la muerte de mamá.

—Mierda.—escucho acercarse a Heath gateando por el suelo— No llores, sólo fue una planta, prometo que vivirá. —me toma entre sus manos y luego me abraza bruscamente mientras lloro.

—La he perdido.—digo y sí que se sentía real decirlo en voz alta.

—¿A mi planta?—me mira frunciendo el ceño y niego en respuesta, luego él suspira captando la verdadera razón— A Jane.

—Debo dejarla ¿verdad? Ya me ha botado de su vida para siempre.— sollozo.

Heath me golpea la mejilla fuerte y esto hace que la marihuana pierda un poco su efecto, aunque el dolor seguía, en mi pecho. Él me mira molesto y me sostiene de los hombros, se las ingenia para levantarnos a ambos del suelo y tirarnos al sofá. Yo me limpio las mejillas humedecidas.

Era una escena muy vergonzosa.

—¿Desde cuando te das por vencido?—pregunta con un hilo de desaprobación, sabía que venían muchos insultos acompañados, pero ara mi sorpresa dice algo que no esperaba—. La tienes aquí contigo, no se ha ido a ninguna parte, no me hagas sentir lástima por ti, Blanc. Ni cuando alguien muere se la deja ir completamente.

Sus ojos se humedecen.

—Perdón.—balbuceo avergonzado, no estaba siendo justo con él— Yo... pero es que ella...

—Deja de lamentarte, me cabrea mucho eso de ti.—me calla—Sé que aún sin toda la marihuana encima que llevamos te diría esto. —toma aire y yo lo miro dispuesto a aceptar el consejo que vendría— Jodete, dramático de mierda.

Frunzo el ceño y se carcajea de nuevo. Regresa a su postura sería para continuar cuando lo miro molesto con los ojos irritados.

—Que ella está viva a diferencia de mi Sol, joder.—me sorprende. Después de mucho, por fin la nombraba. Se le escapa una lagrima que disimula—. Así que amárrate las pelotas y ve con ella. No sabes de cuántas cosas he estado arrepentido de no haberle dicho y tú aún tienes tiempo.

Aprieto los puños indeciso.

Heath toma otro porro que había preparado en sabe Dios qué momento y lo inhala.

Me levanto y busco mi celular con desesperación.

Le haría caso.

—¿Qué mierda haces?—pregunta Heath soltando una calada.

—Voy a llamarla.—respondo como lo más obvio.

Mi amigo gira los ojos sin poderlo creer.

—Lo que sea que le dirás, es mejor en persona, imbécil.—suelta jodidamente cabreado.

Camino de un lado para otro, entonces busco las llaves del auto, estaban cerca de la puerta.  Estoy por irme.

Sí, le diré todo.

Jane, me importa una putada que nuestros padres estén casados. Pero te amo.

—¡Hey! ¡Hey! —me llama Heath por segunda vez. Yo giro en respuesta y miro la confusión en sus ojos—¿Irás a verla marihuanado?

—¿No debería, joder? —suspiro más nervioso que al principio. Él debía estar jodiéndome. Decido confesar:— Si el efecto se me pasa me voy a acobardar.

—Pero no tendrás un accidente. —me contradice—. La cosa es que llegues completo con ella.

Me cruzo de brazos con el mal humor a tope.

—¿Entonces qué mierda hago?

—Te llevo yo.

Ahora el imbécil era otro.

—Pero si tú estás más puesto que yo.

—Tomamos un taxi.—Se levanta—. Vamos.

Se viste como puede y salimos de la casa aún oliendo a marihuana. No sé cómo esto era una buena idea, pero la sentía como tal, sentía irracionalmente que estaba actuando como un romántico, un auténtico romeo con olor a marihuana, drogado hasta el cuello.

Montamos el taxi y el hombre con cara de policía toma la dirección. Heath se duerme todo el camino y para cuando llegamos el efecto de los tres porros se nos había pasado un poco.

—Toca la maldita puerta, Blanc.—me exige animándome en su idioma.

—Eso voy a hacer. —lo calmo.

Respiro y me armo de valor para acercarme hasta la puerta. Estaba nervioso. Estaba dispuesto a esperar cualquier respuesta de Jane, incluso que me abofeteara, que muy probablemente haría, pero no perdería la oportunidad, dada por el valor que me dio el porro, de decirle todo de una maldita vez.
Toco dos veces, demorándome unos segundos. Nadie responde. Toco dos veces más, y tampoco la puerta se abre.

—Lorenzo debe estar trabajando.—pienso.

—¿Dónde crees que esté? —pregunta refiriéndose a Jane.

—No lo sé. —últimamente no sabía nada de lo que hacía, antes cuando la llamaba me compartía hasta su horario de clases—Es domingo, debe estar en alguna biblioteca municipal, a veces hace investigaciones de clases como en la prehistoria. —bromeo—. Olvida que existe google.

—Entonces vamos a—decía, pero calla, tomando bruscamente de mi camisa y tirándome hacia una esquina de la casa.

Nos habíamos ocultado muy bien.

Iba a refutar por lo que estaba haciendo, pero al alcance de mis ojos, y esta vez sin ser una alucinación, estaba Jane. Llevaba el cabello liso, por primera vez en la vida se había peinado, los pantalones cortos en color blanco y la blusa de tiras color roja la hacían lucir alucinante.

Reacciono cuando Daren pasa su mano en su mejilla y la acerca para besarla. Ella retrocede un poco, pero al final él besa sus labios.

No sabía que podía tenerle enviada a alguien como lo estaba haciendo en ese momento.

Estoy por correr a golpearlo y separarlos, lo estoy pensando mucho. Si me acerco y estrello mi puño en su cara seria un placer, pero la estaría lastimando a ella también. Me doy cuenta que he apretado mis puños, los suelto e intento relajarme.

Voy a dejarte ir, Jane.

Me estaba disparando.

Había ganado.

Heath palmea mi hombro.

—Está sonriéndole.—suelto en un hilo de voz que apenas alcanza a escuchar.

—Creo que ahora debes dejarla ser.—susurra—Te decidiste muy tarde. Debiste dejar tus inseguridades y excusas a un lado.

—Dijiste que no era tarde.—replico con dolor.

Me mira con lástima.

— Me equivoqué. —responde— Tal vez ella prefiere evitarse los problemas que conllevarían estar contigo, Blanc.

No puedo contestar a eso.

Damos la vuelta a la casa, para salir sin ser vistos. La miro por última vez antes, y ella toma su mano y se pone en puntas para besarlo.

El maldito tenía suerte.

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Eran las ocho y treinta del lunes por la mañana, debía ir a clases a pesar de oler un cien por ciento a alcohol, pero decido apagar la alarma nuevamente para seguir durmiendo. Me envuelvo en las sábanas cuando escucho a Narcisa entrar y retumbar el suelo con sus pisadas.

Cada paso hacia que mi cabeza estuviera al borde de explotar.

—Debes mover tu flacucho trasero, Blanc —me exige y tira de la sabana en la que me había cubierto por completo. Tiro de ella más fuerte haciendo que cayera encima de mí. Entonces ella sonríe y ahora la aprieto entre mis brazos apresándola, se sacude pero es imposible ganarme— Esto podría haber sido peligroso hace mucho tiempo —bromea— Suéltame, ya.

Le hago caso.

—¿Entonces ya no soy de tu interés, Nani?—bromeo, odiaba que la llamara así.

Me muestra muy molesta el dedo de en medio y cierra la puerta al salir.

Narcisa llevaba trabajando en casa dos años, nos habíamos hecho muy buenos amigos. Ella estaba por cumplir diecinueve años, Elena la había contratado para cuidar de Sein, pero también cocinaba para los dos, y lo hacía muy bien.

Me doy una ducha rápida y me pongo unos pantalones grises para bajar a desayunar. Escucho a Sean pelear con Thor, su perro. Papá se lo había obsequiado hace dos días, un cachorro Golden.

—Baja rápido, mocoso.—le exijo mientras bajo las escaleras y al escucharme corre detrás de mí, pegándose como un mosquito.

—¿Me llevarás hoy a la escuela, Kenny?

—Lo haré yo, Sean.—le hace saber Narcisa.

A Sean le gustaba mucho Narcisa, a todos en casa para ser sinceros, incluso al jodido de mi padre.

—Toma mi auto.—agrego mientras me sirvo un vaso de agua helada, sabía que era muy tarde para tomar el autobús.

—No, gracias.—contesta ella, estaba peinando al pequeño—. Aún huele a alcohol y marihuana— me susurra.

—No exageres.—la paro.

—Haste un favor, Kenny.—su seriedad siempre me incomodaba—. Deja de arruinar tu vida, eres muy joven para eso. Lo estabas haciendo bien ¿Qué pasó?

Alzo mis cejas ofendido, pero decido ignorarla como todas las veces que intentaba decirme qué hacer.

Al final me quedo sólo en casa, es lo más normal. Subo a mi habitación e intento jugar una partida de LOL por internet, me concentro en eso toda la mañana y apago el celular porque sabía quienes serían los únicos que podían ser intensos cuando no contestaba al instante. Cuando me canso decido bajar a la piscina en bóxer.

Llevo una bandeja de caramelos de mora y me siento en la orilla, desenvolviendo uno y llevándolo a mi boca. Antes este sabor me recordaba a la infancia, ahora sólo podía cerrar los ojos y pensar que la probaba a ella.

Qué idiota.

—¿Lamentando tú asquerosa vida? Primo.

No hizo falta girarme a ver quien era, sabía perfectamente que Andrea no desperdiciaría una oportunidad como esta.

—¿Cómo entraste?—pregunto secamente.

—¿No te emociona mi presencia?—sonaba ofendida.

—No suelo emocionarme por quienes no espero, prima.—respondo y me lanzo de un clavado al agua.

Nado hasta la otra orilla, sumergiéndome profundamente e intentando demorarme en salir a la superficie, cuando lo hago encuentro a Andrea en ropa interior. Tenía encajes azules que resaltaban su pálida piel.

—Hoy no.—aclaro.

—No traigo traje de baño, —murmura jugueteando con su voz— no te sientas importante.—agrega lanzándose al agua, se demora menos que yo para llegar a mi lado, cuando lo hace, lleva sus manos a su cabello negro y lo peina hacia atrás, las gotas de agua en su piel eran un accesorio muy elegante y sensual — No siempre pienso en sexo.

No negaré que podía hacerlo con ella ahora pero no era mi plan.

—¿Para qué viniste?—insisto, reprimiendo mis deseos— ¿Vas a seguir con el juego de siempre?

Sus manos se posan en el filo de mi bóxer, jugando bajo el agua. El contacto de sus manos esta vez no me provocaba nada. Antes podría haberme lanzado a su boca sin tanta introducción, sin embargo prefería no tocarla.

—Me preocupé porque no fuiste a la escuela hoy. —está acercándose lentamente, juega con mi cuello y su respiración— Todos en la escuela dicen cosas últimamente.

—¿Cómo qué? Siempre inventan algo nuevo. —le sonrío con ironía mientras la tomo de la muñeca y la alejo— Jamás me he preocupado por lo que dicen de mí.

— Deberías.—suspira, ella se toma el tiempo en salir de la piscina— Tienes en boca de todos a la santurrona de mi clase, ya sabes. La pelo de estropajo esa. No es que me importe pero a ti...

—Se llama Jane, lo sabes.—le recalco, pero ella contesta levantando sus hombros y restándole importancia—¿Qué dicen?

—Que te la cogiste en el laboratorio.—suelta—Es mentira, obviamente. —No respondo, y Andrea me pone cara de asesina en serie—¿Te la cogiste?

—No.—porque masturbarnos mutuamente no contaba como tal—¿Qué más dicen?

—Que es una fácil, Kenny.—contesta mientras se pone su vestido— Todas las que las relacionan contigo tienen esa fama, ademas ella lo confirmó cuando llegó hoy tomada de la mano de Daren, el rubio guapo. Primero contigo y ahora con el nuevo.

— Ella tiene derecho a estar con quien quiera.—mascullo apretando los dientes,era una verdad que me cabreba reconocer—¿Quién inició el rumor? ¿Lo sabes?

—Posiblemente.—sonríe complacida.

Salgo de la piscina para pararme frente a ella, Andrea sacude su cabello y lo peina entre sus dedos, estaba pavoneando que sabía algo que yo no.

—¡Andy!—grita una voz.

—Tía Elena.—continúa ella sonriendo como respuesta.

Ambas no eran nada para ninguna, simplemente se habían acostumbrado a eso, ponerse títulos que no les correspondía. Resoplo molesto cuando veo que a su lado mi padre caminaba con unas bolsas de supermercado.

Andrea saluda a la pareja falsa que representaban para mí.

—¿No se supone que deberían estar en la escuela a esta hora?—mi padre siempre llevaba consigo el rostro amargado y presencia intimidante, cualidades que me hacían mucha gracia. —Deberían ambos ponerle empeño a su latino año.

—Iré a mi habitación.—me alejo.

Andrea parecía explicarles con alguna mentira, Elena jamás se cree lo que mi prima dice pero finge que sí, es muy falsa, sabe que tengo sexo con ella, pero no le cuenta a mi padre porque cree que de esa forma tendrá mi aceptación. Al final siempre era yo quien tiene la responsabilidad, me lo dice siempre que puede. Elena es manipuladora y yo un buen jugador.

La puerta suena media hora después.

—¿Bajarás a almorzar? —pregunta Narcisa— Tu papá quiere verte en la mesa.

—Le hubieras dicho que salté del balcón. —ironizo mientras enciendo el televisor.

—Baja, por favor.—insiste— La señora Elena se irrita cuando quiere.

—Justamente por eso. —mascullo— Debiste haberme dicho que regresarían temprano hoy, ahora aguanta con las consecuencias.

Narcisa entra sin más y cierra la puerta con seguro. La miro confundido y ella mete sus manos en su delantal. Me gustaba sus ojos azules y su cabello me recordaba a Jane.

Entonces suspiro.

—¿Qué sucede realmente Blanc?—pregunta interesada al sentarse a mi lado—¿Es sobre la chica de ese día? Hiciste un escándalo el otro día a la señora Elena por eso. —no respondo— Sabes que puedes decirme lo qué pasa, soy una tumba.

—Olvido que eres muy metida a veces.—la jodo. Está por levantarse molesta, pero la tomo de la muñeca y decido contárselo.

Narcisa me escucha muy atenta, desde el inicio hasta el fin. Me mira sorprendida y luego parece compadecerse de mí. Le cuento realmente todo, nadie a parte de Heath sabían de Jane y mis sentimientos. Pero quiero que todos lo sepan de una vez, no permitiré que si nuestra amistad ha llegado a su fin, se quede en las sombras. Porque Jane era y es lo más bonito que me pudo haber pasado, es muy importante y no haberla podido cuidar como debía me hizo volver a ser lo que fui cuando mamá murió, cuando tuve que vivir con papá y refugiarme con ella en vacaciones o llamadas para olvidar.

—Te haz enamorado de la hija de la mujer que más odias.—dice entre suspiro y pestañea en asombro— Tu papá te encerraría como prometió si se entera de eso. —comenta en susurro—¿Es lo que hacías todas las vacaciones?

—Siempre estaba con ella y su familia.

—¿Siempre? —frunce el ceño— Entonces tú y Heath no vivían pegados como sombras el uno con el otro ¿verdad?

—Sí, Heath iba a ver a su novia que es de la misma ciudad que Jane.—respondo.

—Todos creían que te ibas con alguna banda criminal o algo así, ya sabes.—duda en continuar, pero decide seguir:— Joder, que creían todos que estabas drogandote con Heath en algún rincón de la tierra.

—Lo hacia, no voy a mentirte.—admito— Pero eso pasaba muy pocas veces.

—Mira, Kenny Blanc.—toma mi mano—. Que te hayas enamorado de esa chica no tiene absolutamente nada de malo, no son nada genéticamente hablando, además pronto irás a la universidad y no veras a nadie de aquí sino quieres hacerlo.—asegura—. Eres un buen chico, creía que no, pero si todo este tiempo haz estado con ella, significa que todos a tu alrededor han creado a alguien que no eres, y odio que no hayas intentado desmentirlo, porque debías hacerlo aunque no se lo debieras a nadie.

—Eso me tiene sin cuidado, la verdad.—respondo con pesar.

—¿Qué harás ahora entonces?

—Intenté ir con ella ayer, pero ya ha tomado una decisión.—me lamento.

—¿Eso te dijo ella ayer?—pregunta.

—No, pero lo vi.—respondo—Estaba muy claro.

Aún podía ver como una película en reproducción el momento en que se besaban. Vez tras vez.

—El día que trajo a Sean vi un poco de cómo es ella.—intentaba darme ánimos como lo hizo Heath— Es de las que prefieren la marea baja, lo simple, la luz—argumenta— No será capaz de ir tras de ti a la primera, eres todo lo que le da miedo a alguien.

—Soy lo más simple.—la contradigo.

—No, no es verdad.—asegura—Eres más una marea alta, inestable, complicado, oscuridad y aveces atardecer. —su mano cae en mi hombro— Y eres un idiota, se supone que la conoces.

—Ibas muy bien. —sonrío.

— Calla.—me detiene— No haz luchado lo suficiente, y que fueras a su casa ayer y no la encararas es un claro ejemplo. No esperes que en unos días ella asimile que eres su hermanastro, le mentiste y le cuesta perdonar que le vieras la cara todos esos años, pero eso no significa que haya dejado de sentir algo por ti.

—No quiero joderla más.

—No creo se puedas hacerlo más.—sonríe, mete sus manos de nuevo en su delantal antes de levantarse y caminar hacia la puerta— Y baja a comer, el señor quiere hablar de la fiesta.

—Gracias, Narcisa.—murmuro y ella sonríe cálidamente para mí al salir.

Decido bajar con disgusto, aún estaba Andrea conversando con papá y Elena en la mesa, Sean jugaba en el suelo con Thor. Cuando mi padre me ve, hace ademán para que me sentara junto a él, y lo hago. Luego todos continúa en lo suyo sin prestarme mucha atención.

¿Tenía razón? ¿Debía esperar? Conocía a Jane, ella es muy insegura de sus decisiones, pero cuando hablamos por última vez se oía muy decidida en decirme adiós, en despedirme de su vida.

Sólo estaba seguro de algo y es que no la quería perder.

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Muchas cosas dejamos claras, y en futuro todo va a conectarse.
❤️❤️❤️
Gracias por seguirme apoyando.

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