CAPITULO XXI
(Por tema de "inapropiado" eliminaré las imágenes en la historia, parece ser que alguien denunció una de ellas, aunque se advierte al inicio de que esta historia en general es +18) QUE TENGAN UN LINDO DÍA 🔥👄🔥
CAPITULO XXI
Guardé la invitación en uno de mis cajones del escritorio, esperando olvidarlo, pero me era imposible, además estaba Mikel, quien parecía deseoso de asistir. No podía recordar ningún concepto de Química pero sí las palabras de Elena.
—Mierda.—exclamé al cortarme con el filo de la hoja, al mismo tiempo que me planteaba la idea de huir de esta ciudad.
—¿Todo bien?—susurró para mí Elsa.
Estábamos teniendo el examen de Química, todos miraban a sus hojas muy concentrados en lo que hacían, Daren que estaba sentado a dos metros de mí escribía en su hoja. Asentí como respuesta y ella regresó a mirar su hoja con el ceño fruncido.
—Está muy fácil, para quienes estudiaron.—aseguraba la profesora—. Quiero ver sus diez.
—Terminé.—interrumpió Andrea, levantándose para dejar su examen en el escritorio. Giró para sonreír a la clase, todos bufaron a lo bajo—. De hecho sí, es fácil.
La profesora la elogió al revisar su examen y le permitió salir.
—Perra loca.—masculló entre dientes Elsa al verla salir—. Lo siento, prometí no insultar a las de mi especie.—se decía.
Me había dado cuenta que suele hablar en voz alta, cuando piensa, para regañarse.
Sonreí divertida.
Continué con mi examen, el cual en efecto era fácil, si hubiera estado pendiente de mis apuntes y no de invitaciones de una extraña o un chico de ojos marrones y manos de cielo...
—En la hoja, Señorita Rabay.—soltó la Profesora acusándome por ver al frente al pasar por mi lado.
Me disculpé avergonzada y esta ves me concentré.
Terminé con el tiempo justo. Elsa no parecía asustada por su nota, mientras que yo esperaba por lo menos un siete. No se me da bien química, de hecho nada que tenga números agregados, dejémoslo claro.
—Deberías soltarlo y ya.—Elsa recogía sus cosas. Esta vez me lo decía a mí.
—¿Sobre qué?—pregunté.
Miró a su alrededor esperando que nadie escuchara lo que estaba a punto de decir.
—El chico problemas.—susurró—. Sé que te ha evitado. No preguntes cómo, lo sé. Y tú lo quieres ver.
—¿Lo haz visto?—pregunté levantando mis cejas, no iba fingir que no me interesaba el dato. Recogía mis cuadernos y lápices.
—El idiota de Arioc va a su clase.—respondió. Se detuvo a pensar, luego agregó:—. Te llevaré con él. Ahora debe estar en el laboratorio de biología...
—¿Quién?—intervino. Había olvidado a Daren. Elsa retoció sin saber que decir, él fingía no notarlo, mientras yo cerraba mi maleta—. Como sea, tengo unas entradas a un concierto el sábado por la noche ¿Vienen?
—¿De quienes?—preguntó interesada Elsa con un brillo en sus ojos, olvidando por completo lo que estábamos hablando anteriormente.
A ella le gustaba la música y bailar se le daba muy bien, lo sé porque bailé con ella casi toda la noche cuando estaba evitando quedarse sola con Arioc el día en que tuve un encuentro con Kenny en el callejón.
Daren sonríe animado y saca de su bolsillo tres entradas las cuales eran de un color amarillo neón y negro, acompañadas de las iniciales: 5YS. Al ver el nombre de quienes se presentarían, Elsa saltaba emocionada, no podía gesticular ni una palabra y movía sus manos en su rostro para abanicarse y que no salieran sus lágrimas.
—¡Son five yellow skies!—digo asombrada, la banda es muy famosa últimamente, llevan teniendo una gira mundial y era muy difícil conseguir, además de que se habían agotado. Todos los de nuestra edad matarían por tener lo que él llevaba en sus bolsillos—. ¿Cómo los conseguiste?
Levanta los hombros despreocupado como respuesta.
—Un tío trabaja como productor y se las obsequiaron.—responde—. ¿Me acompañarán o no?
—Eso no se pregunta, tú dime la hora en que pasarás por nosotras.—contestó tomando las entradas más de cerca, sus ojos aún brillaban. Ella nota que me lo estoy pensando y gira hacia mí enarcando la ceja—. ¿Iremos verdad?
Es que era complicado, Daren parecía decidido a no dar un paso atrás, cuando me habló ayer... ¿Esto era a lo que se refería? No, no podía serlo estaba invitando a Elsa también...
—Celebraríamos que terminamos los exámenes.—agrega para animarme.
—Será divertido.—baila un poco sus hombros hacia mí haciendo que sonriera.
—No intentaré nada que tú no quieras.—susurra Daren.
Pongo los ojos en blanco riendo a mis adentro.
No haría nada malo si acepto ir, era una invitación de amigos a un concierto lleno de gente y dado a que Kenny ha desaparecido... como siempre. Entonces dije que sí y Elsa se abalanzó a abrazarme y regresando las entradas con Daren cuando su celular suena y su rostro cambia de emoción: de feliz a cabreada. Dice:
—Nos vamos—le avisa—. Jane debe acompañarme a preparar la sala de biología, el profesor me lo pidió, puntos extra.—concluyó—. ¿Verdad Jane?
¿Por qué?
Kenny...
Ella me llevaría a verlo.
—Sí, necesita mi ayuda.—mentí—. El laboratorio es grande.
Daren alzó sus cejas en representación de duda.
—Vamos, Jane.—me tomó de los hombros empujándome con mis cosas—. Debo apurarme o estaré en problemas.—antes de salir gira hacia Daren—. Luego Jane te escribirá para el concierto.
Daren se quedó tras nosotros en una postura confusa, sin saber si seguirnos o permanecer ahí. Caminamos un poco hasta estar lo suficientemente lejos de él para hablar.
—Pagué uno de mis favores.—dijo al soltarme bien lejos de nuestra clase—. Si no te gusta díselo, aunque es más guapo que... ya sabes... Daren parece más interesado en ti por lo que vi hace poco.
—Con Kenny tengo una historia muy larga,—contesté—. Es difícil.
Suspiró. Se detuvo y al hacerlo se paró frente a mí, muy segura de lo que diría, sus hombros pequeños me intimidaban.
Igual a su hermano.
—Cuando algo se demora en suceder, siempre me he dicho que no pasará al final ¿Por qué? Porque cuando pase estarás agotada. No siempre hay que luchar, Jane. No si sólo es de tu parte.—se cruzó de brazos—. Aún con lo que sientes y con su larga historia.—gesticuló con sus manos muy efusivas en el aire—. ¿Pero te digo algo? Te cansarás.
Era imposible...
Caminamos. Subimos en el segundo edificio y hasta el tercer piso. Me había dejado pensando en muchas cosas de las cuales no le hallaba impedimentos o negativas.
—¿Crees que hago mal?—pregunté para dejarlo claro, luego de unos minutos.
Me miró, compartiendo intimidad sobre el tema.
—Es Kenny.—concluyó restándole importancia, pero dejándome aún más confusa—. Si quieres verlo, besarlo y cogértelo—bromeó—. No soy quien para meterme, es tu vida. —me dió un ligero empujón con su hombro—. Sólo no salgas herida. —resumió guiñándome un ojo—. Yo no conozco su larga historia. Ahora ve. Ahí está.
¿Por qué se contradice? ¿Debo replantearme lo que sucede entre los dos o no? ¿Me estoy metiendo en problemas? ¿Estoy siendo masoquista?
No, Jane. Siempre lo haz querido, es ahora o nunca.
El laboratorio es una habitación de casi siete metros por seis, no tiene ventanas, sólo una gran puerta de color verde oscuro, estaba pintado de blanco hueso en su interior, decorado con carteles de partes del cuerpo, aparato digestivo, entre otros. Cerré la puerta al ingresar y un chillido me acompañó cuando esta se cerraba por completo.
Él estaba recogiendo objetos del laboratorio sobre las mesas de prueba.
—Sal de aquí.—gruñó molesto, con su voz gruesa, al escuchar mis pasos—. No estoy para aguantarte.
Me encantaba su espalda, la bata del laboratorio le quedaba muy bien y lo ajustaba perfectamente.
Quería correr a abrazarlo.
—¿Aunque sea yo?—pregunté esperando que no sea a mí a quien se refería con molestia.
Kenny giró sorprendido haciendo caer varios vasos de pruebas de metal al suelo. Se agachó a recogerlos de inmediato, con su mirada aún en mí pasmado, abriendo sus ojos como platos. Se relajó escondiendo su asombro.
—¿Tu amiga te dijo que estaría aquí?—preguntó.
Se quitó la bata. Llevaba la corbata algo suelta, podía ver su cuello y cuando inhalaba... ¿Estaba nervioso? ¿Asustado? ¿Incómodo?
—No me haz llamado.—me acercaba a él.
Dió dos pasos atrás, depositando los vasos en una canasta, se sacudió las manos y luego las guardó en sus bolsillos.
¿Qué pasaba?
—Entonces debes notar que no quiero verte.—se giró.
Y ahí íbamos de nuevo...
—¿A qué va eso?—me confundía.
Se supone que yo debo ser la molesta, debería estar cabreada, pero no. Lo había vuelto a buscar.
—Que es mejor que seamos amigos.—comentó con frialdad al girarse de nuevo—. Me he dado cuenta que no te quiero como nada más, esa noche estaba caliente y te utilicé.
Debe estar bromeando.
Me lo cobraría.
Me acerqué a él, esta vez no se movió, permaneció en su lugar, no me miraba. Levanté su rostro para que me viera. Estaba sumamente claro que no nos habíamos utilizado, yo quería.
—¿Eres capaz de utilizarme?—pregunté—. ¿Eres capaz de lastimarme?
—No te imaginas cuánto, Jane.—contestó mirándome con compasión y ternura, envuelto en dureza—. Pero tú más a mí.
¿Tenía ese poder en él?
—Entonces déjame utilizarte.—respondí con valentía acercándome más. Si me utilizaría, también yo, al final ya no había vuelta atrás.
Me paré de puntas para llegar a su boca, pero me detuvo por las caderas, no me soltó. Parecía pensárselo.
Sus manos me hacían arder, siempre lo ha hecho, y es cuando me doy cuenta que nunca hemos sido amigos, ha existido este deseo escondido por egoísmo a permanecer juntos, con miedo a dañarnos, lo convertimos en tanto una rutina diaria cada vez que nos veíamos.
Me acerco más hacia sus labios. Me detiene sin alejarme.
—Te arrepentirás luego.—susurró entre mi boca—. Lo harás y no podré consolarte.
—Está bien, quiero equivocarme.—solté—. Sabes que es demasiado tarde para acobardarte, pero... ¿De qué?
—De ti, Jane.—declaró lamiendo su labio inferior—. Si estás segura que luego no me odiarás, no retrocederé.
Pegó su frente con la mía. Podía oler su aroma, su aliento, sentir su respiración...
—Jamás lo haría.—respondí acercándome a su boca—. ¿Por qué lo haría?
—Por quien soy.—dijo, luego me besó.
Me separé por un instante para verlo una vez más, parecía a punto de arrepentirse y, esta vez lo besé yo, no huiríamos de nuevo.
—Quien eres me vuelve loca ¿No lo vez? Siempre lo haz hecho.
—¿Prometes no odiarme?—murmuró besándome, mordiendo mis labios, metiendo su lengua, para después sacarla y asegurar: —. Porque ya no hay vuelta atrás.
—No, no lo hay tonto.—sonreí entre su boca—. Lo prometo.
Me tomó fuertemente y me sentó en la mesa, abrí mis piernas para darle espacio a sus caderas. Kenny puso sus manos sobre mi cuello y la otra iba a bajo, entre mis piernas, encima de mis medias, me tocaba por encima de la ropa y se sentía muy bien. Su boca no se soltaba de la mía, sólo para respirar agitadamente, compartiendo eso entre ambos.
Quería tener también ese mismo poder sobre él ¿Cómo?
Entonces tiré de su cinturón más cerca de mí e intentaba quitarlo de su pantalón. Saltó.
—¿Qué haces?—preguntó con sus ojos aún dilatados y perdidos en deseo como yo.
—Voy a tocarte también.—contesté agitada.
Sonrió complacido y con una mirada ardiente susurro: —. La alumna quiere superar al maestro.
Negué divertida y él regresó a mi boca, dejándome soltar su cinturón, haciendo que sus pantalones resbalaran, con una mano en su cadera lo empujé más hacia mí y la otra sobre encima de su bóxer, comencé a tocarlo, me regaló unos gruñidos de satisfacción.
Su mano entre mis piernas me hicieron soltar un jadeo que contuve al morder mis labios, logrando electrizarme el abdomen.
Me besaba con descontrol y me encantaba.
Metí mi mano dentro de su bóxer y pude sentirlo a quema piel, tan caliente y duro ¡Dios! Qué grande se sentía eso, comencé a tomarlo entre mis manos, tocando la punta y resbalando hasta sentirlo por completo, despacio luego rápido...
—¡Dios! Jane.—gruñó entre mis labios con sensualidad—. Me haz superado.
Ambos nos perdimos entre besos y manoseos y jadeos, él sobre mi ropa y yo bajo la suya. Me sentía mojada justo donde me tocaba, me ardía, quería más. Iba a explotar.
—¡Ah!—exclamé, Kenny de inmediato puso su mano sobre mi boca para callarme, entonces sólo jadeaba en silencio entre sus dedos.
—No hagas ruido.—susurró en mi oído—. ¡Ah! Dios. —decía contradiciéndose.
Mi mano fue a su boca para cubrirlo como lo hacía él. Los dos paramos sólo cuando habíamos acabado, agotados de placer.
Sabía que me había perdido, lo suficiente para que cualquier cosa que hiciera tendría consecuencias sobre mí, porque lo quiero, siempre lo he querido. Habíamos tentado tanto al tiempo por momentos como estos que lo necesitaba con desesperación y él también a mí.
Kenny me abrazó, depositando un beso en mi clavícula. Buscó en uno de los cajones de las mesas y sacó papel, él aún estaba entre mis piernas. Se agachó hasta mi sexo.
—Debo limpiar lo que te he hecho.—carraspeó con una intensa sensualidad acompañada—, y lo que me haz hecho.—sonreía. Me removí para evitar que me limpiara—. Eh, quieta.
Me limpió y luego lo hizo con él, concluyendo al subir sus pantalones, a la vez que yo me arreglaba la falda y las medias.
—Bien,—dije arreglando mi cabello y bajándome de la mesa—. Debo ir a casa.
—Te llevo.—respondió, tomándome de la muñeca cuando pensaba huir—. ¿Qué? ¿Creías que te iba a dejar ir así? Aún tiemblas, quiero que lo hagas sólo conmigo. En mi presencia.—murmuró en mi oído.
Lo empujé.
—Cállate. —respondí sonriendo tímida.
Reía desvergonzado.
—Déjame terminar de limpiar...—tomó todo lo de la mesa y lo metió en una canasta, eso definitivamente no era limpiar—. Ya está ¿Vamos?
Negué resignada. Era astuto.
—Te espero en la parada...
—No.—me cortó—. Saldremos juntos. Dijiste que no habría vuelta atrás ¿Lo olvidas?
—¿Estás seguro?—pregunté con insistencia. No era eso a lo que me refería. —. Todos nos mirarán.
—Ahora más que nunca. —tomó mi mano—. Lo siento pero ya no somos amigos, quiero dejarlo claro. Vamos.
Tiró de mí.
Bajamos las escalera tomados de la mano, él me hablaba de un nuevo videojuego que había encontrado hace dos días, del que moría por que probáramos juntos, mientras yo fingía escucharlo en lo que miraba a mi alrededor y veía las caras de asombro y extrañadas de los demás.
Murmuraban entre ellos cuando pasábamos por su lado. Me estaba acobardando.
¿Era a esto a lo que se refería cuando dijo que me arrepentiría?
—Jane.—susurró, tomó mi mano y enredamos nuestros dedos—. Esto no está mal. Puedo acostumbrarme.
¿Podría? ¿Yo podría hacerlo? Siempre he odiado ser observada por los demás, ser juzgada. Aún recordaba el porqué. Mamá. Dejé de tener amigos cuando era pequeña porque todos conocían lo que había hecho y todos se alejaban de mí, como si fuera contagioso para sus padres, era absurdo lo poderoso y tonto que pueden actuar los niños a esa edad. Tiempo después me cambié de casa y de ciudad, en mi otra escuela pasaba desapercibida, con notas promedio.
Esta sensación era extraña, pero con Kenny a mi lado podía soportarlo, sé que podría. Porque siempre ha estado conmigo, siempre ha sido mi mejor amigo y el amor de mi vida.
—¡Keeeeeenny!—grita alguien al vernos salir de la escuela.
Kenny suelta de inmediato mi mano y se tensa, pero el niño que había gritado su nombre venía corriendo directo hacia él, lanzándose a sus brazos sin notar sus ¿nervios?
—¿Qué haces aquí?—pregunta.
El niño hace pucheros como respuesta y lo toma de la mano, era muy pequeña en comparación.
—¿Quién es ella?—lo ignora al verme.
—Te he preguntado algo, Sean.—insiste Kenny arrodillándose a su lado para alcanzarlo.
Sean parecía de unos seis años, tenía un cabello rizado en tonos dorados, sus ojos eran muy parecidos a los de Kenny.
—Mamá y papá me trajeron.—contesta—. Quería verte, tú no vas a casa.
—¿Es tu hermano?—pregunto en un tono tierno y le regalo una sonrisa al niño, quien termina escondiéndose atrás de sus pantalones.
Kenny me ignora y busca con su mirada alrededor, parecía nervioso, como si estuviera expuesto en algo grande. Al final regresa su mirada hacia mí. No sabe qué decir.
¿Por qué no lo vi antes? Entendía todo ahora, su padre vino a buscarlo. Y lo poco que conocía era que no se llevaban muy bien y Sean había admitido frente a mí que Kenny no ha ido a casa ¿Qué otra cosa podría ponerlo tan inquieto como ver a su padre?
—Lo siento, Jane.—murmura—. Yo no quería...
—Hasta que te encuentro.—interviene alguien, en mi inocencia giro hacia su voz—. Vamos, Sean. Dije que permanecieras a mi lado.
La mujer llegaba corriendo, llevaba unos pantalones blancos y una blusa en un tono rosa pastel, se agachó hasta tirar de la mano del niño, cuando su mirada se cruzó con la mía todo me dio vueltas.
—Eres muy lenta, mamá.—responde Sean al abrazarla.
Mi mundo estaba a punto de desmoronarse en mis narices.
¿Por qué ella conoce al hermano de Kenny? ¿Por qué le dice mamá? Fue cuando lo recordé, el día en que la vi por primera vez después de mucho tiempo estaba acompañada de este mismo niño. Elena me mira y sonríe un poco asombrada por mi presencia.
No entendía. No quería.
Giro para ver a Kenny, pero él tenía su rostro fijo al suelo. Y es cuando me permito comprender...
—No sabía que mi hija y tú eran amigos. —comenta Elena hacia él, y lo que viene me congela por completo—. Que bueno, después de todo son casi hermanos.
.............
HOLA BELLAS PERSONAS QUE LEEN MI HISTORIA.
¿CREEN QUE AHORA TODO SERÁ COLOR DE ROSA? 👀
¿QUÉ SERÁ DE NUESTRA BELLA PAREJA?
Por cierto los invito a seguirme en Instagram.
No olviden dejar sus votos.
❤️❤️❤️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top