CAPITULO XV

Sus labios eran súper suaves y la sensación del contacto entre ambos había sido extraña. Era lo que pensaba mientras miraba al profesor explicar alguna trágica guerra en Asia. No podía olvidar las burbujeantes cosquillas en mi estomago ¿Cuál había sido el motivo? ¿Por qué rayos me besó? Se supone que es mi mejor amigo o que jamás llegaría a suceder algo como eso. Simplemente me desconcertaba. Ya era viernes y no me ha llamado o escrito ¿Se siente culpable? Porque dejé que me besara y se sintió tan malditamente genial. Temo decirlo en voy alta, porque temo perderlo, temo que haya huido.

Otro problema adquirido era Daren, lo había besado y habíamos texteado toda la noche y la mañana antes de que Kenny me besara. Dejé de escribirle y el lunes llegó a clases y me habló de uno de sus libros que no recuerdo, estaba tan inmersa en ver a Kenny en alguna parte de la escuela, buscándolo por todas partes, pensaba que se acercaría a hablarme o saludar. No lo hizo. Nunca lo vi. Daren no ha sacado el tema de nosotros o el beso después de la cita y se lo agradezco, pienso que él debe estar consciente que algo me sucede pero no ha intentado preguntar y se lo agradezco porque tampoco sabría qué contestarle.

—Pueden irse a casa.—concluyó el maestro—. No olviden enviar la tarea a tiempo.

Recogía mis lápices y cuaderno para llevarlos a mi casillero cuando Lorena me interceptó en medio camino. Elsa venía detrás de mí y podía imaginar cómo su entrecejo se unía por la presencia de su mejor amiga.

—Hay un rumor nuevo.—soltó emocionada Lorena.

—. Adivinaría pero...—susurré.

Ya empezaba a acostumbrarme. Ella continuará sin más, aunque no quisiera escucharla.

— ¿Adivinen a quién encontraron teniendo sexo en un auto?—susurraba, miró a su alrededor para ver que nadie la haya escuchado. La imité—. Kenny y Miley estaban dándose muy duro en el auto.

—¿De él?—preguntó Elsa. Lorena negó—. Bueno eso no es novedad.

Una pequeña palpitación en mi pecho. Dolía.

—¿Están seguras que eran ellos?—pregunté.

Un nudo en mi garganta se formó cuando Lorena lo aseguraba con una fotografía que se había viralizado en la escuela durante el día. Miley estaba sobre él y Kenny parecía besar su cuello, estaba un poco borrosa, ya que no era difícil saber que la tomaron desde una distancia muy lejana. No podía creerlo.

—. Se habían demorado.—Elsa caminó hasta acompañarme a mi casillero—. Ella suele abrir sus piernas al chasquido del chico problemas.

¿Tener sexo?¿En un auto? No era a quien había conocido en mi infancia, ni ahora. Era imposible. Kenny jamás se tiraría a alguien en un auto o en el estacionamiento de una escuela, siempre creí que éramos vírgenes. Ambos. Sin embargo él se ha mostrado muy distinto a antes, que cuando no había llegado aquí, a su escuela.

—¿Te ocurre algo?—Lorena cerró mi casillero. Negué, aunque sentía desmayarme—. Sé que asquea, pero debo admitir que si quisiera que alguien me cogiera sería él, la verdad creo que todas aquí...

—. Debo ir al baño—solté. No quería escuchar más.

Comenzaba a temblarme las piernas. Quería salir de ahí. No sé qué me ocurría, porque si eso era cierto, que lo era, no debía lastimarme, al final Kenny sólo es mi mejor amigo y muchas veces lo habíamos dejado claro. Excepto por lo de aquel beso. Vaya mierda.

—¿Quieres que nos quedemos en tu casa? Me dijiste que tu papá viajaría hoy y llegaría mañana, podríamos hacerte compañía y ver alguna película.

—No.—quería estar sola—. Mi hermano pasará en casa y saldremos en la tarde.—mentí.

Me despedí de ellas, aunque Elsa no parecía querer dejarme ir, corrí al baño. Debía ir a la biblioteca por unos libros pero lo dejaría para mañana, no tenía ánimos de tareas y sabía que hoy no las haría, tampoco es que sea buena alumna o sea una de mis metas serlo, además mis ánimos estaban en el suelo.

Entré de inmediato a los baños, abrí uno de los grifos y tomé un poco de agua para mojar mi rostro. Mi cabello era un lío, odiaba que se levantaran algunas mechas, lo recogí.

Unos pasos atrás de mí llamaron mi atención, la chica de cabello negro que había visto en el mall con Kenny, Andrea. Se acercó junto a mí y arreglaba un poco su blusa, mientras se miraba en el espejo.

—Debiste haberte enterado. —dijo—. No deberías sentirte especial. —giró hacia mí para verme, yo la veía desde el espejo—. No sé cuánto tiempo llevas tras Kenny, no me interesa, no durará. Nunca se compromete.

Eso lo sabía.

—. ¿Lo dices porque lo conoces?—pregunté con ironía mientras alzaba una de mis cejas y arrugaba mi frente. La detestaba. Y nadie lo conoce mejor que yo.

Sonrió. Chasqueó su lengua para continuar.

—Si de algo estoy segura, es que lo conozco. Mucho.—sonaba muy confiada—. Pero no creo que nadie aquí lo sepa, como tú y su supuesta amistad por ejemplo. —ironizó—. Créeme, no eres diferente a las demás.

Salí de ahí.

Estaba esperando en la parada del autobús. Saqué mis auriculares y puse la playlist que Kenny había hecho para mí. Mierda. Extrañaba al chico que creía conocer como mi mejor amigo. Odiaba lo que había dicho Andrea, tenía razón no lo conocía. No como todos aquí, incluso ellos saben más que yo. Toda la escuela. Sólo sabía la mitad de su vida, lo que me contaba, lo que le convenía que supiera ¿Qué sabía de él exactamente? Sé que sólo lo veía una vez al mes y hablábamos sólo por mensajes y llamadas, que ahora esté cerca cambia toda la perspectiva, pero jamás creí que el chico que creía; lento, tonto y un desastre también sea todo lo que odio de la escuela y los imbeciles de ella.

—¿Qué escuchas?—preguntó una voz, tomándome desprevenida.

Giré mi rostro hacia esa voz acogedora. Daren me sonreía y sus ojos azules eran luz, como la salida de mis hirientes pensamientos y la esperanzadora cortina de un recuerdo, de aquella fotografía. No contesté. Me acerqué a él y lo abrasé de la cintura muy fuerte. Necesitaba ese contacto. Daren me apretó para él muy fuerte y acarició mi cabeza.

—. Debes haber odiado que no estuviera en las clases los últimos días—bromeaba. Entre sus brazos todo era ligero. El dolor—. Dame unos días, estafadora.

Lo había olvidado. Los exámenes empiezan la próxima semana y Daren está en los grupos de estudios intensivos de mejores alumnos. Me lo había explicado pero sinceramente no le presté suficiente atención, tampoco había notado que los dos días pasados no estuvo en clases.

—¿Quieres ir a ver una película en casa?—pregunté.

Sé que no era adecuado hacer esto. Pero lo necesitaba cerca un poco más, era lo más cercano que tenía a una amistad, después de Kenny, incluso antes que Elsa y Lorena. Asintió y tomamos el autobús a casa. Intentaba animarme de camino. Cuando llegamos, lo invité a pasar. Le pedí que me esperara en lo que subía a darme una ducha y me cambiaba el uniforme.

Hay alguien afuera que le gustas. Pensé. Debes superar a alguien que ya te ha dicho que no te ama, no con palabras pero sí con acciones. Alguien que ya no sabes quien es.

Reacciona, Jane.

Ahora todo está claro.
Así que Jane ¡Deja de pensar en niño problemas! Me dije.

Me puse un abrigo y unos pantalones y bajé.

—Eres cruel.—susurró viéndome bajar.

Había soltado un poco su corbata. Me encantaban sus ojos.

—¿Por qué?—pregunté extrañada.

— Apareces mojada y recién bañada.—resumió—. Te ves muy sexy.

Jugué con mis manos nerviosa, intentando olvidar lo que dijo y fui a la cocina para ir por agua. El timbre sonó para mi sorpresa, iba a correr a abrir...

—Pedí comida china y una gaseosa—me gritó para escucharlo desde la sala—. Yo abriré.

—¡De acuerdo! —exclamé.

Bebí un poco de agua y luego guardé el recipiente en la nevera. Busqué dos vasos para las bebidas. Regresé a la sala y dejé los dos vasos en la mesa. Daren no había regresado. Así que fui a la puerta del umbral esperando encontrarlo recibiendo el pedido de comida, pero lo que me encontré fue a dos chicos a punto de darse de puños fuera de mi casa. Kenny llevaba la camisa de la escuela suelta por los cuatro botones desde su cuello hasta el abdomen, sus puños estaban a punto de impactar la cara de Daren, mientras su mano sostenía su corbata. Daren también lo sostenía del cuello de la camisa. Corrí de inmediato.

—¡Qué demonios!—exclamé asustada. Revisé el rostro de kenny. Nada, gracias al cielo. Luego ojeé a Daren, tenía el mentón enrojecido—¿Qué te sucede? —grité para Kenny.

Los dos parecían tener la respiración agitada.

—¿Por qué sale el Ken de plástico de tu casa?—entrecerró los ojos confundido. No bajaba la mano y no lo soltaba. Su mandíbula se tensó al ver que no contestaba—. ¡RESPÓNDEME, JANE!

¿Quién era él?

—Lo invité.—respondí con temor—. ¡Y A TI QUE MIERDA TE IMPORTA!—le grité.

No debía asustarme, era Kenny.

Tiré de la mano que sostenía a Daren e hice que soltara su agarre.

—¿Por qué le das explicaciones?—preguntó Daren tras mío.

Recordé lo enrojecido del mentón de Daren y lo revisé, tocándolo y moviendo su rostro para ver qué otra parte de su rostro había golpeado. Nada.

—Largo, Kenny.—mascullé—. No estoy con ganas de verte hoy.

Tomé de la mano a Daren y giré de regreso a la casa. Lo iba a dejar ahí, dejaría que se fuera, no pediría explicaciones por hoy. Jamás en todo el tiempo que nos conocemos lo he hecho. No empezaría a hacerlo.

—¿Interrumpía el sexo rápido?—habló Kenny—. ¿Ya te la cogiste?

Una punzada.

Giré, luego caminé hacia él. Sus ojos cafés se habían dilatado y apretaba sus puños.

Lo abofeteé.

—No te reconozco. —susurré para que sólo él me escuchara—. ¿Quién demonios eres? Creo que no me conoces lo suficiente como para decir esa mierda.

Quería llorarle. Mis ojos me amenazaban con hacerlo. Pero para mí sorpresa Kenny dió un paso atrás de inmediato y aquella mirada feroz que me había estado regalando por un buen tiempo y que desconocía por completo, se disolvió, apareciendo aquella mirada tierna y vulnerable que conocía. No caería. Ya no sé quién era mi mejor amigo.

— Fuera de mi maldita casa.—exigí apretando los dientes.

Sus hombros se tensaron y parecía dudar si irse o no. Sus labios se abrieron por un instante ¿Me iba a pedir perdón? ¿Intentaría explicarse? Pero no. Miró a Daren a mi espalda y luego, mirando el suelo, giró y se marchó.

¡Dios! Quería correr tras él.

No volví a sostener la mano de Daren, pero este me siguió hasta la sala de mi casa. Me dolía el pecho, sentía que lo que pretendí conocer era falso, pues no podía ser Kenny aquel idiota que me gritó a fuera.

—¿Por qué conoce tu casa?—preguntó Daren.

Se miraba frustrado, pero no me exigía que contestara. No sabía qué responder, se supone que nadie de la escuela debe conocer la relación que tengo con Kenny.

— Es mejor que te vayas.—susurré sin aliento—. Te lo contaré después.

Daren parecía preocupado y herido porque lo estaba alejando, no quería darle esperanzas ahora, aunque deseaba que se quedara a hacerme compañía. Caminé hacia él y besé su mejilla como despedida. Me regaló una mirada de compasión. Sea lo que sea que imaginaba ahora no pretendía cambiarlo de parecer, no tenía ánimos para arreglar el mal entendido o la película en su cabeza.

—Llámame si necesitas algo.—susurró. Besó mi frente y se marchó.

Subí las escaleras y me encerré en mi habitación.
Maldito el día que llegué a esta ciudad.

Era de noche y mi celular sonó.

Kenny.

¿Es todo? Que escribiera no me hacía sentir mejor. No le respondería.
Cuatro minutos después, otro mensaje.

¡Dios! Debe estar bromeando.

No te importa, Jane. No doblegarás.
Una hora después.

¿Debería responder?

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