CAPITULO XIV

Aún podía sentir sus labios sobre los míos. Han pasado un par de horas, pero el contacto y el rose de sus manos sobre mi piel, sus labios mojados besando mi cuello y nuestra agitada respiración, dejándonos sin poder pensar, al menos a mí, me tenían enloquecida y embrujada. En ese momento no pude pensar que estaba mal porque ¡DIOS! No estaba mal, me perdí y me convencía que estaba bien. Ahora que reaccioné, era la peor situación en la que pudimos encontrarnos. Es mi mejor amigo.

─Jane, despierta. ─papá había llegado, su cita no había salido bien, aún llevaba la ropa de su salida─. Termina de comer, quiero llevar las compras para Mikel.

Estaba sentada en la mesa, eran las dos de la tarde y él creyó que era buena idea pasarse por el departamento de Mikel, después de todo siempre se preocupa por si su nevera se mantiene llena. Luego de su cita con alguna mujer que mi hermano había encontrado para él, decidió comprar cosas para su hijo. Tal vez estaba igual que yo, quería liberar su cabeza. Tomé mi bolso y me puse un abrigo naranja con capucha, solté mi cabello mientras me miraba en el espejo. Recogí mi plato y lo llevé a la cocina antes de que papá me lo exigiera, él recogió las llaves del auto y salimos de casa.

─ ¿Kenny se fue temprano?─asentí como respuesta, mientras montábamos el auto─. Se puso muy exigente ayer. ¿Por qué no te acompañó hasta que llegara?

Porque nos besamos y si se quedaba un poco más no hubiera sido lo único por lo que podíamos arrepentirnos. Pensé.

─Debía terminar una tarea. ─mentí─. Por eso se fue. ¿Le dijiste a Mikel que iríamos? ─cambié de tema. Se removió en su asiento. No, no lo había hecho. Mikel odia que lleguemos sin avisar, no le gustan las sorpresas, a mi tampoco─. Le marcaré.

Desbloqueé mi celular, el cual me mostraba un fondo de pantalla con una foto de Kenny y yo en el Mall, la última que nos tomamos antes de venir a vivir a la ciudad. Mierda, espero no hayamos cagado algo de años, por un beso que no significaba nada, porque no significa nada ¿Verdad? Marqué a mi hermano. El celular sonaba pero no contestaba.

─Podemos dejar las compras en su puerta. ─comentaba papá al ver que Mikel no contestaba. Asentí.

Aparcamos una hora después en la urbanización de mi hermano, cerca a su edificio. Yo bajé las tres bolsas de compras del auto, papá cree que podría morir de hambre.  Menos mal no era tan baja como para que las bolsas me fueran difíciles cargar.

─Esto es un arsenal para un año, papá.

Negó entrecerrando los ojos. Abrió sus ojos de inmediato, como si se haya olvidado de algo.

─Nena, adelántate, iré a comprar cosas de higiene. ─revisó sus bolsillos─. Menos mal traje las tarjetas.

─No sé si le guste la idea, sabes cómo se pone cuando nos inmiscuimos en su vida.

No me respondió. Me dio un beso en la frente y me pidió nuevamente que me adelantara. Gracias a los santos del cielo que el edificio tenía un ascensor, porque las tres bolsas que llevaba eran muy pesadas. Aplasté el número seis. Tres minutos después ya estaba frente al departamento de mi hermano. Dejé las bolsas en el suelo. Tomé un respiro y sacudí mis manos para que los calambres cedieran. Mis manos se habían entumecido. Una de las bolsas se giró, haciendo que tres manzanas rodaran, esta tropezó con la puerta. Al parecer estaba abierto, dejando que una de las manzanas rodaran entre la puerta. Perfecto, podía ingresar y beber agua. Sonreí. Luego lo regañaría por su descuido.

Tomé las bolsas del suelo y entré al departamento, caminé hacia la cocina, no era muy grande, tenía lo necesario para decir que era una. Esto podía ser la razón de que papá se preocupara por donde estaría comiendo, después de todo siempre termina haciéndolo en la calle. Comencé a sacar las cosas de las bolsas; leche, queso, frutas, algunos fideos instantáneos, entre otros. Luego de surtir la cocina, abrí la nevera y tomé una de las botellas de agua con gas que tenía. A mi hermano le gusta mucho ese tipo de agua.

─¡Ah! Sí. ─parecía un quejido. Comencé a acercarme hasta el pasillo de una de las dos habitaciones─. ¡Ah! Fóllame más duro.

Eso no era un quejido.

Mierda.

La botella que llevaba en las manos cayó al suelo en el momento en que mis buscan mi boca para cubrirla. Estaba asombrada de lo que mis ojos miraban ¡Santos del cielo! Giré al instante.

─Lo siento. Lo juro, no vi nada. ─solté nerviosa.

Giré, dándoles mi espalda.

─¿Quién es ella?─preguntó una voz masculina.

Sonaba preocupado. Regresé a la sala de inmediato.

Mierda. Mierda. Mierda. ¿Qué habían visto mis ojos? ¿Mi hermano teniendo sexo?¿Con un hombre? No estaba en contra de eso, lo juro. Pero ¡Joder! Que fuerte se pegaban.

─¿Qué haces aquí mocosa?─tenía la mandíbula tensa. Era la primera vez que me miraba de esa manera, asustado, preocupado. Se había puesto una camisa.

Quería enterrarme en algún hueco o saltar por la ventana de mi espalda. Pero entonces recordé.

─¡Papá¡ Llegará pronto. ─solté asustada por él. Mikel pasó sus manos por su cabello desconcertado, luego corrió a la habitación.

El chico que había preguntado quien era yo, salía vestido con camisa negra, pantalones apretados  y sus zapatos en mano. Tenía el cabello negro y sus ojos eran de un verde perfecto, era hermoso a la vista. Mi hermano le dijo que saliera entre susurros ¿Por qué? Igual estaba escuchándolos. Cuando el chico estaba a punto de salir, luego de ponerse los zapatos, papá los interceptó en la puerta, genuinamente papá sonrió.

─Creí que no te encontraríamos. ─dijo papá, llevaba unas bolsas en la mano─. ¿Quién es tu amigo?

Silencio.

─Papá, es un compañero de trabajo en la universidad. ─agregué. Mikel me miró confundido, hice gesto para que al menos dijera algo.

─¿Por qué no me dijeron que vendrían?─Mikel estaba furioso, sus ojos y sus cejas fruncidas lo decían todo pero papá no lo notaba.

─Llamamos. ─respondió papá en lo que sacaba de las bolsas papel higiénico y pasta de dientes, entre otras cosas de limpieza como detergente─. Pero no contestabas ¿Interrumpimos? ¿Estudiaban?

Silencio.

─Anatomía. ─respondí por ellos, más para joder un poco a mi hermano. Mikel me dio una mirada acusadora. Pero es que también no se me ocurrió nada más─. ¿Me equivoco?

─ Debo irme. ─interrumpió el chico de ojos verdes. Aún no decía su nombre─. Un placer.

El placer es todo de ellos. Pensé.

Mi hermano parecía tener ganas de correr tras él, pero no lo hizo. Papá vio al chico marcharse a toda prisa, dejándolo confundido. Si sólo supieras papá. Mikel regresó a su habitación, dejándome con papá, estaba surtiendo el baño y la cocina. Fui tras Mikel luego de dos minutos pensándomelo. Toqué la puerta, me gritó que pasara, lo hice. Estaba sentado en su cama, parecía avergonzado.

─Hola. ─dije.

─Lo siento, enana. ─agregó mirando al suelo─. No planeaba que lo supieras así.

No, creo que ninguno planeaba que viera lo que vi.
Me senté junto a él y tomé su mano.

─¿Están en una relación? ─pregunté sonriéndole para animarlo.

Negó. Suspiró.

─ Es complicado, enana.

Suspiré.

─ Hoy somos dos. ─me recosté sobre sus piernas─. Desearía que fuera sencillo.

Sonrió, luego tomó uno de mis mechones y comenzó a jugar con ellos.

Nos quedamos hasta las diez de la noche, papá cocinó para nosotros. Comenzó a regañarlo porque era un desastre, pero terminó limpiando todo el lugar. Siempre se inmiscuye en lo que tiene que ver con Mikel, en realidad con los dos. Vimos una película, hasta que nos despedimos. No lo interrogué, aunque esperaba que en algún momento se animara a contármelo.

Es que era muy difícil de imaginar.

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Muchas gracias por llegar hasta aquí
❤️〰️❤️ significa que te he animado o te haz animado a seguir mi historia, que te ha gustado y que me apoyas.

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