CAPITULO XIII
No era novedad que mi familia se sintiera a gusto con Kenny en casa, prácticamente llegaba los fines de semana. Lo extraño en ello era que él conocía todo de mí, pero nosotros muy poco sobre él. Sin embargo papá nunca ha dudado de nuestra amistad y es por esa justa razón que le servía y preparaba el desayuno preferido del quisquilloso e impertinente amigo.
—. Deberías ser menos complaciente con él, papá.—dije mientras servía el jugo de naranja en la mesa. Kenny disfrutaba de un buen sándwich de jamón—. Luego será imposible sacárnoslo de encima.
—. Cómo si lo desearas.—leía sus labios. Luego esbozó una sonrisa y sus ojos me dieron una pasada que me puso nerviosa.
Jamás había hecho aquello.
—. Bueno, hoy tengo una cita.—papá por fin había aceptado la salida que Mikel había preparado para él—. No es como si me emocionara.
—Finjamos que no, papá.—me burlé—. No creo que te interese, después de haberte cambiado de camisa casi ocho veces o bañarte prácticamente de perfume.
—Sí, no creo que le emocione la idea para nada señor Thomas.—Kenny sonrió.
Papá cruzó los brazos algo nervioso, se miró por última vez en el espejo y salió.
—¿Crees que salga todo bien?
—Siempre las primeras citas son un fiasco.—concluyó.
No podía asegurar tal cosa, dado a que la mía el día de ayer había superado mis expectativas y hoy Daren me había escrito como había dicho. Tal vez aún no somos nada, pero me agradaba la idea de que lo sea. Sonreí mientras leía su mensaje. Me había enviado los buenos días.
— Creo que dormir conmigo te emocionó tanto.—aseguró desde la mesa.
Caminé hacia el sillón y encendí la televisión ignorándolo por completo. Sentía sus fuertes pasos venir hacia mí. Sabía lo que pasaría, se sentaría a mi lado y me abrazaría, un tipo de abrazo que demostraría que sólo somos amigos. Conocía esa jodida muestra de posesión. Sin embargo, eso no pasó, a diferencia de lo que pensaba, se sentó junto a mí y miró la televisión a una gran distancia de mi lado. Su mano la cruzó en el respaldar del mueble y sostuvo su cabeza.
—. Cámbialo.—exigió.
—No.—sostuve. La verdad no me gustaba ver discovery channel, pero quería joderlo.
—Cámbialo.—repitió.
—Yo tengo el control.—sostuve.
—. Deberías de dejar de insistir en ver algo que no te gusta, es un poco idiota de tu parte.—dijo. Sonaba molesto.
¿Pero qué mierda sucedía?
—Bueno, ahora me gustan cosas muy distintas.—dije, quería molestarlo e intentar que llegáramos al momento de las risas.
—. Sí, los Ken de plástico por ejemplos.
—¿Qué...? ¿Hablas de Daren?—no podía creer lo que estaba escuchando.
—¿Hay alguien más idiota a tu alrededor?—se excusó.
—Sí.—aseguré abrumada—. Tú.
—Es un tarado.—se bufó.
—Ni siquiera lo conoces.—no podía creer lo que decía—. Es atento, caballero y nos gustan las mismas cosas.
—Entonces vas y te fijas en el primero que te demuestra interés, típico.—susurró.
—¿Qué diablos te pasa? —grité molesta—¿No tengo derecho a salir con alguien que no seas tú y tu maldito narcisismo? Creí que te conocía, pero parece que no es así.
—. Me conoces.—exclamó—. Y es por eso que no me gusta para ti.
— Disculpa, pero no creo que debas opinar con quien deba o no salir. —estaba atónita—. ¿Entonces con quien debería salir? ¿Contigo?
No dijo nada. Se calló. ¿Por qué no decía nada? Giré mi rostro hacia la televisión, sostuve el control y cambié el canal. Estuvimos viendo caricaturas por una hora. No habías dicho nada, incluso reído del programa. ¿Me estaba torturando? ¿Desde cuándo comenzó a molestarle estas cosas?
Un frío tacto en mi mentón giró mi rostro. Kenny tomó mis labios contra los suyos y me besó. No era el momento para eso pero absurdamente los comparé y en definitiva éste estaba lleno de deseo, sus manos fueron hacia mi espalda y bajaron hasta mi cintura, me apretó fuerte haciendo que un sonido muy cerca a un gemido saliera de mi boca. Mi agitación estaba desbordada cuando sus labios llegaron a mi cuello y terminaron entre mis pequeños bustos, luego regresó a mi boca y mordió mi labio inferior. Se sentía muy caliente su tacto sobre mi piel, sus labios húmedos eran electrizantes en mi cuello y cuando subió a mi boca por tercera vez, se detuvo.
—¿Qué?—pregunté agitada cuando se separó abruptamente de mí, comenzaba a necesitar más de esa extraña sensación y la forma del beso.
—.Discúlpame.—susurró. Sus pupilas se habían dilatado. Salió espabilado de mi casa.
¿Qué mierda había sido eso?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top