CAPÍTULO 34: Nuevo ambiente
Ver a Luna desanimada en la mañana y jugando con su desayuno era una de las cosas más raras que había visto en mi vida. Normalmente se levanta con el aroma de la comida, viene a desayunar y me apresura para que la lleve a la escuela; hoy no es así.
—Rubita, ¿qué te pasa? ¿No te gusta tu omelette con jamón?
—Está ricolicioso, pero no quiero ir a la escuela —respondió desganada.
—Mi vida, te dije que hoy iré contigo y la tía Ally y yo nos encargaremos de todo.
—¿Y si no pueden? ¿Y si los niños siguen siendo malos conmigo? ¿Y si vuelven a creer que yo soy la mala?
—No, rubita. Prometo que las cosas se resolverán y volverás a sentirte cómoda en la escuela, pero para ello necesito que vayas.
—Tengo miedo.
—¿Miedo? ¿De qué?
—De que las cosas no mejoren —hizo un puchero.
—No seas pesimista, princesa —acaricié su cabello.
—¿Qué es pesimista?
—Es cuando solo le ves el lado negativo a las situaciones y te empeñas en creer que no tienen solución.
—Es feo ser pesimista —dijo pensativa.
—Exacto. ¿Qué tal si somos optimistas en esta situación?
—¿Y qué es optimista?
—Lo contrario a pesimista. Es ver el lado bueno y confiar en que todo se puede resolver.
—Eso suena mejor.
—Sí. ¿Entonces qué tal? ¿Quieres ser pesimista u optimista?
—Optimista me gusta más —sonrió.
—Tomemos esa actitud entonces y termina tu desayuno antes de que llegue la tía Ally.
—Oki doki.
(...)
La directora había convocado una especie de reunión entre Ally, Luna, Phillips, Amy y los padres de los tres niños que comenzaron el acoso hacia mi hija. Les explicamos el motivo de la cita y las causas por los cuales la rubita se estaba comportando de aquella forma errática. También aclaramos todo lo referente a la adopción de la niña y que su mal comportamiento no tenía absolutamente nada que ver con la inestabilidad familiar que vivió casi toda su vida, al contrario, es una pequeña muy tierna y bien portada a pesar de ello.
—¿O sea que todo fue a causa de unos inocentes comentarios de nuestros hijos? —recapituló una de las madres, apoyando las manos sobre los hombros de su hijo.
—Disculpe, señora, pero no fueron inocentes comentarios —objeté—. Fueron palabras hirientes que día tras día le echaban en cara a mi hija.
—Los niños son crueles —dijo el padre de otra niña, restándole importancia.
—Sí, los niños pueden llegar a ser crueles porque no tienen consciencia del peso de sus palabras —respondió Amy—. Por eso es nuestro deber como educadores y de ustedes como padres enseñarles que no está bien agredir verbalmente a sus compañeros por su situación familiar. Hoy son supuestos comentarios inocentes, pero mañana puede escalar a un tipo de bullying.
—Concuerdo con la profesora Richardson —acotó la directora—. Está mal acosar de esta forma a sus compañeros —se dirigió a los pequeños—, quizás ustedes no lo entiendan, pero Luna es una niña muy especial y aunque no sea biológicamente, la Sra. Parker es su mamá. Hirieron sus sentimientos y le deben una disculpa.
—La señora directora tiene razón. Le debes una disculpa a Luna, Katie —dijo la madre de la tercera niña que hasta entonces se había mantenido callada.
La pequeña castaña miró a sus padres avergonzada y luego caminó hacia nosotras.
—Lo siento, Luna. No sabía que te había hecho sentir mal —dijo con timidez.
—Yo también lo siento —agregó el pequeño pelinegro—. Era divertido molestarte y hacerte enojar, pero mi intención no era lastimarte.
—Y yo —añadió la niña rubia—. Ya no es divertido. Lo siento.
La rubita simplemente asintió en respuesta y les dedicó una débil sonrisita. No esperaba más que eso después de todos los malos ratos que le hicieron pasar.
—Bien hecho, niños. Pero lamento informarles que tendrán tres días de suspensión —dijo Christensen.
—¿¡Tres días!? —espetó uno de los padres.
—Pero nuestros hijos no fueron los únicos que molestaron a Luna, tendrían que suspender a todo el salón —añadió una de las madres.
—Pues sí, y créame que también le aplicaré un correctivo al resto de los niños. Pero fueron sus hijos quienes iniciaron este problema y Luna también enfrentó dicha suspensión, y peor aún, injustificadamente. Solo estoy siendo justa.
—Eso lo entiendo —suspiró otra de las madres—. ¿Qué tanto puede afectar esta suspensión a nuestros hijos?
—Académicamente no afectará —respondió—. En cuanto a sus expedientes, no pretendo mancharlos, llamémoslo un llamado de atención educativo —se giró hacia mí—. Ahora en cuanto a usted, Sra. Parker, dijo tener unas peticiones que gustosamente cumpliré para compensar los daños causados a su hija. ¿Cuáles son?
—Con el respeto que se merece la profesora Phillips, me gustaría cambiar a Luna de grupo. Admiro su trabajo en el ámbito académico, pero mi hija necesita a alguien que la ayude con sus inseguridades emocionales, y me demostró que no es esa persona.
—Lo entiendo —dijo Esther con un tono que demostraba su inconformidad y cierta molestia, pero me importaba poco después de la falta de protección que le brindó a mi niña.
—¿A qué grupo le gustaría trasladarla? —preguntó la directora.
—Si me disculpa, señora directora —intervino Amy—, me gustaría tomar a Luna en mi grupo. Conozco a la pequeña y a la Sra. Parker de antemano, pero le aseguro que nuestra amistad no influirá en mi trabajo.
La propuesta de Amy me había tomado por sorpresa. Sabía que me ayudaría con esto, pero no que tenía pensado acoger a Luna en su salón, eso sería lo ideal.
—No veo inconveniente —asintió.
—Por mí está perfecto —sonreí.
—¿Y tú que dices, Luna? —preguntó Amy—. ¿Te gustaría que fuera tu profesora?
Observamos a la rubita, que hizo una pequeña mueca y acto seguido asintió.
—Sí, me gustaría —respondió con timidez, pero decisión.
—Perfecto. En ese caso puedes iniciar hoy mismo —Christensen le sonrió a Luna y luego se giró hacia las maestras—. Y no les quito más tiempo de clases, profesoras, pueden regresar a sus respectivos salones.
Tomé a la rubita de la mano y junto a mis amigas, salimos de la oficina que la directora había designado para la reunión mientras que los padres restantes se quedaron ultimando detalles con Christensen. Caminamos hacia el salón de Amy que quedaba justo al lado del de Esther.
—Bien, Luna, ya todo está resuelto —le sonrió Ally, intentando darle ánimos, pero la niña no parecía estar contenta.
—¿Pasa algo, rubita? —me agaché, quedando a su altura.
—Tengo miedo. ¿Y si aquí también me tratan mal y son malos conmigo? —especuló, jugando con sus manitas.
—No será así, Luna. Ahora yo soy tu profesora y será totalmente diferente para ti —sonrió Amy.
—No lo sé... —murmuró cabizbaja.
—¿Recuerdas lo que te dije hoy sobre ser pesimista u optimista? —inquirí.
—Sí.
—¿Y qué prefieres ser?
—Optimista, pero es difícil —hizo una mueca.
—¿Y recuerdas cuando dije que me encargaría de todo para que volvieras a sentirte cómoda aquí?
—Anjá.
—Pues eso voy a hacer ahora —me levanté y me giré hacia Amy—. ¿Crees que pueda entrar al aula con ella? Para que se sienta más segura.
—Por supuesto. Y Ally también puede venir.
—Genial —sonreí.
Ingresamos al salón en el que había una gran algarabía provocada por los niños. En cuanto Amy se posicionó frente al pizarrón y carraspeó, el silencio se hizo presente. A eso yo le llamo imponer disciplina.
—Quiero presentarles a una nueva compañera que se incorpora hoy —comenzó a decir, haciéndole un ademán a la rubita para que se posicionara a su lado—. Ella es Luna. En su salón anterior no lo pasó nada bien, pero estoy segura de que aquí la haremos sentir como en casa, ¿verdad?
Un largo ''Sí'' al unísono fue la respuesta de los pequeños.
—Luna, ¿te gustaría presentarte a la clase? —le murmuró Amy.
—¿Tengo que hacerlo? —se ocultó detrás de ella.
—No si no quieres, pero así tus nuevos compañeros te conocerían un poco mejor.
Luna se giró hacia mí y me miró buscando algún tipo de aprobación. Asentí y le sonreí para que se sintiera más segura.
—Ok, lo haré —caminó unos pocos pasos más delante de Amy desde donde toda la clase podría verla—. Hola, me llamo Luna. Me gusta mucho el chocolate y mezclar las palabras —me miró y me señaló—. Ella es Gina Parker, mi mamá. No es mi madre biológica, pero es mi madre sustituta y me va a adoptar. En mi antiguo salón me molestaban por eso, pero yo sé que ella me ama mucho. Espero caerles bien a todos.
Eso, sin lugar a dudas, fue lo más enternecedor que podía haber escuchado.
—Listo, Luna. Lo hiciste muy bien. Ahora ya puedes ir a tomar asiento —dijo Amy.
La rubita corrió hacia mí y me sonrió.
—Adiós, mamá.
Mamá.
Esa sencilla palabra que guardaba un significado tan especial seguía emocionándome cada vez que salía de la boca de mi hija. Demuestra que nuestro lazo fraternal se ha conformado del todo y nada me hace más feliz que eso.
—Que tengas un buen día, mi amor. Te quiero.
—Yo también.
Caminó hacia los asientos y se sentó en uno libre al lado de una niña con gafas.
—Creo que esta es nuestra señal para irnos, Gin —murmuró Ally.
—Sí, eso creo —reí por lo bajo.
Amy me miró y alzó un pulgar indicando que todo estaba en orden, y la verdad sí estaba más tranquila.
(...)
—Gina, es la quinta taza de café que te bebes —resopló mi mejor amiga—. Hay un límite de cafeína que puede soportar el cuerpo, lo sabes, ¿verdad?
Dejé la taza sobre mi buró y suspiré cansada.
—Es por ansiedad, Ally. Estoy preocupada por mi rubita.
—La dejaste en buenas manos. Estamos hablando de Amy, la primera persona con la que creó un vínculo después de nosotras.
—Debería despreocuparme, ¿cierto?
—Anjá. Ya arreglaste el asunto de Luna, ahora hablemos de Anne. ¿Cómo le va a Patrick con la investigación?
—Después del permiso que conseguiste y con el regreso de Raquel, ya están en función de buscar los archivos de Anne en el orfanato. Solo debo esperar la llamada de Patrick.
—Patrick es muy eficiente. Ha resumido una investigación que podría tardar años a unos dos meses aproximadamente.
—Sí, es muy bueno en su trabajo —asentí.
—O quizás le pone empeño de más por tratarse de ti —sonrió pícaramente.
—¿Qué insinúas, Allison? —entorné los ojos en su dirección.
—Lo obvio. Le atraes y se nota.
—Es solo un amigo.
—¿No te gusta ni un poco?
—Sinceramente no. Es muy guapo y tiene muchas cualidades, pero en esta etapa de mi vida quiero concentrarme cien por ciento en mis hijas. El amor puede esperar.
—¿Y si el amor se cansa de esperar y toca a tu puerta sin previo aviso?
—En ese caso ya veré que hago, por ahora no me interesa tocar temas de amor.
—Gina, sé sincera conmigo. ¿Derek aún está en tu corazón?
—Ally, Derek jamás saldrá de mi corazón. Fue el amor de mi vida y el padre de Anne. Cualquier amor que venga en el futuro tendrá unos enormes zapatos que llenar.
—Me da un poco de miedo que sigas aferrada al recuerdo de Derek. Y sé que tu prioridad en este momento son tus hijas, pero piensa en que en algún momento necesitarán un padre. ¿Piensas mostrarles una fotografía de él el resto de su vida?
No había pensado en eso. Quizás ahora no lo tomen muy en cuenta, pero eventualmente Luna y Anne necesitarán una figura paterna, algo que en esta etapa no me siento capaz de brindarles.
—Necesito más café.
(...)
Hora de recoger a Luna a la escuela. Mis nervios eran tales que comenzaron a sudarme las manos. Confiaba en que Amy haría sentir bien a mi pequeña, pero aun así estaba temerosa ante la idea de que no se sintiera cómoda o no fuera capaz de desenvolverse por su mala experiencia anterior.
Esperé pacientemente frente a la entrada de la escuela a que mi hija saliera pasados unos minutos de haber sonado la campana. Busqué entre la multitud la despeinada cabellera rubia, pero no vi rastro de ella. Pensé en entrar a buscarla, pero noté que estaba siendo demasiado paranoica, así que esperé un poco más.
Unos minutos después, la vi salir de mano con Amy. Efectivamente su cabello estaba tan despeinado como me lo temía. Traté de descifrar la expresión de Luna, algún indicio de que le había ido bien o mal, pero nada, su expresión era neutral.
—Hola, mamá —dijo en un tono igual de neutro que su expresión.
—Hola, princesa. ¿Cómo te fue?
—Pues... —frunció ligeramente los labios, lo cual me puso algo nerviosa—...¡fantabuloso! —chilló.
—¿En serio? —sonreí.
—Sí. ¿Recuerdas a Rachel, Vivi y Milly, mis amigas de Central Park? ¡Estudian en ese salón! ¡Y Tommy también! Y la niña junto a la que me senté se llama Samy y es un poco tímida como yo, pero también le encantan los libros. Además, no soy la única niña adoptada, hay dos más en el salón, así que nadie me molestó. Y los amigos de Tommy dijeron que eres muy bonita. Y jugamos todos juntos en el recreo. Y...
—¡Tranquila, rubita! Respira. Lo has dicho todo tan de golpe que apenas he podido procesar la mitad.
—Lo siento. ¡Es que estoy muy emocionada! —comenzó a dar pequeños saltitos.
—Todo estuvo fantabuloso con ella —sonrió Amy—. Sus compañeritos la adoraron y si bien al principio estaba un poco cohibida a la hora de interactuar con ellos, logró integrarse bastante bien. Vivi, Rachel, Milly, Tommy y Samy fueron de gran ayuda en ese aspecto.
—Me alegra que hayas hecho nuevos amigos —acaricié su pequeño rostro.
—¿Podemos invitarlos un día al penthouse? ¡Porfiiisss! —pidió juntando ambas manitas.
—Primero debo hablar con los padres de los niños, pero por mí no hay problema.
—¡Extraorditástico! —sonrió.
—Amo verla tan contenta —le comenté a mi amiga—. Gracias, Amy. Todo esto es gracias a ti.
—Ella solo necesitaba un cambio de ambiente y sentirse más a gusto, el resto lo hizo solita.
—Estoy muy orgullosa de ti —abracé a mi pequeña.
—Tenías razón, debía ser optimista.
—Y sonreír.
—Sí, incluso cuando el mundo hace todo para que estés triste, tú solo sonríe y todo estará bien.
—Esa es mi frase y esa es la actitud que me gusta ver en ti.
Mi móvil comenzó a sonar en el interior de mi bolso. Ya que estaba a la espera de la llamada de Patrick, me apresuré a sacarlo y en efecto, era él. Contesté la llamada y llevé el teléfono a mi oreja.
—Hola, Patrick.
—Hola, Gin. Te tengo buenas noticias.
Mi corazón rebosó alegría y espectación al escuchar esas palabras. Quizás mi hijita aún estaba en aquel orfanato. Quizás no había nadie dispuesto a adoptarla aún. Quizás estaba en alguna casa de acogida. O quizás simplemente la habían trasladado a otro orfanato.
—Dime que sabes dónde puede estar Anne ahora —casi sonó como una súplica.
—Mejor aún. Ya la encontré.
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Nuevo capítuloo!!!!
¡Luna se siente fantabulosa en su nuevo ambiente! ¿Qué les parece?
¡Patrick ya encontró a Anne! ¿Qué pronostican para el próximo cap?
Besos de Karina K.love 😉
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