REVELACIONES - 5 -
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Respira.
Solo respira.
Era lo único que quería hacer, respirar, diciéndome a mí mismo que lo hiciera, pero, no importaba cuanto aire inhalara, no podía controlar los latidos de mi corazón. Estaba haciendo mi mejor esfuerzo para tener un rostro serio, pero estaba entrando en pánico, eso era notorio por cómo me comenzaba a poner pálido.
Respira, ¡Pedazo de mierda, respira!
ONU está mirándome de reojo, si se da cuenta de que estoy por entrar en pánico se decepcionará, no puedo, no cuando estamos aquí, en mi isla, en el gran salón, donde ONU al fin anunciará mi lugar en el TOP. No puedo, no puedo hacerlo, no puedo dejar que nadie vea que estoy a punto de perder el control, no puedo.
¡Maldita sea!
Solo escucho los rayos por fuera de mi isla, y las miradas de reojo de ONU mientras habla sobre mí. ¿Lo sabe? ¿Sabe que estoy mal? ¿Cómo lo sabe? ¿Es mi rostro? ¿Mi rostro me esta delatando? Practiqué mucho, por años, tratando de ser perfecto para ti, pero elegiste el peor momento para dar el anuncio, y si, sé que todos vinieron aquí para escuchar eso, pero realmente en este momento necesito aire.
Escucho que están aplaudiendo, ¿qué fue lo que dijo ONU? ¿Qué está diciendo? ¿Por qué lo veo mover la boca con el micrófono, pero solo puedo escuchar mi corazón en la cabeza? Necesito aire, necesito un poco de aire, necesito que todos se larguen de mi isla, necesito estar solo...
¡Muévanse malditas piernas, muévanse! ¡Sáquenme de aquí!
— ... Borislav, felicidades.
Inhala.
Exhala.
Inhala.
Exhala.
¿Felicidades de qué?
¿Por qué todos me están mirando? ¿Por qué mamá está llorando orgulloso? ¿Por qué papá me sonrió? ¿Qué pasó? ¿Qué está pasando?
— Boris, ven, di unas palabras. — dijo ONU mirándome.
Solo pude verlo, y al fin mis piernas se movieron a donde estaba. Sentía que en cualquier momento acabaría en el suelo, pero entonces miré la pantalla frente a mí, y vi el número que tengo en el TOP. Allí estaba, por lo que había trabajado todo este tiempo, allí, mi nombre, en el maldito número uno.
Era la mejor economía mundial, lo era, lo logré solo, y solo tenía ganas de vomitar.
Había destronado a USA, lo había conseguido, había pateado a padre y a China, a Luxemburgo, a emiratos, joder, a Suiza, a los nórdicos, a todos, era un momento de gloria para mí, pero lo único que pasaba por mi mente, era querer huir lo más rápido que pudiera de allí.
— Borislav. — la voz severa de ONU hablándome, mientras clava esos ojos azules en mí. — Habla.
— ...
Solo pude caminar al estrado y ver a todos los country que me miraban, y yo no tenía idea si al abrir la boca iba a salir algo coherente o iba a vomitar allí.
— ... Gracias. — dije, viendo mis manos temblar. — Gracias por venir, gracias por acompañarme en este momento... con permiso.
Y acabé caminando a las escaleras, bajar, y salir de ese salón sin decir nada más.
Solo pude seguir caminando por los pasillos, hasta que sentí unas alas de cristal rodeándome y jalándome de golpe, para acabar entre los brazos de ONU, quien sujetaba con firmeza y algo de fuerza mis hombros. Le estoy dando la espalda, pero solo por como postra sus manos en mis hombros sé que está furioso, ¿por qué estas furioso? Lo hice, ¿no? ¿Soy el mejor? Ya soy el número uno, ¿qué más quieres de mí?
— ¿Qué diablos fue eso? — dijo, con todas sus ganas tratando de contener su ira. — Eres el número uno, lo que querías, estar por encima de todos, nuestra meta en conjunto y lo único que dices es eso. Debiste dejarles en claro ahora quien es el jefe.
— No puedo.
— ¿Por qué no? ¿Qué es lo que te detiene?
— ONU, por favor, no ahora. — dije cubriendo mi rostro. — Por favor, por favor, déjame solo... Necesito aire, quiero salir.
— No, habla conmigo, ¿qué pasa? — dijo con un tono de preocupación en su voz. — Boris, no puedes seguir huyendo, habla conmigo, dime qué pasa...
— ¡QUÉ ME SUELTES, MIERDA!
Esa ventisca que abrió todas las ventanas del pasillo, azotando con fuerza sacaron de balance a ONU, haciéndolo tropezar.
— ¡Ya soy el maldito número uno! ¡Ya lo soy! ¿Qué más quieres? ¿Desde cuándo tengo que hablar contigo de todo lo que me pasa? Solo me ayudaste, no me trates como si fuera tu maldito perro, maldición. ¡DÉJAME SOLO!
— Boris, tienes que calmarte.
Lo veía tranquilo, pero sus ojos solo miraban el exterior de mi isla, viendo los estragos de esa maldita tormenta. ¿Qué haces? ¿Por qué estas concentrado en lo que pasa en mi isla? ¿Qué es lo que diablos está pasando?
— Dime, ¿qué es lo que sucede? Te ayudaré. — dijo levantándose, tratando de tranquilizarme. — No hay nada que no hiciera para ayudarte. Lo haré, así que dime que es lo que quieres, siempre te ayudaré. Eres mi pequeño...
— No puedes ayudarme, solo regodéate de que logramos el objetivo. — finalicé. — Y no soy nada de ti, ¿no tú lo dijiste? No eres nada de nadie, solo eres quien nos regula, así que no vengas a decirme que súbitamente me tienes cariño.
Y sabía, sabía que esas alas de plumaje, que estaban a punto de rodearme, era para que pudiera abrazarme, sabía que ONU quería consolarme, y quería eso, quería sentir sus brazos diciéndome que todo estaría bien, pero...
Pero... el maldito "pero" ...
"... no quiero morir..."
Cuando me di cuenta, de que sus alas me rodeaban, lo único que hice fue golpearlas. El quejido de dolor de ONU, es algo que nunca voy a olvidar, porque era la primera vez, desde que nos conocemos, que escuchaba una señal de dolor proveniente de él. Y lo peor, es que había lastimado a mi amigo, al único que tuve cuando estaba solo en un mundo nuevo.
El había puesto sus alas con plumaje, cuando estas son frágiles, para abrazarme y no resultara dañado. Él quería consolarme, como lo hacía cuando era un niño que apenas conocía el mundo, envolviéndome en esas suaves alas de ángel y acabar por abrazarme para que me tranquilizara. Pero ahora, pude sentir cuándo golpeé con fuerza una, pude sentir haberle roto algo.
Lo había hecho, lo había lastimado cuando él en ningún momento trató de dañarme.
— ONU, ONU lo lamento...
— Felicidades por tu objetivo, lo hiciste bien. — concluyó guardando sus alas, haciendo una suave mueca de dolor para después darme la espalda. — Si necesitas ayuda con tus trámites, agenda una cita con mis ángeles, mi agenda no esta tan llena estos días.
— ONU, curaré tus alas, solo dame un momento y... — era la primera vez que sentía lo filosas que eran cuando las convertía en cristal, no las clavó en mí, como lo he visto hacerlo, solo las acercó, a mi cuerpo, donde podía ver ciertas plumas de cristal con grietas, maldición, debe doler como el infierno volverlas a sacar cuando está herido.
— No me gusta que me toquen. — comentó mirándome. — Agenda una cita.
— ONU, puedo curarlas, solo déjame. — y sentí el roce, solo un suave roce en mi piel, de advertencia a mi mano, cuando traté de tocarlo. Ardía como una cortada con papel.
— Está es mi última advertencia Isla Borislav, una vez más, una simple cosa que hagas fuera de lugar. — Realmente nunca había visto sus ojos tan serios para mí, me dan miedo. — Y te veré en mi casa para tu castigo.
— ... ONU...
— Felicidades, por tu ascenso, poco a poco comienzas a ser como todos en el TOP, que decepción, pensé que eras especial. Mi error, con permiso.
No me salieron las palabras, no me salió nada.
Solo pude verlo dar media vuelta, guardando sus alas y regresar caminando al salón.
He estado con él por años, pero es la primera vez que lo veía mirándome de esa forma, no solo decepcionado, sino, como si no significara nada para él ya. ¿Ha dejado de quererme? ¿Lo ha hecho? No, no puedo pensar en esto, no ahora, no otra carga, necesito respirar.
Pero... me duele. Lo único que quería era que se sintiera orgulloso de mi, y solo acabé arruinándolo.
Siempre arruinándolo, no importa lo que haga, acabo perdiendo todo de una forma.
Así que salí del hotel, para sentir la ventisca de aire en mi cuerpo, sintiendo la arena al correr por la playa, sintiendo la tormenta azotando mientras la ventisca me dejaba sin aliento, sintiendo mis runas brillar y los Astra salir del mar mirándome.
— ¿Qué es lo que quieres que recuerde? — dije al aire, iluso, esperando una respuesta que no llegaría. — ¿Qué es lo que debo de recordar? ¿Qué tengo que recordar? ¡Las tormentas no paran en mi isla! ¡¿Qué es lo que quieres de mí?! — dije, mirando todo ese cielo nublado.
Y acabé por verlo.
Una serpiente rodeando una de las piernas de mis Astra para poco a poco acercarse a mí, comenzando a subir lentamente por mi pierna, hasta posicionarse alrededor de mi cuello, sintiendo su cabeza en mi mejilla derecha, cerca de mi oreja.
— ¿Quetzalcóatl? — dije al aire.
La serpiente siseó, cerca de mi oído, y después solo descendió de mí, para esconderse debajo de unas runas de los Bosla, donde se tallaron runas antiguas de mi isla.
— ¿Las runas antiguas? — dije, mirando esa piedra tallada.
A decir verdad, no las entendía. Es una investigación a cargo de Orión, y lo único que sabemos de ellas, es que están alineadas a diferentes constelaciones. Pero, tal vez era momento de escarbar más en el pasado.
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Los ojos violetas vieron regresar a la organización, pero su hijo no se encontraba con él.
Miró a su derecha buscando al mexicano, pero USA estaba hablando con él. Así que solo caminó entre la multitud para ir a ver a su hijo, pero, no esperaba que alguien sostuviera su brazo. Menos cuando volteó a ver esos ojos naranjas intensos mirándole, con un tenue sonrojo en sus mejillas, y ese cabello negro adornaba el vistoso rostro de aquel tipo.
— Rusia... ¿Cómo estás?
— Bien, Finlandia, ¿qué pasa? — dijo el ruso mirando de reojo la puerta.
— Tu hijo... — solo con esas palabras pronunciadas, la mirada violeta fue a parar a la naranja. — Ah... tu hijo, si, tu hijo, él firmo un contrato con nosotros, por eso de lo de relación a terceros, y como tú tienes un convenio con él, eso quiere decir que somos socios a cierto nivel, y pensaba, en que deberíamos firmar para poder trabajar juntos de cerca, al fin y al cabo, somos cercanos, ¿no?
Se detuvo unos segundos en la mirada naranja, para ver a la puerta y después ver hacia donde el mexicano parecía hablar algo con un USA desesperado, parecía que estaba tratando de calmarlo junto a Perú. La noticia der que Boris está en la cima del TOP definitivamente afectaba a todos, pero, realmente no le importaba eso, su hijo había salido con una mirada perdida. Y él la conocía, había visto ese rostro en él mismo.
Tenía que ayudarlo, Boris estaba perdiendo la cabeza y nadie parecía darse cuenta de ello.
Tenía...
— ¿Rusia?
— Am... — el ruso miró el rostro del finlandés y después sonrió suavemente. — ¿Supongo? Quiero decir, si quieres hacer un trato conmigo, claro, no me voy a oponer, he trabajado con ustedes hace muchos años, Finn.
— ¿Puedes decirlo de nuevo?
— ¿Eh?
— "Finn", solo tú me llamas así. — y el ruso volvió a poner su vista en esos ojos naranja brillantes que eran adornados por un sonrojo creciente.
— Finn. — dijo el ruso confundido. — ¿Podemos hablar de esto más...
— Siempre he querido trabajar solo los dos. — comentó el finlandés. — Siempre hay un trato en conjunto con mis hermanos y solemos visitarte en conjunto, pero me gustaría que estrecháramos más nuestras relaciones y me consideres tu socio como consideras a China. Yo también tengo mucho tiempo de conocerte.
— ¿Eh?
El ruso vio salir al sueco del salón y eso le relajó un poco. Boris quería a Suecia, así que, si Suecia iba con él, lo más seguro es que su pequeño se tranquilizara, aun así, quería ir a buscarlo.
— Quiero decir, estaré feliz de trabajar contigo, y si en un futuro quieres hacer tratos solo conmigo, lo haremos.
— Claro. — respondió el ruso mirándole.
Y hubo un silencio.
El ruso no entendía mucho a Finlandia, solía poner ese rostro que nunca pone con los demás. ¿Se sentía intimidado? Bueno, era verdad que era la persona más alta y grande allí, pero, era más como un gigante amable, no quería que el finlandés se sintiera incómodo con su presencia, pero parecía que sí.
— Finlandia. — dijo el ruso acaparando toda la atención del nórdico. — No tengo problemas en hacer tratos contigo, incluso, me agradas. Sé que tenías problemas con URSS, pero, al fin y al cabo, no soy él, y siempre te he considerado un colega, estas siempre dispuesto a ayudarme, y aprecio eso. Eres un país que me gusta tener cerca. Además, ambos podemos divertirnos mucho en la nieve.
Y esa dulce sonrisa apareció en el rostro del ruso. En ese rostro perfecto y varonil, apareció la sonrisa más atractiva, dulce y ardiente de todas. El ruso definitivamente era una obra de arte, esculpido con el más fino de los detalles. Con ese cabello salvaje blanco—gris, con esos ojos potentes y violetas, con ese cuerpo...
Finlandia podía sentir muchas fantasías pasando por su cabeza.
— Seamos socios. — y la mano del ruso se estiró, ofreciéndola para que el finlandés la estrechara, cerrando el trato.
El ruso sintió la mano contraria tomar su mano, estrechándola.
Pero.
Igual sintió un tirón que lo sacó de balance y lo acercó al finlandés, casi cayendo sobre él, donde después sintió ardor cuando los colmillos del nórdico se clavaron en su cuello. Fueron segundos, segundos que habían sido un gran atrevimiento, una falta de respeto total, un gran error. La compatibilidad de los países puede provocar un frenesí de excitación dependiendo las relaciones de los humanos, al igual que su fauna y flora, como historia.
Y el ruso siempre ha sido compatible con el finlandés, siempre es algo sabido que el frio nórdico se une con la ventisca rusa de vez en cuando. Eran colegas, se apreciaban, es por eso, que todos sus tratos eran a través de bolsas de sangre, para evitar que el frenesí se activara en ambos y provocara un momento bochornoso.
Pero no, no esta vez, no cuando el finlandés había mordido sin permiso al ruso. Solo sentía su temperatura subir, y sus ganas de estar cerca del nórdico aumentando más de lo que pensaba que podían aumentar.
— ¿Quieres ir a mi habitación, Rusia? — susurró de manera erótica el finlandés en el oído del ex soviético. — ¿Quieres desnudarme y tomarme? Sabes que puedes hacerlo. O mejor aún, abre tus piernas para mí. Mírame... me parezco a tu amado Prusia, ¿no quieres aprovechar eso?
Esas palabras resonando en su cabeza, el sentir los lazos estrechándose cuando hay compatibilidad de sangre, él sentir esos recursos fluir, solo hizo al ruso acabar por morder al finlandés, pegándolo a él, cosa que el nórdico disfrutó. Rodeándolo con sus brazos, sintiendo esa espalda ancha perfecta, ese dulce aroma, el cuerpo del hombre que quiere al fin entre sus brazos, deseándole, mientras absorbe recursos sin parar.
Al fin suyo.
Pero, sabía que no sería tan fácil.
— Ahora si ya valiste madres...
— ... mierda.
Solo pudo sentir el ardor del golpe en su rostro, cuando el mexicano golpeó de lleno. Alejándolo de Rusia, mientras USA sostenía al soviético, el mexicano no dejaba de golpearlo. Podía sentir la voz de Dinamarca en su cabeza, "no te metas con nada de México." Si, sabía que su hermana lo había advertido, pero, ¿qué se supone que tenía que hacer si lo que tiene el mexicano es lo que quiere?
Antes de que el latino le rompiera la mandíbula, acabó por sonreír y soltar un poco de fuego, solo un poco de fuego suyo, derretiría cualquier cosa, el mexicano quedaría con un rostro derretido apenas sintiera las llamas tocándole.
Pero eso no ocurrió.
Y el nórdico no podía creerlo.
El fuego de Helheim no era fuego en sí, tenía la apariencia, pero, era algo diferente, algo suyo, algo que debería matar apenas toca. Era imposible, era imposible ver el rostro lleno de ira del latino, siendo abrazado por las llamas sin recibir un daño alguno. Solo sintió otro golpe en su rostro que definitivamente acabó por romperle la mandíbula.
Maldito sea el día que olvidó que México es campeón mundial de boxeo.
¿Dónde diablos estaba su maldita hermana cuando se necesita?
¿Dónde diablos estaba Suecia?
¿Dónde?
— ¡Espera, Noruega! — esa voz definitivamente era del colombiano.
Solo pudo ver al noruego soltando un quejido de dolor cuando un poco del fuego de su hermano lo tocó, pero, acabó por quitarle al latino de encima. El noruego había logrado sacarle algo de sangre al mexicano, se notaba en su brazo, una herida de una garra. Por supuesto, no hay nadie mejor, para luchar cuerpo a cuerpo, que Fenrir, el lobo nórdico, nacido con la habilidad de matar dioses.
México no era un dios, pero, en fuerza siempre iba a ganar Noruega.
— Acepto el tiro, ustedes dos contra mí solo. Ya me chingué a uno, ahora vamos con la vieja de Colombia.
— ¡Basta, México! — gritó el colombiano poniéndose enfrente del noruego. — ¡Ya está! ¡Ya pasó!
— ¡No hasta que mate a ese hijo de puta que quiso abusar de mi novio!
Tuvo que ser el peruano quien quitara de nuevo a México de encima de Finlandia, y lo sujetara para que dejara de golpearlo. El colombiano rápidamente se acercó al finlandés junto al noruego, e Islandia, quien cortaba su muñeca para comenzar a curar las heridas de su querido hermano.
— ¡Si vuelves a usar la compatibilidad de sangre a tu ventaja hijo de tu puta madre, te mato cabrón! ¡No toques a mi Rusia, pinche puto simp de cagada!
— ¡México, basta! — gritó el peruano jalándolo con él.
— ¡Te voy a matar maldito dragón de mierda! ¡Lo juro! ¡Todos los nórdicos son una maldita mierda! ¡Sería mejor si no existieran!
— ¡México! — tuvo que ser el americano sosteniéndole el rostro para que lo viera, y el latino comenzará a relajarse. — Rusia te necesita, sigue un poco alterado por la sangre. Tranquilízate, pendejo.
Esa última palabra en español hizo reaccionar al latino, que rápidamente se acercó al ruso, revisándolo y manteniéndolo cerca de él. El peruano suspiró, y el americano le sujeto la cintura, mirando al finlandés ya casi en su totalidad recuperado, al final, los nórdicos son rápidos de sanar.
— Lo que dijo México, por dos. Si quieres a Rusia, has fila como todos, maldito subnormal.
— ¡Ja! — dijo el finlandés poniéndose de pie. — Que su chihuahua se ponga así, lo hace muchísimo más interesante.
— Finlandia.
Esa voz retumbo en los oídos de todos cuando la ONU se acercó con la OMS a la escena. La ONU miró lo que pasaba, así que solo caminó hacia el ruso, viendo como poco a poco recobraba la conciencia, y después acabo por mirar hacia el finlandés caminando hacia él.
— Finlandia, mordiste a alguien sin su consentimiento. — dijo la organización. — Esto es una falta grave. ¿Valió la pena?
— ... valió jodidamente toda la pena del mundo. — dijo el finlandés a lo que la ONU sonrió.
— Bueno.
Y solo dejó salir una de sus alas, que acabaron empalando al finlandés, dejando que la sangre del nórdico embarrara ese dulce plumaje de cristal, alzándolo en los aires. Comenzando a caminar a la salida.
— Me llevaré a Finlandia para que reciba su castigo, los demás pueden seguir celebrando que el joven Borislav está en el top, y disfrutando de su isla, OMS, cuando termines con Rusia, ven a mi habitación, el señor Finlandia te necesitará en unas horas.
Y eso fue todo, Finlandia había sido tomado por ONU, Rusia comenzaba a despertar del estado de frenesí, y el noruego, veía en sus manos aun rastro de la sangre del mexicano. El fuego de Finlandia destruye todo, pero al mexicano no le había hecho nada en absoluto. Sin en cambio, cuando hizo crecer sus garras en su mano, pudo sentir debilidad del mexicano, pudo atravesarle la piel, y ahora mirando la herida del latino, tiene una cicatriz formándose.
¿No puede curarla por completo?
El noruego solo podía observar al latino, hasta que este volteo a verle. Y frunció el ceño, mirándole con el mayor desprecio posible que alguien lo haya mirado.
— ¿Noruega? — la voz del colombiano lo hizo reaccionar.
— ¿Eh?
— ¿Estas bien?
— Si, es solo que, mis garras están diseñadas para matar dioses, al menos eso dice la historia. Sé que los dioses solo es una creencia, pero, fue la primera vez, que se sintió diferente.
Y ante la distracción del noruego, el latino apretaba los puños mientras sostenía al ruso. Y en el Mictlán el cielo comenzaba a alterarse, era una señal, una que a ningún dios le gustaba. El gran Ometéolt estaba fúrico, y nunca es buena señal, tener a un dios de la creación, molesto.
Y peor aún, cuando un italiano soltaba una sonrisa, viendo que el maldito de Griego tenía razón. La debilidad de México es su corazón, y el corazón de él reside en aquél que lo robó en diciembre, y la otra parte, en aquel niño nacido en el punto de quiebre.
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Los tacones los ponía en sus pies.
Al igual que arreglaba su vestido para acomodarlo de la mejor forma.
Había peinado su cabello, y estaba mirándose en un espejo, mirando esa fuerte y penetrante mirada amarilla, viendo su cabello rojo adornar ese hermoso rostro lleno de belleza y feminidad. Dinamarca era simplemente hermosa, era como ver pasión hecha persona. Una hermosa mujer pelirroja, alta, con espectacular cuerpo, sin ninguna imperfección. Ese era su reflejo. Una persona perfecta en todo. Perfecta economía, perfecto manejo social, perfecta estabilidad, perfecta calidad de vida, todo... Era un maravilloso reflejo, la líder de los nórdicos, la guía al Valhalla, el águila sin nombre que puede ver todos los reinos y todo lo que quiera.
Era un hermoso reflejo, pero simplemente no era su verdadero ser.
Hace siglos y siglos atrás, había tomado una decisión, y era ser lo que ese reflejo le mencionaba, ser esa mujer que notaba, porque no había nada más fuerte que la voluntad de una mujer. La naturaleza lo aseguraba, un hombre se pierde, una mujer enfocada, jamás. Una mujer es capaz de lo que sea para proteger a los que ama, una mujer es la persona más cruel si debe serlo, y la persona más bondadosa si se le da. Un hombre es volátil, una mujer es poderosa.
Eso le gustaba, le gustaba mucho. Le gustaba el poder de ser una diosa en tierra. De no tener miedo.
Pero, los ojos violetas habían visto otro rostro que no había mostrado en mucho tiempo.
— Tal vez solo tengo que matarlo y se soluciona todo. — dijo la danesa mirándose a sí misma. — Es la solución más sencilla, nadie lo va a extrañar además de México y Rusia, tal vez lastime a Suecia, pero con el tiempo vera que es lo mejor y ...
Y no podía.
No podía dañar a Suecia, pasaría su vida vagando en pena por Helheim. No podía dañar a Suecia, no de nuevo.
— Maldita sea...
Y no pudo controlar ese nudo en la garganta formándose, tenía que tomar aire, un poco, no quería que algo luciera fuera de lugar en ella, si algo lucía fuera de lugar los demás aprovecharían la pequeña rendija y tratarían de destruirla, necesitaba parecer fuerte.
Tomó otro respiro y acabo por evitar las lágrimas, después solo arregló un poco su cabello, y se dispuso a regresar al salón, pero, no esperaba encontrarse con esos ojos verdes en el pasillo. Bielorrusia estaba disfrutando un cigarrillo, y ambos iban a direcciones opuestas, así que ninguno de los dos, dijo nada, ni se miraron, o saludaron, solo siguieron avanzando hasta que el ex soviético habló.
— Luces destruida, Dinamarca.
Eso hizo que la mujer parara su caminar y volteara a ver al hombre que lo había dicho. Allí estaba Bielorrusia, con ese cabello rubio y esos ojos verdes. Donde una suave sonrisa en ese rostro serio se formó.
— No sé de qué hablas. — respondió la mujer.
— Luces como alguien intentando ocultar que algo le duele. — suspiró el hombre. — He visto la mirada de personas hechas mierda, y tu definitivamente eres una de ellas, es realmente una sorpresa, ver a la diosa nórdica, herida una vez. — Y una fumada dejando al humo salir, molestó a la mujer. — Por cierto, esos zapatos ya no suenan tanto, deberías cambiarlos...
— No tomo consejos de personas inferiores a mí.
— Que bien, entonces podrás tomar consejos de mí. — dijo el hombre. — Tienes la misma mirada que tenía México fingiendo que estaba bien después de lo que le hizo URSS. Todos nos reímos de esa situación ¿no? Tú estabas allí.
— ¿Me importa?
— Supongo que sí, porque que buena actuación estás haciendo, perra. Podrás engañar a todos, menos a mí.
Y lo hizo, vio al bielorruso tomar su cabeza mientras le sostenía la mirada. Verlo sangrar por la nariz mientras se concentraba en destruir la mente de ese country con sus propias memorias y vivencias, era algo que ONU le había prohibido, pero, a decir verdad, ONU nunca se enteraría, y estaba deseosa de ver al bielorruso ahora retorcerse en un ataque esquizofrénico sin fin, donde comenzara a rasguñarse el rostro intentando que todo parara.
Pero no lo hizo.
El bielorruso si cayó de rodillas, y si estaba sangrando de la nariz, pero esa mirada siguió clavada en ella, y después, una sonrisa. Eso la hizo sonreír. Porque de alguna forma, el bielorruso había pasado de ser un don nadie a llamarle la atención, un perro que resiste los golpes, eso era interesante.
— Disfruta lo que queda de tu cigarrillo. — dijo la mujer, dando media vuelta y siguiendo su camino.
Donde escuchó caer de golpe al bielorruso al fin, quien había soportado todo eso. Sonrió, era interesante ver como las personas suelen hacer ciertas cosas con tal de demostrar que son fuertes, se podía relacionar con ello.
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No lo tuvo que pensar mucho, solo apenas vio a ONU regresar solo, lo pensó un momento.
Boris lucía a punto de llorar, ni la noticia de ser el número uno lo había hecho feliz, entonces, estaba muy afectado, por lo tanto, Boris suele alejarse de los demás, porque la soledad la siente como un hogar, le hace recordar la colmena, un lugar solo, grande y que nada puede hacerle daño. Boris solía aislarse, esa era su naturaleza primordial, entonces, no había que pensarlo tanto.
Acabó por salir del hotel, y tomó "prestada" una cuatrimoto de los vigilantes, para emprender un camino algo lejano, pero certero de donde se encontraría a la isla. En ese bello paisaje, adornado por nubes de lluvia y vientos que venían y se iban, aceleró.
— Parece que tu isla esta igual de triste que tú.
Dijo al aire acabando por llegar a un lugar, donde se podía ver una mansión a lo lejos, había un bello barco flotante en un muelle, uno de madera, uno que parecía no pertenecer a tanta tecnología que rodeaba a la isla. Era una embarcación simple, grande y antigua, bueno, daba ese sentimiento, aunque realmente no tenía muchos años.
Acabó por agarrarse de una de las cuerdas y subir hasta la proa, donde simplemente camino dentro y lo vio.
Allí, en esa oficina de capitán, pensó tener un Déjà vu.
Estaba la persona que ama, abrazando sus piernas con su saco cubriéndolo como si fuera una cobija rodeando desde la cabeza, sollozando. No dijo mucho, solo acabo por tocar la puerta unas dos veces, captando la atención de esos ojos violetas brillantes, que lo miraban sorprendido.
— Su...
— Permiso para pasar a su camarote, capitán. — sonrió el sueco.
— Permiso concedido... — y una suave sonrisa entre esas lagrimas hizo sonreír al nórdico.
Caminó hasta él, y acabó por abrazarlo, sosteniéndolo cerca, para después solo ver esas manos rodeándole, y acabo por hacer algo osado, como lo hacía antes, cargarlo y llevarse a ese country koala con él, que ya había enredados sus piernas en su cintura, y llevarlo con él a la proa para acabar en su lugar favorito. Esa hermosa vista del mar, en el lugar que ambos construyeron que fue esa embarcación, sintiéndose el uno al otro en sus brazos, no se necesitaba más.
— ¿Quieres hablar? — dijo el sueco acariciándole el cabello.
— Me estoy volviendo loco. — respondió la isla abrazándolo. — Tengo recuerdos que no debería tener, memorias rotas de cosas que no he vivido, pesadillas, y... mierda, todo se me está yendo de las manos. ¿Cómo? No tiene sentido, nada tiene sentido, estoy asustado y no puedo mostrar eso, no puedo, decepcionare más a ONU, a mí, a todo lo que Orión trabajó en ayudarme a crear esta magnífica isla del futuro. Pero tampoco puedo ignorarlo, no sé qué hacer.
Y ese rostro acabo por ponerlo cara a cara con el sueco, para acabar suspirando.
— No sé qué hacer...
— Boris, de todo el tiempo que nos hemos conocido, he detectado que sueles tener distintas facetas. Una donde te desesperas y comienzas a atacar a los demás, te defiendes, y otra donde haces esto y te aíslas. La diferencia de los dos, es que cuando sueles atacar, solo queda allí, pero cuando te aíslas, sueles volver más fuerte. —sonrió el sueco tenue, pegando su frente con la de él. — No importa lo que diga, ya has decidido lo que harás con esto, así que solo dime, ¿puedo ayudar?
— Pero...
— Sé que ya has meditado sobre lo que recuerdas, y sé que has llegado a una conclusión. ¿no es así?
— Si. — respondió la isla.
— ¿Cuál es?
— Voy a investigar sobre esto, sobre todo. Tiene que haber alguien que le suenen las memorias que tengo en mi cabeza.
— ¿Puedo ayudar en algo? — sonrió el sueco.
— No por el momento. Pero... ya me has ayudado mucho con solo sostenerme en tus brazos. — sonrió la isla.
— Cuando me necesites solo tienes que decirlo... y con lo mismo, quiero decir algo.
— Dime.
— Lo lamento. — dijo el sueco. — No ha pasado ni un segundo de mi vida, que lamente todo lo que pasó, y... que no pueda tenerte, pero, puedo ayudarte en lo que necesites. Quiero verte feliz, Boris, incluso cuando no puedo estar contigo, no hay nada más que quiera, que verte feliz, y si soy un cobarde que no puede romper ciertos... tratados, te ayudaré en todo lo que quieras.
— No eres cobarde. — dijo la isla. — Solo necesitas liberarte de las runas que te atan a tus promesas pasadas, los nórdicos necesitan liberarse... Suecia, tienes que volver a tomar el control.
— ¿Eh?
— Eras el líder de los nórdicos, pero algo pasó, que hizo que lo dejaras. ¿Qué pasó?
— No lo recuerdo. — respondió el sueco. — Hace tiempo, solía liderar los viajes, pero, después mi poder se descontroló, y ahora no puedo ser un buen líder si mi cabeza está llena de millones de futuros probables, que me cuesta entender cuál es la realidad de lo que no lo es. Así que lo mejor que hice, fue darle el liderazgo a Dinamarca, porque era lo mejor. Pero, si tú quieres que vuelva a liderar a los nórdicos, entonces solo tengo que quitarle el poder a Dinamarca. ¿Quieres que haga eso? — preguntó con sarcasmo el sueco, aunque, la respuesta de su amante no era lo que esperaba.
— Si. — respondió la isla abrazándolo. — Quítale las cadenas a tus hermanos, y las tuyas. Toma el rumbo del Yggdrasil de nuevo.
Fue solo por segundos, entre esos abrazos, que el sueco pudo ver algo. La figura de un hombre, en una embarcación, que lo miraba a distancia, que se hacía notorio entre la niebla del mar, y que veía una gran cabellera moviéndose con el viento. Un hombre... ¿Quién era ese hombre?
"Fantasma de maquillaje azul..."
El sueco sujeto el rostro del joven, mirándole a lo que la isla le miró preocupado. El nórdico no dijo nada, solo acabó por pegar su frente con él. ¿Eso había sido un recuerdo o una visión? ¿Qué diablos había sido eso?
— Suecia...
— ¿Sí?
— ¿Tomarás de nuevo el control de los nórdicos?
— Haré todo lo que me pidas, si es lo que necesitas, lo haré. — respondió el sueco, abrazándole.
Y con un simple beso, uno robado de la joven isla, ambos quedaron así, entre los brazos del uno al otro para sentir la tranquilidad que necesitaban. Siempre sentían amor estando al lado del otro, amor que necesitaban en todo momento, amor y paz, que era vital para ambos.
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Vaya.
Era sorprendente la belleza que simple roca tallada podía tener, con runas que pertenecen a las civilizaciones de esta isla, con esos enormes lobos custodiando su lugar. Borislav definitivamente era alguien interesante, lo vieras por donde lo vieras. Era exótico, tenía un sinfín de misterios, y era alguien lleno de poder, tanto, que el mismo no podía controlarlo.
El gruñido de uno de los lobos lo hizo dar un paso hacia atrás, bien, al parecer nadie podía acercarse a nada de las ruinas prehistóricas de Borislav. Incluso, tenía un vago recuerdo de ONU hablando de que a Boris no le gusta que tomen algo de su isla, y solo son pocos los que tienen piezas prehistóricas en sus museos de la isla Borislav, por supuesto esos country son México y Rusia.
"Britania..."
Dio otro paso hacia atrás viendo a los lobos mirándole, como si estuvieran cazándolo, soltando esos gruñidos y dientes enormes.
"¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste?"
Sostuvo su cabeza al escuchar una voz que no reconocía en sus memorias, mientras ese rugir de lobos a punto de atacar avanzaban en la arena. Si, los Astra de la isla Borislav eran hermosas criaturas, pero igual, eran criaturas salvajes que solo obedecían a un dueño, y el dueño no estaba en ningún lugar cerca.
"¿¡Por qué me traicionaste!?"
Y como si fuera un espejismo, una sombra de un hombre, sin definir, llego a su cabeza, repleto de sangre, abrazándose a uno de esos lobos. Era toda una mera alucinación, lo sabía, su mente le estaba jugando bromas, pero ver a ese hombre llenar de sangre el pelaje blanco de esos lobos y después arrastrarse lentamente a él, una sombra llenando de sangre la arena.
— No es real.
Se dijo a sí mismo, cerrando los ojos, cubriendo su rostro, hasta abrirlos de nuevo, y ver solo una manada de Astra durmiendo cerca de unas ruinas con runas talladas. No era la primera vez que tenía esta clase de episodios de alucinaciones, con su larga vida, era obvio que tenía traumas de guerra, malos recuerdos de conquista, y una que otra memoria que preferiría borrar de su mente.
Pero esto había sido nuevo, nunca había visto a ese hombre, y nunca había conocido alguien que le llamara Britania de esa forma.
— Boris...
No dijo más, solo pensó, tenía que encontrarlo rápido, estaba fuera del hotel, así que preguntó lo más amable que pudo a los asistentes sobre Boris. Todos parecían llegar a la misma conclusión, lo vieron salir, y lo vieron caminar al norte, donde según la información, está el hogar de la isla. El inglés no dijo más, pidió prestado un vehículo, y se dirigió para allá.
Encontró la enorme mansión, así que tocó sin encontrar respuesta. Decidió hacerlo a la vieja escuela, y sacar una navaja, para forzar la cerradura de una ventana y entrar.
— Con permiso, Borislav. — dijo, una vez dentro, pero solo la voz de cierta inteligencia artificial lo recibió.
"Estimado señor UK, usted ha entrado a propiedad privada, no puede quedarse aquí."
— Tienen un mal sistema de seguridad, fue fácil romper los seguros. — respondió el inglés, viendo como ese holograma comenzaba a proyectarse a unos metros de él.
"No, nuestro sistema de seguridad es perfecto, la única cosa que me impidió asesinarlo al querer entrar en la casa de Boris, fue que usted porta algo que le pertenece"
— ¿Te refieres a esto? — dijo el inglés mostrando ese brazalete que Boris portaba todo el tiempo. — Lo encontré tirado en uno de los pasillos del hotel. El poder del futuro en mi muñeca.
"La razón por la que lo dejé ingresar, es porque puede dejar el brazalete aquí y retirarse"
— No, no lo voy a dejar. Mía, ¿esto asegura que si lo porto no puedes intervenir?
"Solo respondo al joven Boris. Y es verdad, no estoy diseñada para lastimar a los portadores del brazalete, en este caso solo existen dos personas con ellos, y es Boris, mi creador, y el joven Orión."
— Me lo quedaré. — dijo el británico. — ¿Dónde está, Boris?
"Se encuentra en su bote."
Respondió la mujer caminando a la ventana para señalar a un bote antiguo de madera negra. —
— Gracias, eres muy amable.
"Me construyeron para servir, señor UK. Pero, no tome mi amabilidad como algo natural, soy amable porque se me pidió ser amable con los invitados. Mis sistemas detectan los diferentes cambios de ánimo de las personas cuando están cerca del joven Boris, mi deber es protegerlo, y si no tuviera esa simple instrucción dada por mi amo, los hubiera asesinado apenas sintiera la amenaza que pudieran dañarlo"
— ¿Asesinarnos? ¿Una maquina? Que atrevido de tu parte pensar, que esta tecnología nos puede asesinar.
"Que absurdo de su parte pensar, que no fui construida con la habilidad de lastimarlos."
— ¿Disculpa?
"Soy un asistente, señor UK. Y un asistente se necesita en las buenas y en las malas, y Boris lo sabe."
— Eres un arma. — gruño el británico mirando el holograma. — ¿Qué es? ¿Energía nuclear? ¿Qué tiene Boris en sus manos?
"La isla Borislav no necesita energía tan mundana para generar un arma. Somos el nuevo mundo, construido del espacio y la tierra. ¿Cree que nosotros necesitamos tecnología tan terrestre como esa?... tenga buen día, señor UK."
El reino solo miró el holograma y caminó a la salida, donde la puerta se abrió para él.
— ¿La respuesta está en esos lobos, ¿no? — dijo el británico dando una suave sonrisa. — La respuesta está en aquellas runas que protegen. ¿Tú sabes quién es Borislav, Mía?
"No comprendo su pregunta, señor."
— Con eso me respondiste, gracias, que tengas buen día.
Acabó por caminar bajando de esa mansión a ese muelle, en ese barco, donde hizo lo que hacía antes. Retiró su saco, remango sus mangas, y subió por las cuerdas de ese bote, llegando a la popa, mirando alrededor, sintiendo un rasgo de nostalgia porque ese barco era muy parecido a uno que veía en sueños.
No, no solo era parecido.
Era una réplica exacta de su embarcación, de hace años, muchísimos años. ¿Cómo era posible? La embarcación que tenía cuando estaba bajo el control de Romano, ¿cómo? Siguió caminando, mirando cada perfecto detalle, los tallados en la madera, las rajaduras, todo estaba completamente igual.
Entonces en su camino, al fin llegó a la Proa.
— ¡AAAH!
El gemido dulce de la persona más exótica que ha visto en su vida, que lo encanta con cada suave movimiento de esas dulces caderas. De cómo recorre su sudor por esas bellas curvas, de cómo esa piel morena brilla con el atardecer eminente en el mar, de ese cabello blanco empapándose en sudor, en un frenesí de un sube y baja de placer. Definitivamente Borislav era lujuria pura, y era la mejor vista que podría tener, el problema era que esos ojos violetas estaban mirando con tanto deseo y amor a un maldito nórdico, y no los suyos. ¿Qué clase de broma barata era esta?
La rabia dentro de si se estaba apoderando de su mente. ¿Cómo podría estar haciendo esto? Todo de Borislav le pertenecía a él. Sus sonrisas, sus miradas, su cuerpo, sus palabras, su mera existencia eran solo para él, siempre debió serlo.
Este barco, su compatibilidad, la suavidad de sus labios, su curiosidad, todo, estaban gritando muy en el fondo, una y otra vez, que la persona que realmente es Borislav lo recordaba, lo quería, y no iba a permitir, que un maldito forastero, arruinara lo que la memoria perdida de esa maldita isla que lo ha condenado, se lo quedara.
— ¿Qué clase de broma es esta? — dijo al fin acercándose. — Mi barco, cada mínimo detalle de él, llamándome a tus condenadas tierras sin memoria para que al final estés envolviéndote en los brazos de un jodido nórdico que no tiene nada que ver contigo.
— ¿UK? ¿Qué diablos haces aquí?
El rostro enrojecido de la isla lo miró, para después ser rápidamente ocultado por el nórdico que cubrió su desnudez, evitando que su joven amante quedará expuesto ante tal mirada profunda del británico.
— Será mejor que te largas, UK. — sentenció el nórdico, quien, acomodando su ropa, quedó solo con sus pantalones, ya que su camiseta la usaba la joven isla.
— Oh, al carajo contigo, ¿no tienes que ir a arreglarle los tacones a Dinamarca? ¿Qué haces sin correa? Tú y tus hermanos deberían estar como los perros falderos que son de esa mujer que ha perdido completamente la cabeza.
— Tantos años y sigues sin entender nuestra jerarquía. — respondió el sueco.
— ¿Entenderla? ¡Nadie en este planeta la entiende! Pero sabes que, no me interesa. — suspiró frustrado el reino. — No me interesa nada de ti, o de lo que hagas, dame a Borislav. Y lárgate de mí maldito barco.
— ¿Tu barco? Yo construí este barco junto a Borislav.
— Que buena mano de obra eres, recuérdame contratarte la próxima vez. — sonrió sarcástico el reino.
Y antes que el nórdico se acercara a golpear al reino, fue la isla quien intervino poniéndose en medio de los dos, separándolos. El reino por supuesto sujetó rápido la mano de la isla, pero el nórdico lo pegó a él sujetando esa cintura. Podría estar molesto, pero sus miradas solo fueron a esas piernas desnudas del americano y un cuerpo escondido bajo la camisa del nórdico.
— Suéltame, UK. — dijeron esos ojos violetas. — ¿Quién diablos te dio permiso de subir a mi barco?
— ¿Tu barco? ¡Este es mi barco! ... bueno, no exactamente el mismo, pero es una réplica del que yo tenía, incluso tiene los mismos acabados.
— ¿Eh? — dijo la isla confundida. — ¿el qué tu tenías?
— Fue hace siglos, no tengo muchos recuerdos de esa época, pero últimamente al estar aquí he recordado ciertas cosas, y además del maldito broche de Romano, recuerdo este barco, era mío, y aquí... aquí te conocí.
— ¿Eh?
— No sé cómo explicarlo, pero, siento que ya te había conocido antes. No eres solo de México o Rusia, no solo eres una isla que nació a partir de ellos, lo sé, lo siento en mis malditas entrañas, maldición, solo dime, ¿quién eres Boris? — dijo el reino mirándole. — ¿Quién eres? Y porque me siento tan atraído a ti, ¿Por qué siento tanto deseo a una jodida isla que apenas sabe lo que es el mundo? ¿Por qué siento lazos que no debería sentir ya?
La isla solo pudo mirarle, no comprendía si UK estaba jugando o no, pero, sintió un pinchazo en el pecho de verlo tan confundido y alterado. Le daban ganas de...
"Tranquilo, Britania. Mis intenciones no son conquistar nada, solo me gusta conocer cosas nuevas."
La isla sujetó su cabeza, a lo que el nórdico notó con rapidez.
— Boris...
— ¿De qué diablos estás hablando? — dijo la isla, comenzando a alterarse. — ¡Deja de jugar conmigo!
Y tanto el sueco como el nórdico sintieron un escalofrió, cuando una fuerte ola golpeó el barco haciendo que casi tropezaran ambos.
— Basta UK, solo lárgate de aquí. — dijo el sueco, jalando a la isla con él. — No importa lo que trates de hacer o que artimaña quieres aplicar en Borislav para que se vaya contigo, pero no lo voy a permitir, no voy a permitir que lo alejes de mi de nuevo.
— ¡Esto no tiene nada que ver contigo maldito vikingo! ¡Shut te fuck UP! ¿Qué tengo que decir para que te quede claro? ¡Él se queda conmigo! Todo de él es mío, incluso las memorias que no existen en la cabeza de ninguno de los dos, todo él me pertenece y eres demasiado ciego para verlo. Así que no me importa, te lo demostraré.
Y sucedió, algo que es ilegal dentro de su comunidad.
El inglés había tomado la muñeca de la isla de golpe, y había clavado sus dientes para hacerlo sangrar y beber esas gotas de sangre que salían en su boca. La isla ni siquiera tuvo tiempo para quejarse o poder librarse de ello, solo su cuerpo comenzó a subir su temperatura, fueron solo segundos, solo un par, antes de que el americano soltar al sueco y fuera directo a morder al reino. La compatibilidad de países en el intercambio de sangre, era un fenómeno que no se podía controlar del todo, no cuando ambos están en ese frenesí.
Y eso el sueco lo sabía, así que decidió hacer lo único que pensó que podía hacer en esa situación, no iba a permitir que UK se llevara a su amante, y no importa si arriesgaría su mente en ello, lo haría fuera como fuera, incluso si él también se tenía que perder en aquel frenesí.
Así que acabo mordiendo el hombro de la isla, activando su compatibilidad con él.
El sonido de la madera crujiendo y los gemidos dulces de la joven isla adornaban ese atardecer en el mar. Había una razón por la cual era ilegal morder a alguien sin permiso, y era precisamente lo que estaba sucediendo. La compatibilidad de sangre los cegaba de la realidad, más si había países naturalmente compatibles, compartiendo una similitud que los hiciera reaccionar de manera reproductiva. En la mente del inglés y el sueco, lo único en sus cabezas eran devorar a esa joven isla y hacer que se derritiera con ellos como fuera.
— ¡AH! ¡AH! ¡ANGH!
Gimió el americano, mientras las fuertes embestidas del sueco llegaban a él. Pero no era suficiente, no cuando tiene enfrente al inglés que apenas lo deja respirar obligándolo a seguir chupando a lo largo de su falo, ahogándolo por diversión de vez en cuando, dejando que esos hilos de saliva se formaran en la boca de la joven isla.
— Mírame solo a mí, Boris. — susurró el reino, sosteniendo la barbilla del más joven. — Solo a mi es lo único que buscas, lo que tu memoria quiere, soy el pirata que estabas buscando, ¿no es así? Uno que conociste en el mar.
— ¡HNGH!
Antes de que la isla pudiera decir algo, unas manos lo rodearon, levantándolo de su posición en cuatro, para tener los brazos gruesos, largos y fuertes del sueco rodeándolo, viendo como esas runas de constelaciones en la piel de Borislav se iluminaban con su toque.
— No, mírame a mí, tú me quieres a mí, Siempre has buscado a los fantasmas de maquillaje azul que se perdían en el mar...
— ¡AAGH! ¡AH!
Una mente confundida como si estuviera llena de éxtasis hecho polvo en sus pensamientos, solo podía sentir esas manos en su cuerpo que lo derretían, y posicionaban en diferentes poses para solo sentir placer que lo derretía, en aquel barco que no quería dejar jamás. Ya habían pasado horas, y el manto de la noche y estrellas alumbraba la proa, donde se encontraba rasguñando la madera, mientras ahora recibía las fuertes embestidas del británico que apenas podía controlar el placer, cuando también un par de labios recorrían su piel y dejaban marcas por todo su cuerpo.
¿Cuántas veces sus piernas estaban siendo abiertas? ¿Cuántas mordidas? ¿Cuánto tiempo un miembro había estado en su boca? Y, ¿Cuántas veces había sido rellenado hasta que su vientre se encontraba hinchado?
No lo sabía, nunca lo sabría, solo dejo que pasara, porque los quería, quería a ambos, a los que siempre le llamaron la atención, no importa qué momento fuera...
Siempre un pirata y un fantasma perdidos en el mar.
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La luz del sol lo hizo abrir los ojos.
La isla miro el cielo, uno claro y despejado, como caluroso en su isla, pero eso no era lo extraño, lo extraño era estar desnudo mirándolo. Se levantó un poco, pero todo su cuerpo estaba adolorido, principalmente sentía la mandíbula cansada y sus caderas lo estaban matando, además de un dolor en los muslos y cintura. Tal vez también un poco de ardor en su piel, pero poco a poco el dolor fue desapareciendo.
Al menos lo hizo cuando vio que de su lado derecho se encontraba Suecia, y de su lado izquierdo se encontraba UK. Ambos desnudos, y ambos recostados con él en lo que parecía un sitio improvisado, donde poco a poco, las memorias de lo que había pasado regresaban a su memoria. El sonrojo en su rostro se hizo presente, pero al mismo tiempo, brotó una sonrisa de satisfacción cuando no estaba arrepentido de lo que había ocurrido anoche.
Acabó por levantarse, usando todos los recursos que el semen en su cuerpo había absorbido, al igual que la sangre para curar sus molestias, y acabó por vestirse, para al final, depositar un suave beso en la frente de Suecia. Y después, con sorpresa incluso para él mismo, hizo lo mismo con UK.
— Boris.
Allí estaba esa mujer, el androide caminando hacia la joven isla entregándole una nueva pulsera.
— Gracias, la necesitaba. ¿sabes dónde está la otra?
— La tiene el señor UK. ¿quieres que la recupere?
— No, no funciona con él, es solo un pedazo de metal para él, no importa. — dijo la isla, caminando con la mujer a la salida.
— ¿Está todo bien? Luces algo diferente hoy. La isla se llenó de recursos de golpe, las cosechas han sido las mejores, y en el mundo humano hay muchos extranjeros suecos y británicos disfrutando tus playas.
— Bueno, recibí mucha inversión anoche. — dijo sonrojado el Bosla. — Y necesito hacer algo hoy, antes de que todos se retiren, así que estoy mentalizándome para ello.
— ¿Necesitas ayuda?
— No, tengo que hacerlo solo. Mía, siento que tú sabes que las pesadillas que tengo no es solo un sueño, sé que son mis memorias. Solo que, necesito más información para saber exactamente quién soy. Y siento que puedo preguntarle solo a una persona. Incluso cuando lo sepa, ¿me dirás porque has decidido callar?
El androide paró su caminar y después sonrió a la isla, que le sonrió de vuelta.
— Lo prometo, Amo. Mis labios tal vez estén sellados por un código que no pertenece a usted y no puedo abrirlos, pero estoy seguro que, cuando llegue el momento. — dijo la mujer, mostrando sus manos, quienes rápido proyectaron un holograma de un teclado. — Cuando llegue el momento, supongo que sabrá que clave teclear en mi memoria Core para que usted tenga acceso.
— ¿Cómo?
— Soy una creación de usted, y solo le obedezco a usted, pero, también soy algo de esta isla. Fui creada de esta tierra, y solo le pertenezco al dueño de aquel que me nombró primero. Espero tengas suerte Boris, quisiera que mi memoria Core dejará de estar encerrada y al fin estar contigo como debo estarlo.
— ... ¿era alguien genial antes? — dijo la isla mirando a la mujer.
— No tengo en mis archivos nada que me diga que usted era alguien más que la Isla Borislav. — respondió en automático la mujer.
— Creo que eso me dice todo, nos vemos Mía.
— Señor, ¿qué quiere que haga con sus invitados?
— ... Que duerman, dejémoslos solos... será divertido ver que hacen cuando se vean desnudos.
Y así fue.
Fue un gritó que se escuchó en toda la isla.
Uno al unísono mientras dos países se miraban con horror y asco cubriéndose rápido con su ropa. En su vida se habían vestido tan rápido y tan desesperadamente como esa vez.
— Juro que si tu maldita cosa trato de rozarme tan siquiera una vez... — dijo el sueco, pero rápido fue interrumpido por el británico.
— Tendría que estar desesperado para si quiera considerar que eres alguien que quiero empinar en mi cama. — respondió el británico arreglando su corbata. — Tienes muchas runas que te cubren.
— Tú tienes muchos tatuajes. — respondió el sueco arreglando un poco su cabello. — ¿Dónde está Boris?
— Seguramente nos dejó para infartarnos. — suspiró el inglés. — Mira, lo que pasó anoche, olvidémoslo, no estaba dentro de mis cabales.
— Se notaba, con tu patética escena de celos que viniste a hacer. — dijo el nórdico mirándolo. — Das lástima.
— ¿Lo dice el tipo que más da lástima? Que halagador.
— Me voy, no puedo pasar un segundo más a lado de alguien como tú...
— Es un lindo tatuaje, ¿sabes? Es un reloj, uno antiguo... — y el nórdico detuvo su caminar para voltear a ver al que había hablado. — Hace tiempo se habló de alguien con un tatuaje similar, que había un navegante que controlaba el futuro a su antojo, pero que acabo desapareciendo consumido por su propio poder. — sonrió el británico — ¿Eres tú? Sobrecargaste tanto tu poder que ahora supongo solo jaquecas y mareos de ver tantos futuros descontrolados quedan en ti.
— ... ¿De qué diablos hablas?
— Estoy teniendo muchos recuerdos de una época de siglos y siglos atrás. Y sé que alguien me dijo, que había fantasmas de maquillaje azul con maravillosas habilidades, en especial uno, con un reloj en su piel, capaz de controlar su futuro a su antojo.
— Que fantasías creas. — dijo el sueco.
— Oh, entonces es verdad. — sonrió el británico. — Te dañaste, ¿cómo lo hiciste?
— ... No lo sé. — respondió el sueco sincero. — Quería proteger algo, supongo, pero no fui capaz. Con permiso.
Y así, el nórdico dejó la embarcación, y el británico quedó allí, sentado, tratando de recordar, cual es la pieza de memoria que le hace falta a todos. ¿Qué pedazo de historia se ha perdido en la mente de todos?
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Fue rápida la forma en la que todos se despidieron de esa isla de ensueño.
Todos excepto el mexicano, quien se acercó a su hijo después del discurso que dio como despedida, y acabo por abrazarlo, sintiendo la calidez de su pequeño que ahora tenía la misma estatura que él. No lo soltó, solo quería sentirlo cerca, sentir la calidez de su pequeño de nuevo, que ahora no se escondía en su pecho, solo lo abrazaba de vuelta, mientras la mayoría de países comenzaban a subir en el aeropuerto a sus aviones.
— Eres tan dulce, sentirte cerca de mí siempre lo es. — dijo el mexicano. — Recuerdo que solíamos dormir así siempre, entre mis brazos, asegurándome que nada te pase.
— Era asombroso. — respondió la isla. — Pero ya no soy un bebé.
— ¿Qué pasa, Boris? — cuestionó el latino acariciándole las mejillas. — Ven conmigo, ven conmigo y hablemos. Quiero que me digas que es lo que te está pasando, porque tu mirada...
— ¿Ha cambiado? — suspiró el Bosla. — Lo hace, lo ha hecho. Lo sé, pero, estoy tratando de yo mismo buscar la manera en ser quien soy mamá. Y por el momento necesito hacer esto solo. Al menos, déjame buscar mis propias respuestas.
— ... hazlo. — dijo el mexicano acabando por besar la frente de su pequeño. — Sea lo que sea que estés buscando Boris, no luches contra él.
— ¿Eh?
— Te estoy dando un consejo que yo no escuché hace mucho. — sonrió el mexicano. — Tómalo con calma, y déjate llevar.
— Lo haré. — respondió la isla mirando los ojos de galaxia de su madre brillar.
— La isla Borislav, creada de la fusión de los dioses y el hombre, eso es un semidiós, ¿no? — sonrió el mexicano.
— No soy un semidiós, es solo una boba historia. — rio el Bosla a lo que el mexicano sonrió. — ¿Qué dios sería? ¿El de la estupidez y juventud?
— ¡Te queda! — rio el latino, acabando por llenar de besos a su hijo y soltarlo. — Sabes que siempre tendré tiempo para ti, cuando me necesites.
— Lo sé.
— Y siempre te protegeré, aunque no quieras.
— Lo sé.
— Y no hay nada en este mundo que ame más que a ti y a tu padre.
— Lo sé, lo sé, y lo sé. — rio la isla. — Buen viaje, mamá.
— Te amo, mi amor.
Y así se despidió de la única persona que sus adentros no querían que se fuera, pero lo hizo, con su padre, con quien intercambió un abrazo y adoró sentirse entre sus brazos. Su padre aún estaba un poco afectado del intercambio interrumpido con Finlandia, pero lucia bien. Y, a decir verdad, ahora mismo, mientras esos fuertes brazos lo cargaban, sentía algo de recelo, al no poder ser tan grande como su padre, pero entendía que había heredado la complexión de su madre. Aunque tenía rasgos más europeos, pero al mismo tiempo una piel nativa hermosa, le gustaba, era una combinación realmente exótica.
Cuando bajó de los brazos de su padre y los despidió al fin, la vio, caminando en esos tacones con sus hermanos siguiéndole, y por supuesto, Colombia de la mano de Noruega, al parecer Colombia viajaría con ellos.
Ni siquiera se dio cuenta cuando sus piernas comenzaron a moverse y acabó por sujetar la muñeca, no de Suecia, sino de Dinamarca, quien le miraba, sin ninguna expresión, solo con una mirada de sorpresa que se hubiera atrevido a tocarla.
— Necesito hablar con usted. — dijo la isla. — En privado.
La mujer le miró, de arriba abajo y después sus ojos fueron directo al sueco, quien igualmente estaba confundido de lo que estaba haciendo Borislav.
— Esto no tiene nada que ver con Suecia, tiene que ver con usted y yo. — contestó rápido el Bosla, cuando notó que la nórdica había volteado a ver a su hermano.
— Suban al avión, en un momento los alcanzo. — dijo la mujer, a lo que los nórdicos hicieron caso, excepto el sueco quien se preocupó. — ¿Qué pasa Suecia?
— Estás loca si crees que te voy a dejar con él.
— Suecia. — dijo la isla. — Esta bien, realmente necesito hablar con ella, esto no tiene nada que ver contigo.
Eso sorprendió al sueco, e hizo fruncir el ceño de la mujer, a lo que ella suspiró. Y comenzó su caminar hacia esa playa nocturna, dando como señal a la isla que podían hablar.
— Si te hace algo... — dijo el sueco.
— Se defenderme, descuida. Pero respeta mis pláticas, y solo sube al avión.
— Bien, si me necesitas solo llámame.
— Lo haré. — respondió la isla, robándole un beso como solía hacerlo cuando era más joven, y acabando por seguir a la mujer.
Ahora, solo el avión de los nórdicos estaba en el aeropuerto, esperando a que la mujer que caminaba ahora descalza con sus tacones en la mano, regresara. El aeropuerto cada vez se hacía más pequeño por lo lejos que habían caminado de él, solo caminando en la orilla del mar, ambos, dejando a veces que la marea alta tocará sus pies. Fue la isla quien decidió romper el silencio.
— ... Mi madre solía decir, que no hay mejor cielo que el que da el mar, se pueden apreciar muchas cosas. A mí me gusta, pero al mismo tiempo me da algo de miedo su inmensidad. Supongo que es normal para las islas, estamos rodeados de agua todo el tiempo.
— No solo es miedo de las islas. — dijo la mujer. — El mayor terror de un país por supuesto es ser consumido por las aguas de este planeta. Son arrasadoras y no conocemos si hay un fondo, no hemos explorado nunca que hay más allá de lo poco que conocemos. A decir verdad, da más miedo lo que hay en este mar de lo que haya en el exterior, porque si hay algo seguro, nos matará el agua y su profundidad antes que cualquier cosa que venga de fuera.
— Exacto. — dijo el Bosla a lo que la mujer paro su caminar.
— ¿Qué es lo que quieres?
— Eh...
— No hablaste todo este tiempo, supongo para estar lo suficientemente lejos del aeropuerto para que Suecia no estuviera cerca. ¿Qué quieres? — suspiró la mujer. — Si es sobre que te acostaste con Suecia, lo sé, no me interesa.
— ¿Él se lo contó?
— ¿Te olvidas que puedo leer las mentes de las personas? No tiene que decírmelo.
— hm... no era exactamente de él de lo que quería hablar.
— ¿Vas a exponerme? — dijo la mujer mirándolo. — ¿Vas a mostrarles a todos mi lado masculino si no te dejo estar con Suecia? ¿Es eso? Mira, yo le di la opción a Suecia que trajera tu estúpido trasero a hacer la prueba nórdica, y no quiere. Además, tu madre no quiere que te acerques a nosotros. ¿Qué quieres que haga? Tu madre podría lastimar a Suecia si está cerca de ti, tengo que protegerlo, lo mejor es tenerte lejos.
— Mi madre tendría que pasar sobre mi si quisiera tocar a Suecia, segundo, no necesito tu aprobación para estar con él, y si lo que tengo que hacer es hacer esa maldita prueba, lo haré, y listo. Y tercero — suspiró la isla. — No tengo el video.
— ¿Eh?
— Eliminé la memoria de Mía, no hay nada de evidencia, además... la foto que tomé tampoco la tengo, tire la cámara.
— ¿Y quieres que crea eso?
— No, pero lo hice. Y la razón por la que lo hice, es porque necesito su ayuda. —dijo el joven mirando a la mujer. — Cuando vi su rostro, su... su rostro original. Escuché su voz diciéndome algo, como si ya hubiera visto su rostro antes. Me decía, "¿Estás bien? Tienes que salir de aquí", reconocí sus ojos, todo, era verlo, como un Déjà vu.
La mujer miró al hombre delante suyo, uno adulto, pero definitivamente joven. Trató de concentrarse en ese rostro, en su piel morena, en esos ojos violetas, en ese cabello blanco, en esas pestañas blancas, largas y perfectas, en ese rostro atractivo, en las runas que dejaba ver su ropa, y en esa cicatriz de su ojo.
Se concentró en indagar en su memoria, usando su propia habilidad para abrir puertas y cerrarlas de su mismo subconsciente, buscando algo con esa similitud, pero nada. Solo un pinchazo de dolor de cabeza.
— Nunca en mi vida te había visto. — contestó la mujer. — La primera vez que te vi fue en la colmena.
— No, escúcheme, tiene que haber algo más, algo del pasado.
— No tengo información de ello.
— Espere, tiene que seguir recordando, tiene que haber algo.
— ¡No tengo nada! — gritó frustrada la mujer. — ¿Crees que eres el único queriendo recordar cosas? No, no lo eres. He vivido muchísimo tiempo, en algún punto tengo que olvidar cosas que ni mi mismo subconsciente tiene almacenado. Lamento que no pueda ayudarte. Con permiso, se acabó tu tiempo.
Dijo la mujer, solo dando media vuelta y caminando de regreso, a lo que el brazo del Bosla la detuvo. Había algo que odiaba la danesa, y era en específico el contacto físico que no autorizaba, el único que podía hacer eso, era el colombiano y sus hermanos, nadie más puede tocarla tan sutilmente y pensar que no podría tener una consecuencia.
— Recuerdo una serpiente... una enorme, que guiaba por el mar a unos viajeros de barco. — susurró el Bosla. — Una serpiente que le decían la serpiente del mundo.
La mujer abrió los ojos sorprendida, sintiendo un escalofrío en su espalda. Como si su subconsciente le dijera que se pusiera a la defensiva.
— Suéltame. — dijo la mujer empujándolo lejos. — Ni siendo bendecido por Loki, podrías conocer a Jörmundgander. Estas fantaseando, niño...
— Tengo esto, lo he soñado todo este maldito tiempo. — dijo el Bosla. — Y no viene a nada a mi mente, pero me está volviendo loco.
Y allí, al mostrarle las manos a la danesa, y ver esas runas poco a poco iluminarse. La mujer solo pudo contener la sorpresa...
"¡Aléjalos del mar... Veðrfölnir ha sido lastimado, tienes que llevártelos de aquí, él es la perdición!"
— ... El lobo del no retorno. — susurró la mujer.
Un vago recuerdo, de ver al sueco sangrando de los ojos, el sonido del mar golpeando, los truenos y los rayos, y al final, ver unos poderosos ojos amarillos, enormes, quien le gritaba que se alejará de ese lugar.
— ¿El qué? — dijo el joven.
— Hay un lobo, uno nuevo nacido. — dijo la mujer mirando esas runas. — Uno que trae consigo la perdición y desatará el Ragnarök, acabará con el fuego de Niohöggr, destruirá la voz de Ratatöski, dañará los ojos de Veðrfölnir, y arrancara las alas del águila sin nombre, para evitar que Fenrir se desate del Yggdrasil... hay un lobo que es el no retorno, de la vida, un ser de destrucción.
— ¿Dinamarca?
— Tienes que morir, Borislav, si ese es tu verdadero nombre. Tu mera existencia, es una amenaza, sabía que había algo de ti, que nunca me agradó, lo sentía en las entrañas, tienes que morir.
— ¿Eh? — fue lo único que pudo decir el joven.
Antes de que esas alas doradas le atravesaran como cuchillas en todo el cuerpo. La joven isla había quedado literalmente empalada mientras la danesa lo arrojaba lejos, al mar, para después comenzar a golpearlo sin descanso, solo buscando conseguir algo, era asesinarlo.
— Jeg vil ikke lade dig provokere Ragnarök, du skal dø, før du kan skade en anden af mine brødre.
La mujer podía sentir los golpes que daba el hombre, pero, aunque le dolían, no dejaba de apretar el cuello y hundirlo en el mar, para que poco a poco esté fuera perdiendo fuerza. Fue solo suerte que en una de las patadas el joven pudo quitársela de encima. Acabó por escupir el agua tratando de recuperar su aliento, sintiendo toda la sangre bañándolo, los golpes en el rostro que le ardían, su cuerpo perforado, de golpe, la mujer se había desquiciado y no tenía idea porqué.
En solo segundos de aliento, sintió un fuerte dolor, cuando sintió la fuerza de sus piernas patearle y arrojarlo contra unas palmeras que acabaron por romperse y caer en la arena, para después, aunque aturdido, tratar de ponerse de pie, comenzando a recuperarse como podía, regenerarse poco a poco.
— Todo de ti se regenera, pero... — dijo la danesa, azotándole el rostro múltiples veces contra una roca, hasta ver ese bello rostro repleto de sangre, y ese cabello tan blanco, ya rojo y terroso con arena. — Hay una cosa de ti, que no lo hace.
— Por...favor... — podía sentir sus dientes en su boca, ¿le había tumbado todos? Apenas podía pensar. Debería activar a Mía, pero... pero...
— De todo tu cuerpo, la única herida que no puedes sanar es la de tu rostro. Bueno, hagamos esa cicatriz más grande. Es lo único que jamás en tu vida podrás curar, y que seguramente lo que te matará.
Y realmente todos los golpes, las cortadas, todo, no le habían dolido tanto como cuando sintió una pluma dorada filosa como navaja recorriendo a lo largo de su cicatriz del ojo derecho, comenzando a abrirla. Y como se abría su piel, y soltaba gritos, mientras poco a poco esa herida seguía abriéndose y chorreando sangre.
Lo vio.
Rayos, en una tormenta, con alguien alejándose. Él estaba cayendo y gritaba en anhelo por alguien, alguien de cabellera negra larga, piel morena, ojos vivos, lleno de runas...
Cabellera negra.
Ojos vivos.
Lleno de runas antiguas.
Alguien.
Alguien.
"¡OLMECA, AYUDAME!"
Y ese recuerdo se hizo claro.
Estaba cayendo, de algo muy alto, del cielo, viendo como Olmeca se iba, mientras esos rayos lo atravesaban y caía en el mar.
"No me dejes, ¡no te vayas!, ¡Olmeca, ayúdame! Por favor, ¡no quiero morir!"
Signos vitales ---> Alterados.
Situación. ---> Borislav se encuentra en peligro.
Activando protocolo de defensa.
La danesa escuchó el sonido de una máquina, y fue lo único que pudo percibir, antes de ser arrojada lejos de la joven isla que yacía en el suelo. Para después ver a la joven mujer de cabello azul mirándole. La mujer no hizo nada, solo miró alrededor, viendo la calma de la isla al igual que viendo el cielo.
— Esta es una última advertencia como el sistema de seguridad de la Isla Borislav. Por favor, retírese de aquí.
— ¡Él debe morir! ¡Traerá desdicha a todos! ¡En su maldita sangre se encuentra...!
La danesa sintió un fuerte dolor en el abdomen que la hizo gritar, no entendía, no había sido golpeada, no habían hecho nada con ella, en absoluto, y aun así...
— Es nueva tecnología. La isla Borislav no necesita maltratar su cuerpo, solo usar el espejo que creamos como unión al mundo humano, y atacar directamente a sus humanos.
— M—maldita perra tú...
— Repito, es su última advertencia, por favor, deje la isla inmediatamente.
— Tú... tú sabes lo que es, tú quieres que ese maldito niño destruya todo.
— No la entiendo. — dijo la mujer. — No soy humano, o un ser vivo de aquí, no me interesa más que la isla que protejo.
— ¡Tú sabes quién es!
— Retírese. Es lo que le conviene, así como está, no podría hacerme daño, toda esta tierra, es de mi Amo, usted está en clara desventaja y herida, y tengo entendido, que, para desatar a su lobo, usted necesita a sus hermanos. Así que, repito, es su última oportunidad, lárguese de la Isla Borislav y nunca vuelva.
Los ojos intensos de la mujer vieron ese avión partir, no se movió de su papel de vigilancia hasta que vio el avión de los nórdicos retirarse, después dio media vuelta y caminó por esa fría noche en la playa, hasta ver a ese grupo de lobos cerca de las viejas runas. Siguió su camino, hasta encontrar ese cuerpo entre un charco de sangre, que tomó en sus brazos, incluso con la diferencia de tamaños, adaptó su fuerza para llevárselo a su hogar.
Al entrar, lo recostó en una camilla, ayudándolo a cerrar sus heridas, checando cada signo vital y viendo en pantallas como estaba la isla en el mundo humano. Para su sorpresa o fingida sorpresa, la isla no había recibido daño en lo absoluto. Ni un desastre natural, nada, nada que pudiera justificar la paliza que le habían dado a Borislav. Como si el realmente no estuviera conectado con esas tierras.
Eso, o fuera invencible como un dios.
Limpió sus heridas, y tuvo que arrancarle la ropa para curarle el cuerpo entero. Y con cuidado, se dedicó a administrar recursos con la sangre dejada por el señor México y Rusia, para que ese rostro fuera recuperándose.
— Hn...
— Haré que la cicatriz se cierre, la hare ver estética y lo mejor para que tu rostro no se deforme. Confía en mí. — dijo la mujer, comenzando a cerrar esa herida que nunca se cura, ayudando a cicatrizarla y aunque la marca paso de llegar de su ceja hasta parte de su mejilla, ahora recorría de parte de su frente hasta abarcarle toda la mejilla hasta la mandíbula.
Había hecho el mejor trabajo estético posible, la cicatriz no era algo que afectara su belleza, en realidad podría tomarse como una enorme marca de nacimiento. Había logrado que el bello rostro del joven no quedara dañado, con todo y esa cicatriz fresca y sanando.
Al culminar, limpió al joven Bosla y le arropó para subir a la habitación del joven, tomando unos jeans y una playera negra. Con una nueva muda de interiores. Acabó por bajar, solo para ver al chico ya de pie.
— Boris.
— ¿Cuánto tardarán en cerrar las cicatrices de mi cuerpo?
— Eres el país en el puesto uno del TOP, tal vez horas, incluso menos.
— Mi rostro...
— Hice una perfecta cirugía y sutura, tu cicatriz está cerrada y no deformó tu rostro, lo único es que la línea es más grande ahora.
— ¿Mis humanos?
— Tu isla no tuvo una afectación en absoluto, ni tu isla aquí, ni tu isla en el mundo humano. Es como si no estuvieras conectado a ella.
— Mi ropa.
— Aquí tienes.
Y tan rápido se la dio, tan rápido el joven se vistió, para después solo caminar a la puerta, viendo el camino de sangre que había dejado, y después ver a la mujer que lo veía, repleta de sangre, sin ninguna expresión.
— ...
— Que tenga buen viaje, mi Amo. — dijo el androide.
Y sin más, el chico salió, caminando por la playa, viendo la sangre en la arena, las palmeras caídas, la roca con rastros aun de dientes viejos que le dieron pasos a los nuevos, siguió su camino, comenzando a trotar para después comenzar a correr, hasta llegar a esas runas que una manada de Astras, sus hermosos lobos nativos custodiaban.
— Llévenme con México. Ahora.
Fue un salto, solo un salto en lo que logró subir en el lomo de ese enorme lobo para después aferrarse a él, mientras dicho animal acababa por llegar a la orilla de su isla y dar un enorme salto al mar. Las manos morenas de la isla se aferraron al pelaje del animal, mientras este nadaba a una velocidad increíble, como un lobo marino navegando por debajo. Hizo las runas de su cuerpo encender, esas hermosas constelaciones alumbrándolo mientras viajaba en el obscuro mar que la luna iluminaba un poco, sintiendo muchas cosas en ese momento.
Uno, no le faltaba el aire, dos, tenía coraje, y tres, solo quería saber la verdad, quería saber porque lo habían abandonado, quería saber quién era el hombre que juro protegerlo y lo había dejado morir hace años atrás. Quería saber todo, quería entenderlo, quería dejar de sentir tanta ira hacia México, pero no podía, realmente no, todas sus memorias gritaban desesperadas por un viejo México que lo dejó morir a su suerte.
Entonces salió a la superficie y caminó, sacudiendo su cabello por la orilla de esa playa, solo para al fin verlo.
Allí, frente a él, México, quien parecía sorprendido de verlo, mientras se acercaba a él. Allí, su madre, con esas bermudas, con esa estúpida playera de recuerdo que le dio Perú de una de sus playas, con esa sonrisa con hoyuelos que le había heredado.
— ¡Boris! — sonrió el mexicano abrazándolo. — Mi bebé, ¿Qué diablos haces aquí? ¿Llegaste nadando? ¿Qué es esto? ¿Qué haces aquí?
— ...
— ¿Boris? — dijo el mexicano sosteniendo sus mejillas.
— Es una casualidad que te haya encontrado aquí. — dijo la isla. — ¿Qué haces aquí?
— Oh, estaba en la costa porque venía a comprar cosas de los puestos cercanos para tu papá, le gustan mucho. Pero después vi a uno de tus lobos salir del agua, y sabía que tenía que acercarme, ellos nunca vienen a mis tierras, es raro verlos salir de tu isla... Pero ya que estas aquí, ¿quieres algo? — dijo con cariño el latino, acariciándole suavemente el rostro a su hijo. — Tu cicatriz...
— Es más grande. — respondió el joven.
— ¿Qué pasó? ¿Quién te hizo esto? ¡Le voy a partir su reputisima madre si...
— Quiero hablar contigo. — interrumpió la isla. — Necesito que hables conmigo.
— Okey, ¿quieres ir a casa?
— No, sentémonos aquí, en la costa del mar.
— Okey. — dijo el mexicano tomando asiento con él en la arena, ambos lados a lado. — Sabes, siempre me gustaron las costas, me relajan.
— ¿Sabes quién soy?
El mexicano se tensó un poco, para después voltear a ver a su hijo que tenía la mirada perdida en las luces lejanas de su isla. El latino estaba confundido, no sabía que responder en absoluto a la pregunta que le había hecho su hijo.
— Eres Borislav.
— ...
— ¿Te cambiaste el nombre?
— ...
— Boris.
— He tenido últimamente sueños locos, te lo he dicho. — dijo la isla apretando sus puños en la arena. — Y desde que llegaron a la isla, he tenido un sinfín de recuerdos, uno con Imperio Romano, con algo que nadie, ni un museo, nadie podría tener. Otro con UK, o al menos eso alega UK, sobre que me conocía antes, y también con los nórdicos. Al menos con Dinamarca. Creo que ella me detesta y te detesta por algo ocurrido en el pasado que no está en mi memoria.
— ¿De qué diablos...
— Y recuerdo a alguien llamado Olmeca. — dijo al final. — No recuerdo mucho de él, ni como lo conozco, pero es una casualidad, porque eres igual a él. Solo con suaves y leves diferencias. Tal vez un antepasado tuyo, pero por ley de los países, tienes sus memorias. Un hombre de cabello negro, ojos vivos y repleto de runas. Dime, si yo ni existía en pensamiento, ¿cómo es que tengo esos recuerdos?
— No lo sé... no entiendo que tratas de decirme.
— Mamá, puedes intentar recordar... ¿por mí?
El latino acabo por mirar la arena, en silencio, para después solo negar con la cabeza, y cruzar sus brazos.
— No tengo idea de lo que me hablas... — sentenció el mexicano.
— Tengo un último recuerdo. — dijo el joven levantándose. — Alguien envolviéndome en sus alas, cantándome una canción de cuna, y en la letra decía que nos encontraremos en algún punto encallados de nuevo en la playa... ¿Qué tratabas de decirme? Lo recuerdo. Era tu voz, eran tus ojos, eras tú.
— Boris...
— ¡DIME! — gritó el chico escuchando una tormenta formándose. — ¡Deja de mentirme! ¡Dilo!
— ¡No sé de qué hablas! — gritó el latino. — ¡Cuando naciste perdí el conocimiento, lo último que recuerdo es haberte expulsado de mí! Después de eso no sé cómo mierda llegué a la cápsula, ni que pasó contigo, pero estabas allí cuando desperté, estabas allí, sano y salvo.
— ¡Maldita sea! — dijo el joven. — ¡SI tu no quieres decirme nada, entonces acepto la invitación de Italia e iré con él!
— ¿Qué? ¿De qué hablas?
— Y si Italia no tiene las respuestas, iré con los nórdicos. ¡Alguien tiene que saber más de mí!
— ¿Qué diablos estas diciendo?
— ¡Qué quiero saber quién diablos soy mamá! ¡Y si tu no piensas hablar conmigo entonces tengo que ir a descubrirlo!
— ¡Borislav! ¡No voy a permitir que vayas con los nórdicos!
— ¡¿Por qué?! ¿¡Por qué los odias tanto!? ¡¿Qué diablos ellos te han hecho a ti?!
— ¡No vas a irte, punto final! ¡No dejaré que esos malditos malnacidos estén cerca de ti! — y el latino hizo aparecer esas enormes alas de colores. Hermosas y únicas. — ¡Nunca dejaré que un nórdico este cerca de ti! ¡Nunca! ¡Ninguno de ellos puede tan siquiera respirar cerca de ti! Si pudiera los eliminaría a todos, pero no puedo, ¡no puedo lastimar a Colombia de esa forma! No puedo... — dijo alterado el mexicano. — No puedo lastimarte a ti.
Y esa mirada violeta solo lo miró enfurecido, para después suspirar.
— ¿Por qué los odias?
— Deja de amar a Suecia, y confía en mí. — sentenció el latino. — Solo tienes que confiar en mí.
— ¿En ti? ¿En alguien que ni siquiera puede hablarme con claridad? ¿En esa persona quieres que confíe?
— ¡BORISLAV! — y la tormenta fue rápidamente eliminada, como arte de magia por el latino, quien, por un momento, solo uno, esos ojos se habían iluminado en ira. — Tú solo tienes que quedarte a mi resguardo.
— ¡Déjame en paz! Fue un maldito error venir aquí, tú no puedes ayudarme, tu nunca podrás ayudarme, es solo una pérdida de tiempo venir a hacer más grande mi locura contigo.
— Boris...
— No te quiero cerca de mí. — dijo la isla a lo que el mexicano lo sintió como un golpe en el pecho. — No cuando decidiste solo mentirme. No vuelvas a buscarme, si tu no piensas ayudarme, hay un enorme mundo, y alguien tiene que ayudarme a poner las piezas en orden.
— Boris.
— ¡Ya no quiero verte nunca! — y aquellas runas de constelaciones, por un momento brillaron azul. — ¡Deja de mentirme y solo desaparece de mi vida! ¡Eres un mentiroso! ¡¿Qué diablos le has hecho a mi vida?! ¿¡Qué memorias me has quitado para volverme tu maldito proyecto!?
Y el latino acabó por dar unos pasos hacia su hijo, dejando que la distancia no fuera tanta, para después solo apretar los puños mirándole.
— Atlantis. Eres Atlantis, el gran Imperio Perdido. — dijo el mexicano mirándole.
El rostro del joven solo se reflejaba sorpresa, dolor, y un sinfín de heridas que comenzaban a abrirse, mientras la puerta de su memoria comenzaba poco a poco a tumbarse.
Y el aullido de un lobo solitario se escuchaba a lo lejos.
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¡NO MAMES!
Tanto tiempo, desde que cree al Boris, ocultando de todos quien realmente es, construyendo la maldita historia épica rusmex para llegar a esta revelación. ¡Tanto el tiempo aguantándome el chisme! Para una chismosa como yo, fue una tortura. Pero al fin lo saben.
Borislav, es Atlantis o la Atlántida.
Un dato curioso es que nunca en todo lo que llevo de este fandom, vi a alguien realmente hablar de este country, tal vez porque la Atlántida es algo de fantasía, que no se sabe si realmente existió o no, y si era como decían sus historias, un imperio perdido entre pocas memorias, nulos registros y solo viviendo como una historia más de viejos en altamar. Así que decidí yo darle vida, porque una de mis películas favoritas animadas por supuesto que es Atlantis, y cuando me uní a este fandom, vi que Rusia y México harían una perfecta mezcla que buscaba.
Así que me empeñe a disfrutar de mi ship favorito y darle vida a mi país favorito de fantasía.
Borislav al fin está completo, al fin sabe quién realmente es, y citando al famoso meme, "ahora si se viene lo chido"
Agárrense que ya empieza lo bueno.
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