REVELACIONES - 4 -
A veces las cosas que amas, te matan Boris... incluso las que más amas con el corazón.
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4 años después.
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— No puede ser. — Dijo Tezcatlipoca, mirando perplejo lo que estaba sucediendo frente a sus ojos.
El Mictlán era relativamente tranquilo. Claro, si pasas todas las pruebas que parecen sacadas de un videojuego. Pero, cuando lo logras y ofreces voluntariamente tu cuerpo a Mictlantecuhtli, recibes la eterna paz, y llegas al lugar hermoso sacado de fantasías.
Todo era posible aquí, ¿quieres una malteada? Claro, solo piénsalo. ¿Quieres una enorme hamburguesa? Seguro, solo piénsalo. ¿Quieres la más tremenda de las orgias interracial y con todas las preferencias sexuales que hay? Claro, solo dilo.
Era esa clase de lugar.
Mictlantecuhtli había hecho un lugar para que las almas disfrutaran de una tremenda paz merecida. Un lugar que no juzga, sino, suele abrazar a todas las almas y dejarlas realmente vivir dentro de sus dominios. El gran señor del Mictlán solía pasearse por aquellos lugares, disfrutando los paisajes, relajándose con su esposa, o simplemente compartiendo del silencio con Xólotl en una siesta cerca de las aguas.
Era su dominio, y por supuesto era altamente beneficiado por ello.
Pero había un pequeño problema últimamente, que desencadenó el terco y estúpido dios de la creación, Ometéolt. Los demás dioses no deberían estar paseándose como si fuera su casa en su reino.
Mictlantecuhtli solía simplemente ignorar la presencia de todos, tratando de vivir su vida como era ocasional, relajándose un poco, pero había cosas que le molestaban. Últimamente cuando quería relajarse en las aguas de los cenotes, Tláloc solía jugar con las aguas empapándolo por accidente, o cuando quería disfrutar la vista de los cielos, veías a una enorme serpiente comiendo cacao mientras tiraba las cáscaras que caían como misiles en el suelo. O peor, ver el sinfín de humo que cierto dios solía soltar por diversión mientras hablaba. O que decir del dios de la abundancia que hacia crecer el maldito césped tanto que no podía ni caminar.
Y esto había colmado la paciencia de la muerte. Así que cada vez que alguien fuera de los dioses del inframundo trataba de entablar una conversación con él... no eran bien recibidos.
— ¡Mictlantecuhtli! Mira, este libro humano habla de las reacciones físicas y químicas, es muy primitivo y eso lo hace interesante. — decía emocionado Quetzalcóatl persiguiendo los pasos del dios de los muertos y la obscuridad. Dejando que ese largo cabello blanco arrastrara como si fuera una serpiente detrás de él. — Puedo enseñarte como ellos piensan con su primitiva mente, las reacciones que tienen ciertos componentes de la estructura de cada ser vivo como de lo que encuentran en la tierra.
El señor del Mictlán solo volteó a ver a aquel que le veía emocionado, haciendo crecer plumas de su cabellera mientras esos brillantes ojos dorados de serpiente se hacían cada vez más y más grandes. Obviamente esa imagen adorable le molestaba.
— Voy a devorarte si sigues molestando, Quetzalcóatl. — respondió con la voz más calmada posible. — El señor de la vida no es nada en mi presencia. No olvides que antes que hubiera algo, solo la nada y la eterna obscuridad reinaban, no tú. Estoy harto de encontrar un sinfín de plumas cada vez que camino por mi reino, y no solo eso, ¿qué diablos hace el dios de la vida aquí? Deberías estar en cualquier lugar menos aquí. Me tiene harto tus cáscaras de cacao, tu alto libido para cogerte a tu pareja en cualquier lugar, tus malditas competencias con Tezcatlipoca, y lo que odio más, es que les he dicho millones de veces que se larguen de aquí y siguen aquí.
— ... Solo un "no me interesa" era suficiente, cielos.
Y la gran serpiente no era el único despreciado por Mictlantecuhtli, eso sucedía todo el tiempo.
Cada que alguien quería acercarse era rechazado de golpe. No había nada que un dios pudiera decirle que al dios de la muerte le resultara interesante. Y gracias a ese continuo rechazo, comenzó una competencia entre los dioses de molestarlo y ver si podían conseguir un gesto de él que no fuera su rostro serio.
— Mictlantecuhtli, ¿sabes que existe un mar muerto en la tierra? — sonrió Tláloc. — Me parecía gracioso y pensé que...
— Tláloc... cierra la boca. A nadie le interesa. — dijo el dios suspirando irritado. — ¿No se supone que tienes que estar donde está la vida, dios de la lluvia y los truenos?
— No solo de eso, prácticamente yo controlo todo relacionado con agua y...
— ¿Y no deberías estar donde hay eso? — Los ojos rojos y potentes de Mictlantecuhtli pusieron nervioso al dios. — ¿Por qué diablos siempre están aquí?
— Pues esta chido aquí. — sonrió Tláloc. — además nos agrada verte, a ti y a tu esposa, como a Xólotl. Además, me agrada verte, eres muy guapo.
El dios lo vio de los pies a la cabeza. Esa mirada penetrante roja brillosa, como si tuviera la misma sangre encapsulada en sus ojos. Ese largo cabello negro que arrastraba en el suelo, la piel pálida como la de un muerto, ese cuerpo delgado y estilizado, y el sinfín de runas negras y rojas cubriendo su piel. Mictlantecuhtli no era como los otros dioses, no tenía un cuerpo perfecto, un rostro perfecto, todo perfecto.
Su belleza se basaba en la muerte, por eso era interesante para todos estar con él.
— Solo te agrada la vista superficial. — dijo el dios de la muerte, comenzando a despellejarse a sí mismo, para poco a poco quedar un solo esqueleto sangrante de huesos negros. Que comenzaba a sacar fuego y penumbra de sus ojos. — ¿Te sigo gustando, Tláloc? Esta es mi verdadera forma.
— Solo un... "Ya váyanse de mi casa" hubiera estado bien, la imagen traumática te la hubieras ahorrado. — suspiró el dios de la lluvia retirándose.
Y así era, así siempre había sido. Nadie, absolutamente nadie podía conseguir una reacción de Mictlantecuhtli a excepción de su esposa y Xólotl. No le gustaba hablar con nadie que no tuviera relación con él, por más que lo intentaran, ni siquiera con Coatlicue, diosa madre, Mictlantecuhtli entablaba conversación. Solo solía ignorarla suspirando en que algún día se retirara con la bola de sus hijos.
Así que, por eso mismo, era muy difícil ver la expresión de Mictlantecuhtli que no fuera una seria o de desprecio total por los demás. Y es por eso, que Tezcatlipoca estaba viendo algo imposible. Allí estaba, recostado mirando al cielo soltando una risa. El dios de la obscuridad y la muerte, estaba riendo mientras veía el cielo de constelaciones del Mictlán.
— ¡XIPE! — gritó Tezcatlipoca alertando a dioses cercanos mientras el gran rojo era jalado por las manos de Tezcatlipoca. — Tienes que explicarme esto.
— Cálmate Tezca, ¿qué... — Los ojos del gran rojo se quedaron perplejos de ver a Mictlantecuhtli riendo y sonriendo al cielo.
— ¿Qué pasa? — dijo una serpiente escalando por la pierna de Tezcatlipoca subiendo hasta sus hombros. — No mames...
— Esta sonriendo. — dijo Tezcatlipoca en shock. — El hijo de puta está sonriendo.
— Que lindo, me alegra que Mictlantecuhtli al fin se dé la oportunidad de sonreír y relajarse. — sonrió Xipe.
— Qué el este sonriendo significa que algo está por pasar. — Dijo otro dios acercándose, si, Tonatiuh que se escondía con los demás detrás de los arbustos observando al dios de la muerte relajado.
— Tienes un punto, Tonatiuh. — rio la serpiente comenzando a tomar su forma humana, allí ese albino mirando a lo lejos. — Deja contarnos...
— ¿Qué? — dijo Tezcatlipoca mirándolo.
— Somos los cuatro grandes. Tenemos aquí, al gran rojo, el gran Xipe Tótec. — dijo la serpiente. — El gran negro, Tezcatlipoca, el gran blanco, Quetzalcóatl y...
— ¿Dónde está Huitzilopochtli? — preguntó Tonatiuh a lo que la mirada de reptil de Quetzalcóatl fue directo al dios de la muerte que reía a la nada.
— Creo que ya sabemos porque reía... Huitzilopochtli debe estar haciendo algo en la tierra.
— Ometéolt dijo que no interfiriéramos con nada. — suspiró Xipe.
— Si bueno, ¿de qué dios crees que México es un maldito hijo de puta vale madres que solo él puede hacer su voluntad? Y sé que es lo que piensas, yo soy la primera opción a esa pregunta. — rio Tezcatlipoca. — Pero ese deseo por lo prohibido, esa ansia de imponerse solo puede venir del dios más testarudo de todos que hizo a sus humanos a su semejanza... ¿Quién es el patrón de los Mexicas? — sonrió Tezcatlipoca.
— Huitzilopochtli, ah, se viene un gran problema lo percibo. — suspiro Quetzalcóatl.
— No de nuevo. Ya me quitaron el corazón de Inti, no pienso dar el de Ra, aunque me rueguen. — rio Tonatiuh. — Lo tuve que compartir con Quetzalcóatl.
— No me lo recuerdes. — menciono la serpiente retirándose. — No es como que este orgulloso de lo que pasó.
— Ese maldito colibrí insensato. — suspiró Tezcatlipoca. — va hacer que el dios de la creación nos asesine a todos si toca a su preciado hijo. Debió dejar ese pasado enterrado como todos, jodido idiota.
Y entre suaves murmullos de preocupación, un futuro incierto aguardaba en la tierra.
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Con solo el sonido de una pieza de música clásica se levantó de su cama, dejando a su amante, FBI, seguir durmiendo mientras él comenzaba a vestirse con su pijama, mirando su reflejo por un momento en el espejo, viéndose lleno de chupetones y mordidas que le recordaban lo pasional que había sido la noche anterior. Volteó por un momento a ver al hombre dormido en su cama y después solo salió de su habitación, donde uno de sus ángeles lo esperaba siguiendo sus pasos mientras bajaban de esas monumentales de escaleras a otro piso.
— Buenos días, señor. — dijo el ángel caminando dos pasos detrás.
— Buen día, ¿qué tienes para mi hoy? — respondió el saludo la organización, sin ni siquiera voltear, solo siguiendo su camino.
— Todo está tranquilo, la única variante de las noticias es que le llegó hoy una carta directa del banco mundial y de su hermano OMC. La carta viene con una nota, ¿le gustaría escucharla?
— Te escucho.
— Cito, "ONU, mi querido hermano, no sé qué diablos hayas hecho pero tu pequeño proyecto dio frutos". Cierro cita. Es todo lo que decía.
— Dame la carta. — dijo la ONU deteniendo su caminar para estirar su mano y ver a su ángel. — Quiero un desayuno ligero y que saquen a FBI de mi cuarto. También, quiero que alguien esté preparando el avión.
— El desayuno está siendo preparado y me encargaré del señor FBI. También, si llegan a llamar diré que su agenda esta apretada, con permiso, señor.
— Retírate. — suspiró la ONU entrando a ese enorme comedor donde rápidamente otros ángeles le esperaban dándole el mejor asiento, poniéndolo cómodo y sirviéndole su café matutino en lo que un ángel traía una navaja para abrir el sobre, y se retiraban todos al unísono para dejar a la ONU disfrutar su mañana.
"OMC, Organización Mundial del Comercio... nunca me llamas hermano así que debe ser importante"
Miró por uno de los ventanales viendo ese enorme jardín perfecto para después abrir el sobre, en realidad solo había otra nota y un balance de cifras. Se quedó tal vez contemplando el balance por unos minutos sin decir una palabra, ni una sola, hasta acabar por soltar una risa, una pequeña que poco a poco se fue haciendo grande y hacía eco en esa habitación. Lo que tenía en las manos acababa de dejar de ser una simple carta y se volvía el resultado de tanto tiempo invertido. Suspiró tomando de su café viendo como los ángeles entraban con su desayuno comenzando a ponerlo frente a él.
Y es allí cuando la ONU abrió las alas, haciendo que sus ángeles se quedaran estáticos mirándole.
— Escuchen bien, necesito que preparen mi maleta, necesito mis trajes listos y ropa de verano igual. Y principalmente, necesito que alguien me traiga mi celular y me enlace una llamada con Borislav. — sonrió aquel que busca la paz. — Es un buen día, estoy de buen humor, así que una vez que acaben esos simples requerimientos que acabo de decir, pueden retirarse y descansar.
— Gracias, señor. Siempre es muy amable con nosotros. La maleta está comenzando a hacerse con sus trajes, ya listos para su uso, igual hemos empacado ropa de verano como trajes de baño. Le traigo su teléfono de inmediato. — dijo uno de los ángeles retirándose con los demás.
— Alto. — dijo la ONU. — ¿Qué pasó con FBI?
— Está siendo retirado de la mansión y...
Las puertas del comedor se abrieron de golpe rebelando a un FBI, entrando y sujetando a un ángel para acabar por azotarlo contra la pared, cosa que hizo que los demás se alteraran y la ONU le prestara atención. No dijeron nada, se quedaron mirando unos segundos hasta que la ONU decidió ponerse de pie y caminar al ángel herido, tomándolo en sus brazos.
— Que salvaje eres. — fue lo que dijo a su amante.
— ¿Me sacas como puta barata de tu casa? ¡¿Qué diablos quería que hiciera?!
— Te saco como lo que eres, pensé que ser mi juguete sexual era algo claro para ti.
— No me jodas, ONU.
— Ah, supongo que debí aclarar eso. — dijo la ONU, besando la frente de su ángel para ver como este se recuperaba y volvía a ponerse de pie. — ¿Cómo te sientes?
— Mejor, mi señor. — dijo el ángel haciendo una suave reverencia.
— Bien... tu ropa se ensució, es una lástima.
Y sin decir más, esas alas se volvieron cristal y acabaron atravesando el cuerpo de FBI, empalándolo contra la pared, salpicándose él mismo de la sangre como de su pequeño ángel.
— Quiero dejar en claro algo, nadie toca a mis ángeles. Son extensiones de mí, nadie los toca, son seres divinos a mi disposición a los cuales cuido y doy un propósito. Así que, cuando quieras reclamarme algo, ven y has tu rabieta conmigo, si vuelves a tocar a uno de mis ángeles, voy a destruir tu cuerpo y obligar a USA a que te haga otro. — sonrió la ONU desencajando sus alas. — Cuando recuperes tus heridas, visítame de nuevo, eres idiota, pero tu verga sirve como un buen consolador. Que tengas buen día, FBI.
Solo los gemidos de dolor, y la sangre cayendo podían escucharse.
— Oh si, ángeles, curen a FBI y hagan que llegue a salvo a su casa. — culminó, sentándose en su silla sin limpiar la sangre de su cuerpo, comenzando a probar un poco de su desayuno. — Delicioso como siempre, muchas gracias.
Los ángeles no dijeron más, entre cinco tomaron a FBI sacándolo del lugar, para curarlo y después dejarlo sano y salvo en su casa como habían ordenado. Para al final, dejar a la ONU solo, degustando ese desayuno rico y balanceado mientras estiraba ese par de alas que adornaban su perfección como individuo. Le gustaba mucho la comida de sus ángeles, sabían exactamente como le gustaban las cosas, y bueno, eso era obvio, ya que eran una parte de él.
— Señor, su celular, solo apriete la marcación rápida y estará hablando con Borislav, aunque le advierto que las diferencias horarias con su isla harán que la llamada sea de madrugada allá.
— Lo sé, descuida, puedes retirarte.
— Con permiso, señor.
La organización miró su celular mientras tomaba una mordida de su pan, para después mirar al frente, viendo el asiento vació al final de la mesa. La soledad le tranquilizaba, le recordaba ciertos momentos dulces.
Momentos con un ser de cabello blanco y piel morena al otro lado de la mesa, comiendo y dándole una sonrisa cuando sus miradas se encontraban. Eran tiempos dulces, siempre habían sido momentos dulces si eran a lado de ese sujeto.
"ONU, te traje dalias. Podemos comer juntos... yo como un emparedado y te hago un cambio de baterías. ¿Qué dices?"
Sonrió para él mismo, recordando esa dulce e infantil voz que retumbaba por toda la colmena. Ya fuera diciendo disparates, jugando y corriendo por los pasillos, riendo sin parar con películas tontas de comedia y durmiendo tranquilamente en cualquier lado. Tantas cámaras vigilándolo día y noche, para mantenerlo a salvo.
— Saliste de la colmena para brillar, ¿no es así, Boris?
Dijo al aire, acabando por presionar la marcación rápida, tomando de su café sin dejar de mirar esa silla vacía que hace algunos meses atrás, se encontraba llena con un sujeto de cabello blanco y piel morena que devoraba su desayuno, cubierto de moretones y vendas, con una enorme sonrisa.
— ¿Hola? — esa voz gruesa y ronca lo hizo salir de sus recuerdos. Ya no era una voz infantil, ni tampoco la voz de un adolecente, era la voz de un adulto al otro lado de la línea.
— Borislav, buenos días. — dijo con propiedad.
— Buenos días para ti, ONU. — se escuchó un suspiro suave. — ¿A qué debo la oportunidad de que me llames a las malditas 4 de la mañana?
— Pensé que te gustaba escucharme. — sonrió la ONU a lo que esa suave risa del otro lado le abrazó el corazón.
— Me gusta.
— Lamento la hora, pero es importante. He recibido un balance del banco mundial, al igual que una nota de OMC.
— Oh, así que te llegó el chisme.
— Borislav, recuerdo haberte dicho hace mucho tiempo que tardarías milenios en lograr que yo recibiera la carta que tengo en mis manos. Pero ha sucedido en un increíble corto tiempo.
— Te dije que soy el mejor, que tu no tengas fe en nada, es un mal hábito que deberías quitarte.
— Estoy orgulloso, buen trabajo.
— Gracias, escucharlo de ti hace que valga la pena haberme despertado temprano.
— Haré los arreglos, puedes mandar las invitaciones. Trataré de llegar primero que todos, pero no garantizo nada. Seguramente tu madre será el primero en pisar tus tierras cuando sepa la noticia.
— Seguramente... mandaré las invitaciones, pero con una simple condición.
— Te escucho.
— Invitaré a todos. — dijo a lo que la ONU hizo un gesto de molestia. — Y no puedes oponerte a mi decisión.
— ¿Puedo preguntar por qué?
— Si voy a hacer esto, tienen que estar todos presentes. No importa cuánto me hayan lastimado en el pasado, los necesito allí. ¿De qué otra manera puedo humillarlos si no los tengo enfrente?
Y rio, una risa genuina salió de su boca al escuchar esas palabras. Estaba demasiado orgulloso que apenas podía controlar su felicidad.
— UK y Suecia no son tu principal objetivo, Borislav. Y lo sabes.
— Lo sé... que no sean mi principal objetivo no los deja exentos de mi atención. Así que recurro a tu confianza en mí y espero no intervengas en mis cosas. Déjame manejar a mis visitas como debo hacerlo.
— Esta bien, te doy mi palabra, no voy a intervenir en nada de lo que pase en tu isla.
— Gracias.
— ¿Podrás arreglar todo en unos días?
— Lo haré. ¿no vendrás ahora?
— No, tengo que visitar a OMS primero, por eso no creo ser el primero en llegar. Pero es tu isla y tu reunión, has lo que quieras, nos veremos pronto.
— Te veo pronto.
— Hasta luego, Borislav.
— bye bye, ONU.
La organización cortó la llamada. Y se quedó unos segundos mirando su celular, solo sonriéndole a la pantalla negra para después seguir con su desayuno. Habían sido años de entrenamientos. Ver al moreno estar vendado y con moretones en su cuerpo, verlo matándose entre libros, investigaciones y planes, verlo perfeccionar cada ámbito de él. Tenía facilidad para los estudios, y tenía la fuerza para derribar todo lo que se le pusiera enfrente. Era como haber tomado lo mejor de sus padres y mezclarlo en un cuerpo.
Pero también estaba ese otro punto...
"¡Déjame en paz!"
Compartía la explosividad de su madre. Y no solo eso, cada vez que Boris se alteraba, esas tormentas, esos remolinos de viento, esos terremotos y truenos. No eran coincidencia, no lo eran más. Era realmente estar criando a un ser de destrucción para mantenerlo calmado y evitar una catástrofe.
— Tal vez lo haga por mis propios propósitos, pero igual te quiero ver feliz, Borislav.
Dijo al aire, tomando un sorbo de café, dejando que todo siguiera su curso.
Terminó su desayuno y acabó por marcar un número que no quería, pero tenía que hacerlo. Dejó que timbrará tal vez dos veces hasta que la voz del otro lado contestó.
— Esperaba tu llamada, ONU. — dijo la OMS al otro lado de la línea.
— ¿Qué dicen las muestras de sangre que te envié?
— No me lo vas a creer. — suspiró la OMS. — La sangre de Borislav no revela nada en especial, nada que lo ate a una habilidad de destrucción. Quiero decir, si analizamos la sangre de Rusia, podemos verla reaccionar a diferentes cambios que activan su habilidad, congelando el frasco donde está. En cambio, con Boris, su sangre no hace nada, es común.
— ¿Pero?
— Pero, la única sangre que da este resultado es la de México. Y tú y yo sabemos que la sangre de México es diferente a todas. Así que, oh estamos en presencia de alguien sin ninguna habilidad o...
— O tenemos a otro ancestral. — suspiró la ONU. — Clasificamos a México como ancestral debido a sus resultados. Pero en México se entiende por lo que pasó en el punto de quiebre, pero, ¿Borislav? Nació cuando todo había acabado. ¿Cómo alguien que apenas tiene historia puede tener esa sangre?
— Creo que estas preguntas deberías hacérselas a México. Si vas a venir puedo mostrarte los expedientes. ¿Qué dices?
— Iré, necesito revisar todo con mis ojos. Nos vemos pronto...
Y eso fue lo último que le dijo a su hermano, antes de mirar por su ventana a los jardines, y ver un colibrí azul volando enfrente de la ventana, mirándolo detenidamente para después salir de allí y desaparecer en el aire. La ONU suspiró, llamando a sus ángeles, no le gustaba mucho esta situación, pero tenía que tener pruebas antes de alertar a los country de una posible amenaza.
— Boris, a veces me pregunto, ¿qué diablos eres?
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Días después...
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— ¡AH! ¡AH! ¡BORIS!
Los gemidos sin control resonaban en esa habitación. Una cama destruida, rasguños en las paredes y un par de cajas vacías de condones yacían en el suelo. Las luces neón que apenas alumbraban la habitación eran eclipsadas por el brillo de runas de constelaciones en ese cuerpo que se regodeaba entre las sábanas.
— ¡AH! Más despacio... ¡Espera! HNG...
Una mano grande jalando la cabellera negra hacia atrás, el golpeteo de los muslos contra la piel del contrario, y los besos fugaces con unos labios rojizos hacían que esa habitación no se sintiera vacía, sino llena de vida sin control. Más cuando el sonido de un orgasmo enorme explotó en la habitación, haciendo al de cabellera negra jadear y sufrir espasmos en las sábanas.
— Maldito animal... hn...
— ¿Cansado? — esa voz gruesa retumbando en el oído lo hacía estremecer. Más cuando pequeños besos pasaban por su cuello hasta llegar al hombro mordiéndolo un poco. — ¿Ya no quieres más?
— Hn... d—dame un respiro. Es turno de Marco, me duele todo.
— Fuck you, Darling. Aún estoy agotado. — decía el de labios rojizos, riendo. Sintiéndose lleno de sudor y semen que resbalaba de su abdomen.
— Ah, que malos son conmigo. — rio el Bosla besando las piernas del americano subiendo lentamente por su pecho hasta llegar a esos dulces labios rojizos que lo recibieron para seguir besándolo suavemente. — Marco, ¿tú me quieres?
Ese dulce susurro en el oído del estado lo habían hecho estremecer. Joder que esa voz había mejorado demasiado, incluso entre las sombras, solo mirando esas runas iluminadas, podía sentir al hombre que tenía encima dándole dulces besos en las mejillas.
— Boris... ah, Dammit. No puedo decirte que no.
Y así empezó todo de nuevo.
Los gemidos de placer inundando la habitación mientras un país joven no se cansaba de enredarse en las sábanas con dos estados que habían estado con él desde niño. Y que lo excitaban aún más cuando sabía que estaba jugando con fuego al tenerlos en su casa, en su cama y abiertos de piernas para él.
Y así siguieron, sin parar, no habían descansado en absoluto. De un momento a otro sus amigos habían llegado de visita sorpresa, acto seguido, el país los había guiado a su cama, arrancándoles la ropa y devorándolos tantas veces que había perdido la cuenta. Incluso, las maletas de los chicos seguían sin ser abiertas, solo sus piernas. Solo su dulce sabor era requerido en la isla Borislav.
Entonces después de tantos orgasmos seguidos, y un sinfín de deseos desmedidos, el cansancio llegó a ellos y dormir parecía la mejor opción posible por esa tarde. Dormido entre dos de sus mejores amigos. No había nada mejor que eso, descansar entre ellos y recuperar energías, además se preparaba para una buena noche...
Una buena noche, cerca del mar...
"No me dejes, ¡no te vayas!"
Una buena noche...
"... ¡Ayúdame!"
Una noche...
"...no quiero morir."
Actividad Cerebral ————> Alterada.
Tarea Principal ————> Sacar a Boris del REM del sueño.
"Boris, despierta."
Fueron las frías manos metálicas que comenzaban a salir del techo, las que hicieron despertar a la joven isla de su sueño. El sudor que resbalaba de su frente, y los jadeos que trataba de controlar lo hacían poco a poco volver a la realidad. Estaba allí, una simple madrugada en su isla, bajo sus sábanas, mirando al techo que poco a poco guardaba de nuevo esas manos robóticas.
"Buenos días, Boris. Son las 4 de la mañana. Puedes dormir aún más horas."
— Mía... yo...
"No estás solo Boris, si quieres conversar, vayamos a tu oficina. No despiertes a Marco ni a Hugo."
El Bosla volteó a su lado derecho primero, viendo un hermoso chico desnudo y acurrucado, de piel blanca, cabello negro y dulce cuerpo dormido abrazando una almohada. Después a su lado izquierdo, un hermoso chico desnudo de piel ligeramente morena, con cabello rubio, labios rojizos, durmiendo pacíficamente.
Ahora todo regresaba a su memoria.
Orión había terminado de mudarse a su casa propia, y él había pasado mucho tiempo sin la compañía de alguien de manera sexual. Después de la última vez que se dejó tocar por alguien, acabó humillado. Pero ahora era diferente, ya no era ese chico. Así que apenas Orión salió de su hogar, decidió comenzar a remodelar, pero fue visitado por sus amigos de sorpresa y en el momento en el que cruzaron su puerta, les acabó por arrancar la ropa y llevarlos a su cama lo más pronto que podía. Vaya faena sexual había tenido con esas cajas de condones vacías y demasiados usados en el suelo.
Salió de la cama con cuidado, procurando cubrir a sus amigos bien con las sábanas, tomando su bata y salir hasta su oficina, donde simplemente se dejó caer en su silla.
— No debí atacarlos de esa forma cuando me vinieron a visitar. — suspiró el Bosla.
"Tu libido estaba fuera de control, no habías tenido un compañero sexual que recuperara tus recursos. Trabajaste de más, haciéndote un país poderoso tu solo, lo que te dejaba agotado consumiendo tus propios recursos sin parar. Es obvio que cuando los tuviste cerca, morderlos era una opción para absorber de ellos. Pero, debes tener cuidado, si absorbes de más, puede que sus países lo noten y se vuelva un problema"
— Lo sé, tendré cuidado. — refunfuñó la isla frotando su cara.
"¿Por qué tus sentidos estaban alterados mientras dormías? Es la tercera vez esta semana que tengo que despertarte del REM."
— Tuve un mal sueño... últimamente, desde ese día, solo tengo pesadillas. Pensé que era por lo que me había hecho ese hijo de puta, pero mis pesadillas con ese ser inservible sin corazón pararon semanas después. Comencé a tener otras.
"¿Qué clase de pesadillas? ¿Involucran estas a Suecia?"
— Solo sueño cosas buenas con Suecia a pesar de todo. — suspiró el Bosla estirándose. — No sé, sueño que me matan, en medio de una tormenta, y grito desesperadamente por ayuda a alguien que nunca llega. Es raro. — y esos ojos violetas fueron a parar a la ventana. — Se siente tan real, como si fuera un recuerdo, los gritos, el dolor, esa sensación de ardor, mi rostro, siempre duele mi rostro... y ah, un medallón. Recuerdo un medallón o algo de ese tipo.
"¿Cómo es?"
— Bueno, es... es raro, es de oro con un león, gotas que parecen sangre, y laurel, había laurel tallado en ese medallón con toques púrpuras y... ah... trato de enfocar siempre la imagen, pero es muy difícil recordarlo.
"He buscado en la base de datos sobre eso, pero no hay ningún dato en que exista algo así dentro de la historia mundial."
— Mía, desde que ocurrió todo en Suecia, desde que comencé los entrenamientos con ONU, dios, desde que me volví un adulto, solo esos sueños abundan en mi cabeza. Es como si alguien estuviera gritándome, "Recuérdame, recuérdame", en todo momento, y me esté dando estos sueños para que recuerde algo que nunca viví. Es como si quisieran lastimarme.
"Solo puedo decir, que no hay nada en este mundo que pudiera lastimarte, Boris."
— Ya me han lastimado Mía, solo que no físicamente. Pero no quiero pensar más en eso. Hoy es un grandioso día, comenzarán a llegar uno a uno a la isla, donde daré una gran fiesta. Y pondré a cada uno como piezas de ajedrez listos para caer. — sonrió el joven.
"Si me permites, Boris. Debo recordarte que muchos no vendrán en busca de una amistad. Entraste de golpe en el TOP mundial, y no solo eso, has causado que muchas economías comiencen a colapsar, además que lo primero que hiciste apenas se publicó la noticia es invitarlos a venir. Tu invitación es más una provocación. Cuando ONU anuncie el lugar en el que estás, será un caos total."
Y la isla sonrió, el top mundial sería revelado, y él esperaba encontrarse entre el cuarto o quinto lugar. Al final, solo ONU, los bancos y OMC, eran los únicos que conocían a fondo las estadísticas de ese TOP para ser declarados los lugares. Y como nadie sabía en qué lugar estaba la isla, era buen momento de usar esa incertidumbre a su favor y pretender que estaba en los primeros lugares.
— Lo sé. — sonrió el Bosla. — Es mi manera de patearles el trasero a todos. El primer día en el que me presenté, fue un desastre. Nadie me tomaba en serio, en absoluto nadie. Excluyendo a mis padres, nadie veía nada en mí, así que fui una presa fácil. Cegado por mis propios deseos e ilusiones, caí ante palabras dulces y caí demasiado. No quise asistir a ninguna otra reunión hasta que fuera lo suficientemente fuerte para levantarme, así que entrené. Entrené mi cuerpo, entrené mi mente, y lo hice con él, con ONU, y sobreviví.
"¿Qué es lo que harás ahora?"
— Regodearme en mi victoria. — esa voz cargada de ira detrás confundió a la máquina. — Solo he protegido la economía de mamá y papá. Y por deseos de Marco y Hugo, he decidido no hacer que sus padres se queden en la calle, pero, no es como si pudiera ayudar a todos. Así que esta fiesta es para eso, verlos arrastrándose por tomar un pedazo de mí. Quiero verlos de la misma forma en la que me vieron, quiero verlos suplicar, en especial a la diva de alas doradas, quiero verla suplicar y rogarme perdón, y justo detrás de ella, quiero verlo a él, verlo desnudo y pequeño, mientras yo me rio diciendo que es lo más patético que he visto en mi vida dejándolo solo en una habitación como me dejó a mí, entre miseria y humillación.
El sonido de su celular sobre el escritorio de su oficina lo despertó de sus pensamientos. Dirigió su mirada a la pantalla y vio el nombre de su amada capital en él. Dio una suave sonrisa al aire y contestó solo para escuchar una varonil voz del otro lado.
— Padre, perdón por llamar de madrugada, pero tenía que avisarte que está todo listo. — su Orión, ya era un adulto, un adulto jodidamente inteligente, con una ciudad impresionante que habían creado ambos. No era una simple capital, era "la capital", mejor que cualquiera en el mundo. — Todas las máquinas están listas, los papeles, el hotel y el salón. Prácticamente es solo llegar. El personal está equipado y listo para recibir a los invitados y el aeropuerto está listo para guardar los aviones de los que vienen de lejos. Y de nuevo, sé que es mucha información tan temprana, pero Mía me indicaba que te encontrabas despierto.
— No te preocupes, mi bebé. Siempre tengo tiempo para ti. Ahora, necesito que hagas algo por mí, una última cosa.
— ¿Qué deseas?
— Hugo y Marco están aquí, se quedaron a dormir en mi casa. — sonrió el Bosla, sacando de su escritorio algo parecido a un cigarrillo eléctrico. — Necesito que los lleves a tu casa y te quedes con ellos hasta que todos los country regresen a sus hogares.
— ¿Están aquí? ¿Por qué no me lo habías dicho?
— Quería que fuera sorpresa.
— ¿No quieres que los vean?
— No quiero que se malinterprete. ONU vendrá igual, no quiero que me vean con estados, que, aunque sabe que son mis amigos, siempre me ha dicho que no le gusta mi relación tan cercana y empalagosa con ellos, y que si me ve seguir igual tendrá que sancionarme. En otras palabras, quiero evitarme problemas, además, vienen los nórdicos.
— ¿No quieres restregarle a ese maldito hijo de puta que no te interesa más? — dijo su hijo a lo que la isla suspiró.
— No hables así de tu futuro padre, Orión. — sonrió.
— Tu obsesión por Suecia me perturba.
— Mi amor por Suecia me anima a seguir adelante, chamaco baboso. No hables así de él. Después de meditarlo con mi almohada muchos años, descubrí algo. Hable con Colombia hace meses, le hice algunas preguntas sobre las jerarquías nórdicas, a lo que me dijo que Suecia debería estar liderándolos, pero, su habilidad lo retiene así que Dinamarca asumió el poder, y se volvió loca, así que Suecia quedó atado a los deseos del nórdico guía. Son como lobos, siguen al alfa, y la única manera en la que pueden ser libres, es matando al alfa, entonces supongo que me toca eliminar a Dinamarca y tener a Suecia para mí.
— En otras palabras, de ser un alfa paso a ser un lobo omega, sometido ante su hermana. Patético.
— Cierra la boca. — y ese rayo cayendo en el mar retumbo en la bocina del teléfono.
— Ugh... bien, cálmate. — la voz de la capital parecía serena, pero él al igual que ONU, tenían este temor en la piel de estas "coincidencias" en el clima cuando la isla se alteraba. — ¿Qué harás con la mierda que es UK?
— Ahogarlo en el mar. — dijo la isla soltando una risa. — No sé, no me interesa. Que este por allí, y que muera cayendo de una acera, que le dé una sobredosis de viagra, que caiga de la bañera y se rompa la cabeza, lo que sea. No me interesa él.
— Por el odio que le pones a tus palabras, parece ser él que más te interesa.
— Por favor...
— Es en serio. — dijo la capital. — Si mencionan a UK lo único que haces es maldecirlo sin fin de veces, pensando todo el día en él. Es el único que hace que te olvides de Suecia por un momento. Escucho mucho odio, pero tus acciones parecen otras, parece que te gusta "odiar" más a UK que pensar en Suecia.
— ... estas comenzando a fastidiarme, Orión.
— ... Cuando seas un adulto con el que se puede hablar, charlemos. — suspiró la capital. — Pasaré por Hugo y Orión en unos 20 minutos.
— ¿Qué? ¿Tan pronto? — eso hizo que el país se levantara de su asiento olvidando la pequeña discusión que tenían. — Puedes esperar a que amanezca y...
— No, ONU será el primero en llegar, así que lo más seguro es que vaya a verte. Es mejor mantener tu casa vacía antes de que esas alas de cristal se vayan en tu contra.
— ¿Crees que ONU me lastimaría? Por favor, él nunca lastimaría a nadie.
— ¿Estás ciego o qué? ONU es un sociópata con mucho poder, te hará papilla apenas hagas algo más y fuera de sus reglas.
— Me ama, como un padre. — suspiró el Bosla. — Pero regresando al tema de los chicos, harás madrugar a Hugo y Marco, déjalos descansar.
— No, puedo cargarlos y llevarlos a mi casa, estaré allí en 20 minutos.
— ... Bien.
— Y sobre lo de ONU, tal vez seas un adulto ahora, pero tu inocencia sigue allí. — esas palabras retumbaron en la cabeza de la isla. — ONU no ama a nadie, solo a sí mismo, así que ten cuidado. ¿Ok? Iré para allá, prepara a Hugo y Marco.
— Orión... tienes que dejar de pensar que alguien puede lastimarme porque...
"Recuérdame..."
— ¿Papá? ¿Sigues allí?
Los ojos violetas se perdieron mirando el paisaje nocturno de su isla, de nuevo, allí estaba esa voz, retumbando en sus pensamientos. Cuando era pequeño la ignoraba, pero ahora, parecía una pesadilla sinfín.
— ...
— ... ¿Qué pasa? ¿Papá?
— ... Tuve esas pesadillas de nuevo. La tormenta, el dolor en mi rostro, los gritos de ayuda, todo. Escuché de nuevo esa voz en mi cabeza pidiéndome que recuerde algo que nunca viví.
— Papá, no sé qué decirte con eso. Hice todos los estudios y no hay nada malo contigo. Pero...
— ¿Pero?
— Hice una investigación, sobre nosotros, sobre lo que escribían los humanos. Padre, no hay nada, nada que nos diga que tienes las memorias de alguien del pasado. Pero entonces me puse a pensar, y dije... Si Suecia puede ver sus futuros, los distintos futuros de él a través de mundos. Entonces, tu como su predestinado, ¿no podrás tener lo mismo? Quiero decir, es una teoría, pero, tal vez tus sueños no son de algo que pasó, sino, que pasará.
— Eso lo hace peor, Orión.
— Lo siento, pero mira, lo mejor no es pensar en eso. Concéntrate en hoy, ¿ok? Todo estará bien.
— ¿Lo prometes?
— Lo prometo.
— Te veo pronto.
"He levantado a Hugo y Marco y están arreglándose"
— Gracias, Mía. — suspiró la isla levantándose.
Quería ir a ayudar y cambiarse, pero el espejo que hay en su oficina lo hizo detenerse. Tuvo un Déjà vu al momento de mirarse, como lo había hecho cuando era un adolecente, pero ahora había otra persona en ese reflejo, alguien diferente. Su rostro se notaba más maduro, su cuerpo era más grande, trabajado y perfecto, su cabello corto marcaba muchos sus facciones, y esa leve barba que comenzaba a crecer lo hizo sonreír. Aunque esa cintura pequeña y caderas anchas seguían allí, ya no podía decir que veía un niño en su reflejo, era un adulto, y no lo había notado realmente de cerca.
Sonrió, tenía un atractivo sin igual, uno exótico y único, eso le gustaba, porque planeaba usarlo a su favor.
Suspiró saliendo para acabar por entrar en su habitación, donde dos estados le sonrieron al verlo, mientras colocaban ropa nueva en sus cuerpos. El país se acercó a los dos, repartiendo besos mientras les ayudaba a vestirse, llenándolos de caricias mientras esos suaves gemidos en ambos lo hacían sonreír.
— Mía nos dijo que Orión viene por nosotros, para evitar problemas. — dijo Marco besándole en los labios. — ¿Hoy es el gran día no?
— Lo es. — contestó el Bosla acariciándole la cintura.
— ¿Recuerdas tu promesa? — y esos ojos que lo derretían le miraron con seriedad, el rojo y azul en aquellos ojos con heterocromía de Marco siempre lo paralizaban. — No importa en qué lugar estés, no puedes dañar a mis padres, no puedes. Punto.
— Yo no controlo la economía. — respondió la isla.
— Pero si la afectas. — defendió el estado. — Boris...
— No pienso lastimar a tus padres, ni a los de Hugo, no haría nada que hiciera que ustedes estuvieran mal.
Y un beso en las manos de ambos fue a parar, mientras los estados sonrieron besándole la mejilla. Una vez fuera, les acompañó en la sala ya vestido, mientras disfrutaban de un rico café, hasta que la puerta sonó y el país se levantó a recibir a su capital. Aunque no esperaba ver lo que veía.
Por la hora, esperaba ver a un Orión informal, tal vez incluso aún en pijama, no al chico bien vestido, bañado y arreglado con dos ramos de flores parado en su puerta.
— Uh... — la isla estaba sin palabras.
— Hugo, Marco. — dijo su capital entrando, dejando a su padre en la puerta. — Bienvenidos, no sabía que estaban aquí hasta hace unos minutos, tomen, supongo que mi padre no los recibió propiamente.
— No, es un animal. — sonrió Hugo haciendo sonrojar al Bosla. — que hermosas flores azules, brillantes, y ese dulce olor, muchas gracias Orión. Te has puesto enorme y apuesto.
— Gracias. — Ese leve sonrojo en las mejillas de su hijo comenzó a aparecer.
— Son hermosas y delicadas, thank you honey. — y un dulce beso de parte de Marco fue a su mejilla izquierda.
— Quería que se sintieran bienvenidos, es bueno verlos de nuevo. — sonrió feliz la capital abrazándolos a ambos, mientras estos repartían caricias dulces y besos en la mejilla de Orión.
El sonido de Boris aclarando su garganta los hizo voltear a los tres, para después sonreírle a la isla. No iba a preguntar porque Orión había hecho eso, al menos no ahora, no cuando miró su reloj y solo asintió, cargando las maletas de Marco y Hugo en la camioneta de Orión. Mientras depositaba un beso en la frente de Hugo y Marco dejando que subieran al auto.
— Cuídalos, que nada les falte. — sonrió Boris.
— Eso nunca, menos ellos. — respondió su capital. — Oye... — y un leve tirón a la camiseta de su padre lo hizo parecer un niño de nuevo, apartándolo un poco del coche en busca de privacidad.
— ¿Qué pasa?
— ¿Preguntaron por mí?
— Ah... — la isla rascó su nuca, no podía decirle que ni siquiera habían dicho "hola" cuando él ya los estaba desnudando llevándolos a la cama. — No hubo oportunidad de hablar, llegaron cansados así que solo los dejé dormir en la habitación de huéspedes.
— Ya veo, está bien. Gracias por recibirlos, debo estar más atento al aeropuerto.
— Descuida, está bien, ellos siempre son bienvenidos. Tal vez por eso Mía no alertó de su llegada.
— Si, debe ser eso. — suspiró su capital. — Papá.
— ¿Sí?
— Sé que son tus amigos, pero... me gustan, siempre me han gustado, así que no quiero que sientas algo raro si yo, bueno, sé que se criaron contigo, pero la edad no aplica en los estados. Así que...
— Entiendo.
— Gracias. — sonrió su hijo abrazándolo, para después sonreírle. — Buena suerte hoy.
— Gracias, diviértanse.
Y sin más, los despidió con su mano viendo la camioneta alejarse y volver a su casa, para acabar cubriendo su rostro en vergüenza. ¿Cómo diablos había sido tan ciego? ¿Cómo? ¿O simplemente no lo quería notar?
"Si estás alterado por lo que dijo Orión, quiero decir que yo soy una maquina e incluso yo noté que tu capital estaba enamorado de tus amigos desde hace mucho."
— No ayudas, Mía. Maldita sea. — suspiró la isla. — No puede saberlo nunca, no puede. Tengo que terminar con esto ya. Mía, prepara mi baño, y olvidemos el tema por hoy, no quiero pensarlo más, al menos no ahora.
"El baño está siendo preparado, ya puedes ingresar"
Acabó por regresar a su habitación, y en lo que Mía destruía la evidencia de lo que había sucedido en su cama, arreglando y cambiando todo, como limpiando los pisos y arreglando las cosas, el Bosla se relajaba en la tina, cerrando los ojos por un momento, poniendo una toalla húmeda en su rostro.
Se recordó en una tina, hace años, en un hotel en Estocolmo, donde su cuerpo aun adolorido lo hacia sonreír. Donde manos grandes rodeaban su cintura acercándolo con deseo al cuerpo que tanto quiere cerca. Quería esos ojos de cielo, ese dulce cabello rubio, esa suave voz, esa delicadeza al tocarlo suavemente mientras se susurraban palabras que solo se dirían el uno al otro.
— Suecia... — susurró para sí, retirando la toalla de su rostro. — Si lo que tengo que hacer es derrotar a tu hermana, lo haré. Tendrás de nuevo el control tú, y al fin los nórdicos serán libres. Incluso si me odias después de lo que hice, me gustaría verte libre. Sé que yo debería odiarte, pero... cuando recuerdo el dolor que había en tus ojos ese día, simplemente no puedo, espero tú te sientas igual.
Salió de la bañera y acabó por cambiarse en algo cómodo, para poder desayunar a gusto. Mía ya tenía listo su desayuno así que solo se sentó en la barra comenzando con su tostada, pero un aleteo lo hizo levantar la mirada para ver un colibrí volando justo frente a él, como si lo estuviera mirando.
— Te di todo un hábitat para que estés libre, y sigues entrando a mi casa. ¿Qué pasa? ¿Quieres espiarme? — sonrió la isla acercando su mano, solo para ver a la pequeña ave subir en ella. — Eres...
"Hermoso, me encanta el color azul en ti..."
Y en un movimiento se llevó sus manos a la cabeza, haciendo que el ave volara mientras este sentía ardor en el rostro. Las luces de su casa parpadearon mientras trataba de relajar su respiración. Solo pudo levantar la mirada y ver a ese bello colibrí azul volviendo a volar justo enfrente como si estuviera mirándolo.
"Recuérdame..."
— ¡BASTA!
La explosión de sus ventanas retumbó haciendo que el holograma de Mía apareciera frente a él, checando la situación y dejando aparecer esas manos robóticas que acariciaban el cabello de Boris tratando de tranquilizarlo. Su respiración agitada que lo hacía jadear, el ardor en su cara, el dolor y gritos que retumbaban en su mente.
"Boris, tus sentidos están alterados, nada de lo que sueñas es real, tranquilo. Estoy aquí, contigo."
— Mía, me duele la cabeza.
La isla acabó por levantarse, mojando su rostro en el lavabo de la cocina, recuperando su respiración tranquila. Se quedó unos minutos así, escuchando como Mía reparaba las ventanas comenzando a remplazarlas y limpiando los peligrosos trozos filosos, mientras su creador recuperaba el aliento.
— Todo está bien, no pasa nada. —suspiró relajado.
Secó su rostro con una toalla y miró por la ventana de la cocina que daba a un jardín trasero, pero lo único que vio fue a un cuerpo ensangrentado y enorme parado frente a él, con largo cabello blanco y unas runas raras cubriéndolo. El shock no lo podía hacer gritar, solo acabo por echar a correr sin explicación lejos de su hogar, tan rápido que llegó a la orilla del mar, jadeante y tropezando con la arena, solo para ver al colibrí sobrevolar por encima de él.
— ¿Qué es lo que diablos quieres? ¿Eres algo de los nórdicos volviéndome loco? — gritó el Bosla mirando al colibrí. — ¿¡Qué diablos estás haciéndome!? — preguntó en desesperación arrojando un puño de arena contra el ave, quien solo evitó el golpe acabando por colocarse en la cabeza del país.
"Recuérdame."
— Basta...
— ¡Boris! Tus niveles de estrés están en las nubes, vas a provocar un terremoto en tu isla si no te controlas. — la voz de mía saliendo de su pulsera le provocó ansiedad acabando por arrojarse al mar. — ¡BORIS! Un country es prácticamente indestructible, excepto, cuando se enfrenta a la naturaleza de este planeta. Si el mar te elimina, tu tierra se irá contigo. ¡Vuelve a la superficie!
Y por primera vez, en mucho tiempo, la pulsera que portaba el chico con orgullo, fue arrancada de su muñeca, separándose de Mia, mientras su boca solo se abrió para gritar en estrés debajo del agua. En el agua no había colibrís, no había visiones, no había sueños, no había nada, solo la inmensidad profunda y un color azul suave.
"Se decía que Tláloc lo tomaba como un punto de descanso... pero, creo que es más el mío..."
Su mente se calmó, pero ya no podía ver la luz de la superficie, al menos no por un momento, hasta que sintió unos brazos sujetarle sacándolo de golpe del mar, arrojándolo a la orilla. Acabó escupiendo agua mientras un sujeto empapado salía del mar, para acabar sujetándolo de los hombros sacudiéndolo.
— ¡BORIS! —y allí estaba, esa mirada de galaxias viéndolo en preocupación, revisándole el cuerpo y besándole el rostro, abrazándole. — ¡No hagas otra pendejada de esas! ¡Chamaco pendejo! ¿Qué diablos estabas pensando? ¿Darme un infarto? ¡Por dios!
— ¿Mamá?
— Boris, ¿qué pasa?
— ¿Cuándo llegaste?
— No iba a llegar ahora, pero sentir a mi hijo ahogándose, dios. Nunca había volado tan rápido. — sonrió el mexicano repartiéndole tiernos besos en el rostro. — ¿Qué pasó?
Fue mientras secaban sus cuerpos después de un baño, y pasaban tiempo en la sala, donde el Bosla explicó lo que había sucedido, al igual que los sueños y voces que escuchaba. El mexicano escucho con detenimiento todo, acariciándole el cabello, repartiéndole dulces besos para mantenerlo tranquilo, dejando que su no tan pequeño hijo, recargara su cabeza en su regazo, mientras lo dejaba hablar y expresarse.
— ¿Estoy loco?
— No, te ayudaré a comprender que pasa. — dijo el latino. — ¿Te parece si investigamos juntos todo lo que sabemos? Haremos que vuelvas a dormir tranquilo mi amor.
— El colibrí...
— En México son comunes, son mensajeros de muerte, traen palabras de aquellos que se fueron, o llevan mensajes de aquellos vivos a los que se fueron. Además, son de buena suerte, pero, si te causa problema el colibrí, lo llevaré a mis tierras.
— Hazlo, me siento horrible por pensar que un animal es el culpable, pero todo comenzó a intensificarse con él, por favor, quiero estar en paz.
— Me lo llevaré. Por ahora. — dijo el latino acariciándolo. — Sé que la fiesta es en la tarde noche, así que ve, comienza a arreglarte, yo igual lo haré, y te ayudaré en todo lo que quieras antes de que comiencen a llegar los gorrones. —rio el mexicano.
— Gracias, mamá.
— De nada, cariño.
El mexicano sonrió, viendo a su pequeño subir las escaleras para ir a su habitación, y después caminó fuera de la casa, sintiendo el viento en su rostro, para después, estirar su mano a una velocidad sorprendente y atrapar a un colibrí en ella.
— Creo haber dicho, que dejarás el pasado detrás, Huitzilopochtli. — la piel agrietándose en el rostro del mexicano, revelando luz debajo, dejó quieto al colibrí. Era tanta la ira en el latino, que su parte dios quería salir con el único propósito de asesinar al dios de la guerra. — Considera esto como tu última advertencia. Boris vuelve a tener un episodio así, y yo mismo entrego tu cuerpo para que Mictlantecuhtli te consuma, maldito colibrí pendejo.
Y acabó por cerrar el puño, sintiendo las plumas, carne y huesos diminutos ser papilla en segundos, donde sabía que un dios de la guerra llegó de golpe al Mictlán, como perro regañado, y ahora en sus manos, yacía un simple colibrí común despedazado por su fuerza.
— Lo lamento, Huitzilopochtli usa a sus semejanzas en tierra para poder estar presente. Como Quetza a las serpientes y Tezca a los jaguares... Regresa a México, amigo.
Y sin más, ese colibrí destazado volvió a formarse, saliendo volando de la mano del latino, para después este recuperar su rostro normal y reingresar a la casa. Porque no importaba lo que tendría que hacer, aseguraría el bienestar de Borislav costara lo que costara.
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"Todos sean bienvenidos a la Isla Borislav"
Un gesto de molestia fue lo que llegó a la cara del italiano, mientras miraba su celular viendo ese jodido mensaje. Todos tenían una idea de porque estaban siendo invitados a la isla que nadie podía ingresar hasta hace unas horas. El dueño de esas tierras había entrado en el TOP, donde seguramente ONU daría el anuncio de la posición, pero el italiano solo podía apretar su pecho tratando de controlar ese deseo interno que solo se intensificaba, y comenzaba a corromperlo poco a poco.
Quería controlarlo lo más que pudiera.
No era una tarea sencilla, no estaban hablando de cualquier imperio, no era tan fácil como Rusia adaptándose a Imperio Ruso, era peor, era tratar de controlar un Imperio con Corona de Oro dentro de ti, era difícil y desgastaba, y aunque había podido controlarlo estos últimos años, el simple hecho de que Boris existiera le estaba provocando estragos que trataba de ocultar de los demás.
No podía decirle a nadie, solo había un puñado de personas que lo comprendían. Y de esas pocas personas, había dos justo frente de él ahora mismo.
— Créeme que me sorprendió que me llamaras diciendo que nos reuniéramos juntos en un avión y llegáramos así a la Isla Borislav.
Y allí estaba, con esa piel morena exquisita, ojos marrones intensos y un cabello castaño único, Egipto lucia muy bien en ese traje mientras disfrutaba de un asiento cómodo en su avión. El suave y tenue maquillaje en sus ojos con un delineador dorado por encima, era perfecto, siempre le pareció demasiado atractivo Egipto.
— Tenía que hablar con alguien. — respondió el italiano.
— Oh... ¿y no pudiste decírselo a tu novio? — esa voz calmada, como si fuera de alguien que acababa de despertar. Con unos impresionantes ojos azul opaco, cabello largo y negro, piel blanca, con una sonrisa cálida, como si fuera un ángel en tierra. — España no puede ayudarte, ¿verdad?
— No con esto, solo haría que se preocupara. — suspiró el italiano.
— Italia, nos invitaste en este viaje solo los tres para hablarnos de cosas pasadas, y sin comida, que malo eres. — se quejó Grecia recargando su cabeza. — No quiero estar en este viaje aburrido si...
Y ante un suspiro de enojo del italiano, un recipiente con lasaña se colocó frente al griego quien sonrió feliz comenzando a comer.
— Ahora si nos entendemos. — sonrió el griego comiendo. — ¡Qué rico! Amo como el queso se deshace en mi boca, delicioso, tu comida es deliciosa Italia.
— Estoy seguro que no me pediste viajar los tres juntos para darle de comer a Grecia. — dijo Egipto. — ¿Qué pasa?
El italiano suspiró, dando una mirada a la cabina mientras los asistentes cerraban la puerta para darles privacidad, después de eso, el europeo miro directamente a los ojos al egipcio dando una tenue sonrisa, mientras su mirada se iluminaba.
— Necesito a egipcio como a griego, idiota.
Ese maquillaje dorado en los ojos de egipcio se hizo suave arena, que poco a poco llegaba como una suave ventisca a los ojos de Egipto para hacerlos dorados como él oro, mezclándose con ese marrón intenso. Y eso no era todo, esos ojos azul pálido del griego se hicieron coral mientras disfrutaba un bocado de lasaña. Mientras la mirada verde esmeralda del italiano brillaba haciéndose más intensa.
— Ah, Romano, ¿Italia aún no puede suprimirte por completo? — dijo el griego retirando su saco y desabrochando su camiseta. — Debo decir que la ropa actual es molesta, cubriendo la perfecta curva que son los cuerpos, deberíamos andar desnudos, sería lo mejor.
— ¿Qué problemas puedes tener tú, Romano? — dijo el egipcio mirándolo. — ¿No te declaraste mejor que yo, o mejor que griego?
— ¿Mejor imperio absoluto que yo, o que tu egipcio? ¡JA! Es un maldito copión inútil bueno para nada. — dijo el griego mirándolo. — No puedes crear dioses originales así que te copias de mí. Idiota salido de las más grandes bajezas.
— No pienso discutir esto con ustedes, no los llamé para esto. — dijo el romano. — No tenemos mucho tiempo, Grecia, Egipto e Italia nos van a suprimir, así que trataré de ser directo.
— Te escuchamos. — dijo el egipcio creando arena alrededor del cuello del romano. — Si dices algo que me desagrade, voy a hacer que Italia sufra mucho, haciendo que la arena bajo su piel lo torture al punto de querer arrancársela toda.
— Hazlo. — rio el romano. — Veamos cuánto dura Egipto mientras arranco cada partícula de su sangre de golpe.
— Calmémonos, calmémonos todos. — rio el griego. — Ah, solo habla Romano, no tenemos mucho tiempo.
Y la mirada de los tres se cruzó, a lo que el romano simplemente suspiró sujetando su cabeza.
— Es el niño, díganme que ustedes también sienten algo extraño en él.
— ¿Hablas del lindo, lindo, lindo Borislav? — dijo el griego sonriente. — Con esas largas piernas, esa pequeña cintura, ese dulce torso trabajado, ese enorme y esponjoso trasero redondo, y esos ojos grandes y violetas potentes. Ah, tan lindo, ¿crees que gima lindo? Yo lo creo, debe ser delicioso estar entre las piernas de alguien tan joven y adorable.
— No somos idiotas, claro que lo hemos visto. — sonrió el egipcio. — Parece un dios de la noche y estrellas. Con esas constelaciones en su piel morena, que brillan cuando se emociona. Es una delicia verlo.
— Ese niño está haciendo que esté perdiendo la cabeza. — respondió el romano apretando los puños. — Me hace sentir deseos que no son solo de excitación, es más de querer poseerlo. Siento que lo he visto antes pero no lo recuerdo, es frustrante. Cómo si volviera a ver algo que deseaba que fuera mío, y nunca lo tuve en las manos.
— ¿Y en que podemos ayudar nosotros con tu estúpida obsesión? — preguntó el griego.
— Dejé unos diarios. — eso atrajo la atención tanto del griego como del egipcio. — Escribía diarios de mi vida, me relajaba, así que esos diarios están en la bóveda de Vaticano, al menos sé que están allí. Fui hace poco, y tome uno, son demasiado antiguos para sacarlos de ese lugar donde se conservan, así que saque algunas capturas a los escritos que tenía allí. Y nada de lo que está escrito allí tiene sentido para mí.
— ¿Qué decían? — preguntó el egipcio.
— Escuchen esto.
"Le dije a Júpiter que mantuviera un ojo en Britania y a las cosas que hacía. Últimamente esa colonia está siendo un problema, pero, no es algo que me afecte por el momento."
— ¿Uh? — el egipcio prestó atención. — ¿Júpiter?
— Es Zeus. — suspiró frustrado el griego. — Pero si, ¿Júpiter? Hablas de él como si estuviera...
— ¿Vivo? Lo sé. — dijo el romano confundido. — Hablo de él como si fuera algo más que una creencia humana.
— ¿Qué más escribiste? — preguntó el griego.
"Tengo una descripción que hizo temblar mi piel. Piel morena, cabello blanco, fuerte y poderoso, un dios entre mortales. Júpiter estaba encantado al verlo, juró él mismo que era un dios, pero cuando se dio cuenta que era un country, no pudo hacer más que solo verlo. También me mencionó que Britania es amigo de dicha persona, o al menos mantiene contacto con aquel hombre. Igualmente me dijo, que, a lado de esa bella creación terrenal, había un hombre, de piel morena, más alto, más fuerte, y de leves destellos azules en su cabellera, con un maquillaje único y fuerza increíble. Júpiter dijo, "Ese si es un dios, uno enorme, que protege con su corazón a ese hombre, seguramente es un dios de esa tierra, con una mirada digna de un dios de la guerra. Si esa persona está protegiendo a aquel country, no será fácil acercarse."
Tal vez debería escuchar a Júpiter, y no acercarme a un tipo que tiene un dios tan poderoso de su lado, pero... me gustan los seres tan rebeldes que solo quiero poseerlo más, entre más me nieguen tenerlo, más deseo tengo ante ese hombre que tiene encantado a Britania y a Júpiter, aquel que tiene de guardián a un dios de la guerra, y aquel que se niega a ser tomado por alguien más."
— ¿Qué piensan de eso? — fulminó el romano mirándolos.
Y ambos guardaron silencio para después dirigirse una mirada entre ellos, y después ver al ex imperio frente a ellos.
— Hace tiempo, cuando visite las ruinas de lo que fue mi imperio. — dijo egipcio suspirando. — Encontré ciertos "diarios" propios tallados en una pared. Al parecer me divertía hacerlo. A los humanos les encantaba algo tan simple, pero, en aquellos lugares, en las tabletas de oro, hablaba de Ra, de Horus, de diferentes dioses como si fueran mis amigos. Como si existieran. Pero no recuerdo nada de lo que está allí escrito, los dioses son invenciones de los humanos, y eso creí, así que me hice a la idea de que eran simples historias inventadas mías para entretenerlos, pero...
— Ahora que lo mencionas. — dijo griego. — Es sospecho. Quiero decir, las pinturas, las cosas que yo tengo, las esculturas, todo, parecían cosas que eran como un regalo para un amigo, como si realmente tuviera a Zeus a mi lado. Siempre me dio esa sensación, pero no tengo ningún recuerdo de nada de lo que está allí, es como si lo hubieran borrado de mi memoria, si alguna vez existió dicho momento.
— Esto cada día es más confuso... y...
El italiano sujetó su cabeza mientras sus ojos volvían a la normalidad, acabando por jadear y cubrir su rostro, tratando de controlar su pánico. Eso no tendría que pasar, Romano no podía estar tomando su cuerpo como si lo poseyera, él era el country actual, tenía que eliminar la influencia de romano en su cabeza.
— Egipto, ayúdame. — y un abrazo en el egipcio hizo que este suspirara y aquellos ojos dorados desaparecieran, y ese dulce delineado en sus ojos regresara. — Tengo mucho miedo de lo que puede hacer, todo comenzó cuando vi a Boris por primera vez, escondido detrás de las piernas de mi España, siendo un simple niño. Apenas lo vi, las memorias de Romano se avivaron y todos estos momentos están regresando.
— Italia. — esa voz hizo que tanto el egipcio y el italiano voltearan a ver esos ojos corales, que se veían tan amables. — Este mensaje es para romano, así que entrégaselo... Creo que no estás buscando bien, no tienes que ir a tus propias memorias, tienes que ir a las memorias de aquel que le dio vida de nuevo. México. — sonrió el griego. — No seas tan idiota para buscar guerra contra él, sería estúpido buscarla, mejor mátalo como se mata a uno de su clase, arráncale el corazón, ya que todos saben que el corazón de México no reside en su pecho, el corazón del latino está en aquel que le enamoró en diciembre. Y no solo eso, está en aquel niño nacido en el punto de quiebre. Mi consejo es, deja de atormentarte, y usa a esos dos peliblanco para hacer al águila cantar.
— ¿México? — dijo Egipto sosteniendo al italiano preocupado.
— ¿No lo entiendes, verdad Egipto? Dentro de nosotros reside la sangre de aquel que nos mantuvo vivos. En cierta parte, la sangre de México ahora corre en las venas de todos, y si aprendimos algo del punto de quiebre, eso quiere decir, que seguramente el mexicano puede controlarnos.
— ¿México es la respuesta? — preguntó confundido el italiano.
— Por supuesto, ve por el país que ama sacrificar a todos. Ese es mi consejo, y lamento no poder ayudarte más, maldito idiota copión. Pero, tal vez en tus diarios encuentres algo más, y no sé, si vas a enfrentarte a México, hazlo cuando este debilitado.
— ¿¡Quieres qué mate a Rusia y Boris!?
— No seas idiota, Italia. La mejor manera de matar a México, es hacer que su corazón se destruya, y eso es, poner a Rusia y a Boris en contra de él. Estará tan indefenso que dirá la verdad y tendrás tu descanso. Eso es to...
Ver al griego sujetarse la cabeza solo era el anuncio que Grecia regresaba, con esos ojos azul pálido, mirando a sus amigos frente a él. Ninguno de los tres dijo algo, solo el italiano cubrió su rostro comenzando a sollozar, cargando la culpa de algo que no puede controlar. Tenía que alertar a ONU, era lo único que podía hacer, pero tenía miedo de lo que pudiera pasar.
— Italia. — dijo Egipto sujetándole el rostro. — No dejaremos que lastimes a Boris, Rusia o México. Te ayudaremos a suprimir a Romano, y al mismo tiempo, nos ayudaremos a suprimir a egipcio y a griego.
— Si, si, Italita, lo haremos juntos. — dijo el griego abrazándolo.
— España va a odiarme de nuevo. — sollozó el italiano. — Voy a perderlo todo.
Y los brazos de Egipto acabaron por abrazar al italiano mientras Grecia se unía, sabían cuál era la misión, tenían que hablar con ONU de esto e ir con OMS para que los ayudará a suprimir a los imperios y la presencia en ellos.
— Iremos con ONU, y nos ayudará, tranquilo. — dijo Egipto acariciándole el cabello.
— Hablaremos con España, él entenderá, también tiene un imperio dentro de él, no tan poderoso y sediento de poder como el de nosotros, Italita, pero, seguramente entiende lo que es tener sus memorias y lo fastidioso que es, jeje... — dijo el griego dándole dulces besos al italiano en las mejillas. — Los ex imperios están juntos para ir a terapia grupal.
Y entre una suave risa de los tres países, una pequeña bola de nieve comenzaba a formarse poco a poco, girando y haciéndose más grande mientras cae de una montaña, donde se trataba de evitar que aterrizara de alguna forma u otra.
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Ya era simplemente malo no haberlo visto en meses.
Pero ahora había llegado a un punto donde parecía que UK estaba empeñado a molestar a todos con todo. Especialmente en querer llamar la atención. El francés simplemente solía ignorarlo. Era ver a UK llegar a su casa sin invitación, entrar en ella como si tuviera una llave o algo, y quejarse horas en el sofá, para después comerse su comida e irse.
El francés tenía que admitir que de vez en cuando UK era divertido. Traía buenas historias y solían pasarse la tarde hablando de cosas, como siempre lo hacían. Pero ahora era demasiado insoportable, solía enojarse si se le mencionaba algo de la fiesta que hubo en Estocolmo, pero al mismo tiempo, no perdía oportunidad por preguntar acerca del chiquillo de México. Y cuando el francés preguntaba porque tanto interés, el inglés simplemente cambiaba de tema.
Era un fastidio, así que le dijo que ya no lo quería ver, hasta que dejara de ser un dolor de culo tan grande.
Y dicho y hecho, el británico no regresó.
Cosa que hizo que el francés se preocupara por él, al tratar de localizarlo en todo lugar. Fue a Londres y no estaba, viajo a Irlanda y tampoco, fue a Gales, Escocia, incluso a España, pero solo hubo negativas en cada territorio. Trato de ir a Italia, pero conociendo como se llevan UK e Italia, era muy improbable que estuviera allí, aunque claro, no estaba de más en preguntar.
Y la respuesta fue... bueno, algo obvia.
"Preferiría que alguien me estuviera aplastando las bolas a tener refugiado a esa mierda en mis tierras. No está aquí y nunca lo dejaría meterse aquí."
Y si no estaba en ninguno de esos lugares, solo quedaba alguien al quien podría preguntarle.
Suspiró tomando su teléfono, viendo como su dulce París se despedía con un saludo saliendo de su castillo. Tal vez escuchó el tono de llamada 2 veces y una voz gruesa contestó.
— ¿A qué debo tu llamada, Francia?
— Oh, eres tan duro conmigo. ¿Así es como me hablas?
— ¿Qué pasa, mamá?
— Ese es mi lindo, USA. — rio Francia. — Adoraba como solías llamarme así.
— Bueno, eres un hijo de puta, pero a comparación de UK, que tú me cuidaras por una época hizo mi vida más fácil. Así que llamarte "mamá" era mi manera de demostrar mi aprecio. Pero ya lo dije, así que volvamos a la normalidad, ¿a qué debo tu llamada, Francia?
— No te quitaré mucho tiempo, pero quiero saber si tú sabes, ¿dónde se encuentra UK?
— Eh... en su casa, supongo.
— No ha estado en su casa en el último mes, y pensé que solo andaba tonteando como siempre, pero, después de la llegada de esa carta por parte de la isla Borislav, y al ver que es el único que no ha confirmado su asistencia, me tiene algo tenso. Además, solo quedan horas para poder asistir con él, debo encontrarlo o se perderá todo.
— ... hmm... tal vez simplemente no quiere ir, ya sabes como es.
— Se exactamente como es, así que, si no está contigo, está en un lugar, y el simple hecho de pensar que tengo que ir por él, me está destruyendo las entrañas como no tienes idea. — suspiró el francés mirando por su ventana. — Bueno, me encargaré de encontrarlo, ahora, quiero saber. ¿Cómo estás tú?
— ¿De qué hablas?
— Por favor, Borislav entro en el TOP. Esta reunión seguramente es para que nos digan con exactitud en qué lugar está. ¿No estás nervioso?
— Hm... no realmente. Se las capacidades de Boris, pero nunca podrá sobrepasarme.
— Es gracioso, todos decían lo mismo contigo y ve hasta donde llegaste. — rio el francés. — USA, deberías aprender que los lobos solitarios como tú, se les tiene que tener cuidado, y ese niño, ha sido criado sin obstáculos, lo que quiere decir, que deberías tener cuidado de que te muerda.
— ¿Tratas de asustarme?
— No, solo escuchar tu negatividad me da la respuesta de que ya estas asustado. Bueno, te dejo, tengo que buscar a tu horrible tutor. Bye USA.
— Él nunca podrá superarme, he construido un imperio inquebrantable, y si quisiera podría tenerlos a todos ustedes a mis pies. — dijo el americano.
— ¿En serio? ¿Por qué no lo haces? — rio el francés. — Déjame adivinar, no puedes... No puedes porque en un afán de detener a los demás, te creaste cadenas que no te dejan ser un verdadero imperio. Cadenas que arrojaste a Rusia y a China, deteniéndolos de absorber a los demás hizo que tú mismo te encadenaras detrás de un personaje de "héroe". Que tristeza USA, que tristeza, alguien con tu potencial sería un imperio de corona de oro, pero tú mismo te metiste el pie, y ahora con ONU, es imposible lograrlo.
— Tsk...
— Pero sabes, este nuevo niño, es asombroso. Mejor que tú en todos los aspectos, un ser completo, no una simple copia de UK. Creo que es tiempo de que entiendas tu lugar, USA. Ya no eres un rey.
— Cierra la boca, Francia. Yo soy...
— Yo que tú, practicaba mi firma, vas a necesitarlo, para cuando le ruegues a Borislav no tirarte a la calle, pero bueno, tengo que irme, tengo que ir por el idiota de mi alma gemela y llevarlo a la isla, cuando nos veamos te invito un poco de champagne, Au revoir.
Y sin decir más, colgó el teléfono, no tenía tiempo de escuchar los lloriqueos de su "ex colonia".
Tomó un suspiro muy grande para después levantarse de su asiento y caminar fuera de su hogar. Estaba demasiado irritado, no pensó que tendría que hacer eso, pero al final de cuentas tenía que asegurarse que ese idiota no se lastimara. Cerró los ojos y comenzó a sentir la tierra debajo de sus pies, concentrándose en ella, lento y tenue hasta que, por fin, abrió los ojos y se encontró en el mundo humano.
Sus dimensiones eran una dimensión espejo, de mundos gemelos donde pudieran coexistir de alguna forma. De un lado, el mundo donde los country están, de otro, el mundo humano. Conectado para que sus country pudieran reflejar y afectar como los humanos a sus tierras.
— Bien, este lugar sigue hermoso como siempre, comencemos a buscar la basura que hay en mis calles. — dijo el francés.
Podía ver a distintas personas caminar, un día común en Francia. Decidió optar por un disfraz simple, un hombre de cabello rubio obscuro, de ojos verdes caminando por la ciudad, a un lugar específico en realidad. Caminó sin detenerse hasta llegar a una serie de departamentos cerca de la torre Eiffel, y acabó por sacar una llave y abrir. Un enorme departamento tipo galería estaba allí, donde una hermosa cama adornaba en medio, y diferentes lienzos, algunos en blanco y otros con pintura adornaban el lugar.
Un camino de ropa guiaba a esa cama, y si, allí lo vio.
Dormido boca abajo, desnudo, con una sábana cubriendo de su cintura para abajo, dejando ver esa espalda fuerte y ancha. Esa cabellera negra desordenada, esa piel blanca con sus tatuajes sin ocultar, podría ser una delicia de hombre enorme si no fuera UK, como humano, arruinando su estudio en el mundo humano, dejando un olor a sexo tremendo en su guarida de arte.
— ¡Hijo de puta! — dijo el francés pateándolo de la cama. — ¿Cómo te atreves a venir a putear a mi estudio?
— Ugh... mierda, ¿qué no ves que estoy dormido?
— ¡Llenaste de tu maldito semen mis sábanas!
— Lo sé, de nada, puedes chuparlas, no tengo problema.
— ¡Hijo de put...!
Y la puerta del baño se abrió, donde un chico humano estaba en shock, dando una sonrisa nerviosa. Ya vestido con unos jeans y una playera ligera, pero eso no es lo que llamó la atención del francés, lo que le llamaba la atención era que ese chico se parecía mucho a cierta isla. Al menos reunía las características, piel morena, cabello platinado, obviamente teñido, y esa particular sonrisa con hoyuelos.
En la mirada de ese chico, solo dos personas muy altas estaban peleando de golpe, uno desnudo, que era el hombre que lo había seducido para llevarlo a la cama, y el otro, un tipo que nunca había visto y había aparecido de la nada.
— ¿Richard, quien es él? — dijo el chico de piel morena.
— ¿Richard? ¿Qué clase de estúpido nombre estas usando hoy? — preguntó el francés confundiendo más al humano.
— Ah. es mi amigo, Edmund. — dijo el reino. — Edmund, él es... Theo. Theo, él es Edmund.
— Un placer. — dijo el francés conteniendo su ira. — Veo que ya estás vestido cariño, ya bañado, ya cogido, así que, si nos permites, te quiero fuera de aquí.
— Pero que...
— Verás, tu solo eres un pequeño jovencito que ya se tiene que ir a molestar a otro lado, y yo soy un hombre que tiene que hablar con su amigo idiota de apenas una neurona, de algo importante, así que vete ya. — dijo el francés dándole empujoncitos al humano, tratando de medir su fuerza, para sacarlo del lugar.
— E—espere mi mochila.
— Los jóvenes son los peores. — dijo el francés tomando esa mochila y arrojándosela al humano. — No te cojas a ingleses, no seas una deshonra para tu país. ¡Ahora ve y termina la escuela antes de meterte con un viejo! ¡Recapacita, princesa, recapacita!
Y con un humano sin entender que pasaba, el francés acabo cerrándole la puerta en la cara.
El inglés solo lo miraba pasando su mano por su cabello, girando los ojos. Bueno, sí, siempre se ocultaba en Francia sin decirle, para que pudiera estar tranquilo. Y desde que descubrió el estudio de Francia en el mundo humano, decidió usarlo a su favor. Donde últimamente llevaba a chicos jóvenes de piel morena a la cama para satisfacer sus deseos carnales con ellos.
— ... Cogerte a humanos que se parecen a Borislav es solo un llanto desesperado y patético que no quieres admitir.
— ¿Disculpa?
— Han pasado años desde lo que pasó, UK. — gruñó irritado el francés. — Y sigues sin admitir lo que realmente pasó ese día.
— No tengo idea de que hablas.
— Te gusta Borislav. — dijo el francés. — No, permíteme corregir, querido, te enamoraste de Borislav, y como la mierda que siempre has sido, decidiste destruirlo antes de tan siquiera considerar admitir que ese niño, hizo latir el corazón de piedra que tienes. Y créeme, te entiendo, se supone que no puedes sentir amor y sucede esta mierda, lo entiendo, ya capté el concepto, se porque te aterró, pero sigues ignorándolo que simplemente me tienes harto.
— Me siento sumamente atacado ahora mismo. — dijo el inglés vistiéndose. — No tengo ni la más mínima idea de lo que estás hablando. Y por favor, ¿crees que pienso en un niño como ese?
— Sí, y mucho.
— ¡Ja! Claro que no, yo no soy el afectado. Ese niño nunca regresó a ninguna reunión y cerró fronteras con todos.
— Y eso te dolió muchísimo. — rio el francés. — Tanto como para hacer una rabieta diaria en mi casa, y meterte con chicos humanos jóvenes con sus características. Qué patético eres.
— No me interesa nada sobre Borislav.
— Bueno, si no te interesa, me iré. Quería decirte que ese niño envió una invitación a todos para ir a su isla, donde te mandó una invitación a ti, Londres me lo dijo, pero no podía contactarse contigo. Así que... bueno, pues, disfruta tu promiscuidad, tengo que arreglarme para ello, la reunión es en horas, y tengo que tomar un avión ya. Lo bueno es que en nuestra dimensión los traslados son algo rápidos.
— ¿Me invitó a mí?
Y los ojos rosados del francés miraron ese azul zafiro en los del británico, como si le hubieran dado algo de esperanza, a lo que el francés tuvo que reprimir sus deseos de burlarse. Era la primera vez que UK parecía genuinamente interesado por algo que acababa de decirle, así que quería grabarse esa expresión en su memoria.
— Si. — asintió el europeo. — Lo hizo, al parecer, de los dos, él ha demostrado más madurez que tú.
Y sin más, el británico se levantó desnudo, haciendo al francés voltear a otra parte. El cuerpo de UK siempre había sido exquisito, tan fuerte, tan bien esculpido y tan dotado, que a veces verlo lo hacía olvidar que su alma gemela es un total idiota, bueno para nada que solo usa a las personas a su favor.
— Sabía que regresaría de rodillas, así que iré, ya que insiste tanto. — sonrió el reino, a lo que el francés giro los ojos.
— Como digas... tenemos que irnos ahora. — dijo el europeo sujetando la mano del británico. — UK, entró en el TOP.
— ¿Cómo está, USA? — y esa mirada intensa azul en sus ojos lo hizo temblar un poco, no por excitación, realmente a veces le daba miedo, UK.
— En terror total, por supuesto. — sonrió el francés. — ¿Feliz?
— No es como si me alegrara que USA sufra, Francia.
— Bueno, es difícil decirlo, ya que lo tratas como la mierda algunos días, y otros días estás entre sus piernas dejando tus marcas en su piel.
— Mi relación con USA no te incumbe en absoluto, vámonos ya.
Y en un respiro, ambos países regresaron a su dimensión. Uno cargado con alivio de haber encontrado a su alma gemela, y él otro, preparándose mentalmente para lo que venía.
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El avión que transportaba a los nórdicos se encontraba en silencio, a minutos de aterrizar en la isla Borislav.
Islandia estaba aclarando su garganta, retirando la dulce bufanda que usaba y su chaqueta, el clima allí era caliente. Por otro lado, Finlandia simplemente colocaba unos lentes de sol en su rostro y Noruega, que, gracias a su pareja, estaba acostumbrado a climas cálidos, así que solo se dedicaba a mensajear.
Dinamarca por su lado, estaba colocando bloqueador en su cuerpo, traía un vestido formal con escote, fresco y veraniego que había comprado en Cartagena, cuando Colombia invitó a los nórdicos a ir a sus tierras. Y, por otro lado, había alguien sujetando su cabeza, usando unos lentes de sol, que solo apretaba los ojos, y al final acabó por golpear la mesa, haciendo a todos sus hermanos voltear.
— ¿Quieres un poco de agua? — dijo el noruego acercándose rápido al sueco, colocándole un parche fresco en su frente.
— Me duele la cabeza. — respondió Suecia, colocando su cinturón de seguridad, y sujetando a Noruega, para segundos después, una turbulencia pasó, al entrar en territorios Boslas, evitando que ambos salieran disparados de allí contra la mesa de enfrente.
— Tus visiones están peor, por eso te dije que dejaras de tomar. — dijo el finlandés levantándose, quitándose el cinturón para abrirle los ojos al sueco y ver como si hubiera lámparas en lugar de ojos en su hermano, muchas visiones manifestándose al mismo tiempo, su habilidad estaba alterada. — Mierda, Suecia. ¿Qué ves?
— No debí venir. — dijo el sueco cerrando los ojos.
— Tienes que venir, la invitación era clara. — habló Dinamarca. — Además, no puedes seguir huyendo de tu habilidad, Suecia. De un momento a otro tenías que enfrentarla, en lugar de quejarte deberías aprender a controlarla. No solo tienes visiones del futuro, tienes el poder de controlar el futuro y el tiempo.
— Lo que Dinamarca quiere decir es, "trata de controlarlo, hermano mayor, estoy seguro que te sentirás mejor". — dijo Finlandia acariciándole el cabello a Suecia. — Pero, es una maldita perra estúpida que solo estupideces salen de su boca.
— Solo aguántalo, vamos, nos dicen en qué lugar esta ese niño en el TOP, vemos cuanto nos afecta económicamente y regresamos a casa. — dijo la mujer. — Lo importante es que no esté por encima de nosotros.
— ¿Y qué si lo está, Dina? — preguntó con inocencia, Islandia. — ¿Qué pasará si Borislav está más arriba que nosotros en el TOP?
— Bueno, me veré en la penosa necesidad de tener a Suiza de mi lado, y a Luxemburgo, son mis socios, si hacemos un nuevo negocio haríamos una cama de plumas que nos protegiera de una caída. No te preocupes, bebé, estoy pensando en ello, llevó pensando en ello desde que esa carta nos llegó.
Suspiró la mujer, volteando a ver a sus hermanos, quienes le miraban algo preocupados por toda la situación que estaba pasando.
— Tranquilos, sé que nuestra economía es importante, y que, con todos nuestros proyectos en puerta, sería la perdición para nosotros. Pero les juro que no dejaré que les pase nada a sus economías como a la mía, no importa lo que tenga que hacer, voy a protegerlos.
— Gracias. — dijeron al unísono sus hermanos.
Noruega tomó asiento a lado de Suecia, brindándole apoyo a lo que Dinamarca los miró de reojo, viendo la playera ligera que usaba Noruega.
— ¿Es de Colombia? La playera. — dijo la mujer mirando esa playera blanca con un pañuelo rojo que usaba el noruego, con un par de jeans.
— Si, es fresca así que pensé bueno usarla aquí. — respondió el noruego. — Me la regaló en nuestro último aniversario, me gusta, se siente como una nube suave.
— Sabes... he pensado igual proteger la economía de Colombia, ahora que tiene la marca nórdica, es uno de nosotros, así que, los beneficios que consiga, también son de él. — comentó la mujer jugando un poco con sus dedos.
— Colombia te dejó claro que no quiere tu ayuda. — respondió el noruego. — Solo hacen intercambio de sangre y es todo, deberías respetar su decisión, Dinamarca.
— ¡JA! Que simp eres, Dina, patético. — rio Finlandia.
Y antes de que la molesta mujer pudiera responder. Uno de los asistentes, salió de la cabina del piloto para indicarles que todos regresaran a su asiento, estaban a punto de aterrizar.
Los nórdicos hicieron caso, y una vez tocando suelo Bosla, súbitamente la mente del sueco se relajó, por arte de magia, haciendo que sus ojos regresaran a la normalidad. Esto dejo al sueco desorientado, no entendía que estaba pasando, pero, por primera vez, se alegraba de volver allí. Aunque estuviera muriéndose de estar allí, aunque estuviera muriendo por verlo, no podía hacer nada.
— ¿Estás bien, Suecia? — preguntó Noruega.
— Si, vamos, me siento mejor.
— Vamos. — dijo Dinamarca, poniéndose de pie y bajando con cuidado para ser recibidos por los asistentes de la isla Borislav.
Los asistentes o personas que hay en el mundo country, eran prácticamente como humanos, envejecían y morían, tenían la bandera tatuada en alguna parte de su cuerpo y un cuerpo humano. Aunque podían adoptar los colores de su bandera, solo lo podían hacer en su rostro, su cuerpo quedaría en color de la piel de un humano.
— Bienvenidos a la Isla Borislav, por favor, acompáñenos. — dijeron el hombre y la mujer quienes los lideraron a dentro.
Y una vez allí, prácticamente nada fue igual.
Un enorme recibidor, con jardines flotantes, una increíble tecnología fuera de ese mundo, comodidad de otro universo, al igual que una mesa llena de snacks que lucían deliciosos. No solo los nórdicos se quedaron sin habla, fue el sueco que se quedó en shock. La última vez que había estado en la isla Borislav, no había visto nada de esto, no a este punto tecnológico y moderno, era literalmente otro mundo.
"Sabes Suecia, pienso que no necesitamos dividir la naturaleza de la tecnología. Quiero decir, si encuentras un balance en ello, usando la fuerza y belleza de lo natural, con lo dinámico y nuevo de la tecnología, encontrarías un balance perfecto para crear un mundo nuevo en esta tierra que realmente le diera una calidad de vida a los humanos como a nosotros... Solo como dices, se necesita encontrar ese punto que nos navegue para allá."
— Bienvenidos, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia e Islandia. — esa voz, la voz de la inteligencia artificial de Boris. — Son los últimos en llegar, así que haré un anuncio.
Y los nórdicos se quedaron inmóviles cuando una bella mujer, de cabello azul, piel morena y ojos marrón, estaba frente a ellos. Un androide perfecto, imitando a la perfección a un humano, tan real que el alzar y subir de su pecho, funcionando como si estuviera respirando engañaba.
— Bienvenidos sean todos, a la gran Isla Borislav, el mundo del futuro. — dijo la mujer, mientras lo que era una pared, de pronto se convertía en una enorme pantalla de realidad aumentada. — Es mi placer darles un pequeño recorrido a esta grandiosa tierra.
Y delante de ellos, esa pared dejó de ser una pantalla, y parecía como si todos estuvieran usando lentes de realidad virtual, cuando se sintieron navegando en las imágenes que veían.
— La Isla Borislav es una utopía creada para el disfrute y desarrollo de la humanidad, enfocada en la educación y en el crecimiento humano. Con tantos recursos a nuestro alcance, Borislav como nación decidió explotar su potencial y crear algo único. Un mundo perfecto para aquel que lo pise. No solo nuestra economía está al alza, sino que se ha convertido en la más eficiente, en temas de educación hemos comprendido que la mente humana es diferente, por lo cual, desarrollamos todo tipo de educación. Esto quiere decir, poniendo un simple ejemplo, que si de 10 alumnos, durante sus clases se detectan habilidades únicas, nos enfocamos en desarrollarlos, esto quiere decir que, en una misma clase, si llegamos a tener; 2 artistas, 2 matemáticos, 2 biólogos, 2 deportistas, y 2 médicos. Además de su educación básica, se buscará hacer crecer sus talentos. Para no solo crear una persona de bien, sino a un profesional en su propia materia. Además, la educación mental es importante para nosotros, así que tenemos terapeutas en todos los niveles de educación, que no solo ayudan a los alumnos a poder expresarse y liberarse de alguna carga emocional, también son nuestros apoyos junto a especialistas de crear un plan educativo que permita un desarrollo óptimo del aprendizaje. En la Isla Borislav, realmente creemos que la educación es clave para poder caminar como dioses en este mundo.
Y una suave sonrisa, una delicada y pequeña, se formó no solo en el sueco, sino, en el mexicano que veía orgulloso esa pantalla. Al final, tal vez era cierto el dicho, "lo que no hizo el tronco, que lo haga la rama".
— La educación es clave para caminar con los dioses... tu nieto te escuchó, mamá. — susurró para si el latino.
— Tenemos diferentes zonas de turismo, diferentes lugares históricos, además que diferentes atracciones que los sacarán de este mundo. Nuestra fauna y flora no se encuentra en ningún otro lugar del planeta que no sea esta isla. Sean bienvenidos a la isla creada de tierra y espacio, la isla del futuro, sean bienvenidos countrys, a la gran Isla Borislav, y disfruten de nuestro espectáculo.
— ¿Espectáculo? — fue la pregunta de Dinamarca, que fue callada de golpe cuando esa pared que era una pared al inicio, después una pantalla y al final una puerta, se abrió de golpe para encontrarse con un sinfín de belleza.
No solo la fauna perfectamente controlada, entre jaguares blancos y preciosos, o los Astra, esos enormes lobos caminando junto a los asistentes, lo que más llamaba la atención era ese suelo lleno de cristales preciosos que estaban como camino para que los country disfrutaran como dioses el camino a su hotel. Los bailarines, el fuego azul, el fuego rojo, todo, estaba en armonía mientras caminaban por aquél lugar liderado por Mía, quien caminaba tranquila para dirigirlos al hotel, pero fue una enorme sorpresa cuando el camino y la mujer se detuvieron frente al mar.
— Ah... Mía, ¿Dónde estamos? — pregunto esta vez el mexicano.
— En su hotel. — respondió la mujer. — Bienvenidos al corazón del océano.
El sonido del agua caer, era lo que menos les preocupaba a los country, cuando un camino entre el mar apareció y un enorme hotel comenzaba a emerger del océano. Parecía algo sacado de Bioshock, pero en bonito, una tecnología increíble y detallada, donde al final se alzó un enorme hotel en forma de coral blando, con esas ramificaciones parecidas a un árbol, con colores metálicos y brillantes, que se alzaba como una pieza digna de un museo de arte.
Nadie podía decir nada, menos cuando las luces en el mar alumbraban esa grandiosa pieza de ingeniería y comodidad, era rotundamente hermoso. Los detalles, su función, la altura y cada punto cuidado a la perfección. Donde de las puertas, unas enormes puertas, salió un hombre, con un traje obscuro, corte italiano, negro y con camisa blanca, y una corbata azul obscuro.
Un hombre de piel morena perfecta, sin una cicatriz, solo la que enmarcaba en su rostro. Aquél hombre que su cuerpo lo cubre de constelaciones, con un cabello corto y estilizado color blanco, y unos ojos enormes y violeta brillantes. Ningún país podía decir nada mientras ese hombre caminaba, por ese camino que se iluminaba por cada paso que daba, hasta quedarse viendo a la multitud frente a él.
Un hombre alto, con un cuerpo perfecto, un rostro definido y jodidamente atractivo, los estaba mirando a todos, mientras nadie podía soltar una palabra al verlo.
— Bienvenidos a mis tierras.
Esa voz gruesa hizo estremecer a más de uno. Y no solo eso, la intensidad de esos ojos violeta brillantes acompañado con largas pestañas blancas, era única, era el sueño bisexual en persona, un hombre andrógino era lo más sexy que habían visto hasta ese momento.
Era imposible, prácticamente imposible, que el mismo chiquillo que se había presentado años atrás fuera el hombre que estaba frente a ellos ahora.
— Tsk...
La mirada del británico estaba confundida, su mente no comprendía como aquel niño que apenas le llegaba al pecho sea esa persona frente a él. No podía ser él mismo, simplemente no podía. La negación no dejaba su mente, pero igual, el deseo de tenerlo había aumentado a niveles que apenas podía esconder, tenía que controlarse.
Por otro lado, una mirada de sorpresa se encontraba en el nórdico, sorpresa y excitación al ver a la persona delante de él. Era precioso en todos los aspectos, sumamente único, exótico y perfecto. Solo pudo mirarlo, tragando saliva cuando por unos segundos la mirada violeta se cruzó con la suya, solo unos segundos...
"Suecia, ámame más cada vez que las olas choquen a la orilla, y yo te amaré más, cada vez que las auroras boreales iluminen tu camino..."
— Por favor, adelante, sé que todos están aquí por el anuncio que dirá ONU, pero eso no quiere decir que seré un mal anfitrión, por favor, sean bienvenidos a mis tierras y divirtámonos un poco, sus habitaciones están listas, la comida haciéndose, y un hotel listo para recibirlos ha comenzado a brillar con su presencia.
Y una sonrisa juguetona que enmarcaba esos hoyuelos heredados de su madre en sus mejillas adornaba ese rostro perfecto. Mientras comenzaba a caminar, con los country detrás, acabó por lanzar una mirada hacia arriba, cruzando la mirada violeta con la azul que lo miraba desde un ventanal, en lo alto.
La ONU solo asintió mientras veía a la joven isla actuando como host. Era sumamente genial verlo crecer, verlo liderar, verlo hacer lo que debió hacer desde su llegada a este mundo. Estaba orgulloso, sumamente orgulloso de ese chico.
— ¿Qué es lo que estás pensando, ONU? — preguntaba la OMS asomándose.
— Quiero que ese niño me haga orgulloso hoy, y lo está logrando, estoy feliz. — respondió la organización. — Todo va de acuerdo al plan, ahora, me toca solo sentarme y verlo hacer lo que planeó hacer, para ver si todas mis expectativas en él son correctas. Vamos OMS, tenemos que disfrutar un poco.
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Hay ciertas reglas que aprendí sobre el ajedrez.
Aquellas que no están relacionadas al juego, sino, a la actitud.
ONU solía hablarlo conmigo mientras comíamos, me decía cosas como; "Borislav, tienes que entender que una vez en el juego, tienes que cuidar hasta el más mínimo pestañeo que des", solía decirle que no entendía muy bien sobre eso, pero ahora lo entiendo. Solo puedo verlos celebrar, y bailar, mientras están aquí, en mi hotel, en mis tierras, y yo solo estoy observándolos antes de hacer cualquier movimiento.
Y el primer movimiento siempre es importante.
Así que me acerqué primero al hombre que danzaba felizmente sujetando la cintura de Perú. Probablemente aún está asimilando la idea de la noticia que dará ONU más adelante, sea cual sea mi posición en el TOP, él sabe que le afectará, pero aun así permanece muy tranquilo. Sonreí tomando un suspiro, y aunque mi interés estaban en aquellos ojos nórdicos que me miraban, mi principal objetivo estaba en ese cabello rubio que danzaba feliz. Solo puse mi mano en su hombro haciendo que esos ojos me miraran, y sonreí, acercándome a susurrarle que me siguiera. Después simplemente besó la mejilla de Perú y me siguió fuera de esa fiesta, caminando a mi lado, poniendo una de sus manos cruzando por mis hombros.
Y entró conmigo a la oficina.
— El pequeño Borislav, acaba de entrar en el TOP de primermundistas. Deberías estar celebrando, no traerme aquí. — sonrió USA. — ¿Qué pasa?
— Quería hacer tratos contigo. — sonreí tomando asiento. — Creo que ahora si puedo hacerlos.
— Podías desde antes. Sabes, tú y tu mamá tienen en común que son extremadamente orgullosos así que, si no son los mejores, se enojan, se destruyen hasta lograrlo. Y... la verdad yo soy igual, así que, puedo entender el punto de que no quisiste nada con nosotros hasta ahora.
— ¿No te sientes mal?
— ¿Sobre qué?
— Puede que ya no seas el número uno, USA.
— ¡Ja! — y rio, pasando una mano por su cabello, sentándose al fin enfrente. — Recuperare mi supremacía en unos meses si me llega a afectar tu entrada, pero bebé, descuida, nadie puede quitarme de la cima.
— USA, creo que no entiendes muy bien lo que dijo ONU. — dije mirándolo.
— Solo eres un bebé, Boris, no entiendes mucho esto, nadie puede...
— USA, creo que deberías entender que ese niño murió hace mucho tiempo. Permíteme ponerte de nuevo en el mundo real, solo observa tu alrededor, los bancos solían mirarte a ti, por cada movimiento que hacías. Dime, ¿has hablado con ellos los últimos meses?
— No necesito hablar con ellos diario para...
— Yo hablo con ellos, al menos unas tres veces por semana. En esas pláticas, subo mi moneda, la mantengo fuerte por encima, y cada día hago que cada uno de ustedes sea más pobre, de empujoncito en empujoncito, todos estos años, empujoncito en empujoncito. Hasta que llegó el punto, donde ya ni siquiera sé dónde están parados.
— ... ¿De qué hablas?
— La diferencia de moneda, no es como tú lo crees, mi moneda a la tuya no la separan simples centavos por encima. No es el dólar y el euro que iban de la mano. USA, una bisla, solo una, solo una simple moneda mía calculo que ahora es igual a 15 dólares. Claro, ONU dirá las cifras reales y concretas, pero, aun así, haciendo cálculos de mis números, con los últimos expuestos por los bancos, llego a esa cifra. Una inflación enorme, ¿no crees?
Y el silencio inundo en la habitación, mientras tío USA estaba procesando esos números, mirando directo al suelo, en lo que me levantaba y ponía mis manos en sus hombros.
— Le prometí a Marco, que no te haría caer en un abismo del que no puedes salir. — dije, abrazándolo por detrás. — Así que, cree diferentes planes que pueden salvar tu economía, porque prácticamente, mientras todos ustedes beben en mi isla, hay una crisis económica enorme en el mundo, ahora mismo, después del anuncio que, de ONU, creo que yo debería ser el único celebrando. Porque no solo moví un pie, no, corrí sin parar y sigo corriendo, porque me gusta mucho estar en la cima, es adictivo. Y es adictivo verte a ti, el gran rey de la globalización y capitalismo, caer ante un niño que aprendió a jugar con dinero.
Los puños cerrados de USA me dieron la reacción que quería, más esa mirada de sorpresa clavándose en mis ojos, mientras yo sostenía un contrato frente a él.
— Te estimo, USA, a ti, a Perú, y Marco es un gran amigo, así que hice esto. — dije agitando el papel. — Un contrato que te amarra a mí por años y años, como amarraste a mi madre a ti con todos tus tratados, dándole lo suficiente para crecer, pero nunca de más. El contrato del corazón del mar, haciéndole honor a mi hotel, porque aquí se firmará esto.
— Ni creas que voy a firmar algo como eso. Sigo siendo un primermundista y...
— Y saliendo de mi isla, regresarás a una mansión vacía, enfermaras con tu mala economía, tu gente entrara en crisis y por lo tanto la delincuencia, la pobreza y la histeria reinara en Estados Unidos y será muy divertido ver, como tu gente salta el muro que construiste bloque por bloque a las tierras de mi madre, buscando trabajar en lo que sea, con tal de llevarse un pan a la boca. — sonreí. — Porque tengo que decirte, que el alza de mi economía, no solo fue mía, traje a mis padres conmigo, así que tienes de dos, seguir como quieres, y ver como poco a poco dejas de ser un primermundista y te vuelves en lo que odias, un tercermundista. O, puedes firmar ahora, y yo protegeré tu economía con mi banco, y haremos un trato.
— ...
— No es tan divertido cuando es del otro lado, ¿no?
— ¿Boris?
— ¿Sí?
— ¿Realmente eres tú?
Y eso me saco un poco de mi mente, ver sus ojos mirándome de esa forma, como si no me conociera. Y, a decir verdad, me dolió un poco, pero al mismo tiempo me enojó. Me dolía, porque lo amo, amo a la persona delante mío, alguien que estuvo conmigo desde niño. Y odio, odio que pensará que iba a ser un simple niño siempre bajo la sombra de todos.
— Si, te dije alguna vez, que sería el mejor de todos, y no mentí. — respondí. — Qué tu pensarás que estaría bajo la sombra de mis padres siempre, no es mi problema. Me arrastre desde el hoyo en el que me metieron con las uñas y al fin que estoy en la cima, no voy a dejarlo. Así que te ofrezco una salida antes de que te patee del trono en el que estuviste muy cómodo por años. Firma, y protegeré tu economía, si, caerá un poco, pero no te sacará del TOP. Y si no lo quieres, te deseo suerte en tus próximos negocios.
Suspiró, lo vi, estaba molesto por la forma en la que se levantó y me miró.
Pero después simplemente lo vi retirarse su corbata, y aflojar su cuello. Mientras sacaba una pluma, una con el diseño de su bandera, y firmaba ese acuerdo. Después, sus ojos me miraron y ladeo el cuello, dándome paso a que hiciera el intercambio de recursos. Allí, el gran Estados Unidos, dejándome a mí, morder su cuello, cuando no lo deja con nadie.
— Siempre es lindo hacer negocios contigo. — dije, clavando mis dientes en esa piel blanca.
Fue un subidón de temperatura y adrenalina lo que sentí al probar su sangre, tan deliciosa y exquisita, tan perfecta. El deseo sexual que sentía estaba presente, pero lo podía reprimir mientras seguía bebiendo de él, sintiendo como sus manos me sujetaban mi cintura. Acariciándola y apretándome las caderas, oh, claro, soy compatible con él.
— ¿Te gusta? — dije separándome, con los labios manchados de sangre. — ¿Me parezco a ellos no es así? Soy una combinación perfecta de mis padres. ¿Te gustaría coger conmigo no?
— Boris.
— USA... — sonreí mostrando esos hoyuelos que lo hacen sonrojar. — Respeto lo suficiente a Perú, para no hacer una estupidez como abrirte mis piernas por la compatibilidad que sentimos. Además, de los dos, le tengo miedo a Perú, no a ti. Siempre es lindo hacer negocios contigo, tío USA. — culminé, besando sus labios tomando el contrato. — Oh, toma. — dije buscando en los bolsillos internos de mi saco, una bolsa de sangre. — Es mía, disfrútala, y pues, nos vemos pronto, socio.
La mirada de ira e impotencia de USA es algo que me llevaré para dormir bien esta noche. Ya tenía uno en la bolsa, solo quedaban otros más. Así que rápido pasé a un baño, limpié mi rostro y volví a las andadas.
Esto solo era el inicio del fin de todos aquellos que me miraron como un simple niño.
Era casi poético, al ritmo de la música, me movía buscando las firmas que quería, atándolos a todos a mí, al menos a los primeros que necesitaba conmigo...
De un momento a otro, en una habitación arrancaba mi corbata un hombre hermoso y pasional de cabello corto y castaño, que me besaba con pasión, el dulce Luxemburgo, lleno de riquezas y perfección, abriendo sus piernas hacia mí, para hacer esa firma entre gemidos y placer. Debo decir que su interior es de primera, tan cálido y húmedo que pensaba que me iba a derretir por cada embestida que daba en ese dulce cuerpo. Sus gemidos son geniales, tan altos y perfectos, más ese rostro, dios, una delicia que firmó después del primer orgasmo que sufrimos juntos.
Siguiendo el éxtasis de mi sangre me deje seducir por un lindo traje rojo y con unos escotes de infarto en las piernas, que me llevaron contoneando a una habitación. Realmente amo el aire andrógino de Japón, es tan dulce y pequeño que solo quiero derretirme entre sus piernas sin parar, entre esos dulces gemidos que da. Es aún más lindo cuando esas orejas de gato y cola salen, montándome mejor de lo que alguien me ha montado, esa técnica es perfecta, y que decir del oral, fui llevado al cielo mientras escuchaba ese dulce ronroneo de él después de la firma y el orgasmo. Definitivamente volveré a sus brazos más adelante.
Saliendo de esa linda vista llena de pasión y erotismo, salí para encontrarme con una dura y exótica, quien con unas palabras dulces sonrió, más cuando dejé poner esas manos fuertes en mi trasero, aprovechando lo heredado por mi madre, esa pequeña cintura y caderas anchas, para acabar inclinándome y hacer que Emiratos Árabes firmara el contrato mientras me concentraba en no atragantarme durante ese oral. No puedo decir que soy el mejor dándolos, pero les gusta follar mi boca por mi lindo rostro, así que ni modo, tengo que sacarle provecho y mejorar en el proceso.
Más tarde, disfrute mucho besar a Qatar, su cultura me dejo impactado y entre besos conseguí otra firma, fue la firma más dulce que conseguí, solo unos besos mientras podía sentir su mirada de deseo, y al final, un beso en mis manos, diciendo que nos encontráramos de nuevo.
Después de ese lindo momento, pase a compartir una copa con China, quien frunció el ceño al verme y después de explicarle la situación, me miró y por ultimo firmó, pero, corrigiendo el acuerdo, realmente me sorprendió hacer ese negocio con él, aprendí mucho y era el único que parecía realmente interesado en trabajar conmigo, sin necesidad de intimidarlo o seducirlo. Al final, solo beso mis labios y me deseo suerte.
Y, por último, tenía que tenerlo de mi lado, a ese enorme adorador de los juegos y control.
Allí, sentado entre la multitud, con una copa de vino mientras tenía a su merced a muchos países, aquél que puede decirse dichoso en estar en la cima, siendo el favorito de los bancos y con control en ellos, aquél que puede disfrutar de tener a ONU cerca porque ONU decidió hacer su mansión en sus tierras.
Suiza.
Fue difícil captar su atención, pero cuando lo logré, supe por ese momento, la razón por la que los bancos le sonríen felizmente siempre. Sí, es un idiota, pero es un idiota jodidamente listo, si eso tiene sentido. Es un pervertido sin remedio, pero, tiene la economía en la palma de su mano sin perdidas a diferencia de USA que tiene bajas en ciertos aspectos. Debía ser precavido con él.
— ¿Un acuerdo?
— Su economía caerá por los suelos, y lo sabe. Solo estoy ofreciendo una solución. Mi llegada al TOP lo pondrá en aprietos, más si consigo una posición más arriba, llegará a un punto donde los bancos me van a sonreír a mí, no a usted.
— No lo necesito. — contestó dando pasos hacia mí, me tomó por sorpresa. — Tengo tratados compartidos con tu padre, estaré bien, porque nunca hundirías a Rusia, por ende, yo salgo beneficiado de que tú seas producto de su semen. Ya que eso significa, que sí, la pasaré mal, pero no lo suficiente como para firmar ese acuerdo que me ata a ti. Estas jugando Boris, tienes mucho poder en tus manos, pero se te olvidan que hay muchos tratados que nos unen, así que, no gracias.
— Bueno, pensé que era inteligente señor Suiza. — dije sujetando su corbata, jugando con ella entre mis dedos. — Tener un contrato uniéndolo a mí no significa que sea solo beneficios para mí, es beneficios para todos. De los cuales solo a pocos les daré ese apoyo, y dado que mi padre es una amenaza a mi economía, he decidido seguir el consejo de USA, y dejarlo en el olvido.
— ¿Qué?
— Mi padre no está protegido por mí, lo dejaré morir las veces que sean necesarias para que nadie me quite mi lugar. Porque, tiene razón, salí de sus bolas, pero es lo único, no le debo nada, y que triste que piense que lo cubriré, me alimentaría de mi padre tantas veces que fueran necesarias para mantenerme arriba. ¿No es así como ustedes lo hacen? Pensé que lo estaba haciendo bien, en fin, con permiso señor Suiza, lamento quitarle su time...
Lo sabía, lo sabía por cómo me besaba.
Amas a los hijos de puta, los amas, te excitan, así que solo firma el maldito acuerdo y te tendré a ti, a USA y a mi padre en el bolsillo.
— Si vas a poner a Rusia a morir, dios quiero ver eso. Quiero que se ahogue en su poder militar y no pueda hacer nada.
— Si quiere que lo haga, solo firme. — dije mostrándole el contrato. — Y no solo el declive de mi padre es lo que verá, también... — dije, acariciándole el pecho. — Podría tenerme a mí, imagíneselo, disfrutar de mi cuerpo cada vez que renovemos el contrato... — mencione besándole el cuello. — ¿Le gustaría?
Y así conseguí mi firma, que bueno, porque no planeaba acostarme con este idiota. Pero, a la par de que firmo, lo vi sujetando mi rostro, apretando mis mejillas para que lo viera a los ojos. ¿Qué está pasando?
— Sabes, sé que nunca hundirías a tu padre, sé que está protegido por ti, y se lo que estás haciendo, firmando contratos antes de que revelen tu lugar en el TOP, para amarrarlos a ti. Es inteligente, realmente lo es, y con ese rostro y cuerpo que tienes, entiendo que muchos o todos, hayan firmado el contrato. No solo es tu capacidad de seducir, es tu simple imagen la que es difícil de ignorar, eres muy exótico Boris, una tierra que todos quieren tener. Pero eres principiante, ¿has pensado en los tratos de terceros, niño?
Me hizo hervir la sangre que me llamara así, por lo cual solo aparté su mano, haciendo que dejara de sujetarme.
— ¿A qué se refiere con eso? — pregunté.
— Hay tratados que, por ejemplo, afectan a muchos country, aunque no hayas firmado directamente con ellos. Por ejemplo, tu madre, USA y Canadá, están unidos en tratados, si alguien como yo, llegara a firmar con Canadá, necesariamente tendría que firmar con USA y México. Son ciertos acuerdos que se tienen, y que, por ejemplo, poniéndote en el panorama actual. Al firmar conmigo, indudablemente los negocios que hagamos afectaran a países que tienen tratados de alianzas conmigo en la materia de ese contrato. Firmamos un contrato económico de beneficio mutuo, por lo cual, mis socios comenzarán a hacer negocios contigo, como Luxemburgo y los nórdicos.
— ¿Los nórdicos? Pero la política de los nórdicos es...
— No importa la política de sus tratados, yo he firmado en algo que los beneficia, el tratado de terceros que tengo con ellos los incluye. Así que ahora, por lo mismo, tendrás que buscar a cada nórdico y hacerlo firmar el acuerdo.
— Pensaba en conseguir un trato con los nórdicos, planeaba hacerlo por mi cuenta, pero esto...
— Esto es mejor, porque no pueden decir que no. En especial, Dinamarca, no podrá negarse a firmar.
— Ella nunca firmará algo conmigo, pensaba en...
— Ella firmará porque la acabo de condenar a que firme. — sonrió. — No firmé por tu espectacular trasero, ni por lo de Rusia que sé que nunca vas a cumplir, firmé, porque quiero molestar a Dinamarca con este tratado de terceros. Si vas a usarme, supongo que igual puedo tomar diversión a mi antojo, ¿no crees? Esto es por interrumpir mientras disfrutaba de Islandia, la maldita perra debe entender que a veces si estoy dispuesto a darle una puñalada en la espalda, y que mejor, que hacerla firmar un tratado con alguien que desprecia tanto.
— ... gracias por su firma. — dije guardando el contrato. — Espero la señorita Dinamarca no venga por usted.
— Oh, vendrá, pero le abriré las piernas y se relajará, no te preocupes por mí, tengo mis métodos, soy neutralmente exitoso por algo. — y una suave sonrisa fue dada para mí. — Deberías venir a visitarme en la noche, Borislav, te puedo enseñar más cosas si gustas.
— Consideraré su oferta.
Fue lo último que dije, antes de salir y caminar por los pasillos mientras escuchaba la música en el fondo. Tenía el papel firmado, y tenía lo que quería, pero siento que me derrotaron solo con esa plática, debería ser más precavido para no dejar ver mis intenciones personales en esto. Tal vez funcione de vez en cuando con ONU, pero no funcionará nunca con él.
— Ah, supongo que solo tengo que pensar en cómo tenerlo comiendo de mi mano. — dije al aire, regresando a la fiesta.
Y fue allí donde la firma más difícil comenzaba a iniciar.
No fue difícil conseguir la firma de Islandia de ese tratado de terceros, simplemente porque cuando hable con él, dijo lo que Suiza había dicho. "Cuando son tratos por terceros, podemos llegar a un acuerdo sin necesidad de romper una de nuestras reglas, así que sí, es un trato de comercio, por lo cual Islandia participa ante el acuerdo con uno de mis socios, Suiza, y mi nuevo socio, la Isla Borislav."
Con Finlandia tampoco fue un problema, él me esperaba, y además sus palabras me dejaron algo confundido. "Hmm... trato a terceros, esto quiere decir un trato más con tu padre, por lo cual acepto. Así podré acercarme a él sin que su pequeño chihuahua trate de morderme en el proceso, aquí tienes." No supe cómo interpretar esas palabras, pero, después de que acariciara mi rostro y besara mis labios, diciendo que me parezco a mi padre, me di una idea de que tiene un crush retorcido con mi papá, y no sé cómo sentirme al respecto.
Con Noruega iba a ser difícil, pero que estuviera con Colombia hizo las cosas más fáciles, principalmente porque, aunque quisiera maldecirme, no podía frente a Colombia, así que solo leyó el acuerdo de Suiza, vio las firmas de sus hermanos, suspiró y ante la mirada de Colombia se vio obligado a firmar. Claro, no sin antes amenazarme un poco, "No hagas nada estúpido, Borislav." Y después de eso una regañada enorme de Colombia a él por hablarme así, solo pude sonreír y retirarme al conseguir la firma.
Entonces al fin llegó el momento, el momento que, hacia latir mi corazón como loco, donde cada paso cerca de él sentía que se me iba el aliento. Al final, solo pude tocar su hombro y ver como volteaba a verme.
— ¿Podemos hablar? Tengo un contrato con Suiza, y por el acuerdo de terceros, tu firma es necesaria, además de que te puedo explicar todo si me acompañas.
— Claro.
Me miró impresionado de que tan siquiera le estuviera dirigiendo la palabra, pero al final aceptó, caminando conmigo hasta una oficina y entrando. Dios, amo la colonia que está usando, y ese cabello rubio y salvaje vikingo que tiene. Tengo que controlarme, no puedo arruinarlo.
— ¿Trato de terceros? No pensé que Suiza firmaría algo tan rápido contigo, pero, claro que leeré el contrato y...
— Es lindo verte de nuevo, Suecia. — dije, tomando asiento. Viendo como él me miraba del otro lado del escritorio. — Luces muy bien, quería decirlo desde que te vi, y ah, oye, por favor siéntate, no me gusta hablar parado, he estado parado todo el día.
— Ah... ¿esto es real? — dijo sentándose, haciendo aparecer un suave sonrojo en sus mejillas. — ¿Qué haces hablándome tan casual? Pensé que solo hablaríamos del tratado y te dejaría en paz tan rápido como quisieras, quiero decir, deberías estar lo más alejado de mi odiándome en este momento.
— No te odio.
Esa respuesta hizo que su rostro de sorpresa saliera a la luz, mientras yo solo pude sonreír suavemente.
— No te odio, y además este es un trato de terceros, como voy a iniciar actividades con Suiza, es necesario que sus socios estén de alguna forma, formando parte de ello, Suiza tiene un trato especial con los nórdicos, así que acepté sus condiciones como él aceptó las mías. Es solo una firma, descuida.
— Boris... — que el pronuncie mi nombre con esa voz gruesa y ronca me encanta.
— Creo que lo que pasó, podemos dejarlo en el olvido.
No dijo nada, solo asintió mirando el contrato que había dejado en el escritorio, y después miró mis ojos, a lo que yo trataba de ocultar, lo mejor que podía, mi deseo de querer estar en sus brazos en este mismo instante. Tenía que controlarme, realmente tenía que hacerlo.
— No puedo.
— ¿Eh? Pero este trato es de...
— No hablo del tratado, hablo de algo más infantil, no puedo ver tu futuro. — sonrió firmando el contrato dejándolo sobre la mesa. — Es frustrante, la única persona que me interesaría conocer más a fondo, es la única que no puedo ver ni tocar sus acciones. — dijo suspirando. — Siempre me pareció frustrante, por un momento, contigo, mi mente se siente tan calma que solo puedo relajarme, pero cuando estoy con todos, solo millones de visiones inundan mi cabeza en todo momento, que acabo con una terrible jaqueca queriendo arrancarme los ojos. Pensé, que al estar contigo, sería una bendición, pero aquí me tienes, enojándome, porque no puedo ver un millón de posibilidades sobre tu futuro.
— El futuro se da a través de las acciones. Entonces te puedo decir algo del mío, para que no te cause ninguna frustración. — sonreí. — Al firmar, trabajaremos juntos, no completamente de la mano, pero si nos beneficiaremos ambos. Podremos disfrutar una copa o un café cuando nos reunamos para el chequeo de resultados, y tal vez si quieres podrás invitarme cuando nieva en tus tierras, y tu podrás navegar en mis mares siempre que vengas.
— ¿En nuestro barco? — dijo clavando esa mirada azul en mí. — ¿Aún existe?
— Nunca destruiría algo precioso para mí. Así que aún existe, suelo tomar siestas allí.
— Tan adorable en el mar. — respondió.
— Con un timón en altamar. — respondí a lo que lo vi soltando una pequeña risa.
Y nos quedamos mirando, donde ambos nos levantamos al mismo tiempo, para acercarnos. Le llegaba a Suecia a la barbilla, seguía siendo más alto que yo, siendo el enorme vikingo que adoro, que lastimé y perdí. Y que, al mismo tiempo, él me lastimó y me perdió, era como una trágica comedia que habíamos vivido sin poder detener.
— Aquí tienes. — dijo estirando su mano. — Puedes beber mi sangre.
— Creo que somos una comedia trágica. — dije mirándolo. — Cometí muchos errores, y tu cometiste igual, donde al parecer ambos salimos humillados en lo que se suponía iba a ser nuestros días especiales. Realmente añoraba cada segundo a tu lado.
— Yo también. — contestó sujetándome del mentón, — Yo también, Boris. — y que pegara su frente con la mía, como lo hacía antes, me derretía. — No importa nada de mi futuro, si no puedo tenerte a mi lado, pero sé que te perdí, así que este tratado de terceros lo cuidaré, para poder ver a lo lejos como eres feliz como lo mereces. Toma mi sangre y terminemos con esto.
— Suecia, tócame. — dije sujetando su corbata. — Tócame de nuevo.
— ¿Qué?
— Si quieres mi sangre, tómala de mí. Porque yo voy a tomar de la tuya mordiendo aquí. — dije jalando su corbata para poder besar su cuello. — Y voy a dejar que mi instinto animal sea devorado por el country que más deseo entre mis piernas ahora mismo.
Cuando sentí sus labios sobre los míos realmente era estar en el paraíso. No faltaban palabras, solo el deseo que habíamos estado sintiendo por años. Nunca había arrancado mi ropa tan rápido como lo hice, retirando mi pantalón e interiores para sentir sus manos cargándome y sentándome en el escritorio, entre gemidos y jadeos, mientras sus benditos dedos iban a parar entre mis nalgas, comenzando a acariciar mi entrada, sintiendo mi lubricación mientras me aferraba a él entre besos más pasionales y una descarga de excitación que apenas podía contener.
Acabé por sentir sus besos en mi cuello, mi pecho, haciéndome estremecer cuando apresó uno de mis pezones con sus labios, y después ese dulce camino que se sentía como fuego en la piel hasta sentir sus labios apresando mi miembro, comenzando a darme un oral que me convertía de nuevo en ese chiquillo que se derritió ante él años atrás.
— ¡AH! ¡Suecia! — gemí, sintiendo el tirón en mis piernas cuando me pegó más a él. — ¡Hng! Puta madre, ¡Más!
No era normal la excitación que tenía, no cuando estoy soltando precum como loco, lubricando de igual manera mientras la lengua de Suecia recorre cada rincón de mi haciéndome explotar. Joder, que la mordida que me dio en los muslos internos fue droga inyectada en mi cuerpo, perdía sangre, pero solo aumentaba el nivel de mi excitación a punto que estaba por correrme cuando sentí la primera embestida contra mí.
Solté un gritó enorme aferrándome a él, a su ropa, mientras procedía a morderle el cuello, ahogándome en sangre mientras esas duras, profundas y fuertes embestidas me llevaban a un paraíso sin igual, más con mi vientre marcando su falo al entrar y salir, joder, no hay nadie mejor que tú, no hay, no que me haga perder la cabeza así, que lo desee tanto como te deseo a ti.
Seguimos así, en un sinfín de embestidas que habían roto ese escritorio, y cuando me colocó contra la pared, la puerta se abrió, revelando unos ojos azules que me vieron orgasmear mientras me aferraba a Suecia sin poder contener mis expresiones.
— ¡AH! Hng. ¡AH!
— Borislav, como host, no puedes andar perdiendo el tiempo. — esas fueron las palabras de ONU, al mirarme, pero, sorprendentemente no estaba furioso. — Arregla tu ropa, y sal. — y eso fue lo último que dijo, cerrando la puerta.
Solo Suecia y yo nos quedamos mirando para acabar por soltar una risa, y después de unos besos, decidimos vestirnos donde acabe por susurrar a su oído que fuera a mi habitación si podía. Suecia besó mis labios y así acabamos por salir juntos, como sorpresa para ambos, ONU no estaba esperándonos, pero al final, simplemente decidimos despedirnos por el momento.
— Dinamarca...
— Lo sé, tranquilo, se cómo lidiar con ella ahora, disfruta la fiesta. — dije acomodando mi corbata. — hasta luego.
— Boris.
Y dios, amo, amo como sujeta mi cintura mientras me besa de esa forma, simplemente hace mi cuerpo temblar tanto que apenas puedo controlarme.
— Hn... nos ... n—nos vemos pronto.
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El Bosla se encontraba cara a cara con la mujer que había jurado destruir. Mirando esos ojos intensos y amarillos como sus alas, ese cabello rojo y largo que le llegaba hasta las pantorrillas, y ese vestido perfecto que acentuaba sus curvas. Dinamarca era jodidamente hermosa, pero era despreciable.
— ¿Me acompañaría, señorita Dinamarca? Por lo de tratos a terceros, para que pueda firmar.
— Hagamos esto rápido, niño. — respondió molesta la mujer.
Cuando la isla se había acercado a ella explicándole el trato con Suiza, la mirada asesina de la mujer furiosa fue a parar en él, pero, afortunadamente nada más pasó, solo acabó por comprender, y ese sonido de tacones detrás del Bosla lo hacía enojar más de lo normal. Si por él fuera, le encantaría arrancarle las piernas para evitar escuchar ese sonido de nuevo, pero no, tenía que ser paciente, tenía que encontrar el momento adecuado.
— Por favor, adelante. — dijo Borislav, dando una suave sonrisa haciéndola ingresar a una oficina. —Tome, puede leer lo que firmó Suiza y lo que sus hermanos firmaron en el apartado dos.
La mujer recibió el documento, tomando asiento en la silla delante del escritorio, Mientras la isla acabó por sentarse en su silla. La mujer no decía nada, leía con detenimiento cada parte de ese contrato, tomándose su tiempo y observando lo que habían firmado sus hermanos, para después sacar una pluma.
— Bien, no veo nada de dobles intenciones aquí, esto es un contrato que ata a Suiza a ti, pero, no a nosotros, porque supongo que no tenías conocimiento de este trato de terceros que tenemos con Suiza, así que está todo bien. — respondió la mujer firmando. — Cuando sea la entrega de resultados, puedes venir a mis tierras a observar los avances como a las tierras de mis hermanos. Te otorgaré los permisos cuando se acerquen las fechas.
— Gracias.
— Al parecer algo bueno de que alejara a Suecia de ti sucedió, al fin estas actuando como un hombre con tu patética presencia que siempre has tenido, estoy sorprendida. — dijo la mujer levantándose. — Todo lo de tu isla me tiene realmente satisfecha, Suecia había mencionado ese lado de ti, pero ahora si pude ver potencial. Pensé que solo eras un niño escondido entre los logros de tus padres, pero mira nada más, tienes sorpresas incluso comprendiendo tus limitaciones.
— No puede decirme un cumplido sin insultarme al segundo, ¿verdad?
— Viniendo de mi deberías estar agradecido.
— Viniendo de usted no quiero ni los buenos días.
— ¿Estás molesto por lo que hice? — rio la mujer. — Gracias a eso es que lograste esto, niño.
— Yo pude haber logrado lo que quisiera si...
— ¡No! — sentenció la nórdica. — Si nunca hubiera alejado a Suecia de ti, serías un patético niño enamorado que apenas le pone atención a su isla. Que lo alejará de ti, te hundió tanto que con el coraje y el odio que tienes ante todos los que te lastimaron, saliste y creaste esta maravilla, explotaste tu potencial. Buscaste tu propia aprobación para no sentirte un perdedor como los demás te hicieron sentir y ahora, conseguiste más de lo que deseabas.
— Me hizo miserable.
— Te hice fuerte, de nada, niño bueno para nada. — sonrió la mujer. — Admítelo, Borislav, a veces en el dolor es cuando podemos conocer a nuestros verdaderos yo, y con ello, volver a resurgir.
El Bosla acabó por guardar el contrato, sacando una bolsa de sangre arrojándosela a la mujer, quien hizo lo mismo al sacar una de su bolso. Ninguno de los dos planeaba intercambiar sangre pegándose para morderse, ni siquiera la muñeca era aceptable. Los puños cerrados de la isla demostraban cuanto coraje quería expulsar, pero trataba de controlarse.
— Que infantil, reprimes tus emociones para no ser el primero en sobresaltarse, patético. — sonrió la nórdica. — No tienes las bolas para hacerme algo, y no tienes las bolas para defenderte. ¿Es por ONU? Si, debe ser él, te hizo un buen soldado, sigues sus órdenes y todo va de maravilla, al final realmente no puedes hacer nada solo...
— ¡Mira pinche bruja hija de la verga! Tú...
Y esos ojos encendidos en furia como sus runas hicieron que un trueno se escuchara por fuera, pero no fue el sonido de ese fenómeno natural lo que los hizo voltear, fue la puerta abriéndose para mostrar el lindo rostro de Colombia saludando con algo de nervios a ambos. Tanto la nórdica como el Bosla se quedaron sorprendidos de verle allí, entrando.
— Ah, lamento interrumpir, solo quería ver si podía hablar con Dinamarca, es que necesito su ayuda.
— ¿Conmigo? — dijo la danesa mirándolo. — ¿Me buscas a mí, Colombia?
— Si, pero, si estas ocupada puedo volver más tarde.
— ¡No! — dijo la mujer aclarando su garganta. — Este, ya terminamos aquí, solo era la firma de un contrato, ya iba a regresar a la fiesta, y estoy libre para ayudarte.
Y la mirada miel y dulce del colombiano fue a parar a la isla que le miraba y después aclaraba su garganta. Muy dentro de su ser, Borislav tendría que guardar los puños para otra ocasión.
— Pueden usar esta oficina, me retiro, tengo cosas que hacer. — dijo el Bosla levantando sus cosas. — Con permiso. Oh y Colombia...
— ¿Si? — dijo el latino dándole una suave sonrisa.
— Ten cuidado. Es una maldita bruja hija de la...
Esas alas que parecen metálicas y doradas salieron para empujar a la isla fuera de la habitación antes de que acabara la oración. Y después, verse algo nerviosa viendo al latino que parecía confundido con lo que acababa de pasar.
— La juventud es tan graciosa, ¿cierto?
— Claro. — dijo el colombiano rascando su nuca. — Bueno, no quiero quitarte mucho tiempo, es sobre nuestro tratado. Se acerca la fecha donde ustedes donan recursos para mí, y generalmente viajan a mis tierras, disfrutan un poco y hacemos el intercambio de sangre. Pero, pensé que, si ya estamos aquí, podíamos hacerlo de una vez. No quiero parecer avaricioso, pero el ingreso de Borislav al TOP significa que toda la economía se moverá, entonces me gustaría tener un colchón de una vez para poder proteger mis tierras.
— ¿Quieres mis recursos? — dijo la mujer mirándolo, para después darse palmaditas en las mejillas, debía concentrarse, no debía quedarse viendo embobada al latino hablar sin ponerle atención. — Si, ah, pensé que me lo pedirías junto a Noruega, jeje, nunca estas solo.
— Lo sé, pero a veces siento que está vigilando que ninguno de ustedes me moleste, y no necesito protección. Realmente no creo que tú o sus hermanos me harían daño. — sonrió el latino, con la sonrisa más perfecta que había visto la danesa. — Entonces...
— Si, si, cierto. — sonrió la mujer jugando con sus dedos. — Ah, entonces, intercambio, si, am, bolsa, bolsa de sangre, sé que tengo otra, sino descuida, conseguiré otra ya que la OMS está aquí, y tengas todos los recursos y dinero....
Y antes de que pudiera seguir balbuceando, el colombiano quitó su saco, remangando su manga para mostrar su muñeca, mostrando esa dulce piel morena, perfecta y exquisita, para acabar por estirar el brazo ofreciéndolo a la nórdica.
— La verdad, no traje bolsas de sangre conmigo, y OMS está en la fiesta, si no es problema para ti podemos mordernos y ya.
La mirada en shock de la mujer no tenía precio, nunca en su vida pensó tener a Colombia, para ella sola, por unos instantes, hablándole tranquilamente y ofreciendo su muñeca para que lo mordiera. Era como ver un sueño cumplido frente a sus ojos ahora mismo.
— ¿Dinamarca? — dijo el latino confundido, mirándola. — ¿Estás bien?
— Ah... ¿tú me dejarías hacer eso?
— Si, lo hago con muchos países, está bien si es contigo.
— Es que nunca, nunca lo hemos hecho así. — y ese sonrojo en la mujer se hizo más notorio. — Ah, quiero decir, nunca nos hemos acercado tanto.
— Bueno, si no quieres puedo pedirle a OMS que me ayude con la extracción y...
— ¡Muérdeme! — y ese rostro rojo cubrió por completo el rostro de la nórdica. — Ah, quiero decir, puedes morderme, puedes hacerlo, si eres tú puedes hacerlo. Lo lamento, no quería gritarte, solo...
— Esta bien, Dina, tranquila. — rio el colombiano. — Es raro verte así, ¿te tome por sorpresa?
— ... ¿Podrías decirlo de nuevo?
— ¿Eh?
— Dina, tu nunca me llamas así. — sonrió la mujer.
— Oh perdona, tus hermanos te llaman así, pero no lo volveré a hacer si no te gusta.
— No, no, quiero que me llames así. Cuando tú lo dices suena bien, suena dulce... — dijo la mujer suspirando.
— Dina. — y esa suave risa del latino la hizo sonreír de verdad. — ¿Qué dices? ¿Lo hacemos?
— Si.
La danesa podía sentir su corazón correr al mil por hora cuando el latino se levantó de su asiento, y ella igual, acercándose para acabar frente a frente con él. En lugar de estirar la muñeca, la mujer decidió probar su suerte e inclinarse un poco para que el latino pudiera morder su cuello. Cosa que lo tomó por sorpresa, pero al final, sonrió acercándose.
Sentir la dulce colonia de Colombia era lo mejor, sentir sus brazos abrazándola para poder acomodarse y morder bien, realmente la chica podría morir en ese mismo momento y no tendría queja alguna, Colombia estaba allí, abrazándola mientras un suave y caliente aliento golpeaba en su cuello, y después un leve ardor al sentirlo morder su piel.
Era una bendición, definitivamente, tenerlo tan cerca, sentir los brazos de Colombia aferrándose...
— ¡¿Colombia?!
La danesa lo despego un momento de ella, pero el sonrojo en el latino revelaba algo, más cuando los labios del colombiano fueron a parar a los suyos. Parecía que se había detenido el tiempo cuando sintió los labios suaves del latino, y recordó que son compatibles desde que iniciaron relaciones diplomáticas por la runa nórdica. Recordaba que por esa razón todo el intercambio con Colombia era a través de las bolsas de sangre y nada más.
Tenía que detenerlo, o podría estar violando sus reglas sobre la jerarquía nórdica y...
— Dina... — el susurro del latino en su oído fue lo único que necesitaba.
Ni ella misma supo cómo es que perdió el control tan rápido, solo pudo besar al latino que cerraba las piernas apresándola por la cintura, para después desabrochar ese dulce vestido con sus manos sintiendo la piel de la danesa con la de él.
— Dina, te quiero dentro... — dijo aquel de tierras calientes mirándola, abriendo sus piernas, donde ese traje no hacía más que dejar ver una perfecta vista de lo que más desea en la vida. — Te quiero dentro...
— Pero...
— ¿No quieres?
Esas palabras retumbando en su cabeza la hicieron sentirse mareada. ¿Cuánto tiempo había pasado? Demasiado, solo había sido un instante, entre el vapor de las aguas termales, cuando había dejado ver ante Colombia a su forma original. Solo un instante, pero ahora, tenerlo allí, abriendo sus piernas listo para que lo desnude y lo tome.
Era sumamente una oportunidad que no podía dejar escapar.
Así que solo cerró los ojos, para dejar que ese vestido cayera y otra persona apareciera al momento de abrirlos. Con unos ojos intensos y amarillos, un cabello largo, liso y rojizo, una fuerte musculatura llena de runas cubriendo desde sus pectorales a su espalda, donde un águila estaba tatuada, heridas de batalla en su torso por el lado derecho, una altura perfecta, un rostro de perfecto perfil y masculino, y un cuerpo salido de las más sucias fantasías. Dinamarca, el gran Dinamarca al fin, como hombre, como su forma original.
— Colombia. — esa voz gruesa estremecía la piel, mientras el danés acariciaba con esas manos grandes el rostro del latino. — Colombia, no tienes idea de lo mucho que yo te quiero conmigo...
Y el latino sonrió, para después ambos escuchar una risa que inundaba la habitación.
— Mía, suficiente espectáculo por hoy. Regresa.
La voz del Bosla retumbó en el nórdico que solo pudo voltear a ver a Colombia, pero, solo lo vio deshacerse frente a sus ojos, como si fuera arena para formar el cuerpo androide de la mujer al otro lado del escritorio. No podía creer lo que estaba viendo, no podía ser verdad.
— Biotecnología y nanotecnología junta para formar un cuerpo perfecto y adaptable a la situación, basándome en el camuflaje que los pulpos utilizan como los camaleones. — reía la isla. — Así que esa es tu forma original, Dinamarca. Aquella forma que ocultas tanto.
Y la risa histérica del Bosla solo se podía escuchar en esa habitación.
— Mía, necesito el video de tu memoria central, dios, que patético. — rio el joven, mientras el nórdico ni siquiera podía reaccionar. — Enamorado de la pareja de tu hermano, condenado a solo tenerlo de lejos, dispuesto a romper todas tus reglas por un momento con él, es tan pero tan patético y bajo, que hasta me da lástima. Y mírate, ahora estas allí, semidesnudo sin nadie que te ame, Dinamarca. Es triste, es triste y tan gloriosamente satisfactorio que sinceramente amo que seas tan fácil de leer. — y el sonido de una cámara hizo que el nórdico apretara los puños. — Vamos, quiero tener un recuerdo de tu rostro, dame la cara, veamos si "tienes las bolas" para hacerlo.
El nórdico era más grande y fuerte que la isla, pero se sentía diminuto, no podía reaccionar, y por algo muy dentro de él, no podía regresar a ser aquella mujer, no podía, estaba tan shockeado que apenas podía reaccionar, así que lo hizo, volteó y vio el flash directo en su rostro mientras los ojos violetas lo miraban por primera vez como es. No se dio cuenta de las lágrimas que resbalaban de sus mejillas, o de lo destrozado que se veía, pero, aunque esperaba una risa, nada de eso llegó.
Solo miró el rostro de la isla que lo miraba en shock, sin decir una palabra.
"Hey, er du kommet til skade? Du må væk herfra!"
El Bosla solo pudo dejar caer la cámara instantánea, y dar pasos hacia atrás poco a poco, para acabar por correr sin parar fuera. No tenía lugar a donde ir, solo tenía que alejarse lo más que podía de ese rostro, solo quería correr sin parar mientras escuchaba una tormenta acercándose. Ese rostro, esas palabras, porque, porque sentía que lo había visto antes, ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué se está quedando sin aire?! ¿¡Qué estaba pasando!?
— ¡BASTA! — gritó mientras los truenos cayendo en el mar se hacían más ruidosos y peligrosos.
Solo pudo sostener su cabeza apretando los ojos mientras sus piernas seguían haciéndolo correr, hasta que se estampó de lleno contra la pared. Fueron segundos en lo que estuvo tirado en el suelo, con la nariz sangrando, solo segundos en los que al estamparse su cuerpo dejó de pensar y relajarse para atender el dolor de su rostro. Veía el techo borroso y solo podía soltar un gemido de dolor bajo, mientras trataba de reincorporarse.
"Boris, afortunadamente no rompiste tu nariz, así que la sanaré, quédate quieto."
La voz del androide lo reconfortaba, mientras sentía sus manos en su rostro tratando de enfocar la imagen, hasta verla, ver su cabello azul mientras aplicaba un pequeño parche en su nariz.
— Te recuperarás rápido, déjalo unos minutos y después retíralo.
— Hn... Mía.
— ¿Boris? — y el rostro del italiano mirándolo desde arriba hizo a la isla levantarse rápido, tratando de ocultar lo que había pasado.
Solo pudo ver la mirada del italiano viéndolo, mientras el joven limpiaba un poco la sangre de sus manos y su androide terminaba de limpiar la sangre de su rostro.
— Solo tuve un accidente menor, no se preocupe, Italia. — dijo rápido el Bosla. — Lamento si lo interrumpí, ¿iba a los jardines?
— No. — respondió el europeo. — Quería verte, quería que me ayudaras en algo. — dijo aquél sacando su celular. — Eres bueno en muchas cosas, así que pensé que podrías ayudarme en esto, Boris. Tengo unos diarios que encontré hace mucho en mis tierras, donde narran la vida de alguien que murió hace siglos y siglos, y pensé, tal vez, como eres tan bueno en todo, que podrías ayudarme con esto.
La isla solo pudo verlo, solo eso, cuando el italiano puso frente a él una imagen.
Frente a él, había un objeto, una especie de medallón. Era de oro en el cual tenía tallado un león sobre gotas de sangre y laurel con toques púrpuras. Era antiguo, era algo que parecía una reliquia, y que hizo sentir su estómago revolverse. Escuchó el sonido de alarma de Mía mientras está le sostenía, pero, sus ojos solo podían ver esa imagen que le provocaba escalofríos.
Mientras la sonrisa en el italiano de satisfacción aparecía.
— Cuando sepas quien eres, Borislav, no dudes en visitarme. — fue lo que salió de la boca del italiano.
"Boris, tus niveles están aumentando, estás teniendo un ataque de pánico, tienes que relajarte."
Y los jadeos aparecieron sintiendo la falta de aire cuando el italiano simplemente acabó por retirarse y dejarlo allí. Ya no podía escuchar nada a su alrededor, solo su respiración que lo dejaba sin oxígeno por más que intentara respirar. No podía escuchar a Mía, no podía escuchar nada a su alrededor, solo sentía mucho dolor de golpe, en su rostro, en su cuerpo, todo ardía sin parar que no comprendía lo sucedido.
"¡Boris!"
Y de nuevo, arrancándose la pulsera de la muñeca hecho a correr, lejos, solo quería correr, todo su cuerpo quería huir de allí, lejos del rostro real del nórdico, lejos de la imagen de Italia, lejos de todo. Acabó por salir del hotel y acabar por tropezar en el camino de piedras preciosas, lastimándose un poco el tobillo, pero eso no lo iba detener, así que siguió su camino, hasta toparse con los ojos azules que no quería ver.
Ver a UK era lo último que necesitaba, así que solo lo ignoró, pero esté le sujetó del brazo, y antes de que pudiera luchar, le abrazó por detrás, poniendo una de sus manos en el pecho del chico, sentándose en el suelo con él, obligándolo a parar ese correr que no podía detener.
— Estas en pánico, Boris. Respira conmigo, siente mi pecho y respira conmigo. — dijo la voz del británico mientras hacía un ejercicio de respiración con él. — Contemos cuantas palmeras ves enfrente de ti, vamos, cuéntalas, una por una, en voz alta.
— ...
— Boris, dime, ¿Cuántas palmeras hay?
— Una... Dos.... Tres... — la respiración agitada de la isla continuaba, mientras el inglés sentía sus manos humedecerse, al ver las lágrimas caer del rostro en pánico del muchacho. — Tres... tres... cuatro... cinco...
— Bien, vas muy bien, sigue así, dime cuantas hay.
— Seis... s—siete... ocho... son ocho...
— Bien, ahora contemos cuantas antorchas de fuego hay delante de nosotros. Contémoslas juntos, hay una... dos...
Siguieron así, contando cosas que tenían a la vista, hasta que la respiración de la isla se calmó, y el inglés dejó de tocar el pecho del joven, viéndolo más tranquilo. Lo vio levantarse para acabar por limpiar su rostro, mientras el británico se levantaba y le miraba. Había visto los ataques de pánico y ansiedad antes, lo veía con USA, así que a veces el distraer la mente con algo ayudaba, en esta ocasión había ayudado un poco.
— ¿Estás bien? — preguntó mirándole.
— Si.
— ¿Quieres volver a dentro?
— No, quiero estar solo. — respondió la isla sin verle. — Adiós.
Y sabía el europeo que lo mejor era dejar solo a la isla, pero acabó por seguirle los pasos, mientras esté caminaba por la orilla, hasta que lo vio detenerse y voltearlo a ver con ira.
— ¡Dije que quiero estar solo, aléjese de mí!
— Oblígame. — a decir verdad, no quería decir eso, pero salían las respuestas como instinto.
— ¡Déjeme solo!
— ¿Qué es lo que te puso así? ¿Qué pasó?
Y el puño de arena que fue a parar al traje del británico debió ser una advertencia que se alejara, pero no lo hizo, solo pudo ver el rostro frustrado de la isla mirándole con desprecio.
— ¿Qué pasó?
— Vi un medallón, de oro, con un león, laureles y gotas de sangre. ¿¡Feliz!? Deje de molestarme, solo aléjese de mí, lo más que pueda. Maldita sea. — dijo la isla pateando la arena para emprender el camino de vuelta.
El inglés solo se quedó mirando a la nada, para después voltear y ver a la isla. Solo la vio caminar alejándose, hasta que abrió la boca.
— Imperio Romano. — dijo el inglés haciendo detener el caminar del joven. — No era un medallón, era un broche, lo usaba para sostener su banda dorada alrededor de su túnica cruzada. Es imposible que sepas de esa imagen, dado que ese broche no está en los registros de nada, y fue destruido a la caída de su reinado. Borislav, ¿cómo sabes de eso?
La isla solo volteó a verle, con un rostro de confusión y cansancio, y antes de que pudiera pronunciar palabra alguna, la voz de su tutor apareció.
— Borislav, allí estás, voy a hacer el anuncio del TOP, regresen ambos dentro. — dijo la ONU, mirando a ambos country.
La isla solo miró los ojos azules del británico y después dio media vuelta, comenzando a caminar de regreso al hotel. Esos ojos sin vida de la isla, habían confundido en sobremanera al británico, que solo acabó por seguirlos a ambos, mientras poco a poco, un reloj comenzaba a sonar en la cabeza de todos, ya que un cambio, quisieran o no, estaba a punto de suceder.
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¡Hola!
— Pinche capitulo largo alv, ya no lo vuelvo a hacer. Y pues, ya se viene más chingón esto, ya no se puede detener que el Boris descubra que si había estado vivo antes, lolz.
— Dina chingo a su madre, está bien bueno de hombre, pero ni modo, eso le pasa por zorra.
¡Hasta la proximaaaa!
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