PUNTO DE QUIEBRE - 17 -




Amar a alguien a largo plazo es asistir a mil funerales de la persona que solía ser.

La persona que está demasiado agotada para seguir siendo. La persona que ya no reconoce en su interior. La persona que dejaron de ser, la persona en la que nunca terminaron de crecer. Deseamos tanto que las personas a las que amamos recuperen la chispa cuando ésta se apaga; que se encuentren rápidamente cuando se pierden.

Pero no es nuestro trabajo hacer que alguien sea responsable de las personas que solían ser. Nuestro trabajo es viajar con ellos entre cada versión y honrar lo que surge en el camino.

A veces será una llama aún más luminosa.

A veces será un parpadeo que desaparece e inunda temporalmente la habitación con una oscuridad perfecta y necesaria.

HEIDI PRIEBE




SIGLOS ATRÁS...

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Creo que mi vida está llena de pecados.

Mi pecado fue crearme a mí mismo.

También está el pecado de enamorarme de los dioses.

Peor aún, está el pecado de enamorarme de un mortal. Cautivarme por su belleza y danzar con ella como igual, como si pensara que mi vida podría ser tan perfecta con algo tan mínimo. Mis pecados los cargo tatuados en el alma, que hacen que la perfección de la que antes me caracterizaba, se acabara.

Tal vez, si no hubiera deseado tanto construir algo, no hubiera sufrido nunca, estaría flotando en la inmensidad del espacio, sólo, mirando las galaxias formarse y morir, mirando las estrellas explotar, mirando como el nada es un todo, el tiempo no existe y a la vez siempre me ha acompañado, el no saber si existo, y por la misma razón, existir dentro de un paradigma sin fin.

Pero ese pensamiento no existe, yo decidí comenzar la vida en el inmenso universo por capricho, cometiendo mi primer gran pecado. Sentir el deseo de una omnipresencia y omnipotencia absoluta. Dejé que mis dioses crearán mundos, dejé que los destruyeran, dejé que se enamoraran de creaciones tan simples, dejé que ellos mismos se hicieran fuertes. Y entre ese mismo pensamiento de dejarlos crecer, me vi envuelto en mi segundo gran pecado.

Querer experimentar lo mismo.

Comencé a involucrarme con ellos, descubriendo como piensan, que es lo que es ver el universo a través de sus ojos. Llegué a un punto donde me enamoré tanto de sus pensamientos que, sin darme cuenta, me dividí. Sin darme cuenta dos cuerpos fueron creados a partir de mi codicia, así fue como nacieron Ometecuhtli, el lado masculino o gran señor, y Omecíhuatl, el lado femenino o gran señora. Pero al dividirme de esta forma, deje sola a mi alma en el universo.

En un principio, no pensé que sería un problema, pero lo fue. Al dejar mi mente y alma aún en el universo, mi parte masculina y femenina comenzaron a enredarse en sentimientos tan básicos como el amor, a cometer errores, a perderse en sus propios pensamientos, personalidades y decisiones.

Y entonces la tragedia comenzó.

Todo comienza siempre con un sentimiento y acaba con una grieta en mi universo.

Traté de terminar todo, esa batalla de amor entre Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, así que volví a unirme, y ocultarme lejos de ellos en ese pequeño mundo que creaban y destruían a su antojo. Pensé que estaría seguro, solo yo y mis pensamientos de nuevo siendo uno, relajándome y pensando en cómo solucionar el corazón roto de esos dioses, pero, en ese pequeño escape de mis errores, acabé cometiendo uno mayor.

El mayor pecado que pude cometer como dios.

Es gracioso, porque mi mayor penitencia se ha convertido en una historia vieja, donde condené la vida de ese mundo a evolucionar abruptamente por mi propio capricho...


"¿Te he contado la historia donde la Luna se enamoró del hombre, y destruyó todo a su paso...?"


— ¿Cómo te llamas?

En medio de la nada, solo pude ver su belleza acercándose con una curiosidad única. Ver esa piel tan morena como la tierra, ver esos ojos verdes como la misma naturaleza, ver ese cabello largo, rizado y rojo como la lava ardiente. Nunca en mi vida como dios, había visto tan hermosa creación.

— ... Ometéolt. ¿Y tú?


"El peor pecado de la Luna fue amar a un mortal; fue alumbrar tan brillante solo para conseguir una sonrisa, fue desear tocar tierra. Porque cuando la Luna lo intentó, destruyó todo, la vida, el planeta, el universo, y a su amado hombre...


— Soy Pangea, ¿te gusta este lugar?

Lo más estúpido que hice en la vida, fue dejarme llevar por esa dulce voz, esa sonrisa pura, esa inocencia única. A tal punto, que quise poseerla. Ya mis contrapartes habían cumplido sus pecados, susurrándome de amor cuando estaba con esa mujer, a tal punto que caí con la misma piedra. Acabé enamorándome de Pangea sin que me diera cuenta.


"Y así mismo, la Luna se condenó a estar enlazada con la nueva tierra, donde su tortura siempre será ver a la humanidad cada noche, viendo al hombre que ama, siendo feliz con alguien más. Un castigo de los dioses, donde la Luna se mengüe llorando solitaria en el universo, esperando un día poder brillar lo suficiente para atraer a su amado de nuevo a sus brazos..."


Supongo que mis pecados debieron hacerme reflexionar, pero no funciona así.

Después de su muerte, vagué protegiendo su corazón.

Estaba olvidando quien era, a veces recordaba que era un dios, otras veces no. Llegó un punto donde vi todas las especies viviendo en sus restos, hasta que una me llamó la atención. El humano; así que decidí darle una ayuda. Cosas simples, moviendo rocas, creando ríos, animales para comer, cosas básicas que los pudiera hacer subsistir. Poco a poco los vi desarrollarse, y comenzar el inicio de un todo, creando la primera civilización en esa tierra.

Crearon a la cultura madre.

Donde yo, recibiría el nombre de Olmeca.

Aunque no fui el primero en el mundo, me alegró el corazón ver a mis humanos desarrollarse. Me gustó verlos llamarme así, y me gustó verlos desarrollar ese paraíso en tierra. Esa era mi vida, verlos crecer, sin contactar con nadie, sin dejar que alguien los molestara. No quería a nadie cerca, quería dejarme llevar por ellos, quería que ellos me absorbieran a tal punto, que yo ya no sería un dios, sería uno de los hijos de Pangea, olvidaría todo y solo sería Olmeca. Y hubiera funcionado, si me hubieran dejado más años solo.

Pero, no me lo dejarían tan fácil. Nunca lo hacen.

Los demás dioses comenzaron a ser adorados por los humanos, a ser venerados de tal forma, que bajaron y tocaron tierra de nuevo, en forma humana, caminando con ellos, susurrándoles misterios, dándoles más conocimiento. Nutriéndose de los humanos, aceptando su sangre y ganando omnipresencia en esa tierra que adoraban.

Y por supuesto, su favorito de todos los dioses fue él. Aquella serpiente que susurraba el conocimiento a todos. Porque si hay algo que ama ese dios, es el hambre del conocimiento, el hambre de la vida en todo su esplendor.

— El ser humano es increíble, una bella creación nacida del desastre. — dijo Quetzalcóatl acercándose, con una piel morena clara en él. Esa forma de humano, camuflajeandose con ellos. — Pero, note algo en ellos.

— ¿Qué fue? — pregunté mirándolo.

Y sonrió, dejando salir esa larga lengua de serpiente, como siempre, Quetzalcóatl ama cualquier cosa nueva, ama compartir todo, ama ver como las cosas se desarrollan y al mismo tiempo, ama ver el camino que toman, sea bueno o malo.

— La desdicha de la creación. — dijo mirándome, sonriendo, mostrando esos largos colmillos. — Él humano fue tomado en los brazos de la creación porque lo viste solo y desdichado. Te viste en un espejo en ese momento, ¿no es así?

— Ten cuidado con lo que dirás... no olvides que si quiero puedo hacerte trizas.

— No te quedan las amenazas cuando una parte de ti me ama. — contestó. — Tomaste al humano porque era igual de desdichado que tú.

— Te lo advierto, no toques ese tema, maldito idiota.

— El conocimiento no le tiene miedo a las amenazas. — dijo sentándose a un lado. — Supongo que te sentaste, y lo viste, escuchando sus lamentos. Él humano quería tener una buena visión, así que lo dotaste de una visión única. El humano quería ser fuerte, así que le diste las armas para hacerlo, el humano quería ser hábil, así que le diste la habilidad para desarrollarse... entonces, el humano quería conocimiento, y le diste lo necesario para pensar. Pero, entonces... el humano pidió algo.

— ¿Qué fue?

— Pidió los secretos de este mundo. Y fue allí, donde me pareció fantástico ver esa mirada en esos ojos de obsidiana que tienen. — dijo acariciando la tierra. — Tal sed por el saber, tal curiosidad única, no pude resistirme, solo les estiré mi mano, y les dije "déjenme mostrárselos"

— Les disté conocimiento único. — respondí a lo que el soltó una risa.

— Por supuesto. Le daré conocimiento a cualquiera que quiera conocer más. Esta hermosa civilización nos adora, es única y próspera. Son buenos, pero, tal vez me equivoqué en mi decisión. — dijo, tomando su forma humana real, esa piel tan blanca, un albino en su totalidad, dejando ver parte de su plumaje en su cabello, hermosos ojos amarillos de serpiente, esas runas en su piel, allí estaba, el gran Quetzalcóatl pisando tierra.

— ¿Qué te hizo dudar de tu decisión?

— Vi algo en ellos, un hueco, donde nunca estarán satisfechos, llenos de ambición, hasta que llegue el punto, donde este planeta no será suficiente, y volverán a mí, buscando más, y yo solo podre decir. "Di todo lo que pude dar ya"

— Hmm... ¿Por qué me cuentas esto?

— Los humanos se parecen a ti. Son tu espejo, seres con más poder que otros, con un hueco en el alma que nunca podrán llenar, porque siempre desean más. ¿No es así? Sé que tú también los sientes, hay más dioses a lo largo de estas aguas, lo sientes en tus huesos, como yo lo hago.

— No son nada a comparación de mí. — respondí mirando el mar. — Sin humanos, no son nada. A comparación de mí, yo puedo subsistir, ellos mueren sin nadie los adora.

— No exactamente, solo se hacen menos poderosos y no pueden tocar tierra, ni susurrarle o proteger a sus humanos y tierras. Yo y todos mis hermanos seriamos iguales a ellos si no estuviéramos atados a ti.

— Es porque me enfoque en crearlos a partir de mí, no de un pensamiento de humano. Ellos viven gracias a la gracia de este planeta, ustedes viven gracias a que yo decido que vivan. — y Quetzalcóatl suspiró.

— He visto el Olimpo a lo lejos, he visto a los ojos a Júpiter por parte de los romanos, también, me he topado con los dragones chinos, al igual que he visto a los ojos a los dioses de los templos japoneses. — y soltó una carcajada. — Todos mirándome y yo mirándolos, notando lo iguales que somos. Es como un juego, vi a Sucellus en el mar, vi las aves de Odín siguiéndome, vigilándome, joder, vi a Inti y acabé por sonreírle... Podría seguir y seguir, hay muchos dioses allá afuera. Es fantástico verlos. Pero, por lo mismo, he deducido lo que ocurrirá, así que quiero darte un consejo, y si no fuera mucho pedir, me gustaría que lo siguieras.

— ¿Cuál es?

— No intervengas más en el actuar de las cosas. Solo condenarás a este mundo a perecer de nuevo. Ometéolt no solo eres un dios, eres la creación misma, eres el universo que rodea este mundo pequeño. Deja de intervenir en la historia.

Tal vez debí escuchar a Quetzalcóatl en ese momento. Pero, no lo hice. Solo acabé deprimiéndome al ver lo que había causado, creando un hueco en el humano, tal vez no debí darle nada, y dejar que las cosas siguieran su curso, joder tal vez... solo debí seguir flotando en la nada, y nunca decidir crear algo en primer lugar.

Creo que estaba teniendo una crisis existencial que duraría años y años.

Había veces donde dormía a la luz de las estrellas y despertaba gritando mirando como las olas golpeaban la orilla. Me ardía, me ardía el dolor combinado de Ometecuhtli y Omecíhuatl, me ardía lo que sentíamos como esta tripleta perfecta que nos unía. Pero un día, recibí un regalo de Pangea, el último, que llego a mi desde el mar.

Que causo el inicio del fin. Que acabó con la poca cordura que me quedaba.

— ¿Estás vivo?

Esas palabras me hicieron despertar para verlo. Parado a un lado de mí, siendo alto y fuerte, con los ojos azules más impresionantes que he visto, con cabello blanco y largo que arrastraba en el suelo, repleto de runas azules en su cuerpo, runas azules y blancas con rojo. Llevaba un taparrabos largo, y una especie de cinturón que rodeaba su pecho para sostener las armas que cargaba con él. Su cuerpo era trabajado, y único, de piel morena, mirándome mientras hacía brillar sus ojos tocándome con sus manos en la frente.

— ¡Morena! ¡Tú piel es morena! ¡Eres como yo! Sé que puedes entenderme, nos podemos entender entre sí, aunque no hablemos igual. — dijo sonriente. — Te he revisado, tu salud es excelente, así que, párate.

— ... ah...

Y entonces lo conocí a él.

Por lo que me contó, era una isla, en medio del océano.

Sus conocimientos eran impresionantes.

Tenía un lenguaje único, mezcla de diferentes bases de lenguaje, un avance impresionante en la biotecnología, ingeniería, arquitectura, agricultura y medicina. Conocimiento de las artes y conocimiento astronómico, además, lo que más me impresionaba de él, era como esa isla había avanzado tanto, para crear un barco tan funcional. Así es como había llegado a mí, a través de ese navío perfecto y enorme.

Él era definitivamente extraño. Era como un niño, emocionado por todo lo que encontró en mi tierra, corriendo de un lado a otro, hablándome de enormes titanes, hablándome de sus humanos, hablándome de mar. Era un bicho raro, eso era seguro, pero había cierta belleza en él. Lo que me pareció extraño, fue no ver a ninguno de sus dioses merodeando, a decir verdad, no había nadie con él.

— Tengo cosas más avanzadas en casa, pero un navío es perfecto para mí. — comentó mirándome mientras merendábamos. — Me gusta sentir el movimiento del mar, y el aire golpeando mi cara como el sol quemando mi piel. Me gusta navegar y...

— ¿Tus dioses? ¿Cómo son? — pregunté a lo que él sonrió.

— Lo estás viendo. — dijo con una enorme sonrisa.

— ¿Uh?

— Ah, mi isla cree que la misma tierra y naturaleza es la que nos da vida, cree en el mar y las estrellas, cree en mi mineral de vida. Así que, si hablamos de una creencia, mis humanos creen en mi...

Y ese fue el problema de todo.

Tierra virgen. Debí verlo, debí preverlo, pero no lo hice. Por supuesto que sería blanco de todos, pero en ese momento, creo que me dejé llevar por su inocencia... Y por lo tierno que era.

— ¿Has hablado con alguien más?

— No exactamente. — dijo. — Los he visto, bueno, hay un grupo que me interesa conocer.

— ¿Quiénes?

— Los fantasmas de maquillaje azul. — dijo mirando hacia el mar. — Pálidos, que navegan en navíos, con maquillaje azul, negro y blanco. Con diferentes armas, siguiendo las luces que se despliegan en el cielo como ramas.

— El Yggdrasil. — dije, a lo que él rápido me prestó atención.

— ¿Los conoces? ¿Cómo son? ¡Dime! ¡Dime!

— Bueno... ellos vinieron antes aquí, a estas tierras. Y lo que hice fue intercambiar miradas. Éramos muy diferentes, pero ellos me dejaron saber un poco, no mucho.

— ¿Qué te dijeron? Dime... — sonrió emocionado. — Me gustan mucho, se parecen a mí, las runas son similares.

Su rostro tan cerca, tan curioso y único. Sabía que lo que tenía frente a mí era un country. Pero era tal inocencia en él a pesar de todo el conocimiento que tiene, que mi corazón se ablandó, no sé porque, o si hay una explicación más, pero aquel dolor que me inundaba, se quitaba al tener a tan inocente criatura cerca de mí.

— No mucho, solo que... — dije señalando él mar. — Solo sé que hay muchos como nosotros atravesando el mar. Los sabes, ¿no?

— Si.

— Una parte de mí, quiere impedir su llegada aquí. Así, nosotros no tendríamos que cruzarnos con ellos nunca más. Y podríamos ser felices, creando nuestro propio mundo en este lugar. Además, que avanzaríamos en tecnología y...

— No.

Esa respuesta me sorprendió, viniendo de él.

— ¿Eh?

— No es correcto, lo mejor de ser libre, es buscar cosas que te muevan, buscar tu hogar y adaptarte. Si la vida fuera un ciclo controlado, ¿Importaría vivirla? Creo que no, necesitamos de los demás, porque eso nos hace libres, si estuviéramos solos, sin nadie pensando diferente, actuando, viéndose diferente, ¿Realmente nosotros progresaríamos? ¿Viviríamos? ¿Existiríamos? Necesitamos de todos, para vivir. Así que no debemos impedir su llegada, si llegan, los recibiremos.

— ¿Qué si nos lastiman?

— Pues dolerá. — dijo con una sonrisa. — ¿Pero no te gustaría? Incluso aunque duela, aunque sea insoportable, es divertido saber, que hay alguien como tú, en algún lugar, preguntándose, si debería protegerse o no. Es necesario mezclarnos para vivir. Por eso me alegre mucho de verte, y deseo conocer a los fantasmas. Como deseo conocer más de este mundo del cual soy parte.

Fueron los primeros días donde dormí tranquilo.

Los primeros días donde me despertaba con una sonrisa, sin preocuparme del futuro. Un futuro que había prometido no intervenir. Así que viví más, sentí más, reí más y nadé más. Por años, no tuve que volver a derramar ni una sola lágrima, no tuve que despertar gritando, y aquel dolor en mi interior se iba encerrando para nunca recordarse.

Además, había días donde dormía junto a él. Al ser más pequeño que yo, solía dormir entre mis brazos, acurrucándose en mí, y yo, podía dormir tranquilo con su calidez. Creo que entendía a Coatlicue ahora, este sentimiento es el mismo que siente con sus hijos, al menos eso supongo.

Pero, me fui dando cuenta de algo.

— ¡Odio! — gritó pateando la arena. Él venía a veces cada 2 o 3 meses a visitarme, y ese había sido uno de esos días. — Se acercó tanto a mí, apestaba horrible. Quería aparearse como si fuéramos humanos. ¡No tenemos necesidad de reproducirnos! ¡¿Por qué?! No fue como cuando tú me abrazas, él puso sus manos en mi cintura y se acercó mucho. Me miraba como si quisiera devorarme, es... es tan... extraño.

— Supongo que quería tener sexo.

— Pero nosotros no somos humanos, no nos reproducimos.

— Oh, no es por motivos reproductivos, el sexo nos provoca placer a nosotros también. — contesté a lo que me miró incrédulo.

¿Qué diablos con esa mirada? No puede ser cierto, no puede no saberlo, debió estar con... bueno considerando que su isla esta en medio de la nada, supongo que nunca experimentó nada, así que literalmente es tierra virgen.

— ... ¿Placer? ¿Nosotros sentimos algo tan humano?

— Si. — respondí. — No lo hacemos con fines reproductivos, es con fines de placer propio. ¿Nunca te preguntaste la razón por la que tienes un orificio si nosotros no tenemos necesidad de excretar nada?

— Pensé que era porque tomamos la forma de los humanos.

— Es para placer. Al tomar la forma de los humanos decidí... hmm... — aclaré mi garganta. — Los lazos de Pangea decidieron que nosotros también podríamos sentir placer, practicando el sexo. Por eso igual puedes cambiar a una apariencia femenina. Es para que pruebes el placer en cualquier tipo de cuerpo. Además, que es bueno para recibir recursos y absorber todo lo que alguien como nosotros puede darte. Nuestros cuerpos y la biología detrás de nosotros es compleja, pero es lo que te puedo decir de ello. Tal vez ese country deseaba algo de eso contigo.

— ¿Country? — dijo ladeando la cabeza.

— Uh... he decidido llamar a nuestra especie así, Country.

— hmm... cuando se acercó, y puso su mano en mi cintura, se sintió bien, pero estaba asustado. Así que lo pateé y hui.

— ¿Cómo era ese country?

— Hmm... piel pálida, ojos azules con rojo, cabello negro... hmm... me dijo su nombre.

— ¿Cómo se llamaba?

— Pues, era parte de alguien, eso me dijo, y era pequeño, bueno un poco más alto que yo, pero se veía tan débil, podría partirlo en dos fácilmente.

— ... ¿Menciono algo de un tal "Imperio Romano"?

— ¡Sí!

— Seguramente es alguien que pertenece a él. ¿Cómo se llamaba?

— Britania.

— Trata de tener cuidado. — dije acariciándole la cabeza. — No quiero que te pase nada.

— Esta bien. — dijo, para después recargar su cara en mi pecho. — ¿Vas a tener sexo conmigo alguna vez?

— ¿Eh?

— Pues, dijiste que podemos hacerlo, ¿no?

— Pero no conmigo. — contesté apartándolo. — Eres como un hijo para mí.

— ... el incesto no es ilegal.

Tenía que darle un golpe en la cabeza para que dejara esas ideas y volviera a ser tan adorable como siempre. Cosa que funcionó porque nunca volvió a mencionar el tema de nuevo. Pero, al mismo tiempo, debí darme cuenta de muchas cosas en ese momento, la principal era que, si yo me había rehusado, él buscaría a alguien más para descubrir que se siente.

Y yo, debí darme cuenta de eso.

Debí darme cuenta en ese momento sobre él.

La inocencia que lo caracterizaba, era igual su propia perdición. Él no tenía dioses que lo protegieran, sus tierras solo estaban resguardadas por él, porque su gente no tenía una guía, solo tenían a la naturaleza, y de ello, nació la creencia de creer en el universo. Al mismo tiempo, creer en él.

En esa pequeña isla, que es tierra de nadie, si alguien más lo encontraba, posiblemente, lo destruirían u obligarían a ser un adepto a cualquier otro dios. Y eso es algo que no pienso permitir. Él es fuerte por sí solo, pero, entre mi mente decidí que lo mejor en ese momento, era hacerlo más fuerte aún. Si pudo ver el árbol de la vida, significa que los malditos vikingos mandaran a su halcón por él. Y no pienso dejar que él sea parte de los nórdicos.

Lo tendrán como esclavo, un ser para sisear su sed y perversión. No puedo dejar que lo toquen. No puedo dejar que caiga en las manos de los romanos, de los griegos, de los egipcios. Necesito hacerlo fuerte y dejar que él mismo defienda su libre albedrio.

Así que lo hice, cuando durmió cerca de mí, decidí darle un regalo. Y después, esperar que con ello todo se relajara.

La forma en la que lo trataba, la forma en lo que lo estaba protegiendo, debí saberlo allí, pero fui incrédulo. Lo fui. Poco a poco su curiosidad crecía, y mi cariño hacia él también, lo procuraba de todo, y lo mantenía a salvo cada vez que podía, pero, no puedes detener la sed del saber. No puedes detener la madurez, no puedes conservar todo como esta, siempre tienes que enfrentarte a la realidad, y la realidad era que él estaba inminentemente destinado a perder su inocencia de alguna forma u otra.

— ¡AH! ¡AAAH!

Los gritos me hicieron correr rápidamente de la playa a los bosques, corrí sin parar solo para verlo. Sometido en el suelo, mientras arañaba la tierra y tenía las caderas alzadas. Entonces lo vi, piel morena, enorme y fuerte, con ese brillo azul en su mirar, con ese maquillaje, con esas alas de colibrí enormes y resplandecientes.

Huitzilopochtli.

Estaba a punto de intervenir, mandar a ese idiota al inframundo y...

— ¡AH! — Gimió alto, con sus piernas temblorosas. — hnng...me duele.

— Respira conmigo. — dijo el gran azul, sosteniéndolo con delicadeza. — Estoy entrando muy lento así que tienes que calmarte un poco para que deje de doler.

— ¿L—lo prometes?

— Lo prometo. Ven aquí, intentémoslo de nuevo. — dijo, y creo que esa era la primera vez que veía a Huitzilopochtli actuar como una persona decente. Sosteniéndolo como si fuera de cristal, acomodándolo y comenzar a penetrarlo lentamente para que este se acostumbrara. — Ves, se desliza más fácil si te relajas.

— ¡Hng! ... más...

Esa mirada de lujuria en él, no pensé nunca verla en tal rostro inocente. Menos cuando sus brazos se fueron directo a Huitzilopochtli, enredándose con él para seguir gimoteando arañándole la espalda. Supongo que él había crecido, y yo tenía que entender eso. Solo di pasos hacia atrás, alejándome de allí para después reír. Era gracioso, no había visto nunca a ese chico en pañales, pero a mi perspectiva siempre parecía un bebé, le había criado y compartido conocimiento como él me compartió él suyo.

— ¿Qué te aqueja, Olmeca? —alcé mi vista para ver esa sombra salir de un cadáver de ave. Para al final formarse como un hombre a mi lado, Mictlantecuhtli.

— Me acabo de dar cuenta que he criado a ese country como si fuera algo mío, como un hijo.

— ¿Eso tiene algo de malo?

— Sin querer, estoy volviendo a enamorarme y enredarme con sus hijos.

— ¿Te preocupa eso?

— Me preocupa que este queriendo tanto a este chico. Además, que a todos parece interesarle. — dije, mirándolo de reojo. — Un country sin dioses.

— Es una mina de oro para nosotros. — respondió el señor del Mictlán. — Un country sin dioses significa un lugar más para poder disfrutar. Pero, la razón de la que no tiene dioses, es porque la gente cree que él es un dios.

— Hicieron de la tierra en la que viven un dios. — respondí. — Por eso puede controlar tanto el clima, el mar, la tierra. Es salvaje... si él quisiera, podría crear huracanes tras huracanes, temblores tras temblores, tormentas, maremotos, grietas, deslaves, tornados, todo. Es un dios de las tempestades y de la destrucción, pero, al mismo tiempo, es un dios de la abundancia y el conocimiento. Es demasiado apegado a los humanos...

— Si tú lo decides, podríamos matarlo.

— Lo prohíbo. Quiero que viva feliz, le enseñaré como controlar ese poder. Un dios de las tempestades...

Y fue cuando Mictlantecuhtli se levantó de golpe mirándome con esos ojos rojos intensos color sangre, brillantes, ese cabello negro y lacio, esa piel morena y ese cuerpo perfecto. Que bendita es la muerte siempre acompañándome.

— Mixcóalt. — Dijo, a lo que yo sonreí. — ... ¿Qué diablos hiciste? ¿Qué diablos le hiciste a ese chico? ¿En qué lo convertiste?

— Una tierra sin dioses, es una tierra a la que hay que proteger. ¿Querías que vinieran los otros dioses de otro lugar a reclamarla? ¿Qué acabaran con la inocencia de él?

— ¿¡Y POR ESO LE DISTE FUERZA?!

Era la primera vez que lo veía alzándome la voz, así que sonreí. Generalmente siempre se queda tranquilo.

— No grites. Además, yo no hice nada, dije que no afectaría el flujo.

— ¿Qué diablos has hecho?

— Nada. Confía en mí, lo mantendré a salvo de cualquier otro. Darle fuerza a alguien no es intervenir, solo es como si le hubiera dado un pequeño apoyo para que siga creciendo.

Y en ese momento sonreí, pero, me hubiera gustado no hacerlo.

Porque, recibí un recordatorio. Uno cruel, uno que me despertó y aplastó los trozos de corazón que me quedaban. Habían pasado meses tan llenos de paz que no pensé que esto ocurriría.

Una enorme tormenta desatándose en él mar. Entre en pánico al ver en qué dirección estaba, abrí mis alas, y volé lo más rápido que podía, solo para ver esa guerra a flor de piel. Entonces lo vi a él, herido sobre uno de sus titanes, asustado y tratando de proteger su isla.

— ¡OLMECA! — escuché su grito llamándome. — ¡AYÚDAME!

Entonces lo vi, a Huitzilopochtli y a Tláloc comenzando a protegerlo, por lo cual comencé a caer en picada, tenía que tomarlo y alejarlo de allí, lo pondría a salvo y después simplemente haría trizas a todos los demás dioses, protegiendo con mis propias manos esa isla.

Pero.

Sentí algo lastimando mi ala derecha haciéndome estrellar en la isla. Después lo vi, mirándome directo a los ojos.

— Júpiter. — dije a lo que ese maldito dios romano me sonrió creando un rayo en sus manos.

— ¿Quién se supone que eres tú? ¿Uno de los dioses de esta débil isla? Esta tierra ahora me pertenece. Es tierra romana, idiota.

— Tú... — dije encendiendo mis ojos, bien, no voy a jugar, esto es un exterminio.

— ¡NO! — gritó Quetzalcóatl. — No puedes intervenir tú. — dijo ayudándome con ese estúpido dios romano. Lanzándolo lejos con su larga cola. Quetzalcóatl en su forma natural es precioso y gigantesco, tan enorme que no puedes verle fin a simple vista. — ¡No puedes lastima...

Y si, vi como la serpiente del mundo, Jörmundgander, de la mitología nórdica, mordía un costado de Quetzalcóatl y lo alejaba de la isla. Los nórdicos están aquí. No, no solo ellos, los rayos en el cielo, la inestabilidad en el mar. Todos han llegado aquí. Todos de un momento a otro, habían llegado a su isla, y antes de que pudiera hacer algo, fui tomado por las sombras de Mictlantecuhtli, alejándome de él.

— ¡Suéltame! — grité. — ¡Tengo que protegerlo!

— No, ya has intervenido demasiado. No puedes salvarlo, el destino está escrito y su vida se está terminando.

— ¡Mictlantecuhtli!

Sentir la muerte en las venas me puso inmóvil, lo suficiente para que no pudiera hacer más, donde lo último que pude ver, fue verlo herido, repleto de sangre, cayendo de sus titanes en él mar, y después, un enorme estruendo.

Tres días después, alcé vuelo cuando el señor del Mictlán se distrajo, y sobrevolé la isla, pero esta ya no estaba, no había nada, solo mar. Ni un solo rastro de él, en ninguna parte, eso me hizo reír enormemente mientras veía mis mejillas llenarse de lágrimas, mientras yo mismo comenzaba a caer en la locura.

— Tal vez solo necesito matarlos a todos. — dije al aire sujetando mi cabeza. — Haciéndolos trizas me asegurare que nadie pueda dañar nada nunca más. Lo siento Quetzalcóatl, pero no intervenir solo me ha traído desgracias. Es hora de que lo haga.

Creo que fue en mi propia furia y dolor dónde perdí la cabeza y comencé un plan que acabaría con todos, por mis propios bienes. Tal vez todo comenzó por ella, pero se ejecutó por él.

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ACTUALIDAD



Querido padre;

Esta es la última vez que recibirás un regalo de mí. Porque probablemente es la última vez que quiera tomar pluma y papel para escribir algo de mi puño y letra dirigido hacia ti, tal vez el poco aprecio que me queda hacia tu persona, está haciendo que esta pluma comience su danzar sobre las hojas. He escuchado por Moscú, que deseas verme y encontrarme, pero no pienso dejarme ver por ti. Ana y yo estamos muy felices lejos, cumplo mis obligaciones y vivo feliz. Puedo relajarme de estar a tu lado. Es como tomar un respiro verdadero de libertad.

Suena cruel, pero es verdad, y quiero explicar eso.

Vivir bajo el manto eslavo, la monarquía, los "dioses", me tenían atrapado en un sinfín de decisiones que tenía que tomar, que incluso iban contra mi forma de pensar. Vivir bajo un régimen y tener que tomar la decisión que se requería, más no la que quería, me estaba matando. San Petersburgo se llenó de sangre mucho tiempo, pintando de escarlata la bella nieve que dejó de ser un regalo, y se convirtió en mi tumba.

Pero ahora soy libre de ello. Alejarme de ti, aunque me duela en lo más profundo de mi alma, fue lo mejor. No podría ver de nuevo a Rusia caer, no aguantaría las guerras, no aguantaría verte destruirte y perder la cabeza como lo hiciste antes. Así que esta fue la mejor decisión posible.

Ahora, quiero dejar algo en claro; tú no puedes escapar de esto.

Una vez que tienes los ojos violetas en ti, cargas todo el peso en tus hombros de lo que representan, padre. Cargas la pena de nuestras raíces en tus venas, el dolor, las violaciones, la furia, la tristeza y la historia manchada en sangre que tiene toda la historia rusa. Cargas a la monarquía en tus ojos, cargas nuestra vida en tus manos, y cargas el corazón de Rusia dentro de tu alma... No solo son ojos reales lo que significa el violeta, son el fuego que encienden a nuestra gente, y la única razón por la que los dioses se inclinarían ante un mortal. Lamento que esta "bendición" sea más una maldición para ti, padre. Espero algún día entiendas, lo que significa ser un rey.

Un rey, aquel que porta los ojos violetas en invierno toma decisiones porque son correctas, no porque él quiera. Un rey está dispuesto a deshacerse y consumirse por su pueblo, por el bien mayor. Un rey dejaría a la misma muerte acabar con él, si eso significa hacer lo mejor.

Espero algún día encuentres paz.

San Petersburgo.


Era la primera vez que veía esa mirada en él.

Sus ojos violetas iluminándose para después, simplemente tomar su postura de nuevo. Caminó hacia USA, y solo lo miró de reojo para comenzar a avanzar hacia mí. Mi boca se quedó seca, no sabía que decir, solo lo vi tan cerca de mí, y después antes de que mi cuerpo se rindiera y se lanzara a abrazarlo, fue la risa de UK la que se desencadenó en toda la habitación.

— Románov. — dijo UK. — Siempre lo supe, nadie, ni por juegos de genética podría tener esos ojos violetas. Es una lástima no saber antes de esto oficialmente. Ya que hubiera sido demasiado sencillo conquistarte al saber que tu monarquía seguía viva.

— Mi monarquía siempre ha estado viva.

— No, sabes a lo que me refiero. No descendientes de descendientes, me refiero a la sangre real de tus ojos violeta. Así que sobrevivieron... — suspiró. — En tiempos normales todo tu territorio sería mío. Sería más grande y fuerte, además...

— ... Aunque hicieras eso, seguirías sin obtener la corona de oro, UK. — dijo Rusia desviando su mirada hacia él. — Si te das cuenta, volvemos al mismo problema de siempre King, Nosotros a punto de morir, con el destino de nuestras vidas en nuevas generaciones.

— Hijo de puta, sigues siendo el mismo. — sonrió el inglés. — En parte tienes razón. Seguimos haciendo lo mismo de siempre, perdernos a nosotros mismos hasta tal punto que son los nuevos quienes nos arrebatan todo.

— Así es. — contestó.

— Bienvenido de regreso, es una lástima que todos moriremos. Pero bueno, mejor saquen un buen vino y emborrachémonos antes de que comencemos a quemarnos, ahogarnos y a gritar de terror y horror ante una inminente muerte.

Y sonrió, Rusia sonrió hacia UK, como lo hace un viejo amigo al rencontrarse de nuevo con aquellos que amó. Y eso me estaba haciendo perder la cabeza, porque él estaba allí, a 

centímetros de mí, y no había escuchado nada de él, ni una palabra de él hacia mí.

— Rusia... — dije, a lo que vi esos ojos violetas clavarse en mí.

— ¿Sí? — dijo, como siempre lo hacía, prestándome toda su atención sin importar nada.


"Cuando escucho tu voz Nueva España, no existe nada alrededor de mí, solo tú. Como una pequeña luz de paz en mi infinito..."


— ¿Podemos hablar? — dije, entre nerviosismos para después depositar mi mirada en ONU. — Podemos, posponer un poco esta sesión. Para asegurar que no voy a huir, mis hermanos Chile y Perú permanecerán en esta habitación con ustedes.

— ¿Qué? — dijo Perú.

— USA, si quieres redimirte conmigo, no dejes que nadie se les acerque, y si alguien trata de hacerlo, supongo que me veré en la necesidad de matarlos a todos. ¿Entendido?

— Seguro. — contestó USA.

Después de ello, no lo pensé más, solo tomé la mano de Rusia jalándolo fuera de allí. Posiblemente caminamos tres pasillos largos hasta que él soltara su mano y se quedara viendo el jardín artificial que había en la mansión de ONU. No dijo nada, solo no apartaba su mirada de ese jardín.

— Sabes, extraño cuando podíamos ver plantas en su hábitat natural, no encerradas en este pequeño jardín artificial que apenas las puede mantener con vida.

— ... Es necesario, están encapsuladas porque necesitan sobrevivir, hay una corriente que poco a poco deja entrar aire del exterior a ellas, por eso tienen ciertas diferencias. ONU les está dando la oportunidad de que comiencen a evolucionar para que puedan reproducirse una vez que WILD acabe con nosotros.

— ¿Crees que moriremos rápido? — preguntó. — Sabes, no le tengo miedo a morir, ya lo he hecho, duele, pero esta vez no será una larga agonía, solo será un momento. Creo que es necesario.

— ¿Qué?

— Hace tiempo, recibí la última carta de San Petersburgo. Entre líneas, pude leer que era feliz, en una vida más sencilla, lejos de todo lo que habíamos construido juntos. — Sonrió suavemente. — Cuando cayeron las bombas, quedé en el fondo del mar, fue Moscú quien rescató el iceberg que había hecho. Maté a mi tripulación al instante, congelándolos hasta morir, sin darme cuenta. Y cuando desperté, era un caos sin fin. China había lanzado las bombas, USA lanzó las suyas, yo no estaba así que mis humanos se defendieron como pudieron. La tierra quedo destruida. Yo perdí la cabeza.

— Rusia...

— No recordaba mucho, solo tenía tu diario en la mano. Entonces fue cuando caminé hasta Siberia, y vi lo destruido que estaba, que comencé a llorar sin darme cuenta. Sentía mucho dolor. Entonces Moscú se acercó a mí y me dio una carta, la última que me mando Petersburgo. Y lo supe. Había comenzado a tomar decisiones por mi propio bien, en lugar de por el bien común. Si no hubiera estado en ese avión, si no hubiera estado cuidándote, tal vez, hubiera podido evitar que esa bomba cayera en Siberia y lo asesinara.

— No puedes culparme de...

— ¿Quién te está culpando? — dijo mirándome. — Me estoy culpando a mí mismo. Fueron mis decisiones egoístas lo que me llevó a perder todo. Si te hubiera dicho quién era... joder, aun así, creo que nada se hubiera evitado. Te das cuenta que no todo gira alrededor del problema de la droga, todo gira alrededor de las decisiones que todos tomamos en ese punto. Todos creamos el camino para el punto de quiebre, y todos somos responsables de lo que ha pasado.

— ... ¿Y ahora qué?

— Pues, seguimos siendo responsables de lo que queda. Has tomado ya tu camino, ¿no es así? Es irte y salvarlos.

— Pero...

— Estas dudando ahora. ¿Es por mí?

— Sí.

— Llevarme contigo no hará ninguna diferencia. — dijo a lo que me molesté. — Yo soy...

— ¡Tú eres mío! ¡Eso es lo que eres! ¿Qué no hará una diferencia? ¡Tú eres la maldita diferencia! Si hubiera sabido desde el inicio quien eras, nada de esto hubiera pasado. Nunca hubiera sentido nada por Canadá, hubiera compartido la droga y...

— Te enojas cuando piensas que te culpo, pero, ¿tú si puedes culparme a mí?

— Es que...

— ¡Es qué nada! — gritó. — Trate de decírtelo México, pero eres terco y arrogante, eres rencoroso y manipulador, siempre buscas culpar a alguien de tus propias acciones. ¿Qué si pierdes a Canadá? Es culpa de Ucrania. ¿Culpa de él? Tú eres él que quiere aferrarse a un maldito infeliz como lo es Canadá. Todo este tiempo, buscas un culpable para todo...

— ... ¿Qué diablos te dijo USA para...

— Nada, solo te escuché a ti. — dijo, lanzando ese diario a mis pies. — Que Nazi se obsesionara contigo fue tu culpa, seguías enredándolo en tus palabras, hasta el punto que era obvio que se iba a vengar. Que URSS te humillara ese día, conociendo lo explosivo que era, era obvio que iba a explotar, y sí, las acciones de Nazi y URSS son injustificables, pero si pronosticables. Todos cometemos errores que nos cuestan la vida. Así que ahora déjame decirte algo. México yo sigo...

— ... ¿Por qué no me dijiste? — pregunté interrumpiéndolo.

— No podía, cuando traté de decirlo, me rechazaste, no podías ver a ningún ex soviético cerca de ti. Y después, tuve que callar, dado que protegía a San Petersburgo. Con el tiempo me fui dando cuenta que no era lo que necesitabas en ese momento, así que traté de ser feliz, y lo fui.

— ¿Con USA?

— Si... — esa sonrisa me dolió en el alma.

Y creo que él lo notó, por la manera en la que mis lágrimas no dejaban de salir, tuve que darle la espalda, ya que no podía ver esos ojos violetas brillando cuando se menciona el nombre de alguien más. No podía, me ardía, no me importaba si era mi alma gemela, él no podía tenerlo a él.

— ¿Ya no te intereso? ¿Eso es lo que quieres decir?

— Nunca me has dejado de interesar. — dijo a lo que voltee a verlo. — Desde el primer día, en él que te sentí cerca, sentí que me había condenado a un enorme pecado al enamorarme de ti... Fue algo que no podía controlar, ni siquiera estando con mi alma gemela me sentía de esa forma. Me volvía loco, solo quería estar cerca de ti, daría mi vida entera por un segundo contigo, México... Esa es mi condena, estar perdidamente enamorado de ti y no poder estar cerca para amarte como quiero.


"¿Te he contado, la historia donde la Luna se enamoró del hombre... y fue el hombre quien destruyo todo a su paso para poder alcanzarla?"


Y allí nos quedamos, mirándonos el uno al otro.

Con esas miradas cansadas de la vida, con solo una pizca de ilusiones y con el mismo sueño en mente. Siento que estoy en medio de una maldición, siempre intentando alcanzarlo. Pero, ahora al ver el reflejo de sus ojos, veo que él ha tenido la misma lucha, intentando alcanzarme. Parece que acabamos haciendo lo mismo una y otra vez...

— Rusia.

— México.

— ¿Podría hacerte una pregunta?

— Si.

— ... ¿Puedes venir conmigo?

— ¿Y luego qué?

— Vivamos juntos.

— ¿Con tus hermanos?

— Si.

— ¿Todos juntos?

— Si, serás parte de nosotros.

— No puedo.

— ¿¡Por qué no!?

— Porque no es tan simple. México, mi alma gemela se queda aquí, no pienso irme sin Alemania. Además, solo estás pensando en ti, tú y Perú solo piensan en ustedes. ¿Qué hay de Chile? Su predestinado es Alemania y tú lo sabes. ¿Qué tal si alguien de nosotros es el alma gemela o predestinado de uno de tus hermanos? ¿Qué pasa? Los veremos retorciéndose en el suelo convirtiéndose en seres incompletos porque no quisimos ayudar a nadie más... Pero descuiden, tú y Perú seguramente estarán bien.

— ... No hagas esto. No intentes salvarlos...

— Solo te estoy diciendo la realidad, te guste o no, necesitamos a todos, no podemos vivir sin ellos, eso es algo que aprendió ONU al momento de querer matar a China y no poder hacerlo, y es algo que tú deberías ver. Pero si no quieres meditarlo, hazlo, mátalos a todos, mátame a mí, estará bien. Vive con tus hermanos una hermosa vida. Destruye a countrys iniciales en el proceso, deja a la historia morir y ustedes reescríbanla. Tengan tantos hijos como puedan para que tal vez, en unos cuantos siglos, los lazos puedan formarse de nuevo.

— ... no quiero eso.

— ¿Entonces qué quieres, México? — dijo frustrado mirándome.

— A ti.

— ¿A mí? Ya no soy esa persona. Ya no tengo un palacio, donde podíamos correr descalzos por los suelos, grandes bailes donde nos vestíamos con muchas cosas, ya no hay luces hermosas en los cielos, ya no puedo tallar nada, desconozco si exista aun un instrumento que tocar, ya no podemos navegar en San Petersburgo, ya no puedo sonreírte en los amaneceres porque ya no existen, solo un paisaje de destrucción y obscuridad hay. Ya...

— No.

— ¿Eh?

— No me importaba nada de eso. Lo que me gustaba de ti, era como me complementas. Nunca fue tu rostro, cosas, cabello, ojos, nunca fue nada que pudiera tocar, era... como me hacías sentir. Como me hacías pensar, como me hacías sonreír. En nuestros últimos días, en mis tierras, dijiste que tenías algo que decirme. Y yo te dije que tenía algo que decirte. Así que quiero hacerlo. Lo que quería decir era que... cuando te pedí que me cuidaras, quería torturarte, quería tratarte peor que a un perro, hacerte sufrir, pero no pude. Sonreíste una vez y todo el plan se vino abajo, comencé a enamorarme de todo lo que hacías, de cómo me hacías sonreír, pensar, ser yo. Y cuando menos me lo espere, ya estaba enamorado. Dejar que me tocaras después de todo lo que pasó, solo era una confirmación para mí mismo sobre eso... estaba enamorado de ti, sin saber que eras imperio. Aunque, a decir verdad, siempre tuve sospechas, pero, me gustabas por lo que eras en ese momento, no por algo del pasado.

— ¿Eso era lo que querías decirme ese día? — dijo mirándome.

— Si, quería decirte que me había enamorado perdidamente de ti. Qué sigo sintiendo lo mismo que esa noche, y que me alegró verte, incluso cuando aún no tenía memorias, cuando me tocaste al darme la ducha, supe que estaba al lado de la persona con la que quería pasar el resto de mi vida. Es por eso que... yo...

— Querías que te tocara.

— Si... No importa que vida, larga o corta, siempre buscaré una forma de acercarme a ti. Eres el único lazo que esta reforzado con más que solo Pangea, es el deseo de un dios buscando que sea feliz.

Y las palabras no fueron necesarias.

Realmente no lo fueron.

Solo sentí sus manos rodeándome con tanta pasión y desesperación. Entrando en la primera puerta que abrió, llegando a un estudio u oficina, donde él tiró las cosas del escritorio, besándome con tanta pasión que sentía fuego derritiéndome por dentro. Nos arrancamos la ropa como animales, mientras sentía su lengua recorrer cada centímetro de mi cuerpo. Sintiendo esos dulces y simples besos que solo mi ruso da, tres en los muslos internos con una leve mordida en ellos, haciéndome estremecer antes de que su lengua comenzara su trabajo en mi entrada.

Y por dios, que trabajo... Conocía cada uno de mis puntos sensibles, tomándose su tiempo para acariciando mi miembro de arriba abajo, un vaivén exquisito que solo me hacía jadear. No sabía que se sentía mejor, su lengua lamiendo ese punto, dando un exquisito beso negro que hacía temblar mis piernas, sin pudor, acariciando e introduciendo dedos mientras solo podía poner mi mano en su cabello, apretándolo y jalándolo, controlando la boca de mi ruso, como si fuera un rey dándole órdenes a mis plebeyos.

— Mierda, fuiste hnng... directo al punto.

— Siempre te ha gustado cuando lo hago.

Ver esa sonrisa, con su cabello desordenado, mordiéndome un muslo interno, clavando su mirada violeta en mi era mejor que cualquier viagra. Estaba mojando mis ganas, viendo como movía dedos dentro de mí, en un vaivén que me provocaba, me hacía arquearme y soltar jadeos y gemidos como si no pudiera controlarme. Pero incluso cuando estaba en el cielo del placer, sentí su lengua deslizarse a lo largo de mi falo, chupando la punta, haciendo que vira como lamia alrededor de la uretra mientras acariciaba mi miembro lentamente.

Mierda, me hizo sentir como un adolecente en su primera vez, no pude controlarlo. Lucía tan sexy con su rostro perfecto haciéndolo, que acabe manchando esa cara por completo. Por un momento pensé que había sido todo, me sentía satisfecho con eso, o al menos eso creía, pero en el momento en el que Rusia lamió sus labios, limpiándose mi semen de la cara con sus dedos y lamiéndolos, me encendí peor que boiler a punto de explotar.

— Gracias por fertilizar mis tierras casi muertas, Mexy.

— ... No mames, ya cógeme.

Nunca en mi vida había deseado tanto que alguien me tomará como en ese momento.

Fue una ronda de besos lo que siguió, me estaba torturando haciéndome esperar, dejando que enredara mis piernas en su cintura, que me frotara contra él, mientras se acomodaba, frotando descaradamente su miembro contra el mío mientras apasionaba los besos. Me sentía tan débil, solo quería jadear y gemir, mantener mis piernas abiertas y dejar que desatara sus más sucios deseos conmigo.

Y lo hizo.

De un momento a otro sentí una embestida, firme y fuerte, haciéndome gritar mientras clavaba mis uñas en esa espalda ancha y fuerte de él, dando un inicio perfecto al vaivén de embestidas que comenzaban a llegar. El paraíso es decir poco, se queda corto, a lado de lo que estaba sintiendo. Mi mente estaba en blanco mientras veía mis piernas en sus hombros, haciéndome gritar y retorcerme en ese escritorio sin parar.

Me hizo transportarme a la primera vez que lo vi así, con el cabello despeinado, deslizándose por sus hombros, tan concentrado en darme placer, sintiendo como mi vientre se llena y puedo ver ese bulto sobresalir, escuchando sus jadeos y gemidos. Cambiando posiciones donde pueda llegar más profundo. Joder que me sentía de nuevo una colonia siendo tomada por la persona que tanto amo en este jodido mundo cruel.

— Ven aquí. — susurró en mi oreja, haciéndome estremecer.

Me cargó al sofá cercano, montándome encima de él, Pasando sus manos por mi cintura, subiendo a mi pecho, acariciándolo y jalándome a besarlo. Joder si, has todo lo que quieras, se tan salvaje como puedas, que pienso complacerte todo lo que me pidas.

Y lo hice.

Comencé a montarlo, de arriba abajo, moviendo mis caderas en círculos, viendo esa cara de placer que mi hombre soltaba cada vez más. Quería ver más de eso, quería que se sintiera en éxtasis solo conmigo, solo que esos ojos violetas sean míos, solo míos. Qué no pienses que alguien más puede hacerte feliz, solo yo. Soy posesivo mientras estoy teniéndote a mi merced, pero es lo que quiero, quiero que tus ojos solo sean para mí.

— México...

— ¡AH! ¡HNG!

— Metztli.

Sé que debería enojarme, solo permito a USA llamarme por mi nombre origen, pero, si lo dice él, yo no puedo molestarme en lo más mínimo. Aumentó la velocidad, moviendo mis caderas rápido, disfrutando a morir el bendito falo del amor de mi vida, sintiéndome más y más lejos de ese lugar lleno de ruina solo para llegar a un lugar de dioses, donde mis runas se encienden y mis alas aparecen iluminando el lugar. Donde muero de deseo y siento que lo último que quiero en este apocalipsis es tenerlo a él.

Joder si mis dioses son piadosos, deberían dejarme traer a este hombre a la muerte, cuando sea mi momento. No puedo vivir sin él, ya no puedo. Estoy repitiendo mis pecados, de nuevo, enamorándome de un mortal, sin importar que siempre acabara en una desgracia.

Crearía miles de mundos nuevos, si con eso significa que te conoceré a ti en cada uno de ellos.

— ¡México!

— ¡Rusia!

Ser receptivo era algo que no quería, eso era seguro. Pero, sentirlo dentro, y sentirlo llenarme sin problemas, me hizo querer estar receptivo toda mi vida. Mi cuerpo se sentía con más vitalidad al momento que ambos nos corrimos, y pude sentir sus labios en los míos de nuevo. Pude sentir sus brazos rodeándome con amor, pude sentir su dulce aliento golpear el mío, donde esos ojos violetas se perdían en la galaxia de los míos...

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La espera se estaba haciendo eterna.

Más cuando todos nos mirábamos, los unos a los otros, mientras escuchábamos los gemidos, gritos y jadeos de México. ¿Acaso se olvidaron que estamos aquí? No hay ningún sonido más que ellos cogiendo a lo lejos.

Suspiré, al menos México decidió que Rusia lo preñara, lo malo es que seguramente todos estos idiotas lo usarán como una excusa para salvar sus traseros. Y a decir verdad no me importa ya, o eso creo, solo quiero irme de aquí, con México, y tratar de sobrevivir de alguna manera.

— Chile, ¿crees que...

Y lo noté.

Chile tenía su cabeza recargada en el escritorio, mientras apretaba los puños, como si estuviera sometido de alguna forma. Podía notar su rostro enrojecido, o al menos un poco de él, mientras dejaba caer lágrimas y lágrimas sin poder controlarse. ¿Qué diablos está pasando? ¿Por qué está llorando de esa forma? Pensé que estaría feliz de irnos de aquí, pero parece estar sufriendo en silencio.

— Um... Chile...

Dije, estirando mi mano para poder darle apoyo, pero, fue la mano de otra persona la que se acercó a su espalda. Y al ponerla encima de él, escuché el sonido de un arma cargándose.

— Aléjate de él, Alemania. — dijo USA, con la mirada en él. — ¿Qué no escuchaste a México?

— Créeme, que escuchar a México es lo único que estamos haciendo ahora. — se quejó el alemán mirando a USA.

— Que gracioso, pero no me refiero a sus gemidos. Dijo que nadie tocara a sus hermanos, así que quita tu mano de Chile, si no quieres que una bala atraviese tu dulce cabeza, que, por si no lo has notado, no te será tan fácil de recuperar.

— USA. — dije mirándolo. — Baja el arma.

— ¿Eh? — su mirada de confusión me dio algo de ternura, pero solo estire mi mano, quitándole el arma. — Bájala, no hay necesidad, además...

Y ni siquiera tuve que decirlo.

Chile enredó sus brazos alrededor de la cintura de Alemania, apretándolo con fuerza, sintiendo su calor mientras el europeo acariciaba con cariño su cabello, comenzando a lagrimear. Creo que fue allí donde lo comprendí todo, y noté lo egoísta que estaba siendo con mi hermano. No había considerado eso, la parte donde Chile esta enlazado con Alemania, donde si lo llega a perder va a sufrir demasiado. Supongo que me deje llevar por lo que habíamos construido, donde Chile estaba tranquilo, porque, aunque estuviera lejos, sabía que Alemania estaba bien, pero ahora, cuando sabe el destino que nos espera, no puede evitar sentirse desesperado y frustrado de no poder evitarlo.

— No voy... a irme sin ti. Me odio al pensar que tengo que hacerlo para vivir. — dijo Chile, hundiendo más su rostro en el abdomen de Alemania.

— Es mejor que te vayas, así no vas a sufrir en absoluto.

— Sabes que sufriré, solo no quieres verme sufrir, así que es más fácil para ti, dejarme ir.

Y Alemania lagrimeo, para al final sujetar las manos de Chile, junto a las suyas, sosteniéndolas fuerte y después solo sonreír.

— Fue un gran camino, ¿no? — dijo acariciando el rostro de Chile. — Siento que siempre me conociste en el peor de mis momentos, y llegaste como un anochecer a limpiar todo lo malo para darme la bienvenida a un mundo nuevo. Me sentí tan vacío con mi vida hace siglos, dejándome asesinar, después regresando siendo mi peor versión, y, por si fuera poco, superándome y ser aún peor que lo anterior. Pero siempre estuviste allí, extendiéndome una mano cuando estaba perdido. Dejándome sentir tus brazos cuando los necesitaba, y amándome de la manera más pura en la que alguien pudiera amarme. Así que estaré bien, puedes irte y no pasará nada. Dolerá, sí, pero vivirás y crearás cosas increíbles.

— ... ¿Recorrerías la fría noche conmigo una vez más? — dijo Chile, sosteniendo el rostro de Alemania. — Escuchando música mientras nuestras manos se juntan, sin decirnos nada más que solo nuestras respiraciones...

— Recorrería todas las noches a ciegas si voy siempre de tu mano.

Y Chile sonrió.

Ni siquiera se besaron, solo se sujetaron fuerte, abrazándose y enredándose, como aquellos lazos invisibles que los unen, sintiéndose calmados así, juntos y apretados entre ellos. Eso debe sentirse hermoso, cuando estás tan hundido, a punto de morir, sentir los brazos de la persona que más amas debe sentirse increíble, al menos eso pensaba mientras veía a Alemania y Chile.

Solamente pude levantarme y darles su espacio, para sentarme en otro lugar, donde no pude estar solo mucho tiempo, ya que USA se acercó a sentarse a un lado. Mirando alrededor, donde todos parecían estar platicando para aliviar un poco ese sonido de gemidos en el fondo.

— ¿Estas dudando? — dijo USA mirándome de reojo. — Eres igual a México en eso, comienzan a dudar de lo que dicen cuando al fin lo piensan bien. Aunque tú fuiste más rápido en verlo. Solo te bastó ver a Chile devastado. Probablemente Rusia se lo tuvo que gritar a México para hacer que ese terco entendiera.

— ¿Por eso quieres que todos vivan? — dije mirándolo. — ¿Quieren evitar lo que ocurrió con UK?

— No puedo decir que esa es la motivación de todos, pero, al menos la mía sí. Ya hemos perdido a muchos, gente que veíamos día a día en este tipo de salas, y ahora ya no existen más. Dejarse llevar por el rencor, no es bueno, soy el mejor ejemplo. Estoy destruido, y solo así pude entender lo que pasaba.

— Ya veo.

— Aunque si te soy sincero, también tengo otra motivación... — y con un poco de sonrojo me miró. — Yo, a diferencia de México, no conozco a mi predestinado, así que tengo miedo de una mala decisión, donde piense que todo estará bien, y yo me salve. Pero, al final, acabe retorciéndome con un dolor eterno al saber que uno de mis lazos se rompió.

— ¿Por eso le dijiste a Mex quien era realmente Rusia?

— Quería evitar que sufriera. — dijo soltando una suave sonrisa. — Ya había sufrido bastante todo este tiempo, tenía que evitar que él lamentara de nuevo una decisión mal ejecutada. ¿Eso hacen las almas gemelas no? Se acompañan y se aconsejan. Le he fallado incontables veces, así que no quería de nuevo fallarle. A decir verdad, creo que es una idea descabellada lo que pensamos, pero si es lo único que nos queda, entonces lo haremos.

Sonreí.

No había sonreído así desde hace años.

Supongo que ha esto se le llama un poco de felicidad en un caos infinito. Lo mire de reojo y acabe por quitarle esos estúpidos lentes obscuros que siempre usa, para ver esos ojos azules. No pensé que la persona más idiota en la habitación sería quien me haría sonreír y calmar mi mente.

Pero lo hizo.

Y no solo eso, me hizo tomar una decisión que no pensé que yo tomaría algún día. Pero allí estaba, mirándome confundido con esos ojos azules mirando los míos, a lo que yo acabe suspirando.

— ¿Recuerdas lo que me dijiste cuando me viste la primera vez aquí? — pregunté.

— Oh... — y ese sonrojo apareció. — Sabes, no tienes que hacerlo, México está siendo fertilizado por Rusia así que...

— No me desagrado la idea. — dije. — Es una propuesta que había escuchado muchas veces en mi vida, pero al escucharte decirlo, fue la primera vez en la que no me desagrado la idea. No es como si me viera en tus brazos, pero, en medio de todo este caos, cuando la guerra termine, y el último grito se calle, pensé... que tal vez, podría dedicar tiempo a evaluar tu propuesta.

Y el sonrojo de USA se hizo notorio, cosa que me pareció adorable. Creo que quedo claro que yo nunca he aceptado nada de lo que me ha propuesto, pero al mismo tiempo, es la primera vez que muestro algo de interés por alguien diciéndome palabras de "amor"

Aunque sinceramente no consideraría palabras de "amor" lo que dijo USA. Fue más bien un trato lo que me ofrecía, y lo hizo tan mal que me pareció adorable.

Supongo que lo que me agrada de él, es que me hace reír, además de que me siento tranquilo a su lado, incluso cuando sé que es un idiota sin remedio. Pero, hablando de idiotas sin remedio, México había tardado demasiado ya, y por la cara roja de ONU, sabía que estaba a punto de ser asesinado si no se presentaba en este instante.

— ¡Estoy harto! ¡Tráiganlos! — gritó ONU. — ¡USA! ¡Perú! Vayan por ellos.

— Pero... — dijo USA. — ¿Qué quieres que hagamos? Están como perros en celo ahora, es mejor dejar que lleven a cabo el proceso de fecundación hasta que terminen.

— ¡Solo con una vez es suficiente para ese proceso! — dijo ONU molesto. — No tenemos tiempo para dejar que ellos se tomen su tiempo. ¿Qué no ves la tormenta fuera? Si no nos apresuramos ni siquiera podremos conseguir las cápsulas a tiempo.

— Bien bien, ya voy. — Dijo USA levantándose. — ¿Vamos?

Solo suspire levantándome, mirando a Chile que aún tenía una crisis emocional, pero al menos estaba seguro con Alemania, así que caminamos por los pasillos. A medida que nos acercábamos solo podíamos escuchar el sinfín de gemidos viniendo de la oficina de ONU. Al parecer el nido de amor de estos dos idiotas había sido dentro de su oficina. Ambos nos quedamos parados frente a la puerta, ninguno de los dos tenía idea que hacer. No es como si pudiéramos entrar y decir, "Se acabó la hora de la follada"

— Am... USA. — dije mirándolo, y cuando volteó a mirarme con ese sonrojo, solo acabé por sonrojarme más. Se lo que está pensando, y yo igual estoy pensándolo.

Hace mucho tiempo que ninguno de los dos folla, y si, no es fundamental para nuestra vida, pero, es algo difícil no sentirse un poco excitado con todo lo que está pasando y lo que estamos escuchando.

— ¡Ugh! ¡Basta ya! — dije, abriendo esa puerta.

Y abrirnos la puerta.

No sé qué nos sorprendió más, lo desordenada que estaba la oficina de ONU. O lo duro que estaba embistiendo Rusia, México contra la pared. México solo podía gemir, con esas piernas temblorosas, recibiendo al ruso, arañando las paredes en un éxtasis total. Por la cantidad de fluidos que había en el suelo, sabíamos que México estaba demasiado fecundado a este punto, así que simplemente toque una pared cercana, viendo como esta se calentaba y calentaba al punto que México la soltó quejándose del ardor en sus manos tras quemarse.

— ¡Qué verga te pasa, Perú! ¡Lárgate de aquí! — dijo, molesto al fin notando nuestra presencia.

— México... tienes 5 minutos para vestirte y salir. Si no lo haces juro que voy a incendiar todo este lugar a cenizas contigo.

Y creo que mis amenazas para México siguen siendo fuertes.

Porque apenas salimos USA y yo de la habitación, no tardo mucho para que saliera Rusia cargando a México ya vestidos, agitados y avergonzados. Suspire mirando el vientre algo hinchado de México, la fecundación había sido un éxito. Estaba más relleno que un pavo en navidad.

— Te encuentras ya fecundado, no hay necesidad de prolongar el proceso. — dije mirándolo. — México, tenemos que salvar a todos.

— No digas eso tan casual cuando me viste en pelotas siendo cogido por este wey... — su expresión cambió de pronto mirándome. — ¿Qué dijiste?

— Tenemos que salvarlos a todos.

— ¿Uh? — dijo mirándome algo asombrado. — ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

— Chile. Además, USA es idiota, pero tiene razón en lo que dice, si, los dejamos aquí muriendo, puede que lastimemos a nuestros hermanos en el proceso, quiero decir, estamos lastimando a Chile al dejar aquí a Alemania. Lastimaremos a España si abandonamos aquí a Italia, y así podría seguir la lista. ¿Qué pasa si uno de nuestros hermanos ama a un nórdico? Lo lastimaríamos sin saberlo.

— Hmm...

— Nos necesitamos para sobrevivir. No quiero ser el culpable de la desgracia de mis hermanos, al igual que yo no conozco a mi predestinado, no quiero cargar con la culpa de haber sido yo quien lo asesinara por mi propio egoísmo.

— Eso quiere decir que tenemos una respuesta ya. — dijo mirándome, dándome una suave sonrisa.

— Creo que sí, solo salgamos de este lugar y creemos un mundo nuevo. Es hora de ingresar a WILD.

Eso había dicho, por supuesto, pero, aún tenía miedo dentro de mi cuerpo. Nadie sabía si funcionaría lo que planeábamos. Aunque, prefiero morir en un intento, que vivir con el miedo de la falla.

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Nos tomó un poco prepararnos, cerca de tres días.

La misión para tomar las cápsulas no fue difícil, realmente no lo fue. Suiza las tenía protegidas en una fortaleza especial, y cuando las recuperamos, comenzó el plan. Poco a poco, recolectamos a los humanos, y los incluimos en unas cápsulas especiales para que durmieran. Los despertaríamos una vez que estuviéramos dentro.

OMS se encargó de mostrarnos cómo funcionaba el organismo de un humano, ayudándonos a comprender sus signos vitales y saber qué hacer en caso de que uno reaccione mal dentro de una cápsula. Lo tuvimos que aprender rápido, no teníamos tiempo que perder.

Después planeamos nuestra ruta. Entraríamos por USA en su lado SUR, sin estar cerca de las costas. Era el lugar más seguro, aunque esta la enorme tormenta, al menos sabemos que hay suelo del otro lado, ya que yo había cruzado por allí. Pero, hubo algo que nos preocupó a todos.

Algo que ni siquiera yo contemplé al momento de hacer los planes.

— No hay garantía, de que los falsos receptivos, puedan pasar con sus "bebés". — dijo OMS mirando sus papeles. — Posiblemente, haya un aborto espontáneo al momento de cruzar por las grandes cantidades de radiación. Incluso cuando la cápsula protege, eso no quita del mapa que estamos exponiendo algo que de por si es frágil por naturaleza, a algo prácticamente destructivo.

Hubo un enorme silencio.

No era porque no tuviéramos que decir, sino, que había mucho que expresar, pero nadie podía decir nada. Muchos de esos países, falsos receptivos, arriesgaron sus cuerpos para comenzar a formar nueva tierra. Y ahora, estaban en peligro.

— Si hay un aborto, ¿el país se encontrará bien? — preguntó España.

— En teoría si, al estar conectados a las cápsulas, ellas se encargarán de dar una descarga de droga GR para evitar que la madre perezca. Pero, la droga GR solo es benéfica a hembras humanas, podría provocar estragos en la nueva tierra formándose. A tal punto que morirá.

— ¿Qué recomiendas? — dijo España mirándolo.

— Seguir con el plan, y decirles adiós a esas crías. No vale la pena arriesgar el futuro del mundo, por crías que no tenemos seguridad si podrán sobrevivir.

Fue la decisión más difícil que tomamos. Pero tuvimos que sacrificar esa parte para poder sobrevivir. Creo que, no me había dado cuenta de ello, de lo que perderíamos, de lo que perdemos hasta el momento donde la mayoría siguió preparándose, dejando atrás la idea de aquellos desarrollándose, y mandarlos a un matadero directamente.

Pero, sigo creyendo que fue nuestra mejor opción. Aunque sé que, muy dentro de España, estaba sufriendo, al final, una cría de él iba a morir en el momento que Italia cruzara, y eso era algo con lo que tenía que vivir. Recuerdo que lo abracé, y le dije que todo estaría bien. De alguna forma u otra, lograré que este bien.

Entonces llegó el día.

Y fue en ese día donde le dijimos adiós a las organizaciones.

ONU parecía tranquilo, siempre en su mismo humor, simplemente se nos acercó a todos, y extendió sus alas para al final sacudirlas dejando caer plumas suaves y delicadas en el piso. Se quedó un momento contemplando esas plumas, y después solo nos dio una mirada a todos, una de agotamiento y al mismo tiempo de paz.

— Cuando despierte de nuevo, será en un nuevo mundo. O en su caso, moriré en el viejo. A partir de ahora, las organizaciones dejan de tener el control, depende de ustedes crear tierra habitable para hacer la vida en este mundo renacer. Confió en sus miradas que estoy apreciando. Confió en que al fin aprendieron la lección y por un momento en la historia, dejaran de pensar en ustedes y comenzaran algo en conjunto. Necesitamos la unión para sobrevivir. Necesitamos a los humanos y necesitamos este mundo vivo. — dijo, mirándonos. — Las cosas que los lastimaron, ahora los hacen más fuertes. Las heridas que lloraron, ahora les dan la valentía de pelear, y el odio que generaron, será el que los impulse para sobrevivir. Les deseo suerte, y un buen futuro.

No dijo más.

Ni una sola palabra más.

Solo se acercó a las demás organizaciones, y los juntó con él, para acabar por envolverlos en un capullo con sus alas, las cuales comenzaron a solidificarse volviéndose de cristal grueso, al punto que solo quedo eso, un pequeño capullo fuerte, que con cuidado ingresamos en una cápsula.

— Dulces sueños, ONU. — fue lo último que le dije, mientras seguimos el trabajo.

Al final se creó el arca.

Una enorme nave que contenía las cápsulas de los country, de los humanos y de ONU. Fue allí cuando los nórdicos tomaron el control. Solo los vi, sujetando sus manos, en un círculo, mirándose los unos a los otros, mientras las runas que adornaban sus cuerpos comenzaron a brillar.

— Solo podemos hacer esto una vez. Si no funciona, moriremos aquí. — fue lo que dijo Dinamarca mirando a sus hermanos. — Si hemos de morir, espero poder verlos en el Valhalla, esperando nuestro retorno. Esperó vean al Yggdrasil, y sean guiados por sus ramas, y en la cumbre de los dioses, nos volvamos a encontrar.

— Chicos... — el nerviosismo en el rostro de Noruega era enorme. — No sé si...

— No tengas dudas. — dijo Finlandia dándole una suave sonrisa. — Confiamos en ti. Depositamos nuestra alma en tu corazón. Todo estará bien. ¿Verdad Suecia? Tu eres el que ve el futuro, dile que todo saldrá bien.

Y Suecia acabo por sonreírle a Noruega, acarició su cabello, y después simplemente le besó la frente. Poniendo una mano en el pecho de él, seguido por sus hermanos.

— Solo corre, Fenrir. — dijo Suecia mirándolo directo a los ojos. — En el dolor encontraras tu fortaleza, y aunque tu cuerpo se deshaga, no pares. No dejes que vean un gramo de dolor en tu rostro. Que serás recompensado cuando caigas, y abras los ojos mirando a un ángel que te sostiene en sus brazos. Buena suerte.

Fue todo lo que dijeron.

Después, solo los vi, transmitiéndole un tipo de energía a su hermano, supongo que la última que les quedaba, porque apenas acabo la transferencia, Dinamarca, Islandia, Finlandia y Suecia acabaron tumbados en el suelo desmayados. Acabamos por ingresarlos a su cápsula. Entonces llegó mi adiós, con mis hermanos fue sencillo, sabía que sobrevivirían, con USA, recuerdo que nos dimos un beso, deseándonos ver una vez en el Oasis.

Pero.

Con Rusia, no tenía idea que decir.

Solo acabamos por abrazarnos mientras besaba delicadamente sus labios, sintiendo una vez más como esos labios fríos se vuelven tan cálidos conmigo. Como sigo sintiendo lo mismo que sentí desde hace mucho, y como no le tengo miedo a morir, ya que mi vida está con él. Mi cuerpo puede marchitarse, pero mi hombre nunca.

— Rusia, ¿me amarías en el próximo amanecer que nos ilumine? — pregunte a lo que él sonrió.

— Por supuesto. Lo haría siempre, una y otra vez.

Y llegó el punto donde solo Noruega y yo nos quedamos solos. Donde solo el sonido de ese terrible lugar nos helaba la piel, y nos retaba con su presencia. Mientras cenizas, tierra, y basura volaba por los aires, estábamos cara a cara de un apocalipsis, y estábamos a segundos de ingresar por voluntad propia en él.

— ¿Recuerdas el plan?

— Entrar, cruzar a Sudamérica, subir a tus hermanos restantes a la cápsula y encontrar el Oasis.

— Es un camino muy largo.

— Lo lograré. — contestó. — Incluso si mi cuerpo se deshace, lograré poner a mis hermanos a salvo. Es mi deber, ellos han puesto su confianza en mí, como todos ustedes, vencerme antes de intentarlo sería el peor insulto que podría darles. Solo guíame. — dijo mirándome con esos intensos ojos verdes que tiene. — Si me quedo ciego, guíame con sonidos, si pierdo el oído, te seguiré sintiendo el revoloteo de tus alas, si pierdo las piernas, me arrastrare para seguirte el paso. No importa cómo, pero lo lograré, así que sigue el plan, yo buscaré la forma de seguirte el paso.

Y no tuve que decir nada más, solo asentí. Mientras Noruega retiraba su camiseta, dejando ver ese cuerpo escultural que tiene, y esas runas que adornan su cuerpo por completo. Comenzó a alejarse del arca y de mi posición, retirándose la ropa, hasta acabar desnudo caminando por la tierra y esa ciudad destruida. Hasta que lo vi.

Vi porque sus hermanos tenían absoluta confianza en él.

Un enorme, gigantesco, de dimensiones impresionantes, un enorme lobo negro es lo que veía, creado de sombras, energía y carne, quien se acercaba con solo un movimiento al arca, metiéndola en su boca, resguardándola allí, para después clavar su mirada en mí.

— Guía el camino. — joder que esa voz gruesa, y con eco en todo el puto lugar me hizo estremecer.

Al final, Fenrir es una criatura creada para matar dioses, Por supuesto que me intimido un momento, pero, solo abrí vuelo, y señalé hacia delante, comenzando a guiar ese enorme lobo por aquella tierra destruida. Donde cada vez que me acercaba a WILD, veía cosas que me resultaban familiares. Una tormenta enorme y caos, vientos despiadados, tierra, rocas, rayos y fuerza desencadenada.


"¡OLMECA! ¡AYUDAME!"


Oh.

Mis alas se agitaban mientras recorríamos rápido por todo eso, sentía las cortadas en mi piel por las rocas volando a gran velocidad una vez dentro, recuperándome al instante, mientras mis runas se encendían. Podía sentir la radiación quemando mi piel, mientras esta se regeneraba en un dos por tres, sentía muchas cosas mientras seguía en vuelo veloz.

Hubo un momento donde voltee a ver a ese lobo, que se notaba herido, pero siguiendo el camino. Siguiendo los colores de mis alas, la luz de mis runas, la fuerza de mis alas.


"Darle poderes fue tu peor error. Alteraste el curso de la vida, de nuevo cometiste un pecado ante el universo. ¿Qué debo hacer para detenerte?"


Sentía mis ojos encenderse, no sabía cuánto tiempo llevábamos así. Corriendo sin parar, incluso cuando atravesamos, teníamos que cruzar el siguiente punto. Donde Argentina esperaba con los demás ser evacuados de ese lugar. Solo tenía que seguir sobrevolando y podría conseguir salvarlos, porque es necesario que estemos todos, nos necesitamos el uno al otro.


"Necesitamos de los demás para tener verdadera libertad. Incluso si duele, me gustaría conocer todo lo que nos depara el futuro..."


Fue rápido.

O al menos eso es lo que recuerdo.

Fenrir soltó el arca en el suelo, y ayudé a los chicos a ingresar en ella, entrando en las cápsulas y después, miré los ojos de ese lobo. Mientras él me miraba, posiblemente ni siquiera era del tamaño de su ojo, pero por alguna razón me sentía igual a él. Y no solo eso, el solo mirarlo me provocaba un odio enorme hacia él, hacia esas runas que lo adornan, hacia lo que él representa.

— ¿México?

¿De quién son estas memorias?

Acabé por apretar mis puños, mirándolo mientras él me miraba fatigado, herido y quemado, sería muy fácil acabar con él. Eso pensé, eso quería, eso deseaba.

— ¡México!

— uh... lo lamento, sigamos. Lleguemos al Oasis.


"El peor crimen de un dios es creerse mortal. Enamorarse de esa vida tan corta. Ya que solo lo condena a estar una y otra vez persiguiendo algo que siempre acabará muerto a sus pies."


No sé cómo lo lograremos, pero lo hicimos.

Regresamos al Oasis, donde Fenrir acabo por soltar el arca y acabar por caer desecho en la tierra. Cuando las sombras se dispersaron, solo vi a un Noruega inconsciente y herido en el suelo. Lo cargue en mis brazos, metiéndolo en una cápsula, inyectando la droga GR para rehabitalizarlo, con la nueva dosis que cree. Una en baja cantidad de mi sangre, para evitar el descontrol de sus organismos.

Cerré la cápsula y acabé por mirar ese oasis de naturaleza que nos rodeaba, un hermoso, perfecto y vivo oasis que me rodeaba. Acabé por acariciar mi vientre, sabía que todo estaba bien, lo habíamos logrado, estábamos dentro, donde crearíamos la colmena, y tendríamos una oportunidad para sobrevivir.

¿Verdad?   

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¡Hola! No tengo mucho que decir, solo que al menos aquí hay mucha info de lo que significa WILD. 

Ya el siguiente capitulo es el ultimo, así que espero estén disfrutando mucho porque ya se acaba esto. 

Todo el amor hacia Noruega, que sin él no se hubiera podido mover el arca. Se merece todo el amor por ser un lobito dulce. <3 

¡Nos vemos en el final!

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