PUNTO DE QUIEBRE -15-
AÑOS ATRÁS
.
.
.
La seda en las cobijas me hizo levantarme de golpe, dándome cuenta que mi compañero ya no estaba acompañándome en mi cama. Me pregunto si realmente es como un vampiro perfeccionista, escapando antes de que la luz golpee su rostro, antes de que el amanecer lo alcance. Aún tengo las marcas de aquella noche de hace unas horas, sus besos y mordidas marcadas en mi cuerpo. Creo que aún puedo sentir su aroma en mi piel, cuando pequeñas y cristalinas gotas de sudor resbalaban por su abdomen al montarme.
Camino desnudo por la habitación, saliendo por los pasillos, mientras en el reflejo de un espejo, veo mi desnudez completa al igual que esa maldita corona de oro adornando mi cabeza. No puedo quitármela, es parte de mí, flotando como una poderosa estrella en mi cabeza. Me sonrió a mí mismo, y sigo mi camino mientras mi cabello oculta un poco, casi nada, de mi desnudez.
Hasta que algo me llama la atención, el sonido de un violín siendo tocado. Lo primero que pienso es en Pete, pero después desecho ese pensamiento, al recordar que no me encuentro en mis tierras. Sonrió de nuevo, esa melodía melancólica, tan triste y a la vez tan pacífica, aquella que puedo escuchar al momento de morir.
Lacrimosa de Mozart.
Y allí lo vi, con una bata negra cubriendo su cuerpo, mientras en ese violín rojo tocaba la melodía mirando a través de un ventanal, la mañana fría en sus tierras. Y creo que fue en ese momento donde vi algo en él, algo distinto, algo que no me gustaba, algo que me iba a doler.
— No deberías pasearte desnudo por mi casa, espantarás a las sirvientas. — dijo, dejando de tocar, acercándose a mí, con una manta, para enredarla en mi cintura.
— No creo que les importe. — respondí, besando esa dulce frente apenas lo tuve cerca. — A decir verdad, esperaba poder abrazar tu dulce cuerpo cuando desperté, pero te habías marchado de nuestro nido de amor, así que, tenía que venir a buscarte.
— No soy alguien que disfrute los mimos después del coito. — sonrió dejando el violín en su estuche.
— ¿Desde cuándo? — cuestioné, jalándolo hacia mí, como siempre, retirándole esa bata, mirando su cuerpo desnudo, solo mío, solo lo quiero para mí.
— Desde anoche. — contrastó, y sentí una punzada en el pecho.
Creo que era la primera vez que lo veía así, con esa mirada perdida para después sentir sus manos en mis mejillas, y después sus labios, sus dulces labios besándome. Nos besamos tranquilos, como empezando una melodía, para seguir llenando de pasión cada acorde, y al final, entrar en el éxtasis. Hacerlo en cualquier lado era algo común para nosotros, pero esta vez lo sentí diferente, se veía desesperado por estar conmigo de esta forma.
Prusia no es así.
— Hn... ¡AH! Imperio... — esos gemidos sucios al momento de enredarme entre sus piernas, las gotas de sudor cristalinas en él, sus bellos ojos grises, ¿Qué está pasando contigo?
Acabé por hacerlo mío de nuevo, besando con delicadeza su pecho, mimándolo mientras el recuperaba el aliento. Dos imperios en el suelo de una habitación, mientras el tiempo pasaba, y nuestra vida se hacía más monótona.
— Imperio...
— ¿Sí?
— Tenía muchas ganas de tocar esa canción. — dijo, acariciando mi cabello, mientras ambos tomábamos un respiro. — Quería tocarla para ti. Pero acabé tocándola para mí, me hizo pensar mucho en diferentes cosas.
— ... ¿Qué cosas?
— En que los amaneceres son bonitos, pero no son lo mío, y a ti te gustan. Yo prefiero los anocheceres. — dijo, como si esa fuera una gran diferencia entre nosotros. — También pensé en que te ves muy lindo durmiendo, en que amo como me sostienes con tanto amor, y amo como me deshaces en el sexo. Y siento... esta chispa naciendo en mi interior que en cualquier momento explotará.
— ¿Estás encinta? — bromeé a lo que él sonrió.
— No, pero me siento pleno de que podría dejar de existir en cualquier momento, y, aun así, lo que me importa, es que te tengo aquí... ja... nos amamos en un tiempo muy raro, me gustaría haberte amado en otra época. Una más pacífica.
— ¿Estás despidiéndote de mí, o qué diablos significan esas palabras? — dije mirándolo, mi anochecer, mirándome con esos ojos grises.
— Significa que te amo. Y espero tu ames igual todo lo que te da la vida, y lo que te daré yo. Lo entenderás con el tiempo, Iván.
— No me llames Iván como si te estuvieras despidiendo. No lo hagas. — dije, sin entender.
— Iván, te amo... ¿Me amas? — preguntó, ignorando mi enojo.
— Te amo, por supuesto que lo hago, eres mi alma gemela, yo...
— ¿Me amas? — interrumpió.
— Te amo, Klaus. En esta vida y en las que siguen.
— Mhmm... ya veo.
Ojalá te hubiera entendido en ese entonces, cuando aún estabas en mis brazos. Porque poco después te perdería, y acabaría odiándome cada día de mi vida, enredándome en personas que me hacían desearte hasta que lo vi, por casualidad, a él. Te hubieras reído de mi si te dijera, que una colonia me había robado el aliento solo con verla pasar tan cerca. Te hubieras reído aún más, si te dijera, que traté de hablarle y solo paso de largo con indiferencia.
Te hubieras reído si te dijera que me acosté con Second Reich, y después me dejé vencer por URSS. Siento que me hubieras dicho que era un enorme bebé, cuando regresé en un cuerpo más joven, y tú...
Tú...
Tú probablemente me dirías que hemos vivido demasiado y a veces tenemos que perder todo.
Realmente necesito a mi amigo aquí, tú me hubieras presionado en buscar a México. Me hubieras dicho lo que tendría que hacer, y te hubieras reído de mis vagos intentos. Yo estaría feliz viéndote perseguir a Chile como lo hiciste la primera vez a mis espaldas, y acabaríamos riéndonos en la noche, mientras yo añoraría el amanecer, y tú te quedarías despierto viendo el anochecer que tanto amaste.
Te extraño Klaus, mi Klaus, mi alma gemela.
.
.
.
.
.
.
ACTUALIDAD
El sonido de los pájaros cantando por fuera lo despertó.
De un salto salió de la cama, se colocó su pantalón negro, y su camiseta comenzando a abotonarla mientras comía un poco de pan que había dejado en su mesita de noche. Se miró al espejo, peinando un poco ese cabello blanquecino, viendo ese color violeta intenso en ellos y después, viendo aquella marca de beso en su cuello.
Ni el mismo sabia como pasó. llevaba tres meses en México, cuidando al país, haciendo de su enfermero personal, y fue anoche cuando entre una plática amistosa, el mexicano había decidido besarle el cuello dulcemente. Fue un momento que salió de la nada. Lo había cargado en sus brazos, para trasladarlo de la sala a su cama, y en ese transcurso, sintió los labios del latino besar su piel. Dulce y suavemente, sacándole un gruñido de placer y después actuar como si nada hubiera pasado.
Él no había tenido los pantalones para mencionarlo, y México no había dicho nada al respecto después.
— Sentir tus labios de nuevo realmente me ha dado noches de sueño buenas. — se dijo estirándose, para acabar por salir.
Camino fuera de su habitación y se encontró con el olor a comida, donde decidió ir primero a la cocina guiado por ese delicioso aroma. Allí miro a CDMX cocinando junto a las maids, saludo de manera formal y vio como la capital señalo con su mano la mesa, donde había una bolsa de sangre y una manguera. El ruso asintió tomando las cosas y subiendo a esa habitación donde grandes puertas de madera le daban la bienvenida a la habitación principal en ese hogar.
Tocó dos veces y cuando escuchó él "adelante" decidió entrar.
El mexicano se encontraba allí, con el cabello corto, con grandes moretones en la piel, con vendas en el cuello, pecho, brazo y abdomen. Se veía que acababa de despertarse por la forma de estar sentado en su cama, incluso, por la forma en la que movía sus pies, estirándolos. Aunque México puede caminar, se agota fácilmente aún, así que puede estar en silla de ruedas por el día, y hacer sus ejercicios fisioterapéuticos por horas.
OMS dijo que México debería recuperarse más rápido, tiene la capacidad de recuperarse más rápido. No como un imperio, pero ya para este tiempo, él debería tener fuerza suficiente en sus piernas, y sus heridas deberían ser más pequeñas. Pero sabía que, en el fondo, la razón por la que México aún no se recuperaba del todo era que esas heridas fueron provocadas por USA. Y no es porque USA sea alguien más fuerte, sino porque a México le duele en el alma que lo haya herido él.
— ¿Rusia? Estás distraído. — dijo el mexicano mirándolo extrañado. — ¿Te acabas de despertar?
— Lo lamento, mi mente esta divagando. — dije el eslavo acercándose, sentándose a su lado dejando las cosas que traía en la cama. — Te retiraré los vendajes para que puedas darte un baño. Pregunte con OMS, y dijo que tratemos de no mojarte las heridas grandes, además tu piel del brazo está creciendo, así que, solo limpiaré el exterior y mantendré hidratado con el suero. Voy a colocarte un protector de plástico para que...
— Solo báñame tú. — comentó el latino llamando la atención del ruso. — Si tú lo haces será muchísimo más fácil. Además, después de la ducha y desayuno, me gustaría ir a la playa.
— ¿Playa?
— Sé que no puedo entrar, pero me gusta sentir la brisa. Quiero recostarme en un camastro y disfrutar el sonido de las olas. Además, te gustan mis playas, tú te diviertes y yo me relajo.
— No tienes que hacer eso por mí. — sonreí.
— Déjame ser bueno contigo, te has esforzado demasiado. Además, es algo bueno para ambos, yo me relajo y tú te relajas. — respondió mirando a mi camiseta. — ¿Es nueva?
— Me la regaló tu hijo Nuevo León. Cuando vinieron hace una semana. ¿Te gusta? ¿Te la modelo?
— Modélame, papi. — dijo sonriente, retando al ruso.
— Que mal por ti, yo siempre acepto las apuestas. — contestó feliz el eslavo levantándose, para caminar cómicamente imitando a un modelo, presumiendo su camiseta, cosa que hizo reír al mexicano quien comenzó a toser un poco cuando su garganta no aguantó la carcajada que soltó. —
— Pinche Rusky, se te ve perrona. — dijo sin dejar de mirarla. — Así que, por lo mismo, hazme un favor. Retíratela, no quiero que se moje, al igual que tus pantalones, si vas a ayudarme a bañar, tendrás que entrar conmigo a la bañera, así que andando.
— ¿Seguro que quieres eso? — pregunto el ruso mirándolo.
— Seguro, solo es un baño.
Y con un suspiró, el ruso pensó en entrar al baño y desnudarse, pero, no, era demasiado cuando la mirada del mexicano estaba encima de él. Comenzó por retirar su camiseta, desabotonándola dejando ver ese torso y pecho perfectamente esculpido ante la mirada sonrojada del latino, quien dejaba escapar una dulce respiración viéndolo. Después el pantalón, lo quito de él como los zapatos y calcetines, para quedar en boxers frente al mexicano.
México pensó muchas cosas en ese momento, en como el cuerpo de Rusia parecía ser esculpido por dioses griegos, en lo grande que era, en como su cabello adornaba su cuerpo, en lo bello que eran esos ojos violetas, en lo grande que es ese bulto marcado entre sus piernas, en cosas lascivas hasta que noto esa marca en el cuello del ruso, un beso, no había duda de ello.
Un beso que él había dado, porque esa noche donde lo llevaba a descansar, cuando lo cargo adormilado hacia su cama, los brazos del ruso se sintieron tan familiares y dulces, que se sintió recorriendo un enorme castillo en diciembre, en los brazos de la persona que ama, donde solo podía depositar un dulce beso en aquella piel que florece en invierno, uno cálido y marcado, que diera brillo al hielo que se esconde debajo.
Pero no, no era, había borrado su esperanza ya. Más cuando el ruso le dio la espalda por un momento, para preparar la bañera, y vio aquella espalda sin un escudo. Ninguna marca de origen en él. Pensar que Rusia es Imperio puede ser válido, pero no hay nada que lo reafirme, la marca de origen era su única esperanza y no hay ni un rastro en él.
Entonces... ¿Por qué siente esas emociones cuando esta con él?
— Listo taquito, vamos. — comentó Rusia, sacándolo de su trance.
— Okey.
— Te desnudo adentro. — y de nuevo, esos enormes brazos lo rodearon con cariño y devoción. Hasta llevarlo a un asiento dentro de la bañera, donde el ruso comenzó a desnudarlo. A decir verdad, no sentía peligroso el hecho de que las heridas le cayera agua, lo peligroso que sentía el latino, era ese cosquilleo en el vientre cuando el ruso deslizo su ropa interior por sus piernas. ¿Le gustara? Pensó, regañándose por dentro, deseando en secreto sentir las manos del ruso acariciándolo con deseo.
Desde lo que había pasado, pensar en el sexo se había convertido en algo imposible, hasta que Rusia llegó a cuidarlo, solo una semana y estaba encantado con él. Todo su plan por el desagüe. Quería torturarlo, tratarlo como un trapo, hacer que el ruso llorara del exceso de trabajo, pero no, no pudo, porque solo basto con que le sonriera para que su corazón se apretujara un poco. Mantenía distancia con él desde que se declaró como país, más después de ese sexo alocado que habían tenido, pero ahora verlo diario se había convertido en algo cálido.
Algo realmente dulce en su vida.
— ¿Te da asco? Tengo muchas heridas ¿No? — dijo el latino, mirando como el ruso no miraba su cuerpo. Cosa que lo hizo sentir mal y molestarse al mismo tiempo.
— No es eso, es... quiero ser respetuoso. Es tu cuerpo, tú decides si puedo mirarlo o no, no quiero que te sientas incomodo conmigo aquí. — dijo mirándolo a los ojos. — Además, tu padre me mataría. Y, siendo honesto, tu cuerpo es tan estilizado y lindo que es imposible que un hombre como yo, pueda resistirse a un deseo que ni siquiera puedo decir.
— ¿Tienes miedo a que se te pare? — sonrió como burla el mexicano, algo feliz sabiendo que provocaba cosas con el más joven.
— Bueno si lo dices de esa manera, suena aun peor. — rio el ruso, acabando por quitar el ultimo vendaje. — Aunque puedo asegurarte, que podría estarme muriendo en pensamientos sucios o lascivos, pero no te tocaría ni, aunque me pagaran si no estás de acuerdo a que lo haga. Los amaneceres son para disfrutarlos no para querer poner mis manos encima.
— Bésame. — dijo el latino a lo que el ruso quedo anonadado.
— ¿Eh?
Y no hubo más, el mexicano había jalado el cabello del ruso, obligándolo a acercarse, robándole un beso, no apasionado o largo, sino uno suave y dulce en sus labios. Uno rápido y apenas perceptible.
— Auch... — dijo el eslavo sobando su cabeza por el tirón de cabello. — Si querías un beso solo
— Solo deberías pedirlo con anticipación. — dijeron ambos al unísono.
El mexicano sonrió, a lo que el ruso no comprendió esa sonrisa, pero el latino solo sonrió, mirando hacia el suelo. Para después sobar la cabeza del euroasiático y suspirar.
— Estoy listo para mi baño.
El latino no dijo nada más, y el ruso no supo que más decir, solo comenzó a lavar el cuerpo del otro con cuidado, limpiándolo sin irritarle la piel, manteniéndose profesional en todo momento, respetuoso del cuerpo del contrario. Y hubiera sido un baño rápido, hasta que el latino decidió hablar de nuevo.
— Sé que he sido irracional y testarudo, así que ahora que mis cuerdas vocales están dañadas, mi cuerpo esta comido, y mi cabello cortado, cuando estoy postrado en una tina de baño, desnudo sin poder moverme, es cuando al fin mi testaruda mente, mi ego y mi orgullo se apaciguan. Te escucho Rusia, ¿Qué pasó el día en el que tu padre me destruyó?
El ruso se quedó sin habla, sin nada en lo absoluto mirándolo. Sintiéndose de nuevo pequeño, donde el vacío que sintió en su corazón, regresó de golpe con un montón de emociones queriendo salir.
— ... Nunca mencionamos nada sobre esos videos. — dijo el ruso, siguiendo con el baño. — Sabíamos porque lo hacías, y nos sentíamos imponentes al no poder acabar tu tortura. Lo hacías por nosotros, entregando tu piel a cambio de nuestra vida. Te amábamos, no, sé que es difícil de creer, sé que es difícil de creer que Ucrania te quiera, que Bielorrusia te adore, que Kazajistán te añore que yo... — y un trago de saliva fue a parar en la boca del eslavo. — que yo...
— ¿Me ames? — dijo frunciendo un poco el ceño el latino.
— Si, sé que es difícil de creer, pero sin ti, hubiéramos muerto en manos de nuestro padre, incluso con lo mucho que se esforzaba, él nunca hubiera conseguido ayudarnos. Pero, las consecuencias de los actos llegan como cadenas, no se de tu relación con Nazi, lo que si se, es que logró infiltrar a una de sus espías en Moscú, y peor, había llegado a entrar en nuestra mansión. Coloco las cámaras en tu habitación pensando que encontraría información tuya o de papá. Pero realmente...
— Ya veo... Mira, hice algunas cosas con Nazi que no estoy orgulloso, a decir verdad, me aproveché de nuestra amistad, seduciéndolo en engaños, donde no se si hice lo correcto, pero no puedo cambiar el pasado... — suspiró el mexicano mirando al ruso. — No estoy orgulloso de nada que paso en el pasado...
— Lo se... pero, incluso en el último día, Kazajistán descubrió las cámaras, y las quitó buscando los videos, todos fueron enviados a padre en el momento que desconectó dichas cámaras. Trató y yo ... me asusté, pensé que Kazajistán trataba de exponerte, así que le arrebaté la computadora de padre, para destruirla y tener tiempo de borrar los archivos, pero... fue mi culpa. — dijo el ruso, sorprendiendo al latino. — Si no la hubiera arrebatado de Kazajistán, no hubiera pasado nada, acabé por chocar con padre, él me arrebato la computadora y vio los videos. Bielorrusia, trato de eliminarlos, pero era muy tarde, él...
— No fue tu culpa. — dijo el latino. — No lo fue, de ninguno de ustedes. Tal vez no debí jugar con Nazi como me pidió USA, e igual pude conseguir la comida de otra forma, pero era más joven y volátil, así que usar mi cuerpo parecía la forma más sencilla. Era tonto al creer que no lastimaría a URSS. Y él fue tonto al creer que era alguien inocente. Ha decir verdad, me enamoré de tu padre porque me recordaba a alguien, después, lo amé realmente por lo que era, y al final, descubrí que en el dolor conoces a los demás como son. Y odie a tu padre... Lo odiaba, porque era otro cuando estaba furioso o con un dolor enorme.
— Es difícil que nos controlemos cuando...
— No, no lo es. — dijo inclinándose un poco hacia delante. — Conocí a alguien que, en su lecho de muerte, con un dolor insoportable en su cuerpo, sintiendo como se pudría poco a poco, juro un amor para mí. Ni mi alma gemela haría eso, no sé qué diablos pasaba en la mente de ese tipo, siendo dulce hasta el último segundo. Quería que gritara, que maldijera, que me reflejara su dolor, pero lo único que hizo fue decirme que si lo amaría en el próximo amanecer que nos iluminara. Y lo odio, porque ahora miro los amaneceres con anhelo cuando sé que nunca volverá, y me carcome el hecho de que... ese dolor el que sentí ese día, sigue siendo el peor dolor que he sentido, esto fue solo un raspón a comparación del dolor que sentí en el momento que se deshizo en mis manos. Mi relación con USA, mío amor con Canadá, mi aventura con Alemania, joder, cualquier relación que haya sentido antes, nunca se compara a lo que sentí el día que me beso por primera vez.
— Nuestros coqueteos... — comentó el ruso desanimado un poco, al final nada se comparaba a ese Imperio.
— ... — el mexicano no dijo nada, solo dejo que el ruso siguiera haciendo el trabajo. — Gracias por contarme lo que pasó. — contesto, dejando recorrer una lagrima por su mejilla. — Lamento haberlos abandonado tanto cuando ustedes querían protegerme....
— Esta bien, a veces decimos cosas que lastiman a las personas que más queremos, y eso no nos vuelve villanos. Nos vuelve un foco de alerta para alguien gritando sin sonido que necesita ayuda. Y aunque nosotros no pudimos brindártela, me alegra que tu familia, como Canadá y USA te la dieran en el momento que lo necesitabas. Al final, solo te quedas con lo bueno, y eso es todo.
— ¿Es todo?
— Lo es.
Y una dulce sonrisa fue lo que culmino la conversación de esa mañana.
.
.
.
.
.
.
.
Creo que lo que odio más de venir a esta maldita mansión es esas plumas de ángel que puedes encontrar a veces en el suelo. Es lo que más me molesta de venir a verlo, teniendo ese rostro, ese cuerpo, esas alas, esas múltiples alas que lo hacen ver divino, pero bueno, Lucifer se veía divino cayendo del cielo, sonriéndole por última vez a dios antes de hacer su infierno. Por supuesto él tiene que ser hermoso también.
No me molesta la camisa de fuerza, la preferiría en negro, pero no puedes pedirle a un americano que tenga buen gusto. No me molesta como me jalonean y me arrastran entre los pasillos para llevarme ante él. Y no me molesta las golpizas que me han propinado, por favor, sus golpes son nada en comparación a lo que he sufrido antes.
Realmente no hay nada en esta tierra que me importe, podrían matarme y no pasaría nada, podrían separarme, y no pasaría nada, podrían destruir cada pedazo de mí y solo reiría. Si no me importó lastimar a Unión Europea, condenado a mi reino a una baja, alejándolos de un bienestar estable, mandándome a mí mismo al matadero, ¿Realmente creen que me molestarían las torturas o violaciones de aquel que predica la paz?
Por favor, no sean tan volátiles.
— ONU, lo he traído. — dijo FBI antes de patearme dentro de aquella habitación vacía y gris, donde había una silla iluminada, y esas alas se convertían en cristal azul acercándose a verme.
— Gracias. Solo colócalo en la silla. — dijo ONU, mientras me colocaban y amarraban con fuerza a ese asiento.
— Buen día ONU, ¿Qué intentaremos hoy? ¿Quemaduras? ¿Mutilaciones? ¿Ahogamiento? Oh, no, ya se, ¿Violaciones? ¿Sodomizarme? ¿Cortarme la lengua? ¿Castrarme? ¿Obligar a separarme y hacer que me mate entre mis mismas partes? ¿Qué es? Realmente estoy curioso, porque ya has intentado eso durante este tiempo y realmente no he dicho nada. Pero...
— Lo sé, nunca hablarías UK. Así que he tenido un pequeño proyecto conmigo. — dijo, con esa dulce sonrisa mirándome. — Te lo presentaré.
Y encendió las luces, mostrándome algo que no quería ver. USA colgado de cabeza, con la boca amordazada, colgando encima de una tina con agua, y con una bolsa de tela cubriéndole el rostro. ¿Cómo sé que es USA? Se preguntarán, bueno, reconocería ese lunar de luna en su pecho, aunque me dejaran ciego.
— ... ¿Qué diablos haces? — dije, mirándolo.
— Bueno, USA se encuentra involucrado también, así que esta semana decidí enfocarme en él, tratando de sacarle información con respecto a esa noche. Como la tortura no surte efecto en él tampoco, pensé en algo que podría surtir efecto.
— ¿Ahogarlo? — dije, mirando todo alrededor, necesito encontrar una forma de descolgar a ese idiota de allí y llevármelo.
— Si, pero el castigo no es para él, es para ti. — sonrió. — Nada de ti te dañaría, pero, verlo a él lastimado sí. Así que vas a tener el mejor asiento mientras le saco a gritos lo que sucedió ese día. Claro, que esto se puede evitar si decides hablar...
— ... USA no me interesa tanto, no sé ni siquiera porque lo tienes.
— Perfecto, entonces no importará que haga esto.
Y si, el jodido idiota retiró la bolsa y la mordaza, mientras USA no podía dejar de lloriquear, por supuesto que está cansado y aturdido, no se desde cuando ONU lo tiene aquí, tal vez esta es la primera vez que ve luz desde hace tiempo. Aunque, no tuve tiempo ni de decir nada, el jodido idiota acabó atravesándolo con sus alas de cristal por su estómago. Ese enorme grito como la sangre caer de USA en el agua que estaba debajo de él, me revolvió el estómago. Pero no mostré ninguna señal de ello. No lo hice, ni siquiera cuando comenzó a gritar por piedad, o lloriqueó como niño diciendo que no sabía porque había sucedido todo, menos cuando lo ahogaron o cuando lo golpearon y ONU se divertía jugando con él como un saco de box.
Realmente no me importaba verlo así, ya lo había viso así desde que era una colonia, me molestaba, pero no lo suficiente. No voy a mentir y decir que me preocupo por él diario, realmente nuestra relación nunca ha sido como la de España con sus colonias.
Pero.
Siempre existe un, pero.
Y ese fue cuando se presentó mi quiebre.
Sentí como si me estuvieran apretando el pecho y entrañas, cuando ONU lo descolgó y USA cayó de lleno en el suelo, después, apenas podía moverse de lo aturdido, susurrando auxilio, y vi las manos de ese jodido enfermo recorrer su cintura, jalándola hacia él, para ponerlo en cuatro, empinando su cara para que esta quedara en el suelo. Por supuesto USA se resistió, él y yo sabíamos lo que planeaba hacer, y comenzó a gritar, pero ONU simplemente lo sometió, clavando sus alas en él, inmovilizándolo, y palmeando con fuerza el trasero de usa, después que rompió la trusa que cubría su desnudez.
— No te atrevas. — dije sintiendo esa ira comenzando a crecer dentro de mí.
— Oh, recuperaste la voz, ¿Después de todo lo que hice, una violación es tu límite? Por dios UK. Que yo recuerde, las violaciones no son nada para ti.
— Lo tocas y veras este maldito lugar hecho trizas. Lo juro, voy a matarte.
— No creo. — sonrió, desabrochándose el pantalón. — No creo... nada de lo que tengas podría dañarme, tu sed de sangre es un chiste para mí, y tu corona está en la tierra a lado de mi poder. Has perdido tu toque King... ¿Quieres ver como lo hago gemir mejor que tú?
Lo vi frotándose contra USA, y lo que más odié, no fue que el jodido idiota rozara su verga en USA, fue que se atrevió a tocarle su tobillo, esa marca en su tobillo, la que tiene piel morena, una mano en su tobillo debajo de una pulsera artesanal. Sentí mi sangre arder cuando el jodido idiota beso ese tobillo.
"King..."
— ¡NO TOQUES A MI MUJER! — eso salió de la nada, y esa voz sonaba distinta a mi voz, como si un coro hubiera gritado al unísono la misma oración. Ni siquiera sé cómo mi boca pronuncio esas palabras. Lo había dicho, después de siglos lo había dicho, y ahora este idiota lo sabía. Sabía una debilidad.
ONU me miro perplejo, viendo como los colores de mi bandera se hacían intensos, además como cambiaba el color de mis ojos. Verde, Rojo, Fucsia, naranja para acabar en azul.
— ¿Mujer? ... — dijo mirando con detenimiento el tobillo de USA. — ¡Ja! No puede ser. No es posible. Es por eso que lo cuidas, ahora todo tiene sentido. Todos enamorados de el mismo país... Verde, supongo que es Escocia, Rojo por supuesto que es Inglaterra, Fucsia debe ser Gales, y ese Naranja debe ser de Irlanda del Norte. Todos acabando siendo tú, el azul de Reino Unido.
—...Suéltalo.
— Ahora todo tiene sentido, USA tiene la sangre de su madre en sus venas. Casi erradicada por ti, pero aun así está allí, esta marca con piel morena lo demuestra, lo que queda de ella está en USA. Así que por eso lo quieres, por eso lo proteges, no porque le tengas cariño a tu ex colonia, o lo veas con "ojos de padre" no, es porque te atrae, te vuelve loco, quieres que sea tuyo... Atracción sexual a tu ex colonia, ¿Quién lo diría?
Es la primera vez que me alegra que USA este tan en shock por el dolor, golpes y tortura, que se ha quedado desmayado en el suelo. Porque es algo que no tiene que... saber, al menos no ahora. No tiene que saberlo, al final, cuando olvida todo es mejor, así puede ser feliz sin cargar con todo ello.
— Suéltalo, por favor.
— No, creo que ahora con más ganas quiero mancharlo. Quiero ver como gime un nativo americano... — sonrió, con su maldita sonrisa, y supongo que mi corona se cayó, porque es la primera vez que sentí lagrimas salir de mis ojos.
Y me quebré, cuando pensé que nunca lo haría.
— ¡YO LO HICE! ¡YO PUSE LA DROGA GR EN LOS VASOS DE TODOS! ¡YO ROBÉ LAS RESERVAS DE CHINA Y DROGUÉ A TODOS! ¡YO QUERÍA LA FORMULA! ¡YO ENGAÑE A TODOS PARA QUE SIGUIERAN MI JUEGO! —dije a lo que ONU volteo a verme, dejando a USA de lado, levantándose acomodando su ropa, con una enorme sonrisa en su rostro.
— ¿Solo tú? ¿Tú descubriste los estragos de la droga y decidiste drogarlos a todos?
— No sabía lo que ocurriría. No lo sabía. USA no tiene nada que ver, él pensaba que solo era una negociación, el nunca pondría en riesgo a su alma gemela.
— Casi mata a México, lo estaba engullendo cuando llegamos. — mencionó.
— Es porque la droga hace que recuperemos la fuerza, los recursos, la vitalidad de cuando somos imperios. Y el deseo básico de un imperio es...
— Conquistar. — dijo mirándome. Para acabar suspirando. — Lo sé, por eso la mataste y solo te queda USA. Porque devoraste a su madre, pedazo por pedazo hasta que no quedo nada, y lo único que queda es una simple marca en el tobillo de tu hijo. ¿Qué era? ¿Tu predestinada?
— Tsk... no estamos hablando de ella...
— Bingo, por eso no puedes sentir nada, no sientes amor. Alma gemela, es el reflejo de la paz para un country, almas unidas que van más allá que el amor, por lazos iniciales de Pangea. Almas predestinadas, aquel lazo romántico que solo se arma a través de compatibilidad, que surge para nunca extinguirse, lo que refleja el amor. Eres un jodido sociópata porque perdiste tu lazo de amor, y ahora solo tienes restos rotos en la sangre de tu ex colonia, por eso no te retuerces en dolor. Es porque USA está vivo.
— ... déjalo... Ya dije lo que querías, ya sabes la verdad, deja que vaya a casa.
— ... hmm... — se alejó de mí, cargando el cuerpo de USA en sus brazos, acercando su rostro frente al mío. Su lindo rostro, un poco hinchado por los golpes. — Es hermoso y caucásico. Eliminaste de su cuerpo cualquier cultura, y lo poco que tiene, es esa marca de piel morena en su tobillo. Se parece a ti... que triste, sería tan exótico como México si no la hubieras matado. Tendría hermosa piel morena, runas de culturas tatuadas en su piel, rasgos exquisitos de un mestizaje, ojos potentes como los tuyos acompañados de piel hermosa y tersa... que lastima, lo convertiste en alguien que es una copia barata de ti, sin cultura, sin nada, tan vacío que tiene una tendencia a hacerse menos, a ser ególatra en cada pequeño logro porque nunca tendrá más que lo que tiene. Condenaste a tu colonia a ser un pequeño monstruo como tú... Al menos Canadá tiene influencia de Francia, que tampoco es una gran garantía. Manipulador, "victima", doble cara y orgulloso, definitivamente el otro tiene la influencia de Francia, pero este, tu pequeño, no es más que un monstruo a tu imagen. Las rosas realmente tienen espinas azules.
Y llamo a FBI, quien tomó a USA, envolviéndolo en una suave manta, llevándoselo lejos. Y yo, yo me quede con la imagen de ver el rostro de USA destruido, mirándome con esos ojos azules intensos, entre lágrimas mientras era torturado hasta perder la conciencia... será una imagen que nunca voy a poder borrar de mis memorias, y que me va a perseguir hasta el día de mi fin.
— ONU... — dije levantando mi mirada. — Tienes razón, es un monstruo.
— ¿Estás orgulloso de eso? — dijo mirándome.
— Por supuesto, ¿Quién crees que va a destruirte cuando el momento llegue? No sabes cómo voy a gozar, el momento en el que te rompa el cuello, porque oye, yo sé que él vendrá por mí, a matarme algún día, pero después de lo de hoy... yo que tú, dormiría con un ojo abierto, tu sabes, a veces las rosas aparecen en los lugares más ocultos. Buena suerte en tratar de destruirlo de nuevo, será tu fin... y voy a gozar mirarte lloriqueando en el suelo antes de que él arranque tu piel pedazo por pedazo con sus dientes. Ten buena noche.
Lo mejor de la noche, fue ver ese rostro con preocupación en su rostro, oh maldito hijo de puta, al fin entiendes el miedo al que te crees "inmune" cuando un imperio venga por ti.
.
.
.
.
.
.
La verdad siento que he cuidado muy bien a mis críos.
Incluso Portugal ha venido a ayudarme, es el único que puede cambiarle los vendajes a Brasil sin que este muera de risa cada vez que le tocamos el estómago. Perú se mueve con normalidad ahora, y Chile, bueno, sonrió mucho cuando le di un parche a su medida como el mío. Todos reciben atención con OMS, en sesiones, para su alivio mental. Sé que México también las recibe, tengo checado al ruso. Todos están progresando a su ritmo. Paraguay y Uruguay duermen con Brasil pequeñas siestas, Ecuador, Panamá y Dominicana les gusta correr por el jardín de Perú. Argentina odia que le cambie yo los vendajes, pero le gusta mucho recibir la atención de Perú, además, sé que se escribe con Italia...
Aun se me hace un nudo en la garganta, no sé si puedo perdonar a mi pareja después de lo que sucedió. Sé que quiere ver a Argentina, pero creo que si toca estas tierras lo único que me darán ganas es de golpearlo. Portugal es diferente, el tipo quedo igual que mis latinos, suerte para él, o acabaría por golpearlo igual.
— España, teléfono. — dijo Guatemala lanzándome el teléfono haciendo que apenas pudiera cacharlo.
— ¡Pásame el teléfono en la mano, chaval, solo camina y dámelo, joder! ¿Hola?
— A que puto te escuchaste, no le grites. — dijo, y mi corazón se alivió. — ¿Cómo estás?
— Mejor ahora que llamas, ¿Cómo está tu tratamiento? ¿Tus heridas? ¿El ruso está cumpliendo? Cuéntame todo.
— Rusia ha cumplido con su trabajo, es dedicado en ello. Incluso ahora, le pedí una marga tequila.
— ¿Una qué?
— Le dije que me trajera una marga tequila, y el idiota pensó que era algo real, así que debe estarse peleando con Quintana Roo al querer esa bebida y que el otro le diga pendejo...
— Joder, México, no juegues con él, ¿Qué tal si se enoja?
— Creo que podría con eso. España, hay algo que quiero preguntarte, y necesito que me lo respondas con sinceridad.
— Dime chaval.
— ¿Cómo sé que realmente estoy enamorándome?
— ¿De qué hablas México?
— ¿Cómo sé que no es nada más que un Síndrome de Florence Nightingale?
— ... Bueno, es difícil saberlo. Supongo que lo sabrás cuando tu enfermero deje de cuidarte. — dije, algo incómodo de la pregunta. — Mira, por supuesto que es normal que ames los cuidados, ames la atención, el chico es joven y fuerte, posiblemente te atraiga eso, y además...
— Tiene todo lo que me gusta.
— Si, pero México, la verdad, si quieres mi consejo. Ya has hecho esto antes, y ve como resultó... Quiero decir, que te has enamorado porque tiene lo que te gusta, pero nunca va a ser él de nuevo. No vas a tener a Imperio Ruso de nuevo, así que, si quieres ayudar a Rusia, si no quieres llevarlo a un quiebre donde la única razón que te gusta es porque te cuida como él te cuidaba, entonces, solo ignora esos sentimientos.
— ... No quiero que sufra como supongo sufrió URSS.
— Bueno chaval, a veces sacrificamos todo lo que queremos. Al final tú decides.
— Si... deberías llamar a Italia.
— No te metas en mis relaciones. — dije claro, algo molesto.
— ¡Ja! El único country dispuesto a cogerte y lo dejas de lado, las cosas no fueron planeadas, él no sabía que ocurría, a lo mejor deberías dejar tu enojo atrás y hacerme caso una vez... pero bueno, al final tú decides, te llamaré después, adiós.
— ¡No se te ocurra colgarme...! — Y colgó.
Realmente no entiendo para nada a las ex colonias. A veces parecen normales y de pronto salen con cosas sin sentido como estas. Pero bueno. Al final no puedo quejarme son mi familia con todos sus defectos y... problemas. De nuevo esa punzada en mi cabeza. ¿Debería llamarle a Italia? Sé que está en el resguardo de ONU y OMS, y que ha quedado un poco mal después de lo que sucedió. Es mi pareja y estoy furioso solo con pensar en lo que hizo. Pero...
Escuché el timbre y caminé para allá, para ver algo que no quería. Allí, con su ropa formal y con ese rostro afligido me miró. No quiero a uno de sus hijos aquí, cerca de Chile.
— Señor España, no pensaba encontrarlo aquí. — dijo Berlín, jugando con sus manos nervioso.
— Tengo que estar aquí, son mis ex colonias las que salieron lastimadas por estupideces que tu padre y su grupo hicieron. ¿Qué quieres?
— Yo, realmente lamento eso. — dijo rascando su nuca nervioso. — Yo vine... yo vine a ver a Chile. Sé que es estúpido pensar que él me recibirá, pero tenía que intentar, necesito hablar con él. Por favor...
— No. ¿Estás loco crio? No voy a permitir que...
— Entra. — dijo Perú, apareciendo de pronto. — Las decisiones de quien vemos y a quien no, depende del country al que se busca. Si quiere hablar con Chile, que sea Chile quien lo rechace.
— ¡Perú, estáis loco! — grité, pero vi esos ojos potentes mirándome, a cuanto te pareces al jodido de Inca. Ese dorado intenso con naranja, como si tuviera el sol encapsulado dentro de esos ojos, joder por algo son los hijos del sol.
— No, pero sé que estas son mis tierras, y esta es mi casa, y yo decido que, si alguien va a correr a Berlín de aquí, será Chile. — contestó mirando al mini alemán. — Sígueme, te diré dónde está, aunque no prometo que quiera verte.
— Gracias, con permiso. — dijo, y joder que estos chiquillos me sacaran de mis cabales algún día.
.
.
.
Realmente estaba agradecido con el señor Perú, pero, sabía que el señor Chile me rechazaría apenas me viera, ni siquiera sé porque estoy aquí, no lograré nada. O al menos eso pensé, porque en el momento que el señor Perú abrió la habitación, y vi al señor Chile cambiando su propio vendaje del ojo, me paralicé. ¿No puede volver a formarlo? Pensé, hasta que recordé que es una marca de origen. Tragué saliva y vi que nos miró de reojo, para después, darnos la espalda mientras colocaba un parche por encima del vendaje. Uno azul con una estrella blanca en él.
— Cuándo me dijiste que ibas a joderme no pensé que te referías a esto, weon. — dijo Chile mirando a Perú.
— Doy muchas sorpresas, vino hasta acá a hablar contigo, y supongo que tú eres el que debe de correrlo no España, así que, es todo tuyo. Con permiso.
Y Perú me dejo en esa habitación con Chile. Él me miró un poco, y después caminó a su cama sentándose.
— ¿Qué quiere Alemania? — dijo mirándome. — ¿Droga? ¿Dinero? ¿Mi otro ojo? ¿Mi cuerpo? ¿Qué quiere?
— Él no me mando aquí. — dije mirándolo. — Yo vine por mi cuenta, él ni siquiera puede salir del hospital de OMS.
— Que bueno, al menos no está libre. ¿Qué quieres Berlín?
— ... Vine a buscar ayuda. — dije, jugando con mis manos. — Alemania quiere morir así que, estamos en peligro si el country muere. Los humanos se encuentran afectados y estamos en la cuerda floja, pensaba que, al venir, y hablar con usted, podría... podría llamar a Alemania y evitar que hiciera algo estúpido. OMS no puede vigilarlo 24/7 así que temo por mi país.
— No. ¿Algo más?
— ...
Trague saliva mirándolo, él parecía no interesado por nada, ¿Qué puedo hacer? No quiero que Alemania muera, y no puedo tomar el cargo, realmente no. Tengo miedo de lo que Alemania haga en su locura, y tengo miedo de nuevo, de ser solo un títere del siguiente Reich.
— Haré lo que sea, por favor. — dije mirándolo. — Alemania hizo cosas innombrables con usted. Lo sé. No hay perdón para ello, pero el idiota, es el mejor idiota a cargo de mis tierras desde hace tiempo, desde mi existencia, realmente no quiero que Alemania caiga en su propio martirio, yo no quiero ser un títere de nuevo de un líder lleno de dolor y odio...
— ¿Qué hay de Prusia? — dijo, cosa que me tomó por sorpresa.
— No mencione ese nombre, cuando le digo que Alemania actual es lo mejor, hablo en serio. Realmente necesito salvarlo, y la única persona que escuchara es a usted. Por favor, señor Chile.
— ¡Ja! Por mí que se muera, pero veamos, ¿Qué estás dispuesto a dar si llamo por teléfono al idiota y le digo que no lo haga? Tengo que ganar algo, hacerlo de buena fe es imposible, tu padre se llevó mi buena fe y bondad al momento que me violo sin piedad en ese lugar. Así que dime, ¿Qué gano?
— ... ¿Qué quiere?
— hmm... sabes Berlín, eres lindo. Tus tierras, dame tus tierras, y existe siendo parte de mí. ¿Qué te parece?
— ¿Eh?
— Dejaras de ser alemán, incluso si Alemania pierde la cabeza, no serás un títere de él. Y prometo que te protegeremos. Se parte de mí, y llamo al idiota de tu padre.
— Pero...
— Tómalo o déjalo. Tu región produce mucho dinero, me serás útil.
— ... okey. — dije, a lo que el señor Chile frunció el ceño. — Okey, seré parte de usted, solo por favor. — comenté sacando mi celular — es el número de OMS, él lo enlazara a la habitación e Alemania. Por favor, evite que haga una estupidez. — dije estirando mi mano hacia él, a lo que Chile gruño jalando mi brazo.
Me tumbo en la cama mirándome, ignorando el hecho de que sus heridas estaban comenzando a sangrar de nuevo, para después abrir mi chaqueta y romper mi camiseta dejando mi torso desnudo.
— ¿Por qué estás haciendo esto por él? ¡¿Podría tocarte si quiero ahora y no te importa?! No habría nadie que te ayude si decido tocarte ahora, ¿Por qué estás dando tu vida por él? ¿Acaso eres imbécil? ¿Qué diablos Berlín? Estas dispuesto a venderte a cambio de una jodida llamada a tu estúpido padre, ¡Por dios!
— Lo necesito para vivir, por favor.
— ... Tsk.
Me arrebato el celular, retirándose el parche y arrancando las vendas que cubrían sus ojos, al parecer enfurecer hace que la sangre suba a la cabeza, por ende, el hueco que queda en su rostro comenzó a sangrar como sus demás heridas. Pero no le importo, solo lo vi acercándose a la ventana, marcando, mientras yo arreglaba mi ropa.
— La habitación de Alemania... Si, ya sé que estoy buscando a Alemania, solo conéctame con el idiota...
Vi que el rostro del señor Chile volteó a verme, y sentí un escalofrió al verlo derramar gotas de sangre de sus mejillas mientras ese hueco en su rostro me daba escalofríos.
— Sal de aquí. — dijo.
— ¿Eh?
— Voy a hablar con él. Sal de aquí, espera afuera, no quiero tener tu cara aquí, largo. Cuando acabe te devuelvo el celular y regresas a casa, espérame en la sala.
— Okey. — dije saliendo. No sé si estoy haciendo bien o mal, pero espero ayude a mi padre de alguna forma.
"Sabes siento que veo todo blanco y negro, formal y cuadrado, entonces llegaste a mi vida y fue ver colores, locuras y acción. Me hiciste sonreír incluso cuando no tenía motivo, por eso te amo Chile, no hay nadie mejor que tú, eres mi precioso anochecer."
Recordar sus palabras me repugna ahora. Recordarlo dormido en mi cama, encima de mí, recordarlo sonreír, recordarme ver el amanecer en sus tierras, me repugna, no porque me cause asco, sino porque mi estúpido corazón se siente feliz con ello. Debería odiarlo y solo dejar que mueras o te conviertas en algo que tengamos que eliminar.
— ... ¿Hola? — me paralicé, no pensé escuchar su voz después de este tiempo, y menos esa voz, raspada y agotada, hablando. — ¿Berlín? ¿Eres tú?
— ... Alemania, soy yo, Chile. — dije tragando saliva. — Tu hijo vino a mi casa, bueno, no es mi casa, estoy bajo el resguardo de España en Perú. La cosa es que vino aquí, esperando que me comunicara contigo y hacerte despertar. Y realmente no sé si quiero eso. No te mereces que te diga que todo está bien. Y que debes vivir.
— ... Lo sé. Gracias por llamar, aun así, puedes colgar y decirle a Berlín que lo hiciste, no hay problema. — joder, su voz tan derrotada me fastidia.
— No, voy a ocupar esta oportunidad, sé que tienes las memorias de todo. Y es hora de que hables conmigo al respecto.
— ¿De qué hablas?
— Eres la descendencia de Sacro Imperio/Prusia/Reich/Second Reich/ Third Reich. Sé que sabes que hemos estado juntos desde hace un largo tiempo, y sé que sabes que somos predestinados. Third odiaba esta unión, como yo la odie. ¿Amar a un nazi? Por dios. Estaba loco por Second Reich, lo amaba, y Prusia, dios Prusia. Decía que era su anochecer. Como tú lo hiciste... ¿A qué te refieres con eso? ¿Cuándo me llamas anochecer? ¿Es una estupidez entre imperios?
— ... ¿Desde cuándo lo sabes?
— No hay que ser un genio... Menos cuando hacías la misma expresión cada que me veías. Encontrarnos por casualidad, en la lluvia, cuando el sol comienza a meterse y la luna empieza a salir.
— Debiste haberte confundido con Nazi... ¿No es así?
— Si y no, Nazi al final era parte de ti, por eso teníamos cierta atracción, pero de allí en fuera, lo que me atraía era un pequeño country diminuto que tenía la sangre real corriendo por sus venas. Cuando eras pequeño, donde te gustaba jugar a los gemelos.
— Dividirme fue una época dura para mí.
— Me alegra que volvieras a hacer uno, dos hijos de puta como tú, no podría con ello.
— ... es porque es el cierre a algo, dando paso a un nuevo comienzo.
— ¿Huh?
— Me gustan los anocheceres, porque es el cierre de algo, donde no importa que haya pasado, la obscuridad se lleva mis penas dándome luz de una hermosa luna que me daba el paso a empezar algo de nuevo, aunque falle. Cuando miraba tus...
— ¿Ojos?
— ...
— Ya me lo quitaste, no hagas como que te duele ahora.
— Chile.
— Así que era eso, okey. Bueno, no mueras Alemania, si mueres me harías morir contigo, ¿Sabes cuánto duele perder a tu predestinado? No sentiría amor nunca más, no sentiría nada, sería un maniaco como UK.
— ... Chile, no tienes que...
— Alemania, por favor. — traté mucho, realmente, no quería que escuchara dolor en mi voz, pero no pude evitarlo, se rompió y comencé a lagrimear. — Por favor, no importa si no estamos juntos, solo necesito saber que estas con vida, con eso puedo vivir, con que tu estas con vida y bien. Llámalo como quieras a este jodido lazo enlazándonos, pero te necesito, por favor. Si quieres pagarme con algo algún día después de lo que hiciste, solo recupérate idiota. Y deja de hacerme sufrir más.
— ... Te amo.
— Lo sé.
— Chile, te amo.
— ¡LO SÉ! Deja de repetirlo.
— ¿Me amas?
— Solo un jodido aweonado amaría a alguien como tú... y joder, como odio ser ese idiota. Así que basta de juegos, por favor, solo rehabilítate.
— Lo haré.
— Bien... tengo que devolverle el teléfono a Berlín, así que... espero escuchar algo de ti. No que te acerques a mis tierras, sino que ya estás en las tuyas.
— Okey.
— Alemania...
— ¿Si?
— Te amo, idiota.
Y colgué, porque no quería escuchar la respuesta, no quería.
Arreglé mis vendajes, limpié mis heridas, coloqué el parche y salí a encontrarme con Berlín que estaba sentado en el sofá, mientras España lo miraba vigilándolo, solo haciéndolo sentir más incómodo.
— Listo. No sé si servirá lo que dije, pero al menos sé que hice mi parte. No tienes que hacer nada por mí, solo vuelve a casa Berlín. — dije, dándole su celular. — Si él se recupera y regresa a casa lo sabré, no puedo hacer más así que buen camino a casa.
— Gracias — y si, acabó por abrazarme, para después soltarme caminando a la puerta.
— Yo lo acompaño a la puerta. — Dijo Ecuador caminando con Berlín.
— ¿Cómo es posible que lo ayudaras, Chile? — dijo España furioso mirándome.
— No es de tu incumbencia.
— Por dios...
— Sé que hizo mal, y no es como si lo hubiera perdonado. Pero lo necesito bien, y si tengo que dar de mi parte para evitar que yo me desboroné, lo haré. Y eso es algo que tú deberías considerar España. Italia te necesita, y si, tal vez no merece un perdón, pero solo te lastimará si sigues negando lo innegable. Necesitas a Italia, España. Y realmente no me gustaría verte lastimado, si te lastimas no hay nadie que se preocupe por nosotros.
Sé que le molesto mi comentario, pero necesita entender que a veces tenemos que sacrificar más de nosotros para traer algo de paz a nuestra vida.
.
.
.
.
.
.
Han pasado alrededor de 2 meses desde esa plática en la bañera.
Realmente no sé qué pasa conmigo, estoy caminando de nuevo, y mis piernas tiemblan cuando mi mirada se encuentra con la de él. Me gusta verlo consentirme, me gusta verlo por las mañanas trayéndome el desayuno, me gusta cómo se sonroja cuando me ayuda ducharme, me gusta la música que toca para mí, cómo siempre me escucha, cómo hace todo para que sea cómodo. Me gusta como danza y juega con los instrumentos, cómo se divierte con mis hijos, como es tan hermoso y a la vez tan idiota.
Incluso ahora, estoy jadeando bajo, jugando escondidillas cómo si fuera un chamaco. Escondiéndome detrás de unas cortinas largas, tratando de parecer otra cosa que una persona. Escucho su caminar en la habitación, en como mueve cosas tratando de encontrarme, en cómo pone su 100 en estos juegos absurdos que no deberían gustarme, pero lo hacen, hasta que...
Jala las cortinas y lo veo siendo alumbrado por rayos del sol. Su cabello blanco, su enorme altura, su rostro perfecto. Me encontró.
— Eres mío. — dijo, cargándome en sus brazos, mientras yo lo abrazo sintiendo su calidez. Tan frio y cálido a la vez. — México, realmente apestas en este juego, te he encontrado ya tres veces seguidas.
— Si mira, no puedo correr, solo caminar rápido. — reí sujetando sus mejillas viendo como ese sonrojo me sonroja a mí. — Tú eres muy bueno.
— Te creería, pero ayer Yucatán me pateo el trasero en los juegos. Así que, solo soy un poco mejor que tú. — rio y yo reí con él.
— Oh vamos Rusia, eres muy bueno en todo.
— ¿En todo? — sonrió. — Ojalá dijeras eso de mi cocina.
— Ah, bueno allí si estas pendejo. — reí a lo que él comenzó a reír conmigo.
¿Qué es esto que siento? Porque estar con él se siente tan bien, me siento tan lleno de vida y vigor estar a su lado. ¿Porqué? Joder, no pienso quedarme con la duda, no ahora. Así que lo hago, lo que quería hacer desde que comenzamos estos juegos. Desde que comencé a alegrarme por verlo en las mañanas, desde que disfruté como toca el piano o violín para mí, desde que vi como tiene un alma viva dentro de él, de cómo crea un paraíso en mis tierras para hacerme sentir mejor.
— ¿México? — dijo, mirándome a lo que yo, siento vergüenza en mí, al sentirme muy roto. ¿Cómo puedes mirarme así? Aún tengo muchas heridas, mi cabello no es largo y sedoso, mis alas... Mis alas no han salido, mi vida es una miseria, y aun así tú me vez, como si fuera ese rayo de luz que llega a ti en una eterna obscuridad.
— Rusia...
Es lo último que digo, jalándolo, sin importar la advertencia de España, sin importar mis miedos y torturas, sin importarme por primera vez, que es lo que pensaría el viejo yo de mí. Lo jalo para besarle, sujetando su rostro, pegándolo al mío, sintiendo esos suaves y cálidos labios sobre los rotos y secos que están los míos.
Siento su aliento sabor a menta, siento su suave respiración mientras sus brazos me dan confort alrededor de mi cuerpo, sosteniéndome mientras ambos nos besamos allí en las playas, pensando que todo está perfecto, pensando que todo está bien, por un momento, los dejados sentimos amor de nuevo.
— Hn... Rusia — gimo por lo bajo, en busca de aire, él me lo da, alejándose de mis labios, subiendo a besar mis mejillas tan dulcemente. — Lo lamento, prometí no hacerte esto de nuevo, y sigo cayendo en mis propios deseos.
Y era verdad, me prometí no volverlo a hacer sufrir, usándolo como remplazo, pero realmente quería besarlo.
— México. — sonrió dándome un suave beso en la frente. — Me gusta todo de ti. Lo fuerte que eres, lo aferrado y egoísta, lo valiente y orgulloso, como nunca le debes nada a nadie y siempre estás dispuesto a sacrificarte ya sea por un bien mayor o por quienes amas. Incluso amo como amas a las personas que yo igual adoro. Y me siento honrado que me besaras hace unos segundos, un beso tuyo es... joder, vida liquida para mí, pero... aunque mi alma se muere por volver a besarte, no lo hagas si esto solo es una ilusión. No soy Canadá, o USA, o Imperio. Poe favor, bésame cuando realmente desees pensando solo en mí.
— ... Lo entiendo. — sonreí, ocultando la verdad, que, desde hace meses, en lo único que pienso es en él. — Deberíamos...
Y el celular sonó, el de él. Lo contesto dejándome con delicadeza en el suelo, y lo escuché hablar ruso, al parecer era una llamada de su hijo Moscú.
— Padre, creo que lo he visto, he visto a Petersburgo.
— ¿¡Dónde?! — dijo ansioso.
— Lo vi cerca de Siberia, creo que se está quedando en una cabaña, vuelve y podremos regresarlo a casa.
— ¿Esta con Ana?
— Si, si lo vi con una mujer.
— Estoy... tengo que pedir permiso primero antes de ir allí.
— Es la primera vez que lo veo sin que pelee conmigo cada vez que trato de detenerlo. Entre los dos podremos con él y podrás disculparte.
— Entiendo, dame un momento, tengo que hablar con México primero. Por favor, llama y que preparen mi avión, llámalos.
— Entendido.
Y colgó.
Sentí algo de dolor en mi pecho, solo pensar que no estará aquí por unos días me mortifica. Y sé que esos ojos violetas mirándome están por pedirme eso, y yo realmente no sé si soy suficientemente fuerte para decirle que sí. No quiero que se vaya, no quiero ir con padre y mis hermanos, quiero estar aquí, en mi tierra, con él cuidándome, hasta quedarme dormido de nuevo.
— México. — suspiró mirándome. — Cometí una estupidez con San Petersburgo hace tiempo, una estupidez enorme que me hizo perderlo. Él desde ese entonces no me dirige la palabra, y solo se encuentra con Moscú de vez en cuando. No puedo perderlo de nuevo, no ahora. Moscú lo localizó, y solo tengo un chance para traerlo de nuevo a casa. Me preguntaba si solo... solo serán unos días, volveré en una semana, lo prometo.
— Rusia.
— Te daré lo que quieras, solo...
— Rusia, puedes ir. No te preocupes. Solo pido algo a cambio. ¿Podrías caminar conmigo en la playa?
— Esta anocheciendo. No sé si sea correcto.
— Quiero sentir la arena en mis pies, sin ti, mis hijos no me dejaran abandonar mi casa, solo un momento antes de que te retires. Del cual, quiero pedirte otro favor, retírate mañana, no hoy.
— Lo haré.
— Bien. Acompáñame.
Querido México:
Hace mucho tiempo que no hablo contigo, es más, estoy escribiéndote esta carta mientras camino fuera, bajando esas escaleras, siguiendo los pasos de un enorme country que baja para encontrarnos con él mar. Sé que te he tenido abandonado, y sé que estás herido. Como tu conciencia, me siento un poco afligido por todo lo que has tenido que soportar, por el dolor que te causa verme partir cuando más me necesitabas, por la tristeza que te invadió una vez que decidí dejarte caer en la locura.
Es por eso que ahora te escribo, para que me escuches. Que creo que he encontrado alguien dulce para ti, pero siento que no puedes verlo como yo lo veo. Y lo hemos de ver partir hoy, así que, supongo que dependerá de ti lo que se venga después. La cosa es que hemos amado, y hemos perdido, y la hemos sufrido como cagado, así que, por un momento, nos toca respirar.
Y que mejor respiro que aquel deseo que yo no he dejado que se desate, y tu mantienes encarcelado para evitar dolor.
Querido México, dependen de ti muchas cosas, y es estúpido pensar en ello, pero no hay tiempo.
Nunca tenemos el tiempo suficiente para amar, eso es lo que he pensado, y he pensado, en que no deberíamos dejar que nos ocurriera lo mismo de nuevo.
Creo que esa plática conmigo, mientras sentía la arena en mis pies, y Rusia caminaba con una lámpara, alumbrando el camino me relajó. Aún más cuando la fría agua de la marea tocaba mis pies, y estremecía mi espalda. Creo que puedo cometer una locura más, porque quiero, porque es mi vida, y porque ya me cansé de tener este sentimiento atorado en la cabeza durante todo este tiempo.
— Rusia.
— ¿Sí?
— Sígueme.
E hice que lo hiciera, que me siguiera mientras yo alumbraba, que me siguiera a donde suelo tomar siestas después de una lectura, a una parte de mi casa a las afueras, con un enorme sillón con vista al mar, con cobijas, con una fogata enfrente, donde suelo reunirme a veces con USA para asar malvaviscos, con Perú contando historias de terror, conmigo mismo, cuando quiero desaparecer y solo escuchar las olas en mi mente, mientras duermo entre las cobijas que dejo allí. Mirando el cielo estrellado, sintiendo la calidez de la playa llamándome.
Lo llevo allí, y le miro, esos intensos ojos violeta mirándome.
Me tomo el tiempo para prender la fogata, mientras Rusia ayuda, y al final ambos nos sentamos a contemplar el fuego, en esa noche estrellada, con el sonido de mar de fondo.
— Sabes, te voy a extrañar. — digo al aire. — Más porque me gusta abrazarte cuando tengo pesadillas. Hace mucho tiempo que siento mi cuerpo lleno de cenizas, como si cada fogata que prendo, al final, acabara revolcándome en ella, siempre lo siento sucio. Me di cuenta que lo siento así, porque no lo he recuperado, quiero decir, mi cuerpo sigue perteneciendo a aquellos que hicieron lo que sea conmigo ese día. Me quitaron algo de él y no sé cómo traerlo de vuelta. Y siento que no voy a poder recuperarlo hasta que entienda que esto es mío, y yo hago lo que quiero con él, y nadie puede volver a arrebatarme algo. Pero por ahora, aunque sienta mi cuerpo lleno de cenizas, me gustaría que hicieras algo por mí.
— ¿Qué?
— Quiero que me toques. — dije a lo que Rusia me miro confundido y nervioso.
— ¿Qué dijiste?
— Quiero que me beses, y dejes recorrer tus manos, y seas gentil conmigo, y beses cada parte de mi como sueles besar mis labios.
— México, no sé si es correcto, yo no soy... yo no soy nadie para poner una ... no puedo simplemente.
Y lo callé, porque me había hartado su habla.
Lo jalé besándolo de nuevo, mientras me subía lentamente a sus piernas, sin importar nada. Pude sentir como el sentido común de Rusia abandonaba su cuerpo, por la forma en la que acariciaba mi cintura. En la forma en la que siento su miembro crecer debajo de mí. Jadeo al sentir su toque en mi retaguardia, mientras lo jalo para que se suba encima, abrazándole con mis piernas para que sienta mi lujuria queriendo salir.
Nos desnudamos lento, entre besos y caricias, mientras sentía su delicadeza al hacerlo, en besar por encima de las vendas, en cuidar cada toque que no fuera brusco, dios como amo que mi cuerpo se estremezca, mientras sus labios borran marcas de terror en mi piel.
Y sucedió, entre unas miradas que nos dimos, le acepte en mí. Sintiendo la primera estocada suave, sin meterla a fondo, solo dejando que me acostumbrara a su tamaño. No dolió en lo más mínimo, sentí tanto placer que solo pude arquearme enredando mis manos en su cabello, Deseo más, mucho más.
Más cuando escucho sus gruñidos y jadeos, más cuando se siente extremadamente bendito su toque, más cuando mi cuerpo parece ser de su propiedad, respondiendo a cada simple caricia, haciéndome perder la cabeza en el placer. Ni siquiera era sexo animal, no puede serlo, no puede con todos esos besos dulces que me da, no puede ser la lujuria haciéndome estremecer, es su amor, es algo más, es algo que estoy volviendo a sentir.
Es algo que me hubiera encantado que no terminara.
.
.
.
.
.
.
Al siguiente día, el ruso abrió los ojos, viendo al mexicano desnudo entre sus brazos, recordando lo de anoche, simplemente pudo besarle la frente, mientras ambos se reincorporaban. Ambos se besaron tal vez unas 5 veces más, antes de estar listos y partir al aeropuerto. Una vez allí, el ruso no dijo mucho, un simple beso de despedida, uno dulce, uno que te decía entre labios, que regresaría lo más pronto posible, una vez que el problema estuviera resuelto.
— Cuando regreses... ¿Podemos hablar de lo que pasó? — dijo el latino mirando al ruso. — Tengo que contarte porque lo hice.
— Si... y yo también quiero confesar algo, que me motivo anoche a hacerlo.
— ¿Te arrepientes? — dijo el mexicano mirándole sonrojado.
— Nunca me arrepentiría de hacer el amor con un dios azteca. — sonrió, sacándole una sonrisa al latino quien lo abrazaba con dulzura. — Creo que ha sido la noche más especial que he tenido, no quiero olvidarla,
— No lo hagas, solo regresa una vez que arregles todo con Pete.
— Lo haré, te llamo cuando aterrice.
— Bien, buen viaje.
— Te veo pronto.
Y un simple beso marco el adiós de todo.
El ruso voló fuera de México en la mañana, mientras en la tarde, el mexicano se encontraba en ese lugar, donde una fogata se había hecho cenizas, y un mar comenzaba a obscurecerse. Se arropo con un abrigo de pertenecía de aquel eslavo que había dejado descuidadamente detrás, respiro tal vez tres veces el aroma, antes de notar 4 estrellas nuevas en el cielo.
Así, hermosas, alumbrando el cielo nocturno.
Se acercó a la playa, y fue allí, cuando vio esas estrellas separarse, moverse, sintiéndolas más y más cerca de él.
Y después, mucha luz sobre él, donde un gritó fue callado antes de que pudiese llegar.
Fue un mensaje que se emitió a cada country lo que marcaría el quiebre de todo.
"ALERTA, ALERTA, ALERTA, todos los países repórtense a torre de control, repito, todos los países repórtense a torre de control. América se encuentra bajo ataque, repito, América se encuentra bajo ataque. Cuatro bombas han aterrizado en Norteamérica y Centroamérica, repito, cuatro bombas han aterrizado en Norteamérica y Centroamérica con capacidad nuclear. Alerta roja, todos los países repórtense a torre de control."
.
.
.
.
.
.
Al fin actualicé después de milenios.
Pues ya se murió Mex. F en el chat.
Ok no, ya casi llegamos al final de esta historia. Espero la estén disfrutando.
¡Saludos!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top